¿Quieres follarte a tu padre? VI

Sorpresa de cumpleaños para papá.

Hola a todos de nuevos, vuelvo para seguiros contando más aventuras con mis hijos, la vida no paraba de darme situaciones de lo más morbosas y cachondas junto a mis machos. Después del encuentro con Juan y que descubriera que Javi era mi hijo y acabáramos todos follando creía que no iba a vivir otro momento igual, pero el destino tenía guardado más para mí.

Los encuentros seguían sucediéndose los fines de semana que mi mujer no estaba, de vez en cuando invitábamos a Juan, tan solo para tenerlo contento y que no hablara. Pero lo que de verdad nos iba era estar los tres solos y follando como quisiéramos. Se acercaba el siguiente fin de semana y ya llevábamos varios que no nos dejaban solos. Así que estábamos que no subíamos por las paredes, y para colmo, este finde era mi cumple y lo quería celebrar con mis hijos de la mejor manera.

Era viernes, la semana llegaba a su fin, y lo que hubiese sido un estupendo finde follando con mis hijos sería dos días aguantando a mi mujer y ni siquiera tocar a mis chavales. Me tocaba ir a recoger a Javi a la natación a la otra punta de la ciudad, normalmente lo hacía mi esposa, pero decidí ir yo con tal de quitarme de casa. Llegué al pabellón de la piscina y esperé unos minutos que Javi saliera acompañado por varios chicos y otras madres. Que guapo era joder, con su pelo rizado mojadito, y esa sonrisa que escondía una fiera dentro y con ese tipazo que llevaba, uuff me tuve que contener morderme el labio.

-          ¡Hola papi! – subiéndose al coche despidiéndose de sus amigos.

-          ¿Qué tal hijo? – dándole un beso en la frente mirándolo de arriba abajo, llevaba unos pantaloncitos cortos, sudadera con capucha y deportivas.

Nos pusimos en marcha de vuelta a casa, hablábamos de cualquier cosa, de como le había ido la semana y de que tal le iba la natación. Yo cada vez que podía o parábamos en un semáforo le acariciaba los muslos y le subía un poquito el pantalón, él se dejaba, le gustaba.

-          Vaya rollo que mamá no se vaya este finde. – se lamentaba. – Tendremos que dejar la celebración para otro día papi.

-          Ya hijo, una caca, ya lo celebraremos. – resignándome yo también.

-          ¿Sabes cuál iba a ser tu regalo no? – acariciando su polla por encima de la tela.

-          Jajaja, no encontraría mejor regalo Javi. – acariciándole yo también el bulto.

-          Joo papi, quería follarte hoy. – sacándose la polla empalmada por encima del elástico.

-          ¿En serio Javi? ¿No llevas calzoncillos? – mirando su pollote erguido.

-          Noo, así voy más cómodo, ¿no me la quieres coger? – zarandeándola de un lado a otro.

No me lo pensé mucho, con una mano en el volante y con la otra en la polla de mi hijo pajeándolo. Joder que dura la tenía. Quería comérsela y dejarlo que me la clavara en mi culo. Pero íbamos por mitad de la autovía de camino a casa, justamente estábamos pasando por el área de descanso donde vine la primera vez que pillé a Raúl en los aseos con Juan, menuda paja me hice aquel día. Puse mi intermitente y salí de la autovía.

-          ¿Dónde vas papá? – preguntando extrañado.

-          A cobrarme mi regalo. – sonriéndole.

Aparqué el coche entre unos arbustos y nos bajamos del coche. Abracé a mi hijo besándolo aun con su nabo tieso fuera del pantalón. Lo cogí del cipote y tiré de él bosque arriba entre los árboles.  Llegamos a una zona alejada, me arrodillé y empecé a comérsela con muchas ganas, sin apenas bajarle la ropa devoraba su cipote hasta los huevos. Olía a cloro de piscina, pero pronto estaba ya cubierta por mi saliva.

-          Mumm papi sii, como me gusta. – agarrándome del pelo mirando como su polla desaparecía en mi boca. – No aguanto, quiero follarte ya.

Estaba tan cachondo el niño que apenas me dio tiempo a desabrocharme el pantalón, pegó un fuerte tirón dejándomelo por debajo de mis nalgas mientras me echaba sobre un árbol. Se untó los dedos con saliva y me los pasó por mi ano lubricándolo, repitió la técnica, pero ahora lubricando su polla.

-          Uuff que ganas tenía de metértela. – apretando su glande contra mi ojete.

-          Joder hijo, dame duro, fóllame con ese cipotón que tienes. – apretando el culo contra él sintiendo como su polla se abría paso.

-          Ohh joder que estrechito los tienes, como me aprieta el nabo. – cogiéndome fuerte de las caderas empujando más.

-          Clávamela entera, dale polla a la puta de tu padre. – sujetándome fuerte al árbol al empezar a embestirme.

Me folló con todas sus ganas, estaba claro que tenía muchas ganas de desahogarse. Al cuarto de hora de taladrarme se corrió preñándome el culo. Nos morreamos agradeciéndole su regalo y por lo menos por haber podido quitarme el deseo de tener algo ese fin de semana. Volvimos al coche camino a casa y volver a nuestra cruda realidad.

A la mañana siguiente me levanté tarde, no tenía muchas ganas de hacer nada, además era mi cumpleaños por lo menos que me dejasen descansar. Fui a la cocina a tomarme un café, estaba mi esposa la cuál me felicitó sin mucho ánimo. Le pregunté por los chicos, Javi estaba estudiando en su habitación y Raúl tenía entrenamiento.

-          Raúl ha dicho que vayas a recogerlo después cuando acabe. – me decía mi mujer.

-          Ok, tampoco tengo otros planes. – dije acabándome de beber el café y sin muchas ganas.

Sobre las 12 de la mañana cogí el coche rumbo a recoger a Raúl del entrenamiento. Aparqué por la zona y entré al campo para ver que tal iba ya que era temprano. Me senté en las gradas viendo como acababan de jugar un partidillo. Sin duda alguna solo podía fijarme en mi hijo, en cuanto me vio me levantó la mano saludando. Me volvía loco verlo con esos shorts deportivos y las calcetas hasta las rodillas. Y por supuesto el bulto que se le marcaba. Inmediatamente se me vino a la mente hacer un alto en el camino como el día de antes con su hermano, nada más de pensarlo ya se me estaba empezando a poner dura.

Acabó el entrenamiento y los chicos se metieron en el vestuario, algunos se fueron directamente, como el entrenador que recogió el material y se marchó. Yo seguí esperando a Raúl sentado en las gradas viendo como aquello se iba quedando vacío. Recibí un mensaje de WhatsApp, supuse que sería algún pariente felicitándome. Pero no, era de Raúl: “Papi ven un momento al vestuario por fa :P”. No me imaginaba para que sería, se me vino de todo a la mente, no querrá que lo hagamos aquí pensaba de camino al vestuario.

Entré al pasillo y un fuerte olor a macho sudado inundó mis fosas nasales, adolescentes salidos, mi perdición. Si estaba cachondete eso terminó de encenderme.

-          ¿Hola? ¿Raúl? – preguntaba sin saber donde estaba.

-          Aquí papá, entra. – me respondía al otro lado de una puerta.

Cuando entré vi a mi hijo de pie, en medio de esa sala diáfana con bancos en el centro, taquillas a un lado, al otro los lavabos y al fondo parecía que eran las duchas, Raúl aún seguía con la equipación puesta. Pero no estaba solo, había dos chicos más, uno sentado en un banco y otro apoyado en los lavabos.

-          Pasa papi, te quiero presentar a estos. – adelantándose a por mi viendo que había puesto cara de asustado.

-          Hola, buenas. – dije educadamente echando un vistazo a los dos jóvenes.

-          Él es Samuel, aunque le decimos Sam. – indicándome al chico que estaba sentado. – Y el de la gorra es Pablo.

-          Encantado yo soy Fran, el padre de Raúl. – dije sin saber porqué me los presentaba.

Os los describo a primera vista. Samuel, rondaría la misma edad que Raúl, pero lo que llamaba la atención era el tono de su piel, era un chico negro, por lo que me dijo después mi hijo sus padres eran de Argelia. De cara guapo, de labios carnosos y ojos grandes, con el pelo rapado por los lados dejándose esos rizos tupidos tan característicos de estos chicos por la parte superior. Llevaba la misma equipación que Raúl, bermudas y camiseta ajustada. Llamó mi atención las fuertes piernas que se le marcaban a igual que los bíceps. Pablo misma edad, pero todo lo contrario a Samuel, era un chico algo más alto, rubito y de piel clara. Con cara de niño bueno, algo pijete diría yo, por la gorra que llevaba de marca y esa media melenita rubia que le tapaba la frente que contrastaba con el tatuaje que tenía en el muslo de su pierna derecha, era visible ya que tenía los pantaloncitos remangados en su entrepierna.

-          Bueno hijo, para qué me has llamado. – preguntaba intrigado.

-          Para darte tu regalo de cumpleaños, ¿te creías que me iba a olvidar? – decía sonriente.

-          Jeje, ¿y donde está y qué tienen que ver ellos? – preguntaba algo alegre por su detalle.

-          Ellos son tu regalo papi. – echándome el brazo por encima y acercándome a ellos.

-          ¿Cómo? – decía extrañado.

-          Si papá, se lo que te gusta un buen pollón jovencito, pues aquí tienes dos más. – señalándolos a ellos. – Los he convencido para que les hagas una mamada de esas tuyas, son de mi máxima confianza, no te preocupes.

-          Este cabroncete nos ha dicho que la chupa usted mejor que una piba. – decía Pablo sobándose ya el paquete.

-          Sam es que es más tímido, pero dice que está harto de que las tías se la coman y ninguna merezca la pena. – decía Raúl refiriéndose al otro chico.

-          Entonces... ¿sois heteros no? – preguntaba sin saber que estaba pasando.

-          Sii, pero una buena mamada nunca se rechaza señor. – me contestaba Pablo.

-          Madre mía, ¿esto es real? – mirando a mi hijo.

-          Tranquilo papá, es real y estamos dispuestos para ti. – cerrando la puerta con llave.

-          ¿Nadie nos pillará no? – preguntaba sin saber que hacer.

-          No tranquilo, normalmente cierro yo los sábados. – decía Pablo.

Los tres chicos mirándome para que actuara y disfrutara de mi regalo. Se veían cortados los dos chavales sobre todo Samuel. Raúl tomó la iniciativa. Se abalanzó sobre mi besándome y acariciando mi cuerpo. Yo le devolvía el morreo bajando mi mano a su entrepierna. Su polla al primer contacto con mi mano se puso dura, mientras los dos chicos miraban palpándose sus paquetes.

-          Nunca imaginé ver a un padre y un hijo así, se ve que tenéis complicidad. – decía Pablo acercándose a nosotros quitándose la camiseta, luciendo tabletita y lo que era el comienzo de otro tatuaje en la ingle y poniéndose la gorra del revés.

-          Tus amigos están muy buenos hijo, ¿seguro que quieren hacer esto? – separándome un poco de Raúl antes de seguir.

-          Nos va el morbo y el vicio Fran, yo lo único que quiero es descargar los huevos. – sin parar de sobarse el paquete.

No me lo podía imaginar, a mis casi cincuenta tacos y me pasaban estas cosas. Miraba a Raúl y me sonreía sin dejar de decirme que disfrutara. Y eso iba a hacer. Me arrodillé frente a Raúl en medio de ese habitáculo húmedo y oliendo a macho joven. Le bajé el pantalón junto al bóxer hasta los tobillos dejando su polla empalmada libre. La busqué con la boca y empecé a lamerla bajo la mirada de sus amigos. Para que se sintieran más a gusto les mostré lo que era capaz de hacer dándole fuerte chupetones al mástil de mi hijo, al momento ya lo tenía gimiendo y agarrado a mi cabeza.

-          Venga acercaros y dadle polla a mi padre. – decía Raúl entre suspiros invitando a sus amigos.

-          ¡Qué vicio tiene tu viejo bro! – poniéndose junto a mi hijo sin soltarse el paquete. – Venga Sam, ven aquí.

Los dos chavales se pusieron a ambos lados de Raúl, yo seguía mamando su polla mirando de reojo a los otros dos. Ahora que los tenía más cerca vaya pibonazos de tíos. Y lo que me puso más cerdo todavía fue sentir sus olores, se notaba que acaban de entrenar.

-          No seáis tímidos chicos, no muerdo, aunque si tengo hambre jeje. – soltando la polla de mi hijo y lanzándome a coger los bultos de los otros dos. – Ufff vais bien armados ¿no?

Les eché mano a sus entrepiernas, los dos ya marcaban sus pollas duras. Primero fui a por Pablo, se veía que estaba más lanzado. Le bajé un poco el pantalón y le metí la mano sacándole su rabo, una polla deliciosa, al sacársela rebotó hacía arriba, descapullada y tronco proporcional pero lo que me encantaba era esa desviación a la derecha que tenía. Buen pollote tenía el nene, con el vello rubito recortado. Empecé a pajearlo mientras él se acababa de bajar los pantalones.

-          Venga Sam, sácate el trabuco, que todos te la hemos visto ya. – le decía mi hijo al chico de color.

-          Lo ayudo yo, no pasa nada. – tenía curiosidad por saber si era verdad lo que decía sobre los negros.

Me gire hacia él, me miraba serio, se le veía que no estaba muy a gusto, pero su bulto lo delataba. Le bajé el pantaloncito dejándolo en bóxer, y menuda sorpresa. Llevaba unos gayumbos Calvin Klein grises, se le marcaba todo el contorno de su pollote, capullo y venas incluido, pero lo que llamó mi atención fueron las manchas de precum que empapaban la tela.

-          ¿Puedo saborearte chico? – pidiéndole permiso, relamiéndome.

-          Si..lo que quieras. – dijo tímidamente.

No hizo falta que insistiera, metí mi cabeza en su entrepierna, oliendo y saboreando con mi lengua esas manchas, que delicia, como olía y sabía a macho. Cuando me di cuenta el chaval me estaba empujando con sus manazas contra él restregándome en su paquete. Con tanto movimiento acabé por meter mi cara debajo de él oliendo sus huevos y su culazo, agarrado a sus fuertes piernas.

-          Joder chaval como me has puesto de cachondísimo. – le decía de rodillas lamiéndole el capullo que se le iba a salir por un lado.

Acabé por bajarle el bóxer, no sin antes volverlos a oler. Y por fin apareció su pollón. Madre mía, que le dan a los niños de hoy en día. No era tan largo como el de mi hijo o Pablo, era su grosor, vaya trabuco tenía el negrito y vaya huevazos le colgaban. Su glande rosado asomaba medio cubierto por pellejo, contrastaba con el color negruzco del resto de la piel, su tronco con las venas muy marcadas, de los que se ensanchan tras el glande, es lo que la hacía parecer tremendamente gorda.

-          Joder menudos pollones tenéis chavales. – mirando a los tres como se zarandeaban en mi cara.

-          Pues son todos suyos, señor. – decía Pablo pajeándose la suya.

Fui a comérsela a Sam, me había puesto muy cachondo y quería probarla. La lamí de arriba abajo, me agarraba a su cuerpo duro. Intenté encajármela entera en la boca, pero me costaba trabajo, mi hijo Raúl me animaba a seguir intentándolo mientras me empujaba la cabeza. El pollote del chaval abarcaba toda mi boca y no la podía abrir más.

-          Abre bien la boca, aahhh siii, más dentro. – empezó a decir Sam.

-          A ver si ahogas a mi padre cabrón. – le decía Raúl.

-          Oye venga que los demás queremos boca también. – protestaba Pablo.

Hice un último intento de comérmela entera, abrí todo lo que pude mi boca dejando que el pollón negro entrase casi entero, la sentía en mi paladar. El chico me miraba gozando como ninguno, apretando los dientes viendo cómo me encajaba su pedazo de carne.

-          Uuffff siii que bien, así sí. – jadeando y sacándome la polla empapada. – Menos mal que alguien es capaz de comérmela entera.

-          Te dije que mi padre ero lo más. – decía orgulloso mi hijo.

-          Ahora me toca a mí. – tirando Pablo de mi cabeza hacia él.

Su polla era más parecida a la de mi hijo, esa curvatura la hacía irresistible. Empecé a comérsela, pero al minuto lo tenía sujetándome de la cabeza y dándome embestidas, me la metía y sacaba fuerte, era un poco bruto, pero me estaba poniendo a mil. Al otro lado Raúl y Samuel se pajeaban mirando, alcé la mano y empecé a masajearle los huevos a Sam, le colgaban bastante. Sentí otra mano en mi cabeza que me llevaba hasta la polla de Raúl, lo miré sonriente y me la zampé hasta la garganta, como le gustaba. Mis manos no paraban de moverse, ahora con una mano pajeaba el ancho tronco de Sam y con la otra la de Pablo.

-          Ven tío, que te han gustado mis cojones. – metiéndome debajo de los huevos de Sam lamiendo sus bolas recubiertas con ese vello negruzco.

-          ¿Veo que estás más suelto no? – liberándome de sus huevazos dejándoselos envueltos en mis babas.

-          Se te da bien sí. – metiéndome su polla hasta el fondo en la boca.

No pude contener la arcada, pero en vez de soltarme apretó más, empecé a resoplar con su rabo ahogándome, las babas caían por la comisura de mis labios, me la sacó y antes de coger aire ya tenía otra polla en la garganta, la de Pablo.

-          Joderrrr como tragaa tu padreee – deshaciéndose en jadeos y yo con su polla en mi interior metiendo mi nariz en su pubis y mi lengua rozándole sus huevos lampiños.

Los chicos cada vez estaban más juntos, me tenían rodeado, con una polla en la boca podía sentir a otra en mi mejilla y la otra sobre mi hombro. Saltaba de una a otra, las lamía y chupeteaba, al que estaba libre lo pajeaba y le sobaba los cojones, sentía mi cara chorreando babas y fluidos suyos.

-          Ponte de pie papi, y desnúdate. – me decía mi hijo sacándome su rabo de la boca.

-          ¿Qué vas a hacer Raúl? – preguntaba Pablo.

-          Voy a follármelo. – mientras me ayudaba a desvestirme quitándome la camisa.

-          ¿Aquí? ¿delante de nosotros? – exclamaba Sam sorprendido.

-          Sii, ¿Qué pasa? No es la primera vez. – haciendo que me pusiera a cuatro sobre un banco. – Mientras tanto podéis seguir dándole polla, ¿verdad papi?

Asentí colocándome sobre mis rodillas y mis brazos en un banco, poniendo en pompa mi culo para mi hijo mientras los otros dos se miraban y se acercaban otra vez a mi boca. Raúl no tardó en agacharse sobre mi culo y empezar a comérmelo. Frente a mí se colocó Sam exhibiendo su pollote duro, me cogió la cabeza y me empujó otra vez su tronco dentro. En vez de mover su cadera contra mí me movía la cabeza haciendo que me follara su polla. Al otro lado le sobaba los huevos a Pablo mientras se pajeaba.

-          Papi estás super cachondo ¿no? mira cómo te entran los dedos. – metiéndome tres dedos del tirón moviéndolos en mi ano.

No podía articular palabra, glup glup glup, esos eran los únicos sonidos que salían de mi boca. Samuel no me daba tregua, le encantaba llevar el ritmo, mi cabeza era un vaivén de embestidas contra su rabote. Me la sacaba y allí estaba expectante la polla de Pablo, la cogía de la base y le daba fuertes chupetones, aprovechaba para sobar sus cuerpos fibrados y sudorosos.

-          ¿Cómo es follarse un culo de tío, colega? – preguntaba Pablo dirigiéndose a Raúl viendo cómo se posicionaba para encajármela.

-          Es una puta pasada, sientes como tu polla es succionada. – poniendo su capullo en mi entrada y apretando.

-          ¿Tienes curiosidad Pablo por follarte este tío? – decía Sam sentándose en el banco espatarrado frente a mi cabeza.

-          Aarrrgg joderrr me vas a rajar el culo un día de estos, hijo. – gimoteaba yo sintiendo la polla de Raúl abrirse paso en mi recto.

Raúl empezó a follarme agarrado a mis caderas mientras que mi boca seguía tragando el rabo de Sam sin dejar que me la sacara, con sus manos puestas en mi nuca empujándome contra él. De pie, y sin quitar ojo a Raúl seguía Pablo pajeándose.

-          ¿Quieres probar tío? Estamos en confianza, puedes follártelo. – le decía Raúl a su amigo Pablo sin dejar de petarme el culo.

-          No, ¡qué dices! No me va. – acercando su polla a mi boca, soltándole un par de lapos y comiéndosela.

-          Por mí no te cortes chaval, puedes follarme todo lo que quieras. – con su capullo en mis labios a modo de chupachups.

-          ¿En serio? ¿eres capaz? – lo miraba asombrado Samuel.

-          Joder joder es que me tenéis super cachondo. – poniendo sus brazos en alto follándome la boca.

Mi hijo me penetraba cada vez más fuerte mirando a su amigo, me agarraba el culo y me azotaba. Yo aproveché la libertad q me daban los chavales y les lamía su abs y pectorales. En un momento noté que mi culo se quedaba vacío, miré hacia atrás y vi como Raúl venía a por Pablo, lo cogió del brazo y lo llevó hasta mi culo, cogió su polla a modo de mamporrero y la pasó por mi culo abierto.

-          No tengas miedo, y dale caña, le gusta duro. – dándome una palmadita en el culo y otra a su amigo.

-          Uufff que calentito se siente tío. – pasando su capullo por mi ojete.

Lo miraba de reojo, sus ojos desencajados, con una mano en mi culo y otra en su rabo, se escupió en la polla y fue metiéndomela. Fue poco a poco, sintiendo como se deslizaba dentro, mi agujerito ya estaba bien abierto, no le costó trabajo encajármela, fue pausado para lo bruto que era. Una vez me la encajó toda y la metió y sacó un par de veces se agarró fuerte a mi cintura y empezó un mete saca frenético. Tan fuerte me estaba dando que caí sobre los huevos de Sam, aprovechando él para que se los comiera. Pablo se había desbocado, de repente tenía su cuerpo echado sobre el mío y sus manos pasaron de mi cintura a mi cuello apretándomelo fuerte siguiendo sus embestidas rápidas.

-          Oohh uuuhhh sii sii siii, me está destrozandoorgg. – apenas podía articular palabra, entre sus manos en mi cuello y la polla de mi hijo en mi boca.

-          Le tenías ganas ehh Pablo. – decía Sam sujetándome la cabeza hacia arriba para no caerme más.

-          Madree miaa es que como traga este culo joder, Raúl tenía razón. – sin dejar de darme embestidas.

-          Me voy a tener que animar yo también cabrones. – levantándose y poniéndose de manera que me abría las nalgas viendo como la polla de su amigo entraba y salía.

Aquellos chavales estaban haciendo conmigo los que les daba la gana, todo orquestado por mi hijo, sabía que si él empezaba follándome los otros no iban a ser menos. Estaba contento de poder compartir a su padre con sus amigos heteros. Pablo siguió follándome un rato sin bajar el ritmo, llegaba el momento de que me follara Samuel.

-          Date la vuelta papi, que queremos ver cómo te folla el mulatito. – riéndose ayudándome a ponerme bocarriba en el banco.

Tal que así me puse, panza arriba, con mis piernas en alto ayudado por Pablo y Raúl que me sujetaban cada uno una, con sus pollas encima de mi cara. Las pajeaba al unísono, chupaba sus huevos mientras Sam se preparaba para follarme.

-          Señor, si te duele dímelo y paro. – me decía muy educadamente mientras me metía un par de dedos.

-          ¡Fóllame ya cabrón, méteme ese pedazo trabuco! – arrimando mi culo hacia él.

-          Qué puto vicioso es tu padre, puufff, ojalá todas las guarras que me follo sean así. – decía Sam metiendo su capullo en mi ojete.

-          ¡¡¡Aarrrgg joderr sii reviéntame el culo!!! Cuando hayáis probado este culazo no vais a querer otra cosa chavales. – les decía con los huevos de Pablo en mi boca.

Samuel empezó a empujar su tronco en mi culo, lo notaba como me dilataba más que los otros, ese grosor me estaba destrozando. Menos mal que lo estaba haciendo con paciencia. Yo solo podía gemir y gemir agarrado a las pollas de los otros dos.

-          Fran, quiero probar una cosa que nunca me han hecho, y seguro que tú lo haces de maravilla. – me decía Pablo incorporándose y poniéndose encima de mi cara. – Lámeme el culo tío.

Vaya panda de salidos, los heteritos me estaban dando caña de maravilla y no les iba a quedar nada por experimentar conmigo. Y ahora tenía sobre mi cara el culazo de aquel chico, lo agarré palpándolo, lo tenía duro como una piedra, pero a la vez perfectamente redondeado, le abrí las cachas y allí estaba su hoyito rosado envuelto en ese vello rubito delicado que tenía. Saqué mi lengua y lo traje hacía mí lamiéndolo, que delicia, que sabor a machito, con sus huevos en mi barbilla y mi boca y nariz entre sus nalgas. Al momento que sintió mi lengua húmeda empezó a gemir y pajearse como un mono. Al otro lado tenía al negro perforándome el culo.

-          Mumm que descubrimiento uufff que gozada tiooo. – decía Pablo moviendo su culo de adelante atrás sobre mi cara.

-          ¿Os gusta verdad? ¡Es increíble mi padre! – aun sujetándome las piernas para que Sam siguiera follándome.

-          Es verdad que su culo atrapa mi polla y no la quiere soltar, y dilata más que una tía. – con su cuerpo echado para atrás empujando su pelvis contra mí.

Así estuvieron un rato, Pablo alternaba su culo con darme polla desde arriba. Samuel me metía su polla tanto como podía, si hubiera sido por él me hubiera metido hasta los huevos.

-          ¿Oye tíos, dejadme que disfrute de mi padre un rato no?, que es su cumpleaños y que menos que su hijo le dé algo de caña también. – decía Raúl algo aburrido.

Me libraron de mi culo y mi boca, me incorporé y vi como Raúl se tumbaba en el suelo con su rabo apuntado al techo, no me hizo falta más, me agaché a horcajadas y me metí su pollote hasta el fondo, me eché sobre él morreándolo.

-          ¿Te está gustando papá? – me preguntaba besándome mientras yo saltaba en su mástil.

-          Y tanto hijo, el mejor regalo que me han hecho en la vida. – mirándolo con ternura moviendo mi culazo en su cipote.

Pablo no tardó en colocarse frente a mí, alzando mi cabeza para que siguiera mamando su polla mientras Sam se sentaba en el banco descansando a la vez que se pajeaba viéndonos.

-          Mmm me corro tío. – decía Pablo dejando que lo pajeara en mi boca. – Aarrggggg siiiiiiiii siiiii tragaaa joderr tragaaa.

Empezó a soltar trallazos de lefa dentro de mi boca, me fui tragando lo que pude, lo que no se me escapaba por los labios cayendo a mi pecho.

-          ¡¡Ohh papii yo también me corro, levanta rápido!! – haciendo que me quedara de rodillas en el suelo aun limpiando los ultimas gotas de Pablo.

-          Yoo también mi corro tío, ven aquí. – decía Sam levantándose estrujando su pollote.

Me echaron la cabeza sobre el banco con sus pollas apuntando a mi cara, me la metía uno le daba unas lamidas rápidas y me la metía el otro.

-          Aarrggg me voyyy siii, toma lefaaa. – gritó mi hijo soltando varios chorros de semen sobre mis labios y metiéndomela dentro.

-          ¡Uuff sii tomaa leche tío! – corriéndose también sobre mi cara y pecho.

Cuando acabaron de soltar leche me dieron sus cipotes para limpiarlos, me sentía empapado, allí por donde mirase tenía restos de corrida. Raúl muy gustosamente los fue recogiendo con su polla y dándomelos de beber. Los tres chicos se miraban super contentos y exhaustos con sus pollas aún medio tiesas.

-          Feliz cumpleaños papi, espero que te haya gustado. - Me decía Raúl.

-          Más que regalo para ti, lo ha sido para nosotros, vaya pasada de polvazo. – decía Pablo.

-          Uff ni que lo digas, no creía que ese culo aguantara tanto, pero sí, me ha encantado. – decía Sam.

Los chicos se fueron a darse una ducha antes de salir de allí, yo me quedé tirado en el suelo recuperando el aliento todavía, seguía super cachondo, no había tenido tiempo ni de pajearme. Empecé a sobarme la polla mientras los veía a los tres en la ducha comunitaria, desnudos con sus pollotes flácidos y sus cuerpos esculturales. Vi en el suelo la ropa de los chicos y entre ella sus boxers, no me pude contener y coger el de Sam, me lo llevé a la nariz y lo restregué por mi cara mientras me hacía una paja. Después cogí los de Raúl y los de Pablo, ese olor a machito adolescente me podía, aumenté mi paja y no tardé en correrme sobre mi pecho y barriga aun con sus gayumbos en mi cara. Menudo regalo de cumpleaños.


Como siempre se agracede los comentarios que me dejais. Todo aquel que quiera puede escribirme contándome sugerencias, mejoras o posibles ideas para futuros relatos. Aquí os dejo mi email nenexx023@gmail.com