Quiero correrme para ti 2
Porque llegar al portal, junto a mi marido, sintiendo la saliva caliente de Jaime, en mis labios me puso más perra de lo que estaba dispuesta hasta a admitirme a mí misma.
Esa tarde en la que todo había cambiado para mí, en la que yo sentía tan distinta y creía que cualquiera iba a notarlo... simplemente no pasó nada, todo pareció continuar donde lo había dejado. Llegué a casa y seguí con mis tareas como cualquier día y todo pareció fluir sin más, como si todo hubiera sido solo un paréntesis en mi existencia.
Al día siguiente era sábado y bajé con mi marido a hacer unas compras. Al volver al mediodía casi me da algo, al encontrarnos con Jaime en el portal de casa.
—Buenos días –saludó amable y distante como siempre
—Buenos días –saludamos nosotros casi al unísono
Subimos los tres en el ascensor, podía sentirle detrás de mí y mis bragas se mojaban sin remisión, solo por el hecho de saberle tan cerca. Entonces noté su mano en mi culo, sus dedos apretando mi carne y casi no controlé el gemido, tuve que morder mi labio inferior, mientras mi marido, buscaba su móvil que estaba sonando.
Mi marido salió del ascensor, y fue directo a abrir la puerta, mientras yo recogía la bolsa que había soltado. Entonces Jaime aprovechando esos segundos, se agachó y lamió mis labios antes de que saliera del ascensor, dejándome confundida, sorprendida y muy excitada. Porque llegar al portal, junto a mi marido, sintiendo la saliva caliente de Jaime, en mis labios me puso más perra de lo que estaba dispuesta hasta a admitirme a mí misma.
Apenas podía esperar a que mi marido, se fuera como cada sábado por la tarde al pádel, y mientras dormía la siesta, me di una ducha rápida, me puse un pantalón cómodo y una camiseta de estar por casa, no me puse ropa interior y esperé impaciente a que se fuera.
Diez minutos después de que se marchara, y sin poderme contener subí a toda prisa ansiosa y tocaba nerviosa al timbre de Jaime.
—Pasa brujilla, estaba tomando café, ¿quieres? –pidió y asentí.
Mientras yo cerraba la puerta, él dio un trago de la taza y luego me la pasó.
—Termínatelo, mientras yo preparo más – le seguí a la cocina, excitada por el simple hecho de beber de su taza, por poner mis labios donde habían estado los suyos.
Me apoyé en la mesa, mirando como iba de un lado a otro, poniendo la cafetera eléctrica, sintiendo la excitación de su proximidad, la anticipación de lo que iba a suceder...
—Has sido un muy grata sorpresa, no creí que pudieras subir hoy –dijo apoyándose en la encimera, mirándome descaradamente
Su mirada caliente me encendía, apreté mis muslos, notando como mi coño se humedecía.
—Por cómo se humedece tu pantalón y se clava en tu rajita, podría decir que mi bruja caliente ha subido sin bragas hoy
—Pensé que no iban a hacerme falta –le miré con picardía
—Ni el pantalón tampoco bruja –contestó con esa voz que tanto me ponía
Y sin dejar de mirarle me descalcé, agarré la cinturilla y los bajé por mis caderas... mis muslos y los dejé caer a mis pies para deshacerme de ellos de una patadita.
—Mucho mejor, me gusta ver tu coño –dijo acercándose
Dos zancadas y me cogió por las caderas, para sentarme en la mesa.
—Apóyate en la pared, sube los pies y ábrete de piernas para mí, quiero ver bien ese coño hambriento, ¡ahora!! –dijo volviendo junto a la cafetera
Mientras yo me colocaba justo donde y como me quería, a sabiendas que dándole lo que quería, él iba a darme lo que había subido a buscar.
— ¿Cuantas de azúcar?
—Dos
—Me gusta verlo así, excitado, brillante, hinchadito...hambriento –dijo arrastrando una silla y sentándose frente a mí.
Me pasó la taza después de remover el contenido y soplar, yo le di un trago sin moverme de la postura que había pedido, mientras él miraba serio.
— ¿No vas a darme un poquito, y compartir como hice yo bruja mala? –y le pasé le taza tras dar otro sorbito
—Quiero ver más, enséñame más, tócate para mí
Y de nuevo hice lo que me pedía, porque lo pedía y porque lo necesita. Con dos dedos separé los labios de mi sexo y empecé a recorrer mi rajita, mientras él miraba ávidamente, sin apartar los ojos de mi sexo, mientras daba pequeños sorbitos de café.
En pocos minutos estaba más que dispuesta a llegar al final y él que debió notarlo por mis jadeos dijo:
—No lo frenes, quiero que te corras para mí, quiero ver tu cara de golfa mientras lo haces, quiero ver tu coño mojándose, palpitando...mira como pones mi polla bruja –dijo liberándola del pantalón
Mientras mis dedos frenéticos estimulaban mi sexo, su mano subía y bajaba, tallando su polla dura y yo me relamía deseándola... llegó el primero de mis órganos, fuerte, impetuoso...
—Me corro, Jaime, me corro...
Y mientras el placer recorría mi cuerpo, se puso en pie, se inclinó. Su cabeza se perdió entre mis muslos y su lengua entre los pliegues de mi vulva. Entrelacé el segundo con esa lengua, con mi clítoris entre sus labios mientras succionaba, lamia y devoraba cada gotita de placer. Dios era tan bueno correrse con Jaime, jamás había sentido nada igual, nada de lo vivido anteriormente me había preparado para esto.
—Que rica estás bruja, sabes a lujuria, a pecado, a placer prohibido del más rico. Te quiero de rodillas, quiero darte lo que has subido a buscar –pidió ahora lamiendo mis muslos, frotando su barba por mi piel y hasta ese roce era de lo ms excitante.
Me arrodillé ante el que era y consideraba mi macho, pidiendo lo que él estaba ya más que dispuesto a darme.
Agarré su falo con una mano y mientras lamia sus pelotas, seguí con lo que el había empezado, tallando su polla. Él se apoyó en la mesa donde yo había estado, separó más las piernas y dejó que mi boca se encargara de su sexo, cosa que hice con deleite, embadurnándole de saliva, disfrutando de sus gemidos, alternando mis dedos, mi lengua, mis labios... de sus huevos, su polla ensalivada...
—joder brujita, veo que tienes claro lo que quieres y vas a conseguirlo ya –dijo con la voz quebrada y ronca
—Si dámelo todo, quiero tu semen –pedí mirándole, mientras dejaba que su polla resbalar un vez más entre mis labios
Apreté sus huevos, succioné y tragué hasta el fondo, notando el temblor de sus muslos y el primer chorro en mi garganta, retrocedí para que el segundo llenara mi boca, y seguí masturbándole, para que un tercero se escurriera de mis labios a mis pechos, mientras le miraba correrse, y él miraba extasiado su semen embadurnándome.
Aun tenia los muslos rígidos, cuando tiró de mi levantándome, pegándome a él y buscó mi boca para lamerme, morrearme...eso me volvía loca, me excitaba muchísimo que le gustara compartimos, después de corrernos.
Me agarró del culo, me apretaba contra él, yo pegué mi cuerpo al suyo, frotándome con su piel caliente, mientras nos devorábamos como si no acabáramos de corrernos como locos, como si no hubiera sido suficiente. Esa necesidad mutua era tan abrumadora, tan enloquecedora, tan compartida...
Terminamos en su ducha, juntos, entre caricias, besándonos, lamiéndonos, mordiéndonos...
—Date la vuelta –pidió sin ordenar a sabiendas que no necesitaba hacerlo y eso sonaba a más poder, se sabía con el control y lo ejercía sin tener que ordenar.
Y lo hice sin dudar apoyando mis manos en las baldosas. Su mano azotó mi culo, sus dedos se pasearon por mi rajita, vi como cogía el gel y al momento sus dedos recorrían mi rajita. Un minuto después dos dedos entraban y salían de mi culo sin piedad, mientras mis tetas se frotaban por las baldosas mojadas y con vaho. Volvió azotar mi culo mientras lo follaba una y otra vez, me ardía, me calentaba, quería más...quería que me follara. Eche la mano hacia atrás y busqué su polla.
— ¿La quieres de nuevo bruja? –pregunto con una risa
—Si –le respondí sin tapujos, demasiado caliente de nuevo
—Pero yo ahora la quiero en tu culo –de nuevo ese dominio controlado
—Es tuyo –le dije meneándosela con brío
Dos azotes más, separó los dedos dentro, entró y salió varias veces y terminó abandonando. Entonces me quitó su polla de la mano, apoyo el glande y agarrado a mis caderas empujó, una vez conseguido el primer tramo tiró de mí y se clavó al completo, haciendo que gritara y sin salir entró más, aplastándome contra las baldosas, hurgando en mi culito, dilatándolo bien con su polla, abriéndome, llenándome.
— ¿Te gusta ahí bruja? Porque a mí me encanta...
—Me gusta siempre, donde quieras, como quieras...me enloquece tu polla Jaime.
Empujó un par de veces, pegando hasta mi pubis contra la pared, poniéndome casi de puntillas con sus envites, pero finalmente me separó de la pared, me pegó a su cuerpo y abrazándome por debajo del pecho, me folló lentamente, a media asta, solo sacaba la polla a la mitad y volvía a hundirse. Yo eché la cabeza hacia atrás apoyándome, buscando su boca.
—Me vuelves loco –dijo bajando la cabeza, buscando mi boca
No sé cuánto tiempo follamos así bajo el chorro del agua, de pie, pegados como si fuéramos uno, besándonos, el acariciaba mis pechos y yo sus costados, sus muslos y hasta su trasero echando las manos hacia atrás... Hasta que nuestros cuerpos pidieron más y él fue el primero en poner otra marcha, descolgando el telefonillo, cambiando los chorritos para poner solo tres.
—Separa un poco las piernas –pidió, enfocando el chorro a mi sexo
Joderrrr, las piernas me temblaban un minuto después cuando me dijo:
—Sujétalo, no lo muevas, quiero correrme mientras te corres
Hice lo que me pedía, seguí apuntando donde él, mientras él aferrado a mis caderas, flexionó más sus rodillas y empezó follarme a muerte. Sus dedos se clavaban en mi carne, su polla en lo más profundo de mis entrañas, el chorro estimulaba mi clítoris...
—Voy llenarte el culo de semen bruja, estoy a puntito de correrme, estas tan estrechita y eres tan puta...me corro, me corro. Hazlo bruja, conmigo, córrete –decía entre jadeos enloqueciéndome
Joder dio un alarido, mientras el calor líquido de su semen inundaba mis entrañas atrayéndome a su abismo, haciendo que me corriera con él.
Apenas nos tuvimos en pie con los últimos vaivenes, el telefonillo daba vueltas a nuestros pies mojándonos, poniéndolo todo perdido...
—Lo siento –dije cuando salió y me agaché como pude a recogerlo para que no siguiera llenando el baño de agua por todo
— ¿Que sientes cielo, darme los mejores orgasmos de mi vida? Deja eso y bésame bruja.
Dios adoraba a ese hombre, no lo había buscado, ni siquiera hubiera querido que pasara si alguien hubiera preguntado, pero ahora ya era tarde, ya no podía hacer otra cosa que sentirme suya en cuerpo y alma.
...