Quisiera volver a verte

Este es el relato de un delicioso encuentro cuando ayudé a alguien a cambiar una llanta

QUISIERA VOLVER A VERTE…

Hace muchos años, tuve a mi lado a la criatura más tierna que pude haber encontrado, lo conocí casualmente cuando salí de un bar un viernes por la noche, estaba tratando de cambiar una llanta de su auto, ¿su nombre?, lo llamaré “Pitt”, me ofrecí para ayudarlo y aceptó con gusto:

  • Gracias por ayudarme, nunca he cambiado un neumático y se me hace difícil – comentó.

  • Pues no es nada del otro mundo, solamente tienes que aflojar las tuercas, colocar el gato, poner la llanta buena, apretar un poco, bajarlo, darle un apretón a las tuercas y ¡listo!

Realmente lo hice en poco tiempo, luego de terminar se ofreció a llevarme hasta mi casa:

  • Gracias por sacarme del apuro, en verdad no sabía que hacer, si gustas te llevo hasta donde vayas – el ofrecimiento lo hizo con un tono que no podía rechazar.

Como no tenía auto y vi que casi no pasaban taxis, acepté que me llevara:

  • No es muy lejos de aquí, de todos modos espero no desviarte mucho.

  • ¡Para nada! – Fue su respuesta inmediata -, lo menos que debo hacer es transportarte a casa, me llamo Pitt

  • Mucho gusto – dije sin estrechar su mano debido a lo sucias que estaban -, yo me llamo M…

Sonrió y me pareció la mejor sonrisa que pudo expresar, luego me pidió indicaciones para llegar a mi hogar, en el trayecto me comentó:

  • Yo vivo muy cerca, estoy exactamente a 2 calles de casa, ¿gustar ir a tomar algo?, un café o una copa por la molestia que te di – nuevamente utilizó el mismo tono en su voz, no aceptaba una negativa como respuesta -, ¿qué dices?

Como ya era tarde, pensé en tomar algo y que luego me iría, ya estaba muy cerca de mi casa y podría fácilmente irme a pie:

  • ¡De acuerdo!, solamente que me voy rápido porque mañana tengo un compromiso ineludible.

Giró a la izquierda en la primer esquina y detuvo la marcha del coche a la mitad de la cuadra, su semblante era alegre, creí que por haber salido del apuro tan pronto, después sabría el porqué.

  • ¡Llegamos! – Comentó -, vivo en el apartamento de abajo, no quisiera quitarte mucho tiempo, ¡pasa por favor!

Abrió la puerta y pasamos a la sala, pequeña pero elegante, los sillones cómodos y de tela suave, se disculpó conmigo por no haberme indicado dónde podía lavarme las manos, me llevó hacia el baño y entrecerró la puerta.

  • Voy a prepararte algo de tomar – escuché su voz mientras se alejaba.

Lavé mis manos, sacudí el polvo de mi ropa y regresé a la sala, tomé asiento y él regresó con dos vasos sobre una charola pequeña, me ofreció uno y, tomando el otro se sentó del otro lado del sillón:

  • No sabes lo angustiado que estaba ahí sin saber que hacer, realmente llegaste como caído del cielo, no sé que hacer para agradecértelo – el tono estaba cambiando, se notaba algo más femenino.

  • Lo único que deberías hacer, es que cuando tengas algún problema me llames a mi celular, y si puedo con gusto iré a ayudarte – como noté su voz, comencé a pensar que tendría sexo con él, aún no sabía su tendencia sexual pero su bella cara y su forma tierna de ser me estaban comenzando a gustar.

  • ¿De veras?, te estás portando de lo mejor conmigo – se acercó a darme un abrazo después de anotar mi número -, ¡gracias por ser así conmigo!

El abrazo se prolongó más de lo debido, lo apreté fuertemente y no dejé que se soltara, acerqué mi boca a su oído derecho y le soplé para ver su reacción.

  • ¡No me hagas así que me caliento! – fue su respuesta.

Seguí con el abrazo y decididamente lo besé en el cuello, noté que su respiración se agitaba, me apretó aún más y me acarició la espalda suavemente, subí un poco para lamer su lóbulo, su reacción fue inesperada, se separó de mis brazos, retrocedió un poco y dijo:

  • ¡Para, para!, no quiero que pienses que andaba buscando sexo fácil, me gustan los hombres pero no quisiera que me consideres como una loca – ahora su voz era fingida, su tono era una octava más alta y parecía realmente de mujer.

Me quedé desconcertado por unos instantes, recobré la seguridad y lo tomé de las manos, las acaricié tiernamente y le dije:

  • No voy a pensar nada malo de ti, lo que quiero es que sepas que me gustaste mucho, eres muy terno y te has portado bien conmigo, si no quieres nada conmigo, con solo pedirlo, me retiro.

Dejó que mis dedos recorrieran sus manos, estuvo en silencio unos momentos y, a poco, me respondió:

  • Discúlpame, es que a veces solo me quieren para saciar sus instintos y me usan únicamente como juguete sexual, he tenido muchas malas experiencias y por eso reacciono de esta forma.

  • No te sientas mal por lo pasado, son cosas que van formando el carácter de las personas, no todos reaccionamos igual, te entiendo…

Al terminar de decir esto me levanté para dejarlo solo y me dirigí hacia la puerta, se puso de pié y me alcanzó, me abrazó por la espalda y, recargándose sobre mí comentó:

  • ¡Lo siento!, me porté muy brusco, no quisiera que te fueras aún.

Di la vuelta para mirarlo a los ojos y sin mediar nada, echó sus brazos alrededor de mi cuello y me besó delicadamente en la boca, lo abracé para pegarlo a mi cuerpo y sentí un temblor casi imperceptible que lo invadía, la caricia, antes tierna, se transformó paulatinamente en apasionada, nuestras lenguas buscaban dominarse mutuamente, el espacio entre nosotros se redujo a nada, mis manos empezaron a recorrer su cuerpo, él solamente acertaba a dejarse llevar por el torrente de sensaciones, cuando al fin nos separamos, solamente se dirigió a una de las habitaciones dejándome excitado y sin saber que hacer, ¿debía seguirlo?, ¿quizá debería irme?, la respuesta no tardó en llegar, escuché que me decía:

  • ¡Espérame unos minutos!, no me tardo, no te vayas aún.

Me senté para esperarlo y al cabo de unos momentos, regresó transformado en mujer, 22 años, medía 1.70, delgado, piel blanca y tersa, nalgas paraditas aunque pequeñas, lampiño y con un rostro de muñeco, si fuera realmente mujer sería muy guapa, me sorprendió la rapidez con la que se cambió, llevaba peluca, se había maquillado, rápidamente pero con elegancia, portaba una blusa roja ajustada, minifalda negra con medias y zapatillas del mismo color, giró para que pudiera apreciar su atuendo y preguntó:

  • ¿Cómo me veo?, espero que te guste porque lo hice de prisa y no quiero decepcionarte, contéstame sinceramente.

  • Luces muy bien, hasta me atrevería a decir que te ves sexy, ¿podrías girar de nuevo para verte bien?

Nuevamente repitió el movimiento, solo que ésta vez lo hizo lentamente y moviendo su cuerpo en forma sensual, se agachó cuando estaba de espaldas hacia mí y me mostró que llevaba liguero, la minúscula falda apenas cubría los broches que detenían sus medias, continuó con la vuelta y, poniendo sus manos sobre la cintura, inquirió:

  • ¿Cuál es tu decisión?, ¿luzco bien o no? – preguntó mientras me daba un furtivo beso.

No respondí nada, solamente me acerqué a él y lo abracé enérgicamente, el beso que le di, resultó mucho más ardiente que los anteriores, mis manos se posaron sobre las nalgas y lo atraje hacia mi erecto pene, sintió mi grado de calentura y se restregó contra mi pubis, la temperatura llegaba al máximo, alcé la pequeña faldita para pode tocar sus redonditas nalgas, me desabotonó la camisa, siguió con mis zapatos y pantalón, dejándome solamente en trusa, me indicó que me sentara, para luego, poner música suave e incitante.

  • ¡Con ustedes, la reina del srtip-tease, Pitt!

Al decir esto, se paró al centro de la sala y bailó un poco para mi, sus giros y movimientos hacían pensar que estaba siendo penetrado por algún amante invisible, se despojó poco a poco de sus ropas las cuales me arrojaba en la cara, parecía realmente toda una experta en el arte del desnudismo, siguió hasta quedar con un coqueto sostén transparente, su minúscula tanga, y el liguero, volteó hacia el lado contrario al que me hallaba y se agachó hasta tocar con las manos el piso, luego, movió su trasero como si estuviera recibiendo en sus entrañas un rico garrote, se dio una nalgadas y me invitó:

  • Puedes tocar, besar y lamer lo que se te antoje, esta noche me vas a tener para complacerte en todo.

Para ese momento mi arma estaba a mil y pugnaba por escapar de mi trusa, la que, más que contenerlo, acentuaba su tamaño y grosor, me acerqué a Pitt, lamí y acaricié su espalda, bajé lentamente hasta encontrar sus caderas, la atraje hacia mi pene y ella se frotó gustosa contra mí, pasé mi mano hacia su sexo y, superficialmente, acaricié su flácido pene, desabroché su brassiere para poder lamer sus oscuros pezoncitos que contrastaban con lo blanco de su piel, gimió en cuanto sintió mis mimos sobre su pecho, sin dejar de lamer  y morder, fui bajando lentamente la tanga hasta donde alcanzaron mis brazos, Pitt cooperó para lograr mi objetivo, el pequeño pene, al quedar libre se balanceó un poco mientras ella movía sus piernas hasta lograr que la tanga cayera al piso, seguí bajando lamiendo y besando si piel hacia abajo, cuando tuve a mi alcance su miembro, pasé mi lengua por el glande, luego lo metí en mi boca y succioné para ver si podía levantarlo, cosa que funcionó, pasado un rato, estaba ya de buen tamaño y grosor, detuvo mis mamadas para hacerme lo mismo, según dijo. Bajó mi trusa y me dio una fenomenal mamada, las chupadas que me dio me hicieron arquearme y jadear, su lengua exploró a sus anchas todo mi caramelo, Pitt puso especial atención en mis bolas, las metía alternadamente en su boca para jugar con ellas y su lengua, sentí que si no la detenía, iba a inundar se leche su boca, ¡prácticamente me dio la mejor mamada de mi vida!. La detuve y le dije:

  • ¡Déjame hacerte mía!, quiero cogerte para que gocemos lo más que se pueda.

  • ¿Cuánto me deseas? – preguntó con el rostro enrojecido por la excitación.

  • ¡Tanto que si pudiera, te haría el amor toda la noche! – respondí con voz entrecortada.

Por mi respuesta supo que estaba al máximo de calentura, mi reata parada a tope y mis testículos llenos de semen listo para bañar a Pitt, sin decir nada, me entregó un condón, se acostó boca abajo sobre el sofá y abrió las piernas, abrió con sus manos la zanja entre sus nalgas para dejarme ver su rosado culo, la visión que tenía frente a mí, me enardeció aún más y, tomando mi lanza, la enfundé en el látex y la dirigí hacia la estrecha abertura que esperaba ser penetrada, el primer intento resultó fallido, para ayudarme me pasó un lubricante con aroma de fresas y suplicó:

  • Lubrícalo bien para que puedas hacerme tuya, no quiero que lo hagas bruscamente, hazlo con delicadeza y ternura, deseo conservar este momento como algo bello en mi vida…

Su voz denotaba deseo, pasión y ansia de placer, vacié un poco del espeso líquido sobre el condón, luego unté otro poco en su anillo y metí el dedo para saber si estaba a punto, al sentirlo, gimió:

  • ¡Ay papito, que rico se siente!, no lo saques, déjalo adentro otro momento.

Obedeciendo a sus deseos, volví a insertar el dedo en sus entrañas, su esfínter se cerraba sobre el invasor, cosa que me excitó sobremanera pensando en lo que podría hacer con mi pene, pasados unos minutos, cambié el índice por mi ardiente espada, inicié la penetración sin dificultad, fui clavándola centímetro a centímetro para prolongar el goce de ambos, Pitt se puso de perrito para facilitar la ensartada, con un movimiento rápido, le dejé ir hasta el fondo mi caliente reata, soltó un ahogado grito, mezcla de placer y dolor, casi al mismo tiempo tomé su pene para masturbarlo, se repuso casi inmediatamente e inició un movimiento de cintura que no había visto antes, con mi verga clavada hasta adentro, se movía de arriba abajo, luego cambiaba de lado a lado para finalmente hacerlo en forma circular mientras yo entraba y salía de su rico ano, cambiamos de posición, me acosté sobre la alfombra y ella se montó sobre mí dándome la espalda, se clavó mi inflamado pene de un solo golpe, tan rápido fue el movimiento que sus nalgas rebotaron sobre mi vientre, puso sus brazos a la altura de los míos, estiró un poco las piernas y las apoyó bien para poder moverse, se arqueó para alzarse y poder continuar con la penetración, nuevamente agarré su pene y seguí haciéndole la paja, estando así, las embestidas aumentaron de ritmo, mi garrote entraba y salía de la estrecha cueva de Pitt de forma furiosa,  una especie de corriente eléctrica corrió a todo lo largo de mi ser, sabía que mi explosión de placer estaba cerca, acentué los movimientos de mi mano sobre su pene hasta que explotó, arrojando el río de leche sobre mis piernas, las contracciones de su esfínter comenzaron y no se detuvieron hasta que, poco después, inundé el condón con el torrente de leche que salía prácticamente sin cesar, se desmadejó sobre mi para recobrar el aliento, apretó unas veces más mi reata con el culo para exprimirla totalmente, quedamos varios minutos como estábamos, ella sobre mí, mi pene en su rica cueva, mi mano en su chile y yo sudando abundantemente. Casi al amanecer me llevó a mi casa y me prometió ponerse en contacto conmigo a mi número de celular.

La siguiente semana fui a buscar a Pitt, mi sorpresa fue mayúscula cuando supe que se había mudado de casa, jamás me llamó por teléfono, no me buscó en mi casa, tal vez solo fue la forma de agradecer mi ayuda en el momento el que necesitó de alguien, Pitt, donde estés quiero que sepas que jamás te olvidaré…

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

Fotografo7@yahoo.com.mx