Quién me lo iba a decir 6

El día antes de la cita con el masajista recibí una llamada de éste.

QUIÉN ME LO IBA A DECIR 6

El día antes de la cita con el masajista, recibí una llamada de éste para indicarme que si me iba bien acudiese una hora antes, ya que le habían anulado la cita anterior a la mía, por lo que tendríamos mas tiempo y tranquilidad. A la hora acordada tocaba el timbre del portero automático. Al igual que la vez anterior, cuando abrí la puerta del ascensor, la del piso ya se encontraba abierta, nos saludamos, y tras cerrar la puerta nos dirigimos hacia la habitación que hacía de consulta.

Como la vez anterior se sentó tras la mesa y me preguntó como me encontraba, si seguía con molestias. Tras explicarle como me encontraba, me indicó que pasara al baño para desnudarme, preguntándome cuando iba a llegar a la puerta si necesitaba toalla, ante mi negativa como respuesta me indicó que cuando estuviera listo que saliera.

Salí completamente desnudo y me dirigí a la camilla disponiéndome a situarme boca abajo como la vez anterior. Cuando me encontraba tumbado el masajista se acercó a mi lado, pero esta vez, él también se encontraba desnudo. Se situó frente a la cabecera de la camilla, por lo que su hermosa verga que se encontraba morcillona quedaba frente a mí.

Sus manos comenzaron a trabajar mi espalda, notando alivio según por donde pasaba sus manos. Recorriendo desde los hombros hasta los glúteos y cuando las manos llegaban a éstos su glande se acercaba a mis labios. Por efecto de mi respiración poco a poco la verga se fue excitando, agrandándose, cosa que a mí también me excitaba.

Las manos, seguían subiendo y bajando por mi espalda, entreteniéndose mas de lo normal en mi culo y presionándolo. A mi vez, estiré mis brazos y pasándolos por detrás de sus piernas comencé a acariciar los potentes y bien formados muslos del masajista, abrazándolos y metiendo mis manos entre sus piernas, subiendo y bajándolas hasta rozar sus grandes huevos. A la tercera vez de esta maniobra la verga ya estaba apuntando hacia arriba, dejando los huevos al descubierto. Me acerqué un poco más, hasta que sacando la lengua pude alcanzarlos con la punta, haciendo gemir a su dueño, que no pudo más y parando tomó su verga y la acercó hasta mi boca, haciendo que comenzara a mamársela con delicadeza. Con una de mis manos la sujetaba y con la otra le acariciaba los huevos, cosa que le hacía suspirar continuamente.

Poco tiempo después nuestras respiraciones ya iban bastante aceleradas y nuestras pollas soltaban líquido pre seminal. A punto de cumplirse la hora de masaje me preguntó si estaba dispuesto a recibir un masaje más interno, a lo que le respondí:

Y- Por supuesto. Aunque no he tenido una verga tan grande como ésta dentro de mí.

A la vez que la tocaba, la rodeaba con mi mano y jugaba con mi lengua en su glande.

M- ¿Me dijiste que ya te habían follado, no? ¿y cómo te gustaría que te follase?

Y- No me lo han hecho nunca como si fuese una mujer.

M- Así que te gusta abrirte de piernas

Y- Me gustaría probar que se siente.

Me indicó que me tumbara boca arriba en la camilla. Cuando lo hice mi polla estaba totalmente erecta, la cual, comenzó a pajear haciéndome jadear. Me pidió que acercase mi culo a los pies de la camilla. Cuando estuve en esa posición, con una mano seguía pajeándome despacio y con la otra rozaba mi esfínter, haciendo que me excitase más. Notaba como palpitaba mi ano con el roce de su dedo. Dejó de pajearme y de tocarme al ano y tomando mis piernas las puso sobre sus hombros, haciendo que mi raja del culo quedase pegada a su enorme verga completamente erecta, la cual, movía recorriendo todo mi canal, poniéndome a mil. En ese estado de excitación que me tenía comencé a masturbarme y cogiéndome la mano dijo:

M- Espera, aguanta un poco más sin pajearte.

Noté como me untaba algo frío en mi ano, introduciendo un dedo dentro y moviéndolo a la vez que me decía:

M- Voy a lubrificarte y dilatarte un poco por dentro para que disfrutes más.

Pronto noté como entraba un segundo dedo con todo cuidado, haciéndome gemir de placer. Lo siguiente que noté fue la cabeza de su glande que se intentaba abrir camino empujando mi aro anal hacia adentro. Solo empujaba un poco sin llegar a meter todo el glande. Mi ano palpitaba deseando sentir la potente verga dentro de mí, hasta que en un momento noté como todo el glande entraba en mi ano haciéndome lanzar un grito por el dolor que sentí. La sensación fue como si me hubieran rasgado todo el esfínter. Tras el grito, el glande quedó dentro sin moverse, esperando a que mi ano se fuese acostumbrando al invasor que parecía querer romperlo. Con mucho cuidado volvió a comenzar, haciéndome sentir nuevamente dolor. Esta vez no paró si no que comenzó a retirarse despacio hasta sacarla del todo. Dejándome la sensación de estar abierto de par en par.

Volvió a untar en mi ano la crema fría, que ayudó a aliviar el dolor. Vi como se daba también una generosa ración en su verga, principalmente en todo el glande. Cuando estuvo todo bien untado volvió a apuntar nuevamente a mi esfínter. Esta vez casi sin esfuerzo consiguió meter todo el glande dentro, sintiendo menos dolor y notando como mi ano se había quedado bien abierto. Paró un poco y tras preguntar si tenía dolor, y ante mi negativa comenzó a empujar entrando poco a poco por mi resto. Haciéndome notar como me iba abriendo. Sin llegar a meter toda la verga comenzó a entrar y salir de mí, haciendo que me fuese excitando cada vez más. Cuando su polla recorría todo mi recto sin tener la mínima molestia la retiró del todo, jugando entonces a meter y sacar su glande de mi ano, cosa que me hacía disfrutar sobre manera. En alguna de las penetraciones metía mas trozo de verga y lo sacaba haciendo que mi ano presionase el tronco de su polla debido al placer que me hacía sentir. En una de esas lo retiró todo de dentro de mi para colocarse un condón, indicando que iba a llegar hasta el fondo y creía que no tardaría mucho en correrse.

Otra vez dentro de mí, cosa que no le costó nada, ya que mi ano estaba completamente abierto y no me producía el mínimo dolor, comenzó a follarme a una velocidad que no había empleado hasta entonces, al igual que la profundidad, ya que sus huevos chocaban contra mi culo haciendo que sintiera un enorme placer, tanto por la profundidad, como por la velocidad de su verga en mi recto, así como, la velocidad que su mano imprimía a la paja que me estaba haciendo. A la tercera o cuarta vez que su punta tocó el fondo de mi resto ya no pude aguantar más, y tensando mis piernas sobre sus hombros comencé a soltar chorros de leche que consiguieron llegar hasta mi cara, algo impensable poder alcanzar por mí. No había terminado de soltar mi carga de leche, cuando él con un gruñido enorme se quedó parado dentro de mí presionando todo lo que podía.

Poco a poco fuimos recuperando la respiración y fui notando como su verga disminuía de tamaño e iba saliendo e saliendo de mi esfínter dejándolo completamente abierto.

Estuvimos teniendo relaciones durante bastante tiempo, fue el que mas me hizo disfrutar follándome. Llegué a notar sus descargas de semen dentro de mí haciéndome sentir completamente lleno.

Hoy es la fecha que sigo sintiendo enorme placer cuando mi ano es penetrado con un consolador muy parecido a la verga del masajista. Pero hay que reconocer que no hay nada comparado a una polla de verdad, aunque sea más pequeña.

Continuará

, ya que le habían anulado la cita anterior a la mía, por lo que tendríamos mas tiempo y tranquilidad. A la hora acordada tocaba el timbre del portero automático. Al igual que la vez anterior, cuando abrí la puerta del ascensor, la del piso ya se encontraba abierta, nos saludamos, y tras cerrar la puerta nos dirigimos hacia la habitación que hacía de consulta.

Como la vez anterior se sentó tras la mesa y me preguntó como me encontraba, si seguía con molestias. Tras explicarle como me encontraba, me indicó que pasara al baño para desnudarme, preguntándome cuando iba a llegar a la puerta si necesitaba toalla, ante mi negativa como respuesta me indicó que cuando estuviera listo que saliera.

Salí completamente desnudo y me dirigí a la camilla disponiéndome a situarme boca abajo como la vez anterior. Cuando me encontraba tumbado el masajista se acercó a mi lado, pero esta vez, él también se encontraba desnudo. Se situó frente a la cabecera de la camilla, por lo que su hermosa verga que se encontraba morcillona quedaba frente a mí.

Sus manos comenzaron a trabajar mi espalda, notando alivio según por donde pasaba sus manos. Recorriendo desde los hombros hasta los glúteos y cuando las manos llegaban a éstos su glande se acercaba a mis labios. Por efecto de mi respiración poco a poco la verga se fue excitando, agrandándose, cosa que a mí también me excitaba.

Las manos, seguían subiendo y bajando por mi espalda, entreteniéndose mas de lo normal en mi culo y presionándolo. A mi vez, estiré mis brazos y pasándolos por detrás de sus piernas comencé a acariciar los potentes y bien formados muslos del masajista, abrazándolos y metiendo mis manos entre sus piernas, subiendo y bajándolas hasta rozar sus grandes huevos. A la tercera vez de esta maniobra la verga ya estaba apuntando hacia arriba, dejando los huevos al descubierto. Me acerqué un poco más, hasta que sacando la lengua pude alcanzarlos con la punta, haciendo gemir a su dueño, que no pudo más y parando tomó su verga y la acercó hasta mi boca, haciendo que comenzara a mamársela con delicadeza. Con una de mis manos la sujetaba y con la otra le acariciaba los huevos, cosa que le hacía suspirar continuamente.

Poco tiempo después nuestras respiraciones ya iban bastante aceleradas y nuestras pollas soltaban líquido pre seminal. A punto de cumplirse la hora de masaje me preguntó si estaba dispuesto a recibir un masaje más interno, a lo que le respondí:

Y- Por supuesto. Aunque no he tenido una verga tan grande como ésta dentro de mí.

A la vez que la tocaba, la rodeaba con mi mano y jugaba con mi lengua en su glande.

M- ¿Me dijiste que ya te habían follado, no? ¿y cómo te gustaría que te follase?

Y- No me lo han hecho nunca como si fuese una mujer.

M- Así que te gusta abrirte de piernas

Y- Me gustaría probar que se siente.

Me indicó que me tumbara boca arriba en la camilla. Cuando lo hice mi polla estaba totalmente erecta, la cual, comenzó a pajear haciéndome jadear. Me pidió que acercase mi culo a los pies de la camilla. Cuando estuve en esa posición, con una mano seguía pajeándome despacio y con la otra rozaba mi esfínter, haciendo que me excitase más. Notaba como palpitaba mi ano con el roce de su dedo. Dejó de pajearme y de tocarme al ano y tomando mis piernas las puso sobre sus hombros, haciendo que mi raja del culo quedase pegada a su enorme verga completamente erecta, la cual, movía recorriendo todo mi canal, poniéndome a mil. En ese estado de excitación que me tenía comencé a masturbarme y cogiéndome la mano dijo:

M- Espera, aguanta un poco más sin pajearte.

Noté como me untaba algo frío en mi ano, introduciendo un dedo dentro y moviéndolo a la vez que me decía:

M- Voy a lubrificarte y dilatarte un poco por dentro para que disfrutes más.

Pronto noté como entraba un segundo dedo con todo cuidado, haciéndome gemir de placer. Lo siguiente que noté fue la cabeza de su glande que se intentaba abrir camino empujando mi aro anal hacia adentro. Solo empujaba un poco sin llegar a meter todo el glande. Mi ano palpitaba deseando sentir la potente verga dentro de mí, hasta que en un momento noté como todo el glande entraba en mi ano haciéndome lanzar un grito por el dolor que sentí. La sensación fue como si me hubieran rasgado todo el esfínter. Tras el grito, el glande quedó dentro sin moverse, esperando a que mi ano se fuese acostumbrando al invasor que parecía querer romperlo. Con mucho cuidado volvió a comenzar, haciéndome sentir nuevamente dolor. Esta vez no paró si no que comenzó a retirarse despacio hasta sacarla del todo. Dejándome la sensación de estar abierto de par en par.

Volvió a untar en mi ano la crema fría, que ayudó a aliviar el dolor. Vi como se daba también una generosa ración en su verga, principalmente en todo el glande. Cuando estuvo todo bien untado volvió a apuntar nuevamente a mi esfínter. Esta vez casi sin esfuerzo consiguió meter todo el glande dentro, sintiendo menos dolor y notando como mi ano se había quedado bien abierto. Paró un poco y tras preguntar si tenía dolor, y ante mi negativa comenzó a empujar entrando poco a poco por mi resto. Haciéndome notar como me iba abriendo. Sin llegar a meter toda la verga comenzó a entrar y salir de mí, haciendo que me fuese excitando cada vez más. Cuando su polla recorría todo mi recto sin tener la mínima molestia la retiró del todo, jugando entonces a meter y sacar su glande de mi ano, cosa que me hacía disfrutar sobre manera. En alguna de las penetraciones metía mas trozo de verga y lo sacaba haciendo que mi ano presionase el tronco de su polla debido al placer que me hacía sentir. En una de esas lo retiró todo de dentro de mi para colocarse un condón, indicando que iba a llegar hasta el fondo y creía que no tardaría mucho en correrse.

Otra vez dentro de mí, cosa que no le costó nada, ya que mi ano estaba completamente abierto y no me producía el mínimo dolor, comenzó a follarme a una velocidad que no había empleado hasta entonces, al igual que la profundidad, ya que sus huevos chocaban contra mi culo haciendo que sintiera un enorme placer, tanto por la profundidad, como por la velocidad de su verga en mi recto, así como, la velocidad que su mano imprimía a la paja que me estaba haciendo. A la tercera o cuarta vez que su punta tocó el fondo de mi resto ya no pude aguantar más, y tensando mis piernas sobre sus hombros comencé a soltar chorros de leche que consiguieron llegar hasta mi cara, algo impensable poder alcanzar por mí. No había terminado de soltar mi carga de leche, cuando él con un gruñido enorme se quedó parado dentro de mí presionando todo lo que podía.

Poco a poco fuimos recuperando la respiración y fui notando como su verga disminuía de tamaño e iba saliendo e saliendo de mi esfínter dejándolo completamente abierto.

Estuvimos teniendo relaciones durante bastante tiempo, fue el que mas me hizo disfrutar follándome. Llegué a notar sus descargas de semen dentro de mí haciéndome sentir completamente lleno.

Hoy es la fecha que sigo sintiendo enorme placer cuando mi ano es penetrado con un consolador muy parecido a la verga del masajista. Pero hay que reconocer que no hay nada comparado a una polla de verdad, aunque sea más pequeña.

Continuará