Quítate el vestido, las flores y las trampas.

Una pareja de recién casados españoles intima en Venecia con otra pareja, que les descubre los secretos de una sexualidad más libre.

Quítate el vestido, las flores, y las trampas.

Segunda parte de “Todo lo que necesitas es amor” Se puede leer independiente del relato anterior, aunque la autora aconseje leerlo.

Cuando años después oí esa canción de Aute sentí que describía lo que vivimos en Venecia, una pareja de jóvenes recién casados a los que les muestran un camino de libertad sexual, donde casi todo vale si se hace de acuerdo. Sin Silvia y Carlos probablemente nuestro matrimonio hubiera sido diferente.

Las copas en la plaza de San Marcos eran un lujo, y yo estaba un poco piripi, camino del hotel, me apoyaba en Silvia, los hombres iban detrás cuidándonos. Me costó subir las escaleras, al entrar en la habitación nuestras camas eran lo primero que una veía, su recamara estaba al fondo. Silvia me besó en los labios, apenas un roce pero que me dio un subidón de calentura. Cuando entraron en su pieza y cerraron la puerta, Pablo y yo nos quedamos mirándonos, me quité el vestido, él se sacó la camisa y se bajó los pantalones. Se le notaba la erección, enorme, queriendo romper los calzoncillos. Nos bajamos la ropa interior y se abalanzó sobre mí. Yo le espera abierta de piernas, deseando sentir su verga en mí.

No podíamos ni gemir, casi ni suspirar con los argentinos al lado. Me daba fuerte, rápido, un mete saca salvaje, la ventaja de que hubiera bebido es que tardó en correrse dándome tiempo a que yo llegase. Dos besos, él se puso el calzoncillo, yo la braguita y una camiseta y cada uno a su cama. Era la primera vez que dormíamos separados desde nuestra boda, pero no cabíamos en las camas , eran muy pequeñas.

Me despertó un “m

uy bien , nena, sigue así”-

eran susurros de pasión, venían de la cámara de nuestros compañeros. Me di cuenta que su puerta aunque cerrada, tenía una pequeña rendija que filtraba la luz.

Me empecé a tocar oyéndoles, era excitante. Pablo , también se había despertado, nos miramos y sin decir nada nos levantamos a intentar espiarles.

Silvia estaba arrodillada ante él, sujetando con una mano la polla que tenía en la boca. Movía la cabeza , deslizando los labios por la dura arma, con la otra mano se estaba masturbando. Me quedé impresionada, sabía del sexo oral pero no lo había visto ni mucho menos practicado, lo nuestro había sido masturbación manual, creí que mis flujos iban a mojar el suelo.

-“ Anda ponte como una yegua”-

Silvia se levantó, se colocó en cuatro sobre la cama y su marido con la pija en alto tanteo su coño hasta que la penetró con fuerza. Ella se inclinó, liberando una mano, de modo que pudiera seguir tocándose el clítoris mientras gozaba de los embistes del hombre. Un gemido profundo de la hembra indicó que ya había acabado, él siguió bombeando unos segundos hasta que se derrumbo sobre ella.

En silencio , volvimos a la cama, yo imité la postura de Silvia poniéndome como una perrita, me retiré la braga , dejando el coño al aire. No se necesitaba más. Pablo me la metió de un golpe. El segundo polvo de la noche, también en silencio, fue salvaje, perverso, con las imágenes de los argentinos en la mente. Yo me vine antes que él, y gocé de sus descontrolados movimientos antes que me soltara la leche.

Sonó un despertador, era hora de levantarse. Las 8.30 de la mañana. La vida del turista es dura.

De la habitación de nuestros compañeros se oyó la voz de Silvia: - “

Los chicos , al baño primero.”-

Carlos y Pablo en calzoncillos fueron al W.C y a ducharse , salieron envueltos en batas. Yo estaba cagándome, y entré primera a usar el inodoro. Estaba limpiándome cuando llegó Silvia desnuda.

-

“Nos esperan desayunando y estudiando el itinerario del día.”-

Después de verla haciendo el amor por la noche, encontrármela desnuda me daba una mezcla de excitación y vergüenza. Ella se movía ante mí sin complejos. Me quedé mirando su coño, estaba depilado.

-

“En Argentina nos depilamos mucho, te da un punto de morbo, a los hombres les gusta ver una concha sin pelo.”-

me dijo al sentir mi mirada, mientras se metía en la ducha. - “

Y entra que vamos con prisa”-

Lo hice para no parecer mojigata, la ducha era amplia pero nos rozábamos la piel de la forma más natural, por lo menos eso parecía con ella, yo me estaba poniendo a mil. Apenas tardamos cinco minutos pero salí con un calentón que me puso los pezones erguidos, me di cuenta que ella también los tenía enhiestos. Nos secamos y vestimos igual, vaqueros, camiseta blanca de manga corta, y sandalias sin tacón. Nos reímos al vernos , parecía que íbamos de uniforme. Desayunamos y a la calle, hacía un tiempo delicioso, y empezó nuestro periplo turístico. A medida que pasaba el día y veíamos más cosas aumentaba el calor. En un puesto, Pablo compró unos sombreros blancos de paja, nos reímos al ponérnoslos , comimos ligero aprovechando para descansar y seguimos recorriendo la hermosa ciudad de los canales. Carlos era un guía magnífico, se sabía todo y de todas las cosas, pero no resultaba pedante. Empezaba a oscurecer y no habíamos parado. En un día nos habíamos visto Venecia. - “

¿ Vamos al hotel ahora y luego salimos o comemos, nos tomamos una copa y nos damos un paseo en góndola?”-

preguntó el argentino. Optamos por la segunda alternativa, eso sí cuando Carlos dijo que él pagaba la góndola, Pablo exigió invitar a cenar. Lo hicimos en las mesas que tenía, en una pequeña plaza sin ruidos, una tasca. Éramos lo únicos turistas. Cenamos como boas. Unas lonchas de mortadela sublime, junto a encurtidos con su pizca de vinagre, una pasta en tirabuzones con almejas y ajo y unos salmonetes a la plancha geniales, todo ello con cinzano para los aperitivos y un vino blanco helado de Orbieto para los platos principales. Mi Pablo comentó alegre: -

“Una cena cojonuda y encima barata”-

Fuimos dando un paseo hasta la plaza de San Marcos, nos volvimos a sentar en un terraza , a tomar café, y darle al negroni. Se empeño en pagar mi marido, así que camino del hotel donde nos esperaba la góndola, Carlos compró dos botellas de champagne , pidió en la conserjería que le dieran un cubo con hielo y cuatro copas, y así armados fuimos hacia la puerta donde nos esperaba la góndola. Pasear en góndola en Venecia durante una hora bajo la luna, recorriendo los canales, un mundo de romanticismo y aventura, un vivir una fantasía de amor, así me sentía con el brazo de Pablo sobre los hombros, recostada en su pecho, jurándome que siempre le amaría. Pero al tiempo, calentándome al pensar en la noche que me esperaba. Sentía los ojos de los argentinos sobre mí, yo de vez en cuando les devolvía la mirada cuando bebíamos el champagne. Notaba que me estudiaban como una boa a una conejita, para devorarme, y me ponía cachonda, no podía evitarlo. Cuando regresamos al hotel, había caído una botella. Al llegar a la habitación compartida, Carlos propuso acabar la segunda botella. Teníamos las puertas abiertas, era un espacio grande. Descorchó y puso la radio. Era música para bailar agarrados. Brindamos por los cuatro y Silvia se abrazó a su marido comenzando a danzar. Pablo y yo les imitamos. -

“Un poco de morbo”-

ordenó la argentina a los hombres- “

Quitaros las chombas”-

No sabía lo que estaba diciendo, pero cuando Carlos se quitó el niki , mi marido le imitó. Bailar pegada al pecho desnudo de Pablo me excitaba aun más de lo que ya estaba. Lo hicimos dos piezas, Silvia se separó de su marido, me miró a los ojos y me dijo-

“ Ahora nos toca a nosotras”-

Sin ningún pudor se quitó la camiseta, yo decidí no quedarme atrás. Y las dos con el torso desnudo, quedamos ante nuestros hombres que nos abrazaron para volver a bailar. Yo sentía que estaba con el coño empapado, el roce de mis pezones erectos contra el vello del pecho de Pablo, el hacerlo junto a otra pareja, era un subidón de libido, que me hacía esperar el paso siguiente, expectante y ansiosa. Nos separamos, volvimos a llenar las copas, la bebida estaba helada. Nos mirábamos, no sabía lo que iba a ocurrir a continuación, sólo tenía claro que quería follar. -

“ Ayer nos espiaron cuando cogíamos, nosotros a ustedes también. … Es una tontada no seguir disfrutando juntos.....No me mires así, Pilar... no digo que Carlos vaya a cogerte ni yo a tu marido..... lo que creo es que podemos seguir los cuatro...bailando.....besándonos …. acariciándonos … y haciendo el amor. No vale la pena irnos corriendo cada uno a su nicho...sigamos la noche juntos...”-

y chocó su copa con la mía, después, con Pablo y luego con su marido. Fue Pablo el que dijo : - “

Pues a ello”-

tirando de mí hacia él.

Silvia se interpuso y le susurró con un guiño -

“ Espera un poco, que nos queda un par de bailes para animar la noche”-

Y me tomó de la mano, agarrándome para danzar, no pude evitarlo, me encontré en sus brazos, la música nos llevó. Yo creí morir de deseo, sentía sus senos contra los míos, el rozar de los pezones, cada vez más duros, aunque ya era imposible tenerlos más excitados. No podía retirar mis ojos de los de ella, que chispeaban alegres y juguetones. No estábamos pegadas, solo piel con piel, cada vez más caliente.

Cuando acabó la pieza, apenas nos separamos, estábamos una frente a la otra, respirando agitadas.

-

“ Mira lo que han hecho lo chicos”-

me comentó risueña. Carlos y Pablo se habían quedado en calzoncillos, que estaban levantados por las pollas erectas. -

“Ahora nos toca a nosotras”-

Y al ritmo de la música que seguía saliendo de la radio, se desabrochó el vaquero, yo la imité, y despacio les hicimos un semi strip- tease , quedándonos en braguitas, agarradas de la mano..... Y explotamos. Nos empujaron a la cama, Pablo me separo la leve tela que me cubría el coño y sacando la pija , me la clavó de un golpe. Levanté las piernas para sentirle más hondo y comenzó a bombear como un loco,me vine, no podía aguantar más , cogida de la mano de Silvia los espasmos me sacudieron mientras la leche de mi marido me inundaba. La argentina comenzó a gemir como una posesa al correrse. Estuvimos un rato con los hombres encima de nosotras, liberada la enorme tensión acumulada durante todo el día. Fue Silvia la que primero se movió tirando de mí. -

“ Anda , vamos a lavarnos la concha , mientras se nos recuperan”-

Fuimos al baño, se sentó a horcajadas en el bidet y se lavó el chocho depilado, yo la imité. Me ayudó a levantarme y me besó en la boca. Me quedé de piedra, me volví a calentar. De la mano, totalmente desnudas, entramos en el dormitorio, nos esperaban igual nuestros chicos, de nuevo estaban empalmados.

-

“ Venid acá.”-

Carlos tenía lo voz ronca por el deseo.

-

“Ahora vamos, pero como ya la leche rápida ha salido, probemos a hacerlo despacio. Anda, Pilar, que nos cojan a la cucharita”-

Se tumbó en la cama, de costado, con el culo hacia fuera, y me hizo señas que la imitara. Me puse como ella, estaba cachonda perdida, avergonzada, pero en la que el humor de mi compañera, la convertía en una diversión , en una aventura para recordar toda la vida.

Pablo se ha quedado adormilado al sol sobre el pareo. Le miro con un enorme amor, siempre ha sido un tipo excepcional, capaz de todo, de dar placer, abierto como demostró aquella noche, y leal. En Venecia se dio cuenta que yo o era la niña mojigata que podía ser por mi educación y mi ambiente familiar. Porque aquella noche me vio gozar como una golfa y perder todas mis trampas. Silvia me tomó de la mano, fijó su mirada en mí. Seguro que quería saber lo que sentía al ser penetrada por mi marido, por lo menos era lo que yo pensaba. La cabeza de su verga tanteó mi coño mojado y se fue deslizando en mi interior. Carlos hacía lo mismo a su mujer. Ninguna cerró los ojos, en los que se reflejaba el placer de sentir la polla llenando la vagina lubricada. Al meterse con nosotras en la cama para follarnos, nos habían empujado hasta casi dejarnos pegadas. Silvia estiró el cuello y me dio un beso, dulce pero perverso. Esa vez no fui tímida y se lo devolví metiendo la lengua. Cogió mi mano y la llevó a su teta. Tenía una piel suave, elástica a mi caricia, plena de vida. Fui yo la que le llevó su mano a mi pecho. Decidí imitar los que me hiciera, ella era la sabia, la experta, la maga. Sobó y sobé, pellizcó los pezones y los pellizqué, repetía lo que ella me hacia. Las dos teníamos una sonrisa en los labios como niñas que juegan al espejo. Mi marido me había puesto las manos en las caderas y cada vez empujaba más fuerte y más rápido. Silvia colocó su mano libre en el triángulo de mi pelvis y con dos dedos llegó a mi clítoris erguido, yo también busqué su botón rosado. El ser follada por Pablo y masturbada por Silvia era estar en un séptimo cielo. Me fui dos veces siempre sin cerrar los ojos, para que la argentina supiera cómo gozaba. Pablo soltó su semen, Carlos también se corrió. Nos quedamos tumbados, apretados en la cama. Poco a poco las pijas perdieron dureza y salieron de nuestros coños. Estábamos muertos , nos quedamos dormidos los cuatro. Estaba amaneciendo, apenas un rayo de luz se filtraba por las cortinas cerradas, una mano me sacudió el hombro. Era Silvia. Estábamos con las piernas entrelazadas,me di cuenta que en mi muslo había restos del semen de su marido y que ella volvía a estar mojada a base de restregarse en mi pierna. Yo la imité, me encantaba masturbarme así. Y fui yo la que empezó el beso, un beso en que nos entregábamos mientras nos vinimos pajeándonos. - “

Vamos a dar una alegría a los chicos”-

me susurró al oído. Con señas me indicó cómo seguir. Pasé mi brazo sobre ella y agarré la polla de Carlos mientras ella hacía lo mismo con la de Pablo. Sólo había tocado la pija de mi novio, aquella era un poco más delgada aunque en descanso parecía algo más larga. Chipi- Chipi- se la meneé bien meneada, hasta que se empezó a poner dura. - “

Ahora”-

me ordenó y cada una se dedicó a su marido. Abrieron los ojos y antes de que dijeran nada, dos amazonas les cabalgaban. Yo seguía el ritmo de mi compañera, imitando todo lo que hacía , tocándome los pezones y ….descubriendo el placer de masturbarte mientras te follan. Cuando ella empezó a acariciarse el clítoris, dejándolo un poco al descubierto, la imité y creí morir de placer. Con decir que me vine dos veces antes de que Pablo acabara. - “

Pablo ¿ has visto que dos putitas tenemos ?”-

Era la primera vez que me llamaban putitita pero debo reconocer que me encantó. -

“Pues las putitas se han ganado un descanso. Así que chicos id a las camas pequeñas, y dejarnos dormir un poco. Antes de que cierren el desayuno nos avisan”-

dijo Silvia y se dio la vuelta cerrando los ojos.

Ellos se levantaron, dejando toda la cama para las dos. Era algo menos de las nueve cuando me desperté, Silvia estaba despierta a mi lado.

- “ Los hombres han bajado hace diez minutos, me han despertado al cerrar la puerta

.”- me dice mientras me mira cómplice-

“ ¿ Lo has pasado bien?. Tienes madera de gata viciosa. ¿ Nunca antes has hecho una cosa parecida?”- - “ No, y me ha encantado”-

no pude por menos de aceptar. - “

Hay que poner morbo en la pareja. Hacer sólo lo que una quiera, yo me hubiera cogido a Pablo, pero sé que no te hubiera gustado y a tu marido mucho menos que Carlos te hiciera el amor........ ¿ y se la has mamado?.Veo que no por la cara, así que...tampoco te ha roto el orto...darte por culo...Pues a chuparla ya puedes empezar a aprender y practicar y ...lo del culo ….úsalo para alguna ocasión especial. Y tampoco has estado con otra mujer, y eso que tienes aptitudes...¿ No te han comido la concha?”-

Yo la miraba con ojos como platos, asombrada de su lenguaje descarado, debía mover la cabeza diciendo no, porque me empujó hasta dejarme tumbada, me abrió las piernas y ..

Antes de que me diera cuenta y con un -

“Esto último lo vamos a arreglar”

se lanzó sobe mi coño a lamerlo, besarlo, comérselo. Me agarró de sorpresa, la más maravillosa de las sorpresas, enseguida me estaba retorciendo de placer. Era una delicia, me llevaba al paraíso y cuando se ocupó de mi clítoris chillé. En ese momento sonó el teléfono. -

“Son las 9 y 10 , cierran a las 10 y seguro que tardan en ducharse”-

Era la voz de Carlos, cegada y chorreante de placer, apenas pude decir: - “

Gracias, ahora nos ponemos en marcha

-” y a continuación , tras colgar-

“ Silvia, ¡ por favor, sigueee! . No pares”-

Y no paró hasta que me llegó un orgasmo como una explosión atómica. -

“ Niña, vos valés para el sexo. Sos divina”-

me dijo besándome en la boca.

Nos duchamos, nos vestimos con el uniforme de camiseta , vaqueros y sandalias y bajamos, desayunamos y volvimos a la calle.

Hicimos museo, calle , canales y comida en San Marcos y acabamos en Murano. Estábamos felices y se notaba. Ellos compraron un juego de copas , completo, precioso, y unas lámparas y como dos señores, pidieron que se lo mandaran a Argentina. Al salir, Silvia se quedó atrás conmigo, el de la tienda nos llevó a un reservado, allí nos mostró lo que le había dicho mi amiga: Una polla maravillosa de cristal. Era una delicia verla. -

“Envuélvala bien para que no se rompa, que tiene que viajar en coche”-

mientras el hombre lo hacía mirándonos con ganas de echarnos un polvo, Silvia me dijo al oído-

“ Es un regalo para que te alivies sola o practiques cómo chuparla”-

Volvimos camino del hotel, estábamos tristes, tocaba despedirnos, ellos se marchaban en tren hacia París. No tardaron nada en hacer las maletas

,

les acompañamos a la estación,

viajaban en coche cama, tomamos un café en el bar. - “

Ha sido un placer conoceros”-

dijo Carlos, poniéndose serio-

“Hoy tienen la habitación pagada . Disfrútenla y acuérdense de nosotros …. La verdad , gatita, que me hubiera encantado cogerte . Sos un bomboncito, ...pero este moro de marido tuyo me hubiera capado...”- - “Oye, que yo también hubiera follado a tu mujer , que está como un pan”-

contestó, con una sonrisa Pablo-

-

“ Otra vez será. No ha estado mal lo que nos pasó. Gracias por todo”-

Les acompañamos por el anden hasta su departamento. Silvia besó a Pablo en la boca, un beso largo, de pasión. Carlos hizo lo mismo conmigo. Fue bueno y perverso. Silvia y yo nos quedamos una frente a la otra, nos miramos, miramos a nuestros maridos y nos fundimos en una abrazo con un beso lujurioso.

No nos dijimos nada, no hacia falta. Nos quedamos en el andén hasta que el el tren salió. Después volvimos en vaporeto al hotel. Una extraña sensación se había instalado entre los dos. Íbamos callados , de la mano. -”

¿ Qué te ha parecido?. ….Ha sido muy fuerte..”-

fui yo la que rompí el muro del silencio. No sabía cómo decirle que me había gustado, que me había hecho más mujer, que había roto con tabús de toda mi educación represora. -

“No pensé que eras así.....tan abierta....tan...liberada. Pero me ha encantado”-

me respondió, parándose y dándome un beso, en el que se mezclaron el deseo y el cariño. -

“Yo tampoco sabía cómo eras tú ...ni que yo era capaz de hacer lo que hemos hecho. Pero es bueno...¿ te hubiera gustado tirarte a Silvia?”- - “Si, está buenísima. ...Y a tí, ¿ follar con Carlos?

”- - “

No”-

mentí, me hubiera encantado, estaba como un pan y era un golfo total-

“ Lo que nunca pensé es que me iba a pasar los que me pasó con otra mujer. ...Pero por qué no vamos a cenar algo ligero y ….nos vamos al hotel a hacer el amor.....Quiero hacerte una mamada...Nunca lo he hecho y debe ser ….Uauuuu”-

Mi sonrisa de oreja a oreja era toda una invitación, una ración de pizza y una botella de vino y estábamos en la habitación.

No quería desnudarme como el día anterior, ahora todo era nuevo, así que mientras el cerraba la puerta yo me quité los vaqueros, me miró con sorpresa. -

“Mira y admira y no te desnudes”-

le susurré viciosa. Me bajé la braguita, levanté los brazos para que me viera bien el coño y comencé a moverme como una bailarina árabe, mientras me iba quitando la camiseta. Mirándole a los ojos fui hasta él, me arrodillé y le abrí la bragueta. Tenía la polla dura, la saqué y me la metí en la boca. Puse mi mejor voluntad ….hasta que un chorro de leche me llenó , lo tragué, no tenía mal sabor. Pablo se desnudó, yo le esperaba en la cama, como una tigresa ronroneante, la mamada se la había dejado gorda, grande pero semifloja, se acostó a mi lado y comenzó a acariciarme, lo sabía hacer, le agarré la pija y se la meneé. A chuparla tenía que aprender, pero haciéndole pajas era una maestra. Se le puso como una piedra y follamos en todas las posiciones, él arriba, yo montada, a cuatro, una y otra vez hasta quedar agotados y dormidos.

Al día siguiente emprendimos el camino de regreso, íbamos

camino de la Costa Brava , yo jugando con la pija de cristal en la boca, aprendiendo a mamarla. Pablo, calentándose con mis estudios, decidimos parar cuando vimos un cartel de camping naturista. Él no aguantaba más, quería follarme, yo andaba con el mismo deseo y eso de naturista, prometía.

Todo dios estaba en pelota picada, nos quedamos con ojos como platos, montamos la tienda, entramos y jodimos, se la chupé para comprobar el adelanto de mis estudios y volvimos a follar.

Salimos como los demás habitantes del lugar, sin ropa, era tarde el sol ya no calentaba, pero lo primero que hicimos es comprar un protector para lo que nunca había andado al aire. Y allí, nos quedamos dos días, y nos aficionamos al nudismo .

Una pareja mayor viene andando tranquila por la orilla, más cerca de los 80 que de los setenta, desnudos, las carnes flojas, doradas, con ese color de los nórdicos. Me encanta verles, sin prejuicios, tranquilos, felices, gozando de un sol que no tienen en su tierra.

Miro la hora, es momento de ir a comer. Tiro de mi galán y me pongo la parte baja del bikini y el pareo, él su traje de baño y camiseta. Tenemos mesa reservada, nos conocen, tanto que saben que vamos sin dinero y pagaremos a la noche cuando no hallamos estado en cueros en la playa. Si llevas la cartera, no puedes estar tranquila.

Un tomate con su aceite de oliva, unos gambones rojos y un pescado a la sal, ese va a ser nuestro almuerzo, con un barbadillo bien frío.

Estamos comiendo , casi sin hablar, yo tengo la mente en los años pasados juntos, cuando se acercan dos mujeres en la treintena, son guapas, y saludan a mi marido.

-

“ Pablo, ¿ te acuerdas de mí? . Soy Marga Cifuentes, me distes clase en el instituto. Gracias a ti, entendí la física y las mates y acá me tienes una señora ingeniera. Esta es mi amiga Marta”-

Es una escena que suele ocurrir, gente joven le saluda , les ha dado clases , y parece que le recuerdan con cariño. Es que se ha sido catedrático y director de instituto, no al principio, que cuando volvimos a Madrid, siguió dando clase con los curas y en la academia, mientras yo......llevaba mi embarazo...mi parto...y acaba la carrera. Porque llegué preñada del viaje de novios, dí a luz antes de terminar el curso, y pude aprobar con la ayuda de Bea que me pasó apuntes. El nieto cambió a mis padres, hasta el punto que no había quien se los quitara de encima. Eso sí, me permitía acudir a la Universidad en cuanto pasó de la teta al biberón. Cuando se van , tras despedirse con un beso, oigo como Marta le dice a su amiga: -

“Tu profe sigue siendo un guaperas, un galán maduro”- “Cuando nos daba clase , estaba buenísimo”-

Pienso en si me la habrá pegado con alguna jovencita en los años que llevamos de pareja, la tentación ahí estaba. Mientras tomo el café se lo pregunto, el tema siempre me ha rondado la cabeza:

-

Cariño, ¿ Has estado con otras mujeres?. Dime la verdad, ya ha pasado el tiempo y no me voy a poner celosa. Pero tantas chicas a tu alrededor...”- - “No, contigo he tenido todo lo que he querido en mi vida. …..Sólo estuve con Bea, y porque los dos decidimos ayudarla......Pero , y tú, mi maciza y fornicadora esposa, ¿ has estado con alguien?”- - “No, has sido el único hombre de mi vida, follatore maravilloso”-

le contestó mintiéndole.

Continuará.