¿Quién soy? (2)
Pasé lo que quedaba de mañana muy triste...
Pasé lo que quedaba de mañana muy triste, no comí casi nada y a primera hora de la tarde vino una enfermera a traerme algo de ropa y unas zapatillas para que me vistiera, me dieron una bolsita para meter las cuatro cosas del cuidado personal y la poca ropa que tenía y me acompañaron hasta la entrada del hospital, me senté en una silla esperando que me prepararan el papeleo del alta, me avisaron de un mostrador para que me acercara y me pusieron delante un papel para firmar, lo miré sin saber qué coño era eso.
ENFERMERA: Solo es el alta, firme para confirmar que usted se marcha bien de este hospital.
YO: ¿Y si no firmo no me voy?
La enfermera me miró con cara de pena y entendí que firmando o no firmando me iba a la puta calle, cogí el bolígrafo que me ofrecía mirando el lugar donde tenía que firmar, ¿y qué coño sabía yo como era mi firma?, le hice una garabato al papel y dejé caer el bolígrafo.
ENFERMERA: Siéntese otra vez por favor, le vendrán a buscar en un momento.
Me senté de nuevo con la bolsa encima de las piernas y mis brazos alrededor, estaba asustado, con miedo, no sabía a dónde me iban a llevar, si me tratarían bien o mal, estaba con estos pensamientos…
ALGUIEN: Venga, levántate que nos vamos.
Giré la cabeza y me encontré con la cara de Carmen, pegué un salto poniéndome de pie abriendo los ojos sonriendo, ella me cogió por el brazo sacándome de allí, quería hablar con ella pero se me aturullaban las palabras.
YO: Carmen, Carmen, esto quiere decir que…, bueno no sé.
CARMEN: Sí, cállate y no digas nada.
Subimos a su coche y salimos del parking del hospital, conducía por medio de la ciudad.
YO: ¿Pero cómo?
CARMEN: Cállate, o te llevo al centro donde tenías que estar ahora, ¿lo has entendido?
YO: Sí Carmen.
CARMEN: De momento te darán una identidad para que puedas ir por la vida, me ayudarás en casa, saldrás a buscar trabajo y cuando lo tengas te buscaras tú apartamento para vivir, ¿lo has entendido todo?
YO: Muchas gracias por todo Carmen.
Me miró seria y siguió conduciendo sin decir nada más ninguno de los dos.
Llegamos a su casa, era un apartamento con dos habitaciones, me enseñó lo que sería mi habitación y se fue cerrando la puerta, dejé la bolsa encima de la cama y me senté en un pequeño sillón en un rincón quedándome quieto, al rato Carmen abrió la puerta mirándome, yo le miré a los ojos sin decir nada y creo que se dio cuenta de lo perdido que estaba, en el hospital tenía una rutina y conocía mi habitación y el pasillo por donde paseaba sintiéndome seguro, en aquel nuevo lugar me sentía raro y la actitud distante de Carmen no me ayudaba, se acercó y me tocó la cabeza con una mano.
CARMEN: ¿Estás un poco perdido, verdad?
Me abracé a sus piernas apoyando mi cara en su muslo, ella me pasó las manos por detrás de la cabeza dando un suspiro.
CARMEN: Yo te ayudaré como te llames a que puedas empezar a vivir de nuevo, ven conmigo.
Me llevó al salón, ella entró en la cocina.
CARMEN: Voy a preparar café para los dos.
YO: No sé ni si me gusta el café.
CARMEN: Pues en un momento lo sabremos.
Nos sentamos en la mesa y nos lo tomamos, no recordé si me gustaba antes o no, pero me pareció que tenía buen gusto y me lo tomé con ella, Carmen me enseñó donde tenía todas las cosas de limpieza para que limpiara la casa mientras ella estaba trabajando, no quería que me quedara en el sofá sin hacer nada, a la vez supongo que le hacía un favor a ella que no lo tenía que hacer o pagar a alguien para que se la limpiara, por las tardes paseábamos como ejercicio diario, por la calle o por algún centro comercial que ella quisiera ir.
La policía viendo el barrio donde me encontraron, que no se atrevía ni a patrullar no movió un puto dedo para saber quién era yo, colgaron una foto mía en el tablón de anuncios de la comisaría y a tomar por culo, por lo visto llegó un nuevo policía joven que se encontró con mi caso, se dio una vuelta por el barrio dando con Marlén que le enseñó la foto, ella le dio los detalles y donde vivía, del casero sacó mis datos del alquiler del apartamento, nos citó la policía en comisaría para informarnos de mi nombre y apellidos y donde vivía.
Saliendo de allí con Carmen fuimos a ver donde era, al entrar al barrio la cara de Carmen era de no gustarle nada lo que estaba viendo, cuando llegamos a la puerta del edificio donde estaba el piso todavía menos, hablamos con el casero que me llamó Mario como si me conociera de mucho tiempo, a mí aquel tipo no me sonaba de nada, nos dijo que al no pagarle el siguiente mes tiró lo poco que tenía dentro y que lo alquilo de nuevo, nos metimos en el coche poniéndolo en marcha.
CARMEN: No te puedes quedar aquí, esto es una mierda.
En ese momento pasábamos por delante de una chica que estaba parada en la acera que me miraba muy fijamente, como si me conociera, Carmen no paró y yo supe con el tiempo que era Marlén y que gracias a ella pude recuperar mi identidad, que algo era algo en aquellos momentos.
Llegamos a casa de Carmen y nos quedamos de pie mirándonos en el salón de su casa.
YO: ¿Por qué no me has dejado allí?, ese era el barrio donde vivía.
CARMEN: No puedes meterte a vivir en un barrio como ese tal como estás.
YO: ¿Cómo estoy?
CARMEN: Ahora bien, cuando llegaste al hospital parecías un sin techo tío, y ahora que he visto donde vivías lo entiendo todo.
Me iba acercando a ella.
YO: ¿Pues si estoy bien como es que no puedo vivir allí?
Me miraba a los ojos preocupada de que me estuviera acercando más de la cuenta, le cogí una mano que tenía enganchada a una pierna poniéndome delante de ella.
CARMEN: ¿Que vas a hacer?, ¿cómo nos han dicho que te llamas?
YO: Mario.
Y rocé los labios con los suyos.
CARMEN (susurrando): Sí eso, Mario.
Le abrí con mis labios los suyos y la besé con ganas pasándole las manos por la espalda abrazándola, ella rodeo con sus brazos mi cuello y nos besamos durante mucho rato, al soltarnos ella fue a decir algo, yo la besé de nuevo metiéndole la mano por debajo de la blusa acariciándole una teta por encima del sujetador, la fui llevando para el sofá sentándola, poniéndome a su lado sin parar de besarla y acariciarla, le quité la blusa y ella a mí la camisa besándome el pecho mientras con las manos me desabrochaba el pantalón, me puse de pie para quitármelo todo quedando en pelotas, la ayudé a quitarse su pantalón y las bragas junto con el sujetador que se quitó ella quedando los dos en bolas, me cogió de la mano y me llevó a su cama sin decir nada ninguno de los dos, me estiró tirándose a mi polla para chuparla y succionarla poniéndomela tiesa que las venas parecían que iban a explotar, me la estuvo chupando un rato hasta que me cansé y le di la vuelta, metiéndome en medio de sus piernas para pegarle unos lametazos en el coño que le hicieron levantar el culo de la cama de la impresión, después seguí despacio lamiéndole el clítoris aumentando la presión poco a poco, acabando por succionárselo cuando lo tuvo hinchado haciendo que se corriera pegando unos gritos escandalosos, me cogió de la cabeza besándome muy excitada, yo la cogí por el culo levantándola de la cama apoyándola contra la pared, ella rodeó mi cintura con sus piernas, se la metí de golpe hasta el fondo haciéndole dar otro grito mientras la empotraba contra la pared, Carmen se sujetaba a mi cuello abrazada con su cabeza al lado de la mía, yo la levantaba del culo para dejarla caer encima de mi polla empalándola, haciéndole gemir y gritar en mi oído.
CARMEN: Sigue, sigue, no pares fiera no pares.
Se empezó a correr por segunda vez sin que yo bajara el ritmo para nada, cuando acabó la dejé encima de la cama, dándole la vuelta para dejarla a cuatro patas con el culo levantado, volviendo a metérsela sin miramientos hasta el fondo, dándole un ritmo a mis caderas alocado chocando contra su culo, ella gritaba cada vez más y a mí me subía el orgasmo lentamente, hasta que Carmen se corrió por tercera vez dejándole ir dentro del coño los lechazos hasta quedarme totalmente vacío y relajado, me estiré a su lado, ella me besó y puso su cara en mi pecho.
CARMEN: ¿De dónde habrás salido tú?, porque de ese barrio ya te digo yo que no.
La abracé pasándole las manos por su espalda, pensando cómo había reaccionado follando con ella simplemente dejándome ir.
A partir de ese momento compartimos cama cada noche, me ayudó a buscar algún tipo de trabajo sencillo apuntándome en una página web que se dedica a eso, de una cosa nos dimos cuenta, me gustaban los números, contaba todo lo que veía, algunas noches que salíamos a cenar solos o con amigos suyos cuando nos traían la cuenta me gustaba repasarla mentalmente y siempre acabábamos con las mismas frases…
YO: La cuenta está bien.
CARMEN: Si te parece la máquina se va a equivocar, que manía tío.
No sé que le encontraba a aquello pero cada vez que veía un número debajo de otro tenía que sumarlo.
Cooperaba en lo que podía en casa pero era importante que encontrara un trabajo según Carmen, a mí me urgía mucho más intentar recordar quien coño había sido antes de la paliza, sabía que vivía en aquel mierda de barrio y nada más, una mañana que Carmen se fue al hospital salí de casa, cogí el autobús y me bajé cerca del barrio, caminé un buen rato buscando la calle donde estaba mi antiguo apartamento y sobre todo buscar aquella chica que parecía que me conocía, cuando la encontré fui a hablar con ella, me miró un poco extrañada.
MARLEN: ¿Mario, eres tú?
YO: Sí, me llamo Mario.
MARLEN: Tíooo, ¿pero es qué no te acuerdas de mí?
YO: O sea, que tú me conoces, ¿sabes quién soy?
MARLEN: Coño claro que te conozco, ¿pero qué te pasa tío estás muy raro?
YO: Perdóname, no sé que me pasaría pero me desperté en un hospital sin acordarme de nada, solo tengo algunos sueños, no hace mucho me enteré que había vivido aquí y cuando pasé en el coche me pareció que me mirabas como si me conocieras, por eso he venido, ¿cómo te llamas?
MARLEN: Yo, yo soy Marlén, ¿me estás diciendo que no te acuerdas de nada de lo que hacías?
YO: Sí, eso, no me acuerdo de nada, ni de que vivía aquí, ni que te conocía a ti, seguramente debería conocer a más gente en este barrio.
MARLEN: No te lo creas cariño, éramos los únicos que hablábamos por aquí, la gente se mete en su casa y no quiere saber nada, el día de la paliza tuve que llegar hasta el supermercado porque nadie me hizo caso para llamar a la policía.
YO: Perdona, entonces el día de la paliza, ¿tú estabas conmigo o lo viste?
MARLEN: Ostia tío sí que estás jodido de verdad, te la dieron por defenderme a mí, te tiraste sin nada de miedo encima de aquellos tíos, yo pude escaparme y pedir ayuda, cuando llegó la policía estabas en el suelo sin moverte pensaba que te habían matado, cuando llegó la ambulancia me dijeron que respirabas pero que estabas grave, se fueron y no me quisieron decir donde te llevaban, si lo hubiera sabido te habría pasado a visitar, no creas que soy una desagradecida, si quieres te hago un trabajito gratis para darte las gracias.
YO: ¿Un trabajito?
MARLEN: Coño Mario, ¿tampoco te acuerdas que soy puta joder?
YO: ¡Puta!
MARLEN: Sí cariño, puta, puta. ¿Qué, quieres que te ponga a gustito?
YO: No, no, muchas gracias por la información Marlén, y otra cosa, ¿yo vivía como una persona normal?, ¿tú sabías lo que hacía?
MARLEN: Cariño estabas hecho una mierda, ahora sí que haces muy buena pinta, yo siempre te había visto sucio, desaliñado y hecho un desastre, cada noche acababas borracho, haz me caso y no recuperes la memoria de quien eras, pon tus energías en ser alguien nuevo ahora que tienes la oportunidad.
Nos despedimos con Marlén y fui a buscar el autobús para volver a casa. Esperé que llegara Carmen sentado en el sofá, cuando llegó dejó el bolso y las llaves, se puso delante de mí.
CARMEN: ¿Te ha pasado algo?, haces una cara muy rara.
Adelanté el cuerpo y le metí las manos por debajo de la falda bajándole las bragas, ella me sonrió acariciándome el pelo, se quitó los zapatos y las bragas que le había dejado en los tobillos y se sentó encima de mí, nos besamos con tranquilidad, ella me acariciaba el pelo y yo la cara, los labios se rozaban, se cogían unos a otros, sacábamos la lengua para tocar la del otro, Carmen bajó las manos y me desabrochó el pantalón, levanté el culo para bajármelos con la ropa interior, con los besitos la polla se me había puesto tiesa, ella se mojó dos dedos con saliva pasándoselos por el coño para lubricarlo, me cogió la polla metiéndosela lentamente dando los dos un suspiro, empezando a mover sus caderas poco a poco mientras nos acariciábamos, le desabroché la camisa apartándole el sujetador para besarle y chuparle el pezón de una teta, ella llevaba la cabeza para atrás cerrando los ojos, gimiendo y aumentaba paulatinamente el ritmo de sus caderas, que intentaba seguirle yo levantando las mías, la excitación, los gemidos y los movimientos de caderas fueran aumentando corriéndonos los dos a la vez, con sus brazos alrededor de mi cuello y mis manos agarrándole el culo, nos quedamos quietos, relajándonos uno encima del otro, ella tenía su cabeza en mi hombro y me besaba con cariño el cuello.
YO: Esta mañana he ido al barrio donde vivía y he hablado con una chica que me conocía.
Carmen levantó la cabeza y me miró a los ojos interrogándome.
YO: Es puta.
CAMEN: ¿Cómo?
YO: La chica con la que he hablado, es puta.
CARMEN: ¿Y tú la conocías?
YO: Lo que me pasó fue por defenderla.
Se levantó y se fue para la habitación, la seguí, se quitó la ropa y se metió en la ducha con mala cara, yo me desnudé metiéndome con ella abrazándola por la espalda.
YO: ¿Qué te pasa cariño?
CARMEN (medio llorando): Tú sabes que estamos viviendo juntos, que dormimos juntos cada noche, que tenemos una relación.
YO: Claro cariño, ¿por qué me lo preguntas?
CARMEN: ¿Qué porque te lo pregunto?, yo sabía que esto llegaría, las cosas me pasan porque soy una imbécil.
YO: ¿Qué te pasa cariño, qué es lo que tenía que llegar?
CARMEN: No quería que vinieras a casa porque sabía que pasaría esto, tenía que haber dejado que te llevaran algún centro de acogida, pero soy tan idiota que cuando te vi sentado en la sala de espera, tan perdido y desamparado me diste pena y no pude dejarte solo.
YO: Cariño, ¿por qué me explicas estas cosas?
CARMEN: Porque tarde o temprano te acordarás de todo y tengo miedo de perderte tonto, y si esa chica en vez de ser una puta hubiera sido una con la que tenías una relación, tú novia o tú mujer.
YO: No te preocupes Carmen, yo quiero estar contigo, soy feliz contigo.
CARMEN: ¿Te crees que soy tonta?, tú tienes ganas de saber quien eras y no pararas hasta averiguarlo, depende lo que sepas, ¿qué pasara?
YO: Ya sé quién era.
Me miró fijamente a los ojos sorprendida, se puso nerviosa y le temblaba la voz.
CARMEN: ¿Ya sabes quién eras, te acuerdas de todo?
YO: No, me lo ha dicho esa chica, era un borracho sin ganas de vivir, lo que viste cuando llegué al hospital es lo que era, un desaliñado sucio que solo bebía.
Me abrazó llorando.
CARMEN: Sabes que yo te quiero y podrás contar conmigo para lo que quieras ¿verdad?
YO: Siempre me has apoyado, si estoy ahora así es por ti, como no voy a quererte con todo lo que has hecho por mí.
Nos besamos y abrazamos, pusimos el agua en marcha y nos duchamos.
Pasaron semanas sin ninguna novedad, encontré un trabajo en un almacén colocando productos cuando llegaban las compras y sacándolos cuando los clientes hacían pedidos ayudando a cargar furgonetas o camiones, a las dos semanas más o menos como había sido el último en entrar el jefe me llamó para darme una lista de productos para que los contara uno por uno y anotarlos, quería hacer inventario de lo que quedaba de cada producto, cogí la lista y el lápiz y sin moverme le rellené todas la casillas devolviéndoselo al momento.
JEFE: Perdona Mario, te he dicho que cuentes las cantidades que nos quedan de cada producto y las anotes, tú te lo has inventado.
YO: No señor, eso es exactamente lo que queda.
El tío me miró como si yo fuera idiota y no lo hubiera entendido, llamó a un compañero que estaba al lado de unas cajas.
JEFE (levantando la voz): Manuel cuantas cajas quedan de eso.
Manuel las contó y le dijo la cantidad, evidentemente cuadraba con lo que yo había anotado, llamó a otro y le hizo la misma pregunta volviendo a estar bien mi cantidad, por último gritó para que lo oyera uno que estaba en la otra punta del almacén, le dio una cantidad y el jefe me miró con una sonrisilla cabrona.
JEFE: Aquí la has cagado Mario, has puesto una más de la cuenta.
YO: Pregúntele si ha contado una que está detrás de unas cajas de herramientas a su derecha.
Me miró abriendo los ojos y le pegó un grito al pobre chaval que le confirmó lo que yo le dije.
YO: Ahora ya cuadra ¿no?
JEFE: No me puedo creer que lo tengas todo en la cabeza, es imposible.
YO: Lo hago con todo, no sé, es una facilidad que tengo.
El tipo se lo explicó al responsable de administración y un día me llamó para acompañarme a las oficinas para que me viera el otro tío, era una sala grande con un montón de gente trabajando en ordenadores con dos despachos separados al fondo, supongo que uno de ellos debía de ser de él, el jefe.
ADMINISTRACION: Me han dicho que tienes una memoria prodigiosa.
La gente que trabajaba me miraba con curiosidad, supongo que la voz se había corrido y era como un mono de feria que todos miraban.
YO: No solo es memoria.
ADMINISTRACION: ¿A no?
YO: También es ser observador, aquí tienen catorce ordenadores, tres impresoras sin contar una que hay en el último despacho que debe estar estropeada porque está en un rincón abandonada, dieciocho personas más nosotros tres, y seguramente habrá una más que hoy no ha venido porque se encuentra mal o algo por el ordenador que esta vacio con la silla bien puesta, sin contar alguien que pueda estar en el cuarto de baño que eso no lo veo, y en este ordenador que está la contabilidad hay algo que está mal.
Me miraban todos sin poder creérselo.
ADMINISTRACION: Pero eso que haces es impresionante, ¿y cómo sabes que en ese ordenador hay algo que está mal?
YO: Porque hay un asiento contable mal ubicado, y por eso no cuadran las cuentas.
La chica que estaba delante lo comprobó y se giró alucinada.
CHICA: Ostia puta es cierto, perdón.
Así pasé de mozo de almacén a trabajar en administración llevando la contabilidad con un horario intensivo por la mañana, no me preguntéis como coño sabía hacer funcionar el programa de contabilidad y como sabía dónde tenía que ir cada cantidad, me salía sin pensar dejándome ir, era como que cada vez que me encontraba en una situación que me hacía falta se abría una cajita en mi cabeza y salían los conocimientos necesarios para hacerlo funcionar. Esas cosas las hablábamos con Carmen y ella las iba anotando en su libreta pero no sabía decirme porque me pasaban.
Por lo menos ahora podía ayudar económicamente a Carmen en su casa y yo me sentía mejor, con ella llevábamos una buena relación, en casa estábamos a gusto, salíamos a cenar o tomar algo con amigos suyos que poco a poco también lo fueron míos y me hice a aquella vida siendo muy feliz, pero me rondaba una cosa por la cabeza, porque vivía de aquella manera tan miserable si era capaz de poder hacerlo de otra, porque me emborrachaba cada día desperdiciando mi vida, y para eso no tenía respuesta, yo estaba seguro que algo faltaba en el rompecabezas para acabar de encajar todas las piezas.
Pasaron un par de meses más o menos que Carmen me dijo de ir una tarde a un centro comercial que quedaba lejos de casa, era el más grande de la ciudad donde ella siempre había encontrado alguna tienda de ropa que le gustaba, después de comprar fuimos a tomar algo a una terracita antes de volver a casa, estaba sentado tranquilamente siguiéndole la conversación a Carmen y vi una chica a la que no podía quitarle la vista de encima, estaba sentada en una mesa hablando con otra que le acompañaba, era morena, muy guapa, con muy buenas tetas, pero no la miraba por el físico, era como si me fuera familiar, en ese momento se levantaba de la mesa y se lo comenté a Carmen, ella se giró para mirarla y la chica nos vio, se tapó la boca con la mano y me miró sorprendida, muy sorprendida, caminó en nuestra dirección y pude ver que a demás de guapa tenía muy buena figura, se paró delante de mí mirándome, yo no sabía qué cara poner y Carmen menos.
CHICA (muy nerviosa): Tú, tú, tú eres Mario.
Lo dijo afirmándolo y tanto Carmen como yo dimos un salto de la silla.
YO: Perdona, pero creo que no te he visto nunca.
CHICA: ¿Pero tú no te llamas Mario “Apellido”?
Nos miramos con Carmen sorprendidos.
CARMEN: Sí, se llama así, ¿tú lo conoces?
La chica sonrió mirándome.
CHICA: Claro que lo conozco, es mi cuñado.