Quién me lo iba a decir 2

Tras esa primera experiencia, cada día fue intensificándose mi deseo por ser nuevamente penetrado, pero no me gustaba tener que pagar para tener sexo. Seguía viendo videos gays, con los que excitaba muchísimo.

QUIÉN ME LO IBA A DECIR 2

Tras esa primera experiencia, cada día fue intensificándose mi deseo por ser nuevamente penetrado, pero no me gustaba tener que pagar para tener sexo. Seguía viendo videos gays, con los que excitaba muchísimo.

Busqué por internet y, a través de una página contacté con un hombre principalmente activo, que buscaba amigo para disfrutar ocasionalmente, sin pretensiones económicas. Tras un rato de conversación planeamos nuestra primera cita, la cual, sería en su casa ya que yo no tenía sitio para poder estar solos, y tras intercambiar nuestros teléfonos nos despedimos.

Llegó el día en que habíamos quedado para conocernos. Conforme me acercaba a la dirección que me había indicado me asaltaban las dudas. ¿Lo llamaba y anulaba la cita? ¿Seguía adelante? Con las dudas en mi mente, sin haberlas aclarado, llegué a la dirección que me había dado. Con un nudo en el estómago pulsé el timbre del portero automático, casi al momento contestó una voz, la cual, reconocí de nuestra conversación telefónica. Ya no había marcha atrás. Cuando el ascensor llegó al rellano, casi de inmediato se abrió la puerta situada a la derecha. En el umbral se encontraba un hombre de altura y constitución muy similar a la mía, tras presentarnos pasamos al interior de la vivienda. Por un pasillo llegamos hasta un cuarto de estar en que había un televisor sobre un mueble bajo, sofá, sillón de los llamados orejero y una mesita de centro. Me invitó a sentarme en el sofá, a la vez que preguntaba si quería tomar algo, a lo que respondí afirmativamente, pidiendo solamente un vaso de agua, ya que tenía la boca completamente seca. Una vez hubo dejado el vaso sobre la mesa de centro, él se sentó a mi lado, comenzando a preguntarme que le parecía, si estaría dispuesto a que tuviéramos relaciones sexuales, si le gustaba lo que veía, ya que a él le agradaba mucho mi tipo y le encantaría follarme. Por la época del año en que estábamos él iba con un pantalón de baño bermudas y una camiseta de manga corta. Tras mis contestaciones afirmativas se acercó más, buscando mis labios con los suyos, a la vez que su mano derecha se dirigía a mi entrepierna. Cuando nuestras lenguas comenzaron a jugar, llevé mi mano izquierda al bulto que se notaba en la bermuda, notando una polla en plena erección.

Al sentir mi mano comenzó a respirar más agitado, intensificando el beso que nos estábamos dando, a la vez que movía su pelvis haciendo que mi mano masturbase su polla a través de la tela.

Pronto se puso de pie frente a mi bajándose el pantalón y dejando su aparato completamente erecto frente a mi boca, al cuál no le hice ascos y me lo introduje hasta casi mi garganta, haciéndole soltar un fuerte gemido, a la vez que comenzaba a moverse follándome la boca, mientras yo con una mano le acariciaba los huevos.

Me pidió que parase sacando la polla de mi boca e invitándome a que me pusiera de pie para pasar al dormitorio. Una vez dentro y con mis piernas pegadas al lateral de la cama me fue sacando el polo que llevaba, para inmediatamente comenzar al besar y chupar mis pezones haciendo que se me escapasen leves gemidos. Mis manos bajaron hasta su polla, nuevamente cubierta por los pantalones. Cuando las notó no tardó en bajarse los pantalones, quitándoselos ayudado por sus pies dejando todo su miembro y huevos al descubierto, totalmente depilados, para que siguiera acariciándolos.

Él por su parte comenzó a soltarme el cinturón de mis pantalones vaqueros, así como, a bajarme la cremallera, intentando bajarlos. Al ver sus intenciones me saqué los mocasines, a la vez que me sentaba en la cama. Mientras él comenzaba a tirar de la cintura de mis pantalones que pronto salieron hasta mis piernas, ayudados por mí al levantar el culo de la cama. Junto con los pantalones también salieron los bóxeres dejando mi erecta polla al descubierto, la cual, también depilada, se dispuso a meterla en su boca hasta dentro. Al poco tuve que pedirle que parase, ya que de seguir así iba a conseguir que me corriese muy pronto.

Nos tumbamos ambos en la cama y comenzamos nuevamente con los besos y caricias, nuestras pollas no se habían encogido lo mas mínimo. Tras un largo rato de besos y meneos de polla, me metí la suya en la boca chupando rápido y con fuerza. Me pidió que parase como hacía un rato le había pedido yo. Hizo que me pusiera a cuatro patas y al momento noté como su glande comenzada a empujaren mi esfínter, cosa que me provocaba gran placer. En una de sus arremetidas empujó fuerte salvando la resistencia que ofrecía mi ano, no pude evitar quejarme por el dolor ante la presión ejercida por el invasor. Retiró su glande de la entrada notando un gran alivio y fue a una de las mesillas para de uno de los cajones sacar un tubo de vaselina. Puso una generosa porción en su glande extendiéndola incluso por el tronco de su polla, para inmediatamente untar en uno de sus dedos e introducírmelo con cuidado y extenderlo por dentro de mi recto.

Volví a colocarme en la postura anterior pidiendo que fuese con cuidado en la penetración. Al principio sentí un poco de dolor, pero pronto ya noté como mi ano se abría del todo para recibir el aparato de mi amante, con lentitud y suavidad fue entrando y saliendo de mí, cuando la vaselina se había diluido cumplía perfectamente su misión, su polla se deslizaba suavemente por dentro de mi sin provocarme el mínimo dolor. Era tanto el disfrute que tenía que hacía que yo me echase para atrás cuando el se retiraba, para ir al encuentro de ese aparato que me estaba provocando gran placer. Nuestras respiraciones se fueron acelerando, al igual que el movimiento de entrada y salida que cada vez me provocaba mas placer. Cuando le dije que estaba muy excitado, me contestó que él también, y de vez en cuando presionaba con mi esfínter su polla, haciendo que gimiese con mas fuerza. En uno de sus gemidos pasó su mano derecha hasta alcanzar mi polla y comenzar a menearla con toda rapidez, como si no hubiese un mañana. Le avisé que me corría, que no podía aguantar más, a la vez que volvía a contraer mi ano y… en ese momento nos corrimos los dos, soltando gran cantidad de leche ambos. Mi recto notó los latigazos de semen que lo inundaron y la toalla que cubría la cubierta de la cama se vio empapada de mi lefa. Acto seguido me dejé caer sobre la cama arrastrando sobre mí a mi follador, al cual, tenía sujeto por la polla con mi esfínter, él aún seguía empujando dentro, hasta que su polla se fue encogiendo para salirse de mi recto, dejándolo completamente dilatado.

Tras recuperar la respiración volvimos a besarnos. Comentamos que habíamos disfrutado mucho por lo que merecía la pena seguir quedando para follar cuando nos apeteciese. Fuimos juntos a la ducha, notando por el camino como por mis piernas se iba escurriendo el semen de mi amante que salía por mi ano.

CONTINUARÁ

Pd. Quiero dar las gracias a todos los que me han escrito. Estaré encantado en seguir leyendo sus opiniones. Saludos.