Quiero
Hacer añicos esos centímetros que me separan de tu cuerpo
Te deseo demasiado, te amo tanto que me duele no poder llorarte, debido a que las lágrimas que he derramado me han absorbido enteramente, cuándo acabará el luto, cuándo…
Te veo y no puedo, no puedo contener las ganas de hacerte el amor. Me invade el hecho de corromperte, me invade demasiado.
Tanto quisiera fotografiarte, tanto te quisiera tener solamente para mí, que me ames, como yo te amo, con las fuerzas que yo poseo, deseo que al menos un día, no importa si es solo dentro de cuatro paredes, me amarás y me hagas tuya.
Quiero besarte y arrancarte la ropa, hacerte mía, sentir tanto tu aliento, anhelando tu boca como tú la mía, quisiera tanto, tanto, tanto quisiera hacerte mía.
Hacer añicos esos centímetros que me separan de tu cuerpo, deshacerme de tu sostén, recorrer tu espalda, disfrutar de tus líbidos, sentir tu piel caliente y sudorosa contra la mía ardiendo de deseo, uno que por años se ha guardado, mujer mía, te deseo con tanto fervor.
Quiero recorrer cada extremo tuyo, bajar por tu espalda y volver a tus hombros, besar tu cuello, dejarte marcas por doquier, mirarte a los ojos, decirte cuanto te deseo, cuanto te amo, despacio, lentamente susurrarte al oído cuanto te he estado esperando, y confesarte que fue una eternidad esperando, bajar lentamente a tus senos, admirarlos como si fuera aquella acción de pasión desesperada la única ocasión donde podré apreciarlos, devorarlos suavemente, quiero oírte suplicar que no pare hasta que toques el paraíso, que me tomes de los cabellos y me dirijas con brutalidad hacia tu monte venus, para poder comerme tus muslos a mordiscos, hacerte temblar.
Mirarte una vez más antes de ir por mi más amado impulso, ver en tus ojos aquel miedo que alguna vez te detuvo y clavarte un lento lengüetazo en tu punto máximo.
Comenzar a dar todo lo que había estado guardando, una y otra vez, sin parar, una, una más, como si me fundiese entre tus piernas, con violencia sutil y elegante, con ganas, sin cohibimiento alguno hacerte estallar, quiero que grites tan fuerte que tu dulce voz, cree grieta en aquella copa lujuriosa que nos llevó al acto más puro y sincero, al amor más verdadero que he dado.