Quiero que seas mi puta durante un día (Parte VI)
Parte VI. Conozco a Natalia, la hija de Susana, junto a sus amigas pasando a ser mi nuevo objetivo. Mientra tanto, los tratos deben cumplirse y Claudia debe cumplir el suyo. Mi tranquila vida ya estaba cambiando a una vida repleta de puterío, desenfreno, engaños, manipulaciones y sexo, mucho sexo.
Parte VI. No es la parte mas salvaje pero incluye un par de sorpresas ;)
Partes anteriores:
Quiero que seas mi puta durante un día (Parte I)
*Quiero que seas mi puta durante un día (Parte II)*
**Quiero que seas mi puta durante un día (Parte III)****
Quiero que seas mi puta durante un día (Parte IV)
*Quiero que seas mi puta durante un día (Parte V)*
Aquella comida con Susana y su marido fue bastante más divertida de lo que esperaba, sobre todo por el gracioso de su marido. Me cuestionaba que que demonios hacia yo pasando el verano allí sin irme de vacaciones, que si le tenía el ojo echado a alguna riojana. A mi mente venían las imágenes de su mujer de rodillas pidiéndome mi leche veinte minutos antes y yo me reía y contestaba que “ alguna había por ahí ”.
Me recomendó que aprovechara ahora que era joven “ a meterla en cualquier sitio ” que luego eso se acababa y que aprovechara “ lo salidas que vienen las nuevas generaciones ”. Todo ello entre risas pero curioso ese último comentario teniendo en cuenta que tenía una hija perteneciente a esas nuevas generaciones que decía él.
Yo no me paraba de reír de sus comentarios e interiormente de lo ignorante que era acerca de la guarra que tenía sentada a su lado. Susana se hacía la mojigata y le pedía entre risas también que “ dejara al pobre chaval, a ver que iba a pensar ”.
El momento álgido de la comida llego cuando el móvil de Jose comenzó a sonar en la entrada. Se levantó a por él y Susana salió corriendo detrás de su marido. Al llegar al pasillo cambio de dirección. Volvió al cabo de 30 segundos. Me enseño la mano y me dijo en bajito:
—Me había dejado el anillo tirado en la habitación— Yo comencé a reírme y ella me siguió. Ni me acordaba de él, recordaba que lo había tenido en mi mano mientras jugaba con Susana pero no recordaba en que momento lo había perdido ni donde lo había dejado. Menos mal que ella parecía haber estado atenta. Al poco vino su marido bramando por no sé qué movidas con un cliente. No le presté mucho caso, mi cabeza no estaba para aguantar esas tonterías.
Cuando acabo la comida yo me retire educadamente a mi casa dejándoles solos. ¿Comenzaban los días de soledad y pajas? Ni de coña. Claudia estaba en Santander y me daba la tabarra todos los días para que subiera a visitarla.
Trabaja de hacerme chantaje emocional diciéndome que sus padres no sabían nada que lo que había pasado entre nosotros y que para ellos seguíamos siendo la pareja perfecta. Según ella preguntaban por mi cada día y a ver cuándo iba a subir. Los dos veranos anteriores había estado allí unos días así que este verano no podía ser menos. Su chantaje me asqueaba porque su única intención era que subiera para aparentar normalidad ante sus padres ya que no se atrevía a contar absolutamente nada.
Yo la daba largas con una excusa, lo admito, asquerosa. La dije que a mi madre le habían salido piedras en el riñón y cada dos por tres teníamos que estar yendo a urgencias de los dolores que tenía, así que bueno, con todo ese lio de ir y venir andábamos un poco liados en casa. También la pedí que no la llamara pues la había contado lo nuestro y la dije literalmente “ mi madre te odia ”.
Así que cuando Susana se fue, las piedras del riñón de mi madre se fueron y estaba disponible. Le deje caer días antes de que Susana se fuera que mi madre ya se iba encontrando mejor y que según avanzara durante los siguientes días, igual podía escaparme a Santander una semanita. A Claudia se le abrió el cielo y su coño empezó a dar palmadas. Hablamos el viernes durante toda la tarde y finalmente quedamos en que la semana que viene iba a verla. El lunes acompañaría a mi madre a una revisión y si todo iba bien el martes a primera hora salía hacia allí.
Su familia era bastante agradable. Cuando había subido siempre me habían tratado de lujo, unos padres de mediana edad totalmente normales y que no habían puesto ningún reparo a que subiera cuando quisiera y a que durmiera con Claudia por las noches. Luego estaba su hermana mayor, Maria, de 28 años y un bombón como ella a la que había visto una vez en mi vida y que según me había contado Claudia, llevaba más de 9 años con el mismo chico, vivían en Barcelona y ahora estaba embarazada de mes y pico. Es decir, inaccesible.
No quiero parecer un listillo, pero esa familia era un partidazo. Tenían el piso de Santander, el chalet en Laredo para el verano con un BMW en la puerta, moto, quads y un puñado de tierras repartidas por toda Cantabria. Así se podían mantener el lujo de tener a una hija estudiando fuera sin pedir ningún tipo de beca mientras yo tenía que recurrir a mil ayudas y sacar el dinero de debajo de las piedras. Quien sabe, lo mismo unos suegros así me venían bien en el futuro.
Sin embargo, algo durante el fin de semana casi provoca que anulara mi viaje. Me encontraba el viernes por la noche tirado en el sofá cerveza en mano cuando escuché golpes y gritos en el piso de arriba. Alarmado cogí el móvil y avisé a Susana de los ruidos que escuchaba en su casa.
-Tranki, que ha ido mi hija con unas amigas, estarán de fiesta ;)
Perfecto. Y muy valiente por su parte sabiendo cómo se las gasta su vecino de abajo mandar a su hijita sola. Pasaron la noche entre risas y golpes. ¿Se escucharía tanto cuando Susana gemía de placer?
Desperté al día siguiente y me encontré con un mensaje de Susana.
-Buenos días, ya echo de menos sentirte
Y una foto suya recién salida de la ducha con la toalla atada a la cintura mostrándome sus enormes pechos y lanzándome un beso con los morros. Repliqué con una foto de cómo había amanecido mi miembro. A los cinco minutos contestó, estaba desayunando con los suegros y se había mojado en cuanto había visto la foto. La informé de que me iba a masturbar en ese instante sabiendo que eso la mojaría aún más. Me pidió que lo haría pensando en su boca y que cuando acabara le mandara una foto de la corrida. Así lo hice. Tener que reprimirse delante de sus suegros parecía ponerla aún más cachonda.
-Voy al baño jijijiji
Señal inequívoca de que ella también necesitaba correrse. Desde luego era incomparable con esas mañanas de sexo desenfrenado, pero era lo que tocaba. Volvió con los suegros y quedamos en hablar más tarde aunque después de haberlo hecho tantas veces con ella, este ciber-sexo se me quedaba corto. Aun así, no hice nada por pararlo.
Era sábado. Salir, beber y llevarme a alguna a casa era mi plan para la tarde-noche. Quería darme un buen homenaje antes de viajar a Santander. Quedé con un par de colegas y me prepare a conciencia. Ducha, gomina, colonia… Todo en su punto.
Cuando tienes a una chica esperando para que vayas y hagas con ella lo que quieras, y te estas tirando al mismo tiempo a una cuarentona potente que te permite sobrepasar cualquier limite que no deja a su marido tu ego esta por las putas nubes y te sientes un Dios. Sientes que si quieras te podrías follar a cualquiera que desees. Te sientes el macho alfa de la ciudad. Y cuando estas así, la línea que separa la confianza en uno mismo y la alta autoestima de ser un completo gilipollas es muy fina. Y si cruzas esa línea te comes los mocos. Eso me paso esa noche. Estaba muy desentrenado en eso de entrarle a chicas por la noche de fiesta e invitarlas a ir a tu casa porque yo lo valgo a los dos minutos de entablar conversación no fue una táctica muy fructífera.
Así que a poco antes de las cinco estaba volviendo a casa cuando me di cuenta que tres muchachas caminaban diez metros delante de mí recorriendo el mismo camino que yo tenía que recorrer. Si hubieran girado la cabeza hubieran pensado que las estaba siguiendo. Giraban a la derecha y yo iba a la derecha. Giraban a la izquierda y yo giraba a la izquierda. Cuando iban recto yo iba recto.
En el centro caminaba un culo perfecto, bajita, delgadita y melena rubia. De esos que dan la sensación de que si la metes allí, la matas. A la derecha otro gran culo. Morena, más alta que la rubia y no tan delgada. Un culo de esos de los que gusta pellizcar y azotar. A la izquierda un culo del tamaño de los dos anteriores multiplicados por 3, así que ni lo miraba. Mis ojos iban de la rubia del centro a la morena de la izquierda.
No se desviaban del camino y yo me aseguraba en mi interior: Va a ser ella. Y cuando se detuvieron en mi portal lo confirme. Era ella. Natalia. La hija de mi querida Susana junto a un par de amigas. A la desesperada y lanzado por el alcohol que aun llevaba en mis venas, acelere mi paso para lograr entrar al portal antes de que se cerrara la puerta y pillarlas. Lo mismo me conseguía llevar algo.
Si yo me llevaría algo no lo sabía, pero ellas si se llevaron algo: Un susto de muerte. Se quedaron paralizadas al escucharme entrar.
—¡Tranquilas que no os voy a violar! — Habló el alcohol por mí— ¡Que soy el vecino de abajo eh!
Las chicas se quedaron calladas mirándose entre sí.
—Ah…Vale— Dijo una de ellas.
—Vaya fiestecita teníais ayer ¿no? A ver si hoy no hacéis tanto ruido y dejáis dormir— Yo estaba lanzado. Me aproximé hacia ellas que seguían inmóviles en las escaleras. Nadie había dado la luz.
—Perdón— Dijo Natalia con timidez. La vi entre penumbras la cara por primera vez. Angelical.
—-Pues haberte subido a la fiesta— Se burló la morena que entre sombras parecía guapa.
—Si queréis subo ahora— Dije. Ataque kamikaze.
—Jaja que flipado, tira para tu casa— Contestó ella misma. Ataque fallido— Y no nos mires el culo mientras subimos.
—Miraré lo que me dé la gana— Dije mientras se daban la vuelta y comenzaban a subir las escaleras.
Llegaron al tercero y cuando se disponían a subir a su piso, la morena se despidió.
—¡Hasta mañana guapo! —Y subieron escaleras arriba con risitas y cuchicheos.
Zorra. Es lo que pensé. Me sentía vacilado por una cría de 18 años. Me tumbé en la cama y como si tuviera que salvar mi dignidad y honor, me hice una paja pensando que la agarraba en el portal y la violaba. Como diciendo “ que se joda ” cuando probablemente era lo que buscaba, que me la machacaría pensando en ella.
Domingo de resaca sin incidentes reseñables más allá de una nueva foto de Susana dándome los buenos días y lunes de preparar la maleta para el viaje. Y en eso andaba cuando mi teléfono vibró. Nueva solicitud de amigo en Facebook. Tatiana y una foto de unos conejos rosas de perfil. ¿Y quién coño es Tatiana? Si, la zorra morena del sábado. Examiné su página entera. 400 y pico amigos y un muro lleno de mierdas. Fui directo a sus fotos y si, era bastante guapa. Piercing en la nariz, ojos verdes y una sonrisa realmente bonita. Todas sus fotos sacadas desde ángulos extraños y muchas retocadas en blanco y negro y pijadas similares.
—Como me has encontrado?? Tanto te guste que has tenido que ir al buzón a mirar mi nombre??— Envié a través del chat de Facebook.
—No me gustas jaja— Respondió. Que maja— Pero nos tienes que hacer un favorcin.
—Si y q mas… asi por la cara…
—Compranos alkohol porfiiii q a nosotras no nos venden.-
Encima menores de edad. Me quede pensando que responder.
—Cuantos años teneis??
—17¡¡¡¡ pero casi 18 y x un mes no nos venden¡¡
¿Y que les digo yo a estas niñatas? Me inclinaba por acompañarlas a comprarlo y de paso lanzar la caña pero tenía que hacerme el duro y desinteresado. De repente otro mensaje llegó que me dejo pasmado.
—q dice Natalia q si lo compras te la chupa.
¿Pero qué cojones?
—hija putaaaa soi Natalia es mentira…. Q si qsiiii …Noooooo …Dzdkdkssdiiii
Allí estaban mano a mano con el teclado las dos juntas escribiéndome y yo mirando la pantalla atontado.
—Oye mirad q si quereis algo bajais y me lo pedís a la cara, chao.
Y apagué el móvil. Me la había jugado a lo grande. Tocaba comprobar si se atreverían a bajar. Y se atrevieron. Casi una hora después. Allí estaban las tres en mi puerta, sonriendo con cara de niñas buenas. Yo me había preparado por si acaso. Las recibí en vaqueros con un cinturón desabrochado y una camiseta de tirantes negra de licra.
—¿Qué os pasa? — Pregunté con seguridad y semblante de superioridad.
—Mira, que si…nos puedes acompañar a comprar alcohol— Contestó Tatiana que parecía ser la más lanzada siempre.
—¿Y qué saco a cambio? — Respondí al instante.
—¡Pues ser buen vecino! — Soltó Tatiana con chulería, como si nos conociéramos de toda la vida.
Me quedé callado mirando sus ojos y se hizo un silencio, incómodo para ellas que bajaban la mirada y reconfortante para mí que me sentía dominador de la situación. Las tenía calladas esperándome y sin saber que decirme.
—Bueno…—Hice una pausa— Me pongo algo y vamos.
Me puse una camiseta y bajé. De camino al super charlamos sobre sus intenciones. Su plan para el lunes era emborracharse en casa viendo la película de “ Los becarios ”. Me parecía bien. Deje caer las ganas que tenia de ver la película yo también y cuando comenzaron a discutir si comprar una botella o dos, me auto-invite a verla con ellas ya que pensaba tomarme una copa como pago por hacerlas el favor. Ni se inmutaron porque lo dije con tanta naturalidad que probablemente ni se pararon a pensar.
Así pues al cabo de un rato estábamos de vuelta con dos botellas de vodka Eristoff y varias de Kas limón. Subimos directamente al piso de Natalia, un piso que ya era muy familiar para mí.
—Bonita casa— Solté con ironía. Entré como si fuera la primera vez que pisaba esa casa, mirando a todos los rincones.
Nos acomodamos en la sala y hablamos durante un rato hasta que les entraron las ganas de beber.
—Ya sirvo yo que no me fio de vosotras— Me adelanté— Ven a la cocina a ver dónde están los vasos— Dije dirigiéndome a Natalia.
Mónica, que así se llamaba la amiga gordita, se quedó con Tatiana investigando como conectar el pendrive con la película a la tele.
Si Tatiana me ponía con sus idas y venidas, su actitud lanzada y directa y los pocos reparos que tenía a la hora de hacer una broma con tintes sexuales, no me ponía menos Natalia. Era mucho más cortada y tímida, incluso parecía demasiado políticamente correcta, pero era la hija tremenda de Susana, mi querida MILF que por la mañana me mandaba fotos dedicadas para que me masturbara a gusto.
Comencé a poner los cubatas.
—Tu amiga… ¿Tú crees que le gusto?— Le pregunté.
—¿A Tati? No se… Ella es muy así con todo el mundo, muy lanzada…
—¿Sí o no? — Insistí.
—Pues no se… Igual si, no lo sé…— Dudó.
—Pues que pena…— Levante la mirada— Porque a mí la que me gustas eres tú.-
Y como ya he dicho, con el ego por las nubes, me lancé. La agarré la cara, la lleve con el cuerpo contra la nevera y la besé. Abrió su boca y metí mi lengua hasta dentro. Natalia se quedó paralizada. No rechazó el beso pero tampoco respondió a él como se responde a un beso así. Quizá porque no se lo esperaba, o quizá porque no quería responderlo pero su retraído carácter la impedía rechazarme y montarme un numerito como seguramente Tatiana hubiera hecho. Sin embargo no me dolió. Si no respondía ahora ya lo haría en el futuro, y si no, tendría que ver como lo hacía Tatiana. Por mi mente no pasaba el no tirarme a alguna de las dos. O incluso las dos.
—Será nuestro secreto. Vamos a la sala— Dije al separar mis labios con una sonrisa.
Natalia me siguió sin decir nada. La película ya estaba preparada y yo me busque mi sitio en una esquina del sofá.
Nadie dijo nada durante toda la película. Yo miraba el reloj una y otra vez mientras bebía hasta quedarme sin nada. Miraba los vasos de las niñas y apenas habían dado sorbos. Sinceramente, viendo que ese día había poco que rascar con las tres juntas, tenía bastantes ganas de irme a mi casa y relajarme. Ya había plantado la semilla y ahora tenía que esperar a que floreciera poco a poco.
En cuanto acabó la película me levante como un resorte.
—Bueno niñas, va a ser que me voy que mañana me voy de viaje prontito y tengo que madrugar.
—¿A dónde vas? —Preguntó Mónica.
No podía decir que tenía un chochete esperándome en Santander. Cerré los ojos, abrí la boca y mis cuerdas vocales pronunciaron:
—¡Polonia! — ¿Qué clase de gilipollez acababa de decir? Sin embargo las tres niñas se quedaron con la boca abierta— Con el trabajo— Dije intentando arreglarlo. Si ni siquiera trabajo…- Tenemos un proyecto de una semana allí, voy con todo pagado.
—¡Que guay!— Soltó una y el resto siguieron con comentarios con esa tónica. Todavía iba a quedar como un crack.
—Dadme vuestros whatsapps que os mando unas fotos desde allí—.
Jugada maestra sin comérmelo ni bebérmelo. Así de pronto había conseguido los tres números para ir trabajándomelas en la distancia.
***
Salí al día siguiente a primera hora de la mañana en dirección a Laredo, un pueblo cántabro costero situado entre Santander y Bilbao donde la familia de Claudia tenía el chalet en el que pasaban las vacaciones.
El recibimiento fue el esperado, Claudia saltó sobre mí a besarme, me rodeó con las piernas y tuve que sujetarla del culo para que no se caería y me llevara a mí con ella al suelo. Sus padres me mostraron su habitual hospitalidad, totalmente ajenos a la extraña relación que mantenía con su hija. Nos llevaron a tomar algo por el pueblo y luego a comer a casa. Como un buen yerno ayudé a recoger la mesa antes de sentarnos en el sofá a descansar.
—Llevo un mes sin una mamada— Le susurré a Claudia en el oído— Vete a la habitación y espérame de rodillas— Me levanté y dije en alto—Voy al coche que me he dejado un par de bolsas.
Salí y volví a los dos minutos con una pequeña bolsa de viaje en la mano. Fui directo a la habitación de Claudia situada en el piso superior del chalet. Al abrir la puerta allí estaba, arrodillada junto a la cama haciéndose una coleta. Cerré la puerta y me apoyé en ella.
—Ven— Ordené.
Claudia gateó lentamente hasta mí, deje caer mi pantalón y trepó por mis piernas hasta llevarse mi polla a la boca.
—Lo estabas deseando tú también ¿eh?
Afirmó con la cabeza sin soltar mi polla que ya estaba a tope. Estuvo durante unos minutos dándome una de sus mejores mamadas.
—Dime, ¿has sido una buena chica? — Pregunté.
Afirmó nuevamente con la cabeza sin sacársela de la boca.
—Ya sabes que no me gusta que lleves ropa interior, ¿llevas algo?
Esta vez negó con la cabeza.
—Mmmmm a ver, enseñamelo— Dije sujetándola la cabeza.
Soltó sus manos de mi polla para levantarse la camiseta y enseñarme sus pechos sin nada encima. Bajó las manos y ahuecó sus legings para enseñarse su rasurado coñito sin nada que lo tapara.
—Bufff… eres una buena chica y una buena putita, aprendes rápido— Me devolvió una sonrisa como muestra de gratitud— Te mereces tu premio, me correré en tu carita y esta noche te daré un par de orgasmos. Venga nena, sigue chupando, no querrás que vengan tus padres y te vean así.
La sujeté de la coleta y comenzó a chupar a un ritmo frenético. Con el arte que tenía no tardó en hacerme llegar las ganas de correrme así que cuando noté que el semen subía por el interior del duro tronco de mi polla tiré de su coleta hacia atrás para sacársela de la polla y echarle mi corrida por toda la cara. Su rostro quedo echo un cuadro. Un enorme chorro caía desde su frente hasta el papo enredándose en sus pestañas e impidiéndola abrir el ojo. Otro chorro había ido a su otro papo, tenía salpicones en la frente y su boca y barbilla estaban cubiertas de semen.
No solté su pelo hasta quedarme completamente vacío.
—Estás preciosa así cariño. Sal y vete a limpiarte al baño antes de que te vea alguien más— Y abrí la puerta de la habitación.
Se levantó sobresaltada por temor a que justo su padre o su madre pasara por allí en ese momento. Al ver que no había nadie salió corriendo al baño con mi corrida resbalando por su cara. Se había convertido en una zorra excelente.
Y por supuesto tenía que premiarla así que mientras ella estaba en el baño limpiándose cogí su bolso, la bolsa de viaje que había traído y preparé el plan para la noche. Tal y como preveía, conociendo a mis suegros, estos se empeñaron en llevarnos a cenar fuera, a algún restaurante por el paseo marítimo. Claudia quiso negarse ya que prefería cenar conmigo a solas pero yo la corté al instante y me posicione de lado de sus padres mientras me frotaba las manos.
Elegí para ella esa noche una minifalda vaquera con una camiseta azul y como siempre, sin nada debajo. Pasaron las horas y llegó el momento de la cena. Estábamos los cuatro sentados en una terraza esperando a que el camarero de turna saliera a atendernos cuando disimuladamente saque el móvil y le envié un whatsapp a Claudia.
— Tienes 5 minutos para ir al baño y ponerte lo que te he metido en el bolso
Lo miró al instante, sonrió y se excusó para ir al baño. ¿Qué había metido en el bolso? Un vibrador y un tanguita negro. No era la primera vez que la hacía meterse algo mientras comíamos en público, ya lo había hecho el primer día que acordamos que sería mi puta pero esta vez había un par de diferencias. La primera, que con sus padres delante el morbo era aún mayor, y la segunda… que esta vez yo tenía en el bolsillo un mando a distancia para controlar el vibrador.
Conté los minutos y tardo exactamente ocho en venir. “ Has tardado ” la informé por mensaje a lo que ella respondió en alto que estaba el baño ocupado. Me encogí de hombros ante su respuesta, lleve la mano al bolsillo para guardarme el móvil y encendí el vibrador en la intensidad más suave, en una escala del 1 al 6. De repente sus piernas se sobresaltaron involuntariamente y sus ojos se giraron hacia mí, primero con sorpresa y luego con picardía. Era una intensidad asumible y la cual disimulaba muy bien al hablar. En el momento en el que vino la camarera a preguntarnos nuestro pedido deslice una mano al bolsillo y subí otro punto la intensidad. Reaccionó dándome una patada por debajo de la mesa.
La tuve así hasta que nos trajeron la cena. En ese momento nuevamente metí la mano y lo apague. Note como se relajaba y tras medio minuto lo puse de golpe en el número 3, una intensidad media. Pegó un brinco sobre la mesa que sobresaltó a sus padres. Se excusó diciendo que se había pinchado con algo en el suelo y comenzó a comer la comida del plato a toda velocidad. Yo notaba como no paraba de menear las piernas tratando de parar de alguna manera aquello que la estaba poniendo a cien haciendo aumentar sus coloretes en la cara y que la impedía levantarla del plato.
Acabamos de cenar cuando la camarera nos vino a preguntar por el postre. Aproveché para sacar el móvil y mandarla un mensaje.
-Como lo llevas??
-Ha este paso no llego al postre…
Subí la intensidad al cuatro. Se revolvió en su silla. Apretaba los puños y se mordía los labios. Me levanté de mi asiento.
—Sujétame esto un momento— Dije entregándole a Claudia el mando— Voy al baño, ahora vengo.
Desde allí la mande un nuevo mensaje.
-Espero que cuando vuelva estes al 5.
-y si voy al baño y me violas joderrr
-estoy chorreando no puedo levantarme
Me senté y a me entregó el mando. Efectivamente estaba en el nivel 5 y aguantaba como podía su orgasmo. Apagué el vibrador, se merecía un descanso. Dejé que sus colores bajaran y se volviera a relajar sobre su silla.
Se apresuró a pedir la cuenta para sorpresa de sus padres. La vi tan nerviosa y ansiosa de marchar que volví a encender el vibrador al nivel 1. Sonrió al notarlo y pregunto a sus padres que iban a hacer a continuación ya que nosotros íbamos a dar un paseo por la playa. Creo que ambos pensábamos en lo mismo, echarnos en la arena en medio de la oscuridad y echar un polvo salvaje.
Fui jugando con los niveles de intensidad, entre el 1 y el 3, hasta que pagamos y nos separamos de sus padres. Fuimos caminando por el paseo marítimo cuando Claudia se encontró con una pareja conocida, aproximadamente de nuestra edad. Aproveché el momento para probar por primera vez el nivel máximo, el 6. Torció las piernas, se despidió de ellos de mala manera y tiró de mi mano hacia adelante. Allí se quedaron pasmados viendo como Claudia me hacía casi correr y nos adentrábamos en la playa. Apagué el vibrador.
Nos descalzamos y caminamos a paso ligero por la orilla mojándonos los pies cruzándonos con más parejas hasta llegar a una esquina apartada de la playa. Desde allí se veian las luces de los locales en el paseo y la gente caminar por él. Directamente Claudia se tumbó boca arriba sobre la arena abriendo las piernas y subiéndose la minifalda.
—Por favor, necesito que me folles ya, dame tu polla te lo suplico.
Me arrodillé ante ella, cogí su tanga y se lo saqué levantando sus piernas. Estaba empapado, parecía recién sacado de la lavadora. Agarré el vibrador y lo saque despacio.
—Menudo océano tienes aquí cariño.
—Por favor métemela ya.
Abrí el botón de mi pantalón y baje la bragueta sacándome el miembro casi erecto. Lo agarré y le di unos golpecitos en el clítoris.
—Tú y yo teníamos un trato, ¿Te acuerdas?
—Si… métemela.
—¿Tienes ya alguna candidata? — Pregunte rozando mi polla sobre su rajita.
—Tengo una amiga que… Bufff no me hagas eso, fóllame…
—¿Qué le pasa a tu amiga?
—Que su novio le ha puesto los cuernos y le he dicho que se vengue y se los ponga ella ahora— Dijo a toda velocidad— ¡Metemela joder!
Me deje caer y le clave toda la estaca. Soltó un grito desgarrador.
—Eso es, fóllame fuerte, no pares ahora.
—Le tendré que hacer ese favor a tu amiga— Dije mientras comenzaba a sacarla entera y meterla de golpe dejando caer todo mi peso sobre Claudia.
—Eso es, fóllame así.
—Me follare a esa perra.
—Sí, sí, ¡No pares!
Creo que realmente ni me escuchaba, solo disfrutaba de mis deseadas embestidas.
—Te dejare que lo veas, veras como me follo a es…—Y Claudia silencio mi voz con un gemido tremendo y un orgasmo que encharcó tanto sus ropas como mi pantalón y camiseta— Joder como te has corrida niña.
—Ahhhh…ahh… sigue… no salgas de mi…—Decía casi ahogándose.
Seguí penetrándola bajando la velocidad. Después de su orgasmo necesitaba ver si me oía de verdad o tenía la mente nublada.
—¿Quieres ver cómo me tiro a esa zorra eh?
—Como un semental— Dijo afirmando con la cabeza. Fue escuchar eso y ver su afirmación y correrme como un loco en su interior. Nos fundimos en un largo beso.
Esta nueva Claudia me encantaba y me estaba empezando por primera vez a perdonarla de verdad aunque temía que esta zorrita que había sacado de dentro se volviera en mi contra volviéndome a engañar. Que sea lo que Dios quiera, pensé mientras volvíamos a casa. Tenía nuevo objetivo, su amiguita.
Al día siguiente y ya en frio me enseño el Facebook de su amiga. Estaba dispuesta a hacerlo. Vanessa se llamaba. Por las fotos parecía algo más alta que yo lo cual nunca me había gustado en una chica pero esta vez no iba a poner ninguna pega. Constitución media, ni muy delgada ni con kilos de más. Pelo castaño, ojos marrones, morena de piel y un físico bastante decente. No tenía la belleza de Claudia, ni el morbo de Susana, ni siquiera tenía nada a la altura de Natalia o Tatiana, pero dado que sería para un rato solo y con la colaboración de mi novia estaba satisfecho de sobra.
—¿Y cómo piensas que lo hagamos? ¿La llamas y le dices que se venga a follarse a tu novio?— Dije con sarcasmo, estaba realmente sorprendido por cómo se lo estaba tomando Claudia y quería ver como reaccionaba si me mostraba así de frio y pasota.
—No… Yo había pensado que… Como dentro de unos días son fiestas en Bilbao, pues mi grupo de amigos van a ir y ella ira. Entonces allí entre el alcohol y demás… yo creo que caería… Yo la estoy convenciendo para que se desquite y se tire a alguno…
Increíble, lo tenía todo pensado. Vale, no era una idea brillante tener que ir hasta Bilbao y emborrachar a su amiga para hacerlo, pero su predisposición parecía máxima. Creo que mi perdón ya no era su única motivación por mucho que ella insistiera en que esto lo hacía por salvar nuestra relación y que lo iba a pasar fatal.
Fueron pasando los días entre revolcones esperando al sábado que era el día en el que teníamos previsto ir a Bilbao. Para sorpresa mayor aun, el viernes Claudia decidió que sería buena idea quedar con Vanessa el viernes para cenar en algún sitio, que escucháramos sus penas y de paso que yo la conociera. Nos contó la historia completa de cómo su novio le había puesto los cuernos varias veces, de todos los problemas que habían tenido y de lo cansada que estaba ya de luchar en vano. Yo escuchaba atentamente y fingía que me interesaba aunque solo pensaba en como atacarla la noche siguiente.
Pero esta vez iba un paso por detrás de Claudia que magistralmente la saco el tema del sexo y de cómo lo llevaba ahora sin pareja. Casi me atraganto con una patata cuando le preguntó si llevaba mucho sin echar un buen casquete. Al principio note a Vanessa cortada debido a mi presencia pero poco a poco se fue soltando y contando más intimidades y confesando que sí, que ya tenía ganas de un polvo. La conversación se terminó con mi novia instándola a montárselo con algún amigo y ella contestando entre risas que a alguno se llevaría a la cama más pronto que tarde.
Llegó el sábado y Claudia me presentó al resto de amigos que irían con nosotros. Dos chicos y dos chicas. No me termino de quedar claro si eran dos parejas porque tampoco les presté mucha atención. Ni siquiera recuerdo sus nombres.
Claudia más lista que nunca había ofrecido mi coche y a mí como piloto. Los otros cuatro irían en un coche y nosotros más Vanessa en el mío. Como piloto, no iba a poder beber pero así según Claudia podría pensar con más claridad. ¿Tenía ella más ganas que yo?
Llegamos sobre las 11 y el alcohol enseguida comenzó a correr por las gargantas de la gente. Todas las calles del centro estaban cortadas y abarrotadas de gente bebiendo en la calle. La música por desgracia no era el punto fuerte.
Yo me arrimaba a Vanessa, simplemente porque sin contar a Claudia, era la única conocida. Eran más de las tres de la madrugada y mis ganas de follármela aumentaban. Llevaba una fresquita camiseta de baloncesto de los LA Lakers y un pantalon vaquero cortito que enseñaba toda la pierna. Yo no sabía por dónde lanzarme cuando la propia Vanessa se dirigió hacia mí.
—Anda que tu novia también… Dice que si estoy muy necesitada, te presta durante media hora jaja…
Era mi oportunidad.
—Anda que si yo te contara…—Dije haciéndome el interesante.
Vanessa me miro con ganas de preguntar pero sin atreverse. La agarré de un hombro y la separé unos metros del grupo.
—Es que no se si te lo ha contado…—Dije. Negó con la cabeza— Ella hace poco me engaño con otro.
Vanessa se quedó con la boca abierta.
—Y ahora— Continué hablando— piensa que para que yo la perdone debería acostarme con otra chica. Y para ella por lo visto… Eres su preferida— Vanessa estaba flipando— Pero no se atreve a pedírtelo, por eso te lanza indirectas de que te busques algún amigo…
—Me dejas de piedra. A ver si me aclaro… ¿tu novia quiere que tú y yo lo hagamos?
—Eso es. Lo único que pide es que no nos besemos. ¿Cómo lo ves? ¿Te apetece?
—Bufff… Joder. Yo necesito echar un polvo ya, pero… eres el novio de mi amiga. Prefiero un conocido que un desconocido, pero el novio de mi amiga… Luego igual se enfada o algo.
—No creo… Dice que… Tiene que verlo. Ósea estar allí presente para ver que lo hago de verdad y así acordarse de eso para no volver a hacerme daño… Así lo dice…
—Qué fuerte…
—¿Vamos ya?... ¡Claudia! ¡Ven! — Llame a Claudia que vino rápidamente donde nosotros— Vámonos.
—¿Ya lo habéis hablado? ¿Tu quieres?— Le preguntó mi novia a Vanessa. Esta se encogió de hombros sin atreverse a decir que si pero tampoco sin decir que no.
—Pues vámonos— Sentencié.
Nos despedimos momentáneamente de los demás sin decir a dónde íbamos y fuimos en busca de alguna pensión, habitación, motel, hostal o cualquier cosa que nos sirviera durante un rato. Haciendo uso de google en nuestros smartphones fuimos llamando una a una a todos los sitios que encontrábamos en la red hasta que por fin encontramos una pensión con habitaciones. Marcamos la dirección en el GPS del móvil y fuimos hacia allí, un sitio bastante alejado de la fiesta y muy solitario.
Tras una buena caminata llegamos la pensión. Un chico en un mostrador en la puerta nos esperaba. Con la cara de pardillo y llena de granos, no le echaba más de 20 años. Cuando me vio entrar con esas dos mozas, se quedó totalmente cortado.
—Buenas noches. He llamado hace un momento y me habéis dicho que teníais habitaciones libres— Me dirigí a él.
—Buenas noches. Ehh… Si, tenemos habitaciones disponibles.
—Vale, pues mira, danos una. Un par de horitas, nos vamos rápido— Interrumpí sacando la cartera.
—Sí, claro— dijo, e inmediatamente comenzó a recitar un discurso memorizado sobre lo buena, bonita y barata que era la pensión. Casi me muero cuando soltó que tenían WiFi. En eso estaba yo pensando.
—Venga, que tenemos prisa— Le presioné cortando su discurso. Pagué y le metí prisa para que me diría donde estaba la habitación y me diera las llaves. Le di las gracias cuando las tuve en la mano y me encamine hacia la habitación seguido de mis dos muchachas.
Había una cama grande con un edredón bastante mugriento, una mesita de noche con una lámpara y un armario que se caía a cachos.
Eche el pestillo y me tumbé en la cama. Los muelles del colchón rechinaron, debía tener 20 años por lo menos. Las finas patas de la cama tampoco parecían muy fiables.
Las chicas dejaron su bolso a un lado. Claudia se sentó junto a mí y Vanessa se puso de rodillas en el borde de la cama.
—Venga vamos a empezar con esto que no tenemos toda la noche— dije quitándome la camiseta y tirándola a una esquina de la cama— Venga, camiseta fuera Vanessa.
Vanessa se quitó la camiseta de los Lakers y la dejó a un lado. Quedo con un sujetador blanco con tirantes transparentes. Tenía unas tetas impresionantes. Preveía que tenía unas buenas peras pero la ancha camiseta de baloncesto las disimulaba muy bien y no se apreciaba correctamente su tamaño real. Claudia y yo nos quedamos boquiabiertos.
Sin pedir yo nada más, Vanessa echo sus manos hacia atrás y se soltó el sujetador. Sus tetas quedaron al aire pero a pesar de ello, no bajaron ni un centímetro. Se mantenían tan erguidas como con el sujetador puesto. Desafiaban a la gravedad. Para sorpresa mía, su pezón derecho llevaba un piercing. Un aro de plata atravesaba su pezón y colgaba hacia abajo. Era lo único que no estaba tieso.
—¡Vaya pedazo tetas tía!-- soltó de repente Claudia— Te han quedado muy bien.
—Ah claro, que tu no las habías visto— Dijo Vanessa.
—Sí, claro— Claudia llevo una mano a cada teta. Sobresalían de sus manos. Las sujetó, palpó, masajeó y apretó.
—Te han quedado perfectas tía.
—Un poco grandes. A veces en verano me da cosa ir muy apretada y me pongo camisetas más anchas.
—Pues no, para que te operaste sino… ¡ya me las ponía yo! ¡te quedan de lujo para lucirlas!
—Ya, pero que vaya mirándome todo el mundo las tetas…
Yo observaba pasmado como mi novia masajeaba las tetazas de Vanessa mientras tenían esa surrealista conversación. Parecía mentira que estaría a punto de tirarme a una chica a la que mi novia estaba sobando endureciendo los pezones delante mío. Y eso me daba mucho morbo.
—Mira mi novio, si lo tienes que se le cae la baba— Ambas me miraron. Era verdad, me había quedado hipnotizado con esos dos monumentos.
Y bajo mi bragueta comenzaba a formarse un buen bulto difícil de disimular.
—Para que te quejes ¿eh? Que mira que pedazo tía te he conseguido jaja— Se rio Claudia.
—No me quejo no— Repliqué agarrando mi paquete, Claudia se puso más seria.
—Bueno, os dejo que empecéis— Soltó las tetas de Vanessa y se tumbó junto a mí.
Se hizo el silencio en la habitación. Vanessa y yo nos miramos esperando la reacción uno del otro. Me lancé yo primero.
—Déjame probar a mí también esas tetas— Me levante y fui hacia ellas.
Las agarré tal y como había hecho Claudia. A mí tampoco me cabían en la mano, eran tremendas. Y los pezones ya estaban tiesos. Me lleve uno a la boca y mordí sus tetas todo lo que pude. Pase al otro, al pezón con piercing. Chupé y jugué con la lengua en su aro. Vanessa comenzó a gemir y note que se le ponía piel de gallina, estaba realmente excitada. Me entretuve con su piercing hasta que conseguí atraparlo con los dientes y tiré de él. Vanessa pego un grito.
—Venga, chúpamela un poco anda— Dije tumbándome en la cama y pasando un brazo por debajo de Claudia para que ella quedara recostada sobre mi hombro. Con una mano intenté desatarme el cinturón pero al ser la izquierda con la que lo intentaba no estuve muy hábil. Vanessa se lanzó a ayudarme. Desabrochó el cinto y bajó la cremallera del pantalón. Ahueque el culo y de varias tiradas, Vanessa consiguió bajarme el pantalón junto al calzoncillo. Mi polla quedo a su vista, recostada casi erecta del todo sobre mi vientre, caída ligeramente hacia la izquierda.
Vanessa por fin entro en contacto con mi aparato. Escupió en sus manos y las llevo a mi polla iniciando un suave movimiento de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Claudia fijó su mirada en los movimientos de su amiga sobre mi miembro, que por supuesto ya lucía una formidable erección.
Acerco la cabeza Vanessa y dejo caer saliva sobre mi capullo. No fue un escupitajo, abrió un poquito la boca y dejó caer la saliva. Cuando llegó a mi capullo el hilo de saliva aun colgaba de sus labios. Recogió con la mano la saliva de su boca para extendérmela por todo mi falo. Tenía arte.
Tras un par de minutos de paja cuando la saliva comenzaba a secarse, acerco de nuevo la cabeza y esta vez sí, abrió la boca y comenzó a chupármela. Solté un suspiro. Llevaba demasiado tiempo sin conocer otra boca que no serían las de Claudia o Susana y un cambio así se agradecía mucho.
Me gustaba su estilo. Subía y bajaba lentamente con los labios apretados y la boca llena de saliva. Acompañaba el movimiento de cabeza pajeándome con la mano. Cerraba los ojos y disfrutaba de la polla que se estaba comiendo. Ni Claudia ni yo existíamos en ese momento, solo mi polla.
Gire la cabeza y allí estaba Claudia, inquieta. No apartaba la mirada de la mamada que estaba recibiendo y aunque su cara reflejaba seriedad, sus continuos movimientos con las piernas me hacían sospechar que bajo su pantalón algo comenzaba a estar húmedo involuntariamente y tenía la imperiosa necesidad de frotarse de alguna manera disimulada. Quise comprobarlo.
La agarre del cuello y la acerque a mí. Me miro seria.
—Ni se te ocurra rechazarme un beso— La avise.
Y metí mi lengua en su boca. Respondió uniendo su lengua con la mía y agarrando mi cabeza desesperadamente.
—¿Estas caliente cariño?— La pregunté al oído.
No contestó. Seguimos con los besos. Baje mi mano por su tripa hasta su pantalón. Hice fuerza para meter la mano y rozar su coño. Efectivamente estaba mojada.
—Mastúrbate cariño, mira como estas.
Por primera vez Vanessa había abierto los ojos y nos miraba fijamente mientras me la chupaba.
—No, venga, seguid— Dijo Claudia echándose hacia atrás. Parecía herida en su orgullo por haberse puesto cachonda viendo como otra me la comía.
Quitó la mirada de mi vista y bajó la cabeza. Su mirada fue irremediablemente hacia mi polla. Por mucho que se tratara de resistir, no podía hacerse ajena a lo que estaba pasando. Vanessa seguía con los ojos abierto pero sin embargo no me miraba a mí, miraba a Claudia. No sé qué se estarían diciendo con la mirada, pero Vanessa seguía chupando al mismo ritmo y Claudia seguía con sus movimientos de piernas.
Así estuvieron durante unos cuantos minutos, una resistiéndose contra sus primitivos deseos, otra chupando con la mirada clavada en la novia de la polla que se estaba comiendo. Yo disfrutaba.
Finalmente Vanessa paro.
—¿Follamos ya?— Directa al grano.
—Bien.
Vanessa se levantó. Yo termine de quitarme la ropa y la dejé en el suelo. Con total naturalidad Vanessa se desabrocho su pantalón y se lo quitó. Acto seguido se bajó el tanga. Ya estaba totalmente desnuda. Algo llamo mi atención en su depilada raja. Algo brillaba. Me senté en la cama frente a su ella según lo vi: otro piercing adornaba su precioso coño. Un diamantito pequeño y brillante decoraba su clítoris. Totalmente depilada y con unos labios bien carnosos, tenía un chochete precioso.
Mi dedo índice fue directo a su piercing y nada más tocarla comenzaron sus suspiros. No espero ni un segundo más y me lance a comerlo. Subió un pie a la cama abriendo sus piernas para dejar más sitio a mi cabeza. No llevaba ni un minuto cuando sus gritos empezaron a subir de tono.
—Venga, ahhhhh vamos a follar.
Volví a tumbarme en la cama y al mirar a Claudia me sorprendió verla con una mano debajo del pantalón. No apreciaba un gran movimiento, seguramente se estaría estimulando con un solo dedo, pero la mano ya la tenía allí.
—¿Cómo quieres que lo hagamos?— Me preguntó Vanessa.
Encima me dejaba elegir.
—Súbete encima de mí— A ver qué tal se desenvolvía follando.
Rebusco en su bolso hasta encontrar un condón. Lo abrió con los dientes y me lo puso con maestría. Llevaba años sin follar con condón, no me gustaban nada pero bueno, no quedaba más remedio. Se abrió de piernas encima de mí, agarró mi polla enfocándola hacia su agujero y fue bajando despacio. Cuando estuvo toda dentro por primera vez, comenzó a botar encima mío a un ritmo siempre constante. Sus gemidos aumentaban de volumen a cada metida y con la puerta tan cutre que teníamos, probablemente se la estaba escuchando toda la pensión. A eso se sumaban los ruidos del colchón que parecía a punto de estallar. Y pensar que podía haber alguien fuera escuchándonos me ponía mucho.
Las tetas de Vanessa botando encima mío es una imagen que nunca olvidare. Me agarraba a ellas y le pellizcaba los pezones, en alguna ocasión intentaba morderlos, pero dejarlas sueltas y ver como botaban… Esa imagen era maravillosa.
Igual de maravillosa la imagen que vi cuando giré la cabeza para ver a Claudia. Mi zorrita ya se masturbaba a un ritmo frenético. La ordene que se quitara el pantalón y se desnudara, y como si hubiera estado esperando mi permiso, se desnudó y siguió masturbándose.
Si la hubiera pedido que se pusiera a cuatro patas para follármela hubiera aceptado, pero ese día era para disfrutar de mi nueva presa, Vanessa. Si me lo montaba bien podía añadirla como nueva putita a mi harem particular. Visto lo visto, decidí que no iba a tocar más a Claudia, primero porque el trato era solo follarme a otra para castigarla, no darla placer, y segundo porque tal y como estaban de cachondas las dos no me costaría mucho montarme un trio otro día.
Mande a Vanessa bajarse de mi polla.
—Cariño, ¿te gustaría una comida de coño a que si?— Pregunté dirigiéndome a Claudia.
Afirmó con la cabeza. No dijo nada porque se mordía los labios que daba miedo.
—Pues ábrete bien de piernas. Ven Vanessa, que te voy a follar a cuatro patas— Se miraron una a otra durante un segundo— Venga, mientras le comes el coño a mi novia— Vanessa estaba de rodillas frente a mi novia y tuve que darla un empujón en la espalda para que reaccionara— ¡Venga coño!-
Y directamente se la clave desde atrás. Vanessa era una caja de sorpresa, en su nalga derecha llevaba un corazón rojo de unos cuatro centímetros tatuado.
—¿Y este tatuaje en el culo Vanessa? Eres un poco zorrita tú también me parece eh… —Dije mientras empezaba a bombear desde atrás.
No contestó pues tenía su cara hundida en el coño de Claudia y esta la sujetaba la cabeza impidiendo que se levantara.
—¡Oye puta! Eso no me habías….ahhh…contado— Dijo Claudia.
—¿Quién es más puta…de las dos?— Pregunté mientras seguía taladrando a Vanessa a cuatro patas— La que se folla… al novio de su amiga… o la que se lo presta…
Vanessa se llevó un par de azotes en el culo.
—Habéis visto…la cara…— Seguí hablando— Del pavo de recepción…eh…se la estará pelando… pensando en cómo os estoy follando… a dos putas a la vez…joder…contestad… ¿QUIEN ES MAS PUTA DE LAS DOS?— Pregunté chillando esperando que alguien me escuchara al otro lado de la puerta.
—Es que Vanessa… Ahhh… No puede contestar…. Que me está comiendo el coño…ahhh…— Dijo Claudia con una sonrisa en la boca.
—Contéstame tú.
—Yo— Tajante— Yo soy más puta joder, sabes que soy tu puta….ahhhh…me voy a correr.
—Eso es… Tú la que más…. Tú también eres una gran putita Vanessa… No te preocupes.
Claudia comenzó a correrse. Gimió a todo volumen, y como si estarían sincronizadas y entrenadas, Vanessa comenzó a correrse también. Y viendo semejante percal, me entraron ganas de correrme.
—Déjame que me corra en tu coño cariño, que Vanessa te lo limpia ahora.
Claudia la tiró del pelo para apartarla de su cueva. Quedó su cabeza tumbada sobre su pierna y yo acerqué mi polla ya sin condón al coño de Claudia. Sobre él me corrí. Una potente corrida que rápidamente comenzó a gotear hacia el edredón.
—Venga límpiamelo puta— Le ordeno Claudia. Nunca la había visto mandar así.
Y como si de una aspiradora se tratase, Vanessa sacó la lengua y absorbió toda mi corrida que caía por el coño de Claudia. Yo me eché a un lado para observar el espectáculo.
Cuando acabo de lamer, Vanessa se levantó y poniéndose de rodillas ante Claudia que seguía tumbada con las piernas abiertas, le escupió mi corrida en la cara.
—Toma zorra, que es la corrida de tu novio.
No aplaudí pero me dieron ganas. Yo que conocía a Claudia vi el odio en sus ojos. Tiró de orgullo y pasándose la mano por la cara, recogió la corrida y se la llevo a la boca.
—Y bien rica que esta.
Viendo que se avecinaba pelea de gatas y pasaba de que se montaría un espectáculo corté por lo sano.
—Buah, venga vámonos que ahora para encontrar a estos ya veréis.
Con el calentón fuera, la tensión era total en aquella habitación. Nos vestimos en silencio y nos fuimos. Al salir de la habitación Claudia me cogió de la mano como si tendría que marcar el territorio. Me despedí del chico de recepción con un alegre “ Hasta otra ”. Su cara era la envidia personificada.
Una vez en la calle comenzamos con los whatsapps y llamadas localizadoras que no eran respondidas. Pasaron 45 minutos hasta que los encontramos, 45 minutos en los que nos pateamos todo Bilbao.
Eran casi las ocho de la mañana cuando decidimos regresar a Laredo. Yo ya había cumplido y no pintaba nada allí. Compré un Red Bull para aguantar durante el camino y nos dirigimos al coche. Salimos con la misma distribución que en la ida, Vanessa en nuestro coche y los otros cuatro en el otro.
No habíamos salido aun de Bilbao cuando Vanessa ya estaba dormida en el asiento de atrás. Pegué un par de frenazos y vi que no se despertaba. Podía hablar con Claudia tranquilamente.
—Cuéntame, ¿Por qué lo has hecho?
—¿El qué? ¿Eso? Por nosotros dos…
—Mentirosa. Te conozco ya como si te hubiera parido. Se lo que quieres y me parece de lujo.
—No sé a qué te refieres.
—Si lo sabes, sí. Cuando te lo propuse te dolió, eso lo tengo claro. Luego fuiste madurando la idea y tenías tu más ganas que yo y ya sé porque. Tú no lo haces porque te perdone. Tú eres mi puta y tú quieres tener una puta para ti. O para los dos. Quieres una puta para abusar de ella como yo de ti. ¿A que si?— Afirmó con la cabeza con timidez, temerosa de mi reacción— Pues estate tranquila, no sé si será esta que está aquí atrás dormida o no, pero a ti te daré yo una puta. Prometido.
Saludos. Espero que se publique todo correctamente :p