RAD - Capítulo 14 de 20
Este es mi primer relato con una orientación Sci-Fi. Muy inspirado en los tradicionales hentai japoneses transcurre en un futuro apocalíptico imaginario donde la radiación ha hecho casi inhabitable a nuestro planeta. Espero les interese la propuesta ...
Capitulo 14
Sentada al costado de Patricia, Laura sonreía mientras intentaba ponerse de pie. La cara interna de sus muslos chorreaba lentamente el viscoso líquido con que el mutante había llenado su sexo. Se sentía extraña, y no podía garantizar el no estar preñada de la bestia. Eso la ponía aun más nerviosa y en alerta. Sabía que si era así, solo le quedaba poco tiempo antes de tener que dar a luz algo abominable, sin saber si eso le costaría la vida.
-¿En qué pensás?- interrumpió Patricia
-Tengo una solución, pero no se cómo la voy a lograr...- respondió
-Contame... quizás te pueda ayudar.-
Laura le contó entonces de sus últimas noches en la base, de Marcelo y su excursión anal, y de cómo su semen había deshecho el tapón del M15. Le confesó entonces que ella creía que alguna proteína en el semen masculino era capaz de disolver la estructura de las ligaduras.
-Pero... ¿Donde consigo hombres aquí?- se preguntó
-Cuando estaba explorando por acá vi una cueva y una fogata del lado sur de la montaña...- respondió Patricia
-¿Mutantes?- preguntó Laura
-Eso me temo... por eso me alejé, pero tuve la mala suerte de caer con este engendro y su insaciable apetito sexual...-
-¡¡Maldición!! Perdí la cantimplora y el GPS cuando el primer M15 me atacó hoy a la mañana.- protestó Laura
-No importa... traelo como puedas. ¡¡Te lo ruego!! ¡¡No se cuanto tiempo mas aguante del Sr. Arácnido!!- dijo casi llorando Patricia
-No te preocupes, linda. Yo te voy a salvar.- le dijo Laura agachándose para darle un beso
Luego de ponerse de pie Laura tragó saliva y se dio cuenta lo que estaba por hacer. Sus piernas le temblaban, y tenía muchísimo miedo, pero era la única forma de salvar a Patricia.
Mientras caminaba vio a lo lejos el resplandor del fuego que había visto Patricia. Recordó también sus ensayos médicos con mutantes, y según recordaba eran lo más parecido a Nerdenthals, o quizás gorilas que había visto. Totalmente primitivos, basados en sus instintos solo practicaban el sexo como costumbre animal. Normalmente era el jefe del grupo el que primero tomaba a la mujer, y luego, si él lo permitía, la usaba el resto. Eran raras las ocasiones donde esto sucedía, ya que los machos eran sumamente posesivos. Sin embargo creía haber leído que el macho la cedía cuando no la consideraba buena. Iba a ser difícil eso, ya que Laura sabía que era muy deseada por todos los hombres. No podía permitir que el macho alfa la tomara como su hembra y no la liberase jamás.
Laura pensaba en algún tipo de solución mientras observaba desde lejos el grupo de mutantes. Fue entonces cuando vio la planta. Era una hoja medicinal muy popular en otros tiempos, ya que prevenía la concepción en la mujer. Muy buscada por las jóvenes, con sus hojas ásperas y gruesas, había sido la pesadilla de más de una. El proceso era sencillo, pero bastante molesto. Se necesitaba cortar la hoja, envolverla sobre el tallo, machacar un poco para que saliera la savia de la hoja e insertarlo a modo de hisopo dentro de la vagina.
Con sus estudios de medicina, Laura jamás había necesitado recurrir a este método. Siempre había tenido a su alcance los anticonceptivos en píldora. Pero no le quedaban muchas alternativas, ni mucho tiempo para pensarlo tampoco. Cortó la hoja, la olió y la colocó sobre una piedra para molerla. El aroma era fuerte, como mentolado, y el jugo viscoso se iba juntando.
-Ahí vamos, Doctora.- se dijo a si misma mientras untaba el grueso tallo de la planta en el producto molido. Abrió las piernas, abrió sus inflamados labios vaginales, y lo hundió hasta bien dentro de ella.
-¡¡Uhhh!! ¡¡La gran puta!! ¡¡Esto quema por dentro!!- dijo ella conteniendo un grito
De repente era como si alguien hubiera encendido una antorcha dentro de ella. Su sexo ardía y palpitaba desesperantemente. Laura tuvo que hacer un enorme esfuerzo por no gritar. Sabía que estando tan cerca, ellos reaccionarían y probablemente perdiera el control de la situación.
Con pasos ágiles caminó hasta las cercanías de aquel grupo de hombres. Más que nunca su sexo necesitaba un urgente alivio, una penetración, algo que calmara esa ansiedad y ese fuego que la quemaba por dentro. Intentando mantener la calma observó y buscó al macho alfa del grupo. No quería perder el tiempo en peleas entre ellos, se entregaría a él directamente.
Con un hormigueo incesante en su vientre y la mente alucinada por lo que estaba a punto de hacer, caminó unos pasos hasta él. Primitivo y básico, el mutante la olió de inmediato y giró su cabeza hacia ella. Laura se quedó paralizada en el lugar.
Con sonidos y gruñidos guturales él la tomó del cabello y la acercó hacia su cuerpo. Sus narices recorrieron su cuerpo desde el cuello hasta el ombligo. Laura no pudo reprimir un gemido ante la fuerte excitación que le provocaba este comportamiento animal. Un almizcle sensual emanaba de la piel de ese ente. Sus manos gruesas, velludas, firmes, apretaban su brazo sin dejar lugar a dudas sobre la imposibilidad de escapar. La otra mano palpó y apretó torpemente sus excitados pechos provocándole mil sensaciones excitantes pese al dolor. Con movimientos bruscos su brazo la hizo girar. El aliento sobre su nuca, la respiración sobre su espalda, el torpe manoseo de su cintura y de su culo, la mojaron completamente.
--Violame ya, bestia primitiva-- pensó y deseó Laura
Tomada de los cabellos desde atrás, Laura fue inclinada sobre un tronco. La dura corteza lastimaba su piel mientras el macho alfa gruñia fuertemente. La haría suya. Solo restaba esperar la penetración, y Laura la esperaba con ansiedad. La cabeza de la verga pronto rozó su monte de venus, y luego de unos pocos segundos la penetró sin miramientos.
-¡¡¡Ahhhhh!!! - gritó Laura al sentirlo hundirse de golpe dentro de ella
La verga de esa bestia era descomunal. Parecía también haberse deformado por la mutación en algo venoso, enorme y con una prominente cabeza que la hacía volar con cada embiste. El movimiento violento e impiadoso hamacaba su cuerpo salvajemente raspando sus pechos y su vientre pese a que ella intentara sostenerse con todas sus fuerzas.
Varios minutos soportó el demente fustigar de esa verga dentro de ella. Sin poder evitarlo, su cuerpo orgasmeó en un par de ocasiones, casi al punto de perder el conocimiento.
Tardó una eternidad en descargarse dentro de ella, pero finalmente pudo sentir su simiente caliente al impactar fuertemente dentro de su sexo. Luego otra vez, y otra más, llenándola del caliente premio que ella necesitaba.
-¿Y ahora que?- se preguntó ella exhausta sobre el tronco
El gruñido gutural detrás de ella le hizo girar la cabeza. Parado detrás de ella, el macho alfa estiraba sus brazos y vociferaba marcando su posición de líder. Su verga roja y aún goteando viscoso semen era testigo de su posesión. A lo lejos, el resto del grupo, totalmente excitado con la vista de lo sucedido murmuraba cosas tambien ininteligibles.
Cuando el macho alfa se retiró Patricia yacía sobre el tronco. Aún dolorida en sus pechos pero también en su sexo, esperaba. Muy dentro de ella se preguntaba qué debía hacer. ¿Alcanzaría lo que su sexo almacenaba para liberar a Laura? ¡¡Cómo saberlo!!
Su cuerpo estaba exhausto de un día de extremas actividades sexuales. Su mente se preguntaba una y otra vez en qué se había convertido. Peor que una puta, se sentía una ninfómana capaz de gozar hasta con lo más aberrante.
Hubiera deseado huir. Escapar de ese mundo, de esa realidad en que estaba metida desde que la habían traicionado en la base. Pero no. No era posible. En su mente las imágenes de Laura y el arácnido la torturaban una y otra vez. ¿Cuánto más podría aguantar la pobre chica? Seguramente había sido visitada nuevamente por el gigante y perverso insecto. Imaginó estar en esa situación y esperar la muerte. Desearla. No saber si sobrevendría por un infarto o por el dar a luz algo aberrante que terminara destruyéndola desde su sexo. Lo cierto es que no había muchas hembras en la superficie, clara señal de su situación de riesgo.
El murmullo se acercaba a sus espaldas. Era tarde ya para huir. El macho alfa se había retirado y la había dejado a su merced. Solo deseó que todo fuera rápido. Cerró los ojos y tomó aliento, sintiendo el aroma primitivo multiplicado mil veces en todos esos hombres. Tuvo miedo, pero aún si se hubiera decidido a escapar, sabía que sus rodillas no le responderían, flojas y laxas luego de semejante maratón.
Una tosca mano se posó sobre su espalda, y un escalofrío corrió por su columna. Ya estaban ahí. Apretó aún mas sus ojos sintiendo el aliento de esos engendros mientras olían su espalda y su cuello. Dos toscas manos tomaron su cintura y en cuestión de segundos sintió una nueva verga apuñalando su sexo hasta el fondo.
-¡¡Uhhhgg!!- se quejó
Una nueva sensación caliente invadía su cuerpo. Hamacada sobre el duro miembro, su cuerpo parecía el de una muñeca en manos de esos bárbaros.
Por fin reaccionó de su letargo. Sabía que tenía que lograr juntar mucho mas semen de esos hombres, y su sexo no podría retener mucho más. Tenía que hacer lo que justamente más le costaba en ese momento. Estiró sus manos y buscó nuevas vergas. Por momentos dudaba en qué era peor, si lograr que la tomaran analmente, o si podría resistir el denso hedor de sus miembros en su boca.
No la dejaron pensar mucho. Uno de ellos tomó sus cabellos y alzó su cara penetrándole su boca como si se tratase de otra vagina. Se movía enloquecidamente dentro de ella. Sus narices, cerradas con todo el esfuerzo, chocaban contra el velludo pubis. Cada mínima vez que tomaba aire su ser se impregnaba de ese hedor sudado y primitivo. Patricia sabía que nunca más olvidaría el olor de ese momento en su vida.
Pero faltaba aún lo peor, y lo sabía. Con sonidos guturales y casi aplastando su nariz contra el pubis Laura sintió la verga traspasando su garganta. Allí, en una sucesión interminable de espasmos y gruñidos pensó que pronto perdería la vida.
La violencia y la cantidad con que el mutante había eyaculado casi la hacen pensar en que moriría ahogada. Era mucho más abundante que el anterior, y parecía no terminar nunca. Cuando por fin la dejó respirar, su garganta era un cúmulo de espesos y pringosos fluidos que llenaban su boca de un inconfundible y fuerte sabor. Sin embargo, donde más acumulaba semen era en su propio estómago.
Eso no era lo que ella se había propuesto. De nada le serviría llevar el estomago lleno de esperma sin poder aplicarlo sobre las ataduras de su amiga.
Cuando el siguiente mutante tomó su cabeza y violó su garganta, tampoco pudo hacer nada. Nuevamente con su nariz aplastada sobre el pubis y el trozo de carne empujando su garganta, sintió una nueva inundación llenando su vientre. Tosió un poco luego de tragar y supo que para el próximo debía tomar ella la iniciativa.
Buscó coraje por lo que estaba a punto de hacer y suspiró. Tomó el pene en sus manos y mirando con cara inocente a los ojos de él, comenzó a besarla y lamerla como si en eso le fuera la vida. El rostro del mutante comenzó a contorsionar en evidente signo del placer que encontraba en lo que ella le estaba haciendo. Quieto y extasiado le permitió continuar brindándole placer, mientras ella sentía como otro mas de ellos hurgaba entre sus piernas apuntando a su sexo.
Laura temió por los embistes de quien comenzaba a hundir su miembro dentro de ella. Temió también por su descontrol y excitación. En ese momento lo menos que podía permitirse era desconcentrarse. Lo sintió hundirse sabroso dentro de ella. Mil sensaciones recorrían su espalda y nublaban su mente, pero luego de un sonoro gemido, hizo un gran esfuerzo de concentración y enfocó su vista y su pensamiento en el mástil delante de ella, continuando con su tarea. Lo sentía palpitar entre sus labios, a punto de explotar. Con su lengua acarició la base de su tronco y recorrió su glande una y otra vez, aprovechando la situación para ubicarlo exactamente en el medio de su boca. Pocos segundos después, un interminable gruñido del mutante anunció que se descargaba en un chorro abundante que impactaba en su campanilla y comenzaba a inundar su boca. Luego dos y tres eyaculaciones más completaron mansamente el abundante lago sobre su ávida lengua.
El sabor era mas intenso en el centro de su boca. Tuvo que reprimir las fuertes ganas de tragar y arruinar todo el esfuerzo. Sus ojos dejaban ver algunas lágrimas incipientes naciendo y amenazando con desbordarlos, quizás fruto del intenso y desacostumbrado sabor, quizás también producto de la profunda humillación que su mente atravesaba en ese momento.
Laura cerró su boca guardando el legado a buen recaudo, y concentrando en sus narices todo el aroma a hombre que la invadía. Detrás de ella los embistes eran tremendos y devastadores. Su sexo hervía y sus piernas temblaban de puro placer.
Atraídos por los sonoros gemidos del mutante en su boca, un grupo mas de ellos se abarrotó delante de ella. Laura eligió uno de ellos al azar y acomodando el semen en su mejilla continuó con la humillante tarea. Una nueva descarga caliente en su sexo la hizo llegar a otro orgasmo fuerte y profundo que amenazó con hacerle perder la razón. No sin esfuerzo logró proseguir y provocar que el hombre delante de ella le regalara una segunda y abundante dosis de semen que custodiar en su boca.
Detrás de ella la situación continuaba. Esta vez el hombre abrió más sus nalgas y sin darle tiempo a que ella reaccionara apuntó y empujó su dura verga sobre su ano. Las manos de Laura se fueron inmediatamente hacia atrás intentando detenerlo, pero la lucha desigual y su expuesta posición terminaron en una violenta y aguda penetración en su ano.
Laura estuvo a punto de gritar del dolor. Su boca ocupada en quien se refregaba sobre su lengua y lo que quedaba de su consciente impidieron que todo se echara a perder. Abundantes lágrimas corrían silenciosas por su rostro mientras lo sentía tomar su cadera y hundirse cada vez más en su recto.
Fueron largos minutos los que duró la sodomización. Imposibilitada de evitarla la soportó con todo lo que pudo, intentando acariciar su clítoris para que el placer la ayudara. Luego de esa continuó otra y otra mas, llenando también su recto de caliente esperma.
Ya entrada la noche, y cuando todos se hubieron saciado de ella, Laura quedó tirada sobre el tronco. Su cuerpo era un dolorido y laxo muestrario de la primitiva debacle sexual a la que se había sometido en propia voluntad.
Como pudo se puso de pie. Sus rodillas temblaban, sus músculos le dolían. Sintió como el semen comenzaba a escurrirse entre sus piernas a medida que caminaba y buscó evitarlo. Apretaba su adolorido sexo mientras caminaba en la bendición de la luz de la luna hacia donde su amiga esperaba su salvación.
En su mente solo deseaba llegar. Rogaba por una vez no encontrarse con ningún mutante en el camino y llegar a tiempo para su amiga.