Ráfagas de Fuego 13
''ahora prueba tu lesbianismo ¿cómo sería tener sexo con esta mujer?''
Los días pasaban, Anastasia seguía con su lucha interna, aunque ella tenía plenas confianzas en que su parte femenina ganaría a su parte masculina, aún así a veces tenia miedo de que acabara por suceder lo contrario y terminara queriendo ser un hombre por propia voluntad.
Pasó la semana y tuvieron que partir, su próximo destino seria Munich.
Partieron el día 13 de septiembre y tras recorrer unos 240 Kilómetros en carro, y tras dos días de viaje, debido a sus numerosas paradas, llegaron a la ciudad de los monjes.
A la entrada se podía ver la estatua de Hitler mirando la ciudad con expresión de añoranza y deseo, enfrente de su mirada, entre Hitler y la entrada a la ciudad, estaba la bandera europea, como si de un muro impenetrable se tratase. Se detuvieron ante aquel monumento y leyeron en la leyenda ''Con todo el deseo de que lo que aquí sucedió no vuelva a suceder, colocamos estas estatuas en recuerdo de la historia. Europa ganó a Hitler, igual que la unión siempre vence sobre la división. ¡Viva Europa!''.
¡Viva! - pensó de forma incontrolable Anastasia.
Recorrieron la carretera hasta el ayuntamiento de la ciudad, pues necesitaban el carné de la unión europea para continuar hasta Basilea, antigua Suiza.
Allí les dijeron que debían esperar un mes hasta tener toda la tramitación, y les preguntaron por qué no habían sacado los carnés antes.
- Nunca los habíamos necesitado, pero según nos dijeron unos viajeros de Rottach, a partir de Alemania ya se hace necesario estar registrados en la unión para no ser deportados. - dijo Vladimir.
Debido a las circunstancias se instalaron allí, cerca de la Catedral de Nuestra Señora, en una casa alquilada por una tal Victoria Kunh, mujer de elevada estatura y de apariencia fuerte, rubia, de ojos verdes, Anastasia se quedó inmóvil y un poco atraída por ella en un primer momento, cuando sus padres estaban negociando con ella y con su novia sobre el alquiler del piso, Anastasia no dejaba de mirarla, a lo que puede que la novia de la rubia se diera cuanta, y por eso comenzó a reír sin motivo después de mirar la cara de Anastasia.
Anastasia en un primer momento creyó que se estaba riendo de ella y eso le sentó mal, pero después de reflexionar unos segundos, lanzando la mirada hacia dos palmos arriba de la estufa, se dio cuenta de que puede que se hubiese dado cuenta de que ella, una niña de apenas 16 años, estuviese micro-enamorada de aquella rubia monumental, y claro, la novia ,mientras tanto, miraba la situación divertida.
Pero a Anastasia la atracción le duro poco, pues los pensamientos sobre transexualidad volvieron.
Mientras Anastasia se hacia preguntas sobre su identidad de genero, sus padres seguían negociando, dado que aunque la casa estuviese situada en el centro histórico, como decía la rubia, también era cierto que la casa no era ni grande ni nueva, como decía Vladimir, al final llegaron a un acuerdo en que pagarían 300 euros por el alquiler más gastos variables como la luz o el agua.
Cuando el precio fue fijado, Anastasia volvió en sí, y miró a la rubia, pero por el miedo a querer ser un hombre ya aquella hermosura le había dejado de gustar, ya no sentía la atracción que sentía antes de autoanalizarse ¿y por qué? - se preguntaba ella.
Pero su voz interior ya no le respondía, ¿acaso la había dejado sola ante la posibilidad de querer ser un hombre? ¿acaso no la rescataría como lo hizo con el miedo a cometer suicidio?
¿Yo quiero ser un hombre? - se seguía preguntando así misma, si decía - No- tenia miedo a estar mintiéndose y que resultara ser que sí, pero si decía - Sí- sentía como si se estuviera traicionando a sí misma - ¿ o así mismo?- ... ya que sabia.
Al terminar la negociación Vladimir se fue en busca de empleo, mientras Anastasia y Shura se quedaron en casa, colocando el equipaje.
- Anastasia ¿quieres que vayamos a ver los institutos? Así podrás estudiar este mes con profesor y puede que conozcas a mas gente.
- Esta bien, apago la holopantalla y nos vamos.
Se vistieron y se fueron hacia el instituto más cercano que aún seguía en pie, el nombre estaba en alemán y no sabían muy bien pronunciarlo, entraron a aquel edificio construido hacia ya más de un siglo, allí Shura firmó unos papeles, comunicándose con el conserje en el escaso esperanto que sabia, él les dijo que al día siguiente ya podría ir a estudiar.
Y así fue, al día siguiente fue al instituto con la tablet que tenia, en la cual aún guardaba las materias del año pasado y preguntó si tenia que comprar nuevas materias, pero le dijeron que no hacia falta, que se las podía descargar desde la base de datos del centro de estudios, eran gratis, y podía elegir entre estudiar en alemán o en esperanto. Ella eligió esperanto, pues de alemán sabia lo mismo que sus caballos, ya en clase, se sentó al lado de una compañera, y está le empezó a hablar en alemán, pero ella, sonriendo con cara de incomprensión, le hizo entender a la otra que no entendía nada de lo que decía, cuando empezó a hablar en esperanto ya fue comprendiendo un poco más.
- Anastasia, ''¿flugoj veni kun min kaj amikinoj ĉi tiu nokto de festo?, Nin ĝin pasos bone, ili diras ke venas la Batucks al la diskteko.''(Anastasia, ¿te vienes conmigo y unas amigas esta noche de fiesta?, nos lo pasaremos bien, dicen que van a venir los Batucks a la discoteca ).
- Anastasia se quedo un rato pensativa traduciendo mentalmente, cuando lo tradujo por completo no tardo mucho en decir- Jes, dankon ( Sí, gracias ).
Acordaron dónde y cuando iban a quedar, una amiga con coche eléctrico las iba a recoger, y después irían al barrio viejo de la ciudad, cerca de donde Anastasia se hospedaba ese mes en aquella gran y hermosa ciudad.
Cuando llegó el coche con su amiga dentro, subió en el y marcharon rumbo a la discoteca, la conductora aparcó en el parking del subsuelo de la discoteca. Anastasia llevaba una camiseta negra con estampado de símbolos geométricos en blanco dibujando un corazón, aunque era de noche y vestía de oscuro se le podía ver su buena dotación de pechos, de los que desde que le salieron había estado muy orgullosa, y los consideraba un regalo del cielo por todo lo sufrido y por sufrir, una especie de recompensa anticipada, aunque si bien es cierto en sus primeros años de pubertad intentaba ocultarlos pues era la primera de las de su edad en crecerle la pechonalidad, y le daba vergüenza que la llamaran tetona, por otro lado, un mote más a la lista de los apodos de su vida.
También llevaba un pantalón corto en tono verde montaña, esa noche pasó frió, pero se fue templando al entrar en la discoteca, la música era muy alta y sus amigas bailaban alegremente, ella no bailaba mucho, pero para no desentonar intentó imitar al resto, y lo cierto es que a su parecer lo hacia hasta mejor que ellas, de pronto vio a una chica en la pista que le llamo la atención, era de su altura, con una cabello largo y liso, de una tonalidad rubio cobrizo como Sasha, unas cejas rectas y de un tamaño moderado, ni muy espesas ni muy finas, unos ojos azul profundo, con forma alargada por el maquillaje, y unos dientes blancos y grandes como perlas valiosas. Intento acercarse a ella, y ella parecía haberse dado cuenta,... pero de pronto llego su imaginación al trote.
Los pensamientos habituales la invadierón, mantuvo un debate interno suficientemente fuerte como para hacer dudar al sol de si era un balón de baloncesto, cuando se dió cuenta de que estaba en una discoteca y no sola en su cuarto la rubia se había acercado peligrosamente.
Se dijo a sí misma ''Follas igual que bailas, así que, intenta bailar bien para poder ligar'', se acercó todavía más a la rubia contoneándose como podía.
- ¿Cómo te llamas? - le preguntó la desconocida a Anastasia.
- ¿Yo? - dijo sorprendida ante las palabras de la que acaba de conocer – Anastasia - ¿no querrás decir Anastasio?... Vete a la mierda, que yo soy mujer y muy mujer, ahora lo sé - ¿Y tú?
- Alice, Alice Fink por si me quieres buscar en Facebook.
- Esa red social está anticuada, pero si la utilizaban mis abuelos.
- Ya, bueno, llámame antigua – dijo sonriendo Alice, con unos dientes que resplandecían con la luz multicolor de la discoteca, Anastasia no puedo sino sonreír para disimular su cagada.
Se hizo un silencio incómodo, al que Anastasia no sabía enfrentarse.
Al cabo de un rato intentado bailar al compás de la música, la rubia que se parecía a Sasha tomó la iniciativa.
- Mira esta canción es romántica ¿bailamos juntas? es que no tengo pareja de baile, y mi novio se ha ido con sus amigos, el muy tonto considera de afeminados estar con las chicas.
- Que novio más tonto tienes, pero que quieres, es un hombre, tiene cerebro de hombre, no se le puede pedir más. - Ese odio no es normal en mí ¿por qué he dicho eso? .
Era una canción lenta, de las de bailar juntos y agarrados, Alice la agarro por la cintura fuertemente, si Anastasia hubiera intentado escapar probablemente no lo hubiera logrado, no se esperaba ese comportamiento, le había gustado, pero mantenía la expresión de sorpresa en el rostro.
Anastasia, para no quedarse como una estatua, paso una mano de la espalda a la cintura de la chica, sentía una sensación que hacia muchísimos meses que no sentía, aunque podrían haber sido años con todas las experiencias vividas en tan poco tiempo.
Pero aún seguía sintiendo un malestar de fondo, un miedo a que en algún momento su demonio interior volviera a salir y le hiciera verse como a un hombre en lugar de la mujer, que siempre se había sentido, entonces recordó las palabras de su demonio personalizado ''ahora prueba tu lesbianismo ¿cómo sería tener sexo con esta mujer?'' en ese momento volvió a utilizar su imaginación para lo que tantas veces la había utilizado en el pasado.
Ella, mujer, de estatura media, andrógina, pero con buena dotación de pechos, labios carnosos besando aquellos labios finos y rojos, de la tal llamada Alice, agarrando con fuerza su cabeza contra la de ella, fusionándose en un beso de pasión y fuego, su mano recorriendo el vientre de Alice, mientras la besaba cerca, muy cerca de la oreja y de la oreja a los labios, y de los labios a la frente, todo ello mientras bajaba con su mano hasta el monte de venus, coronado con bello castaño, rizado, acariciaba sus dedos mientras bajaba hacia su intimidad, consiguió localizar su clítoris y lo estimuló mientras le comía la boca mas al norte de su cuerpo, ella emitía pequeños gemidos y Anastasia bajó su mano hasta la cueva sagrada de Alice, allí buscó la entrada en la profundidad con sus dedos, que ya empezaban a estar húmedos por el flujo que caía del cuerpo de Alice, la beso y la beso hasta que mientras la estaba penetrando con los dedos, Alice pidió que bajara, Anastasia bajo poquito a poco, besándola a cada centímetro que descendía, cogiéndola con una mano en cada costado, bajando y bajando hasta que su labio inferior entro en contacto con sus primeros pelos púbicos, mirándola como ella bajaba la vista mientras ella descendía, de una se puso justo bajo toda su intimidad y paso la lengua desde la cueva sagrada hasta el clítoris, y comenzó a lamer la cueva, metiendo la lengua tanto como podía, mientras con su mano derecha estimulaba el clítoris para que no tuviera más remedio que llegar al orgasmo de tanto placer, metía su lengua en lo más profundo que podía, saboreándolo, para después penetrarla con los dedos mientras lamía el clítoris de forma primero lenta y después rápidamente, Alice se empezaba inclinar diciendo cosas en un alemán incomprensible, se arqueó y soltó un gemido que, según pudo notar, había intentado disimular, después subió lentamente y puso su muslo entre las piernas de Alice, mientras ella tenia el muslo de Alice entre sus dos piernas, se pegaron todo cuanto la física les permitia y empezaron una danza que solo dos mujeres pueden hacer, Alice se frotaba el clítoris con el muslo de Anastasia y Anastasia contra el de Alice, primero lentamente para después ir tomando más fuerza y rapidez, hasta alcanzar el éxtasis en que se besaron tumbándose en aquella cama donde habían podido jugar a juegos de damas.
Anastasia volvió a abrir los ojos y se autoanalizó, lo cierto es que mientras se imaginaba como mujer contra mujer, se auto-analizaba, lo cual le bajo un poco la libido al principio, aunque después empezó a sentir un cosquilleo en los labios vaginales, parecido al que sentía con Sasha hacia años, pero sin comparación en intensidad, ahora era casi como si no fuese del todo lesbiana, eso le provocaba un poco de miedo, pero el recordar que hacia apenas un año se mojaba entera solo de pensar en Sasha lamiéndola y penetrándola con los dedos, la tranquilizaba de cierta forma.
¿Porque ya no siento lo mismo que antes? - se preguntaba Anastasia - ¿por que después de Sasha nada es igual?... ¿será que soy heterosexual? ¿hombre o mujer?
Cuando pensó en esto, la canción pegada había acabado, pero Alice no la soltaba.
- Disculpa, pero es que tengo que ir con unas amigas – le dijo en el mejor esperanto que pudo.
- Vale – contestó Alice un poco disgustada ante la separación.
Anastasia se dirigió hacia su compañera de instituto, allí estaba un grupo de chicos del mismo instituto, los veía tan varoniles, tan poco femeninos, no le gustaban un ápice sexualmente, intentó acercarse a ellos para comprobar si se sentía un hombre más entre ellos o una mujer como había pensado anteriormente, antes de las dudas.
Se acercó y estuvo un rato con ellos, escuchándolos, eran tan burros, hacían bromas en que todos se reían y ella no lo entendía, parecían como de otra especie, no, definitivamente no se sentía como ellos ¿y como los gays? ¿no te gustaría dar por culete...o que te den?... No, que tonterías digo, a quien pretendo engañar, nunca me he sentido un chico, ni cuando era pequeña, ni ahora, puede que me de morbo, ahora, tener algo entre las piernas, pero eso es algo propio de lesbianas, sino, no existirían los consoladores ni todas sus variantes ¿no?, pero no, no quiero que me traten como a un chico, ni vivir siendo un chico con barba y toda la ostia, ni quiero que mis hijos que me llamen papá, pues antes de la catástrofe, aún pensaba en como nos llamarían nuestros hijos a Sasha y a mi, si nos llamarían mamá a las dos, con la confusión que eso provocaría, o mejor mamá Anas y mamá Sasha, lo comente con Sasha en aquella noche de abril y ella se rió de mi, y me dijo: ¿pero como puedes pensar en eso ya, pero si aún nos faltan muchos años? Y tantos años... y tantos... tantos...quiero ser mujer, siempre me he sentido mujer, me he identificado con los protagonistas sean hombres, mujeres, niños o animales, pero eso nunca ha querido decir que yo quiera ser igual que ellos, simplemente que yo, y nadie más que yo, soy la protagonista de mi vida, no quiero ser salvada, quiero salvar, no quiero que me arropen quiero arroparme yo, no quiero que me den las cosas echas, quiero hacerlas yo misma, soy una mujer, es cierto, pero fuerte y soñadora, y conseguiré todo aquello que me proponga, y ahora, voy a ver si me he vuelto una mujer heterosexual. Vamos a imaginar...
Vamos a tomar a ese musculitos como conejo de indias – se dijo mirando a un amigo de Amx, un compañero del instituto - veamos.. yo y él en una cama redonda, él se acerca a mi susurrándome cosas en un alemán perfecto, yo no entiendo mucho, pero me excita su aliento rozando mi oreja, él comienza a acariciarme suavemente la espalda, y a besarme en los labios con pasión mientras me agarra con su fuerza de hombre, huele bien y eso me gusta, me empieza a desvestir mientras me mordisquea la oreja y el cuello, se ha fijado en mis pechos y va a por ellos descaradamente, revolcándose en ellos con cara de felicidad, se quita los pantalones y se acerca cada vez más a mi, me besa, una y otra vez y de un empujón que no me esperaba, me penetra con toda su fuerza, una y otra vez, mi vagina no tiene otra posibilidad que salivar para no ser destrozada por semejante brutalidad, y no sé si me gusta, es una sensación... extraña, siento como su pene llega hasta el fondo de mi vientre, y eso me provoca una especie de placer, poco a poco me voy excitando, y él deja de ir de adelante hacia atrás y se queda quieto, inclinado hacia atrás mientras emite un gemido, que más parece de un toro, después baja hasta mi vagina, la cual acaba de perforar, y comienza a besarla diciendo ''Dankon'' mirándome hacia arriba. Yo me dejo caer sobre el colchón.
...Creo...creo que soy asexual... mejor dicho.. nunca deje de serlo... Sasha era la excepción más importante que he tenido y tendré... no me gustan los chicos, no más que para tener hijos, no me gusta penetrar doncellas, lo he imaginado en varias ocasiones desde que tengo estos pensamientos, puede resultar morboso pensarlo, pero no me va, he sentido un reacción parecida en las dos relaciones heterosexuales, tanto cuando me penetraban como cuando penetraba yo, solo con Alice he notado un poco la felicidad que me producían mis tiempos con Sasha, pero ahora... ahora no quiero nada... no quiero nada... ni quiero ser un hombre, ni una mujer, quiero ser yo, Anastasia, con mi cuerpo tal cual es y mi personalidad verdadera, sin obsesiones ni miedos, feliz y aventurera, quiero volver a ser yo misma, nada más... nada más.
He llegado a casa al amanecer después de toda la noche en la discoteca, acabé un poco sorda, con dolor en los pies por los tacones. Seguía sintiendo ese vació interior, esa nada de donde sabia que salían todos los pensamientos negativos del último año, desde el suicidio hasta la transexualidad, pues sabia que no era así, ni quería ser así, pero el miedo ha estado ahí, aunque ahora parezca que es cosa del pasado, el miedo, el pánico a poder hacer o ser alguna de esas cosas me ha hecho llorar, y no tener ganas de nada, en un estado de casi permanente depresión, de autoanalización, de miedo hacia mi misma, ¿esto se podrá aguantar? … lo que no te mata te hace más fuerte, después de esto tendrás cada vez mas razones para vivir muchos años y ser mujer orgullosa de serlo, pues si algo bueno tienen los miedos a ser capaz de algo, es que al finalizarlos te das cuenta de que jamás lo habrías hecho, porque no querías hacerlo, pero que si no hubieses pasado por ellos, jamás estarías segura de tu comportamiento ante estas situaciones, o mejor dicho, sabrías menos sobre estas.