¿Quién soy? (11)
Una vez en la nueva ciudad me instalé en un hotel...
Una vez en la nueva ciudad me instalé en un hotel, fui a visitar lo que sería mi próxima casa y me encantó, pagué lo que me dijeron y la alquilé por un año con intención de que si todo iba bien comprarla, era grande con una buena terraza con vistas al mar, contraté a una empresa para que me la dejaran como yo quería, pintándola y añadiendo pequeños detalles, visité la ciudad, hice algunas compras y trabajé en un pequeño proyecto para Roberto, al tercer día entré en casa, coloqué la ropa en los armarios y fui a comprar al supermercado para empezar a hacer vida, el cuarto estaba sentado en un sillón mirando el mar después de salir a correr sin saber qué hacer, solo le daba vueltas a la cabeza y entendía porque la otra vez me dediqué a beber, borracho la cabeza se distrae y el sufrimiento es menor, hasta que te despiertas al día siguiente con resaca, entonces el monstruo sigue estando ahí y le sumas la culpa de haberte convertido en un borracho asqueroso que te hace degenerar cada día más, ya no te cuidas, vas sucio y acabas en lo más profundo de un agujero sin ver la manera de salir, no podía volver a llegar a eso pero ganas de beber tenía a todas horas, sonó el teléfono, miré quien era, en la pantalla ponía, “Berta”, no me creía que me llamara después de tanto tiempo, le contesté porque pensé que me iba a decir que tenía novio y se olvidaba de mí, o para decirme lo mala persona que era y lo mierda de tío que estaba hecho.
BERTA: ¿De verdad volviste a tú casa y no me avisaste para vernos?
Me lo decía con la voz rota llorando, me sorprendió tanto que no supe que decirle.
YO: Perdona Berta, ¿cómo te has enterado?
BERTA: Porque me ha avisado tú cuñada Julia, me estuvo buscando para decirme que habías estado en tú casa y que te habías vuelto a ir, ¿tan mal me porté contigo para que ni te despidieras de mí?
YO: Lo, lo siento, yo pensaba que…
BERTA: ¿Que pensabas tú?, estás fuera meses y cuando vuelves ¿piensas?, ¿qué coño piensas?
YO: Qué estabas con alguien, pensé que ya te habías olvidado de mí y hacías tú vida.
BERTA: ¿Pero no habría sido mejor hablar conmigo para saberlo?
YO: Te vi corriendo con un chico riendo, y pensé que ya eras feliz.
BERTA: Tú eres imbécil tío, me viste y no tuviste cojones de saludarme, ese chico es mi hermano capullo, está pasando unos días conmigo en casa para hacerme compañía porque no puedo olvidarme de ti, y tú desgraciado vienes y no me dices nada, me están entrando unas ganas de llorar…
Empezó a llorar y me hizo sentir como una mierda, no era capaz de hacer nada bien, ya la había cagado otra vez.
YO: Lo siento Berta.
Colgué el teléfono de vergüenza y odio contra mí mismo, me llené un vaso de whisky y me bebí la mitad de un trago, me bebí la otra mitad tan rápido que me subió un mareo de golpe a la cabeza dejándome tirado aquella noche en el sillón.
Me desperté por la mañana con un dolor de cabeza de puta madre y la promesa a mi mismo de no volver a repetirlo, tenía miedo de volver a caer en la bebida, me duché y desayuné, me volvía estirar un rato más, pensé en esperar al medio día que sabía que Berta no estaría trabajando para enviarle un mensaje:
YO: “Siento lo de ayer, no me esperaba tú llamada y me pillaste desprevenido, no puedo seguir contigo porque tengo miedo de hacerte daño”
No pasó mucho tiempo que recibí la respuesta:
BERTA: “No prefieres que te llame y hablamos directamente”
YO: “No por favor, mejor así que no me pongo nervioso, ya sé que soy un idiota”
BERTA: “¿Pero por qué coño me vas a hacer daño si estás conmigo?, me lo estás haciendo ahora que no me dejas verte”
YO: “Todos los que están conmigo acaban mal Berta, lo siento, mejor que lo dejemos así”
BERTA: "¿Pero qué dices tío?, si no me quieres dímelo directamente y no me vengas con tonterías."
Ya no supe que decirle y no le contesté el mensaje ni le cogí el teléfono un poco más tarde cuando me llamó, aquello lo único que hizo es que me sintiera peor.
Me llamó varías veces los siguientes días, a mí se me rompía el corazón cada vez que apagaba el teléfono o le cortaba la llamada sin contestar, fueron pasando los días y ella también fue dejando de llamarme, yo me mataba a pajas como un capullo pensando en ella, no me la podía quitar de la cabeza.
Estando con un cliente que teníamos confianza me habló de unas chicas de compañía que él conocía muy guapas y atentas, me lo pensé un par de días, hacía demasiado tiempo que no follaba, así que quedé con una para ir a cenar, y follar claro, la chica realmente valía lo que se pagaba, era guapa y espectacular de cuerpo vistiendo de manera impecable, me dijo que se llamaba Desiré, cenamos en un buen restaurante y fuimos a una habitación de hotel que había reservado antes, me empezó a desnudar y dejé que lo hiciera hasta dejarme en pelotas, luego lo hizo ella como si me hiciera un estriptís.
YO: Desiré cariño no puedes hacerlo de manera más natural, el bailecito me sobra.
DESIRE: Como tú digas Mario.
Se quitó lo que le faltaba de ropa acabando por la falda.
YO: No te quites las bragas por favor, ya lo haré yo.
La estiré en la cama con las piernas abiertas y le besé los muslos subiendo hasta meterle la nariz en las bragas oliéndoselas, se las cogí y estirando se las quité quedándome arrodillado en la cama para que me cogiera la polla con la mano y se la metiera en la boca, me chupaba la punta dándole vueltas con la lengua a la vez que con la mano me la apretaba, se la fue metiendo más profundamente pasando la palma de la mano por debajo de los huevos amasándolos y apretándolos con suavidad, la succionaba y chupaba poniéndome a cien, lo hizo bien pero para mí le faltó algo más para acabar de ser una mamada antológica, la estiré abriéndole bien las piernas, me puse un condón y se la fui metiendo hasta el final, ella movía las caderas a mi ritmo y gemía, para mí que se le notaba demasiado que fingía.
Me di la vuelta con ella dejándola encima, me fue cabalgando tocándose el pelo mirando para el techo, joder que peliculero que era aquello coño, si no fuera porque estaba tan caliente y necesitado me daban ganas de levantarme y largarme, se estuvo moviendo un rato pero yo me daba cuenta que así no me corría en tres días, me salí de debajo y la puse a cuatro patas, le apunté la polla en el agujero del coño, le pegué un empujón con toda la mala leche que pude metiéndosela hasta el final de un golpe, pegó un grito que no tenía nada de fingido, la saqué y la volví a meter como si quisiera clavársela en el estomago dando otro grito, giró la cabeza mirándome con extrañeza, no me dijo nada ni yo a ella, empecé a follar con un ritmo loco y con una fuerza que sus gritos eran espectaculares, acabando por clavar la cabeza como las avestruces en las sabanas para taparse la boca con lo que subió más el culo, pudiendo profundizar más en cada embestida que le daba chocando mis huevos contra su chocho, acabé corriéndome gimiendo como una bestia.
Desiré, o como coño se llamara realmente, se levantó mirándome raro con la cara roja, se metió en el cuarto de baño, yo le dejé un sobre encima de la mesa, salió y se vistió sin mirarme, cuando lo hizo miré el sobre, giró la cabeza cogiéndolo de la mesa y salió de la habitación despidiéndose con un simple, “Adiós Mario”, yo me vestí y me fui a dormir a casa que era más cómodo que el hotel, un mal polvo con alguien que se supone que es profesional del asunto, a mí particularmente no me gustó, pero lo repetí algunas veces más.
No quería volver al alcohol, pero empezaba a darme cuenta que cada noche necesitaba ir a dormir algo “puesto” para no pensar y dormir un poco en condiciones, eso me preocupaba, estaba en casa una mañana desayunando y recibí un mensaje:
BERTA: “Necesito hablar contigo, llámame o dime a qué hora puedo hacerlo yo, por favor”
Me parece que me pilló con la resaca y sin pensarlo la llamé.
BERTA: ¿Mario?
YO: Sí, no me acabas de decir que te llame, ¿Quién quieres que sea?
BERTA: Sí, sí, claro, perdona es que no me lo esperaba.
YO: ¿Qué quieres Berta?
BERTA: Había pensado que aunque ya sé que no quieres nada serio conmigo seguimos siendo amigos, ¿No?
YO: Claro, no tenemos por qué acabar mal.
BERTA: Es que tengo unos días de vacaciones y me gustaría visitar la zona donde vives.
Hostia, esta sí que no me la esperaba, no sabía que decirle y estuve a punto de colgar el teléfono, pero estaba demasiado necesitado de alguien que me diera un poco de cariño.
YO: Vale, ¿cuando quieres venir?
BERTA: Ya, ya estoy de vacaciones.
Le di la dirección completa y me dijo que saldría en coche aquella misma mañana, joder como me pilló, durante el tiempo que la estuve esperando pensé que lo mejor sería que se alojara en un hotel, y pasarla a buscar cada día para hacer turismo, por la tarde estaba Berta llamando a la puerta con una buena maleta, le abrí con la intención de hablar con ella pero antes de que pudiera decir nada, entró en mi casa con la maleta de ruedas que dejó de pie y me abrazó, me pasó los brazos alrededor del cuello poniendo su carita en mi cuello, sin decir nada, ni un solo reproche, ni una mala cara, contenta de verme, con aquella buena olor de su piel y de su perfume, yo tenía los brazos caídos de la sorpresa, lentamente los levanté para rodearla con ellos y poner las palmas de las manos en su espalda notando su contacto, la apreté contra mí cuerpo, me besó con dulzura el cuello, yo cerré los ojos y me empezaron a caer lagrimones por las mejillas, me cogió la cara con las dos manos pasándome los pulgares por debajo de los ojos secándome las lágrimas.
BERTA: No llores cariño por favor, ya estoy aquí y no dejaré que nada malo te pase.
Me besó suavemente los labios y ya me tenía totalmente en sus manos.
Me llevó hasta el sofá, me sentó y se puso a horcajadas encima de mí, nos besamos despacio, ella me acariciaba la cara y yo le pasaba las manos por la espalda, estuvimos mucho tiempo besándonos y abrazándonos sin decir nada ni falta que hacía, se puso de pie delante de mí, se quitó la camisa y el sujetador viéndole las tetas que tanto había echado de menos, se bajó la falda y se quedó en bragas, se acercó cogiéndome la cabeza poniéndome su coño en la boca, se acordaba de lo que me gustaba, olerle las bragas y lo hice metiéndole la nariz, se las bajé y le puse la lengua en el inicio de la rajita metiéndola despacio lamiendo, llevó su cabeza para atrás gimiendo, me dejó que le comiera un ratito él chichi y se arrodilló desabrochándome el pantalón, me cogió la polla, yo le iba a decir algo pero no me dejó poniéndome dos dedos encima de los labios juntando los suyos haciendo el típico sonido del “Ssssss”, para que me callara, se metió el cipote en la boca chupándolo hasta tener la mitad dentro volviéndolo a sacar, se lo metió hasta el final y lo sacó succionando, me hizo gemir y mover las caderas del gusto, se subió encima metiéndose la polla en el coño bajando el culo hasta que tocó con mis huevos, me miró a los ojos y empezó con un balanceo de caderas y culo que me volvía loco, no podía apartar la mirada de sus bonitos ojos viendo como gemía excitada y me hacía gemir a mí, seguía pasándome su dedo por la cara como si me limpiara unas lagrimas que ya no caían, nos corrimos lo dos quedando quietos uno encima del otro, se puso de pie cogiéndome de la mano y me pidió que la llevara a mi habitación, la llevé sin atreverme a decirle nada, me estiró en la cama poniendo su cabeza encima de mi pecho mirándome a los ojos.
BERTA (sonriendo): ¿Cómo estás cariño?
Volví a llorar mirándole aquellos ojitos.
YO: Bien, ahora bien.
BERTA: ¿Me lo explicarás todo?
YO: Claro que sí.
Y en aquella cama y en aquella posición empecé a explicarle la historia desde el principio, nos estiramos uno al lado del otro, nos abrazamos de lado, con ella apoyando su cabeza en mi hombro, ella estirada y yo con la cabeza en su barriga mirando al techo, cambiábamos de posiciones y yo seguía sin dejar el hilo narrándole todo lo que había sido mi puta vida hasta ese momento, acabamos sentados uno delante del otro pasando las piernas por los lados y con cuerpos muy juntos.
YO: Entiendes ahora porque te quiero lejos de mí, todas las personas a las que he querido han acabado mal, no podría soportar que a ti te pasara algo por mi culpa.
BERTA: ¿Me estás diciendo que me quieres tanto que me separas de ti?
YO: No sé Berta, no me líes coño.
Me sentía presionado.
BERTA: ¿Me quieres o no me quieres?
YO: Claro que te quiero joder, te quiero una barbaridad, me da miedo de tanto que te quiero.
Me sonrió y me besó con cariño.
YO: Y no entiendo cómo puedes estar conmigo después de todo lo que te he hecho, no decirte que había vuelto, no despedirme de ti, colgarte el teléfono y no contestarte los mensajes, peor contigo no me he podido portar Berta.
Me volvió a besar.
BERTA: Porque te quiero mucho, y ahora sé que tú también a mí.
Me abracé a ella pidiéndole perdón.
BERTA: Cariño, ahora estoy muy contenta por haberte reencontrado y estar contigo pero esta me la vas a pagar por mis ovarios chaval.
Se descojonó de risa.
BERTA: Y ahora, haz el favor de comerme el coño hasta reventarme a corridas capullín.
Metí la cabeza en medio de sus piernas y le empecé a lamer la parte interna del muslo subiendo al agujerito del coño abriéndoselo con la lengua para seguir subiendo mojándoselo hasta el clítoris para lamérselo un poco y volver a bajar, ella jadeaba sujetándome la cabeza con una mano, dejándome que yo pudiera pasarle la lengua por todos los rincones, me metí en la boca la parte del clítoris succionándolo, levantó el culo de la cama dejando ir un buen gemido, le bajé la intensidad lamiéndoselo con suavidad presionando más con la lengua poco a poco hasta hacer que se corriera cogiéndome del pelo, sin dejar que descansara seguí lentamente hasta que estabilizó los gemidos para volver a lamer, haciéndole subir de nuevo la excitación con nuevos gemidos y más movimientos de caderas y culo hasta que se volvió a correr otra vez, me miraba con los ojitos brillantes y con cara de querer más, le levanté las piernas apoyando sus pies en mis hombros y le metí la polla en su coño empapado de flujo y saliva, al principio la penetraba con un ritmo suave de mis caderas, pero no tarde mucho en ir aumentándolo para hacer que gritara y se volviera a correr poniendo los ojos en blanco, seguí con el mismo ritmo y ella se apoyó sobre sus codos en la cama, incorporando el tronco para mirarme a los ojos con la cara desencajada de gusto.
BERTA: Me estás destrozando, sigue, sigue y no pares que me corro otra vez.
Aumenté más el ritmo de mis caderas chocando con más fuerza mis huevos contra su culo, dejó caer la espalda en la cama abriendo los ojos y la boca, dejando ir un grito corriéndose agarrando con fuerza la sabana con sus manos, no paré de moverme hasta que se le relajó la carita y dejó de gemir, se la saqué despacio mirando como respiraba profundamente recuperándose, en cuanto recuperó el aliento me estiró boca arriba a su lado poniendo una mano debajo de mis huevos amasándolos, abrí las piernas para que pudiera hacerlo sin dificultad, rápidamente subió agarrándome la polla haciéndome una paja, me besó sin dejar de mover la mano y con una sonrisa picarona se la metió en la boca chupando la punta, poco a poco fue profundizando y llegó a metérsela toda volviéndola a sacar dejándola llena de saliva, la pajeó un poco más escuchando el sonido de su mano resbalando entre la saliva, se la volvió a meter en la boca succionando con una fuerza que me levantó el culo de la cama pegando un grito, siguió haciéndolo volviéndome loco totalmente descontrolado del gusto que me subía, de pronto se quedó con el glande dentro de su boca chupándolo suavemente, haciéndome por debajo una paja bestial, cuando estaba a punto de correrme abrió la boca acercando la lengua pasándomela por encima del agujerito, empecé a correrme tirándole lechazos en la boca, en los labios y en la cara, no paró de pajearme y chuparme la punta hasta que saqué la última gota dejándome con la mente en blanco, me dejó descansar un poco
BERTA (sonriendo): ¿Te ha gustado cariño?
YO: Has estado genial, lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
Soltó una carcajada.
BERTA: Pues venga, vamos a ducharnos que con tanto meneo me ha entrado un hambre de narices.
Nos duchamos, nos pusimos algo por encima para estar cómodos y bajamos, ella abrió la nevera a ver que encontraba para cenar y yo subí su maleta a la habitación, hicimos la cena juntos y abrimos una botella de vino, brindamos por nosotros.
YO: Lo siento Berta, no tenía planeado nada de esto, sabes que había pensado en decirte que estuvieras en un hotel, como no estaba nada seguro de decírtelo te he dejado coger la iniciativa y ya ves.
Me miró sonriendo a los ojos y me cogió la barbilla con los dedos besándome de nuevo.
BERTA: No entiendo cómo te has podido separar de mí de esta manera.
YO: Es que no me has escuchado cuando te he contado la historia, para no hacerte daño, tengo la cabeza hecha un lio, primero mi hermano y después mi familia, no quiero que te pase nada.
BERTA: Pero qué coño me va a pasar hombre, ¿eres tonto o qué?, me has hecho daño no queriendo verme, colgándome el teléfono y con todas tus tonterías, eso sí que me ha hecho daño “atontao”.
YO: Ya te he dicho que lo siento, y te lo vuelvo a decir.
BERTA (riendo): Y las veces que te quedan chaval, no te voy a dejar solo ni un momento que desaparecerás a la que me despiste.
YO: Necesito poner en orden mi cabecita pero te prometo que no me iré a ninguna parte sin que tú lo sepas.
Mentalmente estaba hecho un puto lio, por un lado tenía mis pajas mentales de que no podía querer a nadie porque acabaría mal, y por otro la necesitaba a ella a mi lado porque si no el que acabaría mal era yo, era un flojeras que no podía estar lejos de ella queriéndola como la quería sin calentarse la cabeza y sin tener más salida que beber para olvidar, menudo inútil.
BERTA: ¿Está bien cariño?, ahora cenamos y bebemos para celebrar que estamos juntos, a partir de mañana ya hablaremos con más tranquilidad.
Acabé la noche pidiéndole doscientas mil veces más que me perdonara, después de unas copas nos fuimos a dormir.