Quiero que seas mi puta durante un día(Parte VIII)

Parte VIII. La venganza es un plato que se sirve frió... o caliente. Y Tatiana y Susana tienen sus motivos. Mi tranquila vida ya era una vida repleta de puterío, desenfreno, engaños, manipulaciones y sexo, mucho sexo.

Parte VIII y penúltima.

Partes anteriores:

Quiero que seas mi puta durante un día (Parte I)

*Quiero que seas mi puta durante un día (Parte II)*

**Quiero que seas mi puta durante un día (Parte III)****

Quiero que seas mi puta durante un día (Parte IV)

*Quiero que seas mi puta durante un día (Parte V)*

*Quiero que seas mi puta durante un día (Parte VI)*

**Quiero que seas mi puta durante un día (Parte VII)****

Se agradecen las valoraciones y comentarios. Espero que les guste ;)


—Porque yo puedo saber con quién la engaña.

Me quedé paralizado durante unos segundos.

—¿Y tú como puedes saberlo?

—Tengo mis medios que a ti no te importan jeje, pero si te ayudo y ya que tú cumplirías tus fantasías, yo quiero cumplir la mía de ver cómo te la tiras.

La invité a pasar y sentarnos en el sofá.

—¿Y porque te pone ver cómo me la follo? ¿Te gusta ella?

—¡No, no! A mí no me gustan las mujeres, solo me da morbo ver como se lo haces.

—Si quieres podemos hacer un trio…

—¡Que no! ¡Que a mí me gustan los tíos, me gustan las pollas! Con Natalia es distinto porque es mi amiga…

—Bueno, vale, vale…Pues cuéntame entonces cómo piensas saber con quién le engaña.

—Eso no te lo voy a decir.

—Tu veras. Yo ahora mismo estoy rastreando todas las llamadas, mensajes y localizaciones del cabrón ese, no creo que tarde mucho en encontrar algo y como lo encuentre antes que tu… No vas a ver cómo le clavo esta— Dije agarrándome el paquete.

—Yo te puedo dar los nombres y todo lo que te haga falta, pero como los puedo conseguir… eso no.

No hacía falta ser muy listo para ver que esa niña, esa avispada zorrita, esa caja de sorpresas, escondía algo. Saqué el móvil del bolsillo y busqué en la galería de fotos aquellas que le había sacado a Susana comiéndome la polla el día en el que me pidió que la ayudara a encontrar al amante de Jose, su marido.

Le enseñe la primera a Tatiana.

—Mira, cuéntamelo todo o no hay más.

Tatiana se quedó con la boca abierta.

—¡Joder! ¡Si es tu polla! ¡Mira como se la come la muy puta!

Pasé a la siguiente foto.

—Mira en esta, besándome el capullo y posando para la foto ¿Ves? ¿Te quieres perder esto? Creo que tengo hasta un video…

—Vale, vale… te lo voy a contar pero me tienes que jurar por tu vida que esto no va a salir de aquí.

—Te lo juro.

—A ver por donde empiezo…—Tragó saliva y tras unos segundos empezó a hablar— Natalia y yo somos íntimas amigas de toda la vida, desde que íbamos al colegio con tres años. Eso ya lo sabes.

—Muy íntimas— Dije son cierto sarcasmo.

—Calla tonto y déjame seguir. Durante las vacaciones, unas veces yo solía ir a su pueblo con su familia y otras venía ella al mío con la mía. Durante la Semana Santa pasada yo fui a su pueblo con sus abuelos y sus padres, o sea, con Susana y Jose. Sus abuelos allí tienen una casa enorme, ya sabes, la típica casa vieja de tres pisos con… ni se cuántas habitaciones.

—¿Y?

—Ya voy, ya voy… Bueno, resulta que un día íbamos a irnos Susana, Natalia y yo a un mercadillo en el pueblo de alado pero como hacia un frio de la leche fui a la casa antes de irnos mientras ellas esperaban en el bar del pueblo. Subí y fui a entrar en una habitación que supuestamente estaba vacía…

—¡Y le pillaste!

—Le pille… pero haciéndose una paja. Se levantó asustado y pidiendo perdón pero… no me preguntes como pero para cuando me di cuenta me había agarrado la mano, la había puesto en su polla y la paja se la estaba haciendo yo.

—¡¡¡Joder Tatiana!!!

—Y eso…

—Y eso ¿qué? Sigue contando.

—Pues eso. Que le estuve haciendo una paja y nose… me puse cachonda y nada, me agaché y se la chupé.

—Me cago en… estoy flipando—Estaba flipando y se me estaba poniendo dura como una piedra— ¿Y se corrió en tu boca?

—No, que va. Se la chupé solo un poco porque tenía mucho pelo y no me gustaba así que le dije si prefería follar mejor y claro, que va a decir si una tía como yo le dice que si quiere follar…

—Te lo follaste… que fuerte…

—Yo no lo llamaría follar. Me bajó el pantalón, me puso a cuatro patas, me la metió cuatro veces y se corrió en mi culo. Yo ni me corrí ni nada. Y desde entonces el baboso este me acosa y persigue cada vez que coincidimos, como si yo ahora tendría que chupársela porque si ¿Porque crees que al día siguiente de ir Susana y Jose al pueblo este verano, yo estaba aquí con Natalia? Porque la convencí para volvernos ya que yo pasaba de estar ni un día con ese asqueroso.

—Madre mía…

—Por eso quiero que te folles a su mujer todos los días. Y si ahora encima te puedo ayudar para que abuses de ella un poco más y yo lo puedo ver, mejor. Es mi pequeña venganza moral.

—Ya pero… No le voy a decir a Susana que la amante eres tú…

—Es que no lo soy. Pero las tiene. Yo a ese le llamo por teléfono, le pongo un poco cachondo y le saco todo lo que quiera. Me da los nombres y apellidos de sus amantes, sus DNIs y hasta su cuenta bancaria. Así funcionáis los tíos… Como tú, te has puesto cachondo con mi historia…

¿Cómo no lo iba a estar? Aflojé mi pantalón y saqué mi polla totalmente erecta apuntando al techo.

—Es que vaya historia… ¿Me ayudas a bajar esto?

—Bájatela tú, ahora me tienes que enseñar el video ese y todas las fotos que tengas de ella que te he contado todo. Y quiero ver cómo te la follas.

—Tatiana, no vas a salir de esta casa sin que te vuelva a follar. Toma mi móvil y mira todas las fotos y videos que quieras que tengo muchísimos, pero súbete esa falda y ponte a cuatro patas de mientras porque quiero follarte.

Me levante sujetándome la polla y apuntando hacia ella. Se mordió los labios.

—Si me lo pides así.

Se levantó y se puso a cuatro patas en el sofá levantándose la falda. Aparté su tanga con un dedo y enfilé el camino hacia su coño. Ya estaba mojada.

Comenzó a ver las fotos de aquella mamada. Llegó al video en el que literalmente me pedía “ leche para esta putita ” y me corría en su boca. Lo vio cinco o seis veces seguidas mientras yo la penetraba suavemente desde atrás y a ella se la escapaban gemidos e insultos a Susana a partes iguales.

Siguió pasando fotos viendo todas las fotos que Susana me mandaba desnuda. Yo, tan excitado en ver como Tatiana disfrutaba viendo esas fotos olvidé que no eran las únicas imágenes comprometidas que tenía en el teléfono. No tardó en llegar a las fotos de Claudia.

Fotos de mi querida novia/puta desnuda, masturbándose, e incluso algún video de los dos follando que había grabado durante mis vacaciones con ella hace escasos días.

—¿Y esta morena…ahhhh…quién es?

—Se llama Claudia. Es mi novia… y mi puta. Pero de ella te hablaré otro día.

—Más… te vale…

Y nuestros orgasmos se fundieron en uno solo. Tatiana se corrió con mi móvil en sus temblorosas manos. Yo no pude evitarlo y me corrí en su interior. Cayó rendida después de una tarde tan intensa y se quedó tumbada en el sofá. Yo con mi polla aun dentro caí tumbado encima suyo. Los restos de semen que resbalaban de su vagina hacia sus muslos y finalmente sobre el sofá dejaron una marca imborrable de aquel polvo, aquella tarde, nuestro pacto y la relación tan especial y singular que teníamos desde el día en el que nos conocimos hasta hoy.


—¿Sabes algo ya o no?

Había pasado una semana desde aquella tarde con Tatiana y yo ya estaba ansioso por obtener algún resultado. Había quedado con ella en su casa, apenas dos calles más debajo de la mía. Me había recibido en bragas y camiseta de tirantes. Provocativa como siempre.

Me había sacado una Coca-cola y me estaba haciendo esperar tumbado en su cama mientras ella se paseaba de un lado al otro recogiendo la habitación poniéndome cachondo y haciéndose de rogar sin responder a mis preguntas.

Finalmente y con su sonrisa picarona de siempre decidió que ya era hora de dejar de hacerme sufrir. Se subió a la cama y se sentó en la almohada. Paso una pierna por encima mío y se colocó de manera que mi cabeza quedaba entre sus dos piernas, prácticamente encajada en su entrepierna. Yo boca arriba veía sus dos pezones empitonados a través de su camiseta y sus ojos brillantes mirándome.

—¿Tu qué crees, que he averiguado algo o que no?

—Conociéndote… seguro que sí.

—Date la vuelta.

Obedecí y olí su sexo a través de las bragas. Note su calentura con la punta de la nariz y le di un beso justo en el centro. Escupí un poco de saliva y la esparcí por todo el frente de sus bragas. Tatiana acarició mi pelo.

—Le llame el otro día…

Cogí sus bragas y tire de ellas para quitárselas. Tatiana junto sus piernas para facilitarme la operación y se acomodó sobre la almohada. En cuanto salieron sus bragas por los pies volvió a abrir las piernas ofreciéndome su excelente y rasurado coñito.

—Cuéntamelo todo preciosa— Dije metiendo mi cabeza entre sus piernas de nuevo y besándola alrededor de su entrada.

—No me contó nada, que él es muy fiel y no tiene a ninguna mujer por ahí…

Escupí sobre su clítoris y extendí mi saliva con la lengua.

—Entonces le dije que me encantan los hombres maduritos y que solo pensar en que me coja uno de ellos y me haga suya…mmmm…me humedece mucho. No sabes cómo su puso… quería pasar a buscarme en ese mismo momento.

—¿Y qué paso?— Pregunté apoyando la cabeza en un muslo y sacando por un momento la lengua de su coño.

—Le dije que ahora no podía, pero que me contara como un hombre como él satisface a sus amantes. Y me contó todo todo— Yo seguía chupando de aquel coño que empezaba a chorrear y manchar su almohada— Me dijo que su mujer es casi una monja a la que no le gusta nada el sexo.

—Vaya idiota— Dije sin dejar de chupar esta vez.

—Su amante es una tal Tania López, antigua compañera de clase…

—¿Y cómo se la folla?

—Ella también está casada, fue a hacerle una obra a su casa y por lo visto se lo cobró en carne. Ahora se la folla todas las semanas.

—¿Te contó cómo se la folla?

—Si… no dejes de comerme el coño…

—¿Te pusiste cachonda? ¿Te masturbaste hablando con él?

Calló durante unos segundos para solo gemir. Ya sabéis, el que calla otorga. Me incorporé desabrochándome el cinturón y abriendo mi pantalón para sacarme la polla que en ese momento tenía a punto de reventar.

—Ayer me llamó 15 veces, he tenido que bloquearle. Mira en que líos me meto solo para que te folles mejor a su mujer.

Apunté hacia su coño y me deje caer con todo el peso de mi cuerpo sobre ella. Se la clavé hasta el fondo de un solo golpe.

—Gracias Tatiana.

—Fóllame— Me rodeo con los brazos y piernas y nos besamos.

Más que follar, hicimos el amor hasta que al igual que el día anterior, como si estuviéramos sincronizados, derramé mi esperma en su interior a la vez que ella alcanzaba el orgasmo.


Tatiana, lista como ella sola, había grabado toda la conversación telefónica. La edité y dejé solo las partes en las que Jose confesaba y narraba sus infidelidades. Le contaría a Susana que había rastreado sus conversaciones y le enseñaría la grabación. Sencillo pero efectivo.

Chateé con Susana y me presente en su casa una mañana de las que ella pasaba sola. Puse semblante serio y la pedí que se sentara en la cocina para hablar. Según vio mi tono de voz se puso más seria que nunca. Le conté como había conseguido dicha grabación haciendo referencia a términos tecnológicos desconocidos para ella y le deje el móvil encima de la mesa.

—Ahí la tienes. Tu elijes si quieres escucharla o no.

Decidió escucharla. Según avanzaba la grabación sus ojos comenzaron a  humedecerse hasta que finalmente rompió a llorar. Me levanté para tratar de consolarla. La abracé y le ofrecí mi hombro para llorar. Supongo que no es lo mismo creer saber algo sin tener pruebas que cuando lo confirmas definitivamente. Para colmo, resulta que Susana conocía a la amante.

—Gracias Cristian, gracias por todo lo que estás haciendo por mí— Dijo tras unos minutos sobre mi hombro.

Con la cara todavía húmeda de sus lágrimas, su lengua entró en mi boca, busco la mía y nuestros labios se juntaron en el beso más pasional que jamás nos habíamos dado.

Su mano buscó mi paquete que reaccionó rápidamente. Tal y como había sucedido el primer día que follamos en aquella misma cocina, me empujó sentándome en una silla, sacó mi polla totalmente dura al aire, se subió una pata de su pantalón corto dejando su peludo coño al aire y con una pierna a cada lado mío, se sentó de golpe. Me cabalgó mientras intercambiábamos litros y litros de saliva hasta que se corrió sobre mí, momento en el que aproveche para levantarme con ella encima y subirla a la mesa. Con ella boca abajo y yo encima seguimos follando hasta que mi corrida en su interior dio por concluido aquel pasional, repentino y fugaz polvo.

—Ya sabes que si necesitas hablar de lo que sea, me vas a tener siempre aquí— Dije cuando ya nos habíamos recompuesto del polvo y se preparaba un café. Sus ojos aún seguían llorosos y sus manos temblorosas.

—Ya lo sé.

—¿Sabes que me gustaría?— La pregunté abrazándola desde atrás.

—¿El qué?

—Pasar una noche entera contigo. Sin límites de tiempo, sin tener que irme corriendo a mí casa porque venga nadie, sin escondernos… Toda la noche para nosotros dos solos sin que nadie nos moleste.

—Nos merecemos esa noche. Te la mereces— Dijo girándose y dándome un beso— Vamos a tener todas las noches que queramos. Ahora tengo más derecho que nunca para ser una mujer libre y pasar mis noches con quien yo quiera.

Acordamos que esa noche seria el sábado de esa semana. Todo iba sobre ruedas, tal y como Tatiana había planeado. Nunca me cansare de admirar la inteligencia y astucia de esa cría de apenas 18 años.

Esa misma mañana acordamos como pasaríamos la noche. Ella le contaría a Jose que tenía una cena con las madres del colegio, yo la recogería sobre las ocho y media y nos iríamos a Vitoria, la ciudad más próxima y discreta a Logroño. Allí cenaríamos y posteriormente pasaríamos la noche en un hotel previamente reservado. Y allí, Tatiana seria testigo de nuestro encuentro de una manera muy especial. ¿He dicho ya que el plan completo es obra todo de Tatiana? ¿Si? Pues lo remarco otra vez.

Me encargué de las reservas del restaurante y del hotel por supuesto a cargo de la tarjeta de Jose. Así lo quiso Susana.

Solo había una persona capaz de estropearlo todo y no era otra más que Claudia que como siempre parecía oler a distancia todo y se auto-invito para venir a hacerme una visita ese fin de semana. La convencí de que la estaba preparando una sorpresa y de que subiría el siguiente. A regañadientes y con cierta desconfianza, accedió.

Llegó por fin el maldito sábado. No voy a decir como de excitados estuvimos esa semana Tatiana, Susana y yo porque es obvio. Preparé todo y la esperé con el coche cinco calles más abajo. Toda precaución era poca. Cinco minutos más tarde de la hora acordada la vi aparecer doblando la esquina y enfilando dirección hacia mi coche. Esta sublime. Llevaba un vestido negro ajustado, de tirantes y hasta las rodillas que la marcaba su espectacular figura y realzaba sus magníficos pechos y culo. Debajo unas medias oscuras con unos zapatos de tacón. Collar de perlas, pendientes de oro, labios de rojo intenso y su melena castaña al viento.

Ya estaba deseando follármela.

Entró y me saludó con un beso.

—Joder, Susana como vienes, estas preciosa, voy a parecer a tu lado un… yo que se… un pordiosero…

—Anda no seas tonto…

Arranque el coche mientras hablábamos de lo bien que íbamos a pasarlo esa noche sin ninguna prisa de ningún tipo. Salimos a la autopista y dentro de la conversación que llevábamos, me pregunto en que restaurante íbamos a cenar.

—¿Ya tienes hambre?

—Un poco, pero es por saberlo más que nada.

—Pues te he traído un aperitivo.

Aproveché una recta para soltar el volante durante un segundo y desabrocharme el cinturón. Solté el botón del pantalón y tiré del pantalón con una mano desabrochando mi cremallera.

Escuché a Susana desabrocharse el cinturón.

—Me encanta ese aperitivo.

Torció su cuerpo y tiró de mi calzoncillo para dejar mi polla que en ese momento aún estaba en reposo al aire. Agachó la cabeza y se la metió a la boca. Yo volví a sujetar el volante con las dos manos.

Susana comenzó un movimiento con la cabeza de arriba abajo haciendo que mi polla empezara a ponerse dura en su boca y dificultando a mi mente concentrarse en la carretera. De vez en cuando soltaba una mano del volante para ponerla en su cabeza y acompañarla en su movimiento.

—¿Te gusta cariño?— Pregunté

Afirmó con un gemido.

—Pues hoy te vas a hartar de comerla.

Se revolvió en su asiento y se puso de rodillas en el para de esa manera estar más cómoda mientras me la comía sin decir ni una palabra. No había anochecido todavía y no resultaba muy difícil a cada coche que me adelantaba o adelantaba yo ver lo que estaba sucediendo allí dentro porque el que no veía una cabeza subir y bajar desde la izquierda, veía un culo en pompa desde la derecha.

Seguí conduciendo durante quince o veinte minutos hasta que divise a lo lejos el peaje de salida de la autopista.

—Cariño, descansa ya, que queda mucha noche y no quiero que te empaches tan pronto.

—Yo te esto nunca me empacho— Dijo levantándose. Mi polla estaba completamente ensalivada y con algunas manchas rojas de su pintalabios.

Me guardo mi polla empalmaba como pudo y se volvió a sentar correctamente para salir del peaje. Ya estábamos en Vitoria.

Busqué el restaurante y traté de aparcar lo más cerca posible. La cena transcurrió sin muchas incidencias. Cenamos bien y mantuvimos una conversación distendida con bromas y risas continuamente. Cuando terminamos me pareció demasiado pronto para irnos al hotel así que la propuse irnos a tomar una copa a algún bar.

Entramos en el primero que encontramos. Música no muy alta y no mucha gente dado que todavía era poco más de las doce de la noche. Un cubata de ron para ella y una cerveza para mí. No quería beber mucho ya que aún tenía que conducir.

Yo no soltaba una mano de su cadera. Con la música comenzamos a bailar suavemente y empezaron los roces de mi entrepierna contra la suya, contra sus caderas o contra su culo. Ella me contaba el tiempo que hacía que no salía así una noche y como estaba disfrutando. Yo disfrutaba que las miradas de envidia de la gente viendo como le metía mano a una portentosa mujer que casi me doblaba en edad.

Tras un buen rato en el que nuestra temperatura subía exponencialmente, me puse frente a ella y la di un buen morreo allí delante. Un beso que duro por lo menos un minuto mientras mi mano sujetaba firmemente su culo y lo masajeaba.

—Estaba deseando poder hacerte esto en la calle Susana—Dije a su oído. Le di un suave beso en el cuello y lo recorrí con la lengua hasta llegar al lóbulo de su oreja al que le di un pequeño mordisco— Estas espectacular esta noche con este vestido, pero estoy deseando quitártelo y follarte como es debido.

—Y yo estoy deseando que lo hagas.

Terminamos las bebidas corriendo y salimos del bar para coger el coche. De camino al hotel, en cada semáforo en el que paraba aprovechábamos para besarnos y yo para manosearla los pechos. En uno de los últimos abrió sus piernas invitándome a meter una mano bajo su vestido y palpar su calentura. Los coches que venían detrás de nosotros tenían que pitarnos para avisarnos cuando los semáforos se ponían en verde y podíamos avanzar.

Finalmente llegamos al parking del hotel. Aparqué y al bajarnos saqué del maletero un maletín.

—¿Qué llevas ahí?— Me preguntó Susana a lo que respondí con una sonrisa— Vaya miedo me das jeje.

Lleve a Susana agarrada del culo mientras recogíamos la llave de nuestra habitación en recepción y subíamos en el ascensor. Abrí la habitación y la deje pasar a ella primero. La habitación era tal y como la había visto en las fotos al reservarla por internet. Una cama de matrimonio con un edredón rosa. Un par de armarios, dos mesillas a cada lado de la cama y en frente de ella un escritorio con una televisión y un par de sillas. La parte buena estaba en el baño: Contaba con un jacuzzi y una ducha con hidromasaje.

Lo primero que hice fue pedir que nos subieran un par de copas más. Susana se sentó en la cama y botó sobre ella preguntando si esta noche íbamos a romper el colchón. Le asegure que si mientras abría la puerta para recoger las copas que habían subido a la velocidad de la luz. Le di la suya y me senté junto a ella. Susana dio un trago y me besó poniéndome una mano en la barbilla. Apoyé mi copa en la mesilla para poder meter mi mano bajo su vestido. Trepé por sus muslos y llegué a su caliente tesoro. Lo acaricié por encima del tanga mientras seguíamos besándonos hasta que aparte su tanga con un dedo y metí otro en su interior, momento en el que nuestros labios se separaron para que ella pudiera soltar un ansiado gemido.

—Súbete el vestido hacia arriba cariño— Dije arrodillándome en el suelo.

Me obedeció tirando de él desde los costados mientras yo la besaba por los muslos. Sus medias le llegaban hasta la mitad de ellos. Metí las manos hasta llegar a su tanga de hilo negro y levantándose ella levemente, pude sacarlo y tirarlo al suelo. Volvió a sentarse en el borde de la cama con el vestido subido y las piernas abiertas. No dudé. Me lancé a saborear su coño. Como siempre, con una mata de pelos de unos 3 centímetros pero delicioso.

Chupé aquel clítoris y jugueteé con sus labios mientras ella bebía su copa y empapaba su entrepierna. Lamí durante unos cinco minutos cuando hice ademán de levantarme.

—Un poquito más…por favor…— Me rogó.

No me importó seguir ese poquito más chupando allí abajo. Hubiera estado toda la noche de no ser porque tenía un plan que rematar.

Tras unos cuantos lametones más, me levanté y Susana se lanzó a mi entrepierna dispuesta a devorarla toda.

—Espera, espera… tengo que enseñarte algo— Dije.

Me dirigí hacia el escritorio en el que había dejado el maletín que había traído y me senté en una de las sillas. Susana se quedó sentada en la cama acariciándose a sí misma. Saqué mi ordenador portátil y lo encendí. Saque también mi móvil del bolsillo y fugazmente envié un mensaje a Tatiana.

-Todo listo

—Ven aquí, siéntate aquí conmigo— Le pedí a Susana.

Se levantó y vino hacia mí. Su vestido volvió a caer según andaba. La hice sentarse sobre mis rodillas.

—Mira esto— Me conecté al Wifi del hotel y la luz de la webcam de mi ordenador se encendió— Es un web para emitir por cam y que nos vean, que morbazo ¿no?

—Uffff… ¿Esto no es muy peligroso?

—Tranquila que no, no enseñamos las caras y ya está.

Ya estábamos emitiendo. Se nos veía sentados, desde el cuello hasta la cintura. Había configurado la cuenta en casa, nos anunciábamos como pareja de 43 y 23 años y nos presentaba como novatos probando cosas nuevas. A la derecha se veía una ventana con toda la gente que iba entrando a vernos y en el centro un chat general donde escribían todos a la vez. Poco a poco empezaba a entrar la gente. No tardé en divisar mi objetivo en la ventana de los que nos observaban: pajillero22cm.

Si, detrás de aquel Nick, efectivamente, se escondía Tatiana.

—¿Y esto quien lo ve?— Me preguntó Susana.

—Todos estos de aquí. Normalmente entran unas dos mil o tres mil personas. Ellos hacen peticiones por dinero y nosotros si queremos las cumplimos— Mi mano se desplazó a su entrepierna sin que se vería por la cam— Tu confía en mí.

—Confío en ti como siempre, pero esto…

—Has disfrutado con todas las cosas nuevas que has probado conmigo. Déjate llevar…

Mi dedo entraba y salía de ella. Empezaban a aparecer los comentarios alabándola y pidiéndola que la desnudara y a juzgar por lo que mi mano notaba en su coño, la estaba poniendo todavía más cachonda.

Empezó a preguntarnos acerca de nuestras edades, si eran ciertas. Animé a Susana a que escribiera algo en el chat. Estiró sus brazos dudando hacia el teclado y comenzó a escribir.

-Si, nos llevamos 20 años jeje algún problema?? :p

La gente se animó más y subió el tono de sus comentarios.

-Mi marido me engaña y hoy me voy a vengar con este yogurin, que os parece?

Con ese comentario incendió el chat.

—Te estas viniendo arriba ¿eh? Enséñales este cuerpazo.

Susana comenzó a apretarse las tetas por encima del vestido acercándose a la cámara.

—Levántate y enséñales el culito.

Se levantó y se dio la vuelta ofreciendo un primer plano de su culo. Lo acaricié por encima del vestido antes de darle unas palmaditas y meter una mano bajo el vestido.

-os gusta? No lleva nada debajo…

Me levanté y recogí el tanga del suelo para enseñarlo a los espectadores. Empezaron las súplicas para que le levantara el vestido. De pronto llegó la primera petición a cambio de dinero.

“A ver ese culito y ese coñito, levanta el vestido y juega con el un poco”

La gente se sumó a la petición añadiendo monedas. Subí su vestido enseñando medio culo y la hice inclinar su cuerpo dejando su culo en pompa a la cámara. Abrí ese culo con las dos manos mientras pasaba un dedo por su agujero del ano y terminé de subir el vestido con un azote. Susana se dio la vuelta y apoyando un pie sobre la silla, abrió bien su coño ante la cámara y comenzó a acariciarse suavemente. Suavemente porque si no se acabaría corriendo en cuestión de segundos.

Desde atrás solté la cremallera del vestido. Desabroché el sujetador y se lo saque por un lateral. Deje caer los tirantes de su vestido por los hombros y saque sus tetas al aire. Las estrujé desde atrás mientras la besaba en la nuca.

—Estas desatada ¿eh? Me encanta que seas tan cachonda…

Susana apoyó los dos pies en el suelo para poder sacarse el vestido y quedarse desnuda por completo. Se sentó en la silla y poniendo los pies en el escritorio siguió masturbándose ante la cam leyendo lo que la escribían acariciando también sus tetas al mismo tiempo.

Me aparté a un lado para quitarme la camisa y los pantalones y quedarme solo con mis slips negros que marcaban mi tremenda erección. Me coloqué a su lado y llevé mis manos al teclado.

-Oye, y yo que?? Tambien quiero participar

Mi petición fue atendida. Tatiana entró en escena.

“Hazle una mamadita rica, que se note que eres una experta”

Lanzó su petición desde su falso nick. Puse mi paquete a la altura de su cara. Mi polla prácticamente escapaba de mis slips.

—Venga nena, a comer otra vez. Ten cuidado, que se te vea solo la boca en la cámara.

Mirando a la cámara, Susana se puso de rodillas en la silla y mordió mi polla sin quitarme aun el calzoncillo mientras miraba a la cam asegurándose que no se la veía la cara completamente.

Bajo mi slips lentamente haciendo que mi polla saldría disparada hacia su cara. La recogió desde abajo con la lengua, subió dando un lametón hasta el capullo y se la metió en la boca mirándome a los ojos con dulzura.

Con sus manos apoyadas en mis cuádriceps chupó mi polla moviendo la cabeza adelante y atrás durante unos minutos.

—¿Te he dicho alguna vez que las mamadas tuyas son las mejores que me han hecho en la vida?

Susana sonreía orgullosa con mi polla dentro. Pasó una de sus manos a mis huevos y los masajeó.

—¿Qué sientes cuando te comes mi polla delante de dos mil tíos? Dos mil tíos pajeándose contigo…

—Si te digo la verdad… —Dijo sacando mi polla de la boca— Me excita muchísimo. No sé porque… pero me pone muchísimo.

—Voy a follarte ya, que llevo toda la noche cachondo y al final me voy a correr sin follarte.

La hice levantarse de la silla para sentarme yo. Agarré el ratón y abrí una conversación privada al que había lanzado la petición de la mamada. Pregúntale a ver si le ha gustado tu mamada.

Susana preguntó. Tatiana respondió.

-Me ha encantado, me he masturbado contigo, estas echa toda una zorrita

—Dile que esté atento ahora, que va a ver como follamos— Le dije a Susana. Pobre, si supiera que al otro lado está la íntima amiga de su hija…

Tal cual se lo dije lo escribió.

Su situó delante mío de espaldas a mí. Agarró mi polla y se sentó de golpe. Pellizqué sus tetas desde atrás y ella descansó sobre mí sintiendo mi miembro en todo su interior.

—Casi me destrozas cariño.

—Necesitaba sentirla ya dentro.

—Venga, cabálgame.

Puso sus manos sobre mis rodillas para comenzar a botar sobre mí. Moví mi cabeza para ver en la cámara como sus tetas botaban al saltar encima mío y de ya de paso leer los comentarios de Tatiana escondida en su Nick de pajillero animándola a follarme bien fuerte llamándola zorra cada dos frases.

La situación me estaba superando. Las ganas de correrme que tenía eran incontenibles.

—Levanta cariño. De rodillas, ponte de rodillas.

Susana se levantó corriendo y se agachó ante mi polla con mi mano tirándola del pelo. Ninguno de los dos nos dimos cuenta de la cámara, de si su rostro salía en ella o no. Abrió la boca para chillar debido a mis tirones de pelo y directamente metí mi polla dentro. Según note el calor de su boca y su lengua rozando mi capullo eché una bestial corrida directa a su garganta. Tiré de su melena hacia atrás dejando su cara hacia arriba y terminé de correrme sobre ella. Azoté su cara con mi todavía duro miembro. Susana sacaba la lengua intentando recoger los golpes con su lengua.

—¡Límpiamela joder!

Metí abruptamente toda mi polla en su boca de nuevo provocándola una arcada. La levante tirándola del pelo y la di la vuelta a base de azotes en el culo. De un golpe baje la tapa del ordenador. Metí la mano entre las piernas de Susana y la levanté una haciéndola apoyar un pie sobre la mesa. Mi aun considerable dureza se introdujo a través de su abierto coñito y sus estiradas piernas. La follé violentamente entre azotes y tirones de pelo hasta que agotado mi polla fue decreciendo en su interior. Su orgasmo fue acorde a la violencia con la que la terminé de follar. Sus piernas chorreaban, sudaba y respiraba agitada de manera dificultosa.

Caminé hacia atrás llevándola de la cintura hasta dejarme caer en la cama, llevándola a ella conmigo. Acariciaba su entrepierna con una mano y los pechos con la otra mientras la besaba por la nuca. Mi semen todavía resbalaba por su cara.

—Me tienes caliente todo el día y claro, luego no aguanto nada— Dije en su oído.

—Da igual, mientras me hagas correrme de esta manera. Cuanto tiempo he desaprovechado…

—Conmigo vas a recuperarlo. Ahora dentro de un poco vamos al jacuzzi, que te quiero follar el culo en él…

—Lo que tú quieras.

Descansamos un rato entre caricias. Terminamos las copas que habíamos pedido y que ya estaban calientes como el fuego. Fui al baño y me metí en el jacuzzi. Llame a Susana para que se metiera junto a mí. Entró desnuda al baño y con cuidado de no resbalarse entró al jacuzzi acomodándose a mi lado. Me beso y busco bajo el agua y la espuma mi polla con su mano.

—Voy a divorciarme.

—¿Qué? ¿Qué dices?

—Voy a pedirle el divorcio a mi marido.

El caliente agua del jacuzzi no impidió que me quedara congelado durante unos instantes. ¿Es posible que por mi culpa acabaría de romper un matrimonio de veinte años y con dos hijas? Había hecho cualquier cosa con tal de follarme a Susana, había espiado y jodido a su marido, había sacado sus trapos sucios y ahora iba ella se quería divorciar. ¿Debía sentirme culpable?

—Quiero ser una mujer libre— Hablo interrumpiendo mis pensamientos— He estado con tres hombres en toda mi vida y he pasado media vida atrapada con una persona que jamás se ha preocupado por mí. Y encima ahora descubro que me engaña.

—¿Pero cómo te vas a divorciar…?

—He sido toda mi vida una insatisfecha sexual sin saberlo hasta que apareciste tú. Y contigo estoy disfrutando todo lo que no había disfrutado antes, por eso quiero divorciarme y ser libre de hacer lo que yo quiera. Nunca me había exhibido así como hoy, ni se la había chupado a nadie mientras conducía, es más, hacia siglos que no me metían mano en una discoteca y me calentaba tanto. Todas las cosas que hemos hecho estos meses… Ahora quiero follar con quien me dé la gana, como quiera, cuando quiera y donde quiera.

—Pero a ver, relájate y párate a pensar…

—No tengo nada que pensar, ya lo tengo todo pensado. Tenemos la grabación donde reconoce que me es infiel y en un juicio tengo todas las de ganar. Me quedaré en el piso, con mis hijas, la pensión y entre tú y yo no cambiara nada, mis piernas estarán abiertas cada vez que quieras venir a follarme.

Susana había estado masajeando mi polla bajo el agua hasta ponérmela dura de nuevo. Mi sangre ya salía de mi cerebro en dirección a me polla. Si se quería divorciar era libre de hacerlo, es más, mejor para mí. Vía libre para hacer lo que quisiera con ella en cualquier momento. Su matrimonio ya estaba podrido antes de aparecer yo y yo solo había sido una gota más en el vaso que acababa de rebosar. Yo no era el culpable de su divorcio. Para nada.

—Susana preciosa, date la vuelta que te voy a follar el culo como tu marido jamás te hizo.


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