¿Quieres que te hagan cornudo?
Mi jefe y mi amigo, en contra de mi voluntad, nos abduce a mi esposa y a mí
Con mis cuatro relatos anteriores, he recibido todo tipo de correos, unos preguntando cómo conseguí convencer a mi esposa. Otros llamándome de lo peor, por permitir y que me guste ver a mi mujer con cualquiera, algunos sin entenderlo. Este relato que voy a escribir, trataré de reflejar aparte de lo que sucedió, los sentimientos que tuve, porque fue con un hombre amigo y jefe. Solo un poco mayor que yo. Nunca lo tuve entre los posibles candidatos, porque era amigo, jefe y porque no era un jovenzuelo. Se fue de mi control y siempre había creído que todo lo que no estuviera bajo mi control, no podía salir bien, pero cuánto me equivoqué y aquí me vienen recuerdos de mis primeros pensamientos, de mis primeros deseos de ver a mi esposa con otro. Empezaré con un pequeño esquema de cómo convencí a mi esposa, de mis errores iniciales, que retrasaron conseguirlo.
–Prohibido rendirse.
–Crear morbo a todas horas. No desfallezcas porque cuando se lo propongas te diga que estás loco, que eres un degenerado, etc.
–Si lo habéis intentado y no salió bien. Volver a intentarlo, pero sin agobiarla.
–Usa las redes, busca que siempre se encuentra a un candidato ideal, que sepa lo que se hace, que esté bien dotado y se tú primero el que inicie ese acercamiento, si te da seguridad es momento de ir metiéndole la idea a tu esposa.
–Es normal que este reacia o tenga dudas, aunque no lo expresen las dudas es sobre nosotros. Una vez que se lance, luego te enteras de muchas cosas.
–Error número ONE que cometemos los maridos, querer controlar lo que debe de suceder, ERROR, ERROR, ERROR, ERROR, hay que dejarse llevar y si el candidato es lo que creemos, ponernos en sus manos, ver, participar, oír y a disfrutar.
–Fundamental, consigue una vez tengas al elegido, que ella sea la que te sustituya en el contacto, no la espíes, que ella te vaya contando y como mucho usa al elegido como cómplice, que ella se sienta segura y libre cuando hable con él.
–Tienes que ser paciente, pero muy tenaz. No quieras poner los bueyes tras el carro, deja que ella con el futuro corneador, sea los que marquen los tiempos.
–Se inteligente, entérate de los gustos del corneador en formas de vestir de las mujeres y cómprale a tu esposa o elige de su armario la ropa más sexy, sin llegar a parecer una puta, que eso ya llegará, con la que se sienta cómoda pero que sepas que al corneador le gustará, que lo pondrá cachondo.
–Cuando ella se encuentre a gusto con él, lo iras notando, incluso llegaran a hacer cibersexo del cual luego te aprovecharas y en ese momento, todo estará ya muy cerca.
Esto son pequeños detalles, no me quiero extender mas, pero son muy útiles, ya me hubiera gustado saberlo a mi antes, porque me hubiera venido muy bien, aunque ceder el dominio a otro cuesta, una vez que lo haces te gusta, pero hasta que no lo vives, cuesta mucho, hasta el punto de hacer que ella se retrajese en hacer lo que deseaba. Que luego a toro pasado lo entiendes. Es la mierda de la sociedad en la que hemos crecido, donde todo relación sexual que se salga de la pareja es malo. Sobre todo con respecto a la mujer, si folla más de lo que está establecido es una gran puta, si lo hace un hombre, es el macho ibérico, digno de admiración y ahora empiezo a contar un encuentro especial, por cómo me hizo sentirme. Que aunque ha pasado el tiempo lo recuerdo al detalle.
Juan Antonio que es mayor que yo, lo conocí cuando entre en el banco, tuvimos buen rollo desde que nos conocimos, es alto, delgado, no es guapo, pero las mujeres dicen que tiene algo y una característica suya es que tiene una nariz prominente. Muy gracioso, ocurrente y sobre todo mucha labia. Al poco de conocernos se divorció, la mujer no aguantó más sus infidelidades. Se ligaba a cualquier mujer, daba igual su estado civil, guapas menos guapas, era el puto amo. Le llamaban “EL TROMPA” y era por la nariz o eso creía yo. En las cenas del banco, el cabrón no le quitaba el ojo a las tetas de mi mujer, era bastante descarado aunque tratara de disimularlo. A mi mujer le parecía simpático pero no le atraía. Nunca se excedió con mi esposa y trabajando tenía toques dictatoriales en algún momento, pero lo hacía de tal manera, que no lo parecían. Se fue a la central del banco, a otra ciudad y años y medio después, vino como jefe regional. Supongo que gracias a él, aunque nunca me lo dijo ni me lo insinuó, promocione y me fui a otra oficina.
Comimos varias veces y en esas comidas, que eran a toda velocidad, no estaba muy satisfecho de su nuevo puesto. Se quejaba que no había parado en los últimos meses, porque todo eran problemas y algunos de complicada solución. Sus palabras fueron muy claras, –follo menos que el chofer del Papa– me reí y le dije que ya seria menos a lo que me contestó –mas de un mes llevo sin mojar– y nuevamente a reírnos, cuando me soltó, –claro cabronazo te ríes, porque con esa mujer que tienes te lo debes de pasar de puta madre, porque no te ofendas, menudas tetas y menudo culo– me quede helado, no me esperaba que saliera con esas, aunque si me puso algo cachondo, lo disimulé y no hice comentario al suyo. No le di más importancia al comentario. Pasaron unos días, Alicia y yo fuimos a una exposición de la mujer de un compañero de ella. Aprovechamos el ir a la exposición, para luego cenar en casa solos y darnos una buena noche de marcha. No pensábamos en salir porque al día siguiente temprano, teníamos una comunión del hijo de un familiar. Es lo que hicimos, nos dejamos ver en la exposición, tomamos una copa de vino y una cerveza, cuando vimos que había un número importante de asistentes, decidimos que era el momento adecuado de marcharnos. Cuando nos íbamos a ir entró Juan Antonio, nuestras miradas coincidieron y se acercó, –menos mal que encuentro alguien conocido, porque me ha tocado venir por compromiso, espérame unos minutos– se fue a saludar a dos personas y a la que exponía, estuvieron hablando un rato y mientras hablaba con mi mujer. Nos esperamos y quedamos en tener los dos la misma excusa para marcharnos.
Una cosa es lo que pensamos y otra lo que ocurre. Porque la personalidad arrolladora de Juan Antonio es imposible combatirla. Se acerca sonriendo y nos dice que detesta ese tipo de actos, el tener que ir a poner sonrisas a todo el mundo. –Venga, vámonos a tomar algo que tenéis cara de aburridos también, yo invito– nos fuimos con él a tomar un vino o una cerveza, a cumplir y marcharnos. Desde el primer momento Alicia se partía de risa con las ocurrencias de Juan Antonio, ya he dicho que era muy chistoso. Ese día Alicia se había vestido coquetona, con un señor escote, habitual en ella, que le gusta enseñar sin enseñar y lucirse, sentirse deseada. Con tanta risa su busto se movía de forma excitante para la vista de Juan Antonio y de alguno más que estaba cercano y no perdía detalle, entre ellos el camarero que se le caía la baba. Cómo invito el, quise invitar yo a otra ronda, no quiso allí y fuimos a otro sitio, en el camino ya dije que era la última, que nosotros teníamos que irnos. Fuimos a un sitio al que solemos ir, estaba bien sin mucha gente todavía y en pocos minutos se petó. Demasiados roces y lo que podía cambiar todo. Entraron tres negrazos, dos de ellos enormes y otro de mi altura, eso sí, los tres eran mazas. La primera que los vio fue Alicia, le note rara la mirada, con disimulo me gire y al verlos entendí todo, se estaría mojando entera.
Juan Antonio se salió por una llamada y me acerque al oído de mi esposa, –¿ya estás pensando en esas tres vergas, lo bien que te vendrían, verdad?– no le hacía falta responder, como me miro y como apretó sus labios me decían que estaba mas que cachonda, fui claro, no teníamos secretos –¿nos deshacemos de Juan Antonio y tomamos algo con ellos?– en el omento que me iba a contestar y sé que me iba a decir que si, entraron unas chicas que se fueron a por los negros, eran tres chicas de la misma raza. Lo que sí me di cuenta que uno de ellos, miraba sin cesar a Alicia y le guiño un ojo. Al llegar a casa íbamos a follar seguro, sería una jornada de sexo intensa. Juan Antonio entro de nuevo, lo que Alicia aprovecho para decir que iba al aseo y pasar por delante de los negros, iba a lucir cuerpo, lo peor que no podría verlo, porque me pillaban mal y al estar Juan Antonio se me iba a notar mucho. Lo que vino a continuación me dejó planchado, no me lo esperaba y es que además me puso cachondo, en esa situación no me había encontrado nunca pero en alguna fantasía descartada si lo había pensado, es la única parte de mis fantasías que no le conté a mi esposa. Juan Antonio siempre había sido muy perspicaz y en reuniones con clientes siempre adivinaba lo que pensaban, lo que querían y eso hacía más fácil su labor, por eso estaba donde estaba y si me dejaba asombrado la conversación, lo siguiente me dejó absorto.
–Pablo, Pablo, como te entiendo ahora, eres un fenómeno (no sabía a qué se refería)
–¿A qué te refieres? Porque no sé lo que quieres decirme. ¿Algo del banco?
–Sabes que soy muy observador y no se me escapa nada.
–Es verdad que eres el mejor, en calibrar al personal. ¿Qué pasa que has visto algo interesante? Pues cuenta no te lo quedes para ti.
–Eres un tío valiente. Siempre lo he sabido y si tenía alguna duda ya no la tengo.
–Me imagino por donde vas, ya te has enterado ¿vas por lo del follón del otro día con Pedro?
–No sé qué ha pasado con el idiota de Pedro, ni lo quiero saber iba por ti y por la zorra de tu mujer.
–Juan Antonio no te pases (bastante enfadado y me interrumpió)
–Venga Pablo, que la he visto desde fuera como miraba a los tres que han entrado, que le ha cambiado la cara, pero lo mejor como te ha cambiado a ti y ahora como se ha ido a provocarlos, tienes toda una zorra en casa y no me extraña, con ese cuerpazo y sobre todo esas tetas es para follarla sin descanso. Las pajas que me he hecho pensando en tu mujer.
–Yo, yo, espera que te diga (nervioso)
–No hace falta que me digas nada, solo te doy la enhorabuena y eres un tío generoso, Alicia te tiene que amar con locura. Es mucha mujer ¿verdad? y ella lo necesitaba.
–Es una mujer especial y no te creas que ella no quería, me costó convencerla. Lo que no sabía era que se notaba tanto.
–No es que se notara, lo imaginaba, no que le brindaras otros hombres, se notaba que es mucha mujer y tú lo has sabido ver, jamás se separara de ti, eso seguro.
–Espero que esto que acabamos de hablar quede solo entre nosotros.
–Por supuesto y ¿sabes qué? me pienso follar a tu mujer hoy. No, no me mires así, si ya tienes asumido que eres un consentido, pues vamos a quitarle la calentura que traerá la muy puta.
–La que decide al final es ella y no creo que quiera, le gustan más jovencitos.
–Tu déjame a mí y si dice no, pues es no. pero si no me equivoco a la muy zorra le acaban de sobetear el culo como mínimo uno de los negros.
Era verdad porque traía el brillo en su cara de cuando estaba muy cachonda. Se colocó de nuevo entre los dos y como se iba llenando el sitio, Juan Antonio quiso “protegerla” y lo hizo metiéndole mano, lo supe sin verlo, porque su cara se puso más encendida. Juan Antonio estaba siendo muy descarado y evidente. Alicia cada vez resoplaba mas y Juan Antonio entre el ruido le decía cosas al oído, que ella no le decía nada, pero me miraba como una zorra. Otra vez se tuvo que salir a atender una llamada.
–Tu jefe es un salido, no ha parado de rozarme y tu no has dicho nada.
–Pues no me he dado cuenta. Lo mismo ha sido por lo apretado que estamos.
–Que no, que se cuando alguien se pega a mí con intención, que no soy tonta. Se ha rozado tanto que ya sé por qué le llaman el elefante.
–Jajajajaja, el elefante no, EL TROMPA.
–Pues bueno, como tú lo digas, que parece que lleva un cirio.
–Si tú lo dices. Oye y que tal los negritos, ¿te sigue guiñando un ojo?
–No, me sonríe y lleva un rato jugando con su lengua.
–Vamos que le has gustado.
–Toma guarda este papel, que imagino que es su móvil.
Me lo guarde sin mirarlo, pero el negro se dio cuenta. Juan Antonio regresó apago el móvil y nos dijo, que, donde tomábamos la última si en su casa o en la nuestra. Alicia recordó la comunión que teníamos al día siguiente y que quería ir descansada. Juan Antonio que no es de los que se rinden, dio la vuelta a todo y Alicia acabó diciendo que sola una copa y dijo que en nuestra casa, para no tener que volverse tarde. Él nos siguió en su coche y Alicia mientras íbamos a casa se mostró un poco disgustada.
–He dicho que sí, porque es tu jefe y por no ser una aguafiestas, pero encárgate de atarlo corto y que no se pase ni un pelo.
–Que no, que es un vividor pero me respeta y si me respeta a mi te va a respetar a ti.
–Además ya sabes que me gustan jovencitos y con vigor.
–No te repitas tanto, que no va a pasar nada, soy el primer interesado en que no pase, se tomara la copa y se irá y si no se va, si se hace el remolón, das las buenas noches y te vas a dormir.
Se quedó dando vueltas, no había sitio donde aparcar y mientras yo lo hacía en el garaje Alicia se subió a casa. Me quede en el portal esperándolo y pensando que decirle para que todo estuviera claro y no se llevara falsas ilusiones. Le vi venir caminando rápido y con una sonrisa “falsa” en su cara. Nada más llegar tome la palabra –Juan Antonio no te confundas, nosotros hacemos lo que queremos, pero nada sin el consentimiento de Alicia. Ella no quiere nada, así que por favor, no echemos a perder la amistad, tomamos una copa con tranquilidad sin sobresaltos y te marchas. Serás capaz de hacerlo?– su cara cambió por completo y me dio una palmada en la espalda diciéndome que me entendía. Que por un polvo no íbamos a echar a perder nuestra amistad y nos subimos a mi casa. Alicia seguía vestida igual, en otros casos se hubiera cambiado de ropa y se hubiera vestido de forma llamativa como mínimo. Había colocado una bandeja, tres vasos anchos y una cubitera con hielo, más una botella de mi bebida preferida Ballantine's The Glentauchers. Nos pusimos tres vasos, ellos con hielo y yo sin hielo. Estábamos con una conversación baladí y a Alicia se le subió un gemelo, algo que últimamente le pasa con frecuencia, creemos que por llevar tacones, que es cuando más le pasa. Cuando lleva tacones pronunciados y por bastante tiempo. Se puso de pie quejándose y se veía perfectamente la bola. Juan Antonio reaccionó de forma impetuosa, –muévete tráeme o crema de manos o aceite– fui al baño de nuestra habitación y le lleve un frasco de aceite que se ponía Alicia en las piernas cuando las tenía muy cansadas. Hizo que mi esposa se sentase en el sillón, me quite del mismo y se puso el. Inicio el masaje y Alicia se fue aliviando.
No tardé en darme cuenta que la cara de Alicia cambió demasiado y me fije, el cabrón está metiendo las manos por debajo de su ropa, pero sin llegar más allá de los muslos, porque Alicia había juntado bien sus piernas. Alicia se volvió un poco y me miró con cara de circunstancias, pero también cara de cachonda. Como no le decía nada le dio igual la presencia de mi jefe y me dijo –¿qué pasa no vas a hacer nada? ¿es que te da igual?– ante mi falta de respuesta se levantó enojada y se fue. Me encare aJuan Antonio y le dije que se había pasado que había confiado en él. Ni se inmuto, me dio un par de palmaditas en la espalda y me preguntó por el aseo. Tardaba en volver y fui a ver qué pasaba. Abrí la puerta del aseo y no estaba, fui directo a mi habitación, Alicia estaba hincada de rodillas comiéndose su verga, se me escapo la pregunta mas idiota –¿Qué hacéis?– y ya me arrepentí de haberla hecho, Alicia dejo de comérsela y me miro –que vamos a hacer, una polla así no la voy a dejar pasar– y era verdad, si le gustaban los jovenzuelos mas le gustaba una buena verga y esa entraba en el top de las que ya había probado, también me contesto Juan Antonio –en el coche me tome una viagra y hay que darle uso, ves desnudándola– la fui desnudando sin poder de dejar de mirar la verga de Juan Antonio, preciosa por cierto y como entraba parte de ella en la boca de mi esposa, que llegaba hasta atragantarse.
Una vez desnuda Alicia, el que se desnudo fue él, tenía un cuerpo delgado, pero bien fibrado, se le marcaba una buena tableta, desnudo estaba mejor que vestido. Se llevó a mi esposa a la cama y le empezó a dar lengua al coño de mi mujer, que desde el principio se puso desenfrenada. La hizo venirse dos veces de manera sensacional. Juan Antonio quería follársela y le dio a elegir, Alicia quería que se la metiera por el culo, mientras yo la follaba, se estaba volviendo una adicta a que la follaran el culo. Pensaba que tenía que ser doloroso meterse una cosa así por el culo. Me asombraba cómo me miraba mientras me la follaba y Juan Antonio iba metiendo ese vergón en su culo. Es que notaba como me presionaba en mi verga. Los ojos de Alicia se le ponían en blanco cuando tenía la verga llenándole su culo y le provocaba para que la follara con fuerza nada de suave. A mí no me hacía falta moverme, con los meneos brutales que le daba, la movía a ella. Me ponía muy cachondo y fuera de sí, veía la cara de puta de mi esposa. Era lo más cachondo. El primero en correrse fui yo, mi esposa tardo más y la viagra debía de ser mano de santo, porque Juan Antonio no paraba de follar, a mi esposa le vieron varios orgasmos más, hasta que Juan Antonio se corrió en su culo y quedó desbaratado, agotado. Le faltaba el aire –menuda mujer mas puta, me ha dejado reventado, tienes razón no es para follársela uno solo, entiendo que la compartas–
Nos dijo que nos dejaba solos y se fue. Durmió toda la noche y se despertó de buen humor y lo primero que me dijo –tienes un jefe muy majo y muy “bueno” no se trabajando, Jajajajaja– para la comunión se visto para no pasar desapercibida pero guardando la discreción. Si la familia y los amigos supieran, alucinarían, toda una madre y buena esposa de cara al público, pero llevaba a la más puta dentro de ella, solo pensar en eso me ponía encandilado. La comunión era por la mañana, saludos a la familia, ponernos al día de todo y aguantar a los “pesados” de siempre, pero al ser familia había que ser pacientes. Arregle todo para que los niños se quedaran, después de la comida hice que no me encontraba muy bien y decidí ir a casa a descansar un poco. Lo mismo se enfadaba Alicia pero me había puesto en contacto con el negro que le dio su móvil, hablamos y quise quedar con él, me trato de convencer de que fueran sus amigos y me negué, entonces su respuesta era que lo mismo en otra ocasión. Me podía mi calentura y la sorpresa que se iba a llevar Alicia. Quede en que le mandaría la dirección de mi casa si al final podía. En el momento que salí del restaurante les mande un mensaje quedando cerca de mi casa.
Llegué el primero porque con ellos había quedado un poco más tarde, quería antes de llevarlos a mi casa saber más de ellos y por eso llame a uno de los dueños del bar donde lo vimos, porque vi que tenían mucha familiaridad. Mi llamada la hice para decirle si habría algún problema en hacer una reserva un día concreto para mí y unos compañeros, algo que lo hacía con bastante frecuencia, mi idea era quedar en un día y luego llamar que se había torcido todo y suspenderla. Justo el día que le dije era imposible, quedamos en que lo tratara de cambiar a otra fecha y ya de paso le saque el tema de los tres negros, diciéndole que uno me sonaba mucho. Los dos más grandes eran hermanos, uno abogado y se dedicaba a extranjería, el otro tenía un gimnasio cercano y el tercero no tenía ni idea. El resto de la conversación no importa. Me quedé más tranquilo y más decidido. Una vez que llegaron no les deje ni sentarse, nos fuimos andando a mi casa. Los nervios se me fueron pasando, el español lo hablaban los dos hermanos muy bien el otro peor. Los hermanos eran Nembo de 28 años el que era abogado, Moka de 25 años dueño de un gimnasio y Adze de 25 también y que trabajaba en el gimnasio de Moka. Los dos hermanos eran de unos dos metros y tenían músculos para dar, regalar y prestar, Moka al lado de ellos parecía bajo, pero mediría el 1,80 fácilmente y de músculos como los hermanos. De follar hablamos poco, porque poco había que hablar, todo pasaba por lo que a Alicia le apeteciera y quien mandaba porque se veía era Nembo.
Alicia me llamó para saber cómo me encontraba y le dije que iba estando mejor pero que estaría aún mejor si viniera. –Es que habíamos quedado para irnos todos por ahí– y para convencerla le respondí –acércate y si me encuentro mejor, nos vamos juntos y si no, pues vas tú. Ven y lo decidimos aquí– respiro fuerte y me dijo que venía, esa respiración era de no estar de buen humor. Cuando entre en casa pase la llave y entonces desde fuera si la dejaba puesta no podían abrir. Oímos cómo trataban de abrir, al no poder llamo de manera insistente, eso es que venía cabreada, mire por la mirilla y venía sola. Abrí la puerta y enfadada –¿para qué chas la llave? Pareces tonto y si te hubieras puesto mal, de verdad. ¿Bueno cómo te encuentras?– no me movía de la puerta aunque la había cerrado hasta que la dije, –me encuentro un poco mejor pero ha llegado visita, están en el salón– cambió el tono de voz, en voz baja me preguntó –¿Quién ha venido? Pues hay que decir a quien sea que no nos viene bien– y aguantándome la risa –son los de la comisión de fiesta, que ya te dije que no te apuntaras– dejó el bolso sobre una silla y me dijo que ella se encargaba. Entró muy decidida en el salón y al ver a los tres negrazos se quedó petrificada. Se los presenté y todos le dieron dos besos en sus mejillas. Seguía desubicada, salió del trance y con gesto serio me hizo una mueca para que saliera.
–Pues ya sabes lo que te toca, los alivias tú, porque me voy con la familia y despídeme de ellos– cogió el bolso y se fue para la habitación. No había salido como había pensado, le gustan los hombres fuertes, altos y los negros después de probar al primero le pirran. Había elegido mal el momento. Como estaba la puerta del salón abierta y mientras les decía que no había nada que hacer, oímos a Alicia que se marchaba, Nembo que fue el que tuvo los intercambios visuales en el bar, se fue hacia la puerta de la calle y fui detrás de él, no quería que el enfado de Alicia aumentara. El trato con una dulce voz que no pegaba a un tío tan grande, convencerla y después de terminar Alicia le contestó en el mismo tono –sabemos lo que queremos pero hoy es imposible, la familia es la familia y no se puede, la culpa no es vuestra ni mía, es de este cornudo (lo dijo con mala leche) que se ha vuelto muy degenerado– agarró la manilla para abrir la puerta y Nembo, agarro su cintura para darle dos besos de despedida, el primero se lo dio en la mejilla y el segundo en los morros. En segundos se morrean en condiciones, el bolso cayó al suelo y él llevó una mano de mi esposa a su bulto, a ella cuando lo toco se le escapó un quejido de mucho placer. La forma de acariciarle era peligrosa para ella, porque cuando estaba cachonda se volvía “temeraria” y era capaz de cualquier cosa, que para eso estaba yo, para ayudarla a no perderse.
A pesar de estar cachondísima, se hizo fuerte y empezaba a separarse de él y en eso llegó el hermano Moka, que se pegó a la espalda de Alicia, pero muy pegado y se puso a morrearle el cuello, le hacían un bocadillo, perfecto entre los dos, cuando Alicia movía su cabeza para que Moka la besara y como se besaron, supe que ya no había marcha atrás. Con la respiración entrecortada y con mucho sofoco, nos hizo parar, que fuéramos para el salón y que la dejáramos que tenia que llamar a su familia para decirles que no iba. Nos servimos mas bebida y oímos algo que no esperábamos, un portazo que indicaba que Alicia nos dejaba plantados. Fui rápido y ya no estaba, llame a su móvil y no me contesto pero me envió un mensaje, –no puedo dejar tirada a mi familia, si están cuando vuelva bien y si no…– se lo trate de explicar a ellos, Adze y Moka no pusieron muy buena cara, Nembo fue mas comprensivo –otra vez será amigo, pero la próxima vez le dices a tu linda esposa que pagara por este desplante– se marcharon y Alicia llego con cara apenada a las diez de la noche y mas apenada se le quedo cuando vio que no esperaron. Le di el mensaje de Nembo y se le paso un poco el disgusto. Lo hizo porque si llega a entrar en el salón, no hubiera tenido fuerzas para irse. No tardamos en ver a Nembo, Moka y Adze.
Y ahora acabo con alguna reflexión como al principio, reflexión que no va para quienes no pueden entender esta forma de vida, va para los que si la entienden y sobre todo para aquellos que quieren y no pueden por las causas que sean. Ser un consentidor cornudo, no es nada fácil al principio, porque tenemos que romper con muchos principios morales que nos inculcaron desde niños y con decisiones difíciles de tomar. Al principio lo vemos como una simple fantasía y luego se vuelve algo más. Después lo deseamos y necesitamos buscar un “excusa” una “coartada” para decidirnos, la mas normal que es por dar placer a nuestra esposa y no es así, aunque algo de cierto hay, damos placer a nuestra esposa para tener nosotros nuestro máximo placer. Porque cuanto mas se emputece o emputecen a nuestras esposas mayor placer obtenemos. Para lograrlo es tener decisión, renunciar a nuestro status y dejar a otro que nos enseñe, aunque nos cueste porque parece que al ceder somos menos hombre o que la hombría se va y nada mas lejos. Pero no vale entregar a nuestra esposa a un cualquiera, no al primero que pase que quiera follar, hay que entregársela a quien lo merezca, a quien sepa y te entienda en lo que quieres para tu esposa. Suerte a quien quiera vivir de esta manera. me preguntan si no me he arrepentido alguna vez mi contestación, que me arrepiento de haber tardado tanto y de no tener el punto de vista que tengo ahora, porque hubiera sido antes.