¿Quién soy? (1)
Estaba borracho, muy borracho, me levanté del taburete...
Estaba borracho, muy borracho, me levanté del taburete poniéndome de pie sujetándome a la asquerosa barra de aquel cuchitril de bar que iba cada día, caminé sujetándome para no caerme hasta el lavabo lleno de mierda porque la gente no meaba ni cagaba donde debía hacerlo, me miré al espejo y lo que vi estaba en consonancia con el entorno, una cara demacrada y chupada con el pelo largo por debajo de los hombros y una barba descuidada de vete a saber cuántos meses, llevaba puesto un vaquero y una camisa con más mierda que la bombilla de una cuadra y que encima no conjuntaban una pieza con la otra, lo único que parecía que tenían un poco de vida eran los ojos verdes que cada día se apagaban un poco más por falta de esperanza, miré la hora tambaleándome y salí de aquel deprimente local para ir a mí apartamento, caminaba con una mano rozando la pared para apoyarme en ella cuando mi cuerpo perdía el equilibrio, a una manzana y media del apartamento me encontré con la puta del barrio, a la que todo el mundo conocía como Marlén y nadie sabía su verdadero nombre.
MARLEN: Buenas noches Mario.
YO: Hola bonita, ¿cómo estás hoy?
MARLEN: Hay mi Mario siempre tan educado, ¿quieres hacer alguna cosa cariño?, hoy te haré buen precio.
Estaba parado aguantándome en la pared con una mano y procurando no perder el equilibrio, estaba yo como para que me hicieran alguna cosa a esas alturas, no me encontraba ni la polla.
YO: Muchas gracias guapa, esperaré a final de mes que cobre la ayuda…
Una pequeña paga que ella me dijo como conseguirla, de una ONG ó algo parecido, que había en el barrio para ayudar a las personas más desfavorecidas.
YO: … me voy para mí casa que no me encuentro muy fino.
MARLÉN: Adiós guapo cuídate.
Ella siguió caminando por la acera con el sonido de los tacones al pisar, daba unos diez o quince pasos y volvía para atrás, así se pasaba casi todo el día esperando algún cliente, ella era la única persona de aquel barrio de mierda con la que me paraba a hablar y la saludaba siempre, era la única que tenía corazón, los demás parecían todos unos zombis programados para hacer cada día lo mismo, llegué a casa abriendo la luz del deprimente apartamento donde entrabas directamente en el comedor, con un sillón y una tele delante, una ventana con una cortina que ya no se sabía del color original que debía de ser y a un lado una mini cocina, entré al cuarto de baño a mear, cuando acabé me tambaleé tocando los hombros en una pared de un lado y en la otra agachándome rápido para vomitar, me lavé la boca y entré en la única habitación dejándome caer encima de la cama con unas sabanas que olían a yo que sé de los días que hacía que no las había cambiado, en aquellos momentos no sabía ni si tenía de recambio, me dormí tal cual.
Me despertaron los rayos de sol que entraban por la ventana, aproveché para quitarme la ropa y cerrar la persiana para volver a la cama y no levantarme hasta pasado el medio día, abrí la nevera y metí en el microondas la última bandeja de comida preparada que quedaba, pensé que por la tarde tendría que pasar por el supermercado a comprar algunas más, comí sentado en el sillón mirando la tele y bebiendo un coñac barato que también se acababa, me quedé dormido otra vez y me desperté un par de horas más tarde con la intención de ir a comprar, cogí el pantalón para ponérmelo y vi que estaba vomitado de la noche anterior igual que la camisa, abrí el armario y saqué otro vaquero y camisa que creo que no estaban limpios pero daba igual. Ya de vuelta con la bolsa con cinco bandejas de comida para recalentar y un par de botellas de coñac, que era malo de cojones pero barato, me paró de nuevo Marlén.
MARLEN: ¿Cómo estás hoy Mario?, ayer estabas muy mal tío, tendrías que cuidarte un poco más hombre, comer más sano y no beber tanto.
YO: Gracias por preocuparte por mi bonita, pero yo solo tengo la esperanza de morirme pronto y a tomar por culo todo.
MARLEN: Haz el favor de no hablar así, a mi no, no te consiento que seas tan negativo, ven conmigo.
Me agarró de la mano y me llevó a un callejón lleno de mierda, me apoyó en la pared y se agachó desabrochándome el botón del pantalón, me bajó la cremallera y los pantalones con la ropa interior y se metió la polla en la boca haciéndome una mamada, me la puso tiesa y me corrí en nada con ella haciéndome una paja tirando la leche al suelo, mientras yo miraba una rata como paseaba por encima de la basura.
MARLEN: Siempre me sorprendo de la buena polla que tienes tío.
Me subí los pantalones y salimos de allí.
YO: Muchas gracias Marlén, tú sí que te mereces salir de esta mierda y tener una vida mejor.
Llegué a casa, metí la compra en la nevera, dormí un rato más y salí para ir al antro asqueroso de cada día a emborracharme una vez más.
Esa era mi rutina diaria acabando cada noche igual, algunos días con favores de Marlén, otros pagándolos y la mayoría sin nada de sexo que tampoco lo necesitaba tanto, tenía la polla como el resto del cuerpo, hecha una porquería.
Una noche de vuelta a casa dando tumbos por la calle vi que cuatro chicos estaban atacando a Marlén, la estaban empujando dentro del callejón, ella gritaba y los putos vecinos no decían nada, nadie salió por una ventana, nadie bajo a la calle a defender una vecina, eran todos unos putos zombis cabrones, entré al callejón sin pensármelo con un cubo de basura de metal, dos chicos la estaban sujetando por detrás y otros dos delante le estaban arrancando las bragas, llegué hasta ellos y les tiré el cubo a los de delante haciéndoles caer por el suelo, los de detrás la soltaron para atacarme a mí y me tiré encima de ellos gritándole a Marlén que se fuera de allí, salió corriendo asustada gritando pidiendo ayuda, a mí entre los cuatro me pusieron a caldo, nadie vino ni se preocuparon de lo que podía estar pasando en aquel callejón de mierda, yo me quedé quieto en el suelo esperando que con un poco de suerte me mataran y me enviaran al infierno de una puta vez.
Me desperté encima de una cama blanca, con ropa blanca y en una habitación de paredes blancas con un televisor colgado delante, una cosa estaba clara, en el infierno no estaba. Entró una enfermera joven y al verme con los ojos abiertos salió de la habitación corriendo, al poco rato llegó de nuevo acompañada de varias personas más con batas blancas, me examinaron, me dijeron que siguiera una linterna pequeña de lado a lado y entonces me hicieron la gran pregunta…
DOCTOR: Hola, ¿Cómo se llama señor?
YO: Buenos días, me llamo…, si hombre me llamo…, hostia puta no lo sé.
DOCTOR: Tranquilo, no se preocupe, le ira volviendo la memoria poco a poco.
YO (nervioso): ¿Cuánto hace que estoy aquí?
Se miraron entre ellos y uno de los doctores, el más viejo me dijo…
DOCTOR: Mire, nos vamos a ir y vendrá la enfermera a hablar con usted, para explicarle cosas y a ver si usted va recordando poco a poco.
Se fueron todos sin prestarme demasiada atención, entró la enfermera del principio con una libreta y se sentó a mi lado.
ENFERMERA: Hola, me llamo Carmen y voy a intentar día a día que usted se vaya acordando de cosas.
YO: Muy bien, ¿y cuanto hace que estoy aquí?
CARMEN: Casi un mes, estaba inconsciente o en coma como le quiera llamar, hoy ha sido el primer día que le hemos visto despierto.
YO (sorprendido): ¿Un mes?, ¿pero porqué?
CARMEN: Pues esa era una de las preguntas que quería hacerle, pero está claro que no se acuerda, lo recogieron de la calle, le habían dado una paliza muy fuerte, mire, tranquilo descanse hoy y mañana volveremos a hablar de esto.
Me tocó una mano para animarme y se fue, yo me quedé pensando como coño me llamaba, me parecía absurdo estar consciente reconociendo lo que había a mí alrededor y no saber nada de mí.
Aquella noche tuve un sueño muy extraño, un coche grande, un cuatro por cuatro diría, circulaba por una carretera de montaña y en una curva se despeñaba. Al día siguiente se lo conté a la enfermera, Carmen era muy mona, muy delgadita con buenas formas en las caderas y caminaba siempre rápido y con nervio, lo apuntó en la libreta y la dejó encima de la mesita, al lado de una bolsa de plástico que había traído.
CARMEN: Hoy te voy a llevar a la sala de recuperación, tenemos que ver si eres capaz de caminar y tienes que hacer ejercicio para ponerte en forma, después de un mes con el cuerpo parado hay que ir poniéndolo en marcha poco a poco.
YO: Muy bien Carmen, lo que tú digas.
La verdad es que tenía ganas de salir de aquella habitación que era lo único que había visto desde que me desperté, Carmen me hizo sentarme en la cama y me quitó la bata del hospital, me quedé en pelotas y ella muy profesional sacó de la bolsa una camiseta y un pantalón de chándal que me puso, me ayudó a levantarme y sentarme en una silla de ruedas, me sacó y me llevó paseando por el pasillo, en una especie de espejo de decoración me pude ver la cara, pelo muy corto, bien afeitado y ojos verdes, la puta, no me reconocía ni mi cara.
CARMEN: ¿No te conoces?, también puede ser porque cuando llegaste llevabas el pelo y la barba muy largo, te lo cortamos y te afeitamos pensando que estarías más cómodo y más…
YO: ¿Más qué?
CARMEN: Más limpio, es que llegaste muy sucio, la ropa que llevabas la tuvimos que tirar porque no servía para nada, yo te he estado cuidando durante este tiempo, me alegro tanto de que ya estés despierto.
Pude ver otras habitaciones con gente acompañando al enfermo.
YO: Carmen, ¿porqué no hay nadie conmigo?, supongo que debería tener familia ¿no?
CARMEN: Lo estamos intentando averiguar pero se ve que cuesta un poco, tú tranquilo, trabaja para ponerte fuerte y poder salir del hospital.
Cogimos un ascensor y tras pasar por un par de pasillos más entramos en una sala con varias cosas, supuse que eran para ayudar en la rehabilitación de gente como yo, en medio de la sala podía ver las típicas barras paralelas para sujetarte y poder caminar que fue por donde empezamos, la verdad es que no me costó tanto como pensaba y la recorrí para arriba y para abajo un par de veces sin demasiada dificultad, después me hizo hacer varios ejercicios de movilidad articular y volvimos a la habitación.
CARMEN: Creo que debías de hacer bastante deporte por la manera que te has movido allí abajo.
Yo la miraba pero no recordaba absolutamente nada de lo que me decía, era un total desconocido para mí mismo, intentaba controlar mis emociones porque aquella situación me desesperaba.
Cada día fuimos trabajando en el gimnasio aquel, después me hacía unos masajes en las piernas para reactivar la circulación, aquel momento era lo más agradable del día, sentir sus manos pasándome por las piernas apretándome la musculatura me hacía sentir bien, hasta un día que sin querer se me puso la polla tiesa, ella me miró sonriendo mientras yo me tapaba con las manos, salió de la habitación tapándose la boca para no reír, me tuve que aliviar con una paja llegando hasta el cuarto de baño solo, al rato volvió para traerme la comida.
YO: Lo siento Carmen ha sido sin querer.
CARMEN: No te preocupes, ahora ya sabemos que funciona bien, ¿has eyaculado?
YO: Ayudándome con una mano pero sí.
Ella sonrió mirándome a los ojos.
CARMEN: Así funciona perfectamente.
Pasaban los días sin que nadie supiera quién era yo, seguía teniendo sueños inconexos, un coche que se iba barranco abajo, un niño que flotaba en medio del mar con un chaleco salvavidas levantando el brazo, una figura rara que no podía recordar para dibujarla, Carmen me tranquilizaba diciéndome que ya llegaría el momento de que lo podría ir juntando todo teniendo un sentido. Aquella mañana habíamos estado con ella riendo mucho durante los ejercicios, me caía muy bien y tenía la sensación de que yo a ella también. En la habitación yo tenía puesto un pantalón corto de deporte y ella me masajeaba las piernas como cada día, cuando estaba trabajando la musculatura de los muslos empecé a notar que se me estaba poniendo dura la polla, ya me pasó varias veces días atrás esforzándome en que no ocurriera y luego me hacía una paja en el baño cuando ella se iba, ese día decidí que me creciera delante de ella y que lo viera, Carmen me miró a los ojos sonriendo dejando de masajearme recogiendo las cosas para marcharse, le cogí una mano que izo que girara la cabeza para mirarme.
YO: Carmen por favor ayúdame tú.
CARMEN: ¿Qué te ayude a qué?
Me miré la polla tiesa y la volví a mirar a ella.
CARMEN: No puedo, si se enteran me van a echar del trabajo.
YO: Ayúdame a masturbarme por favor, no recuerdo la última vez que estuve con una mujer, ya me he hecho un montón de pajas y necesito algo diferente.
CARMEN (nerviosa): Por favor, es que no sé ni por qué me lo estoy pensando, a ver, ¿qué querrías que te hiciera?
YO: Vamos los dos al cuarto de baño, si viene alguien podemos disimular con que me estás tratando de algo.
Entramos, yo me puse delante del lavamanos y me bajé los pantalones dejando la polla mirando para adelante, Carmen despacio y dudando se fue colocando a mi lado cogiéndome la polla empezando a hacerme una paja despacio, yo le pasé una mano por la espalda cogiéndome a su hombro con la escusa de aguantarme, fue aumentando la velocidad de su mano, yo se la paré un momento llevándomela a la boca para lamérsela dejándosela mojada para que mi polla resbalara, me la volvió a coger siguiendo con el ritmo que había dejado, me estaba excitando por momentos, ella giró su cuerpo poniéndose para poder cogerme la polla mejor y poder acelerar más la paja, apoyando una teta sobre mi cuerpo, la mano que tenía en el hombro la fui bajando hasta tocarle el culo agarrándole una nalga, no note las bragas y pensé que debía de llevar tanga, estaba bajando la mano poco a poco para alcanzarle el coño…
CARMEN (susurrando): Córrete por favor, córrete ya…
La polla empezó a pegar lechazos contra el lavabo y el espejo que había encima, yo cerraba los labios para no gemir con fuerza que era de lo que tenía ganas, ella no paró de pajearme despacio hasta que salió la última gota. Giré la cabeza y le di un beso rápido en los labios de agradecimiento, se lavó las manos y se las seco con la toalla, me miró.
CARMEN (nerviosa): No puede volver a pasar.
YO: ¿Por qué?
CARMEN: Y limpia todo esto guarro.
Unos cuantos días más tarde después que acabara con el masajito de las piernas me levanté con ella.
CARMEN: ¿Dónde vas Mario?
YO: Acompañarte al cuarto de baño para que te laves las manos.
Caminábamos los dos juntos entrando.
CARMEN: No Mario, no puede ser, sal y déjame sola.
Cerré la puerta con el pestillo y la cogí por la cintura besándola.
YO: No te puedes imaginar lo que me llegas a gustar Carmen.
Mi mano subía por el interior de su bata acariciándole una teta mientras la otra le agarraba el culo por encima del pantalón.
CARMEN: Por favor, no puedo hacer esto contigo.
Bajé la mano de la teta metiéndosela por dentro del pantalón y de las bragas cogiéndole el coño frotándoselo, gimió cogiéndome la cabeza metiéndome la lengua dentro de la boca con pasión, la giré, ella apoyó las manos en el lavabo de las manos sacando el culo y yo le bajé el pantalón junto con las bragas hasta los tobillos, me tiré saliva en la palma de la mano y se la pasé por el chocho para lubricarlo, me cogí la polla y se la apunté en el agujero de la vagina metiéndosela poco a poco, cerró los ojos y la boca para que no se le escapara ningún gemido tirando la cabeza para atrás, se la saqué despacio volviendo a meterla un poco más rápido, después de cuatro o cinco veces estábamos follando a buen ritmo intentando no chocar contra su culo para no hacer ruido, Carmen se empezó a tensar y a correrse tapándose la boca con una mano, mi polla no tardó nada en lanzar lechazos dentro de su coño uno detrás de otro, se aguantaba con las dos manos recuperándose y yo se la saqué despacio, estiró del papel de váter para romper un trozo y limpiarse el coño, se subió las bragas y el pantalón saliendo del baño con toda la cara roja.
Pasaron más días y yo estaba casi recuperado, aquella mañana entró Carmen más pronto de lo normal a la habitación.
CARMEN (muy sería): Hoy va a ser el último día que trabajemos juntos, esta tarde te van a dar el alta y te marcharás.
YO: ¿Marcharme?, ¿A dónde?, no sé donde ir Carmen.
CARMEN: Si nadie te ha reclamado te enviaran algún centro para que duermas y te intentaran buscar un trabajo para que te reinsertes en la sociedad.
YO: No por favor, yo quiero quedarme aquí y seguir trabajando contigo.
CARMEN: No puede ser, vístete que nos vamos al gimnasio.
Haciendo los ejercicios .
YO: ¿Tienes novio?, ¿estás casada?, ¿vives sola?
CARMEN: Ah no, ya sé lo que estás pensando y no puede ser.
YO: Carmen por favor, no te molestaré lo más mínimo, tú podrás hacer tú vida y yo necesito seguir explicándote mis sueños.
CARMEN: Cállate coño y sigue trabajando.
Acabamos la sesión en silencio y cuando llegamos a la habitación ella estaba a punto de marcharse.
YO: ¿Hoy no hay masaje en las piernas?
CARMEN: No, hoy ya no toca, ya caminas bien y esta tarde te vas.
Se giró rápido para salir de la habitación, yo levanté la voz.
YO: ¡Carmen!
Se paró y se giró tapándose la boca con lágrimas en los ojos.
YO: Por favor.
Se giró y se fue llorando, acababa de perder a la única persona con la que tenía confianza, no tenía ni puta idea donde me llevarían ni que sería de mi vida en adelante.