Quién me lo iba a decir 3

A partir de la primera vez narrada en el capítulo anterior, nos seguimos viendo asiduamente. Normalmente era al menos una vez por semana.

QUIÉN ME LO IBA A DECIR 3

A partir de la primera vez narrada en el capítulo anterior, nos seguimos viendo asiduamente.Normalmente era al menos una vez por semana. Cada vez que estábamos juntos nuestro disfrute era mayor ya que sabíamos lo que nos gustaba, para así darnos más placer, sin tener que llegar al orgasmo pronto. Aprendí a comerle los pezones, algo que a él lo volvía loco y hacía que su polla llegase a su máximo esplendor en poco tiempo. Nuestras pollas eran de un tamaño muy similar, entraban en nuestras bocas sin necesidad de hacer un gran esfuerzo con lo que disfrutábamos enormemente cuando hacíamos el sesenta y nueve, terminando en nuestras bocas. Cuando yo no estaba muy excitado el lo conseguía muy rápido dilatándome el ano con los dedos, algo que me volvía loco. Con el tiempo, al hacerlo tan seguido, prácticamente ya no necesitaba que me pusiese vaselina, consiguiendo penetrarme sin apenas molestias, salvo cuando él iba muy salido y me penetraba de golpe haciendo que llegásemos a corrernos en poco tiempo.

Mi amante tenía un problema, éste era que tenía el ano muy cerrado y cada vez que intentaba penetrarlo le hacía bastante daño teniendo que dejarlo sin hacer, a pesar de dilatarlo con uno o dos dedos, dejándolos metidos para que se acostumbrase a tener algo dentro. Cada nueva cita perdíamos más tiempo en trabajar su ano. Hubo un día que ya no pudo esperar mas y me insistió que lo penetrase, aunque le rompiese el culo. Nuestros penes eran muy similares, tanto en grosor como en largura, sobre diecisiete centímetros, pero el mío tenía el glande un poco mas ancho. Sabíamos que si entraba el glande, el resto lo haría casi sin problema, excepto el final del tronco que se ensanchaba bastante mas. Después de dilatarlo con los dedos y vaselina, me extendí por toda mi polla bastante vaselina también, volví a introducirle los dedos extendiendo mas vaselina por dentro y metiendo y sacando los dedos todo lo que podía, cuando creí que estaba bien dilatado ya que no se quejaba al meterle los dedos, los retiré y, casi sin parar introduje mi glande lo más rápido que pude, haciendo que entrase de golpe todo el glande, dando un fuerte grito al sentirse penetrado, esto hizo que lo sacase inmediatamente ya que no lo podía mantener dentro de lo que le dolía. Su pene excitado totalmente se había encogido totalmente. Se quedó tumbado boca arriba esperando que el dolor y escozor se le pasasen.

Esperé un poco antes de comenzar a chuparle los pezones, lo cual, hizo que su polla comenzase a resucitar. Al ponerse morcillona me la metí en la boca comenzando una rápida mamada. Pronto noté como había alcanzado su máximo esplendor. Por su parte mi amante comenzó a pajearme para que yo también me excitase, estando así un rato, hasta que comencé a notar como su polla podía explotar en cualquier momento, al igual que la mía. Con rapidez me la saqué de la boca y me senté sobre ella clavándomela casi de golpe, subí y bajé un par de veces recorriendo todo el tronco a la vez que se lo apretaba con mi ano. Mi amigo comenzó a gemir a la vez que me masturbaba frenéticamente haciendo que yo acelerase mi sube y baja, gimiendo los dos como locos. En breves momentos, casi a la par los dos gritamos que nos corríamos. Llegamos en el mismo momento, su polla me inundo con su leche, y yo comencé a escupir leche por todo su pecho e incluso llegando hasta su cara. Me dejé caer hacia atrás notando como su polla aún seguía dura. Cuando fue reduciendo de tamaño aún dentro de mí, sentí como salía su leche de mi culo.

Me tumbé en la cama a su lado, dándonos besos mientras íbamos preparando la siguiente vez que nos viésemos y pensando como podíamos hacer para terminar de desvirgarlo sin que le hiciese tanto daño y, poder llenar su agujero con mi leche, ya que él tenía ganas de saber que se sentía con una polla dentro de su culo, y sentir cuando escupía con fuerza la lefa, ay que por lo que yo decía se tenía que disfrutar mucho. Por mi parte me daba igual desvirgarlo, ya que yo como mas disfrutaba y sigo disfrutando es con una polla dentro. Al levantarnos pudimos observar como donde él había estado tumbado había una pequeña mancha de sangre en la sábana. Su ano se había rasgado un poco.

El siguiente día que habíamos quedado, una semana o diez días más tarde, antes de ir a su casa, me paré en un sex shop para comprar algún dilatador anal en crema, y así, poder desvirgar el agujerito cerrado de mi amigo sin que le doliese mucho.

Tras una buena ración de besos y con nuestras pollas a punto de reventar por el sesenta y nueve que habíamos hecho, comencé a abrirle con los dedos el ano usando la crema dilatadora. A pesar de los dos dedos que le metía hasta el fondo no se quejaba, la lidocaína que llevaba ese preparado hacía su efecto tal y como me había asegurado el dependiente del sex shop. Mi idea era meterle un tercer dedo para terminar de abrirle bien el ano, pero según me dijo, no aguantaba más sin que se la metiera, ya que los dedos lo estaban poniendo fuera de control.

Me embadurné bien con el preparado, tanto el glande como el tronco, dejándolo todo brillante, mi amante ya se encontraba de rodillas sobre la cama presentando su culo, el cual, se abría tirando de él con sus manos. Con la respiración algo acelerada, me decía que no perdiese tanto tiempo y se la clavara de una vez. Puse la punta de mi polla que se veía ligeramente abierto haciendo un poco de fuerza. Al notar la punta que empujaba en su entrada, mi amante dio un respingo intentando evitar que lo penetrase. Dándole una palmada en una de sus nalgas le avisé que se relajara. Al siguiente intento no le dio tiempo, ya que haciendo un poco mas de fuerza conseguí que el glande entrase de golpe, dejándolo dentro del ano sin forzar más, preguntándole si le hacía daño. Volví a preguntarle ya que no me contestaba. Solo dijo que terminase de meterla pues no le dolía nada. Poco a poco fui entrando en ese culo cerrado que me abrazada y presionaba la polla provocándome un placer desconocido por mi hasta ese momento, ya que aunque había follado coños, ninguno era tan cerrado como el ano que estaba asaltando. Sin darme cuenta ya tenía mi pubis pegado a su culo.

¡Qué placer! -me decía-. La noto toda muy adentro. Dame más fuerte, pues ahora me explico cuando me lo pides tú.

Comencé a galopar dentro de su culo, dándole palmadas de vez en cuando, haciendo que mi amante gimiese de placere y comenzase a gritar que no podía aguantar mas y se iba a correr. Aceleré un poco más, yo también notaba como desde mis huevos comenzaba a subir el típico cosquilleo, preludio de la inminente corrida. Tras un grito comenzó a lanzar chorros de leche a la vez que cerraba su esfínter sobre mi polla como si me ordeñase. No lo pude evitar y me corrí dentro del culo que acababa de desvirgar. Mi amigo al notar como mi descarga de leche le entraba por su recto se dejó caer sobre la cama. Tras recuperar ambos la respiración y darnos una ración de besos mi amante se echó la mano a su ano para retirarla llena de semen, a la vez que me decía lo mucho que había disfrutado, y que eso habría que repetirlo. Desde ese día nos repartíamos los papeles de activo y pasivo, aunque yo disfruto mucho mas como pasivo. Al final, para poder disfrutar en condiciones llegamos a la conclusión que tendríamos que incorporar uno nuevo y que fuese activo. Por lo que decidimos hacer un trío.

CONTINUARÁ

Pd.

Quiero seguir dando las gracias a todos los que me escriben. Intento contestar a todos. Así como, agradecer a los que les gustaría tener relaciones conmigo. Gracias a todos.