Quizás yo me lo busqué (1)

Introducción de la historia que desembocaría en el emputecimiento de mi novia...con mi permiso

Hola soy Carlos, tengo 23 años y vivo en Cartagena, una ciudad portuaria de la Región de Murcia, España.

Llevo tiempo queriendo contar los sucesos ocurridos en los últimos 2 años y medio, pero no me atrevía por la discreción y quizás por miedo a ser juzgado, pero me he llenado de valor y he decidido contarlo todo.

Soy un chico normal, con una estatura de 1’79 metros, peso 74 kg y no hago otro deporte que el salir ocasionalmente a correr para mantener un poco la forma. Estoy estudiando en la universidad de Murcia y mientras trabajo de camarero en un local los fines de semana.

Desde que tenía 18 años, estoy manteniendo una relación de noviazgo con Vanesa, ella tiene actualmente 22 años. Es una chica morena de piel, con el cabello negro y rizado, mide 1’67 metros y no es porque lo diga yo, es que está como un tren. Lo primero que te salta a la vista es su par de tetas redondas metidas en una 100 de sujetador el cual siempre le digo que le esta pequeño. Tiene unos ojos negros penetrantes, unos labios carnosos deliciosos y unas piernas bien torneadas que acaban en su culito pequeño, bien durito y cuidado con sus 3 sesiones semanales de aeróbic.

He de decir que todavía me sorprendo al verme con semejante mujer, pero la verdad es que no podíamos estar más enamorados. Soy el único hombre que la ha poseído, yo la desvirgué y soy su primer hombre y como ella decía, todo lo que necesitaba para ser feliz.

Cuando paseamos por la calle veo que todos los hombres de cualquier edad se dan la vuelta para mirarla y reconozco que soy muy celoso y no me gusta que la mires así, pero tampoco quería que dejara de vestir así de ceñida y provocativa porque pensaba: “que os jodan, mirar, pero es mía”.

Tras los 2 primeros años de feliz noviazgo, decidimos que era hora de compartir la convivencia y ver si éramos compatibles. Por tanto, decidimos alquilar una casa, y encontramos un chollo en las afueras, en un barrio llamado Santa Ana. Alquilamos un dúplex de una mini urbanización de varios de ellos pegados entre sí. Era el mes de Mayo de 2012.

Estabamos felices de poder por fin compartir todos los días juntos y poder dormir cada noche pegados el uno al otro.

Llegamos a nuestra nueva casa tras arreglar todo el papeleo con el casero y empezamos a planear como haríamos las cosas domesticas cuando de repente llamaron al timbre.

-         Cariño ve tuu!! – le dije mientras trataba de configurar la televisión,

Vanesa abrió la puerta y ante ella apareció un chico alto y fibrado con el pelo casi rapado y una sonrisa en la boca.

-         Hola! Soy vuestro vecino, y esto estaba en vuestra puerta. ¿Es vuestro?

¡Era un tanga de mi chica! Se me debía haber caído cuando bajé las cosas del coche.

En este preciso momento noté una punzada en el estomago al ver como miraba de arriba abajo a mi novia. No sabia que mi vida estaba a punto de cambiar desde ese instante…

Continuara…..