Quiero que seas mi puta durante un día (Parte IV)
Parte IV. Termina el fin de semana con Claudia, me confiesa su deseo y la lanzó una nueva propuesta ¿Hasta donde sera capaz de llegar? Mi tranquila vida ya estaba cambiando a una vida repleta de puterío, desenfreno, engaños, manipulaciones y sexo, mucho sexo.
Parte IV, continuación inmedianta de la parte III. Un relato mas soft pero espero que les resulte morboso. Saludos.
Allí estábamos, tumbados en el suelo. Me levanté y la di la mano para levantarla.
-Vaya polvazo eh?- Dije resoplando.
-ERES UN HIJO DE PUTA¡¡¡-
Y de las mismas se abalanzó sobre mí. Tortazos, puñetazos, arañazos, todo lo que podía. Yo me defendí reculando y apartando sus brazos.
-Que haces? Estate quieta gilipollas.- No la iba a pegar porque salía volando por la ventana. Conseguí agarrarla de ambos brazos y echarla hacia atrás separándonos un metro.- Párate joder¡-
-ME HAS VIOLADO HIJO DE PUTA¡.-
-Bueno, que te ha gustado así que relájate.- En ese momento me vine arriba, después de semejante polvo mi ego estaba por las nubes pero escuchar esta verdad la picó y se volvió a lanzar a por mí nombrando nuevamente a mi santa madre y llamándome varias veces “violador”.
De alguna manera, consiguió darme en el labio con uno de sus anillos produciéndome un corte superficial que me hizo sangrar. Fui mi momento para salir de ahí. Me deshice de ella lanzándola al sofá y me hice el indignado.
-PERO QUE COJONES HACES?- Levante mi voz. Me lleve la mano a la boca y la enseñe la sangre.- SI ES QUE ERES GILIPOYAS DE VERDAD.- Y directamente me fui al baño a limpiarme.
-Pues te jodes.- Escuche al salir por la puerta de la sala.
Me estaba lavando la boca cuando a los 30 segundos se asomó por la puerta con cara de niña buena y me preguntó:
-¿Estas bien?-
La conocía demasiado bien y sabía que no tardaría ni medio minuto en asomarse más calmada. En los tres años que llevábamos juntos había aprendido perfectamente a controlar sus enfados y darle la vuelta a la tortilla. Cuando ella se enfadaba solo tenía que enfadarme yo más e irme. Acto seguido ella aparecía detrás mío en actitud conciliadora, supongo que simplemente no soportaba acabar la discusión con el sentimiento de culpabilidad de haberme hecho enfadar y eso la obligaba a venir con el hacha de guerra enterrada.
-Eres idiota.- Respondí mirándola de reojo.
-Sabes que no te quería hacer eso… Pero que me acabas de violar¡ Como quieres que reaccione?-
-Bien que te has corrido, ahora no te pongas así.-
-Eres un hijo de puta.- Me dio un puñetazo en el hombro en plan colegueo.- Ya no sangras…-
-Como me vuelvas a dar, te vuelvo a violar por idiota.- Dije para tratar de quitarle hierro al asunto.
-Esta te la voy a guardar ya verás. Casi me meo encima del miedo.-
-Tira anda.- La agarre del culo y la indiqué que saldría del baño.
-Me has destrozado el pantalón puto cabrón, ahora me compras uno.-
Yo me reía.
-Te ha costado reconocerme no?- Pregunte curioso.
-Pues un poco… Como no ibas a venir hoy.- Dijo con rintintín.- Es que entrar y ver la sala así…Que la vas a recoger tú por cierto, ahí ya me he acojonado y vas tú y me apareces con un cuchillo hijo de puta.- Yo me estaba partiendo de risa, la abrace cariñosamente buscando su complicidad.- Me pusiste el corazón a mil.-
-¿Y por la voz?-
-Es que en ese momento ni escuchaba. Luego si, y los ojos que se te reconoce también, pero al principio bufff oía pero no escuchaba.- Puse las manos en su cara y me lancé a su boca a besarla. La pille un poco desprevenida pero enseguida cruzo su lengua con la mía.
-Eres un cabronazo sabes? Primero me violas y ahora me besas en plan romanticón…-
-Calla y vamos a comer algo anda, que me muero de hambre…-
-Como cambias de tema jeje-
No me interesaba nada hablar de mi comportamiento. Era asunto mío solo. Fui a la nevera y la tenía prácticamente vacía, me estuvo contando que desde que me había ido estaba comiendo muy mal y que había bajado un par de kilos los cuales ciertamente se notaban a simple vista ante lo cual me mostré disgustado pues a pesar de todo lo último que quería era que tuviera algún problema de salud por no comer. También me informó que en cuanto acabará el último examen que le quedaba del curso, iría a Santander (de donde ella era) con sus padres y me invitó a subir en Agosto a lo que respondí con una mueca de aprobación.
Pedí un par de pizzas y nos las merendamos-cenamos en la cama. Hablamos y reímos como hacía tiempo que no hacíamos. Cada escasos minutos nos comíamos la boca con la pasión con la que te la comes durante el primer mes de noviazgo.
-¿Y tu padre como esta?- Pregunto de repente.
-Bien, ¿por?- Respondí automáticamente.
-No, como iba al hospital…-
-Esto…no, era solo para que no me esperarías hoy.- Respondí pensando si era tan tonta como para preguntarme eso.
-¿Y el expediente ese de la uni lo arreglaste?-
-Que tonta eres¡- Reí.- Era solo para sacarte de casa y entrar yo.- “ Tonta perdida” pensé.
-Ahhhmmm, no lo necesitabas… ¿Entonces has venido solo a estar conmigo?-
ZAS en toda la boca. Esa no me la esperaba, no era tan tonta no. Esa verdad enmascarada en pregunta me dejo en shock. Hasta ese momento no me había parado a pensar que había bajado a Madrid solo para verla a ella. Estaba tan ensimismado en mi plan que no me lo había planteado nunca de esa manera.
-Que calor hace no?- Fue lo mas inteligente que se me ocurrió decir para salir al paso. Claudia con una sonrisa de oreja a oreja se abrazó a mí, ello su cabeza sobre mi pecho y se durmió mientras yo me quedaba pensando en la tremenda cagada que acababa de cometer. Le acababa de decir sin querer que todavía era tan importante para mí como para gastar mi tiempo y dinero en ir a verla exclusivamente a ella mientras ella no movía un dedo.
Desperté al día siguiente entre besos y caricias de Claudia. Yo estaba aún adormilado y me dejaba hacer.
-Buenos días cariño, ¿Qué tal has dormido?- Me preguntó al oído mientras me rodeaba con su pierna.
Yo estaba boca arriba y evidentemente con la tienda de campaña puesta. La típica erección mañanera con la que fue a topar su pierna.
-Uy, ya veo que bien eh? Te has levantado alegre capullín.- Me susurraba al oído.- ¿Qué has soñado?-
-Nada.- Contesté todavía sin despertar del todo.
-¿No has soñado con que me hacías alguna maldad?- Su pierna comenzó a frotarse contra mi abultado calzoncillo.- ¿Quizás has soñado con atarme y hacérmelo por detrás?- Su lengua me recorrió el cuello hasta la otra oreja.- ¿O quizás has soñado que te la comía en el cine delante de todos?-
Que agradable amanecer me estaba dando mi tierna Claudia. Pasé mi mano por debajo suyo y entró directamente en contacto con la suave piel de su espalda.
-¿Has soñado que me follabas en la cama de mis padres? Seguro que era eso…- Claudia seguía a lo suyo.
Mi mano bajo por su espalda hasta llegar al final de ella y nada la separaba del contacto directo con su piel.
-¿No llevas nada?- Pregunté.
-No.- Su mano entró debajo de mi calzoncillo.- Como no me dejas llevar ropa interior tengo que dormir así, desnuda. Soy una chica muy obediente- Las yemas de sus dedos recorrían mi polla de arriba abajo.- ¿Y sabes qué? Al frotarme con las sabanas los pezones se me ponen muy duros.- Terminó de sentarse encima de mi sin sacar la mano de mi calzoncillo.- Y eso me pone muy muy caliente.
Yo sí que estaba muy muy caliente. Notaba sus pezones clavarse en mi pecho.
-Y necesito una buena polla dentro de mí. Una bien dura como la tuya. Entrando y saliendo de mi coño mojado… Necesito follarmela, ¿me dejarías?-
-Claro, ¿porque no?- No aguantaba más, o se la metía ya o esa zorra me haría correrme encima.
-Lo pregunto porque como me haces lo que tú quieres, igual no me dejas. ¿Me das tu permiso para follarte?- Preguntó entre susurros.
-Tienes todo mi permiso.- Afirmé.
Y hábilmente bajo lo justo el calzoncillo para sacármela e introducírsela suavemente milímetro a milímetro acompañándola con un “ gracias” y un largo gemido. Me agarré a su culo y la deje que comenzaría a moverse despacio con mi polla en su interior.
-¿Cómo eres tan zorrita?- Pregunté.
-Porque me encanta serlo.- Clara y directa.
-¿Te pone que te trate como una zorrita?-
-Mucho, me pone mucho. Quiero que me hagas ser una zorra.-
Era curioso, yo le había pedido que fuera mi puta por un día, ella lo había aceptado, lo había disfrutado e incluso se mostraba permisiva a serlo durante más tiempo. Ahora ella, encima de mí me pedía textualmente que la haría ser una zorra.
-¿Pero solo conmigo eh?- Afirme preguntando.
-Soy tuya solo. Tu zorra…uffff…-Gemía.- Me encanta cuando me haces…ahhh…sentir una puta. Házmelo.-
-¿Cómo se piden las cosas?-
-Hazme ser tu puta, por favor.-
-Ya lo eres.- Sentencié.
Se había soltado la melena del todo. Ya era mía. Si me llegan a decir cuando la conocí que esa chica con cara angelical de no haber roto un plato en su vida podía llegar a ser tan…tan…tan así, jamás lo hubiera creído.
-Chúpamela que me quiero correr.- Dije.
-¿Cómo se piden las cosas?- Me replicó con sorna.
-Que te calles y me obedezcas, puta.- Se mordió el labio y me desmontó para meterse debajo de la sabana y comenzar a chupar.
Quite la sabana para verla y enseguida note que me iba a correr. Me levante y la hice tumbarse boca arriba, me puse de rodillas sobre ella, sentándome casi en sus pechos y la sujete de la nuca para levantar su cabeza y hacer que me la seguiría chupando. Me agarre la polla y en ese postura me corrí en su cara. El primer chorro fue a parar a su frente, el segundo sobre su papo y a partir de ahí se la metí en la boca para que el resto irían directamente a su garganta. Terminé de correrme y seguía notando su lengua pasando una y otra vez por mi capullo, tratando de exprimir hasta la última gota como un sediento con una cantimplora vacía en el desierto.
-Ya sé que tú no te has corrido y que lo necesitas, pero a partir de ahora… Te correrás cuando yo quiera. Eso sí, te prometo que cuando te corras, lo harás a lo grande.- Pase mi dedo por su frente y su cara recogiendo el semen que tenía en ella y se lo lleve a la boca.- Toma, sin desperdiciar ni una gota.- Chupó todo el semen que traía sin rechistar.
Nuestra relación había cambiado radicalmente. Estaba claro que yo no me podía ir y dejar a esta muchacha hambrienta, me necesitaba tanto como yo a ella. Acababa de descubrir una joya en Claudia y si yo me apartaba otro vendría a aprovecharse de su vicio.
Nos levantamos a desayunar. El día transcurrió genial y por mi cabeza pasaban mil ideas con las que gozar salvajemente pero una por encima de todas que para mí era el mayor acto de entrega y sumisión hacia mí. No había olvidado que todo esto empezó porque ella me había engañado, y yo quería devolvérsela. Ella iba ganando 1-0 y yo quería empatar el partido. Quería tirarme a otra con su consentimiento. Vale, Susana me esperaba en Logroño pero eso Claudia no lo sabía, tenía que ser a otra siendo ella totalmente consciente de que me tiro a otra y dándolo por bueno.
Salimos a pasear por la tarde, y como digo el día fue genial. Como en nuestros primeros meses juntos lo cual yo ya no sabía si era lo correcto o no, aunque yo estaba más pendiente de buscar el momento para plantearle mi idea que de si estaba obrando bien o no. Y el momento apareció.
Fuimos a un parque y nos tumbamos en el césped, típico parque donde van las parejas a tumbarse al sol y enrollarse. Si levanta la cabeza y miraba a mí alrededor no veía más que parejas tumbadas comiéndose la boca y metiéndose mano disimuladamente. Con ese contexto llegaba el momento del romanticismo y las conversaciones ñoñas de amor.
Claudia sacó todo su arsenal. “Eres el amor de mi vida”, “he pasado los peores días de mi vida, sin ti me muero”, “me arrepentiré toda la vida de mi error”, “solo quiero hacerte feliz”, “estaba borracha y se aprovecharon de mí, pero no volverá a pasar porque te amo”, “hare lo que haga falta por tu perdón y que estés conmigo” BINGO¡¡
-Mira, es que… que lo hayas echo con otro… Es que eso me mata por dentro. Solo imaginarte con otro… no es justo.-
-Ya lo sé y te pediré perdón mil veces.- Empezó a llorar.
-Es que es muy injusto. No sabes lo que se siente, y eso es injusto.-
-Si pudiera dar marcha atrás… No te mereces el daño que te he hecho, perdóname.- Seguía llorando.
-Tú has estado con otro y yo no, joder…-
-Te lo juro, ojala pudiera cambiar el daño que te he hecho y hacérmelo a mí.-
-Si yo ahora me tiro a otra, ¿eso sería lo justo no?- Levanto la cabeza de mi hombro y me miró incrédula.- Vamos, digo yo.-
-No soportaría saber que lo haces con otra.-
-Pues igual que yo. Así sabrías lo que duele. Y sería lo más justo.- Sus ojos se abrieron como platos, empezaba a captar por donde iba.- Tu lo hiciste, yo lo haría, y quedaríamos empatados y olvidado para siempre.-
-¿Quieres hacerlo con otra?- Sus lágrimas se cortaron de repente.
-No he dicho que quiera, he dicho que es lo justo.- Remarqué.
-Me estás diciendo… que te tienes que tirar a otra.-
-A ver, te estoy diciendo que sería como una forma de perdón o algo así, un ojo por ojo… A ver, ¿sería justo que yo haría lo mismo que tu o no?- Se quedó callada unos segundos.- Lo seria, ¿Ves?-
-Pero lo mío… fue un error sin querer y joder, no se… Me estas proponiendo que te tienes que tirar a otra para que me perdones…-
-Te estoy diciendo lo que sería justo. Empate y final del partido para siempre.- Hice hincapié en la palabra siempre.- Venga va, no pienses más en esto.- La di un beso.
Aunque yo sabía que no iba a dejar de pensar en ello. Yo había soltado mi idea y se la había dejado en su mente para que la iría pensando. Unas palabras bonitas, un par de intensos orgasmos, unos toques a su sentido de la justicia y la moral, otras pocas de palabras bonitas y aceptaría. Llorando, pero aceptaría.
-Vaya culito tienes niña…- Acariciándolo.- Y con ese escote… Me estas poniendo caliente…-
-Calla anda tonto, que se te va a poner… Aquí en el parque.- Tenía la cabeza en otro sitio.
Saque mi lado más cariñoso. Mi mente ya había trazado la hoja de ruta. Cariños y mimos durante el resto del día, por la noche aparecerá mi lado más sucio para hacerla gozar y sacarle su lado más putón y antes de acostarnos volver a dejar caer mi idea sobre la justicia pero como un simple comentario, sin darle mayor importancia. A la mañana siguiente, sabiendo cómo es ella y que estará toda la noche dándole vueltas a lo mismo, la llevaré a mi terreno y la convenceré “por el bien de la relación”. Podéis pensar que soy un cabronazo manipulador, pero peor es ser infiel a la persona que supuestamente amas.
Avanzó la tarde y me preguntó dónde cenaríamos, si íbamos a algún sitio, a lo que yo me negué alegando que me había dejado una pasta en gasolina para venir y que no podía permitirme el lujo de andar saliendo a cenar fuera. Se ofreció a invitarme pero lo rechacé. No me gusta ser pagafantas pero casi me gusta menos que me inviten. La dije que iríamos a casa y cenaríamos algo, unos sándwich aunque sea.
Así que en cuanto empezó a caer la noche a casa nos fuimos. No habíamos merendado asi que según llegamos fuimos directos a la nevera.
-No sé ni que cenar, si no tenemos casi nada.- Dijo Claudia mirando con resignación la nevera semivacía.
-¿Me dejas que te elija yo la cena y te la de?-
-Ya me vas a pedir que te la chupe ¿a qué si? Jaja.- Se rio.
-No hija no. ¿Te fiarías de mí?- Dije mirándola fijamente a los ojos.
-Mmmmm, ¿Qué estas tramando? Jaja… ¿Me tendré que fiar no? Me fio, me fio.
-Bien, nena, vete a la habitación, desnúdate, te tapas los ojos con una corbata y me esperas allí.-
Sonrió pícaramente y se dio la vuelta en dirección a su habitación. Según salía por la puerta se quitó la camiseta tirándola en medio del pasillo. Cuando llego a la esquina del pasillo donde yo dejaba de ver su espalda, se quitó el sujetador, me miró, se relamió y se fue a la habitación. Ya me había puesto cachondo.
Saque un plato y lo prepare con un poco de todo lo que teníamos. Un trocito de queso, una loncha de jamón york, otra de mortadela, una aceituna, un par de onzas de chocolate… un poco de todo, y me dirigí a la habitación. Me encontré la habitación cerrada y su pantalón corto colgando de la manilla, clara señal de “ estoy desnuda y preparada ”. Abrí la puerta con cuidado y entre suavemente, Claudia me esperaba sentada en la cama a lo indio con su precioso tesoro totalmente a la vista y con los ojos tapados. Su cara se alegró cuando me escuchó entrar.
-Ven, acércate.- Dije. Con miedo apoyo sus manos en la cama y se echó hacia adelante levantando su trasero de la cama. Le di un toquecito en las piernas y se las dirigí poniéndola a cuatro patas. Cogí un trozo de queso y se lo puse en los labios.- Toma, prueba esto.-
Lo sujeto con los dientes, saboreo para posteriormente masticar y tragar.
-¿Qué era?- Pregunte.
-Queso.
Sigilosamente me puse detrás suyo, acerque mi cara a 5 centímetros a su lindo chochete y dije con una voz suave:
-Vamos a jugar a un juego. Yo te doy de comer, si aciertas…-Bese su clítoris. Saque la lengua y con la punta recorrí su coño entero.- Tendrás premio.-
Me levante y cogí un trozo de jamón york.
-¿Y si fallo?- Cuestionó.
-Si fallas…-Le puse el jamón en la boca y lo trago.- Tendrás castigo. ¿Qué era?-
-Queso.
Que zorrita. No iba a esperar a fallar, quería saber ya que castigo podía esperar. Me puse detrás nuevamente y le di un azote fuertísimo en el culo que la dejo mi mano marcada. Lo reconozco, me encantaba azotar ese culo. Se quejó con un “ Auh ” pero se mantuvo firme en su postura apoyada en sus rodillas y sus manos.
Volví al plato y la di media rodaja de chorizo.
-Es jamón.-
-Vaya, has vuelto a fallar.-
Volví detrás de ella y le di otro azote en la otra nalga. Ya tenía las dos nalgas marcadas con mi mano.
-Espero que no estés fallando adrede, sino el castigo será peor.- Dije en su oído.
-No, no, no he fallado adrede.- Contesto con voz de niña buena.
Sabíamos que sí. Partí media rodaja de salchichón y se lo di a la boca.
-Salchichón.- Dijo rápidamente.
-¡Correcto!- Volví a situarme detrás de ella. Saque la lengua y chupé. Chupé y lamí.
Lo abrí con los dedos y metí mi lengua dentro todo lo que pude. Boxeé con su clítoris hasta que sus gemidos empezaron a aumentar. Yo que ya tenía un empalme considerable situé el tronco de mi falo en su entrada y lo restregué un par de veces.
-Siguiente- Cogí una aceituna. En su cara de reflejaba el deseo de ser penetrada.- ¿Qué es?-
-Una aceituna.-
-Muy bien.- La agarre por los brazos y la puse de rodillas. Chupé un pezón y luego el otro y la volví a poner a cuatro patas.- Es que esta era muy fácil nena.-
Su cara reflejaba un disgusto tremendo. Lleve una onza de chocolate a su boca.
-¡Es queso!- Me retó.
Agarré su cabeza suavemente, agarré mi polla durísima y la pegue en la cara con ella. Dos veces, primero de un lado y luego del otro. Le di la otra onza de chocolate que me quedaba.
-¡Es queso otra vez!- Estaba sacando su orgullo por no habérsela metido.
-Creo, sinceramente, que estas fallando adrede. Te lo avisé.- Me levante y fui a la cocina, abrí el frigorífico y volví con un cubito de hielo en la mano.
Si previo aviso lo frote contra su caliente coño. Froté contra él hasta que medio cubito se hubo desecho. Por su cara, diría que el contraste de frio-calor la gustó y la disgustó a partes iguales. El poco hielo que me quedaba se lo metí en la boca.
-¿Qué es?-
-Hielo, cabronazo.-
-Espero que no vuelvas a fallar adrede.-
Cogí el bote de nata y me eche un pelín en el capullo. Me arrime y se lo posé en sus labios. Sacó la lengua y lo probó. En cuanto adivinó lo que era abrió la boca al máximo y se tragó mi capullo con la nata encima en su refrescada boca. Lo chupó hasta dejarlo completamente limpio. En ese momento se lo aparté.
-¿Puedo saborearlo un poquito más? No quiero fallar.-
-Claro.- Se la volví a dar para lamer. La deje disfrutar unos segundos y se la quité.- Pero no te esfuerces, este era tu premio por acertar el hielo.-
-Cabrón. Tu polla con nata, por cierto.-
Deslice mi mano por su espalda, la baje a su vientre y metí dos dedos en su coño. Palpé todo su interior, saque los dedos bien mojados y se los lleve a su boca.
-Esta sí, ¿Qué es?-
-Mmmmmm, son tus dedos mojados en mi coñito.-
-Muy bien, levántate un poquito.- Se puso de rodillas y salí corriendo a por otro cubito de hielo. Lo pase alrededor de su pezón derecho que al instante se puso más tieso de lo que ya estaba y seguidamente lo chupe mientras pasaba el cubito por el otro. Claudia se agarró a mi pelo ante sus temblores. Pase a chupar el otro pezón y apreté el cubito contra su vientre. Se fue deshaciendo y las frías gotas de agua comenzaron a caer hacia su rasurado conejo. Solté su pezón y bajé mi cabeza hacia él. Fui recogiendo una a una con lengüetazos las gotas que caían por toda su entrepierna. Tarde lo mío pues caían abundantemente, pero una vez acabe, subí lamiendo desde su clítoris, rodeé su ombligo, subí por sus pechos besando los pezones, seguí subiendo hasta su cuello por un lateral, lo bese suavemente y subí hasta su oreja, mordí su lóbulo y agarre su cara para llegar finalmente con mi lengua a la suya y fundirnos en un beso que se hizo eterno. Claudia me abrazaba para que no me despegaría de ella jamás, mi polla tiesa como un mástil palpitaba contra su frio vientre y mi mano derecha bajaba por su espalda hasta llegar a sus nalgas, masajearlas e introducirse entre ellas para acariciar su estrecho agujero anal.
Me separe levemente y cogí el bote de chocolate líquido que había traído junto al de nata previamente. Repetí lo anterior a la inversa. Di la vuelta al bote sobre sus pechos y deje caer un buen chorro sobre cada una de sus tetas. Comencé besándola por su cuello y fui bajando hasta sus pezones embadurnados en chocolate. Si en condiciones normales estaban deliciosos, con chocolate ya eran un manjar de otro mundo. Cuando hube acabado de comerle una teta entera, pase a la otra. De la otra, baje besándola hasta su ombligo que desbordaba chocolate. Poso sus manos en mi cabeza empujándomela suavemente hacia abajo, incapaz de esperar a que fuera yo el que decidiera bajar a su achocolatado coño.
Dejándome empujar bajé y probé su dulce clítoris con sabor a cacao. Levante mi mirada hacia arriba y vi una chica manchada de chocolate por todo su cuerpo y una cara de disfrutar como nunca antes había visto. La visión era súper excitante.
La hice darse la vuelta y deje caer más chocolate por su espalda. Al llegar a su culo lo recogí con las manos y se lo extendí por sus dos firmes nalgas masajeándolas con mimo y deslizando mis dedos por su agujero. Le di un beso y mordí ambas nalgas.
Me incorpore pegándome a su espalda y dejando reposar mi polla en la raja de su culo, la agarré la cabeza y se la gire para nuevamente buscar su lengua y besarnos con pasión. La mezcla de nuestras salivas con el sabor de nuestros sexos, el chocolate y el frescor del hielo formaban una combinación electrizante en nuestras bocas. Con una mano la sujetaba la cabeza y con la que me quedaba libre pellizcaba su pezones, su mano buscó mi polla y empezó a pajearla entre su culo cuando la encontró, mi mano bajo de sus tetas a su coño y empezó a masturbarla.
Solté su melena y la empujé suavemente de la espalda para ponerla a cuatro patas, separé sus nalgas y deslicé mi pene hacia el interior de su vagina con suavidad, disfrutando cada segundo. Estuve unos minutos es esa postura hasta que decidí sacársela y echarme chocolate por toda la polla.
Di la vuelta a la cama y se la puse en la boca, sin dudarlo, comenzó a lamer y succionar mi polla bañada en chocolate. Decidí que era buen momento para darle su orgasmo por tan buen comportamiento. La quite la corbata de los ojos.
-¿Quieres que te haga correrte?-
-Como tú quieras.-
Que rápido había aprendido. La ordené que se diera la vuelta con las manos en la espalda y se las até con la corbata. Seguido la ordené que se tumbara boca arriba en la cama con el culo en borde. Agarré sus tobillos y los puse en mis hombros, se la metí y la avise: “ Prepárate ”.
Metí mis brazos por debajo de sus sobacos, las uní en su espalda y de un golpe brusco la levanté poniéndome de pies con ella montada en mi polla. Me giré y fui corriendo hacia la puerta. La empotré contra ella. Quedo en el aire sujeta solo por la fuerza que yo ejercía aplastándola contra la puerta con mi miembro dentro. La agarre del culo para mayor seguridad, flexione levemente mis rodillas sacándosela y de golpe se la metí violentamente. Repetí varias veces. Les pechos botaban al penetrarla tan salvajemente y sus gritos de placer aumentaban a cada metida. No era un ritmo alto lo compensaba con la violencia de las metidas.
-Córrete para mí. Te ordeno que te corras.- Le pedí al oído.
Dejo caer su cabeza para atrás apoyándola en la puerta y se dejó llevar al orgasmo. Cerró los ojos y apretó mi pene con su coño mientras se corría y yo la mordía los labios.
-¿Qué pasaría si en esta postura te la meto en el culo?-
No me contestó, solo respiraba recuperándose de su intenso orgasmo. Iba a ser demasiado difícil porque la tenía que sujetar y metérsela a la vez en un agujero muy cerrado así que cambie de idea. Con suavidad la deje posar los pies en el suelo y me tumbe en la cama boca arriba con la polla apuntando al cielo.
-Mejor si te la metes tu sola.-
-¿Me desatas las manos por favor? Que si no me caeré y no podré.-
Tenía razón, con las manos atadas a la espalda perdía mucha estabilidad para ponerse encima mío y follarme así que la desate gustosamente y me volví a tumbar. Me sorprendió lo primero que hizo, coger el bote de chocolate y echarme más por el cipote. Lo extendió con las manos y entonces sí, se puso de pies encima mío, dobló las rodillas agachándose y me agarró la polla dirigiéndola hacia su culo.
Mi capullo llego a su entrada.
-Demuéstrame lo puta que eres, follate el culo.-
Y eso estaba decidida a hacer. Se dejaba caer metiendo mi pene milímetro a milímetro. Sus ojos se ponían llorosos del dolor pero no se rendía y seguía empujando hacia abajo. Casi me revienta el capullo de lo apretada que estaba pero la sensación era increíble. Lleve mi mano a su clítoris para masajearlo como premio a su buen hacer.
Gritaba una mezcla entre placer y dolor y poco a poco fue metiéndosela a una velocidad que yo ni imaginaba. Prácticamente a centímetro por segundo, se la había conseguido meter entera como si nada. Y eso que el único lubricante que tenía, por llamarlo de alguna manera, era ese espeso chocolate líquido.
Respiró aliviada cuando vio que la tenía toda dentro y lo había logrado. Sonrió pícaramente y subió comenzándosela a sacar hasta la mitad aproximadamente y volvió a bajar metiéndosela entera de nuevo. Un par de lágrimas caían de sus ojos fruto del intenso dolor que se estaba auto-proporcionando pero al mismo tiempo lo juntaba con una mirada de deseo de buscar mi satisfacción que era realmente morbosa. Verla sufrir de dolor siendo ella la que me cabalgaba y lo hacia todo solo para dejarme satisfecho y enseñarme lo puta que podía ser conmigo me excitaba sobremanera y si ya la tenía dura, me la ponía aún más dura.
Y como comprenderéis, en tal situación yo estaba que no aguantaba más y le iba a echar semejante corrida que le iba a salir por las orejas. No tarde mucho.
Exploté en su culo y pensaba que me moría allí mismo. No caí en coma de milagro. Me agarré a sus tetas para darme cuenta que no estaba soñando, y tiré tan fuerte que casi se las arrancó.
Se bajó de mí y quedo al aire mi rabo aun tieso, algo irritado y cubierto de chocolate y semen. Recogí un poco con el dedo y sin darla tiempo a reaccionar se lo metí en la boca.
-¿Qué es?- Pregunte vacilando.
-Tu pedazo corrida guarro.- Contestó con risas.
Al final entre una cosa y otra estábamos llenos de chocolate, nata, sudor, agua… vamos, una guarrada y la cama había quedado echa en asco así que fue todo directamente a la lavadora y nosotros a la ducha. Y después a cenar de verdad lo poco que había en la nevera.
Me propuso salir a tomar algo pero eso no entraba en mis planes. Si es cierto que con un par de copas encima se ponía tontorrona y aceptaría fácilmente mi proposición de ponerla los cuernos consentidos, pero lo haría durante el tiempo que la durara el puntillo antes de ponerse a llorar y montarme el numerito. Y además, que cojones, tras semejante polvo estaba cansado y solo me apetecía dormir.
Cuando abrí los ojos al día siguiente ella estaba echada a mi lado despierta y solo con ver su cara ya supe que mi plan iba sobre ruedas. La pregunte si había dormido bien y si estaba todo bien haciéndome el tonto. Me confesó que no había dormido casi nada.
-He estado toda la noche dándole vueltas a eso que decías ayer… Eso de hacerlo con otra.-
No dije nada, mantuve silencio aumentando su nerviosismo.
-Y sí, vale, sería justo, y no sé cómo aguantaría si haces eso… Pero si así me perdonarías, y estaríamos bien como antes… Pues…- Estaba a punto de decir que sí. Perfecto.- Pues eso.-
-Sería por el bien de nuestra relación. Yo solo te quiero a ti, eso tenlo claro.- Me aguanté la risa.
-Si. Pero tengo muchas dudas.-
-Dime.-
-¿Sería solo sexo y una vez no?- Afirme con la cabeza.- Y con condón.-
-Claro.-
-Y sin besos. Solo meterla y ya está.- Hice una mueca de aprobación. Al final haría lo que me daría la gana- Y la chica la elegiría yo.-
-¿Cómo? ¿Qué vas a decirle a una amiga que lo haga conmigo o qué? ¿A la más fea?-
-No… Bueno, que si tú tienes a alguna, pues yo te puedo decir, con esta si o con esta no. Si lo vas a hacer quiero saber con quién.- Supongo que simplemente buscaba que no lo haría con una que ella consideraba que estaba más buena que ella.
-Bueno… Vale. O sea solo meterla, sin besos y la que tu elijas o busques- Si encima conseguía que la buscara ella más morbo aun.- ¿Algo más?-
-Ahora mismo…No sé, estoy en blanco, que locura…-
-Bueno, ya veremos en el momento. Como lo hacemos, como quedamos y todo eso.- Por mi mente pasaba la idea de que ella estaría presente. Pero eso ya lo iría viendo… Que de momento, ya tenía lo que quería: Cuernos consentidos.