Rachel 9. Doble penetración.
Walter, tras la suavidad inicial, empezó a dar violentos empujones en el culo en combinación con la polla de Vlad que seguía alojada en la vagina. Uno empujaba el culo y el otro lo hacía después; notaba las dos pollas que llegaban hasta mi garganta.
Rachel 9. Doble Penetración.
Al día siguiente llegamos las cuatro al picadero. Estaba nerviosa, la verdad, por fin llegó la hora de demostrar a mi querida familia mi entrega, mi ilusión por ser una más entre ellas; una puta de lujo. Mientras Elena daba la merienda a nuestro niño Kate entró conmigo en mi habitación me puso una de sus negligés transparentes a la vez que me explicaba las últimas instrucciones:
- Debes mostrarte tranquila, Kimberly. Esto solo es un trabajo como cualquier otro; cuando te abras de piernas piensa que estás en la oficina conmigo, que planeas un proyecto en el ordenador o que te estás rascando el tobillo... no sé, piensa en lo que quieras pero, sobre todo, serénate y dales cariño. Entrégate.
Escuchamos voces en el pasillo. Rachel discutía a viva voz con alguien. Supuse que lo hacía con mi primer cliente: Walter. Ella entró en la habitación:
- Nena, hay novedades de última hora. Walter aumenta su oferta a 1.200. 000, pero tendrás que complacer a dos hombres ... a la vez. ¿ Te atreves Kim ?. – me quedé de piedra tras su pregunta; ¿ dos tíos a la vez ? ¿ uno por delante y otro por detrás ? – me pregunté a mi misma - pero ¿ qué más da ? es un montón de pasta yya puesta ... alcé los hombros ladeando la cabeza.
Salieron las dos y apareció Walter vestido impecable con un traje gris. Tras él entró una montaña con forma de hombre, medía más de dos metros de altura y de anchura, buf – resoplé - el cráneo afeitado y un traje negro.
- Vlad, tú te quedas aquí vigilando la puerta. Ya te aviso cuando quiera que intervengas. – dijo Walter mirando al gigante. Se giró hacia mí - Hola Kim, ¿ estás preparada ?.
- Lo estoy por completo, Walter. – retiré la sábana que me cubría y le mostré mi cuerpo desnudo - ¿ Vlad es tu amigo ?. – señalé con el dedo a la montaña que miraba serio a la pared de su izquierda.
- Es uno de mis guardaespaldas. Hoy quiero que sea un día memorable para ti, vamos a follarte por todos los sitios hasta reventarte. – respondió a la vez que se desnudaba, mostrando un instrumento gordo y largo que apuntaba hacia el techo.
- Ve con cuidado, Walter, por favor. – susurré en su oído tras notar su cuerpo tumbado sobre el mío - Sabes que hoy es mi primer día y estoy muy poco usada. Haz de mí lo que quieras, pero ... con cariño; estoy muy nerviosa ...
- Tranquila nena, voy arrebatarte los nervios ... suavemente, hasta que tú misma supliques que te destroce esos deliciosos agujeritos.
Me estampó un beso en la boca a la vez que agarraba mis manos poniéndolas por encima de mi cabeza. Me sentía totalmente indefensa; a su merced, a los caprichos del hombre que besaba mis entreabiertos labios y su lengua se enlazaba con la mía mezclando nuestras salivas. Sus suspiros sabían a tabaco, a licor ... a hombre, al tiempo que notaba entra mis muslos algo duro y grande que crecía sin parar.
- Desde que vi, en fotos, esa mata de vello moreno que adorna tu coñito, estoy loco por arrancarlo con los labios y morder tus pliegues. – siseó en la comisura de mi boca.
- Es todo tuyo, Walter. El agujero de mi coño, de mi culo y mi boca. Pero no seas bruto, cielo, en mi felpudo prefiero que uses tu lengua y que acaricies con ella los pliegues y cualquier rincón de mi gruta.
Paseó sus labios por mi cuello, mis axilas, los costados y alcanzó mis pechos y ahí se entretuvo un ratito mordisqueando y chupando los enhiestos y duros pezones que estaban como avellanas. Mis manos, que seguían sobre mi cabeza, apretaron la suya empujándola hacia abajo. Mi sangre hervía en las venas y ese hervor alcanzó mi entrepierna hambrienta de labios, de besos y de su lengua; se deslizó por mi vientre y luego mis ingles. Indudablemente, Walter sabía como calentar a una mujer; la lujuria se había apoderado de mi cuerpo. Abría mis piernas ansiosa de que su boca alcanzase el destino soñado: mis entreabiertos labios vaginales que temblaban húmedos.
Lentamente llegó a mi pubis cubierto por un suave vello azabache. Cumplió su amenaza, mordiendo el pelo negro – incluso creo que algunos de esos pelos quedaron entre sus dientes - arrancándome algún que otro gemido, pues me hizo daño, aunque el daño cesó cuando la lengua se introdujo entre los labios mayores que escondían la ardiente gruta prohibida. Su lengua acariciaba todos y cada uno de los rincones de mi íntima cueva a la vez que yo apretaba las paredes vaginales para retenerla ahí, comencé a retorcerme cuando la lengua alcanzó el fondo del coño y mis gemidos y suspiros se transformaron en aullidos cuando la lengua retrocedió hasta mi dorado botón, que sorbió, chupó y mordió el clítoris hasta arrancarme un orgasmo bestial; interminable.
Mi cuerpo quedó sobre las sábanas, lacio; pero el suyo no. Alzó mis rodillas sobre sus hombros y sin previo aviso, con un brusco empujón metió su enorme polla hasta el fondo de mi coño que estaba resbaladizo por los jugos que manaban como agua de mayo. Mi vientre no tardó en reaccionar ante tan cruel ataque, sus empellones llegaban hasta las profundidades de la vagina atropellando cuanto encontraba a su paso con un mete saca duro y constante. Mis gritos anunciaron el primer orgasmo de los tres seguidos que tuve, mientras me retorcía y gemía entre sus muslos, loca de placer.
- Vladimir, es tu turno. – dijo Walter mirando impertérrito al guardaespaldas – La nena ya está preparada.
Giré la cabeza hacia Vlad quien se desvistió en un minuto. Parecía Hércules ¿ o Sansón ?, su cuerpo era el tráiler de un camión del que colgaba un tubo con una cabezota gorda que llegaba hasta sus rodillas; una berenjena de las gordas.
- Incorpórate, Kim. – ordenó Walter.
Atendí la orden de él, arrodillándome sobre las sábanas mirando con los ojos como platos la pieza que, supuestamente, pretendía entrar en mí; a la vez que mis abundantes jugos chorreaban entre mis muslos.
- ¿ Es .. el .. turno de .. él ?. – tartamudeé señalando a Vlad - ¡ Eso no me va a caber !. ¡ Es enorme !.
- Claro que te va a caber, Kim. Te van a caber las dos a la vez; la vagina es flexible.
- me miraba serio mientras acariciaba mi pelo - Vamos a hacerte una doble penetración vaginal. – miró al de la berenjena - Vlad, túmbate en la cama.
Yo estaba atónita, horrorizada ante lo que me venía encima o adentro. Vlad se tumbó mirando al techo con sus ojos y el misil que ya no colgaba; también apuntaba al techo. Walter agarró mi cintura y directamente me sentó despatarrada sobre la polla del ruso, eso sí, mirándome a la cara; lo hizo con tanto tino que el capullo de la polla de Vlad quedó justo entre mis labios vaginales. Así que esta era la situación: yo despatarrada de rodillas apoyando los brazos sobre las sábanas para que mi espalda no cayese sobre el pecho de Vlad y con el capullo de este preparado para destrozar la mojada vagina.
Vlad me agarró la cintura y, con suma facilidad, alzó mi cuerpo a la vez que Walter le cogía la polla restregándola entre mis pliegues al objeto de lubricarla con mis jugos. Noté como el gordo prepucio intentaba deslizarse en la vagina, pero a pesar de la humedad, el capullo quedó atrancado ahí desgarrando la entrada de mi agujerito.
- ¡ No cabe !. ¡ Joder !. ¡ Sácala !. - grité llorando de dolor.
Por toda respuesta, Vlad volvió a levantar mi cuerpo con sus manazas en mi cintura y lo dejó caer al tiempo que él alzaba el pubis y de un trompazo alojó la polla entera en el coño. Lloré, grité, aullé muerta de dolor. Ni cuando parí a mi hijo había sentido tanto dolor, tanto desgarro. Instantes después Vlad separó sus piernas y Walter acercó su tranca a mi entrepierna y, sin podérmelo explicar, entró también en el coño. Estaba emparedada entre los dos, mi vagina llena de carne que entraban y salían rítmicamente, antes una y luego otra pero sin descanso alguno. Como de nada servían mis lágrimas y lamentos, guardé silencio e intenté acomodarme a lo inevitable. Y lo inevitable fue que con tanto mete saca y tanta carne dura dentro de mí empecé a temblar y a los temblores siguieron las contracciones y los espasmos. Me corrí tropecientasveinte veces, sin exagerar.
- Ahora vas a ponerte de espaldas a mí, nena. Aunque no es necesario que te saques la polla de Vlad. Voy a hacerte el culito. – susurró Walter.
Giré mi cuerpo sobre el eje de la polla de Vlad y puse el culo en pompa abrazada al ruso. A fin de cuentas, esto es por lo que ha pagado y lo mismo que se ha dilatado la vagina, se va a dilatar mi culo - pensé - Le señalé a Walter el lubricante que estaba en la mesita de noche y él embadurnó su polla y mi culo metiendo los dedos en él.
Apoyó el cipote en el ojete y suavemente entró. Entró hasta mis entrañas; por supuesto noté dolor aunque me aguanté: yo era una puta de lujo y en consecuencia este iba a ser mi trabajo día tras día; sabía que para los clientes yo era, algo así, como una muñeca de trapo con derecho a zarandearla y tirarla a la papelera una vez usada. Walter, tras la suavidad inicial, empezó a dar violentos empujones en el culo en combinación con la polla de Vlad que seguía alojada en la vagina. Uno empujaba el culo y el otro lo hacía después; notaba las dos pollas que llegaban hasta mi garganta. Sentí la crispación de Vlad y casi a la vez la polla de Walter que se hinchaba en el culo; los tres nos corrimos a la vez con un orgasmo infinito.
Sonó el teléfono de Walter y tras escuchar la llamada, le dijo al ruso:
- Vlad, hemos de largarnos. Han aprobado el plan de vuelo y en media hora despegamos. – sin siquiera ducharse se vistieron, pero antes de salir por la puerta Walter besó mis labios - Kim, ha sido una tarde deliciosa. Tenemos que repetir.
Se largaron los dos con precipitación. Vlad, silencioso como toda la tarde, no había abierto la boca para nada, bueno, su boca no la había abierto pero la boca de mi entrepierna todavía se mantenía abierta de par en par.