¿Quieres follarte a tu padre? IV

Los inicios de Raúl.

Hola a todos de nuevo, como ya sabréis la situación ha cambiado para mejor, si no recordáis los últimos relatos os recomiendo que los leáis. Pues bien, mis dos hijos habían resultado ser como su padre y a ambos les gustaban los hombres. Gracias a la pillada de mi hijo menor encontrando a su padre mamándosela a su hermano habíamos descubierto que al pequeño de la familia también le iba el morbo con los hombres.

Esa noche dejé que mi hijo menor perdiera la virginidad follándose a su padre, y vaya descubrimiento, como su hermano, Javi había resultado ser también un empotrador nato. Estaba muy orgulloso y feliz de tener esos pedazos de chicos para mí. Y lo que es mejor que a ellos les encantase estar con su padre.

Esa noche caímos los tres rendidos después de nuestra sesión de iniciación al sexo con Javi. Los tres dormimos desnudos, abrazados en mi cama de matrimonio. Al no estar mi mujer me aproveché de aquella situación dejándolos allí. Los chicos se durmieron al instante, yo seguía dándole vueltas a lo vivido. Joder, primero Raúl y ahora Javi, no me lo podía creer, mis dos hijos follando con su padre. Ni por asomo me lo habría imaginado nunca. Me encantaba esa sensación de no tener que buscar sexo por ahí con desconocidos sabiendo que a partir de ahora tendría a mis pequeños. Me dormí pensando en la follada que me había dado Javi, para ser su primera vez había sido todo un campeón.

A la mañana siguiente dormía plácidamente cuando alguien me despertó subiéndose encima de mí.

-          Buenos días papi, hora de desayunar. – abriendo los ojos, sintiendo un cuerpo desnudo encima de mi pecho.

-          ¿En serio Raúl? – viendo su polla tiesa a escasos centímetros de mi cara.

-          Joo, anoche apenas pude disfrutar de ti. – me decía sobándose los cojones.

-          ¿Y tu hermano? – mirando a los lados de la cama.

-          Estaba dormido como un tronco, lo he llevado a su cama. – decía estirazándose, viendo su cuerpo musculado.

-          Muchas novedades para él jeje. – agarrándole la polla a mi hijo empezándolo a masturbar.

-          Ojalá esto todos los días. – acariciándome la cara y acercándome su mástil duro.

Abrí la boca para recibir su pollote, empecé a lamerle el capullo, aún sabía a semen de su corrida de anoche. Él se apoyó en el cabecero echando su cuerpo contra mi cara, notaba sus bolas peluditas en mi barbilla y su culo prieto en mi pecho.

-          Mummmm papi es que eres la ostia! – moviendo su pelvis contra mí follándome la boca.

No podía hablar ni apenas respirar con su polla entrando y saliendo de mi boca. Tan solo pude agarrarme a sus cachetes empujándolo más a mí. Raúl seguía como si nada follándome la garganta con ganas de reventar en mi interior.

-          Ohh si sii, voy a correrme papaíto. – murmuraba apretando su cara contrayéndose sin dejar de mover su cuerpo contra mi boca. – Aaarrrrggggg toma lecheeee!!!

Empezó a descargar dentro de mí, su corrida fue pasando directa a mi estómago, sentía los trallazos en el fondo de mi boca y su polla palpitando.

-          Eres el mejor papi. – sacando su rabo goteando mientras yo acababa de limpiárselo con mi lengua.

-          Me encanta estos buenos días nene. – acariciando su cuerpo desde sus huevos hasta sus pectorales relamiéndome los restos de leche.

Raúl volvió a tumbarse junto a mí mientras yo acababa de limpiarme la comisura de los labios. Lo miraba, estirado con su polla morcillona y sus brazos echados detrás de la cabeza.

-          No sabéis la suerte que he tenido. – le decía echándome sobre él acariciándolo.

-          Y nosotros papá, me encanta que seas tan vicioso, y ahora no nos esconderemos cuando no esté mamá. – me decía besándome.

-          Si hijo, tenemos que aprovechar cuando mamá no esté. – pasando mis manos sobre su abdomen.

-          Hoy deberíamos quedarnos todo el día en la cama jeje. – decía meneando su polla flácida.

-          ¿Qué queréis desmontarme a polvazos? – reíamos los dos.

-          Ya verás cuando Javi se levante, ahora que ha probado esto no querrá otra cosa. – echándome una mano al culo.

-          Uuff como sea de insaciable como tú no me vais a dar tregua. – poniéndome bocabajo sacando culo.

-          Mmmmmm culazoo papá. – dándome un pequeño azote.

-          Entero para vosotros. – meneándolo.

-          Cómo este ninguno, que pasada. – hurgando en mi rajita.

-          ¿De verdad? Jaja me alegro que te guste. – echando mi cabeza contra su pecho.

-          Si papi, y mira que llevo unos cuantos. – sobándomelo.

-          ¿Sí? Oye…nunca me has contado como te iniciaste. – preguntaba interesado.

-          Pufff…pues fue hace un par de años… - se hacía el interesante.

-          Venga va, cuéntamelo todo, antes de que se levante tu hermano. – incorporándome para escucharlo.

(A partir de ahora utilizaré a Raúl en primera persona para iros relatando su primera vez.)

-          Todo empezó aquel verano que me mandasteis de campamento a la sierra. – incorporándome junto a mi padre.

-          Tenías la edad que tiene ahora Javi ¿no? – decía papá.

-          Si, exacto, por aquél entonces ya me había liado con algunas niñas, y ya empezaba a tener claro que no me gustaban mucho, por eso me empecé a fijar en los tíos. – seguía diciendo.

-          ¿Con chicos no habías hecho nada entonces? – preguntaba papi.

-          No nada, tan solo había visto algo de porno gay, pero tener nada. – seguía contando.

Os pongo en situación, en plena efervescencia juvenil me mandan a un campamento, ¿quién no ha hecho nada en alguno alguna vez?, primeros besos, primeros tocamientos, primeros experimentos con otros, los campamentos están para eso.

Pues bien, allí estaba yo, que por aquel entonces no estaba tan fibraete como ahora, si tenía buen cuerpo y como sabéis soy bastante guapete por lo que no me faltaban admiradoras y admiradores por lo que descubrí. Estábamos unos diez chicos y ocho chicas, dos monitores y el cura que nos acompañaba, se me había olvidado deciros, el campamento lo organizaba la iglesia de mi barrio.

Los días transcurrían como si nada, yo no me había propuesto tener nada con nadie, soy bastante reservado para intentar algo, aunque sí notaba que algunas chicas del grupo me tiraban la caña y tonteaban conmigo a igual que en mi grupito de chicos había alguno que ya apuntaba maneras también. Solíamos hacer siempre lo mismo, por la mañana alguna actividad por el campo o talleres de manualidades y ya por la tarde, juegos y piscina. El sitio era un antiguo colegio en mitad de la nada adaptado como residencia.

Como era normal, las chicas tenían su propia habitación en la segunda planta separada de la de los chicos, y cada una un baño en sus plantas. Con nosotros dormía uno de los monitores y con las chicas la otra monitora y el padre Andrés en una habitación aparte.

Una de las tardes que estábamos todos en la piscina me entraron ganas de hacer pis, cualquiera se lo hubiera hecho en el agua, pero yo no soy de esos. Salí del agua, llevaba un bañador tipo slip azul. Mi hacía buen culo y ya marcaba paquetón por entonces. Me encaminé hasta los vestuarios que hay fuera, un edificio apartado del edificio principal, se utilizaba como almacén para el material deportivo y con dos baños separados para chicos y chicas. El de chicos entrabas y a la derecha una fila de urinarios de pared y a la izquierda baños con puertas y a continuación estaba la zona de duchas comunes.

Entré casi sacándome la polla por encima del slip cuando escuché jadeos que venían de uno de los baños con puertas. Me agaché para ver si veía algo por debajo de la puerta, y allí estaba sentado en el wc Diego, uno de los chicos de mi grupito, con su polla fuera del bañador mientras se pajeaba. Diego era más o menos como yo de alto, él más rellenito, de piel morena y el pelo muy corto de punta, como se llevaba entonces. Era el chulito del grupo, decía que ya se había tirado a una chica, pero ninguno lo creíamos. No era guapo que digamos y no me causaba ninguna atracción, pero verlo pajearse me puso algo cachondete.

-          ¡Raúl! ¿Qué haces tío? ¿me estás espiando? – me gritaba viendo como asomaba mi cabeza por debajo de la puerta.

-          Perdona tío, no sabía qué estabas haciendo. – intentando irme.

-          Esperaa, tío no se lo digas a nadie por fa. – saliendo del baño subiéndose el bañador.

-          No no tranquilo, yo no he visto nada. – fijándome como se le marcaba aún la polla empalmada.

-          Es qué Nerea me ha puesto tela. – me decía. – Le han crecido las tetas y madre mía que buena está.

-          Sii es verdad. – decía yo sin interés alguno.

-          ¿Tú no te pajeas cuando te entra el calentón aquí? – me decía acariciando su polla en el bañador.

-          ¿Yo? Que vaa, me da corte, no hay donde hacerlo. – le decía queriéndome ir de allí.

-          ¿Nos pajeamos? – me dijo sin rodeos. – Será nuestro secreto, entre amigos.

-          No, déjate. – sabía que era un guarro, pero no tanto.

-          Venga anda, que la tienes ya tiesa. – mirándome el paquete y tirando de mi dentro del urinario.

-          Que nos pueden pillar. – le decía algo nervioso y sabiendo que mi polla estaba así por la situación no por las tetas de Nerea.

-          Venga Raúl, o por lo menos sácatela y comparamos. – me decía situado frente a mí.

-          Vale, pero algo rápido. – decía yo tirando de mi bañador hacía abajo soltando mi polla.

-          Alaaa, la tienes grande cabrón. – clavando su mirada en mi rabo a escasos centímetros suyo mientras él hacía lo mismo bajándose el bañador.

Era cierto que mi polla le sacaba tres o cuatro dedos de diferencia, yo estoy circuncidado por lo que a la vista se veía enorme, la suya por el contrario era delgada y con su capullo en forma de pico, cubierto por el prepucio.

-          ¿Me la quieres coger? Y te hago lo mismo. – estirando su mano poniéndola en mi polla.

-          Vale, pero deberíamos de parar ya. – echándole mano a su pollita.

-          Joder tío, menudo pito calzas, tienes que volver locas a las tías. – seguía asombrado por mi tamaño.

En ese momento se abrió la puerta del baño, ninguno había reparado en echar el pestillo.

-          ¡¿Qué hacéis panda de degenerados?! – gritaba un enfadado padre Andrés.

-          Mierdaaa. – Diego salió corriendo subiéndose el bañador dejándome a mí allí solo.

-          Yo..noo.. – no articulaba palabra intentando guardarme el rabo tieso en mi pequeño bañador.

-          Vaya, pero qué demonio estabais haciendo. – seguía gritando sin quitar ojo a mi entrepierna. – Sal de aquí ahora mismo y vete para mi cuarto, voy a llamar a tus padres.

-          No, por favor, a mis padres no. – le suplicaba, saliendo de los vestuarios camino de las habitaciones.

Todos me miraban cuando salí de allí, ninguno se imaginaba el porqué. Le había perdido el rastro a Diego, por culpa suya me había visto envuelto en este follón. Caminaba con la cabeza gacha mirando de reojo como padre Andrés me seguía camino de su cuarto.

Padre Andrés era un hombre de mediana edad, unos 50 años, de estatura media, algo entrado en carnes, con bigote y pelo algo canosos. Me llevaba bien con él, me conocía de toda la vida, pero ese día estaba muy cabreado, siempre era amable conmigo y me trataba muy bien, pero en aquel momento era otra persona.

Llegamos a la puerta de su habitación, sacó las llaves de sus bermudas beige, veía su camisa blanca empapada por la espalda, normalmente iba vestido de cura, pero allí no. Me hizo pasar y sentarme en una silla mientras el cerraba otra vez la puerta con llave y se sentaba en el filo de la cama.

-          ¿Entiendes por qué estás aquí hijo? – me preguntaba mirándome fijamente.

-          Nosotros...solo...estábamos comparando...nada más. – balbuceando nervioso. – Por favor no llames a mis padres.

-          ¿Te gustan los hombres Raúl? – preguntaba bajando el tono, cambiando su cara.

-          Noo. – le decía aún en bañador.

-          ¿Entonces a qué se debía tu erección con Dieguito? – sonriendo algo.

-          Era por la situación…y hablábamos de las tetas de una chica. – le intentaba explicar.

-          No sé, no te veo muy convincente. – me decía sin parar de mirarme de arriba abajo. – A tu edad es normal tener dudas chico.

-          Pero yo no… - no sabía muy bien que intentaba.

-          A ver, ven aquí, si es cierto lo que me dices no te importará. – indicándome para que fuera con él.

-          ¿Qué va a hacer padre? – decía sin saber qué hacía.

-          Si te gustan las chicas no te importará que te toque el pito ¿no? – estirando su mano hasta posarla en mi paquete palpándolo.

No sabía muy bien qué estaba pasando, pero si esa situación me libraba de que llamasen a mis padres lo aguantaría. Dejaba que el padre Andrés me sobara mi paquete, mi polla algo morcillona parecía que respondía a su masaje.

-          Déjame ver lo que tienes ahí. – agarrando mi slip por los lados y bajándomelo hasta los muslos.

Yo permanecía inmóvil mirando como el cura no apartaba la vista de mi pene medio empalmado, relamiéndose.

-          Madre de los cielos qué alegría. – murmuraba el cura cogiéndome el rabo y moviendo su mano.

-          ¿Le gusta padre? – empezaba a entender que al que le gustaban los tíos eran a él.

-          Hijo, esto es una bendición. – pasándome su mano por el tronco y con la otra examinando mis huevos.

Con tanto sobeteo estaba consiguiendo ponerme muy cachondo, se le daba bien masturbar, no era la primera vez que lo hacía, igual que sus manos recorrían todos mis rincones palpándolos.

-          Entonces… ¿va a llamar a mis padres? – viendo como llevaba una de sus manos a su paquete.

-          Si te portas bien y haces lo que te digo no los llamo. – me decía mirándome lascivamente.

-          ¿Y qué tengo que hacer? – decía con mi rabo ya duro.

-          Déjame que pruebe esto. – agachando su cabeza hasta llegar a mi polla.

El hombre abrió tanto como pudo su boca y empezó a comerme el pene, era la primera vez que me lo hacían y me estaba encantando, tenía buen dominio de la lengua, sentir mi polla envuelta en su saliva cálida mientras la lamía hizo que empezara a soltar los primeros gemidos.

-          Veo que te gusta Raulito, ¿es la primera vez? – me decía tragándose mi polla pajeándome a la par.

-          Si padre, oohh, nunca me lo habían hecho.  – sujetándome a su cabeza aguantando los chupetones que me estaba dando.

Se levantó de la cama diciéndome que acabara de quitarme el bañador, quedándome tan solo con mis chanclas mientras él se desvestía.

-          Nos lo vamos a pasar muy bien chico. – bajándose los pantalones viendo cómo se le marcaba su polla en los slip blancos.

-          ¿Qué más tengo que hacer? – preguntaba viendo cómo se acababa de desvestir y mostraba su polla pequeña pero cabezona.

-          No seas impaciente, yo te voy diciendo. – arrodillándose delante de mí.

Su cuerpo era de piel muy clara, con vello canoso en el pecho y poco más por el resto. De prominente barriga a igual que su culo, se veía bastante nalgón. Volvió a meterse mi polla en la boca mientras no paraba de acariciarme, de mi polla pasó a mis huevos, lamiéndolos bien, bañándolos en saliva, rechupeteándolos, me besaba las piernas. Me dio la vuelta, siguió besando mi culo, me acariciaba por todos lados, mi abrió las nalgas y metió su lengua, lamiendo mi agujerito.

-          Que rico estás chico. – pajeando su polla que apenas se le veía rodeada de una mata de vello negro. – ¿Serás capaz de follarme?

-          ¿Qué? ¿quiere que lo folle padre? – sin dar crédito, cachondo perdido de la mamada que me estaba dando. - ¿Qué se la meta por el culo?

-          Si hijo, no todos los días se presenta esta oportunidad. – con mi polla en su cara otra vez.

Me pegó un par de lamidas más dejándome el cipote mojado, se puso de pie y buscó algo en un armario. Sacó un bote de vaselina. Untó sus dedos y los pasó por la raja de su culo.

-          Esto ayudará a que me la metas mejor. – volviendo hacía mí untándose más vaselina en los dedos y pasándolos por mi rabo duro.

El cura se echó sobre una mesa de escritorio quedándose en pompa hacía mí, podía ver su culo gordo y blanco, se lo abrió con las manos dejándome ver un ano rosado y estrecho.

-          Vamos hijo, no tengas miedo, méteme ese pedazo de pito dentro de mí. – me pedía Andrés.

-          ¿No le haré daño? – decía acercándome a él apuntando con mi cipote.

-          A lo mejor algo al principio, pero nada tu sigue. – sin quitar ojo a mi rabo.

Me puse tras él, cogiendo mi rabote y apuntando al ojete del cura. Fui metiendo mi capullo, gracias a la vaselina logré encajarlo mientras él se mordía los labios aguantando el dolor.

-          Madre mía que pollón tienes nene. – viendo como su cara se encogía cada vez que apretaba mi polla dentro de él.

-          ¿Así? ¿le gusta? – continuando empujando agarrándome a su cintura.

-          Oohhh siii, que delicia. – murmuraba entra jadeos. – Y ahora empieza a moverte hijo.

Agarrado a su cintura empecé a mover mis caderas dejando que mi rabo entrase y saliese de ese culo gordo. Empezaba a cogerle el gustillo, su culo succionaba mi polla con gusto, ese ojete estrecho me estaba dando un placer increíble y aumentaba mis embestidas.

-          Mummm sii sii sigue así cielo, ohh, que polla tiene el crío. – jadeando sin parar, mordiéndose el puño para no gemir y gritar.

-          ¿Esto es lo que usted quería padre? ¿qué le reventase el culo un crío? - dándole más fuerte, haciendo que sus nalgas rebotasen contra mi pequeño cuerpo.

-          Oohh sii Raúl, me encanta los nenes pollones como tú! – decía relamiéndose mirándome de reojo viendo como lo agarraba de las nalgas estrujándoselas.

Le estaba dando con todas mis ganas al cura pervertido, mi polla se desenvolvía como si nada, penetraba aquel culazo como si fuera mantequilla. Casi apoyado de puntillas ensartaba su ano haciendo que el escritorio tambalease tirando todas las cosas.

-          Ohh joder con el crío, me vas a reventar. – gimoteando.

-          Yo solo hago lo que me dice. – sacando del todo mi polla y metiéndosela del tirón.

-          Mumm para, dale un respiro a mi culo chico. – decía parándome.

Saqué mi polla de su culo dolorido y me senté en el borde la cama, el cura se incorporaba echándose las manos al culo sintiéndose escocido.

-          Para ser tu primera vez lo estás bordando hijo. – pajeándose sin quitarme ojo.

-          ¿Va usted a hacer que me corra o lo hago yo solo? – sobando mi polla pringosa.

-          No cielo, sigue follándote este culo. – acercándose a mi apartando mi mano de mi pollote y pajeándome él mientras se daba la vuelta.

-          ¿Ahora así? – preguntaba mientras Andrés me daba la espalda y yo permanecía sentado.

-          Si, ahora el ritmo lo llevo yo, sino voy a estar varios días sin poderme sentar. – agachando su trasero en mi polla volviéndosela a meter.

Yo con medio cuerpo tumbado en la cama dejaba que el padre brincase sobre mi polla, en ese momento entendí que estaba destinado a satisfacer a hombres así y me encantaba.

-          Ohhh Raulito que gusto haberte encontrado. – saltando en mi pollote a la vez que se pajeaba. – De los mejores chavales que ha pasado por mi habitación.

-          ¿Así qué le van las pollas de los chavales no? – agarrándome a su cintura moviendo rápido mis caderas follándolo.

-          Mmmummmmm siii, la de chicos que han perdido la virginidad en mi culo cielo. – rebotando todo su cuerpo gordo en mí.

-          Padree me voy a correr, mummm me va a reventar la polla! – agarrándome más fuerte a su culo.

-          Córrete sobre mí hijo. – levantándose haciendo que mi polla saliera de su culo y poniéndose a cuatro patas en el suelo moviendo sus nalgas.

Me levanté rápido poniéndome detrás de él pajeándome a toda velocidad apuntando a sus nalgas.

-          Ohhh me viene me vieneee. – soltando los primeros chorros sobre sus nalgas y raja.

-          ¡Eso es! Descarga bien tus huevos. – decía pajeándose y dando espasmos, supuse que se estaba corriendo también.

Le solté cinco o seis chorros de lefa entre el culo y la espalda. Cuando terminé me agaché restregando lo que quedaba en mi punta sobre su culo.

-          Ven que te la limpie Raúl. – dándose la vuelta y relamiendo mi capullo con sus manos pringadas de su corrida.

-          Gracias padre. – decía exhausto sonriendo viéndolo lamer mi cipote.

-          Para eso estamos hijo, y ya sabes, la próxima vez que te dé el calentón no dudes en visitarme, mi culo te estará esperando. – poniéndose de pie viendo que toda su espalda y culo estaban pringados con mi leche.

-          Vale lo tendré en cuenta. – recogiendo mi bañador para ponérmelo.

-          Ahh y no digas nada, ahora vuelve a la piscina y di que te he estado echando la bronca. – buscando papel para limpiarse.

(Volviendo al hilo actual entre Raúl y su padre)

-          ¿¿¿No te puedo creer??? ¿Perdiste la virginidad con el cura que te bautizó? – decía asombrado con mi polla palpitando después de haber escuchado la historia de Raúl.

-          Si papá y desde entonces me encanta los culos de papis como tú. – seguíamos en la cama acariciándonos.

-          Ya os habéis cansado de mí y me mandáis a mi habitación. – decía el pequeño Javi desde la puerta exhibiéndose desnudo.

-          Vente hermanito, que papá creo que tienen el culo preparado para ti después de escuchar mi primera vez. – metiendo los dedos en mi raja buscando mi culo ardiendo.

-          Yuhuuu, siii quiero follarme a papi otra vez! – decía eufórico Javi subiéndose a la cama.

Y así dejé que mis hijos volvieran a hacer conmigo lo que quisieran después de escuchar como mi hijo Raúl se folló su primer culo en un campamento.


Como siempre se agracede los comentarios que me dejais. Todo aquel que quiera puede escribirme contándome sugerencias, mejoras o posibles ideas para futuros relatos. Aquí os dejo mi email nenexx023@gmail.com