Quiero que te corras en las tetas de mi mujer

Un hombre tiene la fantasía de que un desconocido se corra en las tetas de su mujer mientras él mira. Esta termina siendo también la fantasía de su mujer.

“Quiero que te corras en las tetas de mi mujer”, así dice el anuncio que han colgado en una página de citas de internet. En las condiciones se indica que el candidato se limitará a magrear las tetas de la Mujer y que se tendrá que correr en ellas mientras el Marido contempla la escena. También se pide foto de cuerpo entero y del miembro del candidato. Por supuesto se exige máxima discreción, la Mujer lo merece.

Con estas condiciones van llegando los correos que la pareja examina juntos, descartando muchos y eligiendo algunos para una posterior entrevista. Después de una minuciosa criba, se quedan con unos cuantos para una entrevista telefónica. Esta entrevista eliminara a algunos más hasta que quedan dos o tres candidatos entre los que decidir mediante un encuentro personal.

Las entrevistas son satisfactorias hasta que aparece el candidato que estaban esperando. Lo deciden enseguida, por su forma de mirar, hablar, por cómo se mueve. En todo momento su actitud es serena y relajada, muy seguro de sí mismo. Esta calma llega al matrimonio haciendo que se sientan cómodos y tranquilos.

Lo primero que hace cuando se encuentran es clavar la mirada en las grandes y preciosas tetas de la dama. Para la ocasión la Mujer lleva una camisa negra ligeramente transparente, la abertura del escote permite ver el inicio de los prominentes pechos aprisionados en un sujetador también negro de encaje que se vislumbra a través de la transparencia de la camisa. La falda es de color crema hasta justo por encima de la rodilla que contrasta con sus torneadas piernas y sandalias de tacón negras.

Esa forma de mirar no paso desapercibida para ninguno, el Marido se siente satisfecho de cómo observa a su mujer, le gusta como otros hombres se fijan en ella. A la Mujer le recorre un escalofrío por todo el cuerpo que termina en sus pezones al notar esa mirada. El Invitado solo piensa en comerse esas tetas, succionar esos pezones que sabe que se alegraran de recibir su lengua y su boca.

Concretan todos los detalles del encuentro, pues tienen claro que él será su Invitado. El acuerdo se limita a hacer lo que quisiera con las tetas de la Mujer y después correrse en ellas mientras el marido observa la escena. El Invitado no

puede follarse a la mujer, al menos en este encuentro, pero si puede utilizar sus tetas a su antojo y ordenar lo que le plazca.

Desde ese momento el Invitado comienza a ejerce su papel de dominante, pide a la Mujer que se desabroche algún botón más de la camisa, para poder mostrar mejor sus grandes tetas. La forma en que lo dice, el tono de voz y la expresión hace que ella no se resista a sus palabras que le llegan directamente a la entrepierna.

La Mujer mira a su Marido mientras acerca las manos a los botones de la camisa buscando su aprobación. A él también le ha gustado la voz firme pero dulce con la que se lo ha pedido. Sin dejar de mirar a su marido desabrocha uno, dos botones de su camisa mostrando parte de su suculenta anatomía pero sin llegar a escandalizar. La camisa se abre hasta casi descubrir el borde del sujetador negro sobre sus pechos. El Invitado no puede apartar la mirada de la zona que acaba de descubrir para ellos la Mujer, se nota que es un apasionado de los pechos grandes. Le dice que se los quiere comer ya, pero lo dice que esa manera que suena a una orden más que a un deseo. La Mujer mira a su Marido, que asiente con la cabeza dando su aprobación.

Al llegar a la habitación cada uno se coloca en una posición que parece estudiada de ante mano pero que es fruto del deseo. La Mujer sentada al borde de la cama, el Marido en un sillón cerca de ella y el Invitado de pie entre los dos. Sin mediar palabra el Invitado posa una mano sobre la parte descubierta de los pechos de la Mujer. Esta mira a su Marido directamente a los ojos mientras siente la caricia en sus pechos. El Invitado suelta el resto de botones de la camisa hasta quedar totalmente abierta, mostrando los pechos aprisionados con el sujetador pidiendo salir. El Invitado sustituye su mano por su boca, para lamer y besar la parte de las tetas que el sujetador no cubre. La Mujer echa la cabeza para atrás sintiendo las caricias sobre sus pechos, erizando sus pezones bajo el sujetador.

El Invitado le pide al Marido que suelte el sujetador de la Mujer para liberar los grandes pechos y manejarlos a su antojo. Este acude presuroso para facilitar la labor del invitado en las tetas de su mujer que tanto le está gustando. Una vez soltado, el Marido aprovecha para pasar por su nariz el lugar donde antes estaban los pechos de su mujer, absorbiendo el excitante perfume a tetas de la prenda. Después vuelve a su posición sin soltar la prenda que tanto le excita.

Ante el invitado aparecen unos pechos generosos, de tacto suave, con una aureola grande ligeramente oscura, coronada por un prominente pezón cada vez más marcado debido a la excitación de la Mujer. La unión de las tetas, por el gran tamaño de las mismas, forma un profundo canal que invita a perderse en el. Ante semejante visión el Invitado queda hipnotizado, no puede más que acercar cada una de sus manos a un pecho para comprobar el tamaño y tacto de los mismos, sus

manos no llegan a abarcarlos. Los soba con pasión, recorriendo todo su gran volumen, con el dedo pulgar masajea el pezón para llevarlo a su máximo nivel de excitación. La Mujer mira como le tocan las tetas produciéndole gran placer al ser delante de su marido, que observa la escena con mucha atención.

El Invitado ordena a la Mujer que se eche para atrás ofreciéndole los pechos, pasea su lengua por uno de ellos mientras acaricia el otro. No podía acabárselos, con la lengua recorre toda la aureola hasta llegar al pezón, juega con el introduciéndolo en la boca, lamiéndolo, después lo muerde literalmente tirando de él. La boca pasa a la otra teta y se repite la operación, arrancando un leve gemido de la Mujer.

El Marido, que observa toda la escena, se saca la polla y se masturba despacio mientras con la otra mano acerca el sujetador de su mujer a la nariz para oler el aroma a hembra en celo que lo impregna.

La Mujer toma al invitado de la cabeza mientras este sigue chupando sus tetas. Con sus manos las junta formado un profundo canal entre ellas donde se dedica a lamer, llenándolo de saliva. Allí es donde va a alojar su polla y quiere que este bien lubricado. Le pide a la Mujer que libere su miembro, esta no tarda en acercar sus manos al pantalón del invitado soltando el cinturón y bajando la cremallera. A continuación le pide que libere su polla, la Mujer introduce la mano tomando el grueso pene.

El invitado sigue sobando las tetas de la mujer mientras esta se mantiene con su polla en la mano. Ahora le pide que se la acaricie, ella mira a su marido mientras mueve la mano con suavidad sobre la nueva polla, es mucho más grande que la de él. El invitado al darse cuenta se gira para que el Marido pueda ver como su mujer le pajea con la cara llena de lujuria, acerca se polla a la cara de la Mujer y le ordena que se la chupe. La Mujer mira fijamente al Invitado mientras se introduce la polla en la boca, despacio, pasando la lengua por el glande para después deslizarla hasta su garganta. Las lamidas son lentas y profundas, quiere lubricar bien esa polla. Con la polla del Invitado en su boca mira a su marido que está aumentando el ritmo de su masturbación.

Una vez bien lubricara la polla por la boca de la Mujer y con el Invitado muy excitado con la buena mamada que le está haciendo, este le pide que prepare sus tetas, que se va a masturbar con ellas hasta correrse. La Mujer deja de chupar, no sin cierto desagrado, la polla del invitado y se coge las tetas, cada una con una mano, juntándolas para formar un profundo canal. El invitado deja caer saliva antes de introducir su polla entre las tetas de la Mujer. El tamaño de la tetas oculta casi por completo la polla, la Mujer ejerce la presión correcta para sentirla en su totalidad ente sus pechos. Con las manos mueve las tetas haciéndole una tremenda paja al invitado que con sus jadeos indica el buen hacer de la Mujer, esta vuelve a mirar a su

marido. El Invitado colabora con leves y continuos movimientos de cadera para deslizar su polla por el canal que forman las tetas de la Mujer

La Mujer, a petición del invitado, acerca la lengua cada vez que aparece el capullo entre sus tetas para darle una lamida, esto lleva al invitado al borde del orgasmo. Después de unos minutos pajeándose con las tetas, casi está a punto de correrse, le pide a la Mujer que presione la polla con sus tetas para mover las caderas follándoselas. Con un profundo gemido empieza a correrse soltando un potente y abundante chorro de semen que choca contra el pecho, el cuello y los labios de la Mujer. A este le sigue un segundo algo menos potente pero igual de abundante que va al cuello y las tetas de la Mujer, otros vienen después para llenarle por completo las tetas de espeso y blanquecino semen.

El invitado retira la polla de entre las tetas de la Mujer dejando un rastro de semen por todo su pecho y la acerca a los labios de ella para que deguste su sabor. La Mujer, obediente y gustosa, lame el brillante capullo dejándolo limpio de los restos de la corrida que tiene entre las tetas.

El Marido que ha contemplado la escena mientras se masturba enérgicamente, se acerca a la Mujer para correrse también sobre sus pechos llenos de leche del invitado. Esta le ofrece sus tetas para que deposite su semilla en ellas, la corrida del Marido va directamente a los pezones y la Mujer se dedica a extenderla, mezclándola con la del Invitado, por todo su pecho. Al repartir las dos corridas por sus tetas estas quedan brillantes y suaves, la mujer no puede evitar llevarse las manos a la boca para saborear el semen de sus dos machos.

Con cara complaciente se miran Marido y Mujer pues han vivido su fantasía.