Quiero que me comas el coño

Sexo oral entre los vapores de un caramelo de menta

¡¡¡QUIERO QUE ME COMAS EL COÑO!!!

Tan rotunda fue su petición que tuve que ponerme manos a la obra o mejor dicho, lenguetazos a la obra, pero pedonarme que haya empezado la casa por el tejado, dejarme que os explique porque mi querida Cayetana me pidió casi a gritos en la calle y rodeada de todas sus amigas.

Hace unos meses conocí a Cayetana, una pija del quince que estaba más buena que el pan, morena de pelo negro azabache, una boca de locura y unas curvas que ni amarrado al cinturón de seguridad te garantizan no salirte de ellas, nos conocimos en cierto establecimiento de sandwichs mientras pedía un té moruno y ella esperaba su pedido, en un acto de osadía que no me caracteriza de ningún modo la invité a sentarse en mi mesa mientras esperaba su pedido y gracias a la torpeza de la camarera pudimos charlar e intercambiar teléfonos; si os digo la verdad pensaba que me había dado un teléfono falso, no es la primera y seguro que no será la última vez que me lo hacen, pero tuve suerte y me animé a llamarla dos días más tarde.

No os quiero hacer perder el tiempo, nuestra charla fue de lo más normal, nada que hiciese que ella se derritiese por mis huesitos aunque yo me moría por comerle la boca, Dios que buena está, me costó unas cuantas llamadas y un platón de sus amigas lo que propició que puediera quedr con ella en los cines de la Mor****, es de los pocos cines que quedan abiertos en Madrid y suele estar poco frecuentado, para que la cosa fuese más fluida busqué en la cartelera la única película de adultos que hay ahora en cartelera porque entre Spiderman o las pelis de críos, apenas hay nada potable; cogí la sesión de las 9 para poder ir a cenar luego y ya está, no esperaba nada más porque Cayetana se me antojaba una montaña difícil de escalar pero había que intentarlo.

El dia de autos como diría un abogado, se presento con una minifalda de cuero negro y pantis que dibujaban unos muslos disgnos de la misma Afrodita, torneados y a buen seguro cuidados en las máquinas de step de vete tu a saber que gimnasio, con los dos besos de rigor y su reproche con una sonrisa de que pensaba que no íbamos a quedar nunca nos encaminamos a la barra del cine a por las clásicas chuches y unos refrescos, ella compró unas palomitas medianas y yo un paquete de Halls de esos negros que te abren hasta el cerebelo cuando los tomas, no caí que con la dichosa mascarilla me harían saltar las lágrimas como así hizo y nos metimos en la sala, este cine tiene entre sus virtudes de que puedes escoger butacas que llaman VIP que son más grandes y que no se suelen ocupar y efectivamente, estábamos solos y el ser humano más cercano estaba cuatro filas por delante nuestro, estuvimos de cháchara insustancial, de su vida amoroso, de si su hijo, de sus proyectos laborables y empezó la película.

Media hora de reloj, y el guaperas de turno se quita la camiseta y se seca el sudor de la frente, la chica de la pelí se le acerca y pone su tono excitante a la escena, pero nada más, como ahora en estos tiempos de lo políticamente correcto pues ahí se queda, no habían pasado ni un minuito cuando se acerca a mi oído y me dice que si nos vamos, que tiene una ídea.

  • Oye, la peli es una castaña y tengo una idea malévola, ¿nos vamos?

  • Por mi vale, no vale ni las palomitas que hemos pagado.

Nos levatamos sigilosos y salímos de la sala sin hacer mucho ruido, en el camino de salida pasábamos por la puerta de los cuart5os de baño y me pidiío un instante que tenía que hacer pis

  • Ays perdona, tengo que hacer un pis, ¿me esperas?

  • Si claro, dije solóícito y esperé en la puerta tranquilamente.

Apenas unos segundos asoma la cabeza por la puerta y me dice bajito.

  • Entra que no hay nadie y quiero que vas una cosa.

Más asustado que sorprendido entré y mientras empujaba la puerta la mano de Cayetana agarraba mi muñeca y me atráia hacia ella, plantándome un beso en la boca que más parecía una exploración petrolífera en mi garganta, entre bocados, gemidos repirmidos y suspiros me metió en unos de los privados, yo en ese instante llevaba un caramelo de menta en la boca y casi me lo trago entre la vorágine de labios y lengua de Cayetana.

  • Mmm, que rica boca, así fresquita con ese caramelo. La pelí era una mierda pero ver a **** con el pecho descubierto me ha puesto como una moto.

Voy a confesaros que ninguna de mis compañeras de juegos se ha quejado de mi juego de lengua y con algunas de ellas oirlas y sentirlas retorcerse mientras me meto entre sus muslos es una de las cosas que más me pone en el mundo, tan es es así que una vez comentándolo con una amiga muy especial mIa dije que la penetración está sobrevalorada, que una buena comida de coño a tu chica es algo sublime y con esa premisa me propuse que Cayetana no se olvidase de mi nunca.

Tras lo pirmeros escarceos, bajamos un poquito el frenesí y mirándola picamente puse un par de dedos sobre sus labios y le sugerí que no hiciese ruido, subida ella sobre la cisterna del baño y yo sentado al reves en la taza del baño la besé el ombligo cubierto por su blusa, no le saqué la blusa blanca de seda que llevaba de la minifalada en ningún momento, mientras pesaba mis labios en el entorno de su ombligo mis manos subieron paralelas a sus mulsos con la idea de bajarle los pintos, la muy cabrona venía sin ropa interior y depilada, para que luego digan que somos nosotros lo que ligamos, JA, pero yo a semejante monumento no le iba poner pegas, bajé sus pantis hasta la mitad de sus muslos y subí como pude la  minifalda negra lo que pude para poder meter mi cabeza dentro de tan cáido lugar. Por experiencia se que estimular directamente el clítoris de una mujer es muy molesto y algunas veces doloroso si no está muy excitada y lo de meter el dedo, pues de cada 10 chicas a las que he hecho sexo oral solo a una le gustaba por lo que no suelo hacerlo a menos que me lo pidan. Un coño depilado, caliente y palpitante esperaba lo mejor de mi y estaba dispuesto a dejarme los labios para que Cayatena soñara con esta cunnilingus toda su vida.

Puse mis labios muy hidratados gracias a mi caramelo de menta sobre sus labios vaginales, el olor de Cayetana me embargaba y poco a poco y con cuidado de no ahogarme con el caramelo, saqué la lengua tímidamente buscando su clítoris o mejor ducho su cubierta de piel, poco a poco sentía como empujaba este pequeño botón de placer de Cayetana como buscando mi lengua, en un primer instante el caramelo no parecía hacer su efecto pero el frescor empezó a inundar el coño de Cayetam, con sus manos agarraba mi cabeza pelada y empujaba contra ella, yo movía mi lengua haciendo diferentes dibujos sobre su clítoris, primero por un lado, o por el otro, haciendo oes sobre él, siempre con mucha saliva para que se sintiera bien, Cayetana gemía que si hubiera entrado alguien al WC no habría oído y mi miedo porque nos escucharan se incrementó, de todos modos mi lengua se mobvía incansable entre esso plieges de piel que tanto me gustaban.

  • Dios que cabrón eres, que bien me lo comes, uff, lo de caramelo es la leche - me dijo mientras acariciaba mi cabeza

  • pss, que nos van a oir

  • Sigue por amor de Dios, que me voy a correr, joder nunca me he corrido tan pronto, uff.

  • Puff que rico, sigue bebe (odio que me llamen bebe), sigue, mmm, así sigue no pares, mmm, me corro amor, ufffff.

No, no hubo chorros como por ahí cuentan, pero sus piernas temblaban como un flan en un terremoto.

Los espamos de los muslos de Cayetana hicieron que los apretara sobre mis cara, aplastándome cada vez más con ellos, poco a poco al sentir como se corría baje mi presión sobre el clítoris pero sin perder el contacto sobre él, mis pasadas eran cada vez más suaves y más lentas, sintiendo que partes de Cayetana eran más receptivas a mis lamidas -sitios que no os diré porque son secreto profesional-, poco a poco y gracias a que relajó la presión de sus muslos fue levantando mi cara de entre su sexo y levanté la vista, sus manos se apoyaron sobre mi cara pero ella seguía con los ojos cerrados y respirando profundamente, como los pantis no permitían abrir más la piernas desistí bajarla a mi altura para darle un beso y con cuidado le subí los pantís a pesar de estar empapada de mi saliva, con cuidado me seque la barbilla porque yo estaba empadadito tambíen y la dejé espacio para que se pudiera arreglar, apenas me llevó 15 minutos llevarla al cielo de los orgasmos y es que la magia de los Halls es de la buena palabrita, presté atención or si alguien entraba pero estábamos tan solos como al pricipio en el WC del bendito cine; Cayetana poco a poco fue recuperando el resuello y mirándome como perdido me dijo que iba a mirar por si podíamos salir, ya os he dicho que yo no buscaba en ese momento que ella me corrspondiera porque el día era muy largo y habíría tiempo para todo, y colocándose como pudo la minifalda y los patis se asomó primero por el reservado y luego por la puerta principal, en cuanto me dio el visto bueno salí y la esperé.

No fueron muchos minutos, quizás 4 ó 5 y salió como si nada, volvía a ser esa musa esculpida en mármol que había visto hacía tan poco, solo en sus mirada hacía mí había algo diferente me me gustaba y me daba miedo a la vez.

  • Bueno y que plan tenemos, pregunté.

  • Había quedado con unas amigas después del cine, pero te vienes conmigo.

Agarró mi mano y como un corderito que va al matadero la seguí, me llevó a cierto local de picoteo no muy lejos de allí donde aguardaban tres amigas suyas que al verme se sorprendieron, lo que me llevó a pensar que Cayetana iba a ver la pelí conmigo y luego tan amigos y que si iba preparada para la guerra no era para mi, pero mira que sorpresa, fui yo el que disfrutó de su sexo esa tarde; la tarde noche se hizo larga, demasiado alcohol más por su parte que por mi parte he de decir y cerca de las 11.30 de la noche me despedí de ella con un casto beso mientras cuchicheaban sus amigas a mis espaldas, me puse la cazadora y cuando estaba a punto de salir del local, desde casi la otra punta y mientras sujetaba la puerta Cayetana me tiró un beso y a grito pelado me dijo:

  • Llámame, que quiero que me comas el coño.