¿Quién soy? (12)
Me desperté al día siguiente...
Me desperté al día siguiente con ella enganchada a mí y su carita en mi hombro durmiendo, cuanto más la miraba menos comprendía cómo podía intentar separar aquella criatura bonita de mi lado, y más seguro estaba que yo era gilipollas perdido, le aparté el pelo de la cara y le di un beso en la frente, se acurrucó más conmigo metiendo su cara en mi cuello besándomelo, en aquel momento supe que no podría separarme nunca más de ella, que me pidiera lo que me pidiera o me hiciera lo que me hiciera no le podría decir que no, lo único viable que veía era quererla más que a mi vida y protegerla.
Cuando se despertó nos duchamos juntos entre mil besos y abrazos, fuimos a preparar el desayuno y lo tomamos en la terraza.
BERTA: Es muy bonito donde vives.
YO: Soy gilipollas cariño pero no tonto, donde me gusta vivir lo tengo claro.
Se reía a carcajadas mirándome a los ojos.
BERTA: ¿Y qué vamos a hacer hoy?
YO: Tendría que ir a ver un par de clientes y luego tengo todo el día para ti.
BERTA: Iremos a ver.
YO: ¿Cómo?
BERTA: Que no te dejo solo coño, yo voy contigo a todas partes.
YO (riendo): Vale, te presentaré como mi secretaria.
Me miró fijamente.
YO: No me jodas, ¿pero tú no tienes tú trabajo en la farmacia?
BERTA: Lo voy a dejar todo por estar contigo, no me quiero ir, no pienso volver a casa.
YO (riendo): Hostia si lo sé no te invito a venir.
Me pegó una colleja y se puso a reír a carcajadas.
YO: Está bien, una semana de prueba, si veo que vales la pena como compañera de trabajo te contrato.
BERTA: Acepto.
Estiró la mano para sellar el pacto, se la di y estiré de ella para besarla manchándome los labios con mermelada de los suyos, me miró y se puso a reír.
YO: ¿Te ríes de la mermelada?
Dejaba apoyada la espalda en la silla señalándome con el dedo partiéndose de risa, me levanté y la cogí en brazos sentándola en el sofá de exterior que había a su lado.
BERTA (riendo): ¿Pero qué haces loco?
Le abrí las piernas metiendo las manos por debajo de la camiseta que llevaba puesta, le agarré las bragas arrancándoselas, dio un gritito de sorpresa, le estiré de las piernas bajándole la espalda al sofá levantándoselas y abriéndolas, dejándole el coño bien puesto para comérmelo, agarré el bote de mermelada y le metí dos dedos sacando una buena cantidad poniéndosela encima del chocho, reía porque ya estaba viendo lo que intentaba, me agaché para lamer toda la mermelada a la vez que su coño, cambió la risa empezando a gemir, yo acabé con la mermelada y me quedaba chupando y lamiéndole el chumino teniéndola cada vez más excitada, no tardó mucho en correrse por primera vez.
YO: Lo siento pero todavía queda mermelada.
Seguí comiéndoselo por todos los rincones acabando parándome en el clítoris, lamiéndoselo hasta que se corrió moviendo todo el cuerpo, sacando por el agujero del coño un chorrito de flujo blanco que le bajó por el culo, levanté la cabeza mirándola con la boca llena de flujos y mermelada.
YO: ¿Te gusta mas así mi boquita?
Me sonrió pasándome la mano por la boca para limpiármela, me puso la otra mano en la nuca y estiró de mi cabeza para besarme, le pasé los brazos por la espalda y me quedé abrazado a ella con la cabeza en su pecho, me rodeaba con sus brazos la cabeza y me la besaba.
BERTA (riendo): Nunca he tenido un jefe que me coma el chichi como me lo comes tú.
YO: No seas mentirosa, nadie te lo ha comido como te lo como yo.
BERTA: Huy, tú estás muy chulillo tío.
YO: Si trabajas para mí en el contrato pondré que tengo derecho a comerte el chocho y follarte siempre que quiera.
Se descojonó de risa.
BERTA: Si no lo pones no firmaré el contrato, y tienes que poner un anexo para que yo pueda hacer lo mismo.
YO: No puede ser porque yo no tengo chocho guapa.
Nos reímos un montón, hacía menos de un día que ella había llegado y yo era una persona diferente, más feliz, con ganas de vivir y de compartir mi vida con ella.
Se vino conmigo a hacer las visitas, se puso una mini falda con una blusa que enseñaba un canalillo en medio de las tetas y unos taconazos que era imposible concentrarse en el trabajo, ni yo ni los clientes, cuando entramos al coche después de la última visita me abalancé sobre ella besándola, metiéndole la mano por debajo de la falda agarrándole el coño por encima de las bragas.
YO: ¿Tú te crees que puedes vestirte así para ir conmigo para arriba y para abajo?
BERTA (cachondeándose): ¿No te gusta amor?
Le abría con un dedo las bragas poniéndoselo en el agujerito, haciéndole abrir los ojos.
YO: Me gusta mucho, pero no vas a hacer nada de turismo porque ahora mismo te voy a llevar a casa para follarte golfilla.
Se moría de risa mientras ponía el coche en marcha para llegar a mi casa, entramos y cerré la puerta pasándole los brazos por la cintura besándole con deseo, ella reía de verme tan cachondo, la giré y la puse enganchada a la pared de cara presionando con mi paquete su bonito culo, le besé el cuello.
YO: Te voy a follar aquí mismo de cómo me tienes, no tengo tiempo de llevarte a otro sitio más cómodo.
Le subí una mano por el muslo por delante y le agarré el coño apretándoselo, gimió por primera vez, le frotaba el chichi con la mano por encima de las bragas y el culo con mi polla todavía dentro de los pantalones, a la vez que le pasaba la lengua por el cuello y el lóbulo de las orejas jadeando, le metí la mano por dentro de las bragas haciéndole una paja con dos dedos, abrió las piernas para que pudiera hacerlo mejor y se le empezó a mojar el chichi, tanto que podía oír el ruidito con el contacto con mis dedos, se bajó un poco las bragas dejándome mover los dedos y la mano con más libertad, aceleré el frotamiento sobre el clítoris y se empezó a correr mirando para arriba, con la mano que me quedaba me desabroché el pantalón bajándomelo lo que pude con la ropa interior, me mojé la palma de la mano y se la pasé por el ojete del culo lubricándoselo sin parar de pajearla, ella ya había entrado en fase de correrse una vez detrás de otra si le mantenía bien el ritmo de los dedos, le acerqué la punta de la polla al agujero del culo y apreté con cuidado dilatándoselo, metiéndole el capullo dentro, pegó un pequeño grito levantando la punta de los pies, le bajé los dos dedos al agujero y se los metí dentro del coño siguiendo con el frotamiento del clítoris con la palma de la mano, gemía sin parar cerrando los ojos abriendo la boca.
YO: Te voy a follar por delante y por detrás hasta dejarte reventada.
Al oírme abrió los ojos levantando las cejas sin dejar de gemir, me junté más con ella metiéndole la mitad de la polla dentro del culo, aceleré el movimiento de los dedos y la mano corriéndose una segunda vez apoyando las manos en la pared, aprovechando su orgasmo para metérsela del todo sin dejar de hacerle la paja profundizando más con los dedos en su vagina. podía notar mi polla en su culo, ella gritaba sin parar teniéndome cachondo a más no poder, empezó a mover el culo adelante y atrás metiéndose y sacándose ella la polla gritando cada vez más fuerte, me volvió loco y le follé el culo dando golpes cada vez que se la metía hasta que ella se volvió a correr con un grito enorme, dejándome la mano empapada de flujo, le llené el culo de leche sin poder parar de follarla, se la saqué y le aparté la mano del chocho pasándole el brazo alrededor de la cintura, quedándonos con los cuerpos juntos jadeando besándole el cuello, se colocó bien las bragas y se dio la vuelta abrazándome en silencio.
YO (susurrando): ¿Te he hecho daño cariño?
Movió la cabeza negándolo y se abrazó más fuerte suspirando.
BERTA: ¿Nos vamos a duchar y nos metemos en la cama?
Aquellos primeros días fue un no parar de sexo, por suerte poco a poco nos fuimos tranquilizando porque no creo que hubiera podido seguir con aquel ritmo, Berta se tomó en serio su trabajo ayudándome en todo, haciendo estudios de mercado en el pueblo y la ciudad más cercana consiguiendo algunos clientes más, Roberto mi ex cuñado siempre tenía alguna consulta para hacerme o proponerme algún trabajo juntos, con eso podíamos vivir tranquilamente sin matarnos a trabajar y teniendo tiempo para nosotros.
Berta cada día hablaba por teléfono un rato con su madre, ya llevábamos juntos casi dos meses y me dijo que sus padres nos habían invitado un sábado a cenar para conocerme, me pareció normal que quisieran conocer a la persona que compartía la vida de su hija, ella lógicamente ya les había hablado de mí, como era y lo feliz que estaba conmigo.
Así que un viernes nos desplazamos al piso que Berta todavía mantenía en la ciudad de sus padres para pasar el fin de semana, aproveché para quedar con Roberto el sábado por la mañana y hablar de algunos temas de la empresa, quedamos en vernos en su casa, hubiera preferido hacerlo en otro sitio pero insistió y yo tampoco tenía por qué tener miedo de ver a Julia, cuando se lo dije a Berta se apuntó ella también a la visita, nos presentamos en casa de mis cuñados, Roberto y yo nos encerramos en su despacho a tratar algunos temas y las dos chicas dijeron de tomar un café, cuando salimos estaban las dos hablando en un sofá tan amigablemente, cosa que me alegró, porque al dejarlas solas no estaba muy seguro de cómo acabarían las dos, y más sabiendo cómo había ido la última vez que las vi juntas en aquella cena.
JULIA: Ven Mario a sentarte con nosotras.
ROBERTO (riendo): Siéntate con ellas que yo voy a seguir trabajando un poco más.
Me hicieron un hueco en medio de ellas y me senté extrañado del buen rollo que tenían las dos.
JULIA: Ya me ha explicado Berta que suerte que llegó a tiempo, que estabas a punto de volver a cagarla y beber como un cosaco.
YO: ¿Pero vosotras dos desde cuando tenéis tanta confianza?, si la última vez que os vi juntas casi le tiras los platos por la cabeza.
BERTA: Cariño, Julia me vino a ver para explicarme que habías venido y que desaparecías de nuevo, ¿Porqué te crees que te llamé la primera vez?, ella te conoce mejor de lo que crees y sabía que solo no podrías estar, fue ella quien me convenció diciéndome que si te quería luchara por ti.
YO (mirando a Julia): ¿Tú Julia?
JULIA: Sí tonto, yo, me di cuenta de lo enamorados que estabais el día de la cena, por eso me puse borde y celosa, sabía que a ella le harías caso y que tarde o temprano aceptarías verla.
BERTA: Si hasta la idea de las vacaciones fue de ella.
YO: ¿Cómo?, entonces era mentira que tenías vacaciones, ¿todo era un complot con ella para volver conmigo?
JULIA: Desde luego Mario, con lo que has llegado a vivir y que inocente llegas a ser tío.
Inocente me pareció poco, más bien gilipollas, me estaba empezando a rondar por la cabeza que toda mi puta vida habían hecho conmigo lo que les dio la gana a los demás, cuando Berta me giró la cara acariciándomela dándome un beso en los labios sacándome de mis pensamientos.
BERTA: Sabes que te quiero mucho, hubiera hecho por estar contigo cualquier cosa y no me arrepiento de nada.
Con eso ya hubo bastante para tranquilizarme y dejar mis pensamientos negativos a un lado, gracias a la confianza de Berta con Julia la visita acabó muy bien, incluso recobré confianza en mis cuñados que por los malos rollos con Julia se la había perdido tiempo atrás.
Otra cosa fue por la noche en la cena familiar que no salió precisamente como yo me esperaba, Berta me dijo para comprar los postres, una tarta de chocolate que era lo que a la familia más le gustaba, incluso fuimos por la tarde a la pastelería donde su padre la compraba normalmente, total, que por la noche nos presentamos en casa de sus padres, en la entrada al edificio antes de subir coincidimos con su hermano, el chico con quien la había visto correr aquel día escondido como un idiota para que no me vieran, el chaval era muy simpático y agradable, nos saludamos y subimos juntos en el ascensor haciendo bromas, abrió la puerta con su llave y gritó que ya habíamos llegado, primero apareció su madre, que le dio un abrazo y dos besos a su hija hablando con ella como si yo no estuviera delante, Berta fue quien le dijo como me llamaba, entonces me dio la mano sin mirarme a la cara y sin decirme nada volviendo a hablar con su hija, su hermano se empezó reír por lo bajini, entonces llegó su padre que le dio dos besos más a su hija y soltó…
PADRE: Muchas gracias hija por traer el pastel que tanto me gusta.
Me lo cogió de las manos y se marchaba sin decirme nada el cabrón.
BERTA: Papá que él es Mario.
PADRE: ¡Ah! vale.
El cabrón de papá siguió caminando y no me hizo ni puto caso.
Su hermano ya no sabía cómo disimular que se estaba descojonando de risa, su madre que no paraba de darle conversación como si yo no existiera, así que me giré y me acerqué a su hermano.
YO: ¿Esto es normal en tú familia?
El tío no me podía responder de lo que se reía.
SU MADRE: Nena que mal educado es tú novio o lo que sea que nos ha dejado aquí con la palabra en la boca.
BERTA: Pero mamá, si a él no le has dicho nada, no le hacías caso.
SU MADRE: Hija no intentes defenderle que ya he visto como es.
Yo las miraba a las dos con una cara de idiota que no entendía nada y su hermano el cabrón que se reía más fuerte, de pronto escuchamos la voz de su padre desde dentro.
SU PADRE (levantando la voz): María, dile al hombre ese que venga a hablar conmigo.
Me enteré que su madre se llamaba María, pero lo de “hombre ese” me pareció un poco fuerte.
BERTA: Mamá, ¿pero que dice, porqué quiere hablar con él?
MARIA: Tú no te preocupes hija, es cosa de hombres. Tú ven conmigo.
Lo dijo señalándome y sin mirarme, como si fuera un perro o algo así, miré a Berta preguntándole con la mirada que hacía, me cogió de la mano y entramos juntos detrás de su madre al salón, su padre estaba sentado en la mesa como si esperara a alguien.
MARIA: Aquí está Paco, tú, siéntate delante de mi marido.
Volviéndome a señalar con el dedo.
BERTA: ¿Papá pero qué coño haces?, nos vamos ahora mismo.
Me cogió de la mano y me estiraba para volver por el mismo camino que habíamos entrado.
PACO: Si eres un hombre hecho y derecho te sentarás a hablar conmigo, si te vas no vuelvas a venir por esta casa.
Me paré, Berta me miró.
BERTA: Mario no tienes por qué pasar por esto, vámonos ya.
YO: Berta cariño si tú padre quiere hablar conmigo no seré yo quien le gire la espalda.
Me miró dudando, yo me di media vuelta acercándome a la mesa, su padre estiró un brazo invitándome a sentarme delante de él, su hermano cabrón se sentó en el sofá para no perderse detalle, tapándose la boca con la mano para que no se le viera la risa, su madre se llevó a Berta con ella a la cocina, una vez sentado delante de su padre y los dos con las manos encima de la mesa.
PACO: ¿Y usted que intenciones tiene con mi hija?
YO: ¿Perdón?
PACO: ¿No me dirás que eres sordo?, en la farmacia tenemos unos aparatitos que te vendrían muy bien.
Llegué a pensar que me estaban tomando el pelo.
YO: Muy buenas, las intenciones, muy buenas las tengo con su hija.
PACO: ¿Cómo que muy buenas?
YO: Coño, usted me ha preguntado por mis intenciones, y yo le digo que son buenas.
PACO: A mí me habla con educación por favor.
YO: Pero si no le he faltado el respeto.
PACO: Lo del "coño" sobraba señor.
YO: ¿No podría usted tutearme?, es que llamarme de usted se me hace raro.
PACO: Mire, si usted no tiene una buena educación no es nuestro problema, en esta casa estamos todos muy bien educados y no le perdemos el respeto a las personas.
Su hermano se descojonaba mirando por la ventana disimulando.
YO: Está bien, ¿qué le gustaría saber?
PACO: Primero si vas a respetar a mi hija o tendrá que venir a casa llorando de las putadas que le hagas.
YO: Perdone pero a su hija ya hace tiempo que la respeto y que yo sepa no ha venido a su casa llorando en ningún momento.
PACO: Y usted será una persona íntegra que no ha estado antes casado o algo así, ¿no?
YO: Pues soy una persona íntegra, pero sí que he estado casado antes.
PACO: Claro, ya has hecho desgraciada a una mujer y puede que hasta unos hijos y ahora quieres hacer lo mismo con mi hija, pues que sepa que no estaré nunca de acuerdo con lo vuestro.
Con aquello se me inflaron los cojones, me puse de pie y el también mirándonos a los ojos.
YO (levantando la voz): Mire, su hija se quería ir y yo he querido hablar con usted, sinceramente me suda la polla que usted esté de acuerdo o no con lo nuestro, yo no hice desgraciada a ninguna mujer porque ella y mis dos hijos se mataron en un accidente de tráfico, y no se lo deseo a nadie, ni a gente tan gilipollas como usted, su hija y yo vamos a estar juntos y ser felices por mucho que le moleste, ¿te has enterado o te lo vuelvo a repetir?
Al hermano se le borró la risita de la cara de golpe, Berta y su madre salieron de la cocina mirándonos con los ojos como platos.
PACO (serio): María sácanos el coñac y dos vasos, que voy a brindar con este hombre por sus dos cojones bien puestos que tiene.
YO: El puto coñac no puedo ni olerlo.
PACO: ¿Whisky?
YO: Vale.
PACO: María, que sea whisky.
Y María abrió un armario sacando dos vasos y la botella, nosotros seguíamos mirándonos a los ojos sin apartarlos ninguno de los dos, Paco sirvió dos dedos a cada vaso y me paso uno, brindamos y nos lo tomamos de golpe.
PACO: Muy bien, ya podemos cenar.
La cena fue como la seda, nos llamamos de tú como si nos conociéramos de siempre y nos despedimos con un abrazo
Nos metimos en el coche para ir a casa de Berta.
YO: ¿Tú padre a tratado así a todos los novios que le has presentado?
BERTA: Es que, veras, eres el primero que he traído a su casa.
YO: Coño tía eso se avisa, los inventos con gaseosa joder.
BERTA (riendo): Es que no sabía que mi padre se comportaría así.
Me giré en el asiento besándola, metiéndole la mano por debajo de la faldita tocándole el coño por encima de las bragas.
BERTA: Mario por favor que estamos en mitad de la calle.
Yo seguía besándole el cuello y apartándole las bragas con dos dedos empezando una paja.
YO: Pues te vas a correr en mitad de tú calle por última vez.
Seguía frotándole el chichi, ella fue abriendo las piernas.
BERTA: Por última y por primera vez.
Llegué con los dedos al agujerito metiéndoselos un poquito siguiendo frotando con el resto de la mano, gimió mirando para todos lados para que nadie nos viera.
YO: No me digas que ningún noviete antes te ha metido en el portal a meterte mano o a que tú le hagas una paja.
BERTA: Pero que dices guarro, yo no hago esas cosas.
Le aceleré el movimiento de la mano metiéndole los dedos dentro y estaba a punto de correrse.
YO: Anda que no debes de haber hecho pajas tú en tu portal.
BERTA: Yo no hacía esas cos…
Se empezó a correr apoyando su boca en mi hombro para no gritar, abriendo y cerrando las piernas del gusto.
YO: Pues si no las has hecho antes lo vas a hacer ahora.
BERTA: ¿Qué?
Salí del coche rodeándolo abriéndole la puerta.
YO: Venga ven conmigo.
BERTA (riendo): Estás loco tío.
Pero ella salió y caminó conmigo otra vez hasta la puerta de su edificio, la abrió con su llave y nos metimos debajo de la escalera para que no nos vieran desde fuera.
YO: Va, sácamela y hazme una paja.
Me miraba sorprendida y con ganas de hacer algo nuevo, me desabrochó el pantalón, me bajó la cremallera y me metió la mano por dentro de los calzoncillos sacándome la polla, que la tenía bastante tiesa de hacerle la pajita a ella antes, la agarró con fuerza mirándome a los ojos y me besó.
BERTA: Que sepas que eres al primero que le toco la polla en un sitio como este.
Movía la mano haciéndome una paja mientras yo le tocaba las tetas, cuando la tuvo bien tiesa se agachó y se la metió en la boca chupándomela sin dejar de hacer su paja, veía que no podría correrme rápido de esa manera así que le di la vuelta levantándole la falda, ella sacó el culo apoyando las manos en la pared, le bajé las bragas a medio muslo y le metí la polla en el coño ahogando un gemido, la follé rápido y fuerte para correrme lo antes posible, ella se me avanzó tapándose la boca poniéndose colorada, corriéndose que le temblaban las piernas, le descargué toda la leche en su chumino y le subí las bragas, en ese momento oímos una puerta de un piso que se abría, salimos rápido y me acabé de abrochar el pantalón en la calle.
BERTA: Joder, si nos llega a pillar algún vecino que me conocen de toda la vida hostia, que vergüenza.
YO: Cállate, que ahora ya podrás decir que en tu portal has hecho una paja, te han follado y te has corrido, ¿qué más quieres?
BERTA: Eres un cerdo cariño.
YO: Y tú una guarra que caminas por la calle con una corrida en el coño que te debe de estar empapando las bragas mi amor.
Se moría de risa dándome un golpecito con el hombro.
BERTA: Marrano que eres.
YO: Y cuando lleguemos a tú casa te lo voy a comer con la corrida y todo para destrozarte a orgasmos.
BERTA (riendo): Venga coño que ya vamos tarde.