¿Quieres follarte a tu padre? II

Padre e hijo por fin se tienen el uno al otro.

Les pongo al día por si no recuerdan de que iba el anterior relato, soy un tío casado con la mujer de mis dos hijos, llevo una vida oculta de encuentros con otros hombres. Por causas del destino o no sabemos por qué le hice caso a un amigo mío para acompañarlo a un encuentro con un chico en un baño público, de este encuentro descubro que el chico es mi hijo, y mi hijo descubre que me van los tíos. Al cabo de unos días fuerzo la situación provocando a mi hijo, acabando por liarnos y haciéndole una señora mamada en mitad de una obra. Pues a partir de ahí mi hijo y yo estábamos mucho más unidos, pero por las circunstancias apenas podíamos hacer nada.

Los días pasaban como si nada, entre mi trabajo, la casa, mi mujer y mi hijo con el instituto, sus entrenamientos apenas habíamos vuelto a tener nada. Se notaba la tensión entre los dos. Nos robábamos algún morreo a escondidas, y algún que otro sobeteo. Yo lo llevaba peor, y él me lo ponía muy difícil. Le encantaba pasearse por casa en bóxer marcando paquetón, cada vez que podía me arrimaba su entrepierna rozándome disimuladamente, o lo que peor llevaba, que me mandase fotos de su pollote duro cuando estaba trabajando y él en el instituto. Al final acababa pajeándome a escondidas con aquellas fotos.

Era frustrante tener aquel cuerpazo de mi hijo para poder disfrutarlo y no poderlo hacer.  Incluso cuando Juan me preguntó por el tema, ardía en deseos de decirle que por fin había probado a mi hijo y que estaba dispuesto a follarme, pero me contuve y no le conté nada, él si seguía contando sus batallitas con todas las pollas que se comía.

Incluso llegué a comprarme un dilatador anal para entrenar mi culo para el pollón de Raúl, necesitaba que me follara y que me hiciese suyo. Me metía en el baño y tardaba muchísimo duchándome, pero en realidad me estaba petando el culo con el dilatador pensando en el rabo de mi niño.

Tan cachondo estaba que hasta cogía sus gayumbos usados y los olía pajeándome a escondidas. Lamía las manchas que tenía y recordaba los lefazos que me echó en la cara. Tal era el punto de excitación que me encantaba levantarme temprano aun cuando él dormía, entraba en su habitación y lo veía durmiendo con esos calzoncillos pequeños que hacían que se le salieran los huevos por abajo.

Una tarde llegué de trabajar temprano, como de costumbre saludaba al entrar, pero ese día nadie me contestó. Era raro porque siempre suele estar mi señora o mi hijo menor. Escuché ruidos del baño, me acerqué para ver quien había. Justo cuando llegaba abrieron la puerta del baño.

-          ¡Joder papá que susto! No te había escuchado. – era Raúl, salía del baño con su albornoz blanco del Real Madrid y los pelos mojados y revueltos.

-          Hola hijo, ¿estás solo? – le preguntaba sonriéndole y acercándome para darle un beso.

-          Si, mamá ha ido con Javi al dentista. – decía mientras caminaba a su habitación.

-          Cierto, no me acordaba. – me fui hacía mi habitación que está frente por frente a la de Raúl.

Había tenido unos días duros de trabajo y estaba tan cansado que ni siquiera hice por tocar a mi hijo. Me senté a los pies de mi cama, descalzándome y quitándome la corbata. Al otro lado del pasillo Raúl acababa de secarse, lo miraba de reojo, esas piernas esculpidas, es pelo castaño alborotado, y la silueta de su culazo en el albornoz, que delicia.

-          ¿Y sabes cuánto van a tardar tu madre y tu hermano? – le pregunte con la voz alzada.

-          Ni idea, se han ido hace un rato. – decía desde el otro lado.

-          Estoy reventado hoy, no puedo con el dolor de cabeza. – dije, sin obtener respuesta mientras me quitaba los pantalones. - ¿Raúl? – insistí.

Mi incliné para mirar hacía su habitación extrañado por el silencio que se había producido. Allí estaba Raúl sonriendo, en la puerta de su habitación, de pie mirando hacia mí, con el albornoz desatado y abierto lo justo para que viese su polla colgando.

-          Ven papi. – me dijo haciendo gesto con su dedo para que fuera.

-          Voy. – qué bueno estaba madre mía, no podía negarme, me arrodillé y ande a gatas hasta él en gayumbos y camisa.

-          Ese es mi papi jeje, buen chico. – me decía abriéndose un poco más el albornoz mostrándome su polla morcillona. – Y ahora ya sabes lo que tienes que hacer con esto.

-          Nos pueden pillar Raúl, es arriesgado. – No me dio tiempo a terminar la frase cuando me agarró de la boca abriéndomela y metiéndome su polla.

-          Calla y empieza a comer papá. – decía en ese tono chulesco que me ponía a cien.

No me opuse mucho, ya que yo tenía más ganas que él. Empecé a chupársela allí mismo, en mitad del pasillo. La tenía aún flácida cuando me la metió en la boca, pero no tardó mucho en coger grosor gracias a mis chupetones.

-          Mummmm cuanto echaba de menos esta boquita. – murmuraba Raúl entre jadeos.

Como ya sabía lo que le gustaba me esmeré a hacérselo. Le agarré la polla y mientras se la pajeaba le comía los huevos casi estrujándoselos, se los notaba bien cargados.

-          ¿Me vas a dar tu leche como el otro día hijo? – me afanaba en comerle los huevos.

-          Claro que si papaíto, te vas a beber hasta la última gota. – me decía evitando gemir fuerte.

Se la comía rápido, estaba asustado por si nos pillaban, pero a la vez ansiaba volver a tener esa polla en mi boca. Pero mi hijo tenía otras intenciones, mientras yo seguía mamando su rabo, él se agachó bajándome el bóxer.

-          A ver ese culo, que el otro día me quedé con ganas de verlo y tocarlo. – decía mientras me bajaba los calzoncillos por debajo de las nalgas. -  Qué barbaridad papá, lo tienes super velludo.

-          Como todo en mi jajaja. – le contesté tomando aire y volviendo a engullir su tranca.

-          Velludito y nalgón, ¡vaya carnes! – mientras me lo agarraba con fuerza y meneaba.

-          ¿Te gusta hijo? – le preguntaba.

-          Si papi, me encanta. – seguía magreándomelo. – Pero tengo que confesarte algo.

-          Dime, ¿Qué pasa? – mirándolo fijamente con su polla en las manos pajeándolo.

-          Verás…nunca me he comido un culo…me encantaría que me enseñaras y probar con el tuyo. – decía abriéndome las nalgas y pasando sus dedos por la raja.

-          Yo te enseño. – me incorporé y nos metimos en el baño.

Me acabé de desvestir, quedándome completamente desnudo por primera vez delante de mi hijo, él miraba sin perder detalle, rápidamente fue a pellizcarme los pezones, le gustaba mi pecho poblado y ahora había descubierto que mi culo también. Sentí su polla entrelazarse con la mía, de menor tamaño claro, me acariciaba y besaba los pectorales. Me abrazó apretándome del culo con sus manos, tenía ganas de probarlo y no se lo iba a negar.

-          Mira hijo, lo primero que tienes que hacer es saber dónde jugar con tu lengua, eso me ayudará a que dilate mi ano para tu enorme pollón. – le decía mientras me echaba en el lavabo poniéndome con el culo en pompa abriendo mis piernas.

-          ¡Joder que culazo papá! – decía soltándome un cachetazo. – Lo tienes bien grande y respingón.

-          Jeje gracias. – lo miraba por el espejo viendo como flipaba con mi culazo. – Ahora agáchate y ábreme las nalgas.

El chico se agachó en cuclillas, me abrió las cachas y hundió su cara en ellas empezando a lamer toda la raja de arriba abajo sin dejar de magrearme el culo.

-          Despacio hijo, ¡que no se acaba! – le decía empezando a gemir como una zorrita sintiendo su lengua.

Seguía lamiéndome por todos lados, me lo abría bien y me escupía recogiéndolo con su lengua y jugando en mi ojal.

-          Joder nene, menos mal que no sabías. – el chico me lo estaba comiendo de lo lindo, me había puesto muy cachondo.

-          Jaja he visto algunos videos en internet y tenía muchas ganas. – hundiendo más su cara entre mis nalgas casi follándome el ano con su lengua.

Debió de notarme el espasmo que di al sentir su lengua húmeda y cálida abriéndose paso por mi recto, rápidamente me echó mano a la polla pajeándome a la vez que seguía comiéndome el culo.

-          Pufff Raúl como sigas así vas a acabar conmigo! – le decía gimiendo de placer.

-          ¿No quieres que te folle con mi nabo papi? – siguiendo masturbándome.

-          Lo estoy deseandoo. – no paraba de jadear.

-          Aun lo tienes muy estrechito, hay que trabajarlo más. – decía pasándome los dedos.

-          Prueba con tus dedos, métemelos. – me abrí yo las nalgas para que me viera mejor.

No hizo falta insistirle, se chupó un par de dedos y me los encajó dentro sin soltar mi polla. Los movía rápido, dilatándome para su rabo, no perdía ojo de su cara de vicio viendo como sus dedos se perdían en mi culo.

-          Ohh joder Raúl, ¡necesito tu polla en mi culo yaa! – le decía gimiendo como una perra.

-          Lo tienes muy cerradito aún papi, te voy a hacer daño. – me decía manteniendo sus dedos dentro.

En ese momento me acordé de mi dilatador anal, lo tenía guardado en una caja en la estantería del baño. Lo cogí y se lo di a mi hijo.

-          Toma, con esto te será más fácil abrirme. – lo chupé lubricándolo y se lo di.

-          ¿Vaya, qué callito te tenías esto no? – abriéndome las nalgas de nuevo.

Lo pasó por mi raja para que se impregnar bien de los fluidos y me lo metió en mi culo moviéndolo poco a poco, recreándose en mi ojal, viendo como dilataba.

-          ¡Vaya culo tragón tienes! – me decía volviendo a coger mi polla y pajeándome.

-          Hijo como sigas así no voy a aguantar mucho. – agarrándome al mueble del lavabo sintiendo como incrementaba sus movimientos.

Mi hijo me estaba haciendo disfrutar de maravilla, pero no nos habíamos percatado del tiempo que había pasado. Aun así, yo seguía gimiendo de placer por los juegos de Raúl.

-          Ohhh joder joder, me corro!! – murmuré sin querer gritar empezando a eyacular sobre el lavabo.

Justo en ese momento se escuchó como abrían la puerta de la casa y saludaban, eran mi mujer y mi otro hijo. Raúl y yo seguíamos en el baño, desnudos y con las pollas duras. Hicimos como el que alguno se estaba duchando, limpié la corrida como pude con mi ropa mientras le decía a Raúl que saliera y yo me quedaba duchándome.

-          Joder papi, no me dejes así, no puedo salir con este cipote. – decía agarrándose el rabo tieso.

Raúl rápidamente echó el pestillo del baño por si alguno le daba por entrar, y volvió hacia mi haciendo que me metiera en la ducha y me agachara, no sé cómo lo hizo, pero mientras él hablaba con su madre excusándose ya me había metido la polla en la boca.

-          Me has dejado muy cerdo y con ganas de petarte el culo. – me susurraba follándome la boca sin piedad.

Ni siquiera podía contestarle con su rabo entrando y saliendo de mi boca, solo se la mamaba ayudándome de mis manos, pajeándolo y sobando sus huevos. Así durante un rato y sin decir nada, solo viendo la expresión de su cara y el chorro de leche caliente que brotó de su tronco se corrió en mi garganta, esta vez sin que la esparciera por mi cara, fue directamente a mi interior tragando sin rechistar.

-          Me debes una follada papi. – colocándose el albornoz y dejándome en la ducha.

Nos habían dejado con todo el calentón, hubiéramos seguido jugando, y por fin le hubiera entregado mi culo a mi hijo. Esto no podía seguir así, y encima a punto de que nos hubieran pillado. Esa misma noche pensé un plan para poder dar rienda suelta a nuestros deseos y poder entregarnos el uno al otro.

A la mañana siguiente le puse un mensaje a mi hijo, le dije que había reservado una habitación en un hotel discreto de la ciudad, lo esperaba después de su entrenamiento. Que le dijese a su madre que iba a casa de un compañero para hacer un trabajo para el instituto. Le mandé la ubicación y seguí con mi trabajo esperando que llegase la hora.

Acabé pronto de trabajar, estuve todo el día nervioso, como un quinceañero que espera su primera vez. Me fui para el hotel, como era temprano me pegué una buena ducha interna y externa para estar preparado para mi hijo. Me coloqué otra vez el traje, pero cambié mi ropa interior, me puse un suspensorio que había comprado junto con el dilatador, quería causarle buena impresión.

Llegó la hora, estaba impaciente, solo hacía mirar el reloj, y cuando menos me lo esperé sonó la puerta de la habitación. Abrí.

-          Buenas, ¿aquí han pedido un jovencito cachondo? – decía mi hijo en tono de coña.

-          Tsss pasa yaaa. – tirando de él para dentro y cerrando la puerta.

Allí estaba, vestido con su ropa de futbol, sonriente, guapísimo. No pude contenerme y abalanzarme sobre él comiéndole la boca.

-          Papi, llevo todo el día muy caliente pensando en esto. – decía volviéndome a besar.

-          Y yo hijo, lo necesitábamos. – cogiéndole el paquete por encima del pantalón.

-          Qué te gusta mi rabote papá, no seas avaricioso. - Decía separándose de mí y sentándose en el filo de la cama. – Te veo muy vestido, desnúdate.

-          Si, lo que me pidas. – obediente empecé a desvestirme sin quitarle ojo, viendo cómo se sobaba la entrepierna.

Me quité la chaqueta, después la corbata, desabroché los botones de mi camisa, tirándolo todo al suelo, me saqué los zapatos, y por último me di la vuelta bajándome los pantalones para que viera el culazo que me hacía el suspensorio.

-          ¡Buapppp vaya sorpresa papá! ¡Menudo culazo te hace eso! – estirando su mano y dándome un cachetazo.

-          ¿Te gusta hijo? – decía yo recolocándomelo, haciendo que mi culo se zarandease.

-          Joder y tanto, mira cómo me has puesto. – mientras se marcaba todo el pollón en el pantaloncito.

-          Quiero esa polla yaa. – acercándome a él.

-          ¡Quieto! Vas a rogar por ella papi, arrodíllate y quítame la ropa. – decía en tono autoritario.

-          Si hijo. – me arrodillé quitándole las zapatillas mientras él permanecía echado sobre sus brazos en la cama mirando atentamente.

Era increíble lo mucho que me ponía que mi hijo me dominara, seguí desvistiéndolo, le quité las calcetas aprovechando para besar sus pies y acariciar sus piernas.

-          Muy bien, gánate mi polla papá. – decía mirándome y acariciándome el pelo mientras yo subía por sus piernas besándolo y lamiéndolo hasta llegar a sus muslos.

Fui a buscar su boca, le besé, le metía la lengua hasta la campanilla, le chupaba el cuello levantándole la camiseta y quitándosela. Me encantaba su cuerpo fibrado y suave. Le acariciaba el torso, lamiéndole las tetillas, besando sus abdominales. El chico se retorcía de placer viendo como disfrutaba de su cuerpo. Le agarré el elástico del pantalón y se lo quité. Ante mi apareció su bulto más que empalmado, su aroma a sudor y hormonas me hacía enloquecer. Vi una mancha en la punta de su capullo y no me pude resistir, sin tocarlo acerqué mi cara oliendo y lamiendo sus gayumbos, se lo chupaba por encima de la tela empapándoselos.

-          ¿Te gusta el paquetón de tu nene ehh papi? – me decía apretándome contra su entrepierna. – Dime lo que quieres, pídeme que te de polla.

-          Por favor Raúl dame de mamar, fóllame la boca. – le decía acariciándole las piernas, restregando mi cara con su cipote.

-          Venga anda sácame la polla papi. – decía sonriéndome y disfrutando.

Le quité los bóxer en un abrir y cerrar de ojos dejando su pollote libre. Me quedé embobado mirándolo.

-          Venga no seas tímido ahora, trágatelo. – me decía cogiéndome de la cabeza y llevándome hasta su polla.

Obedeciendo saqué mi lengua y empecé a chuparle desde los huevos hasta su punta, bien ensalivada para mi boca, me encantaba sentir sus venas hinchadas al paso de mi lengua. Y ese capullo rosado impregnado de precum tan sabroso. Él seguía recostado en el filo de la cama y yo de rodillas, su polla era entera para mí, mi cabeza subía y bajaba en su entrepierna.

-          Joder papá es que la comes demasiado bien. -entre jadeos y gemidos.

Al oír sus palabras me acordé que le ponía muchísimo encajármela en la garganta. Tragué saliva e intentando abrir la garganta me la metí todo lo que pude.

-          Aaaarrgggggggg joder papáaaa!!! Qué puta tragona. – gimiendo, mirándome con vicio, aguantándome la cabeza contra él.

Mi nariz hundida en su vello recortado y mis labios rozando sus huevos, apenas podía respirar, intentaba aguantar lo máximo posible. Me la sacaba, le escupía lubricándola bien y me la volvía a encajar. Tanto le gustaba a Raúl que se puso de pie para encajarme mejor su mástil. Lo miraba de reojo con mis lagrimas saltadas viendo su cara de salido y dominante.

-          Que buen come pollas eres papá, que orgulloso estoy de habernos descubierto. – me decía dándome un respiro poniéndome los huevos en la cara. – Súbete a la cama y ponte a cuatro patas.

Me incorporé limpiándome las babas que me caían de la boca, me coloqué a cuatro sobre la cama mientras Raúl se ponía detrás de mí de rodillas. Me acariciaba el culo aun con el suspensorio puesto, me lo magreaba, abrió mis nalgas y me escupió un par de veces, jugó con sus dedos antes de metérmelos, los movía rápido dentro de mí. Él seguía agachado sobre mi culo, no paraba de sobármelo y abrírmelo. Noté su lengua húmeda, la movía en mi entrada empapándome bien con su saliva. Vaya comida de ojal me estaba haciendo el chaval, yo jadeaba cada vez más.

-          Buapp papi, me encanta tu coño peludo. -decía mi hijo relamiéndose y volviendo a hundir su cara entre mis nalgas.

Apenas podía ver su cara en mi culazo nalgón, solo lo sentía revolverse empapándolo para su rabo.

-          Necesito que me folles ya hijo, quiero tu pollón dentro de mí. – le decía empujando su cara contra mi culo.

Se incorporó en cuclillas sobre la cama y frente a mi culo, me metió un par de dedos en mi boca y después los metió en mi culo removiéndolos viendo que estaba dilatado. Acercó su polla dura a mis nalgas y empezó a restregarla por la raja, yo me contoneaba cual zorrita sintiéndola.

-          ¡Te voy a reventar este culazo! – apuntando su polla en mi agujero y agarrándome de las caderas.

-          Sii hijo, fóllame, por favor, ¡fóllame! – le suplicaba con cara de pena.

-          ¿Estás seguro papá? Te va a doler. – empujando su polla en mi ano.

Me agarró de la cintura con una mano y con la otra fue empujando su capullo en mi culo, gracias a lo bien lubricado que estaba su glande se fue abriendo paso poco a poco, sentía el calor de su polla abrirse camino.

-          ¡Vamos Raúl! Encájamela entera. – le animaba mordiéndome el puño aguantando el dolor como podía.

-          Vaya zorra estás hecha papi. – me decía soltando su polla y agarrándome bien de la cintura dándome un empujón clavándome la mitad de su rabo.

-          Aaarrrggggg joderrrr, me vas a partir en dos, cabrón. – gritaba notando su rabo abrirse paso por mi culo.

-          Aguanta, ya casi está dentro. – decía agarrándose fuerte a mis caderas y siguiendo empujando. – Eso es papi! ¡Te voy a reventar este culo gordo que tienes!

El chico seguía empujando su enorme polla dentro de mi culo, yo tan solo podía aguantar y dejar que mi agujero se hiciera al grosor de su rabo. Era la primera vez que sentía verdadero dolor con semejante herramienta, y eso que estaba super cachondo, pero aun así me estaba reventando literalmente. Una vez hubo conseguido encajármela toda dentro, soltó un par de lapos en mi culo que le sirvieron para empezar a mover su polla dentro de mí, la sacaba despacio y me la metía de golpe.

-          Mummm si sii, cabálgame hijo, si sii fóllame duro. – le decía entrecortado aguantando gemir y gritar sintiendo a mi hijo que cada vez cogía más impulso para penetrarme el culo.

-          Tomaa toma, toma polla puta! – gritaba brincando sobre mi culo, tirándome del suspensorio.

Su cipote entraba y salía, me lo clavaba en lo más profundo de mi culo, su cuerpo fibrado rebotaba sobre mis nalgas peludas. Los ruidos se debían de escuchar por toda la planta del hotel. Yo intentaba aguantar sus embestidas, era todo un semental que no me daba tregua. Con tanta fuerza me estaba follando que acabé desplomándome sobre el colchón, levantando mi culo para que no dejara de follarme.

-          ¿Qué pasa papi ya no puedes más? – decía echando todo su cuerpo sobre mi espalda sin dejar de penetrarme. - ¿No es lo que siempre has querido? Que tu hijito te folle este culo tragón que tienes.

-          ¡¡Joder siii!! No pares, fóllame con todas tus ganas. – sintiendo su joven cuerpo sobre mí.

-          Calla si no quieres que nos oiga todo el mundo y descubran que somos padre e hijo. - Me decía empujando mi cara contra la almohada sin dejar de follarme.

Siguió follándome sin piedad un buen rato, su cuerpo rebotaba literalmente sobre mí, sentía su polla atravesarme y sus huevos chocando en mis nalgas. Me tenía totalmente sometido y el chico no se cansaba, menuda follada me estaba pegando.

-          ¡Vaya semental estas hecho Raúl! – decía entre gemidos.

-          Papi es que tu culo succiona mi polla y no veas que gusto. – parando de darme embestidas dejándome dentro solo su capullo. – Mira como te entra. – separándome las nalgas viendo como su polla se deslizaba dentro de mí despacio.

-          Uuuff es que menudo cipote tienes hijo. – decía yo agarrándome a las sábanas al sentir su polla otra vez en mi culo. - ¿Quieres que cambiemos de postura hijo?

-          Vale, ¿Cómo prefieres? – sacando su polla de mi culo y poniéndose de pie en el suelo.

-          ¿Qué te parece si ahora te tumbas tú y yo me pongo encima? No quiero que te canses. – le dije mirando su polla firme y dura.

-          ¿Cansarme? Jajaja anda ven aquí. – se acercó al filo de la cama de pie y me cogió de la nuca llevándome a su polla. – Aquí queda polla para rato papi. – me decía el nene dándome pollazos en la cara.

Le pegué un par de lamidas a su rabo y me hizo que me pusiera bocarriba, él se quedó de pie en el borde de la cama colocándose entre mis piernas. Se echó sobre mí besándome a la vez que agarraba mis piernas y se las colocaba en sus hombros dejando mi culo a su disposición. Me encajó la polla en mis entrañas y volvió a follarme con el mismo ritmo que lo estaba haciendo antes. Aproveché y le sobé el cuerpo, estaba sudado, su vientre perfecto estaba duro en cada movimiento, me llevé una de mis manos a mis pezones y la otra a mi polla pajeándome rápidamente.

-          Aún no papá. - me dijo Raúl apartando mi mano de mi polla y dándome más caña.

-          Arrrgg me tienes a mil hijo, no puedo más, me tienes hecha una perra. – le decía agarrándome a sus muslos detrás de mi culo.

Mi hijo seguía trabajándome el culo, su polla me follaba como si lo hubiera hecho mil veces, seguía sujetándome de las piernas sin dejar de embestirme viendo su cara de vicio y ganas, apenas gemía solo jadeaba fuerte y miraba como su rabo me reventaba. No se cómo, pero en una de sus embestidas su pollón gordo hizo que mi culo se contrajera dándome un placer increíble haciendo que me corriese sin necesidad de tocarme, empecé a eyacular sobre mi vientre.

-          Mummm mmmmm lo siento hijo, no lo he podido evitar. – decía aun notando mi polla gotear.

-          ¿Tanto te gusta? – sin dejar de follarme.

-          Eres increíble Raúl. – buscando su cara para besarlo. – Mi culo te pertenece hijo.

-          Buuuff papiii – cogiéndome por los tobillos y dándome fuertes embestidas.

Raúl seguía follándome, me tenía abierto de piernas sin darse tregua. Me estaba desmontando literalmente, como ese joven cuerpo me estaba destrozando de esa manera.

-          Mmmmm papiii me voy a correr! – dijo abalanzándose sobre mi pringando su torso con mi corrida.

-          Préñame hijo, llénale el culo a t padre de lefa calentita. – le decía agarrando su culo para que empujara dentro de mí.

-          Aaarrrrggggggg me corroooo!! Uufffff siii siiii. – notaba como su polla se tensionaba dentro de mi culo y soltaba chorros de leche.

-          Siii siii dáselo todo a papi. – sintiendo su cuerpo convulsionando encima de mí.

-          Joderrrr qué gustazo madre míaaaa! – sacándome la polla de mi ano totalmente empapada, dejando que un chorro de lefa saliera de mi culo cayendo por mi raja.

Se tumbó en la cama aún con la polla tiesa y babeando leche. Yo hice lo mismo colocándome a su lado acariciando su torso empapado en sudor y mi corrida. Busqué su cara para besarlo tiernamente, ambos exhaustos, sonrientes.

-          Por fin papi, por fin te he follado. – me decía acariciándome.

-          Si hijo, la mejor follada que me han dado jamás. – viendo como su polla se desinflaba.

Estuvimos un rato más tumbados, hablando de lo increíble que había sido y de lo mucho que habíamos disfrutado. Los dos seguíamos empapados en sudor y fluidos.

-          ¿Qué tal si nos damos una ducha? – le dije incorporándome de pie.

-          Vale, pero tú me enjabonas, como cuando era más pequeño. – dando un brinco de la cama.

-          Jaja valee pero ahora lo disfrutaré! – echándole el brazo por detrás y empujándolo del culo para la dcha.

Abrí el agua caliente, sin quitar ojo a mi hijo, me encantaba su cuerpo, marcadito, piel tersa y apenas algo de vello medio recortado. Y ese pene que aun flácido se veía apetitoso. Nos metimos los dos bajo el agua, abrazándonos y besándonos. Nos sobeteábamos los dos. Cogí el gel echándomelo en las manos y empecé a frotar todo su cuerpo mientras él miraba inocente. Le pasaba las manos por todas partes, recreándome, por la espalda, por su pecho, por sus nalgas prietas y por debajo de sus huevos.

-          ¡Joder hijo! ¿ya estamos así otra vez? – sorprendido por ver su polla otra vez tiesa.

-          ¿Con tanto sobeteo qué esperabas papi? – tirando de ella y soltándola como si fuera un muelle.

No tuve más remedio que agacharme y chupársela de nuevo, esa polla ya estaba más que hecha a mi boca, la succionaba con ganas, no podía creer que volviese a estar así de dura otra vez.

-          ¡Trae aquí ese culo gordo! – me decía dándome la vuelta y empujándome contra los azulejos.

-          Me encanta que seas tan insaciable hijo. – mientras me abría las piernas encorvando un poco mi cintura para que mi culo estuviera a su altura.

Sin titubeos me la metió hasta el fondo, se deslizó como pez en el agua, aún conservaba su corrida de antes que le sirvió de lubricante. Se agarró a mi cintura y casi de puntillas empezó a follarme otra vez, muy rápido. A mi me temblaban las piernas de tantas embestidas, me estaba empotrando contra la pared, mi cara pegada a los azulejos.

-          Mummmm me encanta este culazo papi! No me cansaré de follarlo. – dándome guantazos en mis nalgas mientras rebotaban en su pelvis.

-          Este culo te pertenece. – le decía sujetándome para no escurrirme.

No paraba de darme embestidas, tuve que agacharme y apoyarme en el suelo quedando encorvado para que siguiera follándome. Al rato, unas fuertes sacudidas avisaron que se estaba corriendo nuevamente en mi interior. Sacó su pollote y me pude incorporar, abrazándome a él y besándolo mientras el agua no dejaba de caer y nuestros cuerpos se rozaban.

-          Nos lo vamos a pasar muy bien papá a partir de ahora. – me decía sonriéndome y agarrando mis cachetes.

-          Desde luego Raúl, seremos amantes. – lo besaba acariciándole la espalda.

Ese día aprovechamos bien el hotel, lo hicimos una vez más sobre la alfombra de la habitación. Estaba claro que nuestra relación había cambiado, mi hijo me tenía totalmente enganchado a él, y él a mí.


Como siempre se agracede los comentarios que me dejais.

Todo aquel que quiera puede escribirme contándome sugerencias, mejoras o posibles ideas para futuros relatos. Aquí os dejo mi email

nenexx023@gmail.com