Ración doble de intenso placer
Relato de una noche en que dos tipos que acababa de conocer subieron a la habitación de mi hotel y entonces...
Nunca había hecho nada así antes, acababa de conocer a aquellos dos tipos apenas un par de horas antes en la discoteca, habíamos estado bailando y charlando y después se ofrecieron a acompañarme hasta mi hotel.
Yo acepté encantada ya que además de habérmelo pasado muy bien con ellos no me apetecía nada tener que esperar un taxi a esas horas.
Entonces todo sucedió muy rápido, sin saber cómo, les ofrecí tomar la última en mi habitación pues es lo menos que podía hacer para agradecerles que me hubieran traído hasta el hotel y ellos aceptaron sin dudarlo ni un instante, lo cual me llevó a intuir las intenciones de aquellos dos hombres.
Ya en la habitación, nos tomamos esa copa sentados en el sofá donde ellos se habían colocado a ambos lados del mismo dejándome a mi el hueco central, de manera que no tuve más remedio que sentarme entre ambos. Seguimos charlando y pasando el rato mientras nos tomábamos la copa y el ambiente se empezó a caldear poco a poco.
Cuando quise darme cuenta, cada vez los tenía más pegados a mí y la verdad es que no me sentía nada incómoda, más bien al revés, me sentía muy querida y arropada en todos los sentidos. En seguida empecé a notar una mano resbalando por mi nuca, otra colocando mi pelo por detrás de la oreja y otras dos manos rodeando mi cintura y subiendo poco a poco hasta mis pechos.
Era la primera vez que me sobaban cuatro manos a la vez y me sentía totalmente sobrepasada por las sensaciones. Después de eso, acercaron sus labios a mi cara y mientras uno empezó a besarme la mejilla el otro se animó con mi cuello. El calor iba emergiendo en mi cuerpo y a buen seguro estaba empezando a sonrojarme.
El que besaba mi cuello seguía haciéndome suspirar mientras que el otro tomó mi cara con sus manos, la giró hacía él y encontró mis labios para juntarlos con los suyos abrasándome en un interminable beso.
Lo que siguió después fue incluso mejor, sus bocas empezaron a descender por mi cuerpo, sus cuatro manos se metieron por dentro de mi ropa desnudando mis tetas y entonces sus lenguas sobrepasaron las curvas de mis turgentes pechos hasta llegar a mis pezones que fueron succionados justo a la vez haciéndome sentir nuevas oleadas de intenso placer. Aquellos dos tíos me estaban merendando entera como si mi cuerpo fuera un delicioso manjar.
Tenía manos y lenguas por todas partes, manos bajando por mi abdomen, manos subiendo por el interior de mis muslos, manos acariciando el final de mi espalda y encontrando la curvatura de mi trasero. Tomaron mi culo con sus manos y lo hicieron suyo, acariciándolo y apretándolo a su antojo y así siguieron sobándome y lamiéndome aquí y allá hasta hacerme explotar como un volcán en erupción.
Llegados a ese punto yo ya no era capaz de pensar o de actuar, simplemente me dejaba llevar, aquellos dos hombres sabían lo que se hacían, sabían cómo cuidar a una mujer como se merece y hacerme gozar como nunca.
Una vez totalmente desnuda y expuesta ante ellos y sin fuerzas ni ganas para rechazar lo que viniera a continuación dejé que siguieran con la faena. No hizo falta que lo echaran a suertes, sino que se repartieron mis agujeros y se metieron dentro de mi llenándome del todo.
Me sentía como en una nube, mientras uno salía de mí, el otro entraba y así continuamente para después empezar a penetrarme los dos a la vez y así estuvieron durante lo que me parecieron tan sólo unos segundos pues estaba disfrutando al máximo con aquellos dos machos doble penetrándome hasta que de repente se vaciaron dentro de mí, sentí todo su semen caliente llenándome por dentro mientras los tres nos dejamos caer exhaustos pegando nuestros cuerpos desnudos y sudorosos. Yo, que estaba muy satisfecha, sólo acerté a decir:
“Muchas gracias chicos, nunca me habían dejado tan bien folladita”.