RAD - Capítulo 07 de 20
Este es mi primer relato con una orientación Sci-Fi. Muy inspirado en los tradicionales hentai japoneses transcurre en un futuro apocalíptico imaginario donde la radiación ha hecho casi inhabitable a nuestro planeta. Espero les interese la propuesta ...
Capítulo 7
Era temprano por la mañana. Patricia despertó y abrió los ojos. Una extraña luz había interrumpido su sueño. Una luz a la que ella no estaba acostumbrada. Abrió los ojos lentamente y sintió que ya no estaba en la habitación de siempre. El sol de media mañana bañaba su cuerpo y encandilaba su vista.
Se sentó unos momentos y observó su alrededor. Estaba afuera. De repente el pánico la invadió. Miró su cuerpo semidesnudo y recordó los problemas de la radiación. Sin su traje de exploración moriría sin remedio en cuestión de horas. Según recordaba la gente decía que era una muerte horrible, como si un calor hirviente los abrasara desde adentro hacia afuera. Sin embargo, ella no sentía nada en ese momento. Algo que no pudo explicarse dentro de ella la tranquilizó. Nuevamente observó a sus alrededores y no vio nada ni nadie a su cerca. Ni una construcción, ni un edificio. No tenía ni idea de donde estaba. Sabía que si se quedaba allí moriría deshidratada sin remedio. Tenía que caminar y buscar algún lugar donde hubiera agua.
Desconocía donde se hallaba, y sin mapas ni GPS no podría encontrar su base. Sabía también que en las montañas, a lo lejos podría encontrar agua de deshielo, potable, y mínimamente afectada por la radiación. Se puso de pie y comenzó a caminar.
Luego de una hora de caminata el terreno comenzó a elevarse un poco y la vegetación se hacía más abundante. La caminata se hizo un poco mas dura, pero Patricia no se desanimó y continuó subiendo. Unas cuatro horas después había encontrado un pequeño río de deshielo del cual bebió agua, sentándose a descansar un rato.
-Si llego a la cima quizás reconozca donde estoy.- pensó
-Pero pronto oscurecerá. Quizás sea mejor buscar dónde pasar la noche.- reflexionó.
Esta vez la caminata fue alrededor de la base de la montaña. Una hora y media después encontró una cueva y decidió pasar ahí la noche. El sol ya bajaba y se veía dorado en el horizonte.
Patricia había recogido unos frutos por el camino, que le sirvieron de cena. Sentía su cuerpo desnudo, expuesto, pero con el aire cálido que soplaba no sentía frío. Ya se había acostumbrado a convivir con su desnudez en los últimos días y con solo encontrar un lugar reparado de la noche le bastaría. Sin embargo se sentía inquieta, algo le faltaba. Casi sin poder evitarlo llevó su mano a su entrepierna y comenzó a masturbarse. Extrañaba a las criaturas que la violaban todas las noches. Se acarició y se masturbó con desesperación hasta que su cuerpo obtuvo un sonoro orgasmo. Todavía excitada, luego del orgasmo hundió sus dedos dentro de su sexo y se los chupó saboreando su propia excitación. Sin embargo, no era lo mismo.
Un poco mas calmada, decidió entrar a la cueva a pasar la noche. Se procuró algunas hojas para no sentir el frío de la piedra esa noche y se durmió en uno de los rincones
Apenas había pasado la medianoche cuando se despertó. Levantó los ojos y descubrió una silueta extraña acercándose desde la puerta de la cueva.
-¡¡Demonios!! ¡¡Qué carajo es eso!!- dijo incorporándose
Patricia buscó refugio inmediatamente, pero el único lugar que le quedaba para huir era hacia adentro de la cueva. Corrió unos metros, pero pronto se dio cuenta que no tenía dónde huir. Con la espalda pegada contra la pared del fondo de la cueva, levantó la mirada. Algo que parecía un arácnido gigantesco se acercaba hacía ella dibujado por el contraste con la luz de luna afuera.
El corazón de Patricia latía violentamente mientras ella medía y calculaba su vía de escape. Tendía que ser por debajo. No había otra alternativa. El velludo y robusto mutante medía al menos 2 metros de altura, y si bien tenía ocho patas, separadas por algo menos de un metro entre ellas, con buena agilidad Patricia lograría sortearlas.
Tomando aire y coraje, Patricia se impulsó con la pared detrás de ella y arrojándose al piso por debajo del arácnido intentó sortear sus patas.
Estaba asomándose ya por el otro lado, cuando sintió que algo extraño y pegajoso caía sobre su pierna derecha. Tan pronto como cayó, se solidificó en un estado gelatinoso que impidió que pudiera continuar moviendo esa pierna.
Patricia desesperó. Luego de intentar con todas sus fuerzas despegarse de esa secreción, decidió girar sobre si misma y ayudarse con las manos. Haciendo fuerza con el otro pie en una saliente en la pared, y con las manos intentando mover esa cosa, sintió el segundo escupitajo sobre su otro tobillo.
Al borde de la locura Patricia maldijo su idiotez mientras continuaba con los esfuerzos por soltarse. Sus dedos intentaban hundirse en el viscoso pegamento, pero no podían.
De repente el arácnido giró 180 grados y con sus patas de adelante empujó el cuerpo de Patricia hacia atrás, que quedó de espaldas al piso, con su cabeza hacia el lado de adentro de la cueva.
Sin poder evitarlo, las patas llevaron sus manos a una posición de apertura total en equis, donde fueron también retenidas por el gel.
-¡¡Nooo!! ¡¡Socorro!!- gritaba Patricia
En ese momento y en esa posición el mutante parecía más horrible aún. Sus patas eran gruesas como los brazos de ella, su cara era horrible, con esa pinza que salía por delante.
Patricia desesperadamente intentaba moverse de esa posición tan vulnerable, pero esas secreciones parecían ser tremendamente potentes y no lograba despegarlas. Con pánico observaba como el arácnido se movía y se acomodaba sobre su cuerpo expuesto.
De repente, una especie de gas salió de abajo del mutante y pesadamente cubrió el rostro de Patricia. Por más que ella sacudió la cabeza no pudo evitar respirar abundantes cantidades del gas. De repente todo comenzó a parecer mas liviano a su alrededor. Como drogada, relajada, sintió nuevamente la creciente excitación en su vientre, y su sexo humedeciéndose.
-Noo... no otra vez...- pensaba no muy claramente Patricia
El mutante arácnido se quedó por algunos minutos sobre ella, a la sabia espera del efecto de sus propias armas. Con notable precisión, esta vez dejó caer sus fluidos sobre los pezones y alrededores de los pechos de Patricia, sosteniéndolos del otro lado con sus patas delanteras. Bastaba con que hiciera un par de movimientos como para que Patricia viera suavemente masajeadas sus tetas, sus pezones tironeados delicadamente hacia arriba y hacia los lados. La asustada muchacha gemía y suspiraba sin remedio, en medio de una inexplicable excitación y placer.
-No... No otra vez...-
-No otra vez...- repetía Patricia como un mantra
El arácnido comenzó a flexionar sus patas y su abdomen se acercó al cuerpo de Patricia. Ella tensaba todos sus músculos tratando de evitarlo, sin lograrlo. Ante sus ojos pudo ver la sombra de algo que colgaba emergiendo de la parte trasera del cuerpo del mutante. Patricia supo de inmediato de que se trataba. Grueso como su muñeca y largo como todo su brazo, se acercaba amenazante mientras parecía oler o lamer su vientre y sus piernas.
Entre el pánico, la excitación y el deseo Patricia lo observó explorarla. Aún no podía comprender su propia excitación. El mutante arácnido se veía horrible, amenazador, y aberrantemente lejano a la especie humana. Sin embargo sus muslos ya estaban empapados en sus propios flujos chorreando desde su sexo, y su vagina palpitaba deseando ser penetrada.
Lentamente, el apéndice corrió por si solo unos 30 centímetros de la piel que recubría su extremo. Debajo de ella asomó una sección que brillaba en su notable humedad. Su forma se asemejaba mucho a una verga, salvo por sus dimensiones. Casi hipnotizada con esa visión Patricia se quedó helada observando como el mutante lo refregaba entre sus labios vaginales.
Con una delicadeza notable, el arácnido fue abriendo su sexo, hasta que Patricia pudo sentirlo como saboreaba la entrada de su vagina. Ella, por su parte, sentía como si su cuerpo se abriera a propósito. Las sensaciones eran increíbles y la respiración de Patricia se aceleraba acentuando los suaves gemidos que escapaban por su boca.
La simple voluntad de penetrarla fue todo lo que necesitó el mutante para hundirse dentro de ella. En cuanto el apéndice empujó hacia adentro, el cuerpo de Patricia se abrió sin ofrecer resistencia alguna y lubricando la lenta penetración.
-¡¡¡Uuhhggg... no... No... No... No otra... vez...!!!- gimió de placer Patricia mientras lo sentía hundirse dentro de ella.
Con la boca entreabierta y ojos sorprendidos Patricia intentaba mentalmente resistir la deliciosa sensación. Era imposible. El miembro que la penetraba se iba abriendo paso como si su cuerpo fuese de agua. Las manos de ella se tomaban con fuerza de las recientes ligaduras que el mismo mutante había provocado. Toda ella vibraba de placer.
Grueso y caliente, el apéndice se hundía dentro de ella provocándole una sensación de plenitud que devastaba su concentración.
-Me estas rompiendo toda, bicho horrible.- llegó a decir Patricia
Cuando el miembro llegó al límite dentro de ella, Patricia sintió que la iba a taladrar. Pero tan delicadamente como entró, la verga se fue retirando de adentro de ella, solo para volver a penetrarla otra vez.
-Uggg.... hmmmm....- exclamó ella
Patricia observaba como la estaban violando. Era brutal, era inhumano, pero un deseo de que la bestia no se detuviera crecía dentro de ella. Con su vagina dilatada indecentemente, sentía como el lento ir y venir del violador dentro suyo arrancaba de su cuerpo placeres incontrolables.
Sin prisa, con un ritmo lento pero potente, el arácnido iba logrando en Patricia el devastamiento de su voluntad. Sus rodillas le temblaban, sus gemidos eran dulces gritos, su rostro reflejaba el placer desbordándola.
Un orgasmo iba creciendo en ella. Se acercaba acechante, y prometía ser el primero de una cadena interminable, una seguidilla que la destruiría. El miembro dentro de ella palpitaba lentamente, acentuando la excitación, acercándola aun más al clímax. Su tamaño había aumentado cada tanto y en ese momento ya provocaba pequeños hilillos de sangre que manchaban el brillante apéndice. Lejos de provocarle dolor, el estar llena hasta el límite la excitaba aun más.
Cuando Patricia llegó a su primer orgasmo comenzó a gritar como poseída por el deseo. En un éxtasis brutal, su sexo derramaba increíbles cantidades de flujo contrayéndose sobre la verga del mutante.
No alcanzó a descender del primer orgasmo, aún agitada, cuando un segundo orgasmo comenzó a nacer, mas hondo aún que el primero. Los ojos de Patricia se abrieron nuevamente en toda su amplitud, y su rostro de adolescente se tensó una vez mas en el rictus del placer intenso. Todo su cuerpo tembló otra vez, entregando cuanto no había podido entregar en el primer clímax.
La indefensa Patricia no iba a tener paz esa noche. Uno tras otro, los orgasmos iban devastándola. Luego del tercero o cuarto podía sentir que su cuerpo ya no tenía fuerza para más, pero sin saber de donde la sacaba, la bestia lograba arrancar de ella siempre un poco más.
Entre el cuarto y quinto orgasmo, con su mente perdida y su cuerpo laxo, Patricia pudo sentir como algo avanzaba por el pene del mutante.
-Noooo... noooo... - rogaba con un hilo de voz
Su cuerpo iba a ser inseminado nuevamente. La criatura estaba por depositar dentro de ella sus huevos y transformarla una vez más en una aberración natural. Parecía como que todas las criaturas mutantes buscaran en ella lo mismo. Muy dentro de ella Patricia se sintió la puta de cría de ese nuevo mundo, destinada a ser violada y preñada por cuanto mutante cruzara en su camino.
Pero no podía hacer nada por evitarlo. Ya sentía como los huevos ingresaban dentro de ella. Los sentía deslizarse dentro del pene en su vagina, irremediablemente, innegablemente dentro de ella. Un nuevo orgasmo interrumpió su pensamiento. Ya no pudo pensar más. En medio de violentas sensaciones pudo sentirlos expandirla aun un poco mas en su ingreso, provocando que sus sensaciones se multiplicaran llevándola a un estado de semi conciencia. Su cuerpo yacía desconectado de su mente. Solo podía asistir a las sensaciones dentro de ella con su cuerpo sobrepasado de placer.
Con los ojos fijos en la nada Patricia sintió como los huevos terminaban de ingresar por fin en su vientre. Los sentía calientes y pulsantes, aferrados a su cuerpo por dentro, usándola una vez más. Una lágrima, único reflejo posible, corrió por su mejilla al sentirse impregnada contra su voluntad.
Sin poder salir del trance, Patricia sintió como el pene del arácnido salía por fin de su castigado sexo. Sus ojos y su cuerpo seguían sin poder reaccionar, pero su mente era conciente. Podía sentir su vagina aún abierta luego de ser desocupada, aún palpitando en reflejo por el intensísimo encuentro sexual reciente, enviando pequeños resabios de placer a su cerebro, mientras drenaba por sus muslos el viscoso líquido que escapaba de dentro de ella, mezcla de sus fluidos y los de la bestia.
Sin poder moverse aún, Patricia vio como el mutante se movía, avanzando un poco mas adelante sobre ella. Aterrorizada e indefensa se desesperaba cuando el arácnido volvió a bajar su miembro, esta vez sobre su boca entreabierta. Paralizada en todos sus movimientos lo vio acercarse cada vez más a su rostro. Lo tenía tan cerca de su cara que podía ver todos los detalles de su extraña anatomía. Se lo veía rojizo y brillante. Su excesiva humedad provocaba que pequeñas gotas de los viscosos fluidos cayeran sobre su rostro. Hubiera deseado girar su cabeza, apartando su rostro, pero estaba allí inmóvil viéndolo acercarse a sus labios.
Con sus labios y barbilla brillantes de los flujos que habían caído sobre ellos, Patricia sintió como el apéndice se refregaba por sus labios, inquieto y pulsante. La abertura no era lo sufientemente amplia como para que pasara entre ellos, pero una ligera presión sobre ellos fue suficiente como para que sus mandíbulas laxas se abrieran lo suficiente como para dejarlo pasar. Ya era inevitable. El lubricado pene de la bestia se refregaba contra su lengua, inundando poco a poco su boca de fluidos, llenándola poco a poco con su caliente carne.
Patricia lloraba desconsolada sin poder hacer nada por evitarlo. Un miedo profundo se adueñaba de su alma. El mutante parecía no querer detenerse. Ahora presionaba contra el fondo de su garganta amenazando con ahogarla.
Durante algunos minutos, que a Patricia le parecieron siglos, la bestia entró y salió de su garganta a su antojo. La indefensa muchacha solo podía observar y sentir como su garganta era violada sin piedad por esa asquerosidad. Inseminada y violada de la forma mas humillante, solo deseaba que todo terminara y que el monstruo la matara de una buena vez. Instintivamente luchaba por respirar cuando podía, y un acto reflejo permitía que tragara los viscosos flujos que se acumulaban en su boca.
De repente, lo que mucho temía sucedió. Todo el miembro del mutante comenzó a temblar. Un embate final del pene lo llevó a hundirse lejos mas allá de su garganta, camino a su estómago. Súbitamente el arácnido explotó en una potente eyaculación que derramó gruesos chorros de algo caliente y viscoso en su estomago. Conteniendo la respiración Patricia sintió como su estómago se iba llenando del fluido.
Cuando Patricia pensó que ya moriría ahogada, el miembro se retiró de adentro de su garganta. Solo pudo respirar un par de veces antes de sentir el siguiente derrame de líquido sobre su boca. Una y otra vez continuó eyaculando ese líquido dentro de la boca de ella. Muy pronto su lengua se vio nadando en cantidades inhumanas de caliente líquido. Uno tras otro, Patricia tragaba los viscosos derrames intentando no ahogarse. Su boca había quedado impregnada del sabor seminal del fluido, y su mente marcada para siempre con la sensación de humillación y vergüenza.
Ya podía sentir su estómago lleno del fluido seminal de la bestia, mientras todo su cuerpo era un muestrario de pegajosas descargas.
Muy pronto su extraña alimentación comenzó a tener efectos relajantes, y en pocos minutos más Patricia cayó dormida sin poder evitarlo.