RAD - Capítulo 11 de 20
Este es mi primer relato con una orientación Sci-Fi. Muy inspirado en los tradicionales hentai japoneses transcurre en un futuro apocalíptico imaginario donde la radiación ha hecho casi inhabitable a nuestro planeta. Espero les interese la propuesta ...
Capítulo 11
El sueño tardó en llegar esa noche. Encerrada en su celda no tenía otra opción que intentar dormir para poder estar descansada y afrontar el día siguiente. No iba a ser fácil. Aún desde el laboratorio y con todo lo que allí tenía nunca había podido determinar la cantidad ni la población de especies mutantes en la superficie. Las pocas que había descubierto estaban en plena etapa de conquista territorial. Por alguna razón las hembras escaseaban. Quizás también fuese por efectos de la mutación por radiación. Era por eso que muchas de las especies se habían desarrollado con grandes habilidades reproductivas, adaptándose a las hembras que quizás por la misma razón habían desviado la estadística de su especie, las hembras humanas abundaban en cantidades nunca vistas.
Laura sabía que tenía muchas posibilidades de terminar como objeto de reproducción sexual de alguna de las especies, siendo inseminada constantemente, dando a luz criaturas monstruosas, solo para ser inseminada nuevamente, hasta que su cuerpo no resistiera mas y fuera abandonada en el medio de la nada.
Su pensamiento fue interrumpido de repente por un deseo incontenible entre sus piernas. Su nuevo descubrimiento sexual, su ano, palpitaba derramando hacia afuera los restos de semen que chorreaban por sus glúteos hasta su perineo, y de allí a su sexo y al piso.
Laura intentó controlarse, pero sus manos parecían tener vida propia. Bajando por el costado de su cuerpo se hundían por debajo de ella hasta llegar a su sexo. Sin poder evitarlo sus dedos comenzaron a masturbar su clítoris. Debajo de ella ya se había formado un pequeño charco con los restos de semen de su reciente cogida.
Cuanto más movía los dedos acariciándose, mas gemía y mas deseaba. Muy pronto terminó girando sobre si misma, abriendo las piernas y pegando sus talones a las nalgas para continuar masturbándose con desesperación.
En determinado momento Laura se dio cuenta que el pegajoso gel que obturaba su vagina comenzaba a ceder bajo sus dedos. Sorprendida pero aún caliente intentaba seguir abriendo su sexo para poder hundir sus dedos mas adentro y masturbar su vagina, pero esa parte no cedía. Iluminada por la desesperación y el deseo, Laura volvió a mojar sus dedos en el charco de semen y acarició su sexo. A medida que sus dedos mojados de leche humana pasaban sobre sus labios, el espeso e inseparable gel se volvía blando y totalmente despegable de su cuerpo. Laura comenzó entonces a untar más y más semen dentro de ella. Sus dedos iban y venían cargados de la blanca sustancia hasta que finalmente pudo quitar por completo el tapón. Luego metió cuanto pudo de su mano dentro de su sexo, estirándolo como nunca en su vida lo había hecho. Se sorprendió de la elasticidad de su propia vagina y la flexibilidad de su mano. Bañada en sus propios y abundantes flujos, nacidos de su propia excitación, los dedos entraron con facilidad. Primero fueron dos, movidos sensual y enérgicamente, buscando simplemente calmarse. Pero no le alcanzaban. Con algo de dudas pero mucha calentura metió un dedo más, y sintió que el placer crecía. Sin embargo, ella sentía que necesitaba aún más. El cuarto dedo, plegado al resto entró un poco más difícil y en un rato se le sumó el mas gordo de su mano. En forma de cono desde abajo hacia arriba Laura veía como se hundían en su sexo sin dejar de sorprenderse ni de desear.
La mano se hundía cada vez más. Cierto dolor dulce nacía al arrastrar los labios vaginales y forzar la entrada de su vagina. Sin embargo, los primeros se fueron lubricando copiosamente con sus jugos desenfrenados, y su vagina fue cediendo.
Los ojos de Laura se abrieron como dos platos cuando sintió que su puño se hundía dentro de su sexo. Con aliento entrecortado comenzó a moverlo lentamente dentro de su canal vaginal sintiendo mil sensaciones nuevas y gimiendo en brutal excitación. Había leído alguna vez sobre el fisting, pero siempre había pensado que no era algo para ella.
Inclinándose más hacia delante, con los ojos clavados en su sexo abierto como nunca lo había visto, hundió aún más su mano observando asombrada como su sexo la comía ya hasta su muñeca.
Su monte de venus estaba inflado por la enorme penetración, y su boca entreabierta gemía. Moviendo los dedos dentro de su vagina, muy pronto encontró su punto G, y se encarnizó masturbándolo una y otra vez.
-¡¡Aaaahhh... ahh.... Por Dios!!-
-¡¡No... aguanto... mássss!!- gemía ella
Para Laura todo esto era una situación desesperante. Su mente guardaba algo de lucidez y se daba cuenta que estaba recorriendo un camino sin retorno. Se sentía la más puta de las putas, sentía vergüenza de sentir tanto deseo, pero no podía evitarlo, su cuerpo se lo pedía a gritos.
Su orgasmo se hizo desear, pero llegó devastador como siempre. Enrollada sobre si misma, con su mano dentro de su vagina Laura encontró algo de paz. Extenuada por el esfuerzo se acomodó ahí mismo en el piso sin darse cuenta que se acostaba sobre el charco debajo de ella que ahora mezclaba el semen y sus abundantes flujos.
Casi desnuda, salvo por las correas del traje que tenía colocadas, Laura dormía como un ángel sagrado. Algo así soñaba. Una vestal que sería entregada al sacrificio para calmar las bestias. Mientras Laura soñaba esto, un suave hilo de flujo recorría su muslo, aún dormida.