¿Quieres ver cómo me corro, papá?

-¿Quieres desvirgar mi culito papa?

Era viernes por la noche. Angelines esperando a que su padre saliese de la tienda se entretuvo mirando escenas nocturnas de esas que pasan desapercibidas, por fugaces, cómo el beso chiquitín, furtivo, que le dio en la mejilla una niña a un niño que caminaban detrás de sus padres, o las caricias de la vieja Aurora a su vieja gata en la puerta de su casa, o los gritos de una discusión en casa de los Rojos, o los ladridos de los perros anunciando a sus dueños que alguien pasaba cerca de la casa ... La noche no dormía, la noche estaba llena de vida. Cuando Isidro salió de la taberna y se encontró con ella, caminando a su lado, le dijo:

-¿Ya le hablaste a tu madre de lo de reconocerte?

-¿Le dijiste tú a tu mujer que tienes una hija ilegítima y a tus hijos que tienen una hermana?

-Aún no.

-Cuando se lo digas se lo digo yo a mi madre.

-Está bien. ¿Qué es lo que me querías decir?

-Que te quiero y que te necesito y no cómo padre.

-Eso ya lo hablamos y no puede ser.

-Con la puta de tu prima si se puede.

Isidro, se alarmó.

-¡¿Quién te dijo lo de Rosa?!

-Mi casa da a su huerta y padezco de insomnio. Pero me las va a pagar.

Angelines estaba celosa. Hablaba cómo si Isidro fuera su esposo y no su padre.

-¿Qué te va a pagar?

-No son cosa tuyas.

Angelines echó a correr y se perdió entre las sombras.

A las doce y media de la noche, la puerta trasera de la Rubia, se volvió a abrir. Sintió unos pasos subir las escaleras de madera, al abrirse la puerta del dormitorio, Rosa, en camisón y sentada en el borde de la cama, le dijo:

-Pensé que no te atreverías a venir.

-Pues ya ves que vine, lo que no sé es porque me quieres dar las cinco mil pesetas aquí si me las podías dar en la taberna.

Rosa sacó el dinero del cajón de la mesita de noche y le dijo:

-Toma, lo que me pediste por tu silencio.

Angelines fue a coger el dinero y cuando llegó a su lado y estiró la mano para cogerlo, Rosa, la cogió por un brazo, tiró los billetes al piso de la habitación, la echó sobre la cama, se echó encima de ella y le apretó el cuello con sus manos, unas manos que parecían dos tenazas. Con cara de loca, le dijo:

-No te habías parado a pensar que te podría matar y hacer desaparecer tu cuerpo. ¿Verdad que no, chantajista?

Angelines le echó las manos a los brazos para librarse de ella, pero era cómo si una hormiga quisiera quitarse de encima a un elefante... Se empezó a poner roja, echó fuera la lengua. Rosa, le quitó las manos del cuello, Angelines retiró la cabeza para coger aire.

-¡Casi me matas!

Rosa, sentada sobre el vientre de Rosa, le preguntó:

-¿Vas a amenazarme de nuevo con contar que viste entrar a Isidro en mi casa de madrugada?

-No.

-Júralo por tu madre.

-Lo juro.

-¿Para que querías el dinero?

-Para comprar ropa.

Rosa se había puesto cachonda al apretarle el cuello a Angelines. Estaba mojada y fue a por ella.

-¿Dejarías que jugara contigo por ese dinero?

A Rosa la pregunta la pilló descolocada.

-¿Además de puta eres maricona?

Se quitó de encima de ella, y de lado, mirándola, le respondió:

-No, pero tengo curiosidad.

-Cinco mil pesetas es mucho dinero.

Rosa, que estaba en camisón y sin sostén, se arrodilló en la cama, lo quitó y se quitó las bragas. Angelines la vio desnuda y le gustó lo que veía. Se arrodilló delante de ella y le dijo:

-Cinco mil.

-Si, cinco mil, las puedes coger del suelo después del polvo.

-Trato hecho.

Rosa le cogió la cara con las dos manos y le comió la boca y el mentón, Angelines le metió la lengua en la boca. Rosa le dio más de veinte chupadas, después fue el turno de Angelines, que chupando la lengua de Rosa y comiéndole la boca ya comenzó a gemir. Siguieron lamiéndose las lenguas, comiéndose las bocas... Se dieron un beso tan largo cómo húmedo. Luego Rosa le quitó la camiseta blanca dejando al descubierto su negro sujetador. Le besó varias veces en el vientre, y después besó la parte de la teta izquierda que sobresalía del sujetador, luego bajó la copa y le lamió el pezón y le chupó la areola multitud de veces. Angelines con su mano derecha en la nuca de Rosa ya gemía sin parar. Luego le bajó las asas y le comió la teta derecha, para acto seguido lamer y mamar yendo de teta en teta largo rato. Después le quito el sujetador y se volvieron a comer las bocas. Rosa no se hartara de comer teta, ya que las volvió a comer, aún con más ganas. Ahora Angelines estaba tan cachonda que le lamía la frente mientras se las comía. Rosa se puso a su espalda. Le abrió la cremallera lateral de su falda y el botón y la desnudó. Antes de ponerse de nuevo frente a ella, le besó y le chupo el cuello por ambos lados. Al tenerla de frente se volvieron a besar cómo al principio, luego Angelines le agarró las tetas y le hizo lo mismo que le había hecho a ella. Ya eran dos las que gemían y dos las que tenían los coños encharcados. Angelines hizo que Rosa se echase, al estar echada le dio la lengua a chupar, Rosa se la chupó varias veces y después le comió ella la boca y el mentón del mismo modo que se lo había comido Rosa, a continuación bajo lamiendo, le cogió la teta derecha y se la lamió, chupó y mamó, a esa teta siguió la otra. Angelines estaba encendida, la cara la tenía roja cómo un tomate. Si Rosa le llega a rozar el coño con una mano se corre cómo una bandida. Besó entre sus tetas y siguió bajando hasta llegar cerca del coño, luego volvió a subir haciendo lo mismo que hiciera al bajar hasta llegar a su boca. Le metió la lengua dentro, le magreó las tetas con una mano y le frotó el coño mojado con la palma de la mano de la otra. Luego le comió las tetas con lujuria. Jadeaba cómo si fuera Rosa la que se las estuviese comiendo a ella. Le metió dos dedos dentro del coño y la masturbó mientras le comía las tetas y la boca.

Rosa, agarrando la almohada con una mano y la sábana con a otra, exclamó:

-¡¡Me viene el gusto!

¡Vaya si le vino! Se corrió cómo una fuente, jadeó cómo una perra y se retorció cómo una serpiente.

Al acabar, Angelines, subió encima de ella y le puso el coño en la boca, Rosa sacó la lengua y le echó las manos a las tetas. Acarició sus pezones y lamió su coño... Angelines no se movía. Con los ojos cerrados y sus manos en el culo disfrutaba de cada lamida. Mas poco pudo disfrutar, en nada se puso tensa, se le cerraron los ojos de golpe, se encogió y se corrió diciendo:

-Aaaaah. ¡Aaaaaaaja! ¡¡Aaaaaaaah!! ¡Aaaaaaja! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaah!!

Esa noche se dieron placer hasta quedar rendidas. El gallo las despertó abrazadas. Angelina se gano las cinco mil pesetas.

Al día siguiente, a las nueve de la mañana, Angelines, vio cómo la mujer de Isidro y sus hijos se metía en un Seat 850 y oía cómo le decía la mujer a su hija que sus abuelos le tenían una sorpresa. Era obvio que Isidro iba a estar solo en casa.

Eran las once de la mañana cuando Angelines entró en la casa de Isidro. No tuvo que llamar porque en los pueblos no se solía cerrar las puertas durante el día, ni de noche si había mucha calor. En el pasillo, lo llamó:

-¡Isidro!

Isidro se estaba bañando. Reconoció su voz, y desde la bañera, le dijo:

-¡¿Qué haces aquí, Angelines?!

La muchacha se dirigió al lugar del que venía la voz. La puerta del cuarto de baño estaba abierta, vio a su padre cubierto de espuma, y agachándose para quitar las sandalias, le dijo:

-¡Qué bañera más grande! Quiero bañarme contigo.

Isidro se puso en pie.

-¡No te vas a bañar conmigo!

Angelines mirando para la polla de su padre, que estaba tiesa, le dijo:

-Pues me baño sola. ¿Qué estabas haciendo para tener la picha de punta?

Isidro se volvió a sentar en el baño, Angelines se quitó la ropa y se metió en él.

-¡Qué calentita está el agua!

Se sentó el baño enfrente de su padre y enjabonándose las tetas con una esponja, le dijo:

-Puedes seguir con lo que estabas haciendo.

Isidro no sabía cómo salir de aquella situación.

-No me estaba haciendo una paja.

Angelines se mofó de su padre.

-No, ¡que va! Se te puso así con el jabón No seas tonto, hombre, yo también las hago. No tiene nada de malo. Sigue. Por cierto, no quiero que me reconozcas.

-¿Y eso a que se debe?

-A que no quiero causarte problemas.

Ahora el que se cachondeó fue el padre.

-No, ¡qué va! Por eso estás metida en mi bañera.

Angelina con la esponja bajo el agua, cerró los ojos, y le dijo:

-¡Qué gustito da pasar la esponja por el coño! Seguro que tu esposa se hace con ella unas pajas maravillosas.

Isidro empezó a perder los papeles.

-¿Tú crees?

-Claro que lo creo, de no hacerlas sería tonta. ¿Es tonta tu mujer?

Isidro viendo de punta los pezones de las pequeñas tetas de su hija y viendo cómo movía el brazo y cómo hacía ondas en el agua, cogió la polla y comenzó a menearla, luego le dijo:

-No, tonta no es.

-Me podría correr así. ¿Quieres ver cómo me corro, papá?

-No, bueno, sí.

Cuando las ondas se hicieron más grandes de un lado y del otro. Angelines se levantó, rodeó el cuello de su padre con sus brazos, lo besó, se sentó sobre su polla y esta entró hasta el fondo del coño con suavidad debido a que coño y polla estaba engrasados con el champú y el gel. Besándolo y moviendo el culo alrededor, le dijo:

-Dime que me quieres.

Cogiendo el culo de su hija con las dos manos, le dijo:

-Te quiero, poquita cosa.

Angelines movió el culo alrededor a toda hostia, y le dijo:

-Ay que me, ay que me corro, papá.

Se corrió cómo un angelito. Besando a su padre ahogó sus gemidos en su boca.

El incesto se acabara de consumar, pero Angelines quería dárselo todo a su padre. Sacó la polla del coño, le dio las tetas a mamar, y después la puso en la entrada del culo.

-¿Quieres desvirgar mi culito, papá?

Isidro la cogió por las caderas. Empujo hacia abajo por ellas con las manos y empujó hacia arriba con la polla. A Angelines si le dolió al meterle la cabeza de la polla en el culo, no lo expresó en su rostro, lo único que hizo fue besar a su padre y decirle:

-Ya soy toda tuya.

Después fue bajando el culo hasta que la metió hasta el fondo. Isidro, minutos después, magreándole las tetas y mientras su hija lo follaba bajando y subiendo el culo, se lo llenó de leche. Angelines, mirando a su padre mientras se corría le dijo:

-Te adoro, papa.

Le dio un pico en los labios y cuando acabó de correrse puso la cabeza en su hombro.

Y aquí lo dejo, diciendo que Angelines al final quiso que la reconociera cómo hija y que le diera sus apellidos, pero fue para tener a su padre más cerca.

Quique.