Ráfagas de Fuego 4

Sasha, mi amor, no me iré sin ti.

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‑ ¡Anastasia ven! - dice su madre desde el corral – ves a ayudar a tu padre con las reservas.

Anastasia bajó por las escaleras hasta la planta baja donde se encontraba el corral, nada mas entrar por la puerta pudo ver por la ventana como había comenzado a nevar.

Será una noche fría – pensó.

‑ ¿En que te tengo que ayudar papá?

‑ Coge esos cereales y mételos en aquellas cajas, yo estaré preparando las motos de nieve y el trineo.

‑ ¿Acaso nos iremos hoy?

‑ Sí, nos vamos esta noche, han avistado bandidos y corremos peligro aquí.

‑ ¿Y a donde nos iremos entonces?

‑ Donde está el alimento, en África, me han ofrecido un puesto como ganadero, no ganaré mucho pero allí no sufriremos el hambre y el frió que aquí. Bueno ponte manos a la obra.

No hay mucho, como máximo podremos alimentarnos dos semanas entre los 3. - pensó Anastasia.

‑ Y papá, ¿que pasará con la casa y los campos?

‑ He logrado venderlo todo por una buena suma, con ese dinero podremos ir a África sin problemas.

‑ ¿Lo has echado al equipaje?

‑ No, lo tiene tu madre, ya lo echara ella.

‑ ¿Donde has dejado las bolsas de agua?

‑ Al lado de la puerta.

Anastasia fue hacia allí y al abrir la puerta vio que su madre descendía las escaleras a paso lento agarrada a la barandilla de madera.

‑ Anastasia recoge tus cosas y llévalas para el equipaje, yo llevo el agua, tranquila.

Anastasia subió, veloz cual leona tras antílope, las escaleras y se fue a su cuarto para preparar su equipaje.

Una vez preparado estuvo mirando que no quedara nada en casa, cuando pudo ver que la casa parecía más una fría tumba que un hogar se fue con sus padres.

‑ ¿Cuando nos vamos? - preguntó Anastasia.

‑ Echa la bolsa al carro y nos podemos ir ahora mismo a despedirnos de los abuelos.

‑ ¿Cogemos el trineo?

‑ Claro, aquí ya no tenemos nada que hacer.

‑ ¿Un abrazo por los recuerdos vividos en esta casa? - propuso Shura.

‑ Claro – respondieron primero Anastasia y después Vladimir.

Una vez acabó el momento sentimental se montaron los 3 en las 3 motos de nieve y condujeron hasta la casa de los abuelos para despedirse.

Cuando llegaron vieron casas en llamas, a apenas 2 manzanas de donde estaban, al mirar con mas profundidad lograron ver personas con antorchas y garrafas que parecían de gasolina.

Al verlo entraron corriendo a avisar a los familiares para que salieran lo antes posible.

El abuelo estaba mirando una revista de cotilleo de hacia 20 años, y la abuela estaba echada en la cama porque se encontraba mal, los 2 en la misma habitación, en el mismo dormitorio que habían compartido los últimos 40 años.

‑ ¡Salir de aquí! Están atacando la aldea.

La abuela pego un pequeño grito, como si gritara interiormente, el abuelo solo se puso pálido, más de lo que ya era de natural, no había nadie más en casa, así que agarraron a los ancianos como pudieron, a rastras, y los sacaron de casa.

‑ ¿Dónde vas Anastasia? - preguntó Vladimir al ver que su hija nada mas salir de la casa de sus abuelos se fue corriendo.

‑ A por Sasha – contestó ella.

‑ ¿¡Que locura dices!? No ves que están quemando casas, vuelve a ahora mismo.

‑ ¡Es Sasha! - dijo mientras corría hacia la casa de Sasha, mientras pensaba por dónde poder ir sin ser descubierta por los invasores.

‑ Shura lleva a mis padres fuera del pueblo, yo voy a por la loca de nuestra hija ‑ dijo el padre mientras seguía mirando a Anastasia para no perderla de vista en ningún momento, dicha la orden, fue a hacer lo prometido.

Anastasia seguía corriendo y caminando a intervalos mientras su corazón no paraba de golpearle el pecho mientras miraba de un lado a otro por las calles, solo estaba a una calle de la casa de Sasha.

Sasha, mi amor, no me iré sin ti.

Caminaba a paso rápido mientras veía la puerta de la casa de Sasha cada vez más cerca, cuando estaba a escasos metros, vio sombras grandes que se paseaban por las ventanas, se ocultó para ver quien podía ser. si Sasha vivía con su hermano pequeño, su abuela y su gato.

Se agachó bajo la ventana para poder ver algo, y solo vio una mano anciana derrumbada en el suelo, en ese momento, se oyó la puerta de donde salieron 3 hombres riendo, no se dieron cuenta que Anastasia los estaba observando, llevaban pistolas..., también trajes militares de la milicia comunista, eran grandes y fuertes, y caminaban como si se creyeran héroes.

Cuando estos hombres ya estaban alejados de la puerta, Anastasia se acercó y abriendo la puerta con cuidado, por si quedaba alguno más, paso despacio observándolo todo con la navaja de cazar en la mano, miró en la habitación de Sasha pero no había nadie, continuo pasillo hacia delante y se oían gemidos y llantos de la habitación del hermano de Sasha, así que bajo por la escalera hacia allá, la visión merecía ser olvidada, aunque fuera imposible de olvidar, un bandido comunista con los pantalones bajados sujetaba a Sasha mientras arremetía con su pene contra la virginal vagina de Sasha, cuando Anastasia vio aquel espectáculo maldito se quedo paralizada sin poder responder, fue entonces cuando el soldado se dio cuenta de su presencia.

‑ ¡Vaya! otra zorra noócrata, ¿¡QUE!? ¿quieres que te de a ti también lo tuyo?

Anastasia miraba como Sasha lloraba desconsoladamente, y ella volvió en si, se abalanzó contra aquel hombre con su única arma disponible, pero él logro apartarla de un manotazo, no le resultó difícil ya que Anastasia estaba muy delgada y aquel tipo debía pesar lo mismo que un toro.

‑ Ahh ya entiendo ¿quieres salvar a tu amiguita verdad? - le preguntó a Anastasia mientras se reía y se metía su mano en la cazadora – bueno, pues te va a ser difícil. ‑ dijo esto último cogiendo la pistola que tenia guardada y disparó en la frente de Sasha, provocando que un chorreón de sangre saliera como de una fuente.

Anastasia ya no se sentía en si misma, se abalanzó otra vez y con todas sus fuerzas para matar a aquel desgraciado. Este, aun estaba mirando la sangre borbotear en la frente de su victima, la miraba con una sonrisa en la cara, aún tenia la misma expresión cuando se volvió a ver a Anastasia, pero cuando se quiso dar cuenta, Anastasia ya le había abierto el vientre en canal de arriba hacia abajo, el miliciano se miró el vientre y dándose cuanta de la situación disparó la pistola por última vez, antes de perder el conocimiento para siempre.

El disparo cayó en el armario empotrado que había en la pared, dónde, extrañamente, se oían llantos, pero Anastasia no se dio cuenta, aún estaba mirando el cadáver de Sasha, llorándola a lagrima viva, intentando revivirla mediante zarandeos y caricias.

‑ ¡Socorro! - se oía decir desde el armario.

Anastasia lo miro desconcertada, hasta que cayó en la cuenta de que la voz era del hermano de Sasha.

‑ ¡Socorro Anastasia! Por favor ayúdame.

‑ ¿Kirill?

‑ Sí, por favor, me han disparado, ese mal nacido comunista me ha herido en ese último disparo.

Anastasia se dio cuenta de que el armario estaba cerrado por fuera con una cuerda, y que había una rejilla por donde Kirill seguramente lo había visto todo. Lo abrió como pudo con la navaja manchada de sangre. Las cuerdas limpiaron la sangre impura.

Al salir se podía ver como Kirill había estado llorando mucho tiempo, sus ojos estaba rojos y sus mejillas pre-adolescentes empapadas en agua de mar.

‑ ¿Dónde te han disparado?

‑ Aquí – dijo señalándose la pierna.

‑ ¿Que ha sido eso? - preguntó Kirill, Anastasia espero un poco para ver si oía algo y puedo oír como pasos.

‑ Vale, toma la navaja, yo cogeré la pistola de este monstruo, para defendernos en caso de que vengan más.

‑ ¡¿ANASTASIA?! - Anastasia reconoció la voz, era su padre, Vladimir, papá, gracias a dios que has venido, pensó para sí.

‑ ¡¿ANASTASIA?! ¿estas ahí?

‑ ¡SÍ! Estamos aquí, baja por las escaleras.

Mientras él bajaba, Anastasia no dejaba de contemplar el cuerpo sin vida de Sasha, como si de un sueño se tratase pensaba que aquello no podía ser real, al bajar el padre y ver aquel espectáculo horrendo no pudo más que pasar en silencio por la habitación para ver si los cuerpos que parecían sin vida en verdad estuvieran así. Anastasia seguía mirando el cuerpo de Sasha cuando su padre se puso a su lado.

‑ ¿Hija que ha pasado?

‑ Ese energúmeno la violó y después le pegó un tiro, entonces yo lo maté - diciendo esto tan fríamente que parecía que estuviera echa de nieve.

El padre asintió, un tanto desconcertado.

‑ Kirill, ¿te encuentras bien? -le preguntó Vladimir a Kirill.

‑ No - diciendo esto se puso a llorar y se lanzo a abrazar a Anastasia en un intento de búsqueda de protección - ¿cómo me voy a encontrar? ¡ joder !.

‑ Tienes razón, que preguntas.

‑ Nos la tenemos que llevar - dijo Anastasia aún mirándola en estado de shock.

‑ Nos estorbaría, debemos huir rápido – contestó el padre.

‑ Me da igual, quiero enterrarla como se merece. -sentenció Anastasia.

Vladimir comprendiendo como se sentía su hija y levantó a la pobre muchacha en volandas, mientras su hija iba delante con una mano agarrando a Kirill y la otra sosteniendo una pistola, la cuál supuso que era del miliciano.

Fueron caminando poco a poco hacia las afueras donde se habían refugiado Shura y los abuelos. Al llegar vieron al abuelo derrumbado en el suelo y la abuela y Shura a su alrededor intentando reanimarlo.

‑ ¡PAPÁ! ¡MAMÁ! - gritó Vladimir al verlo y dejando a Sasha en suelo helado.

Estaban blancos como la nieve de su alrededor, estaban muertos.

‑ ¡¿Que les ha pasado?! - pregunto Vladimir a Shura.

‑ A tu padre le ha dado un infarto, no ha podido ver como esos bandidos atacaban su hogar y ha muerto mientras os esperabamos, y tu madre ha intentado enfrentarse a ellos..., logró matar a los 2 con los que se enfrentó, pero quedó muy malherida ‑ Shura tenia la mirada perdida, un tanto traumatizada por todo lo que había presenciado en tan poco tiempo.

Anastasia miraba impasible el cuerpo de su abuelo, ciertamente consideraba que aquello no podía estar pasando, todo debía de ser una pesadilla terrible de la que no sabia cómo escapar, mientras tanto, Kirill, de su mano, se encontraba en la misma situación. Decidieron enterrarlos esa misma noche. Todos los supervivientes intentaron cavar, aunque fuera con sus manos, 3 hoyos donde enterrar a sus seres queridos, al terminar los depositaron con sumo cuidado y los lloraron durante toda esa semana de forma intermitente pero continuada, no hubo un día del camino hacia el sur donde ninguno llorara.