Quiero que me folles hasta las orejas

Hasta las orejas todo es puta, por los mismos motivos que hasta el rabo todo es toro. Eso te dije, mi Amo, cuando me ofrecí a ti para que me uses de nuevo, para que no se te olvide que puedes usarme. Que debes usarme para tue xclusivo placer.

Quiero follarte, me has dicho. Y me he alegrado, pero me ha quedado la duda de por qué sitio. No sabía si querías follarme el coño, el culo o la boca, como tanto te gusta, estableciendo tú mismo la profundidad y ritmo con el que te sueles follar mi boca, mientras yo permanezco arrodillada frente a ti acariciándote los huevos. No sabía qué querías follarte y me he puesto desnuda frente a ti a cuatro patas y te he ofrecido el coño que me asoma entre los muslos, moviéndolo en círculos, por si querías penetrarme mi coñito de zorra.

Pero no has hecho ningún gesto y entonces me he levantado un poco, me he abierto los glúteos con las dos manos y te he ofrecido mi culo, el agujero de mi culo de putón, por si quieres follártelo. Pero tampoco has hecho señal alguna y he concluido que deseabas follarte mi boca, como casi siempre, porque es lo que más te gusta de mí. "Eres tan puta, que tienes una boca que parece un coño", me sueles decir.

Y es verdad, porque la abro mucho, todo lo que puedo y dejo que me penetres casi hasta las amígdalas, hasta que me atraganto y me dan arcadas. Pero con la práctica he conseguido controlarlas y ya sabes que te puedes follar mi boca hasta el fondo, como tú quieras, sin que me dé arcada alguna.

Pero no has hecho ningún gesto y no he sabido qué hacer. Quieres follarme, pero no sé qué. Quizás quieras hacer un amago de follarte mis orejas, porque un día me dijiste que era tan puta zorra, tan putón verbenero, que todos mis agujeros servían para follarme, incluidos los de las orejas. Y te las ofrecí.

  • Fóllate las orejas, mi Amo. También son tuyas. Si hasta el rabo todo es toro, hasta mis orejas son de puta.

Pero tú te reíste, metiste tu polla en ellas, en las dos, te moviste un poco con la punta y lo dejaste. Sólo querías darme a entender que todos mis agujeros son susceptibles de ser follados por ti. Todos. Sin excepción. Eso estaba muy claro. Los dos lo tenemos muy claro.

  • ¿Quieres follarte mis orejas? –te he preguntado ansiosa.

  • No, te voy a follar otra cosa. Ponte a cuatro patas.

Y cuando me has tenido a cuatro patas has pasado tu polla por mi coño, pero has seguido hacia abajo y la has metido entre mis muslos. Y luego me has dicho que los cierre, que te apriete la polla con ellos y te has movido frotándote mientras yo aprieto para que puedas correrte. Y te has corrido, vaya que sí, pero yo me he quedado en blanco, sin sentir nada, excepto el placer de la humillación de ser usada por ti. Sólo eso.

  • Tú has gozado, pero yo no –te he reprochado.

  • De eso se trata.

Y te has levantado y te has ido dejándome allí tirada, excitada y sin poder correrme. Eres un cabrón, que has aprendido muy pronto. Pero te amo, mi Amo.