Quisiera ser un juglar
Hoy se me ha ocurrido algo muy loco al despertar y pensé escribirlo en esta nublada mañana de viernes 15 de marzo del 2013. Cuando abrí los ojos y no te vi a mi lado te extrañé como el ciervo brama por las aguas.
Disculpen, queridos lectores, por no haber escrito desde hace un tiempo, pero el trabajo y algunas otras actividades me han agobiado de manera latente y hasta ahora he tenido un poco de tiempo de escribir algo… Incursionando, como en los dos anteriores, en lo erótico, más que en lo descriptivo… algo más light y meloso, pero espero les agrade.
Hoy se me ha ocurrido algo muy loco al despertar y pensé escribirlo en esta nublada mañana de viernes 15 de marzo del 2013. Cuando abrí los ojos y no te vi a mi lado… te extrañé como el ciervo brama por las aguas.
Mi primer pensamiento fue tu sonrisa. Esa parte de tu cuerpo, que es mi favorita. Esa parte tan tuya que requiero para inspirarme en decir lo que más quiero. Te amo y te deseo. No hay más.
Soñé contigo y me sorprendí sonriendo en el recuerdo de aquella fantasía de mi subconsciente. Un sueño mojado. Un sueño de ti y de mí, comiendo la fruta prohibida. Inmediatamente me vino a la mente esa frase que siempre dices: “estoy bien chafa”.
No lo entiendo… Si todo lo que eres… todo lo que me das… es simplemente idóneo para hacerte una canción y abrirte el corazón… y que nunca olvides que te quiero.
Sus formas siempre han sido perfectas, al menos para mí. Amo su sonrisa, su voz y la manera en que me toca. Así es ella. Perfecta. La más dulce de las mieles y la más hermosa de las flores.
Y me fascina verla desnuda.
Dado que estaba leyendo un libro genial sobre épocas medievales, me vino a la mente la figura del juglar e intenté ponerme en su posición y elogiar, como a nadie, ese cuerpo tan hermoso.
Y recuerdo aquella última salida. Fuimos a un hotel. Estabas con un vestido hermoso que dejaba ver esas piernas de infarto que tienes, aunque parecieras una niña. ¿Qué pudiera regalarte, que endulzara tu tristeza? Solamente te puedo ofrecer estas palabras y un amor que abre las puertas, además de mis disculpas por los errores que un mortal siempre comete… y también, si de algo sirve, estas manos que son tuyas por siempre… claro, si tú quieres.
Cuando te vi desnuda, acercándote a mí, quise ser como un juglar y poder componer canciones sobre tu cuerpo, recorrido por mis manos y mis labios hasta el cansancio. Cuando lo hago, me sorprendo en el camino, al encontrarlo tan perfecto: todo un mapa en movimiento. Es sin tropiezos… sencillamente exquisito. Me encanta beber de tu piel todo lo eterno; mi elixir de la vida eterna. Cada poro es hermoso y perfecto.
Me recosté en tus hierbas y bebí de tu manantial profundo, húmedo y travieso. Me encantaría poder hacerte algún poema sobre todo esto, pero no creo encontrar las palabras correctas para describirlo. Pero queda algún intento: este sueño y nuestra entrega…
Me fascina y me encanta tu cuerpo, tu mente, tu olor, tus formas, tus maneras, tu voz, tus gritos. El humedecer mi boca con tus labios es mejor que la más exquisita bebida y, al hacerlo, serían como dos caminos que se encuentran. Me encantaría cantar de tus caderas y esta extensa geografía… de toda esta historia del amor que siento, que es mi fuente de inspiración y no olvidar ni siquiera un solo punto de tu sendero… tan suave, tan tibio, tan intenso…
Me gustaría ser un juglar para narrar cuentos de tus paisajes y de tu piel de poesía… de todo este hermoso mapa de tu cuerpo, que al andarlo, lo deseo y casi muero… es toda una contradicción intentar salir de él… porque no lo puedo hacer por ningún medio.
Me encantaría poder hacer notas con tus cabellos y montar una canción digna de la mujer más bella del mundo y la única que ha logrado tanto… De la mujer que me enorgullece llamar novia.
Dame un beso que sepa a beso. Un beso, muchacha linda, que se deslice, por tu mejilla y, travieso, corra sobre tus hombros, sin prisa; que siga por tu torso tembloroso, pero dispuesto. Bellamente, muy despacio y tiernamente hasta tus senos. Suavemente y con mordiscos a tus pezones… paso a paso por tu abdomen… beso a beso por tu sexo. Que mis labios rocen tus muslos y se pierdan hasta la frontera de tus pies, pequeños y perfectos. Y desandar el camino una y otra vez…
Me encanta ser el único y feliz testigo de que este majestuoso reino se estremece al sentir mis dedos tibios y mis labios, secos… tan inquietos rozando el horizonte de tus pechos, valles y lagunas que conozco desde hace ya… algún tiempo…
Quiero decirte, que no aguanto más las ganas de llegar a la comarca de tu cuello y de decirte en estas líneas y muy cerca de tu oído: que TE AMO.