Ráfagas de Fuego 5
Los sentimientos fueron demasiado fuertes para ella, derribó toda su fortaleza interior: Cuando aparece el Transtorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Los sentimientos fueron demasiado fuertes para ella, derribó toda su fortaleza interior, dejando que pasaran unos pensamientos que más valdría no existieran en la naturaleza humana.
Durante los siguientes 3 meses, se instalaron en un pueblo cercano a Moscú, durante ese tiempo no dejo de tener pensamientos autodestructivos, no comprendía porqué, pues ella en verdad no quería morir ni suicidarse, había perdido a su único amor, y ella ya no volvería eso estaba claro, pero aún así no quería acabar con su propia vida cómo le mostraban aquellos pensamientos insistentes, quería hacerle honor a sus muertos y vengar a Sasha con la misma crueldad con la que se la habían quitado.
Recordaba, de la escuela, algunas películas antiguas en las que la gente gritaba y lloraba de desesperación, e incluso se suicidaban de impotencia y soledad. Aquellos sentimientos eran muy parecidos a los que ella experimentaba en esos momentos, aunque curiosamente ella no quería hacerlo, entonces reflexionó sobre su vida y su muerte.
¿escapar de los problemas y los sentimientos negativos que la rodeaban?
pero ¿a costa de qué?
¿perder la vida?
¿aquello por lo que tantos habían luchado?
¿aquello que los enfermos anhelaban, desecharlo como si fuera basura?
No, era un precio muy alto.
Los lados más negativos los pasarían su familia y Kirill, el hermano pequeño del amor de su vida, ... hacía ya tiempo que se enamoró locamente de Sasha, pero si el amor de su vida no estaba ¿Que pintaba ella en aquel mundo?...
Se puso a pensar...
Pues mucho,
debía cuidar de Kirill como lo habría echosu hermana,
debía vivir por su familia,
ya demasiada gente moría en guerras estúpidas como para perder la vida de una manera tan tonta.
Debía vivir e ignorar los pensamientos negativos que la hacían sentirse mal pues sabia quementían y por ello debía seguir hacia delante, siempre hacia delante, aunque el camino sea duro, siempre hacia delante.
Tres meses desde aquello..., tres meses en los que sus padres estaban trabajando en la mina de aquel pueblo, todo para conseguir más recursos con que poder continuar el viaje, tres meses en los que había estado desconectada del mundo y de la realidad que la rodeaba, todo por un maldito tormento dentro de su cabeza de leona.
- Anastasia y Kirill venir – dijo el padre desde la sala de estar de la casa que habían alquilado.
Los 2 fueron con la cabeza gacha, pensativos, pero no sobre lo que Vladimir les pudiera decir.
- Mirar, os presento, estos son unos compañeros de la mina, también son Noocratas, nos acompañarán en el viaje hacia el sur. - dijo a los jóvenes, luego se giró hacia el grupo recién llegado – Ella es mi hija, Anastasia, tiene 16 años recién cumplidos hace 2 meses, él es el hermano de una amiga de Anastasia, a la que asesinaron los comunistas en una de sus incursiones para robar nuestros recursos - recordarlo le enfadó y ya no sabia muy bien de que hablaba, se quedó pensativo y cuando recuperó la memoria de la frase continuó su discurso de presentación - ...se llama Kirill y creo que debe tener unos 13 años ¿verdad Kirill?
- Cumplí los 14 hace 2 meses un día antes que Anastasia - contestó él.
- Bueno... – respondió Vladimir ante aquel despiste - Sentaos por favor – les pidió sus compañeros de mina.
- Gracias – dijo un desconocido de aspecto sombrío.
- Anastasia anda traerles algo a estos compañeros – le dijo Vladimir a su hija, que estaba ausente en sus pensamientos.
- ¿Ya tienes recursos suficientes para ir a África? - preguntó un desconocido a Vladimir.
- No, nos falta vender los trineos y las motos de nieve.
- ¿Y a Moscú ya habéis ido?
- No, justamente es allí donde los venderé.
- Debéis tener cuidado, allí hay un asentamiento comunista, ellos son capaces de cualquier cosa.
- No como los antiguos comunistas – dijo una desconocida – ellos si que eran buenas personas, por lo menos en las ideas que defendían.
- Gracias – le dijo a Anastasia una desconocida cuando les repartió unos vasos con zumos.
- No os parece sorprendente que ya hayan pasado 2 años desde la 2º revolución comunista.
- Yo pase esos 2 años sin ver a Jenika por culpa de esa maldita revolución.
- No te preocupes, ahora estoy contigo Naris – dijo Jenika mientras abrazaba por la espalda a Naris que estaba sentada en una silla.
- ¿Y porqué? - le pregunto Vladimir a Naris.
- La revolución me pilló en mi aldea cuando yo tenia unos 16 años, así como tú Anastasia, y mis padres me obligaron a permanecer allí por mi seguridad. Lo más gracioso fue que creía que iba a durar poco y que iba a ser bueno para nuestro país, a veces la intuición me engaña – dijo Naris.
- Entonces ¿ahora tienes 18 años? - preguntó Vladimir.
- Vaya, pues aparentas más - dijo Kirill, exactamente lo mismo que pensaba Vladimir.
- Sí – contesto Naris sonrojada – siempre he ido más desarrollada que el resto de las de mi edad, Jenika cuéntales como fue la revolución, que tú participaste en ella ¿recuerdas?
- ¿Participaste? ¿Osea, eres comunista? - pregunto Vladimir sorprendido, los jóvenes estaban sentados en la mesa escuchando atentamente, sobretodo Anastasia que ya había vuelto en sí misma.
- No, bueno, en el sentido teórico antiguo sí un poco, pero no en el sentido actual. No me gusta la manera tan rápida en que se han corrompido. Yo siempre he creído en la igualdad entre las personas, pero no tratar a las personas como si fuésemos hormigas sin personalidad propia.
- Además – continuó un desconocido – engañaron a la mayoría de los antiguos comunistas, los utilizaron de apoyo para que los más extremistas ascendieran en la escala política. Y ahora pagamos sus consecuencias... asesinatos, violaciones, robos, hambre y enfermedades.
- No te olvides de su extraña homofobia.
- ¿Extraña homofobia? - pregunto Anastasia.
- Sí, creen que todos los homosexuales querían en verdad ser del sexo contrario y les obligan a operarse para ser heterosexuales y aparentar ser una familia comunista perfecta, ya sabéis, el padre, la madre y los hijos. Todo eso lo sé porque mi pareja ha sufrido esa desgracia - dijo un chico de barba negra y ojos cansados.
- ¿O sea que ahora, tu pareja es...? - pregunto Vladimir.
- Una mujer, pero en verdad nació hombre y se sentía así aunque fuese un poco afeminado en ocasiones. - contesto él.
- Moscú esta llena de estas pobres personas, algunas lo acaban llevando más o menos bien, otras en cambio se suicidan - dijo Jenika.
- Pobres, transexuales obligados – dijo con lastima Naris.
- ¿Y dónde está tu pareja Antiko? - preguntó Vladimir.
- En Moscú, añorando su verdadero cuerpo, tiene depresión. Era tan guapo. Ahora estamos obligados a ser heterosexuales.
- Malditos comunistas homófobos – dijo con rabia Naris – no entienden que los homosexuales no quieren ser del sexo opuesto, solo sienten amor por las personas de su mismo sexo, la transexualidad es otra cosa, respetable claro está, pero diferente totalmente.
- Pero hay que reconocer que a veces da la sensación de que a algunos les gustaría ser del otro sexo, por sus comportamientos... - dijo uno de los desconocidos.
- El hábito no hace al monje – respondió Naris – lo que sí es verdad, Edgar, es que hay una ligera tendencia en algunos homosexuales a semejarse en algunos gustos al otro sexo, pero creo que eso lo hacemos para lograr distinguirnos del resto y no ser confundidos con heteros como tú, Borya y Katja.
- ¿Quieres decir que la transexualidad no existe? ¿Que son homosexuales confundidos? - preguntó Edgar.
- No, claro que no, no te enteras.
Tras un silencio incómodo Katja intentó hacer rodar la conversación.
- En este mundo hay de todo, por ello, la base para la convivencia es el respeto y la empatía hacia todos los seres - concluyó Katja.
- Nos tendríamos que ir ya, se esta haciendo tarde y mañana partiremos hacia Moscú para preparar el viaje hacia el sur - dijo Edgar.
- Sí, tienes razón Edgar, será mejor que nos vayamos. - dijo Katja mientras se levantaba con cuidado de la silla, evitando dar en la mesa con su semi-prominente barriga de embarazada.
El grupo de mineros se levantó lentamente, y se dirigieron hacia la puerta de salida, se despidieron de Vladimir y de los jóvenes que acababan de conocer y se fueron por el camino nevado, rodeados de grandes árboles blancos.
Anastasia le preguntó a su padre el paradero de su madre, ya que no la había visto en toda la mañana.
- Se fue a Moscú, a buscar un comprador de motos de nieve y trineos con perros.
- ¿Vais a vender también los perros?
- Bueno, lo intentaremos, ahora mismo no hay mucha gente que esté interesada en comprar perros ni trineos.
- Pero yo no quiero que vendas a mi perro, es de la familia, tanto como tú o como yo.
- Bueno hija, mira, si no nos los piden, nos los quedamos.
- Tendré que creerte – dijo desconfiada.
Al cabo de una hora, cuando ya la noche estaba cerrada, llegó Shura. El resto de la familia la estaba esperando en el salón, tranquilamente, viendo en la holopantalla un debate entre pro-comunistas y pro-noocratas de Rusia.
Política, política y más política – pensó Shura – la madre de todos los males eso es lo que es.
- Ya estoy aquí – pregonó Shura para que se giraran – Me habréis echado de menos ¿no?
- Mucho, Anastasia ya estaba desesperada por verte, no paraba de preguntar por ti - dijo Vladimir.
- Solo te he preguntado una vez – recriminando Anastasia la exageración de su padre.
- Bueno ¿y qué? ¿algún potencial comprador? - preguntó Vladimir.
- Varios, aunque me dan mala espina la verdad, tienen unas caras muy raras.
- A ver si lo adivino, ¿transexuales? - intentó adivinar Vladimir.
- Pues, puede ser, bueno ya los veras mañana, y lo mejor es que son una pareja de hombre-mujer y tienen una niña, pero tiene todos una cara rara menos la niña.
- Seguro, son transexuales, créeme tengo mucha intuición - dijo Vladimir.