Ráfagas de Fuego 6

Moscú

Al día siguiente se levantaron temprano para ir a Moscú, Kirill quería quedarse en casa pues arrastraba una tristeza permanente desde la fatídica noche, pero Anastasia se empeño en que quería ver Moscú, que aquello les distraería y que hasta puede que se lo pasaran bien, como hacia tiempo, cuando aún tenían esa suerte. Así, finalmente Kirill, casi arrastrado por Anastasia, acepto ir a Moscú con toda la familia.

El viaje fue corto, cada padre llevaba una moto de nieve, Anastasia iba en el trineo con Kirill encima, tal y como habían venido de la aldea hasta aquí.

Las calles eran anchas, aún se podían ver los estragos de la revolución en algunas partes: restos de coches, huellas de disparos en las paredes y, como no, la gente asustada huyendo de la vieja guardia comunista, los cuales llevaban trajes azul oscuro con listas amarillas transversales para diferenciarse de la nueva guardia noócrata de otras ciudades, pues no querían llevar el rojo, blanco y negro de los noocratas. Habían banderas en muchas casa con la antigua bandera comunista, pero otras en cambio tenían los colores de la vieja guardia con un nuevo símbolo comunista, una familia de hombre y mujer con un niño todos vestidos de violeta con un cielo azul oscuro a su espalda, esta bandera representaba la unidad hetero-parental familiar que es la base del gran estado comunista. Pues ¿que clase de familia es, si no es de hombre y mujer e hijos?

Guiados por Shura, llegaron a la casa de los potenciales compradores, por supuesto antes de comprar la mercancía habían pedido observarla, y después, decidirían si la compraban o no, esas eran las condiciones del trato.

Aparcaron los vehículos de nieve en el garaje de la familia interesada, bajaron de las motos y del trineo y entraron por la puerta que comunicaba el garaje con el interior de la casa.

La casa era amplia, con jardín y piscina, las plantas estaban mustias por el frío, y la piscina estaba tapada y se intuía que también vacía. Anastasia dejó de mirar el jardín desde el ventanal del salón y se centró en la conversación que mantenían sus padres y los potenciales clientes.

-        Son unos buenos perros – dijo Shura – no nos gusta mucho tener que venderlos pero, ¿que se le va hacer? Si los quieren les haremos un buen precio, siempre que sea un trato justo.

-        No estamos interesados, creo que con los 3 que tenemos será suficiente. - Anastasia se sintió aliviada al oír eso de la boca de aquel hombre, podría conservar a su Donker hermoso, a Blaki el revoltoso y a Mufasa el grandullón que parecía de peluche.

-        En cualquier caso, los trineos y las motos también son buenas, no están muy desgastadas y se encuentran en perfectas condiciones como habéis podido ver, - dijo Vladimir – creo que 5.000 euros es una buena oferta.

-        No - dijo la mujer – hemos visto trineos por 500 euros y motos de nieve por 1.000 en el mercado, y no parecían mucho peores que estas.

-        Mirar tenéis 6 perros, y lo cierto es que nosotros tenemos 3 solo, y no nos vendrían mal 3 perros más, así que veréis, que tal si entran en la oferta 3 perros que vosotros elijáis, las 2 motos y el trineo, por todo ello os ofreceremos 3.000 euros, creo que no es un mal trato. - dijo el hombre en un intento de llegar a un acuerdo.

-        ¿Te parece bien Shura? - le preguntó Vladimir.

-        Tal y como están las cosas, mejor es eso que nada – le contesto al oído.

-        Está bien, aceptamos – aceptó Vladimir el trato.

-        Bueno, ¡genial!, habrá que celebrarlo, además, según me a contado Shura, en cuanto compréis el carro y los caballos os iréis. - dijo el hombre.

-        Si, mañana supongo que ya estaremos de camino a Kiev.

-        He oído que por allá están los Noocratas, tener cuidado – les aconsejó la mujer.

-        ¡Mamá, papá! ¿quienes son estos?

-        Son compatriotas rusos que nos han vendido 2 motos y un trineo para que podamos ir el mes que viene a los juegos rusos de Sochi 2093. - dijo la mujer.

-        ¿Vais a ir? Pero si allí no paran de criticar a los europeos y los juegos están amañados. - se extrañó Anastasia.

-        Que no te engañen, los juegos de Sochi son una conmemoración de la superioridad rusa frente a los europeos del sur, son juegos anuales en los que nuestros deportistas luchan valientemente por conseguir la victoria, no están amañados, ni se critica a los europeos pues ya se critican ellos solo con su sola existencia - sentenció el hombre.

Anastasia se quedo extrañada ante aquellas afirmaciones, siempre en su aldea se había dicho que aquellos eran juegos anti-europeos. Y nunca habían criticado tanto a los europeos como aquel hombre.

-        Sí es cierto, pero los europeos no son tan malos como los pinta mi marido, es que él tuvo una mala experiencia allí, en los tiempos de la anarquía por poco lo convierten en energía por querer ser un hombre nacido en un cuerpo de mujer.

-        No lo recuerdes, malditos europeos, me querían matar y usar mis restos para que otros pudiesen encender una bombilla - dijo el hombre.

-        Entonces ¿eres transexual? - preguntó Vladimir.

-        Los 2 lo somos, pero esta es nuestra hija a la que me sacaron por cesaría, es nuestro mayor tesoro. - dijo el hombre, mientras Vladimir lanzó una mirada sonriente a Shura como diciendo ''Te lo dije''.

-        Vaya, bueno, nos tendríamos que ir, tenemos que comprar el carruaje y los caballos en la Seat. - dijo Shura.

-        No, por favor, quedaos a comer, mi marido irá a por unas barras más de pan. Además, aún tenemos que decidir que perros nos quedamos y daros los 3.000 euros, los cuales por cierto – la mujer se giró hacia su marido – cariño tendrías que ir al banco.

-        ¿No los sacaste tú ayer? - pregunto el hombre.

-        No, no sabia cuanto nos iba a costar.

-        Está bien, entonces, ¿el pan y el dinero verdad?

-        Sí.

-        Una última pregunta más – dijo dirigiéndose a Vladimir y a la familia - ¿Donde vais a ir exactamente? O sea, ¿donde tenéis pensado asentaros definitivamente?

Vladimir estaba un poco desconcertado, no sabia que importaba aquello, pero como lo que quería era acabar rápido le dijo

-        A África, quiero trabajar allí, ya me han ofrecido un puesto.

-        Ah, muy bien. - dijo el hombre.

Dicho esto el hombre fue a coger la bolsa del pan y se fue.

En la casa la mujer les preparó algo para picar, la niña, mientras tanto, iba jugando con sus pistolas de plástico a los soldados.

-        Creo que mi hija va a salir a su padre – dijo la mujer – siempre se comporta de manera muy masculina, siempre jugando a juegos de niño, estamos pensando en llevarla al centro de salud ruso para que le cambien de sexo.

Dicho esto Shura se quedo blanca, como podía decir una cosa así, era una niña por dios, los niños juegan, a que jueguen es lo de menos, eso ya era pasarse de tolerante.

-        Anastasia, anda ves al jardín con Kirill y jugáis con la pequeña.

-        Vale – contestó Anastasia que ya sabia que si le decía esto era porque no quería que oyera ese tipo de conversaciones.

Ya en el jardín vieron que la niña estaba chutando un balón contra la pared y que su vestuario era un poco masculino.

-        Pues la verdad que pareces tú hace unos años. - dijo Kirill.

-        A que te pego. - dijo Anastasia aunque la verdad era que a ella también le gustaba vestir así y jugar con balones a esa edad.

Se acercaron a la niña y esta, con cara de pocos amigos, les chutó el balón a la cabeza.

-        ¡Joder! ¡por poco me da! - exclamó Anastasia cuando se agacho y el balón le rozo la oreja izquierda.

  • ¿Quieres que juguemos? - le pregunto Kirill.

-        ¿A qué? - preguntó ella.

-        A lo que quieras – le contesto Kirill.

-        Juguemos a comunistas y noocratas, yo soy comunista y vosotros los noocratas, a ver tú – dijo refiriéndose a Anastasia - ¿que eres un chico o una chica?.

-        ¿Ehm? - se sorprendió Anastasia ante la pregunta.

-        Para saber como tratarte.

-        ¿Es que acaso no lo ves? - le dijo Kirill a la niña ante la mudez de Anastasia.

-        Ah ya, ¿como papá verdad? - dijo la niña.

-        No, soy una mujer de verdad – le dijo Anastasia a la niña con un tono de confusión, al ser la primera vez que le preguntaban eso.

-        Bueno me da igual – dijo la niña – vosotros sois Noócratas mal nacidos, correr, jaja, si os agarro os destriparé. - dijo esto mientras los perseguía, pero ellos se quedaron inmóviles ante aquellas palabras ¿Noócratas mal nacidos? ¡Que se había creído aquella niña!.

-        ¿Porque no corréis? ¿No queríais jugar?

-        Lo cierto es que se nos han quitado las ganas – dijo Kirill leyéndole el pensamiento a Anastasia.

-        Como queráis pero si no os encierro en la cárcel os quedareis como noócratas para el resto de vuestra vida – diciendo esto saco la lengua en gesto de burla y se fué a jugar con unos juguetes que tenia por el suelo.

Anastasia y Kirill se fueron de allí a la otra punta del jardín, aún quedaba nieve de la nevada de aquella noche, pero se iba deshaciendo poco a poco, menos en las pisadas donde por las huellas ya se podía ver el suelo.

-        Kirill – dijo Anastasia con cara de preocupación– ¿yo era de verdad como ella a su edad?

Kirill la miró, y al ver su rostro sonrió.

-        No, tú eras mucho mas bondadosa, marimacho, pero buena tipa. - contestó Kirill.

-        Vaya, gracias. - dijo Anastasia con tono de ironía.

Pasaron unos segundos en un silencio incomodo, finalmente Kirill dijo:

-        Mi hermana te quería mucho – diciendo esto agacho la cabeza y continuó – y yo también.

-        Yo también a vosotros – dijo esto mientras lo miraba, era un chiquillo, aún ni le había cambiado la voz, no pudo hacer mas que abrazarlo, Kirill no se resistió al achuchón.

Se fueron con Shura y con Vladimir al poco rato, estaban aun en la cocina con la mujer transexual, pero no hablaban. La mujer preparaba los platos y Shura la observaba con un gesto extraño.

-        Mamá – dijo Anastasia - ¿cuando nos iremos?

-        Cuando llegue el ''marido'' de ''ella'' – dijo esto remarcando estas palabras, para dar a entender su casi ironía.

-        No te preocupes peque, no tardará en llegar - dijo la mujer.

Al cabo de media hora se oyó el ruido de la puerta al abrirse.

Entró el hombre y le entregó un sobre a Vladimir, con lo que se suponía eran los 3.000 euros. La familia quería irse, especialmente Anastasia y su madre, pero no pudieron pues les habían invitado a comer.

En la sala estaban los 7, la familia transexual por un lado y la familia y amigo de Anastasia por el otro. La situación en la mesa se hacia más incomoda por momentos, Shura no podía dejar de lanzar miradas de desprecio contra la pareja transexual, por su parte la pareja transexual no dejaba de mirarles con unas caras extrañas, entre risa y rabia. Mientras tanto la niña no dejaba de mirar a Anastasia, y ella, incomoda, miraba para otro lado, a la chimenea, a la holopantalla, a los sofás, adonde fuere con tal de no mirar a aquellos que habían insultado el nombre de la Noocracia.

-        Bonita casa – dijo Vladimir después de casi 15 minutos de silencio.

-        Gracias – dijo la mujer.

-        Bueno si queréis vamos a ver que perros nos quedamos y cuales os quedáis vosotros. - dijo el hombre.

-        Está bien - dijo Shura.

Se levantaron rápidamente y fueron al garaje. Al llegar Vladimir le dijo a su hija que eligiera los perros que se quedarían y cuales venderían. Anastasia quería quedárselos todos, pero eligió a sus preferidos ante esa imposibilidad. Eligió a Donker, a Blaki y a Mufasa, los 3 que siempre habían sido sus mejores amigos.

Los desataron del trineo cuidadosamente mientras los otros 3 perros ladraban con la mirada puesta en Vladimir, una mirada triste como de incomprensión hacia lo que estaba sucediendo. Al tener ya Anastasia en sus manos las correas de los 3 elegidos se fue en dirección a la puerta de salida, Kirill y Shura fueron detrás, Vladimir se quedo mirando los billetes de dentro del sobre, aunque no quería parecer desconfiado, quería asegurarse de que todo el dinero estuviera allí.

-        Cuéntalo si quieres, está todo. – dijo el hombre dándose cuenta.

-        No, si yo confió, bueno nos vamos ya. - dijo Vladimir cerrando el sobre.

Vladimir alcanzó al resto de la familia en pocos segundos, ya que estos ya estaban fuera de la casa. Una vez todos juntos se despidieron de los clientes y se fueron.

-        Habrás llamado a la vieja guardia, son Noócratas ¿o no te has dado cuenta? - dijo la mujer.

-        Claro que me he dado cuenta, ¿nací mujer te acuerdas? Esos la pagaran cara, he ido a la vieja guardia y he acordado con ellos que nos darían el 80% de lo que les hemos pagado a esos por los trineos – dijo el hombre – por si no te has dado cuenta los he invitado a comer para hacer tiempo.

-        ¡Que lenta es la vieja guardia! A ver si no podían haber venido en cuanto los hemos llamado.

-        Están muy ocupados luchando contra todos los noócratas del mundo.

-        Maldito mundo infectado de noócratas, así jamás conseguiremos nada bueno.

-        Esa niña-niño me da mala espina. - dijo la niña que estaba oyendo la conversación de sus padres, pero ellos no dijeron nada más al respecto y entraron en casa.

La familia de Anastasia caminaba en dirección a la Seat, empresa muy conocida por la buena calidad de sus carros de caballo modernos, se decía que antes solo trabajaba vehículos a motor por derivados del petróleo y contaminantes, pero desde el Gran Apagón todo cambió y es la empresa líder tanto en el sector de los vehículos renovables voladores como en vehículos que funcionan con fuerza animal terrestre.

Llegaron a la tienda de vehículos al cabo de unos pocos minutos, ya llegaban con la idea de comprar un carro a caballos por ser más económico, pero se sintieron atraídos por los coches solares, Shura se puso a mirar un coche en especial, era morado con líneas rojas en sus laterales, dos faros delanteros como dos ojos de gato en la noche oscura, espacioso, muy espacioso, podían ir hasta 8 personas, y según ponía en la información funcionaba 100% con energía renovable, disponía de una autonomía ilimitada durante un día soleado, de más 200Km a 150Km/hora con nubosidad, con pedales en los 8 asientos para poder impulsarse con energía cinética, de mas 100Km a 120Km/hora si se conducía de noche y apoyado por la energía de tus propias piernas. Era el coche de sus sueños, pedalear mientras vuelas con tu familia por los cielos. Pero no había dinero para tanto, con el apagón la producción de vehículos se redujo de forma drástica y los precios de producción se dispararon, lo que aumentó de manera estratosférica el precio de venta de estos vehículos, ahora comprarse un coche de ese modelo costaba, según ponía en la información del coche, 150.000 euros. El doble que una casa en la misma España. Era inasumible para un familia europea media, con 10.000 euros en el bolsillo que tenían, solo podían comprarse un carro a 2 caballos por 8.000 euros. Vladimir no se había puesto a soñar como su mujer y fue directo a mirar los carros, por desgracia solo quedaba un modelo de 2 caballos así que no había mucho donde elegir.

Anastasia y Kirill estaban mirando los vehículos más caros, sabían que ni en broma se lo comprarían pero ¿que costaba mirar?.

Estaban viendo el coche mas lujoso, el que solo estaba disponible para los dueños de las costas del mundo, costaba cerca del millón de euros, era un coche de 6 plazas, con autonomía ilimitada en cualquier momento y en cualquier lugar, que podía alcanzar velocidades de hasta 300Km/hora, se alimentaba de la energía eléctrica de los enchufes, de la solar recogida por su techo negro, de la eólica que podía obtener de sus minimolinos colocados alrededor de la parte superior del vehículo, y hasta de la mareomotriz de las olas si se ponía el vehículo en modo navegación marítima, era un vehículo 3 en 1, podía ir por tierra, mar y aire, eran muy poco comunes y normalmente se fabricaban por encargo, ni siquiera los fabricaban para muestra, seguramente algún ricachón abría llegado a la ciudad.

Shura fue donde Vladimir y acordaron comprar aquel carro que más se ajustaba a su situación económica. Pagaron 8.000 euros y les dijeron que volvieran dentro de una semana, pues aún tenían que traerlo de la fabrica, pero Vladimir no quería esperar una semana, más tiempo allí suponía más peligro.

-        Oiga, y no podríamos llevarnos aquel que esta de exposición, verás tenemos prisa y...- dijo Vladimir antes de que Shura le interrumpiera.

-        Necesitamos ese coche, ahora. - dijo con voz calmada pero dominante.

-        No podemos darles ese coche, para ello debería hablar con mis superiores.

-        Pues hable, queremos irnos hoy o mañana, cuanto antes mejor, no en una semana, eso ni en broma - concluyó Shura.

-        Pero cariño... - intento tranquilizarla Vladimir.

-        Ni cariño ni ostias, odio este lugar -le respondió Shura con cara de mal humor.

-        Vale, voy a ver si dan permiso para ello - dijo el trabajador un poco cohibido.

Mientras quien les había atendido caminaba en dirección a los despachos, ellos esperaban al otro lado del mostrador, Anastasia y Kirill ya se habían cansado de mirar aquel coche majestuoso y ahora se dedicaban a observar el que seria su nuevo medio de trasporte.

El trabajador regreso y les dio buenas noticias, dado que habían pagado al contado podían llevarse en ese mismo momento el carro, solo deberían ir al otro extremo de la ciudad a por los caballos para el carro, el establo de la empresa estaba allí, a las afueras, cuando los consiguieran deberían traerlos para que los trabajadores montaran el carro y se pudieran ir esa misma noche.

Decidieron que se irían Vladimir y Anastasia, Vladimir porque no tenia miedo a montar a caballo como Shura, y Anastasia para que no engañaran a su padre.

Mientras ellos iban al establo, Shura, Kirill y los perros pasearon por las calles de Moscú, viendo monumentos como el Kremlin y la plaza roja con el mausoleo de Lenin, aunque no pudieron entrar por los perros, también vieron la fabulosa catedral de San Basilio, que seguía siendo el símbolo de Rusia, y los restos de la catedral del Cristo Salvador que fue destruida en la revolución.

Vladimir y Anastasia llegaron al establo cogiendo el trasporte público de la ciudad, esto era una de las cosas que habían mejorado después de la 2º revolución, ahora el trasporte publico era muy barato y llegaba hasta los pueblos de alrededor, que ya eran parte de la ciudad pues se había unificado su administración, en esto si que eran iguales los comunistas a los noócratas.

El autobús tardó una hora y media en llegar al lugar de destino, pudieron ver desde las ventanas la catedral de San Basilio y algunas iglesias y monumentos, además de cientos de banderas del nuevo régimen comunista.

Cuando llegaron Anastasia llamó a la puerta de metal que daba paso al interior de la sala de recepción, les abrieron desde el mostrador y pudieron pasar, allí habían dos hombres, debían medir 2 metros de altura, eran rubios y de ojos azules, según escucharon eran de la vieja guardia y habían ido para comprar 10 caballos, un señor bajito y moreno les acompañó hacia el interior, donde se suponía que estarían los establos.

Una vez ellos se fueron les tocó el turno a Vladimir y Anastasia por lo que se inclinaron hacia el mostrador, allí sentada escribía en el ordenador una mujer pelirroja.

-        Buenos días, ¿que desean?

A ti – pensó Anastasia.

-        Buenos días, veníamos a recoger dos caballos por el carro que hemos comprado en la tienda de la capital, nos han dicho que era aquí. - dijo Vladimir.

-        ¿Un modelo de dos caballos entiendo? - dijo la pelirroja

-        Sí – contesto Anastasia.

-        Bien, esperen, llamaré a uno de mis compañeros para que les acompañe. - dijo esto mientras presionaba un botón verde que estaba al lado de su grapadora.

A los pocos minutos llegó el mismo señor bajito que había acompañado a los 2 gigantes comunistas. Le preguntó a la pelirroja donde les tenia que llevar y esta le dijo que al establo 5, el señor les pidió que le acompañaran y los guió hasta un establo con el numero 5 pintado encima de la puerta.

-        Aquí es, pueden elegir de este establo los 2 caballos que mejor les parezcan.

Al escuchar esto Anastasia abrió la puerta de madera y entro justo delante de su padre que la seguía, al entrar vieron que había una docena de caballos, todos parecían sanos y fuertes.

-        Perdone – le dijo Anastasia al señor bajito que les había acompañado - ¿no tienen yeguas?

-        Las tenemos en otro establo, además, son solo para criar, no pueden elegir una yegua, lo siento.

-        Vaya – dijo Anastasia a modo queja pues le hubiese gustado tener una yegua y un caballo para que así pudiesen en un futuro tener más animales para el carro.

Anastasia los miró bien a todos y como sabia que su padre le dejaba a ella elegirlos no titubeo en seleccionar sus dos preferidos.

-        Quiero este blanco y aquel negro – dijo mientras los señalaba con ambas manos.

El señor los desató y los llevó hacia las puertas de madera que daban a un camino de tierra. Se los entregó con sus cuerdas de sujeción y les comunicó que si querían sillas de montar deberían comprarlas en la tienda que estaba camino abajo. Se despidieron y Anastasia y Vladimir salieron con los caballos, uno cada uno.

-        ¿Compramos sillas de montar? - preguntó Anastasia.

-        Seria lo mejor, vale, vamos, veo la tienda desde aquí. - contestó Vladimir con el cuello estirado mirando a lo lejos.

Fueron a la tienda y compraron 2 sillas que parecían cómodas, se las colocaron como ponía en las instrucciones y montaron como pudieron, para Anastasia era la primera vez que montaba a caballo y se le desbocó un poco, pero su padre llevaba la cuerda larga de sujeción y logró frenarlo.

Fueron poco a poco hacia la sede de Seat, Anastasia no sabia por donde ir pues Moscú era muy grande, pero por suerte su padre tenia buen sentido de la orientación y lograron llegar en apenas una hora. Anastasia montada en su caballo negro vio a 2 soldados de la vieja guardia hablando con su madre y Kirill, al verlo sintió un mal presentimiento por ello y avisó a su padre, los dos fueron hacia allá, al poco de dirigirse hacia ellos vieron como la vieja guardia sacaban pistolas de sus chalecos y los 3 perros se abalanzaban contra ellos para defender a la mujer y al joven, al ver aquello Vladimir aceleró al caballo y Anastasia lo intentó como pudo. Shura golpeó al guardia con la navaja que llevaba en el bolso, pero el guardia no se quedo sin contraatacar y disparó intentado alcanzar a la mujer, pero Donker logró interceptar el disparo, Shura degolló al guardia mientras ellos aún estaban mirando al perro jadeante, no se esperaban ese giro de los acontecimientos, los 2 perros que quedaban se abalanzaron contra el guardia restante, pero este volvió en si y disparó a los dos perros, cuando los 3 perros estaban casi muertos Vladimir bajó del caballo y abalanzándose como pudo logró derribar al guardia restante, pero este para defenderse le había disparado en la pierna, Vladimir le quitó la pistola pero para cuando iba a devolverle el disparo, Anastasia ya había disparado en la frente de aquel hombre con la pistola que mató a quien más quería.

Con los dos guardias muertos y los 3 perros ya sin vida, Anastasia no pudo más que echarse a llorar abrazando el cadáver de Donker con Kirill a su lado intentando consolarla. Vladimir y Shura ya habían llevado los caballos a la Seat, y pistola en mano, les motivaron para que montaran el carro deprisa y les dieran las licencias sin llamar a la policía por lo sucedido enfrente.

En menos de un cuarto de hora acabaron y salieron montados en el carro hacia donde estaba su hija y Kirill con los valientes perros. Al llegar y ordenarles que subieran Anastasia cogió a Donker y lo subió al carro, le dijo a Kirill que hiciera lo mismo con Mufasa, finalmente entre los dos levantaron a Blaki y lo subieron al carro, una vez todos estuvieron dentro, se fueron todo lo rápido que pudieron hacia la casa que tenían alquilada.

El carro era arrastrado por los caballos negro y blanco, se notaba que la carretera había sido asfaltada hacia poco tiempo pues el carro se deslizaba suavemente y no se veían grietas al pasar. Anastasia, Kirill y Shura estaban mirando los perros, Shura acariciaba el lomo del perro que le había salvado la vida, el querido Donker, parecía ayer cuando se lo regaló la prima de Vladimir porque su perra había tenido una camada de 4 cachorros y no quería tener más perros en casa, era tan pequeño la primera vez que lo vio, aún ni había abierto los ojos, se arrastraba hacia los pechos de su madre para alimentarse y procuraba esconderse cuando una mano humana lo intentaba separar de quien le dio la vida. Y ahora había dado su vida por la de una madre humana, Shura no pudo evitar llorar y con ella le entró la envidia a Anastasia y también se le empezaron a empucherar los ojos, poniéndose rojos, y finalmente llorando como cuando nació, demasiadas lagrimas, demasiadas pocas risas.

Kirill se mantenía fuerte, no había llorado desde el día de la muerte de su hermana, Anastasia lo admiraba por ello, ella también querría tener su entereza.

Al llegar a la casa alquilada, Vladimir y Shura fueron a ver al casero para pagarle esa ultima semana y a avisar a los compañeros de la mina para que fuesen todos juntos, mientras tanto, Kirill y Anastasia fueron recogiendo y guardando en el carro las pocas pertenencias que tenían, y que necesitarían, para continuar el viaje. Fue entonces cuando un pensamiento se le apareció a Anastasia por la cabeza, ¿soy transexual?, Anastasia se quedó extrañada ante aquel pensamiento, y trató de evitarlo ante la estupidez que implicaba, pero al poco tiempo, mientras empaquetaba la comida, volvió a aparecer esta vez sin tonó de pregunta, Soy transexual, Anastasia volvió a intentar eliminarlo, pero cuanto más lo intentaba eliminar más volvía a pasar por su mente y con más insistencia y seguridad se repetía, al ver que no dejaba de pasar y que la desconcentraba de su faena de preparar el viaje se respondió a si misma, no, no soy transexual , pero el pensamiento no se quedo contento y volvió, ¿Soy transexual? , Anastasia se comenzaba a enfadar, y empezaba a tener miedo de que ese pensamiento fuera verdad, pero procuró seguir con lo que estaba haciendo.

Al cabo de hora y media llegaron sus padres acompañados de Naris y Antiko, Anastasia fue a decirles que el equipaje ya estaba listo y que los perros ya estaba en sus cajas de madera, preparadas por Kirill, listos para ser enterrados.

Naris y Antiko se miraron y Antiko mirando a Vladimir dijo:

-        Mientras vosotros enterráis a vuestros canes nosotros iremos preparándonos para emprender el viaje esta misma noche - al terminar de decirlo miró las cajas que estaban tumbadas al lado de la pared, agachó la cabeza y se fué.

Naris se acercó a Anastasia y puso una mano en su hombro mientras le decía:

-        Te acompaño en el sentimiento.

Dicho esto se fueron por la puerta por la que habían llegado hacia escasos 30 segundos.

A los pocos minutos se montaron todos en el carro, Vladimir con las riendas sentado en el asiento exterior y Anastasia, Kirill y Shura en el interior sentados en los bancos de madera con sujeciones, para poder ver el camino.

Llegaron al interior de un bosque cercano al pueblo, allí Vladimir y Kirill cavaron en tierra con sus 2 palas, hasta hacer 3 hoyos suficientemente profundos, anchos y alargados como para que pudieran caber los 3 valientes. Los depositaron cuidadosamente, pesaban bastante pues eran perros grandes, al taparlos con la tierra sacada, y ya bien enterrados, Anastasia hizo un pequeño montículo de piedras en cada una de las tumbas, a lo cual toda la familia ayudó, incluido Kirill. Se quedaron un momento junto a las tumbas, los padres de Anastasia parecían pensativos, ella rezó un poco a aquel dios del que había oído hablar y con el cual soñaba de vez en cuando que existiera de verdad, Kirill esperó sentado sobre una gran piedra que estaba bien agarrada a la tierra.

Al terminar la ceremonia de enterramiento subieron otra vez en el carro, esta vez con dirección a reunirse con los compañeros de la mina.