¿Quién soy? (4)
A las dos semanas vivía en mi casa...
A las dos semanas vivía en mi casa, conducía mi coche y le estaba haciendo un estudio a la empresa que aquella mañana acabé, después hablé con Roberto para reunirnos.
YO: Me he mirado bien los datos de la empresa y creo que podemos afinarla más para tener más beneficios.
ROBERTO: ¿Nos tomamos un café y lo hablamos?
Llamó a su secretaría para que nos los trajera y tranquilamente le empecé a contar mi plan.
YO: La contabilidad es correcta pero creo que haciendo algunos retoques podemos ahorrar un dinero, para luego invertirlo en algunas zonas que no tenemos suficientes comerciales, o tienen demasiados kilómetros para atender, de esta manera creo que podríamos facturar más que es lo que nos conviene.
ROBERTO: Me parece bien, déjame el estudio para mirármelo y lo ponemos en marcha lo antes posible, ¿algo más?
YO: Me gustaría darle trabajo a una amiga.
ROBERTO (riendo): Vaya, ¿y es muy amiga tuya?
YO: No hay nada de lo que piensas, ella me ayudó en momentos difíciles y quiero devolverle el favor.
ROBERTO: Pues habla con recursos humanos y contrátala.
Perfecto, hice un par de gestiones más y a los dos días salí en dirección a mi antiguo barrio a buscar a Marlén, seguía dando sus paseítos cortos arriba y abajo en la acera, me acerqué con el coche y paré delante de ella abriendo la ventanilla del pasajero, ella me miró y metió la cabeza por la ventanilla.
MARLEN: Coño Mario tú por aquí, ¿has venido a buscar mis servicios cariño?
YO: Ven sube, quiero hablar contigo.
Subió al coche.
MARLEN: Guapo, por hablar no cobro nada, pero me haces perder el tiempo y puedo dejar de hacer algún servicio.
YO: Venga Marlén, ¿Cuánto hace que no tienes un puto cliente?
Se puso a reír, que fortaleza tenía aquella mujer que estando viviendo en la mierda siempre tenía una sonrisa para la gente.
YO: ¿Llevas la documentación encima?
MARLEN: Joder tío, ¿no me dirás que te has hecho poli?
YO: Me he hecho Papa Noel, ¿quieres salir de esta mierda y tener un trabajo normal con una vida normal en un barrio normal donde poder ser feliz?
MARLEN: No me jodas que has venido a tomarme el pelo cabrón.
YO: Tendrás que refinarte un poco hablando pero saldrás adelante, ¿qué me dices?
Me miró sería intentando adivinar si lo que le decía lo hacía en serio o no.
YO: Vale, interpreto que es un sí.
Arranqué el coche y salimos del barrio.
MARLEN: Si lo que querías era follarme fuera del barrio lo podíamos haber hablado.
YO: Que hables más fina hostias.
MARLEN: Vale, si el señor quería fornicar conmigo…
YO: Anda cállate, vamos a comprarte ropa nueva.
La llevé a un centro comercial y nos metimos en una gran tienda, le escogí varias prendas, pantalones, faldas, camisas, blusas, camisetas, un par de chaquetas por si hacía frio, ropa para estar por casa, para dormir, tres pares de zapatos diferentes, dos paquetes de bragas nuevas y todo lo necesario para la higiene personal, salimos de allí y ella estaba en silencio y nerviosa, en el coche de nuevo.
MARLEN: Que es todo esto Mario, me estoy poniendo muy nerviosa.
YO: Esto es lo que te mereces por buena persona, una mejor vida.
Le fueron cayendo unas lágrimas que se secaba en silencio, llegamos delante de un bloque de apartamentos, paré el coche y cogimos todos los paquetes, abrí la puerta de la calle y cogimos un ascensor, Marlén estaba temblando sin poder hablar, abrí la puerta del apartamento.
YO: Muy bien, pasa a ver tú casa.
Entró despacio mirándoselo todo, se lo enseñé y al final le abrí la nevera y algunos armarios de la cocina.
YO: Te he hecho la compra, ven vamos a sentarnos que te explico.
MARLEN: Pero Mario esto es demasiado, estoy muy nerviosa porque no entiendo lo que pasa.
Le cogí una mano.
YO: Escúchame Marlén, ya te lo dije antes, puedo ayudarte y quiero hacerlo, si alguien de aquel puto barrio se merece algo mejor eres tú, ahora tranquila y dime una cosa, ¿Cuál es tú verdadero nombre, el que pone en tú DNI?
Me miró sonriendo.
MARLÉN: María, mi nombre es María, hacía tanto tiempo que no lo decía que me suena raro hasta a mí.
YO: Muy bien María, a partir de ahora se acabó Marlén, ya no existe, ha muerto y a nacido otra persona que se llama María, lo entiendes, cuando me marche te duchas, no te pintes, vístete con la ropa nueva y si quieres das una vuelta por tú nuevo barrio para conocerlo, aquí cerca tienes un mercado y tiendas para todo lo que te haga falta, mañana por la mañana te vendré a buscar y te enseñaré donde está la empresa donde vas a trabajar, no está lejos puedes ir caminando sin problemas, te haremos un contrato y te pagaremos dignamente para que puedas vivir, mañana antes de salir a la calle te vuelves a duchar, y repito, nada de maquillaje y bien peinada, ahora eres una chica fina.
Me escuchaba muy atenta confirmándomelo todo con la cabeza, me levanté, le di las llaves de su casa y le dejé encima de la mesa un sobre.
YO: Aquí tienes un dinerillo para ir tirando hasta que cobres tú primer sueldo, tienes pagado el alquiler tres meses, por favor María, no alcohol, no drogas y no más puta, sí cuidarte, sí ponerte guapa y sí echarte un buen novio que te haga feliz, de acuerdo.
Se levantó y me abrazó llorando agradeciéndomelo.
La dejé en su casa y salí de allí muy feliz de saber que había hecho lo correcto ayudando a una buena persona.
La pasé a buscar la mañana siguiente y la acompañé al departamento de recursos humanos para que le hicieran un contrato, le enseñé lo que sería su puesto de trabajo y le dimos el día libre para que se hiciera a la idea.
Yo había empezado a correr por las mañanas, bueno correr, el primer día aguanté cinco minutos seguidos y casi me muero, después caminé a buen ritmo veinticinco minutos más, en dos semanas corría los treinta pero a ritmo cochinero, cada mañana cuando pasaba por un parque que había cerca de casa me pasaba muy rápida una chica escuchando música con unos cascos a la que me quedaba mirándole el culo bonito que tenía, un día intenté seguir su ritmo y a los veinte metros se giró parándose quitándose los cascos mirándome, me paré delante de ella, me estaba mirando con unos ojos verdes preciosos.
CHICA: Perdona, ¿me estás siguiendo mirándome el culo pedazo de pervertido?
Me dio un ataque de risa.
YO: No, no, te pido disculpas si es lo que te ha parecido, pero la idea era aumentar mi ritmo porque siempre voy muy lento.
Me miró de arriba abajo desconfiando, yo estaba agachado con las manos en las rodillas respirando fuerte, abrí los brazos.
YO: Pero no ves que físico tengo que estoy a punto de morirme aquí mismo.
Se descojonó de risa, me sonrió poniéndose los cascos se giró y siguió corriendo.
Al día siguiente pasando por el mismo sitio llegó ella por detrás poniéndose a mi altura.
CHICA (riendo): Como me mires el culo, me paro y te parto la cara.
Me avanzó y yo le seguí el ritmo a su lado, me miró y apretó más fuerte, acelerando yo también para no quedarme atrás, fuimos corriendo cada vez más rápidos hasta acabar en un esprín parando en la puerta de salida del parque, yo estaba que me moría tirándome panza arriba en la hierba y ella me miraba muriéndose de risa.
YO (casi sin poder hablar): ¿Lo ves?, me sirves de liebre para superar mis records.
Yo jadeaba y ella se reía.
ELLA: Ha estado bien la carrerita, ¿mañana estarás por aquí?
Me levanté y le ofrecí mi mano.
YO: Hola, me llamo Mario.
ELLA: Yo Berta encantada.
YO: Mañana haré que seas tú la que me mires el culo.
BERTA: Ja, eso ya lo veremos, adiós.
Se fue corriendo, me quedé mirándole el culo que lo tenía bonito de verdad y me levantó de espaldas el dedo de en medio de la mano, me sacó una carcajada y seguí corriendo con mi mierda de ritmo hasta llegar a casa.
Fui a trabajar y por la tarde estaba en casa de nuevo estirado en el sofá repasando unos informes escuchando música, llamaron a la puerta y era Julia con un vestido sexi y una sonrisa.
YO: Hola.
Dejé la puerta abierta, ella entró cerrándola.
JULIA: Pasaba por aquí.
YO: Que casualidad.
Dejó el bolso y me miró a los ojos, no sé qué coño tenía aquella mujer que me ponía a mil con solo verla, me fui para ella cogiéndola del pelo arrodillándola, me bajé el pantalón de deporte de un tirón y le puse la polla delante de la boca.
YO: Cómetela cabrona, cómetela hasta que me corra y te llene la boca de leche.
Me sonrió orgullosa de verme de aquella manera, me pegó un “bocao” en la polla que se la metió entera, sacándola muy despacio para volver a metérsela hasta la garganta, lo repitió cuatro o cinco veces, le sujeté la cabeza metiéndola y sacándola follándome su boca con sus manos apoyadas en mis muslos, fui haciéndolo a ritmo muy lento, ella me la succionaba cada vez que la sacaba, me estaba subiendo un calor por la espalda tensándome el cuerpo, aumenté el ritmo un poco más rápido, a ella le salía saliva por los lados de la boca mirándome muy fijamente, me vino de golpe un orgasmo corriéndome en su boca sin parar de follarla, ahora le salía saliva con semen, antes de acabar se la saqué tirándole los últimos chorritos en la cara haciéndome una paja, le dejé la boca, los labios y parte de la cara blanca de leche, se tragó la que tenía dentro de la boca y cogió un pañuelo de papel de dentro de su bolso para limpiarse la cara, yo me subí el pantalón.
YO: No ha estado mal.
Me giré y me iba a sentar al sofá.
JULIA: ¿Ya está, y yo?
Me giré y me miraba con una carita de pena pensando que la iba a dejar colgada sin tocarla, me senté en el sofá y pegué una palmada encima del cojín a mi lado.
YO: Ven aquí tontita.
Salió corriendo sentándose a mi lado, me arrodillé en la alfombra delante de ella, le metí las manos por debajo de la falda y le estiré de las bragas bajándoselas por las piernas y sacándoselas por los pies, la cogí por debajo de las rodillas levantándole las piernas y metí la lengua directamente en medio del coño chupándoselo haciéndole levantar el culo del asiento, se lo lamí desde el culo hasta el clítoris varias veces oyéndola gemir con fuerza, cogiéndome la cabeza por el pelo parándome en el clítoris empezando a pasar la lengua despacio, con suavidad para acabar muy rápido viendo como se corría saliéndole el flujo blanco por el agujero del coño, que caía sobre la alfombra gritando como una animal.
Se recuperaba de la respiración acariciándome el pelo.
JULIA: Como me gusta que me hagas estas cosas.
Me levanté par ir al cuarto de baño a limpiarme la boca y la polla.
YO: No sé si duraremos mucho en este plan.
Julia me siguió sentándose en el bidé lavándose el chocho.
JULIA: ¿Qué has querido decir con eso?
YO: Que algún día es posible que empiece a salir con alguna chica y no creo que podamos seguir haciéndolo.
JULIA: ¿Tienes algo por ahí que yo no sepa, o te sigues viendo con tu enfermera?
YO: De momento no, pero puede pasar ¿no?
JULIA: También podemos seguir viéndonos ¿no?
YO: Julia si me enamoró no querré estar jugando a dos bandas.
JULIA: Bueno, ya lo veremos cuando pase, si es que pasa.
Se levantó secándose el chumino con una toalla, después se lavó la cara y salió del cuarto de baño.
JULIA: ¿Quieres un pelotazo?, me voy a preparar uno que me has puesto nerviosa coño.
YO: Vale, de lo que tú quieras.
Estuvimos conversando sobre el tema tomándonos las copas.
JULIA: Pues no entiendo porque no podemos seguir viéndonos aunque tengamos parejas, ya lo hacíamos antes.
YO: No me acuerdo de lo que pensaba antes, pero sé lo que pienso ahora y no me parece bien, como no me parece bien que engañes a Roberto.
JULIA: A Roberto déjalo tranquilo que me ocupo yo.
YO: Te ocupas tú hasta el día que se entere, entonces la vamos a liar.
JULIA: No se va a enterar.
Las copas se iban acabando y con el alcohol se nos soltaba más la lengua.
YO: Como puedes hablar de esa manera tan absoluta, “No se va enterar” y listo porque lo digo yo, que coño tienes nena.
JULIA: Tengo el coño que te está dando gusto casi cada día, ¿algo que decir?
YO: Que al que le tendrías que dar gusto es a tú marido y no a mi joder.
Se levantó cabreada cogiendo el bolso mirándome desde la entrada.
JULIA: Pues me voy con él, ya veremos cuando nos volvemos a ver, puede que nunca.
Cerró la puerta de un portazo y se largó echando chispas, me cogió la risa y me estiré en el sofá subiendo los pies.
Al día siguiente al llegar al parque me estaba esperando Berta dando saltitos sobre el terreno.
BERTA: ¿Qué, una carrerita?
YO: El que pierde paga la cena.
BERTA: Eh campeón, te veo muy “lanzao” hoy, de cenar nada, que yo no lo hago con cualquiera.
YO: Vale, si ganas tú escoges lo que quieras, si gano yo sales a cenar conmigo.
BERTA: Vale, prepárate, tres, dos, ya.
Y salió a toda hostia la cabrona, teniendo que hacer un sobre esfuerzo para ponerme justo detrás de ella.
BERTA: Y no me mires el culo cerdo.
Que cabrona que me hablaba y yo iba que no me entraba el aire en los pulmones, quedaban unos veinte metros, aproveché una de las veces que tiraba para atrás la mano para coger impulso cogérsela y estirársela parándola, pasando yo delante llegando primero, levanté las manos mientras ella llegaba enfadada.
BERTA: Eres un tramposo de mierda tío.
YO: No hemos dicho nada antes de empezar, tú también has hecho trampas en la salida y no me he quejado.
BERTA: Así no vale.
YO: Y tanto que vale, me debes una cena, que invito yo eh.
BERTA: Eso te lo has creído tú, una mierda voy a cenar contigo.
YO: Encima de no saber perder con dignidad no tienes palabra, creo que tampoco me interesa cenar con alguien como tú.
BERTA: Que dices tío, quien no quiere cenar contigo soy yo “atontao”.
YO: Claro por qué eres una cobarde que no tienes palabra.
BERTA: ¿Qué yo no tengo palabra? Gilipollas, venga donde quedamos.
YO: Esta noche a las nueve aquí mismo en la puerta del parque, a ver si tienes cojones…
BERTA: A mí los cojones me sobran, tengo más que tú tío.
Se fue corriendo cabreada como una mona, yo me quedé sonriendo, era la segunda mujer seguida que estaba conmigo y se iba enfadada, últimamente lo estaba bordando, por lo menos con ella había quedado para cenar aunque en ese momento dudaba bastante que se presentara.
A las nueve en punto nos encontramos en la puerta del parque, se había puesto guapa con una camisa y una mini falda, se le notaba que había estado tiempo arreglándose.
YO: Pensaba que no vendrías, que eras una de esas con mucha boca y nada más.
BERTA: Ya te he dicho que tengo palabra, y aquí estoy.
YO: Aquí estás y muy guapa por cierto, tienes muy buen gusto vistiéndote.
Me miró de arriba abajo.
BERTA: Lástima que de ti no pueda decir lo mismo.
YO: Gracias, eres muy amable, ¿tiene algo de malo un tejano y una camisa?
BERTA: Nada en absoluto, todo depende de la percha.
YO: Vale, vale, ¿vamos al coche y nos vamos?
Lo tenía justo delante, le abrí la puerta para que entrase y la cerré, al entrar yo le di una rosa que le había comprado.
BERTA: No me jodas que eres de esos tíos cutres que todavía regaláis flores a las chicas.
La olió y la tiró por encima del hombro al asiento de atrás, arranqué el coche bajando la calle.
BERTA: ¿Y dónde vamos a cenar?
YO: Como pago yo elijo el restaurante.
BERTA: ¿Encima machista que no me dejarás ni opinar?
YO (flojito): Cojones con la toca huevos de la niña.
BERTA: ¿Qué has dicho?
YO: Nada mujer, que me digas donde vamos a cenar.
BERTA: Ya está bien donde tengas pensado tú.
YO: ¿Pero no me has dicho que querías escogerlo tú, coño?
BERTA: Eh, eh, conmigo no te pongas violento machito.
YO: ¿Dónde vives?
BERTA: No creo que te interese mucho.
Paré el coche y la miré fijamente.
YO: ¿Me quieres decir dónde vives por favor?
BERTA: Al lado del parque, en el edificio alto de color blanco.
Di media vuelta con el coche y me dirigía a su casa, ella se calló apretando la boca poniéndose dos dedos encima de los labios, llegamos a la puerta del edificio, salí del coche rodeándolo abriéndole su puerta.
YO: Muchas gracias por esta noche tan agradable.
Salió despacio entre sorprendida y avergonzada, nos quedamos mirando uno delante del otro.
YO: Ya nos veremos.
Subí al coche y la dejé allí en medio de la cera mirando cómo me iba.
La mañana siguiente salí a correr mi trayecto habitual, al llegar al parque vi que estaba ella parada en la puerta, pasé por su lado sin pararme.
YO: Buenos días.
BERTA: Buenos días.
Como no paré se puso a correr a mi lado.
BERTA: ¿Estás enfadado conmigo?
YO: No te conozco de nada, no puedo enfadarme contigo.
Apreté el paso para adelantarme, ella cambió el ritmo para volver a ponerse a mi lado.
BERTA: ¿Quieres quedar esta noche para cenar?
YO: Gracias, no me interesa.
BERTA: Va hombre.
YO: Con hacer el ridículo un día ya tengo bastante.
Se paró dejando que yo me alejara, yo seguía corriendo y escuché…
BERTA (gritando): Perdóname.
Giré la cabeza gritando.
YO: ¿Qué?
BERTA (a grito “pelao”): ¿Qué me perdones por favor?
Di media vuelta hasta donde estaba ella parada y me puse delante esperando que me dijera algo, me miró a los ojos y bajó la cabeza seria.
YO: Si no tienes nada que decir sigo con lo mío.
BERTA: Por favor Mario, estoy haciendo un esfuerzo.
YO: ¿Un esfuerzo para qué?, para no ser una pija malcriada, para no comportarte como una idiota que todo le parece mal o para no ser una grosera como lo fuiste anoche.
Me miró sorprendida.
BERTA: Ala tío te has quedado a gusto.
YO: Es la verdad ¿no?
BERTA: ¿Lo intentamos otra vez esta noche?
YO: Para que quieres salir con alguien que ni te gusta él, ni como viste, ni sus detalles, ni su conversación, es una tontería, mejor sigo corriendo que estoy perdiendo el tiempo.
Me puse a correr de nuevo, ella volvió a ponerse a mi lado.
BERTA: Vale, ¿puedo correr a tú lado por lo menos?
YO: Tú vas mucho más rápida que yo, tampoco tiene sentido.
BERTA: Por favor, déjame acompañarte.
No le dije nada pero vi que entraba donde a mi me interesaba, estuvo todo el recorrido a mi lado sin decir nada, al llegar a la entrada de la urbanización al otro lado del parque me paré.
YO: Yo ya he cumplido con mí tiempo, ahora camino cinco minutos hasta casa.
BERTA: ¿De verdad no quieres cenar conmigo esta noche?, invito yo.
YO: Hoy no, ya tuve bastante con la experiencia de ayer.
BERTA: ¿Podemos quedar mañana aquí para correr juntos?
YO: A las ocho y media en punto salgo, si estás no me importa que me acompañes.
BERTA: Vale, aquí estaré.
YO: Muy bien, pues hasta mañana si vienes.
Empecé a caminar y ella se quedó mirándome.
YO: Y no me mires el culo.
Pegó una carcajada y empezó a correr, joder, hay chicas que parece que no pueden hacer las cosas fáciles, todo tiene que ser rebuscado coño, Berta tenía que ser ella la que fuera detrás y sentirse rechazada para empeñarse en hacerlo, a veces nos complicamos la vida solos hostia.