¿Quieres que te desvirgue, hijo?
-Sí, quiero perder mi virginidad contigo, mamá .
Santiago se moría por follar con su madre desde el día en que supo que su padre se había quedado impotente a causa de un accidente, pero no se atrevía a entrarle, pues pensaba que por más ganas que la mujer pasara no le iba a dejar follar con ella, al fin y a cabo era su hijo.
Aquella tarde llegó a casa de la playa, llamó por su madre y cómo no le contestó fue a su habitación. La puerta estaba entornada, la empujó y allí estaba Raquel dormida sobre la cama. Vestía solo con una camisa blanca desabotonada que dejaba ver sus redondas y gordas tetas con areolas rosadas y generosos pezones. Tenía su negra melena suelta, la cabeza girada hacia la izquierda, un brazo estirado a lo largo de su cuerpo y el otro detrás de la cabeza, las largas piernas estiradas y abiertas. Sobre el tobillo de su pierna izquierda estaban sus bragas blancas. Su coño peludo llamó la atención de Santiago aún más que sus tetas, ya que la mata que lo rodeaba era muy abundante.
Santiago no había visto a una mujer desnuda en su vida. Tenía que inmortalizar aquel momento. Empalmado sacó el teléfono móvil del bolsillo y empezó a sacar fotos de sus tetas, de su coño, de cuerpo entero... Estaba tan excitado que no controló. Quiso saber cómo era un coño por dentro. Acercó su cabeza al sexo de su madre, lo abrió con dos dedos y al abrirlo Raquel despertó. Incorporándose a la velocidad del rayo le cogió la cabeza y empotró la boca de su hijo en su coño, después lo soltó y le dijo:
-¡¿Ya viste mi coño de cerca, cabrón?!
Santiago se separó de su madre. Tenía sus labios pringados de jugos, los lamió, después pensó que esta podía ser la suya y se comportó cómo nunca antes lo había hecho, le dijo:
-Tienes un coño muy rico, mamá.
-¡Puerco! Cuando se entere de esto tu padre te va a crujir.
Santiago se puso en plan chantajista.
-Tengo fotos en las que estás cómo estás. Cómo le digas lo que hice se las enseño.
-¡Ven aquí, desgraciado!
Raquel salió de la cama con idea de hacer pedazos el móvil, pero Santiago corría más que ella. En la cocina, Raquel andaba alrededor de la mesa detrás de él, pero el cabrito sabiendo que no lo iba a coger aún se reía de ella.
-¿Cuánto tiempo llevas sin follar, mamá? ¿Tres años? Yo podría...
-¡Me cago en tu sombra! ¡Los coños de las madres son para parir a los hijos!
Santiago hizo cómo que no la escuchara.
-¿A qué sabrán tus tetas?
-¡Y las tetas para amamantarlos!
-Eso, eso, eso.
-¡Cuando son bebés, cabezón!
-Quiero ser tu bebé.
El cabreo de Raquel iba en aumento.
-¡Cómo te pille te muerdo en los huevos!
-Mejor chúpamelos.
-¡Tú no tienes huevos ni polla, tú no tienes nada!
Santiago ya andaba sobrado.
-Si te meto la polla en la boca te atraganto.
Raquel ponía una cara de fiera que aún excitaba más a su hijo.
-¿¡Con qué me atragantas, mal bicho?!
Santiago sacó la polla empalmada, se la enseño, y le dijo:
-Con esta verga.
La polla era importante, pero Raquel le mintió:
-Con esa no me harías ni cosquillas, tienes picha de gato.
Raquel moviéndose alrededor de la mesa con las manos apoyadas sobre ella veía cómo su hijo se reía y desesperaba.
-¡Te pillaré, mal nacido!
-¿Cuántas pajas te hiciste hoy, mamá? Yo me voy a hacer dos para empezar.
Raquel estaba tan furiosa que hasta mordía su labio inferior:
-¡Los muertos no se hacen pajas!
Estuvieron así hasta que sintieron llegar el auto de Rosendo.
Con Rosendo en casa se miraban cómo el perro y el gato a espaldas de él y sonreían por delante. A pesar de que Raquel andaba encima de su hijo, Santiago logró esconder el teléfono móvil tan bien que a su madre le fue imposible encontrarlo. Lo que no esperaba el gamberro era que su padre, que era enfermero, tuviese que hacerle el turno de noche a un amigo y no fuese a volver hasta el día siguiente. Rosendo les dijo antes de irse:
-Hasta mañana, Raquel. No le des mucha guerra a tu madre, Santi.
Le respondió Raquel.
-No dejaré que me la dé. Hasta mañana.
Nada más salir Rosendo de casa, Santiago echó a correr hacia su habitación, una vez dentro quiso cerrar la puerta con llave, pero la llave había desaparecido, se sentó en el borde de la cama, y dijo:
-No le voy a dar el móvil ponga cómo se ponga.
Estuvo espera, espera, espera..., pero su madre no llegaba. Acabó por desnudarse y en calzoncillos echarse sobre la cama. Tiempo después se quedó dormido boca abajo. Despertó cuando sintió que se unían sus muñecas, era su madre, estaba en camisón y le tenía cogidas las manos.
-¡¿Qué haces, mamá?!
Raquel unió sus muñecas con cinta aislante de la ancha y le dijo:
-Calla o te tapo la boca con cinta.
Al acabar de atarle las manos le quitó los calzoncillos, después le ató las piernas a la altura de los tobillos y le dio la vuelta.
Santiago, que ya estaba empalmado, le dijo:
-No te voy a decir dónde agaché el móvil.
Raquel cogió debajo de la cama una zapatilla de su hijo y sonriendo le preguntó:
-¿Quieres que te dé la vuelta y te deje el culo en carne viva cómo hacía cuando te portabas mal de pequeño?
-Hagas lo que hagas no te va a servir de nada.
Raquel cogió una navaja de afeitar de su marido y que había dejado encima de la cama, cortó con ella un trozo de cinta aislante, le tapó la boca y le dijo:
-Así no te oirá nadie chillar.
Le dio la vuelta y con el culo en pompa le largó con fuerza:
-¡¡¡Plasssss, plassss, plassssss, plasssss, plassss, plasssss!!!
Después de darle lo cogió por los pelos, le levantó la cabeza y le preguntó:
-¿Dónde lo agachaste?
Santiago, con lágrimas en los ojos le movió la cabeza en sentido negativo. Le volvió a dar.
-¡¡¡Plassss, plassss, plasssss, plassss, plassss, plassss!!!
-¿Dónde lo agachaste, cabronazo?
Santiago mascullaba palabras inteligibles y seguía negando con la cabeza. Le volvió a dar.
-¡¡¡Plassss, plassss, plassss, plasssss!!
Lo volvió a coger por los pelos y le levantó la cabeza.
-¿Dónde?
No había manera, Santiago así no iba a hablar. Raquel viendo que aquello lo único que hacía era calentarla a ella, tiró con la zapatilla, cogió la navaja de afeitar, lo puso boca arriba, le quitó la cinta de la boca, le agarró los huevos y le dijo:
-¿Quieres que te cape?
-Si me capas te quedas sin ninguna polla útil en casa.
Raquel le dio una palmada en la polla y esta se movió de abajo a arriba y de arriba a abajo cómo si tuviera un muelle.
-Mira que viva está, dentro de nada va a estar muerta.
La polla de Santiago, dura cómo una roca, estaba manchando de aguadilla la mano de su madre. Raquel se puso más cachondo que su hijo. Instintivamente su mano bajó y subió por la polla media docena de veces antes de decirle:
-Habla ahora o queda sin picha para siempre.
Santiago sabía que su madre no le iba a cortar la polla, no estaba tan loca. Volvió a negar con la cabeza.
Raquel vio que aquel no era el camino.
-A ver, Santi. ¿Qué quieres que haga para que me digas dónde escondiste el teléfono móvil?
Santiago no se lo tuvo que pensar.
-Desnúdate.
Raquel estaba muy mojada, sabía que si le seguía el juego acabaría follando con su hijo y se lo siguió.
-¿Si me desnudo para ti me dirías dónde lo escondiste?
-Tendrías que hacer algo más que eso.
-¿Cómo qué?
-Ya te lo iré diciendo, desnúdate.
Raquel quitó la chaqueta del pijama y los pantalones. Santiago volvió a ver sus gordas tetas con areolas rosadas e importantes pezones y su coño peludo. La polla soltó más aguadilla. Raquel le dijo:
-¿Contento?
-Mi polla está llorando de alegría. Tu cuerpo la excita.
Raquel frotó el meato con sus pezones. Sintió cómo se los mojaba de aguadilla y su coño se mojó un poco más.
-Quiero mamar tus tetas, mamá.
-Te dejaré solo un poquito, por ahora.
Santiago quería más.
-Y me la meneas.
-Y te la meneo.
Le puso una teta y al segundo se la quitó. Le meneó la polla tres o cuatro segundos y paró.
Santiago no se conformaba.
-Y me la chupas.
Le dio un beso en la polla, la lamió y se la chupó otros tres o cuatro segundos.
-¿Algo más?
-Y me das el coño a comer.
Le puso el coño en la boca casi un minuto. La idea era que fuera un visto y no visto, pero por lo visto le gustaba sentir la lengua de su hijo en su coño. Cuando se lo quitó le dijo Santiago:
-Y por último...
Raquel sabía de sobras lo que le iba a decir, así que se adelantó ella.
-De meter nada. ¿Aceptas o no?
No se lo tuvo que pensar dos veces, le respondió:
-Acepto.
Diez veces subió y bajó la mano por la polla al tiempo que se le mamaba el glande y ya se corrió soltando un chorro de leche que casi llega al techo. Raquel ya estaba muy perra. Dejó que acabara de correrse, le metió un dedo en el culo y masturbándolo y meneándosela se la mamó, ocho mamadas le hicieron falta para correrse de nuevo soltando otro gran chorro. De nuevo la leche bajó por la polla abajo. Raquel ya echaba por fuera. En menos de un minuto su hijo se había corrido dos veces. Raquel le preguntó:
-¿Es tu primera vez?
-Sí.
-Se nota.
Le puso un pezón en la boca. Santiago lo lamió y luego mamó lo que le dejó mamar. Luego le puso el otro pezón en la boca... Después de mamarle la teta le frotó las dos en la cara. A continuación le metió la polla entre las tetas, apretó, Santiago movió el culo y se volvió a correr soltando un chorro que le fue a dar a su cuello. La otra leche pringó las tetas de Raquel.
Se dio la vuelta y dándole la espalda le puso el coño en la boca y le dijo:
-Con esto acabamos. Lame mi coño.
Santiago lamió su coño empapado. Al rato Raquel fingió que se iba a correr. Gimiendo, le dijo:
-Me voy a correr en tu boca, hijo.
Fue decirlo y salió otro chorro de la polla de Santiago, un chorro tan potente cómo los otros, y cómo los otros acompañados de pequeños chorros. Raquel sintiendo la lengua de su hijo en el coño y mirando cómo bajaba la leche metió la polla en la boca y mamándola y tragando se corrió de verdad anegando la boca de su hijo de jugos.
Al acabar de correrse se quitó de encima y le preguntó:
-¿Dónde está tú teléfono móvil?
-En tu armario, debajo de los jerséis. Suéltame.
-No antes de comprobar si lo que me dices es cierto. ¿Cuál es la contraseña?
-2012.
Fue a su habitación y el móvil estaba donde le había dicho. Lo encendió, miró en fotos y allí no estaban. Volvió a la habitación de su hijo y le preguntó:
-¿Dónde pusiste mis fotos?
-Las borré.
-¡Serás hijo de puta!
-Hijo de puta sería si no las borrara. ¿Follamos de verdad, mamá?
-¿Es qué antes te corriste de mentira?
-Me refiero a meter. Quítamelo.
-¿Quieres qué te desvirgue, hijo?
-Sí, quiero perder mi virginidad contigo, mamá.
Raquel nunca había desvirgado a nadie y el coño se lo pedía. La cabeza le decía que no lo hiciera porque podía quedar preñada. Pudo el coño, le dijo:
-Te desvirgaré, hijo.
Santiago sonrió cómo un tonto.
-¡¿De verdad?!
Raquel sacó la puta que llevaba dentro. Le puso el culo en la boca y le dijo:
-Mete y saca tu lengua de mi ojete.
Santiago metió y sacó su lengua del ojete de su madre incontables veces... Raquel, perra de verdad, le puso el coño en la boca y le dijo:
-Haz lo mismo con mi coño -le señalo el clítoris- pero lamiendo mi pepita cada vez que saques la lengua.
Hizo lo que le dijo y esta vez sus gemidos no fueron fingidos. Echando por fuera de nuevo le dijo:
-Llegó el momento. ¿Preparado?
-Sí.
Raquel durante un tiempo fue metiendo la punta de la polla en el ojete, la sacaba y después la metía en la vagina... Quería hacer sufrir a su hijo, pero poco sufrió, ya que se corrió enseguida. Lo hizo cuando tenía la punta de la polla dentro del ojete, Raquel empujó con el cuerpo y la polla corriéndose entró en su culo desvirgando a su hijo.
Al acabar de correrse su hijo la sacó del culo y la metió en el coño. Follándolo le puso las tetas en la boca. Poco después se corrió con él sintiendo cómo chupaba con fuerza su teta derecha y cómo le llenaba el coño de leche, y lo hizo retorciéndose cómo una serpiente y gimiendo cómo una gata.
Al acabar de correrse quedó echada sobre su hijo. Lo besaba con dulzura cuando sintió cómo la llenaba de nuevo. Su coño recibió la leche con agrado. Raquel le dijo:
-Puede que me hayas dejado preñada.
-¿Tú crees?
-No sé, pero si lo hiciste tendré que irme de la ciudad antes de que se me note la barriga.
-Si te tienes que ir me iré contigo. ¿Me desatas?
Lo desató. Santiago se hartó de culo, de tetas y de coño y Raquel de correrse.
Y sí, quedó preñada, y si, se fueron juntos antes de que se le notase la barriga.
Quique.