Quieres jugar conmigo? Yo Ivonne. 1

Siguen los juegos, nos resulta muy incitante jugarlos. Y siempre salgo ganando yo, o no?

Libertad de jugar y de ser creativos... libertad.

Quieres jugar conmigo? Yo Ivonne. 1

En una ocasión, habíamos invitado a cenar a un matrimonio amigo, quienes vinieron acompañados por su hijo adolescente. Como yo estaba preparando la cena, no podía ir a comprar algunas cosas que faltaban al supermercado, por lo que debía ir Ivonne. Yo no quería que fuese sola por los paquetes, pero como mi amigo me ayudaba con la cena, me dio una idea, diciéndome que porque no la acompañaba Sebastián (su hijo), que estaba aprendiendo a conducir, y dado que vivimos en una zona de poco tráfico, podría practicar un poco. Le comenté esto a mi esposa, que me contestó con una sonrisa y me dijo.

  • Entonces debería cambiarme...

Al rato apareció con una falda de tela de algodón, de esos que se cruzan por delante dejando ver las piernas cuando se sienta, y una playera blanca sencilla. Lo que sigue lo sé por boca de ella...

Condujo ella las primeras cuadras ya que hay un módulo de policía, una vez pasado éste, le pasaría el volante a Sebastián. Cuando llegó ese momento, el chico quiso destrabar el seguro de la puerta para pasar al otro lado,

  • Espera, está roto y sólo se puede abrir desde afuera. No hace falta que nos bajemos, pasémonos de un asiento a otro… dijo Ivonne, que se levantó un poco, como para pasar ella por arriba y el chico por abajo.

Cuando estaban cambiando, ella aprovechó para caer sentada sobre las piernas de Sebastián. -Pero que tonta que soy, se disculpó...

  • No hay problema, contestó él, un poco contrariado.

Al sentarse en el asiento del acompañante, se abrió lo suficiente la falda hasta mostrar sus muslos. El chico, cada tanto, echaba una mirada a sus piernas, pero concentrado en el camino. Iban hablando de cualquier cosa, pero Ivonne lo llevaba al terreno de sus relaciones con las chicas, quería averiguar que clase de experiencia tenía. Sebastián, un tanto avergonzado, le confesó que nunca había besado a una chica, ya que ellas dicen que él es muy poco atractivo,

  • No le des importancia a eso, vas a ver cuando crezcas cómo cambia todo.

Al llegar al centro comercial, le pidió a Sebastián que le abriera la puerta.

Cuando lo hizo, se quedó esperando a que Ivonne bajara. Ella, consciente, al bajar su pierna derecha, la mantuvo así abierta fingiendo que buscaba algo en el asiento trasero, dejando a Sebastián una visión completa de su entrepierna, y de su tanga negra. Se mantuvo así unos segundos, y al bajar del auto, encontró a Sebastián completamente colorado.

Compraron las cosas que habían ido a buscar, pero a Ivonne se le ocurrió llevar al hijo de nuestros amigos un poco más lejos.

  • Vas a tener que ayudarme en algo...

  • ¿Qué cosa?, preguntó intrigado…

  • Resulta que la próxima semana es el cumpleaños de Rafa, y había pensado en darle una sorpresa, y dado que tu me dijiste que no tienes mucho trato con las chicas, al ayudarme podrías aprender algunas cosas.

Ivonne se dirigió a la sección de Lencería y escogió dos conjuntos: uno de seda blanco, transparente, y otro de color rojo, bien atrevido.

  • Ves que estás aprendiendo, ahora ya sabes que cosas hacemos las mujeres para los hombres, ¿qué te parecen estos conjuntos?, preguntó a manera de hacer entrar al chico en confianza.

  • Están padres…, dijo él con la voz entrecortada y apenas audible.

  • Ahora espérame aquí afuera, me los voy a probar, no quiero arrepentirme después, dijo Ivonne. A propósito, había elegido los dos conjuntos un par de tallas menos de los que acostumbra usar.

Al poco tiempo, Ivonne abrió la cortina del probador y le dijo al chico que no podía abrochar el brassiere...

  • ¿Quieres ayudarme?.

El chico intentó desde afuera, pero como Ivonne le dijo que le daba vergüenza que algún extraño la viera en ropa interior, lo hizo entrar al probador.

  • A ti te conozco, y sé que es como si estuvieras viendo a tu madre, le dijo, aunque eso no lo creyó ni ella.

Primero la vio de espaldas. Tenía puesto el conjunto de seda, la tanga era un triángulo pequeño y suave. Él abrochó el brassiere.

  • Ya que estás aquí me vas a dar tu opinión. Se dio vuelta hacia Sebastián, que casi muere. La miró de arriba abajo, aprobándola con un gesto muy tierno.

  • ¿Me queda bien la tanga?, preguntó mi mujer, mientras se la subía estirándola casi hasta el límite, para que se le marcara muy bien su carnosa concha. Luego le preguntó:

  • ¿Te parece que me pruebe el rojo, o mejor vamos para que no se haga tan tarde...?

Él, rápido de reflejos, contestó:

  • Creo que tienes que probártelo, imagínate si después no te gusta.

  • Bueno, cierra los ojos que me voy a cambiar, y no quiero que me veas así, se puso de espaldas al chico, quien sólo mantuvo cerrados los ojos hasta que ella no lo pudo ver.

La admiró mientras estaba desnuda, el hermoso culo de mi mujer lucía imponente mientras se agachaba para ponerse la otra tanga.

Cuando terminó, se lo mostró.

  • Genial, dijo él.

  • Gracias, Sebastián, sin ti hubiera sido imposible que me decidiera tan pronto, parece que Rafa y tú comparten los mismos gustos, le dijo, para luego darle un fuerte abrazo presionando sus tetas en su pecho. Él no dudó un segundo en corresponderle el abrazo, pasando sus brazos por la cintura de Ivonne, dejando sueltas las manos, que tocaban "disimuladamente" sus nalgas por arriba de la tela de la tanga.

Nada ocurrió durante el regreso, sabiamente dejó que el chico pensara y meditara en lo sucedido. Ella, como si no hubiera pasado nada. Al llegar, Sebastián pasó media hora encerrado en el cuarto de baño.

Por la noche, cuando Ivonne me contó todo con lujo de detalles (ese era nuestro acuerdo cuando yo no estaba presente), tuvimos sexo de nuevo, fue intenso, perfecto!

Luego, vino un período en el que no tuvimos historias relevantes, sólo pequeños estímulos pasajeros, algunos de los cuales detallaré rápidamente.

Principalmente, consistieron en pequeñas exhibiciones de Ivonne mostrándose en ropa interior ante núbiles miradas.

En una ocasión, atendió al mensajero del supermercado con una bata muy corta, que se abría al menor movimiento. Bajo la bata llevaba una micro tanga negra de encaje y sus tetas al aire, con los pezones bien duros por la excitación. El mensajero entró hasta la cocina a dejar el pedido, tras lo cual ella le ofreció algo de tomar. Al agacharse para buscar la lata de refresco, la bata se abrió por completo, permitiendo al mensajero verle todo.

Pero pronto volvería al ruedo, y de una manera especial. Resulta que Ivonne, en sus ratos libres se dedica a enseñar inglés a chicos amigos de mi sobrino o de su hermano. Eric tenía 15 años, era un tanto gordito y llevaba lentes. Era el perfecto ejemplar que uno se imagina sacando 10 en todas las materias, pero no, el pobre resultó ser bastante mal estudiante, cuestión que había sido ya anticipada por su padre. Al llegar a su primer clase, se sentó tímidamente a la mesa con su cuaderno. La primer hora de clases resultó de lo más normal, luego hicieron un descanso, dónde tomaron un refresco y conversaron de todo un poco. Luego, como por la noche teníamos una cena de negocios, y se nos hacía tarde, le dejó a Eric unos ejercicios, mientras ella aprovechaba para darse un baño y arreglarse.

  • En 10 minutitos bajo, le dijo. Conscientemente, "olvidó" llevar al baño la ropa que había preparado para la cena, con lo cual tras el baño, el chico empezó a escuchar a mi mujer llamándolo. Se acercó hasta la puerta del baño, para preguntar que pasaba.

  • Escúchame Eric, ve hasta la puerta del fondo, que es mi recamara, y en la cama vas a encontrar una ropa que preparé. ¿Me haces el favor de traérmela...?. cuando el chico golpeó la puerta, Ivonne abrió envuelta en una toalla, provocando al chico un asombro mayúsculo. No pasó nada más hasta la siguiente clase. Se las ingenió para enseñarle el cuerpo humano, para lo cual se apoyaba en un video. Se sentaron en el sofá en la sala, donde esta la TV, y comenzaron a verlo.

  • Cualquier duda, me preguntas, ¿sí?. Ella llevaba una falda, de esas que llegan hasta por debajo de las rodillas, y entonces se acostó en el sofá, colocando sus piernas sobre las de Eric, que la miró sorprendido.

  • ¿No te molesta, no? Es que me duele la cintura y así estoy más cómoda...

Al rato, al ir el video describiendo las extremidades inferiores, ella instó al chico a decirle de alguna forma que se le ocurriese de que parte hablaba el video. Obvio que teniendo las piernas de Ivonne sobre las suyas el chico empezó a señalar las piernas de mi mujer como referencia. El pie, la pantorrilla, y así subiendo. Ivonne, a todo esto, iba levantando su falda a medida que avanzaba la explicación. Al llegar a los muslos, Eric señaló tímidamente.

  • Señálalo con ganas, demuestra que sabes, le dijo desafiante Ivonne. Al ver que el chico no reaccionaba, le tomó la mano y le hizo recorrer sus muslos de abajo a arriba, hasta llegar casi a la entrepierna. En eso estaban, cuando escuchó la voz de Eric que le dijo:

  • Profesora, se le ve la ropa interior.

Ella sólo sonrió, y le comentó: -¿Sí?, ...¿Y de qué color es?.

  • Rosa, profesora.

  • ¿Quieres verla toda...?.

El chico asintió con la cabeza, entonces Ivonne se desabrochó la falda, y se la quitó inmediatamente. Sólo llevaba una blusa y la ropa interior.

  • ¿Me harías masaje en las piernas, Eric?.

El chico comenzó a acariciar sus piernas, se acercaba a la rosada tela en su entrepierna, pero sin llegar al contacto directo. Ivonne comenzó a excitarse mucho con este juego. Sentía humedecerse e iba entrando en un clímax, cada vez le costaba un poco más mantenerse fría para poder tener el control total de la situación. La tanga ya se mostraba manchada de humedad, lo cual era completamente notorio, y eso sirvió para que Eric acercara sus dedos hacia esa zona. Al tocar su conchita, Ivonne sintió un placer tremendo. Tomó a Eric de la cabeza y lo acercó, casi hundió su rostro en su mojado sexo.

Él empezó a chupar por encima de la tela de la tanga, Ivonne ya jadeaba, agarró fuertemente el instrumento del chico, que para su edad tenía un buen tamaño, y lo apretó en sus manos. Ivonne se vino por primera vez, empapando la cara de Eric. Le bajó el cierre del pantalón, sacó su miembro y comenzó a masturbarlo de tal manera que el chico volaba como si estuviera en el cielo. Acabó enseguida por su poca experiencia, pero disfrutó como pocas veces. Tras esto, Ivonne se detuvo. Le indicó que la clase había terminado, luego de hacerle prometer que no diría nada de su “clase especial”.

No terminan aquí las aventuras. Tiempo después, recibí un llamado de mi hermano Fernando (él y su mujer son abogados) para decirme que tenían que viajar a simposio en Monterrey, y que si podían dejar a sus hijos con nosotros. Enseguida contesté que sí, pensando de inmediato en lo interesante que se iba a poner el juego...

Como yo estaba de vacaciones, era muy difícil que sucediera algo, ya que mi presencia solía inhibir a los chicos, por lo que opté por irme a jugar golf con unos compañeros de trabajo.

Ivonne quedó en casa con mis dos sobrinos. Debo comentarles que en casa trabaja una señora que hace la limpieza, Rosa, que tiene un sobrino que vive con ella, Ramón, que la acompaña en ocasiones porque estudia en un colegio cercano. En un par de ocasiones, descubrí a Ramón espiando por la puerta entre abierta de mi habitación cuando mi mujer se cambiaba.

Ese día, llamaron a Rosa porque había muerto una prima suya, entonces tendría que ir al velatorio.

-Parece que tendré mucha concurrencia hoy, pensó Ivonne tras el pedido de Rosa para que su sobrino permaneciera con nosotros esa noche. Les hizo algo de comer, y tras esto, fueron a ver la televisión. Héctor, que ya conocía las actividades exhibiciones de su tía, estaba algo frustrado, por la presencia de los otros chicos. Por supuesto que se equivocaba...

No había nada bueno en la tele, entonces Ivonne propuso jugar al TEG, un juego de estrategia en el que cada participante posee un ejército y debe conquistar países de acuerdo a su objetivo, para lo cual debe ir eliminando a los otros contrincantes. A medida que pierdes un país, debes tener un castigo, esa fue la propuesta de ella. Se sentaron en la alfombra. Ivonne tenía puesto un vestidito negro bastante corto, no llevaba brassiere, y una tanga blanca de raso muy brillosa. Al empezar el juego, se arrodilló, para no mostrar nada.

Los primeros castigos propuestos por los chicos consistieron en comerse un postre de un bocado, hacer caras y estupideces así. Entonces Ivonne quiso tomar cartas en el asunto, pensando que Ramón y Héctor no tardarían en captar el mensaje. A todo esto se sentó de frente a los tres chicos, con las piernas cruzadas como en pose de meditación, con lo que sumado al largo del vestido dejaba claramente en evidencia su blanca ropa interior. Los chicos empezaron a impacientarse...

La siguiente en perder (intencionadamente) fue Ivonne. Mientras iba a buscar algunas bebidas, los chicos discutían sobre que le iban a obligar a hacer.

Pero los chicos resultaron muy astutos, porque cuando ella regresó, le dijeron que como eran tres y no se ponían de acuerdo, cada uno le pondría el castigo que deseara. Ivonne de inmediato se dio cuenta de sus intenciones, pero como favorecía sus planes, se hizo la ingenua.

Los más grandes se aprovecharon del menor, primero para hacerle pedir un castigo pensado por ellos, y segundo, para que fuera el primero. Mariano le pidió entonces a que les diera un beso a cada uno de los chicos. Ivonne, toda sonrojada ya que la sorprendió el pedido, aceptó.

Llamó a Héctor y le estampó un beso en la boca, un piquito, con los labios cerrados, que duró unos cinco segundos. Repitió con Ramón, y por último, cuando fue el turno de Mariano le dijo:

  • tú mereces algo especial, porque eres el que eligió el castigo.

Se sentó junto del chico y le dio un beso en la boca espectacular, esta vez con todas las condiciones: la boca abierta, lenguas, etc. Los otros dos estaban petrificados...

El siguiente fue Ramón, que la instó a que realizara un baile sensual ante ellos. Ivonne accedió y prendió el equipo de audio, seleccionando una canción rítmica y sensual.

Sentó a los tres juntitos en el sofá y procedió...

Empezó contorneándose muy sexy, movía el culo, se tocaba las tetas, se agachaba y se paraba, con lo que el vestidito se iba subiendo, dejando ya a simple vista, al aire, su trabajada y blanca tanga. Se tocaba el cuerpo con ganas. Sabía premiar a los chicos, pero especialmente al que había elegido el castigo. Se sentó a sobre la pierna derecha de Ramón, clavando su culo y la concha en su muslo, ella estaba muy excitada, así que le pidió que le desabrochara el vestido, que tenía un cierre en la parte posterior. Ramón lo hizo. Ivonne se puso de pie, de espaldas a ellos, y dejó caer el vestido a sus pies. El maravilloso culo de Ivonne quedó ante sus ojos por primera vez, con excepción de Héctor, que ya había experimentado sutiles acercamientos con el cuerpo de su tía...

Vestida sólo con la tanga y las zapatillas altas, miró a los chicos, levantó los brazos y dejo que le vieran las tetas...

  • ¿Cuál es tu castigo, sobrino?, le preguntó a Héctor.

  • Quiero que esta noche tú nos des el beso de buenas noches en nuestras camas antes de dormir...

Esto realmente impactó a mi esposa; la querían en la recamara! Al principio dudó, pero luego de pensarlo un rato, dijo...

-Bueno, creo que es hora de ir a dormir,  a la cama de ha dicho...

Ivonne se adelantó y pasó a la recamara a ponerse una delgada bata de satín.

Los encontró en el cuarto de visitas, se estaban cambiando para ir a la cama. La bata que ella llevaba se desataba y abría a cada instante, dejando salir sus tetas y dejando ver sus nalgas. Los chicos se acostaron. Héctor descuidadamente abrazaba a Ivonne para tocarle los pezones y las tetas. La excitación de Ivonne era tal, que por el placer que sentía se sentó al borde de la cama y separo las piernas, cosa que aprovechó Ramón, para darse gusto viendo la tanga completamente mojada de sus jugos. Descuidadamente trataba de arreglarse la bata y cubrirse, mientras los chicos fingían hacerle cosquillas para poder tocarla en todos lados.

Ivonne me diría luego que fue una de las noches más extrañas e inesperadas de su vida, pero a la vez, una de las más placenteras...

En cuanto a mí, cada vez disfrutaba más de mis nuevos placeres, tanto del voyerismo como del exhibicionismo de mi esposa. Sin embargo no me quedaba sólo con eso. Aprovechaba que Ivonne quedaba a mil tras cada sesión exhibicionista y la cogía de manera impresionante, quedaba hecha una loba en celo. Si bien en su momento las condiciones del juego eran mirar y no tocar, o tocar pero nunca incluía el sexo, algunas de las situaciones estaban al límite, y el hecho de que mi esposa fuera la primera mujer que veían y disfrutaban estos chicos, me inspiraba una mezcla de morbo, orgullo y pasión que conformaban un cóctel irresistible para mí.

;)