Quién me mandaría a estudiar de nuevo 2º
Continuación
La noche estaba agradable, la autopista no estaba muy concurrida, y a mi conducir me relaja. Así que con todo esto me descubrí conduciendo en dirección contraria a mi casa, sin perder de vista un hermoso culo Civic.
La seguí hasta llegar cerca de un lugar donde me gusta pasarme de vez en cuando por los chocolates y tés que tienen, y me decidí a parar y disfrutar un rato antes de emprender el camino a casa, la vuelta había llegado a su fin.
Aparco, paro la moto, pero no me bajo de ella ni me quito el casco. Me quedo un rato a horcajadas manteniéndola equilibrada con mis piernas. Tengo una sensación extraña. Cuando me fijo de nuevo en la carretera, veo que el Civic hace un cambio de sentido y viene hacia donde estoy. Me quedo mirando el coche hasta que lo veo pasar. No me gusta que me relacione con el sitio, no se si vive cerca. Arranco y me voy.
Ana
Comencé tarde el curso. Me habían asignado una plaza de profesora en un ciclo superior de sanidad pero en educación tuvieron algún problema con mis papeles y entre una cosa y otra no me permitieron dar clases hasta el comienzo del segundo trimestre.
Un ciclo superior para mi significa alumnos con un mínimo sentido de responsabilidad y con los objetivos claros, dos mitos que se me desplomaron a los 10 minutos de comenzar las clases.
El ratio del ciclo es muy alto, por lo que esta un tanto masificado, así que aquí tenemos el primer problema. Segundo, la mayoría de las alumnas son los primeros estudios que se toman con algo de seriedad en su vida, y no lo están llevando todo lo bien que podrían. Sólo tengo dos alumnos y junto con otra chica, son los mayores de la clase. Ellos no me suelen dar problemas pero la chica, tiene un humor de perros y no siempre lo puede disimular.
Con las semanas ya me he ganado mas de un apodo, y no precisamente bonito, pero he conseguido lo que quería: en mi asignatura, pese a las quejas de vez en cuando porque les cargo demasiado temario, están cumpliendo los objetivos y no se revolucionan mucho, excepto Cristina.
A esta chica le pasa algo y aun no se el que. Por lo que me han dicho todos los profesores es un encanto, centrada, no da problemas y tiene muy buenas notas, pero no cuadra a como es conmigo. Se que mi manera de dar clases a veces es poco flexible y eso me ha ocasionado problemas con otros alumnos, que aun no pueden saber porque soy así ni les interesa, pero no creo que ese sea el problema que Cristina tenga conmigo. Me gusta mantener el vinculo profesor-alumno lo mas estéril posible, así no cojo confianza y no les tomo cariño ni me frustro. Mis primeros años como profesora me enseñaron que los alumnos van y vienen y lo único importante es lo que les pueda enseñar. Pero algo raro pasaba con esta alumna, y quería preguntarle directamente para saber si tenía algún problema que se pudiese solucionar para que no afectara a la dinámica de grupo. Pero tendría que ser el viernes, Cristina no tenía muy buena cara después del examen y mañana no tenía clases con ellos, además tenía que corregir una buena cantidad de exámenes.
Me metí en el coche pensando en todo ello, puse el maletín en el asiento trasero del Honda ¿cómo podía ser tan ordenada con las cosas de clases y tener el coche así de desastre? Bueno, es mi sino en época de exámenes: hago vida entre el coche y el instituto. Este fin de semana saco un rato para dedicarle al Gordo, que limpiarlo y revisarlo me relaja mas que cualquier clase de yoga.
Salí un poco mas acelerada de lo normal del instituto, como nunca hay atascos a esta hora aprovecho para quitarle un poco la cabonilla. En la avenida distingo a dos de los chicos y a un motorista que no se quien es. Será mejor que les dé las buenas noches. Freno, y bajo la ventanilla:
Ana: Buenas noches chicos, espero que os saliera bien el examen.
Raúl: Dudo que lo espere mas que nosotros.
Ana: Jajaja eso seguro. Bueno, nos vemos mañana….(dudo por un instante pero me parece buena idea) Una pregunta, ¿alguien acompañó a Cristina? Antes tenía mala cara y como vosotros siempre estáis con ella.
Sebastián: Se echo un poco de agua en la cara y se le fue la tontería, hace un momento que se marchó. Además si Cris necesita algo lo dice.
Ana: (¿Porqué Raúl está poniendo esas caras y no dejan de mirar al motorista?)De acuerdo, buenas noches chicos. (¿y quién será el de la moto que no a dejado de mirarme?)
Raúl y Sebastián:¡Buenas noches!
Mientras subía la ventanilla el motorista arrancó. Me pude detener a mirarlo mientras se giraba y se despedía de los muchachos. Tenía una buena máquina entre las piernas, no se le veía un tipo grande, mas bien bastante estilizado, seguro que era un capullo, siempre me fijo en los tipos equivocados y este era para fijarse varias veces. Me dedicó con un gesto de la mano que me cedía el paso. Le sonréi, que fuese educado no me lo esperaba. Arranqué y los dos nos dirigimos a la autopista, en un principio, la única ruta a seguir.
Mientras iba por la autopista me relajé. Los 15 minitos que tardo hasta que llego a casa, son de los pocos momentos que tengo tranquilos. Mi coche es como mi pequeño santuario. Todos me decían que me buscase un coche algo mas serio, más femenino ¿pero se puede saber que es un coche femenino?. Esperaban que me comprase un monovolumen de cara a crear una familia, para no desentonar en el trabajo o debido a que “ya me hago mayor” según mis familiares. Pero siempre me han gustado los coches buenos, potentes y algo agresivos. Yo lo pago, yo lo conduzco, yo lo elijo, así de sencillo.
Cuando me vine a dar cuenta, casi estaba en mi casa. Un destello anaranjado de unos intermitentes me hicieron mirar por el retrovisor: era la moto del instituto y estaba aparcando en la tetería de mi hermana. La curiosidad me pudo y decidí dar media vuelta para verle la cara al motorista, por eso de comprobar si la cara hacía justicia al cuerpo.
Mientras daba la vuelta me di cuenta de lo tonta que estaba siendo, voy a perder 10 minutos de mi tiempo, en verle la cara a un chaval lo mas seguro, porque si se habla con los chicos será de su edad. Cuando pasé por delante de la tetería, algo raro pasaba. El motorista no se había bajado, ni quitado el casco, y me siguió con la mirada: me había pillado. Con bastante vergüenza pasé de largo, la idea de pararme y saludar a mi hermana la deseche por completo. Me fui a la gasolinera que anda cerca, con la excusa de poner gasolina hice un poco de tiempo y cuando volvía a pasar por delante de la tetería (no queda de otra para volver a casa) ya no estaba el motorista. Cuando me dí cuenta, llevaba aguantando la respiración y cuando expulsé el aire lo hice atropelladamente. Definitivamente necesitaba que llegase el fin de semana y una buena ducha fría antes de dormir.