Quince deseos para Thomas (I parte)

A veces el amor y la razón no van de la mano...

QUINCE DESEOS PARA THOMAS…

El brillo de tus intensos ojos azules no dejan de rondar por mi mente, desde aquella mirada furtiva que por accidente o quizás por capricho del destino se cruzó entre ambos y que por fracciones ínfimas de segundos hicieron que un leve atisbo de miedo se me calara en el cuerpo, no solo hizo aflorar sensaciones tan desconocidas hasta entonces por mi, que aún no dejan de sorprenderme, sino que me hicieron conocerme un poco más.

Siempre había admirado de una u otra forma tu soledad, tu enigmatica personalidad y misteriosa manera de enfrentar todas tus emociones, practicamente somos dos completos desconocidos que comparten pocas cosas, entre ellas unas frias paredes y un pasado que no sabría como describir, ya que mi memoria tan frágil algunas veces me hace imposible recordarlas por más que lo intento, pero que doy por sentado que son tan hermosas como esos ojos y esa mirada de deseo que apreciamos entre nosotros.

Hoy, varios años después puedo aseverar con todo lo que esto conlleva que nunca me arrepentiré de lo ocurrido desde entonces, y este testimonio es lo único que tengo para compartir en tu nombre, por toda esa felicidad que me has dado…

Recuerdo como esa noche de aquel viernes llegaste cansado de tu trabajo, un poco más temprano que de costumbre, pasaste directo a tu habitación apenas saludando, por tu tono de voz asumí que no te encontrabas de muy buen humor ni ánimo para conversar, o a lo mejor porque nunca coincidiamos en casa. Quizás tomaste una buena ducha y descansarste, lo que si puedo decir es que aquel traje te sentaba muy bien, el tono azulado de tu corbata transmitía una elegancia que pocos hombres podian darse el lujo de presumir.

El teléfono sonó, me dirigí a responder, al levantar el auricular sin querer escuché tu conversación, al otro lado de la linea una voz muy femenina pero enfadada no paraba de gritarte todos esos improperios que me asombraron fuesen para ti. Con una sola frase culminaste esa charla, al cerrar la llamada saliste de tu habitación hecho una furia, yo aún no había dejado el teléfono en su lugar, me sorprendiste, no solo por eso, sino por el aspecto que traías, lo recuerdo como si fuese hoy, una diminuta toalla colgaba alrededor de tu cintura, tenías otra más pequeña agitándola alrededor de tu rubio cabello, si hubiese tenido una filmadora hubiese inmortalizado ese momento, nunca hasta ese entonces había experimentado un momento tan erotico a solas con un hombre.

No me comentaste nada sobre el teléfono, sabías que había escuchado todo y solo sonreiste, yo algo nerviosa respondí la sonrisa, preguntaste por mis estudios y extrañaste que estuviese en casa siendo viernes, dia en que casi todas las chicas de mi edad esperaban para salir con sus amigas, a lo que respondí que no había salido porque encontré trabajo y era los sabados, así que tenía que acostarme temprano. Tu curiosidad no fue más allá de una simple pregunta…

-¿Dónde?

-En una tienda, -respondí-, en un centro comercial del centro.

No indagaste más sobre el tema, ni yo tampoco di más detalles, me invitaste a sentarnos al sofa a charlar, me pediste disculpas por no estar nunca en casa, me explicaste que ser juez no era nada fácil, que estabas abrumado de trabajo, pero que si yo lo permitia pasarías más tiempo conmigo. Te dije que no te preocuparas por mi, que estaba bién, que te dedicases a tus cosas, enseguida abordaste el típico tema, que si tenía novio, si salía con algún chico de mi edad y todas esas cosas, recuerdo haberte dicho que no, porque era la verdad, después de cierto tiempo te levantaste y me diste un beso en la frente, habías acordadouna cita conmigo para el domingo al cine, me dejaste como encargo escoger la película.

Esa noche me costó conciliar el sueño, me preguntaba una y otra vez quien podia ser esa mujer, ¿una novia tal vez?, si era así ¿por qué no la habías traido a casa?, intenté no pensar más en eso y sin darme cuenta me quedé dormida. El sonido del despertador me sacó de la cama, de pronto me vestí y salí con mucha prisa a mi trabajo.

Ese día estaba en la vidriera de la tienda, lucía un coqueto bikini, ya que me habían contratado para ser modelo de vidriera, por lo que tuve que hacer una pequeña travesura, (te vuelvo a pedir perdon), firmé por ti la autorización para trabajar. No se en que momento giré la vista y te divisé parado muy cerca con el ceño fruncido en señal de furia, estabas muy bien acompañado, por lo cual sin explicación alguna yo tambié frucí el mio, sin reparos entraste a aquella tienda yf uiste directo donde yo estaba, me halaste de un brazo de manera bastante ruda, casi me cai al suelo, en un instante estaba en tus brazos y pude sentir un escalofrio en todo mi cuerpo.

Recuerdo tus palabras y aún resonan en mi mente…

-¿Qué haces en esa vidriera? ¿acaso te has vuelto loca?

Me quedé sin respuesta, mi jefe se aproximó a nosotros con la copia de mi contrato, sin mediar palabra lo tomaste por el cuello de la camisa y casi te vas a las manos, mis súplicas te calmaron un poco, te quitaste tu saco y me cubriste, sacándome de allí de manera súbita. Después de pocos minutos estabamos en tu auto, no articulabas palabra, tu ira aún no había desaparecido, no se en que momento dejaste a la mujer que te acompañaba, lo que si me percaté fue que ya no estaba.

En casa te encerraste en tu habitación, no saliste el resto de la noche, muchos años después me confesaste que no dejabas de recordar aquella imagen de mi cuerpo en la vidriera, tus pensamientos te hicieron odiarte por tenerlos, lloraste y tomaste la foto que tenías en tu mesa de luz, esa misma donde aparecía abrazándote, detrás de ti colgada a tu cuello, para entonces nada de mi estaba presente en esa niña, ni  esos pensamientos que te corroian el alma.

Te repetías una y otra vez que hasta para tu trabajo eso era algo sórdido, eras juez de menores, te encargabas de proteger los derechos de niños y adolescentes que eran abusados por adultos. ¿cómo un juez de tu trayectoria y vocación iba a sentir eso?, eso también bastó para darte cuenta que eramos eso, dos completos extraños y que a pesar de no ser un mujeriego descarado tampoco eras un santo, y evaluaste como te dedicabas a salir con mujeres de todo tipo mientras yo me hacía una  completamente apetecible para muchos.

Yo en cambio me encerré en mi cuarto, estaba muy avergonzada de que me hubieses visto en esas fachas, pero también para mi sorpresa furiosa, sí, por verte cogido del brazo con esa fulana, porque seguramente eso era, una fulana que no buscaba otra cosa que una vida cómoda a costa tuya. Me duché, me vestí con mi pijama y salí de mi habitación hacia la tuya, claro después de pensarlo mucho, al llegar allí, levanté mi mano con intención de tocar la puerta, pero no tuve valor para ello, más que miedo a ser reprendida, sentía miedo de verte tan cerca, me devolví a mi cuarto, me recosté en el suelo pegada de la puerta, estaba sentada con mis rodillas levantadas y mis brazos descansando en ellas, no había pasado mucho rato cuando sentí unos pasos muy cercanos que se detuvieron delante de mi puerta, no me moví para no hacer ruido alguno, pero de pronto desaparecieron en la lejanía, solo el crujir de la madera permitió que supiese que te habías ido.

Los dias fueron pasando con normalidad, yo iba al colegio, eran los examines finales y estaba por terminar el año, una tarde venía de regreso a casa, ese dia mi amiga Sara no me acompañaría debido a que debía presentar un exámen que llevaba retrasado, al salir de la puerta del colegio vi tu auto deportivo negro parado a un costado, y a ti recostado de el con los brazos cruzados, los lentes de sol que te protegian te sentaban muy bien, parecías un modelo de portada, alcancé a escuchar ciertos comentarios de algunas compañeras que venian detrás de mi, las cuales por lo que decían estaban derritiéndose de ganas por conocerte.

Me acerqué y unos extraños nervios se apoderaron de mi, me costó saludarte, solo pude esbozar una sonrisa media nerviosa, te quitaste las gafas y unos pocos instantes bastaron para mirarnos, ninguno de los dos la desvió, y apenas dijiste…

-¿Comemos juntos?

La voz se te entrecortó, pero disimulaste muy bien, sin darme tiempo de responder abriste la puerta del auto y me invitaste a pasar; tomaste mi mano para ayudarme a sentarme, asi como mi bolso, el cual pusiste en la cajuela por tener el auto solo dos puestos. Una vez dentro del coche ninguno de los dos articulaba palabra alguna, ese día como nunca el tráfico estaba pesado, no se si era eso ó si era la situación, lo que si estaba segura era de que me gustaba tu compañía, llegamos al restaurante y como todo un caballero me llevaste de tu brazo hasta mi lugar, la mesa estaba reservada, al parecer te conocian muy bien por la manera como te saludaban todos. Pediste para tomar una cola, quizás porque yo no podía tomar nada más y decidiste acompañarme, pero como nunca falta un entrometido ese día se acercó uno, nada más y nada menos que uno de tus conocidos, no digo amigo porque eso es una palabra bastante profunda, lo primero que te preguntó fue…

-¿Y esta preciosidad que te acompaña?

-Te presento a Thamy, -dijiste muy serio y cortante.

Aquel tipo me cayó como una patada en el estómago, la manera como me miraba delataba que era un vulgar, afortunadamente no era amigo tuyo. La comida estaba deliciosa, en medio de ella, una voz femenina interrumpió, no precisamente la charla, ya que ninguno de los dos hablaba, sino nuestras miradas y nuestros miedos que se veían reflejados en las pupilas, esa zorra se acercó como gata en celo recuerdo, te plantó un beso tan cerca de la boca que solo pude levantarme y pedir permiso, me dirigí al servicio con una rabia inexplicable que me consumía por dentro, me lave la cara, traté de refrescarme el mal humor como quien dice, pero ni un iceberg lo hubiese podido hacer, no se si hubiese sido preferible quedarme alli ó salir como en efecto hice, al salir te mire de pie a su lado tratando de safarte de sus brazos que colgaban de tu cuello, caminé directo a la puerta tratando de no ser divisada por ti, pero cuando pensaba que lo había logrado y estaba algo fuera del local una mano me tomo del brazo…

-No te vayas por favor, -como una especie de suplica.

-Es solo que no deseo ser inoportuna, -dije-, quizás tienes cosas más importantes de que hablar con esa zorra, perdón con tu amiga.

Tu sonrisa apareció al escuchar esas palabras, sin comentario alguno de tu parte, y yo solo pude decir…

-Es mejor que vuelva a casa, pero ire caminando, con eso me despejo un poco.

Sabias que estaba furiosa, que tenía ganas de cogerla por el cuello y sacarla por los cabellos de aquel sitio si hubiese podido, como una hembra que defendia a su macho, se que lo supiste desde el principio, lo que no podías adivinar que eso mismo sentirias tu en esos mismos instantes…

-Novia que sorpresa! -expresó una voz masculina.

-¡Hola novio! ¿qué tal?

Era mi gran amigo Andy, me decía novia desde hacía mucho tiempo y yo a él. Tu mirada se hizo como una especie de fuego, cambió de tonalidad, el azul de tus ojos se tornó más intenso. Quizás por mi inmadurez e inexperiencia quise devolverte la pelota, me despedí de ti y acepté irme con mi mejor amigo, después de que él te saludase muy cortésmente claro, pasaron las horas, mi telefono no paraba de vibrar, ya que lo había puesto en silencio, en un momento que me encontraba sola decidí atender, eras tú…

-¿Dónde estás?, -decías con un tono que no había escuchado nunca en ti-, ¿no has visto qué hora es?, ¡dime el lugar  para ir a buscarte!

Mientras te escuchaba, el altavoz del centro comercial hizo algunos anuncios, en esos momentos la llamada se cayó, no me dio tiempo de responderte, me senté de nuevo y para entonces se aproximaban Andy y su novia, acompañados de Sara, su novio y un hermano de éste; la reunion se tornó tan desenfadada que me olvidé del mal rato que había pasado en el restaurante, pero no dejaba de pensar en ti, al pasar algo de tiempo, una mano  bastante fuerte se posó en mi hombro, y la voz era inconfundible…

-¡Qué sorpresa encontrarte aqui!, -dijiste sarcásticamente.

-¡Sí!, cierto que sorpresa, -respondí de la misma manera.

Saludaste a los chicos y conociste a los que no habías visto nunca, cuando Andy te presentó a su novia, respiraste profundo, no se si se dieron cuenta, lo importante es que yo si pude hacerlo. Al ver a Sara con su novio, y mirar a su hermano solo, me imagine que millones de pensamientos pasaron por ti en fracciones de segundos, al poco tiempo de haber llegado con la excusa más tonta me pediste que te acompañase a casa, no se te ocurrió otra idea que decirme que necesitabas usar mi computadora porque la tuya se había dañado, y que aprovechando que nos encontramos por ‘CASUALIDAD’ fuese a casa unos minutos, que despues tú mismo me traerías., no me quedó otra que levantarme y acompañarte, una vez en tu auto se encendió una discusión de campeonato…

-¿Quién coño era ese?, ¿tú novio?, ¿te parece correcto estar a estas horas en la calle?, ¿a que hora pensabas volver  casa?

-¡Mira Thomas!, -respondí en voz muy alta-, tú no tienes ningún derecho a ofenderme, y si a ver vamos tampoco moral, ¿ó se te olvida lo que hiciste en el restaurante?

-¡Yo no hice nada!, solo me encontré una conocida y eso es todo.

-¿Conocida?, ¿ahora les dices así a las zorras que te rondan como buitres?,

¿Cómo crees que me sentí cuando la vi colgada a tu cuello?

-¡Como me sentí yo cuando me dejaste plantado!

Me abrazaste muy fuerte, mis lágrimas casi sin quererlo empezaban a salir poco a poco, recuerdo como levantaste mi rostro y me las secaste sin dejar de decirme que no llorase, porque eso era como un latigazo para ti, alli explotaste y no pudiste contener las tuyas…

-Estoy al borde del suicidio, -dijiste sin levanter la cara, estabas abrazado a mi, en esos instantes me asusté tanto que solo pude decir…

-Si te llegase a pasar algo, te juro que me mato Thomas, mi vida está en tus manos.

Esas pocas palabras lograrón calmarte, solo decias…

-Tranquila mi niña, nunca te dejaré sola, siempre estaré a tu lado.

Después de unos instantes de silencio, arrancaste de nuevo el auto, tomaste camino desconocido, al preguntarte donde ibamos me respondiste…

-A cualquier parte que nos haga cometer una locura.

CONTINUARÁ...