¿Quién soy? (3)

Entonces sí que nos pusimos nerviosos...

Entonces sí que nos pusimos nerviosos, Carmen la invitó a sentarse, ella se giró y se despidió de la amiga sentándose con nosotros sin parar de mirarme, se presentó diciendo que se llamaba Julia, llamamos al camarero para pedir una copa todos que era lo mejor en ese momento.

CARMEN: Te lo explico yo porque fui su enfermera, lo encontraron en un barrio de mala muerte que le habían dado una paliza que casi lo matan, estuvo casi un mes en coma y cuando se despertó no se acordaba de nada y así sigue, hemos acabado siendo pareja y estoy muy nerviosa desde que has dicho que eres su cuñada.

JULIA: Tranquilos, yo os lo explico, Mario estaba casado con mi hermana…

YO: ¿”Estaba”, casado?

Me miró con pena y me puso su mano encima de la mía.

JULIA: Mario me sabe muy mal lo que te voy a decir, tú estabas casado con mi hermana Ana, una tarde ella se fue en coche con vuestros hijos, una niña y un niño, a ver a sus abuelos y…

Yo estaba con unos ojos como platos esperando que continuara.

JULIA: Creen que Ana perdió el control del coche y se salió de la carretera cayendo por un barranco, murieron todos.

Me llevé las manos a la boca, el sueño del puto cuatro por cuatro era verdad, y entonces me vino a la cabeza que aquella tarde discutí con ella porque quería que la acompañara con los niños a casa de sus padres y yo me negué, el sentimiento de culpa fue tan grande que desaparecí del mundo.

CARMEN: ¿Y cuanto hace de esto Julia?

JULIA: De esto hace más de dos años Carmen.

Me levanté para pasear un poco que me diera el aire, me llegó a la cabeza aquella imagen despidiéndome de mis hijos y mi mujer marchándose enfadada conmigo por no ir con ellos, Dios no me lo podía creer, me senté de nuevo con ellas.

YO: Lo siento pero necesito ir a casa, necesito tranquilidad para pensar en todo esto, es demasiada emoción.

CARMEN: Julia dame tú teléfono por favor, creo que sería bueno que él te vea y le puedas enseñar donde vivía y cosas así para que pueda ir recordando.

Apunté el teléfono de Julia y ella apuntó el mío.

YO: Muchas gracias Julia, no tardaré mucho en llamarte, necesito respuestas por fuertes que sean.

JULIA: Cuando quieras Mario.

Nos fuimos para casa sin poder creernos lo que nos había pasado de puta casualidad, aquello daba otro giro a mi vida, ahora ya sabía porque había llegado a la situación tan penosa que había llegado, por la culpa, por la puta culpa de pensar que yo había matado a mi familia, al día siguiente Carmen tenía turno de tarde en el hospital y al medio día desde el trabajo llamé a Julia.

JULIA: Hola Mario, ¿cómo estás?, ayer cuando te fuiste te vi muy afectado.

YO: Estoy bien, gracias Julia, ¿nos podríamos ver esta tarde para seguir hablando?

JULIA: Desde luego, ¿donde quieres que quedemos?

YO: En algún lugar donde pueda llegar en bus o metro por favor.

JULIA: ¿No tienes coche?

YO: No.

JULIA: Dime dónde estás y te paso a buscar.

YO: Estoy en el trabajo, salgo a las tres.

Le di la dirección para que viniera a recogerme y a la hora en punto estaba en la puerta con su coche, me subí y arrancó.

JULIA: ¿Ya has comido?

YO: No, me da igual, no pensaba comer nada hasta la cena.

Paró en un restaurante y me invitó a comer, estuvimos hablando de varias cosas.

JULIA: ¿Y cómo es que trabajas en ese sitio Mario?

YO: Coño porque es lo único que he encontrado.

JULIA: Te volveremos a contratar en la empresa.

YO: ¿Cómo, yo trabajaba para ti?

JULIA: Sí, para mí y mi marido Roberto que es el director, ¿de verdad no te acuerdas de nada?

YO: No Julia, ayer cuando me dijiste quien era me vino a la cabeza lo del accidente pero nada más, por eso quería hablar contigo y que me enseñaras donde vivía.

JULIA: Pues tú eras la mano derecha de Roberto en la empresa, funcionaba muy bien cuando estabais los dos al frente, ahora hace un tiempo que no facturamos lo mismo y creo que es porque faltas tú. Ayer le expliqué a mi marido que te había visto y alucinó, verás lo contento que se pondrá cuando le diga que volverás a trabajar con él.

YO: Bueno Julia, eso no te lo he confirmado.

JULIA: Venga hombre, ¿de verdad que no querrás volver a la fábrica?, tú sabes lo que ganabas de dinero, como lo vas a comparar con el sitio de mierda que estás ahora.

No le dije nada, acabamos de comer y volvimos al coche.

YO: ¿Y la casa donde vivía con mi familia todavía existe?

JULIA: La casa está y perfecta para habitarla, hago que la limpien y la mantengo igual que estaba con la esperanza de que algún día pudieras volver a ella.

Me volví a callar pensando, entendía lo de la contabilidad porque seguramente era en lo que trabajaba cuando desaparecí, paró el coche en una urbanización delante de una casa bastante grande, salí alucinado.

YO: ¿Aquí vivía yo?

JULIA: Y vives, es tú casa Mario, yo solo he hecho que vinieran a limpiarla cada semana para mantenerla en condiciones.

Sacó unas llaves del bolso y abrió la puerta, entre despacio, medio asustado por miedo a lo que pudiera recordar al verla, pero no, era como si la viera por primera vez, la casa era preciosa y muy grande, me enseñó la entrada, el salón comedor, la cocina enorme abierta que comunicaba con el salón, los baños de la parte de abajo y el garaje para tres coches, donde había un cochazo que me dijo que era mío, subimos por unas escaleras, me enseñó tres habitaciones, dos donde dormían mis hijos y una tercera que usaban como cuarto de juegos, al final estaba la mía, entramos a una habitación enorme con una cama muy grande con sus mesitas, unos sillones a cada lado, una entrada a un lado que era el vestidor y otra puerta para el cuarto de baño muy grande con ducha y bañera separada, lo recorrí todo en silencio, Julia dejó el bolso en uno de los sillones y me esperaba al lado de la cama.

Me acerqué a ella, cuando estaba muy cerca nos miramos a los ojos, como dos imanes que se atraen nos besamos y empezamos a quitarnos la ropa uno al otro con prisas, me desnudó y yo la dejé en bragas estirándola encima de la cama, nos besábamos, ella me pasaba la mano por la espalda y yo le acariciaba una teta, una muy buena teta tocándole unas areolas enormes que cuando se excitaron le salieron unos pezones que me volvieron loco metiéndomelo en la boca, chupándolo y succionándolo con cuidado, Julia gemía de gusto y yo me deslicé más abajo metiéndole la cabeza en medio de las piernas, oliéndole las bragas tocándole el chocho con la nariz, se las aparté dándole un lametazo y ella pegó un grito abriendo y cerrando las piernas, le quité las bragas y me tiré a comerle el chumino por todos los rincones, los gritos que pegaba eran tremendos, me cogió la cabeza y me dirigió la boca encima del clítoris que le fui chupando de menos a más, hasta que se corrió moviendo todo el cuerpo, me miró a los ojos.

JULIA: Que bien lo haces cabrón, fóllame, fóllame Mario.

Me estiré encima metiéndosela hasta el fondo, aguantándome con las manos sobre la cama con los brazos estirados, fui moviendo mis caderas adelante atrás y dando vueltas, ella levantaba las suyas cada vez más rápido y yo se la metía con más mala leche, volvía a gritar como una poseída, yo movía las caderas con toda la fuerza que podía empotrándola en la cama hasta que nos corrimos los dos chillando como si nos estuvieran matando, llenándole el coño de leche que parecía que nunca pararía de sacar, caí a su lado respirando que me faltaba el aire, sin entender todavía qué coño había pasado, Julia me dio un beso en los labios y se levantó para ir al cuarto de baño, cuando le vi el culo se me volvieron a abrir los ojos como platos, justo encima de la nalga tenía una mancha de nacimiento con la puta forma que yo había soñado, entonces se me abrió el cerebro acordándome de todo, aquella tarde de los cojones mi mujer me insistió para que los acompañara y yo me negué con la escusa que tenía trabajo marchándose ella enfadada, me había quedado para follar con su hermana, como tantas veces hacíamos, Dios mío, éramos amantes.

Me quedé estirado en la cama con mis pensamientos, volvió Julia y por la cara que me debió de ver…

JULIA: Mario, ¿estás bien, te has acordado del alguna cosa?

Se estiró a mi lado y le pasé un brazo por la espalda, ella apoyó la cabeza encima de mi pecho.

YO: Me he acordado de todo, éramos amantes y por eso no fui con mi familia en el coche aquella tarde, si hubiera ido y conducido yo puede que estuvieran vivos.

JULIA: Por favor Mario no te culpes de esto, era mi hermana y mis únicos sobrinos, te crees que yo no lo he pensado veces, yo también la estaba engañando.

Se abrazó más fuerte a mí empezando a llorar.

JULIA: Lo intentamos dejar varias veces pero no pudimos, sabíamos que les íbamos a hacer daño a ella y a mi marido si se enteraban, pero por uno o por el otro no pudimos dejarlo mucho tiempo, nos necesitábamos Mario, te llegué a querer tanto.

A mí la cabeza parecía que me iba a explotar pero sentirme entre sus brazos me hacía estar bien, me sentía cómodo y a gusto, estuvimos un rato en silencio.

YO: Julia, ¿qué sabes de mi familia, tengo padres, hermanos?

JULIA: Siempre nos dijisteis que eras huérfano.

YO: Explícame cosas de cómo era yo por favor.

Julia puso las dos manos en mi pecho, una encima de la otra y apoyó la cabeza encima mirándome.

JULIA: El Mario que yo conozco era muy trabajador, muy serio en el trabajo y muy divertido en el trato, siempre estaba de broma haciendo reír a la gente que tenía alrededor, muy deportista, salías a correr cada mañana y cuando podías te escapabas al gimnasio, creo que te iría bien volver a correr y hacer deporte.

YO: No lo sé, tendré que probarlo. Y dime, ¿era feliz con mi familia? O ¿estaba pensando en separarme de tú hermana?

JULIA: Nunca lo pensaste, tú familia estaba por encima de todo y yo lo entendía, ellos fueron muy felices, lo nuestro siempre fue un secreto.

YO: Si era tan feliz con ellos, ¿no entiendo porque nosotros estábamos liados?

Ella se quedó en silencio pensando.

JULIA: Por el sexo Mario, mi hermana era una gran mujer y una gran madre, pero sexualmente no te daba todo lo que tú querías, o eso era lo que tú me decías.

Nos volvimos a quedar en silencio y yo volvía con mis pensamientos, recordaba unas tardes de sexo con Julia con una pasión que no me extrañaba que quisiera estar con ella, sin embargo los recuerdos con mi mujer eran de cariño y amor con los niños, una persona muy dulce con la familia siempre pensando en el bienestar de todos, tal vez en una veía que compensaba a la otra, no lo sé, recordaba cosas pero no con tanta claridad cómo me hubiera gustado.

Noté una mano de Julia que bajaba por mi barriga y me acariciaba la polla, bajando la palma de la mano a los huevos cogiéndomelos y tocándome el culo con un par de dedos, me estaba volviendo a poner la picha dura, entonces bajó la cabeza y se metió en la boca la mitad poco a poco apretando los labios al sacarla, lo repitió varias veces y me puso el ciruelo que explotaba, se sentó encima metiéndosela y se empezó a mover follándome, me miraba a los ojos con una sonrisa que me tranquilizaba y me hacía disfrutar del momento, sus caderas se movían despacio pero con firmeza y ella se apoyaba en mi pecho con sus dos manos, yo le acariciaba una teta con una mano jugando con el pezón, con la otra le acariciaba la parte baja de la espalda y el culo, aumentaba el ritmo de sus movimientos gimiendo más fuerte, la boca se le abría y los ojos se le cerraban sin dejar de moverse cada vez más, acelerando la respiración pasando de gemidos a gritos, notándole el coño tan mojado que casi no sentía cuando se metía mi polla de lo bien que resbalaba, paró en seco de moverse mirando para el techo, puso los ojos en blanco cogiendo aire y pegó un grito tremendo volviendo a mover las caderas lentamente mientras se corría bajando la cabeza mirándome a los ojos, se dejó caer encima de mí apretando sus tetas contra mi pecho.

JULIA: Que bueno, como te he echado de menos Mario.

Me cogió la polla con fuerza bajó la cabeza y se la metió en la boca pegándome unas chupadas a la vez que me la pajeaba, esta vez fue a mí a quien se le pusieron los ojos en blanco no tardando casi nada en correrme en su boca, llenándola de semen que le caía por los lados sin que ella parara de metérsela y sacársela lentamente, me dejó en la cama respirando aceleradamente recuperándome y se fue al cuarto de baño a lavarse la boca.

Cuando volvió trajo una toalla húmeda para limpiarme a mí y se estiro de nuevo pasándome un brazo por encima.

JULIA: Ayer hablé con Roberto y alucinó de lo que le expliqué de ti, mañana te pasaré a buscar para comer juntos como hoy y luego te llevaré a la empresa para que hables con él, pero ya puedes ir avisando donde trabajas ahora que te vas.

YO: Hostia Julia, no sé si soy el mismo que trabajaba con Roberto, igual ahora no tengo la misma capacidad que tenía antes, me está dando un poco de miedo todo esto.

JULIA: Escúchame, eres mi cuñado y te voy a ayudar como sea, si no tienes las mismas capacidades que tenías buscaremos un trabajo con el que te sientas a gusto, pero tú tienes que volver a trabajar con nosotros y ganarte bien la vida, y mudarte de casa también, ya ves que casón tan guapo tienes, no seas tonto y no lo desperdicies.

YO: Joder, tantas cosas de golpe no sé si las asimilaré bien.

JULIA: Y busca tú permiso de conducir que aquí tienes tú coche para no tener que ir en transporte público.

YO: Vale, vale, dame cinco minutos que me estás agobiando.

Me miró con una sonrisa y puso la cabeza en mi hombro acariciándome el pecho, estuvimos un rato más, nos vestimos y me llevó en coche a casa de Carmen, me di una buena ducha y esperé que llegara del hospital haciendo la cena, era consciente que tenía una relación con Carmen y que volvía a tener la amante que tuve mientras estaba con mi mujer, pero las ganas de saber más de mi vida estaba por encima de todo. Durante la cena le expliqué a Carmen que había visto mi casa y que algunos recuerdos de mi mujer e hijos me habían venido, era mentira pero no le iba a decir que me había pasado la tarde follando con mi cuñada y que encima al verle el culo me acordé que me la follaba antes, ella me escuchó pero no me hizo ninguna pregunta, ni se interesó por ningún detalle, le dije que al día siguiente iría a ver a mi cuñado a la empresa y que cambiaría de trabajo porque me habían prometido uno mejor pagado. Acabamos de cenar, miramos un rato la televisión y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente repetimos como el anterior, Julia me paso a buscar y fuimos a comer.

JULIA: ¿Ya has asimilado tantas cosas?

YO: No creas, me cuesta un poquito todo esto.

JULIA: Después de la reunión con Roberto tendríamos de pasar por tú casa para ver que te va a hacer falta para vivir y comprarlo.

YO: Ya.

JULIA (riendo): ¿Cómo que ya?

YO: Que ya sé yo lo que te hace falta a ti golfa.

Se puso a reír mirándome a los ojos.

Me llevó a la empresa de Roberto, nos saludamos con un abrazó, un poco raro para mí porque era como si no lo conociera de nada, después de las primeras palabras típicas del “¿como estas?” y explicarle un poco la situación Julia se fue y nos dejó solos en el despacho de su marido.

ROBERTO: ¿Quieres saber cómo está la situación?

YO: ¿La situación de qué?

ROBERTO: Coño tío, la de tu vida joder.

YO: ¿La de mi vida, cómo está mi vida?

Sacó de dentro de un armario un maletín, lo abrió y empezó a sacar cosas.

ROBERTO: Guardé tus cosas en este maletín confiando que algún día volvieras. Lo primero tú ordenador portátil.

Lo puso encima de la mesa con el cargador al lado.

ROBERTO: Lo repasé en su momento, tienes muchos documentos y contabilidades de la empresa, ya te lo miraras tú.

Sacó un documento.

ROBERTO: Este es el documento original y legal que confirma que el veinticinco por ciento de la empresa es tuyo.

YO: Perdona, ¿que una parte de la empresa es mía?, no lo entiendo.

ROBERTO: Mario, gracias a ti la empresa funcionaba tan bien que te empezaron a llegar ofertas de trabajo de empresas importantes, ofreciéndote sueldos imposibles para mí, negociamos ese veinticinco por ciento para que a final de año cobrases en beneficios.

YO: Vale.

A cada paso que daba conociendo cosas de mi vida más alucinaba. Sacó una hoja.

ROBERTO: Aquí tienes tus cuentas bancarias en diferentes entidades y los datos para poder entrar por internet a consultarlas, encontré la hoja en un cajón de tú despacho, por supuesto se te ha estado ingresando el dinero de los beneficios, tendrías de pedir tarjetas de crédito para empezar a moverte.

Finalmente sacó varias llaves.

ROBERTO: Y para acabar las llaves de tú casa, nosotros tenemos un juego por si hay una emergencia que nos dio Ana hace muchos años, y las del coche nuevo que te compraste poco antes de desaparecer, como te gustaba ese coche, estabas hablando todo el día de él.

Me miró sonriendo.

ROBERTO: Estoy muy contento de que estés de vuelta, tómate los días que te hagan falta, no te preocupes que te los pagaré todos, ya estoy preparando el contrato de trabajo con él mismo sueldo que tenías mas los aumentos de estos dos años, revísate el ordenador que entenderás el trabajo que hacías, cuando estés preparado hablamos.

Se levantó danto la vuelta a la mesa, me puse de pie y me abrazó de una manera que pensé que realmente me apreciaba y estaba contento de verme, parecía sincero.

Recogí volviendo a meter en el maletín todo lo que él había sacado y salí para encontrarme con Julia para ir a casa.

En el coche hablamos de cómo había ido la reunión con su marido y Julia me recordaba los pasos a dar.

JULIA: Acuérdate de renovar el permiso de conducir, es muy fácil, ya te pediré yo hora, las tarjetas de crédito las puedes pedir por la web del banco, ¿y el DNI?, ¿lo tienes?

La miré y me encogí de hombros.

JULIA: Dios que desastre, también cogeré hora por ti lo antes posible, miraré el número en algún documento de la empresa.

YO: El número es XX.XXX.XXXZ.

JULIA: Hostia, ¿cómo coño lo sabes?

YO: Porque lo acabo de ver en un documento que me ha enseñado Roberto.

Llegamos a casa y entramos, pasamos por el lado de la mesa del comedor, la cogí de un brazo parándola, la giré y la besé metiéndole la mano en el coño por encima del vaquero, me rodeó el cuello con sus brazos y no desenganchamos los labios en un rato, la giré y la puse contra la mesa, le desabroché el pantalón y le bajé la cremallera tirando de él bajándoselo hasta los tobillos, le hice agachar el cuerpo hasta ponerle las tetas encima de la mesa, me agaché por detrás y le di un beso en el chichi bajándole el tanga, sacó el culo y le metí la lengua en el chumino lamiéndoselo y lubricándolo empezando ella con los primeros gemidos, me levanté desabrochándome el pantalón con prisas bajándomelo con la ropa interior, me cogí la polla que ya la tenía tiesa y se la metí de golpe en el coño pegando los dos un grito, me volví loco follando totalmente descontrolado cogiéndola por las caderas, Julia no paraba de gritar sin cerrar la boca y yo la acompañada con unos gemidos que parecían más de un animal que de una persona, se empezó a correr temblándole las piernas y eso me hizo descargarle todo el semen que tenía almacenado dentro de su coño, nos quedamos los dos quietos un momento recuperándonos, me salí subiéndome los pantalones, ella se puso una mano en el chocho para que no goteara caminando como un pingüino con los pantalones y el tanga en los tobillos, metiéndose al cuarto de baño.

Salió sonriéndome y fuimos a la cocina.

JULIA: La compra de comida te la haré por internet y que la traigan aquí, me tendrías que decir que bebidas quieres, agua no hace falta porque tienes depuradora y es buena.

YO: Bueno, no sé.

JULIA: ¿Cervezas?

YO: Sí.

JULIA: ¿Vino?

YO: íi, tinto y blanco.

JULIA: Licores, ¿qué te gusta?

YO: Whisky, ginebra y ron.

JULIA: ¿No quieres un buen coñac?

YO: No por favor, el coñac no puedo ni olerlo ahora.

JULIA: A mí me gusta el vodka.

YO: Pues apuntalo mujer.

JULIA: ¿Refrescos?

YO: Tónica, cola y lo que tú quieras con el vodka.

JULIA: Naranja

YO: Pues eso.

Acabamos la lista de la compra con más vicio que otra cosa, me acompañó a casa, me duché y me senté en el sofá con el portátil encima de la mesita de centro, cogí la lista de cuentas bancarias entrando en la primera web, puse el usuario y contraseña, miré la cuenta y habían unos dos mil euros, repasé los movimientos y vi que se descontaban los gastos habituales de la casa, teléfono, agua, luz etc. y que cada mes recibía una transferencia de otro banco, miré la lista entrando en ese banco que al abrir la cuenta me quedé con los ojos abiertos de la cantidad que vi, a esa le llegaban unos intereses de otra cuenta que al abrirla me quede alucinado, y finalmente abrí la que quedaba, al ver lo que había cerré directamente el ordenador tirando el cuerpo para atrás apoyándolo en el respaldo del sofá, soltando un sonoro suspiro poniéndome las manos en la cara.

Llegó Carmen y le tenía la cena preparada, se duchó y nos sentamos a cenar hablando de cómo le había ido el día en el hospital, cuando acabamos nos sentamos en el sofá.

CARMEN: ¿Y tú que tal el día?

YO: He descubierto cosas increíbles, como que tengo una parte de una empresa a la que me voy a ir a trabajar pronto, que tengo una casa increíble que estará preparada para ir a vivir en un par de días y que espero que nos mudemos, tengo que hacerme la documentación nueva que no sé qué coño hice con ella.

Carmen me miró seria a los ojos y los cerró pensando.

CARMEN: ¿Y Julia?

Hostia con el sexto sentido de las mujeres.

YO: Julia es mi cuñada y está ayudándome estos días.

CARMEN: Ya.

YO: No te entiendo Carmen.

Se pasó la mano por los ojos.

CARMEN: Mira Mario, te seré sincera, a mi me gustaría tener una relación contigo pero creo que no es el momento idóneo, tú necesitas muchas respuestas, procesarlas, asumirlas y conseguir una paz interior que ahora no tienes, creo que será mejor que te vayas tú a tú casa, que vivas sin ataduras y busques esas respuestas, si en el futuro el destino nos vuelve a unir ya hablaremos.

Se pasó los dedos por los ojos intentando disimular las lágrimas que se le escapaban.

YO: Lo siento mucho Carmen, nunca he tenido la intención de hacerte daño, si quieres me voy ahora mismo.

CARMEN: No por favor, hazlo mañana con más tranquilidad, me gustaría pasar una última noche contigo.

Nos levantamos cogidos de la mano y fuimos a la cama, nos desnudamos metiéndonos cada uno por su lado, ella puso la cabeza en mi pecho y le di un beso en la cabeza, le di otro y se giró besándome los labios, nos volvimos a besar y me giré poniéndome encima de ella besándola con cariño y suavidad, acariciándole el cuello y la carita, ella me pasaba las manos tocándome la espalda, estuvimos mucho rato besándonos y acariciándonos sin decir nada, solo sintiéndonos, abrió las piernas todo lo que pudo y se fue colocando para que pudiera penetrarla, moví un poco las caderas para poder orientar sin cogerla con la mano mi polla en la entrada de su vagina, sin más pre eliminares la fui introduciendo muy despacio, como si fuera algo tan delicado que se pudiera romper, dejamos ir el aire de nuestros pulmones, apoyé las manos en la cama levantando un poco el tronco, para penetrarla hasta el fondo con la ayuda de ella que movió las caderas, nos movíamos muy lentamente, mirándonos a los ojos con una de sus manos en mi espalda y la otra encima de mi culo marcando el ritmo, poco a poco su mano fue aumentando el ritmo moviéndonos más rápidos gimiendo suavemente, me fue subiendo un gusto que me invadía todo el cuerpo, yo veía que ella me seguía y suavemente nos empezamos a correr al mismo tiempo, sin grandes gritos, sin mover los cuerpos más de la cuenta, todo muy controlado pero con mucha intensidad.

Nos quedamos abrazados un rato, me puse a su lado abrazándola apoyando su cabeza en mi cuello, ella juntó su cuerpo al mío y pude notar como sus lágrimas resbalaban por mi cuello, cerré mis ojos con fuerza para no empezar a llorar como un crio, nos quedamos dormidos y nos despertamos la mañana siguiente en la misma posición, me levanté, entré al cuarto de baño, me vestí y me despedí de ella con un abrazo largo y sentido sin desayunar ni nada para no alargar el drama y el sufrimiento innecesariamente.

Me fui de aquella casa muy triste, era como si perdiera por segunda vez a mi mujer, pero ella tenía razón, yo tenía que seguir para encontrarle todo el sentido a mi vida, porque tenía la sensación que habían cosas que se me escapaban, por la tarde fui a recoger mis cosas y le dejé las llaves.