¿Quién soy? (10)

Tuvieron que pasar varios días...

Tuvieron que pasar varios días para que con el apoyo de mi hermana y Greta volver a sentirme bien, bueno, bien del todo no me sentí nunca, algo más faltaba para acabar de cerrar el circulo.

Bastantes días más tuvieron que pasar para que una tarde que paseábamos en coche con Greta, le dijera de pasar por el centro de un pueblo vecino que no había visto desde que me fui, ella me dijo que mejor que no porque estaría lleno de turistas y nos costaría pasar por allí, a mí que me dijeran que no a algo me picaba la curiosidad, si encima ponían la cara que estaba poniendo Greta de preocupación todavía más, así que pasamos lentamente por el paseo, dejando cruzar turistas a cada pocos metros, entonces por casualidad salieron varios tíos medio borrachos de un local, le iba a comentar a Greta lo mal que iban aquellos tíos y me fijé en la fachada viniéndome un flash a la cabeza, aparqué el coche y me bajé.

GRETA: ¿Dónde vas Alex?, vuelve al coche.

Iba decidido a entrar en aquel lugar y Greta me avanzó corriendo poniéndose delante.

GRETA: Por favor Alex, no entres.

YO: ¿Pero qué pasa, porqué no puedo entrar ahí?

GRETA: Por favor, te lo suplico si quieres, pero no entres ahí.

Llegué a pensar que igual me encontraba con algo tan desagradable como lo fue el encuentro con mi padre, o incluso peor y alguien me daría una paliza, pero tenía que hacerlo.

Al entrar y ver el local que no había cambiado en ese tiempo me vino todo a la cabeza, alguien me preguntó que quería tomar, le pedí una cerveza al camarero, me la puso y se la pagué, me senté en un taburete de la barra y lo vi como si fuera una película. Estaba jugando al futbolín con unos amigos, en una mesa cercana había un grupo de amigos hablando y riendo, me empecé a mirar con una de las chicas que tenía una carita preciosa, acabamos hablando en una mesa solos, era Ana la que después sería mi mujer, me levanté del taburete y me senté en la misma mesa, era como si estuviera hablando con ella, hacía poco tiempo que a los dos nos habían dejado, Greta se lio con un pijo insoportable y me dejó, Ana estaba pasando unos días de vacaciones con unos amigos. Nos estuvimos viendo cada día las dos semanas que pasó en el pueblo, ella consiguió que naciera algo dentro de mí que no conocía, su dulzura, el amor que desprendía me hizo cambiar, nos llamamos muchas veces ese verano y acabamos estudiando en la misma universidad, por eso me fui de allí, por amor, para estar con Ana y hacer algo de provecho como decía ella, me acabé la cerveza y salí a la calle, Greta me esperaba sentada en el paseo, se levantó y al verme la cara bajó la cabeza dándose cuenta que había recordado.

GRETA: Lo has recordado todo ¿verdad?

YO: Sí.

GRETA: Lo siento, ¿vamos a casa?

YO: Sí, vámonos a casa.

Volvimos y al llegar estaba mi hermana esperándonos, Greta la había llamado, entramos en casa y Espe me pidió que nos sentáramos para hablar.

ESPE: Perdóname Alex, no pensé que llegaras a recordar tantas cosas, confiaba en contarte la parte dulce de tú historia y que no buscaras más, por eso le dije a Greta que te viniera a ver, para que recordaras tú vida con ella que fuiste feliz, cuando Greta me dijo que se estaba enamorando de ti me pareció genial, enamorado de ella y si yo te encontraba un buen trabajo podías sentirte feliz y no querer volver a irte, por eso te dejé mirar la contabilidad de la empresa para contratarte después sin tener idea que descubrirías lo que descubriste del cabrón de Max, parecía que todo iba bien pero no conté que tú buscarías la verdad de cualquier manera.

YO: Entonces, todo era un plan entre vosotras para que me quedara.

GRETA: Al principio era para que tú te encontraras a gusto aquí, lo que no esperaba yo era que me volviera a enamorar de ti, lo siento.

YO: Pasaré unos días más por aquí y me marcharé, estoy arto de esta mierda.

ESPE: Alex por favor piénsatelo, tienes un buen trabajo, una buena casa, hasta alguien que te quiere como Greta, a tú hermana que también te quiero y me gustaría que te quedaras, por favor, ¿porqué no te quedas?

YO: No me puedo quedar cuando todo está sujeto por una base de mentiras e intereses.

No dijeron nada y se fueron las dos, me quedé solo intentando ordenar mis ideas.

Estuve unos días más solo en casa y llamé a Julia para saber en qué universidad había estudiado Ana, no se esperaba que la llamara y me preguntó si volvería pronto, le dije que tal vez pero que era muy importante saber lo de la universidad, lógicamente me lo dijo y preparé el viaje para ir a visitarla.

Pensaba en marcharme de la isla sin despedirme de nadie, pero esperando embarcar en el aeropuerto saqué el teléfono y después de mirármelo un rato les envié un mensaje a Esperanza y Greta.

“Aunque me habéis engañado os quiero agradecer que intentarais hacerme feliz, me voy y no creo que vuelva nunca más”

Solo me contestó mi hermana deseándome que fuera feliz, llamaron para embarcar y aterricé cerca de la ciudad donde estaba la universidad donde fui con Ana, el amor de mi vida, la persona que consiguió sacarme de la vida que llevaba por amor, por dulzura, por ser una persona de ideas claras y sencillas que tenía muy claro lo que quería y como lo quería, y yo fui el inútil que no supe ni salir solo de la mala vida que llevaba ni cuidar de ella y mi familia para que no les pasara nada, el sentimiento de culpa volvía a atacar mi cabeza.

Alquilé un coche en el aeropuerto para dirigirme a la universidad, pasé la noche por el camino y al día siguiente a media mañana dejé el coche en un parking, caminé hasta la plaza central de aquella universidad, mirando por allí me acordé del camino que hacíamos con Ana para llegar a nuestra facultad, me senté delante de la puerta mirando para todos los lados intentando recordar alguna cosa, estuve toda la mañana, acabé entrando en un auto servicio a comer alguna cosa, me acordé de estar los dos cogiendo las bandejas, Ana reía y yo la seguía, podía ver hasta la maldita comida que se ponía en la bandeja aquel día, se me escaparon las lágrimas, me las intentaba quitar de la cara con la mano para que la gente no se diera cuenta, la chica de la caja me preguntó si estaba bien, le dije que sí, me senté en una mesa sin poder comer, solo me venía a la cabeza Ana riendo delante, estaba concentrado en eso y una señora vestida de cocinera me estaba hablando…

SEÑORA: Perdona, tú, ¿tú no eres Mario?

Hostia alguien me conocía.

YO: Sí, me llamo Mario, tuve un accidente y perdí la memoria, estoy intentando recuperarla.

SEÑORA: Lo siento mucho chico, ¿y de Ana te acuerdas?, que buena chica.

Me puse muy triste mirándole a los ojos.

YO: Ana murió, estábamos casados y se fue para siempre.

Me empezaron a caer algunas lágrimas y la señora me puso una mano en la cabeza intentando consolarme.

SEÑORA: Lo siento mucho Mario.

YO: Usted no sabrá donde vivíamos Ana y yo cuando estuvimos aquí.

SEÑORA: Sí, vivíais en los Apartamentos Verdes, saliendo hacía el pueblo por la carretera nada más entrar la primera calle a la derecha darás con ellos, son unos pintados de verde por eso su nombre, yo era muy amiga de Ana, habíamos pasado muchas horas hablando.

Se agachó y me dio un beso en la mejilla.

SEÑORA: Se fuerte Mario, a ella le hubiera gustado que salieras para adelante.

Cuando ella se metió en la cocina yo salí de allí para ir a buscar el coche, durante el trayecto a pie y en coche pensé en lo que me había dicho, “A ella le hubiera gustado que salieras para adelante”, nunca lo pensé, si lo hubiera pensado en su momento seguramente no habría llegado tan bajo como llegué, pero en aquel momento no estaba con mi cabeza centrada en nada, fue demasiado duro perder mi familia de un momento para otro , y peor aún después de todo lo que sabía, todas las personas que quería y me importaban se morían, primero mi hermano y después mi familia.

Llegué al pueblo y giré la calle, fui mirando a cada lado hasta llegar a un terreno donde había construido un pequeño bloque de apartamentos, dos pisos de cuatro apartamentos con unos pasillos a donde daban las puertas de entrada, bajé del coche y los miré de fuera, recordé perfectamente el nuestro, era el último de la segunda planta, en la puerta había unos chicos hablando con unas chicas que debían de ser del apartamento de al lado que también tenían la puerta abierta, me acerqué a ellos subiendo al segundo piso.

YO: Perdonar, vosotros estáis viviendo en este apartamento.

Me miraron todos como si fuera un pardillo.

CHICO: Sí, estamos él y yo.

Me señaló al compañero que tenía al lado.

YO: Me llamo Mario y hace años viví aquí con mi novia mientras estudiábamos en la universidad, me gustaría poder entrar y volver a verlo para recordar aquellos momentos.

CHICO: No se tío, y si no traes buenas intenciones.

UNA CHICA: Va hombre déjalo entrar un momento, no pasa nada.

YO: Mi novia murió hace un tiempo y estoy recorriendo todos los sitios donde estuvimos antes.

Todos se quedaron en silencio, el mismo chaval me indicó con la mano que entrara, entré y todos ellos se arremolinaron en la puerta para ver lo que hacía, me paré en la entrada, había una cocina a la izquierda, delante el salón con un pequeño pasillo a la derecha con dos habitaciones y el cuarto de baño, delante del salón una pequeña terraza, entré al salón y la película de mi vida se puso en marcha una vez más…

Estábamos con Ana en el sofá, ella reía como siempre y nos besábamos, nos desnudábamos muy despacio, prenda a prenda sin dejar de besarnos, le apoyé la espalda en el sofá comiéndole los labios, acariciándole las tetas, ella me abrazaba pasando sus manos por la espalda, fui bajando mi boca chupándole las tetas para ponerle los pezones duros, Ana me cogía rodeando sus brazos mi cabeza levantando la suya mirando al techo, mientras yo seguía bajando hasta las bragas metiendo la nariz en medio de sus piernas oliéndolas, se las agarraba por los lados y se las quitaba metiéndole la lengua en medio del coño, lamiéndole despacio y con cuidado, ella levantaba las piernas para que se lo pudiera comer mejor y empezaba a gemir suavemente, me encantaba írselo comiendo despacio de arriba abajo y de abajo arriba para que se fuera excitando, gimiendo cada vez más fuerte hasta entretenerme en el clítoris, chupándoselo y lamiéndoselo hasta que se corriera.

Esa vez ella me dio la vuelta antes, me dejó sentado en el sofá subiéndose encima, me cogió la polla con la mano subiéndome y bajándome la piel que cubría el glande un par de veces para comprobar que la tenía lo suficientemente dura, se la metió en el coño y bajó el culo muy despacio penetrándose hasta el fondo, como me gustaban sus movimientos de caderas a la vez que con sus manos me acariciaban el pecho, la cara, o el cuello, con aquella delicadeza que le recordaba, sin dejar de mirarme con sus bonitos ojos, aceleraba sus movimientos moviendo todo el cuerpo, llegó a un orgasmo gritando, agarrándome fuerte la cabeza apretándola contra su pecho escuchando su voz sexi, se levantó sonriendo y se arrodilló delante de mí metiéndose la polla en la boca chupándomela con sus flujos, me ponía a cien en nada, se la metía hasta el fondo, la sacaba succionando volviendo a metérsela apretando los labios, la volvía meter succionando con toda dentro con fuerza y la sacaba lentamente hasta tener la punta en sus labios, pajeándola fuerte por debajo hasta que me corría en su boca, la sacaba para que algunos lechazos le dieran en la cara y los labios sin cerrar la boca, sabía perfectamente lo que me gustaba y lo hacía por mí, me miró a los ojos.

ANA: Como te gusta que te hagas estas cosas tío.

Se dio la vuelta para ir al cuarto de baño y, ¡joder!, tenía en la espalda encima del culo la misma mancha de nacimiento que su hermana, me desperté de aquel sueño de golpe, miré alrededor y estaban los cuatro chicos dentro del salón, mirándome a mí sentado en el sofá como si me hubiera muerto.

CHICA: ¿Estás bien?

Me levanté dirigiéndome a la puerta.

YO: Muchísimas gracias, no sabéis lo importante que ha sido para mí verlo.

Cogí el coche y me fui directo al aeropuerto, por el camino seguí recordando como al llegar con Ana lo primero que hice fue cambiarme el nombre y los apellidos de lugar, adopté el de mi madre. Saqué un billete para volver a casa y esperé pasando la noche a que saliera el vuelo al día siguiente a primera hora, llegué a casa con un taxi, estaba hecho polvo de no dormir, entré en casa y estaba como si no me hubiera ido, la empresa que me la cuido lo hizo perfecto, me duché y me metí en la cama a dormir un par de hora, fue despertarme y llamar a Julia.

YO: ¿Dónde estás Julia?

JULIA: Bueno, bueno, tranquilo hombre, estamos meses sin saber nada de ti y ahora todos son prisas, me llamas para saber lo de la universidad y ahora para saber donde estoy, en casa, donde voy a estar, en mi casa.

YO: Pues no te muevas que voy a verte.

No sé qué me iba a decir pero le colgué antes saliendo para su casa, llegué y me abrió la puerta ella misma.

JULIA: ¿Qué tal?, tanto tiempo sin verte y te presentas así.

YO: ¿Puedo pasar Julia?

JULIA: Sí hombre pasa, ¿quieres algo?, un café o algo para comer.

YO: Lo que quiero saber es porque me mentiste, tú y yo NO éramos amantes cabrona de mierda, aquella tarde estuve follando, pero no contigo, fue con Ana, con ella todo iba perfecto, ¿por qué coño lo hiciste joder?

Bajó la cabeza empezando a llorar, se sentó en el sofá.

JULIA: Lo siento Mario, erais tan felices, todo era tan perfecto, vosotros que os adorabais, con dos niños preciosos, que yo os tenía envidia, lo siento, mi matrimonio y no poder tener hijos me hacía miraros con envidia, cuando pasó la maldita desgracia aquella tú estabas tan desolado que intenté consolarte y casi nos enrollamos, me echaste de tu casa y no te volví a ver hasta que te encontré sin memoria, entonces no tenía intención pero todo se puso tan de cara enrollándonos que no quise evitarlo, te había deseado tantos años y aquel momento te pude tener, perdóname Mario, se que fue una cabronada.

YO: Me cago en mi vida Julia, me cago en mi vida, ¿es que nadie desde que perdí la puta memoria me ha dicho la verdad joder?, todos os habéis intentado beneficiar con algo, me cago en mi puta vida.

Salí de su casa muy cabreado y con la sensación de que todos eran unos cabrones, me fui a mi casa, por el camino me paré a comer algo y me estiré en el sofá a pensar. Cuando ocurrió el accidente me vine tan abajo que quemé todos los recuerdos que pude y las tarjetas de crédito, solo me quedé con el documento de identidad que también perdí un tiempo más tarde, me fui al lugar más sombrío, sucio y hecho polvo que encontré para destruirme, luego las cosas fueron como fueron. ¿Y ahora que hacía con mi vida?, ¿seguía viviendo allí, trabajando en la empresa como si no hubiera pasado nada?, no podía.

Aquella tarde me presenté en casa de Carmen, si no la hubiera encontrado sabía que estaría en el hospital, llamé a la puerta y me abrió ella risueña, sonrisa que se le heló al verme.

CARMEN: ¡Mario!, ¿qué haces aquí?

En ese momento apareció detrás de ella un hombre sin camiseta.

HOMBRE: ¿Pasa algo Carmen?

CARMEN: No, todo está bien, es un viejo amigo.

HOMBRE: Pues hazlo pasar, no lo tengas ahí en la puerta mujer.

Entré y me presentó a Jaime, un médico del hospital con el que estaba viviendo desde no hacía mucho, nos sentamos en los sofás.

CARMEN: ¿y qué te trae por aquí Mario?

YO: Qué por fin puedo llenar la libreta, ya sé quién soy y quién fui.

CARMEN: Hostia que fuerte, explica, explica.

Jaime preguntó de qué iba todo aquello, Carmen le hizo un resumen rápido, me invitaron a tomar algo y les expliqué toda mi historia hasta ese momento. Nos acabamos despidiendo con un abrazo y me fui a casa. Cenando seguí pensando que hacer, la única persona honesta y que me llegó a querer fue Berta, de la que estaba enamorado pero no me veía capaz de volver, sentía mucho por ella y me daba pánico pensar que si estaba con ella y le pasaba algo no me lo perdonaría jamás, a todas las personas que quise en el pasado acabaron muertas y eso pesaba demasiado en mi cabeza, me fui a dormir.

Al día siguiente fui a primera hora a la empresa, quería ver a María, otra gran persona que ayudaba a los demás sin esperar nada a cambio, nos abrazamos.

YO: ¿Cómo va todo María?

MARIA: Me va muy bien gracias a ti Mario, sabes que te estoy muy agradecida, ¿verdad?

YO: Ya lo sé María, aprovéchalo que te lo mereces, ¿tienes algún novio ya?

MARIA: No, estoy muy bien sola haciendo lo que me da la gana, algún rollito de vez en cuando y ya tengo bastante.

YO: Me vengo a despedir María, me vuelvo a ir por ahí, no sé qué haré pero tengo que irme.

MARIA: Por favor no vuelvas a hacer lo mismo que hiciste, no te destruyas, prométemelo.

YO: Te lo prometo, sé que hice una tontería y no tengo ganas de repetirlo.

Después fui a ver a Roberto para explicarle mis planes, la idea era ir a vivir algún sitio con playa, lejos de todo y montar una especie de consultoría para empresas, para ayudarles a expandirse o mirarles la contabilidad a ver cómo podían tener más beneficios, Roberto me pidió que siguiera vinculado a la empresa aunque fuera a distancia, cosa que me pareció perfecto, yo le pedí que se cuidara de poner a la venta mi casa, durante el resto del día me preocupé de buscar en los pueblos o ciudades que en principio había pensado ir a vivir algún apartamento o casa que me gustara, encontré una casa que se veía bastante bien y me puse en contacto con una inmobiliaria para alquilarla con posibilidad de comprarla más adelante, empecé a recoger las cosas más imprescindibles de mi casa dejando todo tipo de recuerdo de la vida pasada, con un par de maletas tendría bastante.

Así solo me quedaba una cosa por hacer que me hacía ilusión, ver a Berta por última vez, no tuve cojones de hacerlo personalmente, a primera hora del día siguiente me escondí con la esperanza de verla pasar corriendo, a la hora de siempre la vi entrar por la puerta del parque, estaba guapísima y muy bonita, como la recordaba, corría al lado de un chico con el que hablaba y reía, la seguí con la vista hasta que desaparecieron, pensé que me alegraba de verla feliz, pero la realidad es que sentí celos y luego impotencia de no poder estar con ella llorando detrás de aquel árbol como un idiota, allí me salió todo, las mentiras que todos me intentaron colar, las desgracias de mi vida y lo mal que las había gestionado, solo Ana fue capaz de hacer que fuera mejor persona, ella sí que era fuerte y tuvo la paciencia y el coraje para hacerme cambiar, en cuanto ella faltó yo volví a ser el gilipollas de toda la vida haciéndome daño, me acordé de las palabras de la cocinera de la universidad, “A ella le hubiera gustado que fueras fuerte y siguieras para adelante”, yo sabía que tenía razón, así que salí de detrás del puto árbol limpiándome las lágrimas, fui a buscar el coche para largarme de allí para siempre.