Quién me lo iba a decir

Aburrido como me encontraba, se me ocurrió buscar en el ordenador algún video porno para entretenerme. No miré en que sección entraba, cuando me percaté estaba viendo un video gay, nunca lo había hecho hasta ese momento, pero noté como me iba excitando.

Hace unos años escribí en esta página, en la categoría gay algo que me ocurrió. Con el título quién me lo iba a decir. Posteriormente los borré.

Ahora he vuelto a retomar los relatos desde el principio, corrigiendo y ampliando una parte de mi vida.

QUIÉN ME LO IBA A DECIR

Aburrido como me encontraba, se me ocurrió buscar en el ordenador algún video porno para entretenerme. No miré en que sección entraba, cuando me percaté estaba viendo un video gay, nunca lo había hecho hasta ese momento, pero noté como me iba excitando.

Cuando esto ocurrió estaba casado, bien metido en la cincuentena y viviendo en una capital de provincia española.

Como iba contando, cada vez me excitaba más con el video, que en ese momento mostraba como un adulto con un pene de tamaño respetable iba penetrando a un joven de cara aniñada, con melena de pelo rubio y de constitución delgada. El pubis del joven se veía totalmente depilado y su pene mostraba una semi erección, dejando un glande rosado al descubierto. El adulto lo penetraba con fuerza, haciendo que el joven gimiese medio de placer, medio de dolor.

Seguí mirando embelesado la pantalla. Sin darme cuenta mi pene se había puesto duro como una piedra, hacía tiempo que no lo notaba así. Mi mano cada vez cogía mas velocidad sobre él. Mi respiración se aceleraba por momentos, notaba como mis huevos se iban poniendo duros y el típico cosquilleo pre eyaculación se hacía cada vez mas patente, hasta que sin poder aguantar mas comencé a soltar mi leche con fuerza fuera de mí, hasta notar que ya no salía más.

Poco a poco fue en aumento el seguir viendo videos porno gay y de travestis, pero eso ya no era suficiente. Comencé con caricias por el ano, pasando a introducirme un dedo todo lo profundo que podía, para pronto intentarlo con dos, aguantando alguna que otra molestia, y tras aguantar el dolor que me provocaba conseguí introducirme el tercero, aunque no muy profundos.

El morbo y el placer y la curiosidad que sentía me incitaba a que me penetrase un pene real. Comencé a buscar por páginas algún hombre que estuviese dispuesto. Encontré un anuncio de un profesional, el cuál, ponía que era experto en principiantes. Tras contactar con él vía telefónica, quedamos para ese día, casualmente estaba cerca de mi domicilio.

Al tocar el timbre de la dirección que me había dado me encontraba bastante nervioso. Al momento se abrió la puerta y ante mí apareció un hombre joven. Me invitó a pasar, llevándome hasta una habitación totalmente alfombrada, con una tenue luz, perfumada con aromas de incienso y con una amplia cama en el centro. Me pidió que me fuera desnudando. Una vez desnudos los dos me tomo de la mano y tirando de mi fuimos por el pasillo hasta el baño donde me lavó y secó -haciendo que mi polla se fuese endureciendo- para volver otra vez hasta la primera habitación. Cuando entramos hizo que me sentase en la cama acercando su polla hasta mi boca. Nunca había chupado una polla y no sabía como hacerlo, al darse cuenta de eso me indicó que me tumbase y fue él quien me la comenzó a mamar, indicándome que me fijase como hacerlo. No tarde mucho en estar excitado, entonces cambiamos los papeles. Pronto cogí la marcha y comencé a disfrutar chupándole y notando como iba creciendo dentro de mi boca.

Una vez totalmente erecta se retiró y me invitó a que me pusiese de rodillas en la cama. Mientras lo hice, él se puso un preservativo, al momento noté como me daba con algo frío y húmedo en el ano, ante mi escalofrío indicó que era para que entrase bien su polla. Pronto noté como su glande se apoyaba en mi esfínter notando presión en el mismo, a la vez que me indicaba que me relajase y separase los cachetes de mi culo con las manos. Con un poco mas de fuerza por su parte el glande entró, dejándolo quieto dentro, hasta que mi recto se acostumbrase a la presión que notaba. Cuando mi ano ya se había abierto y acostumbrado comenzó a moverse despacio, entrando y saliendo poco a poco con suavidad. En breves momentos noté como sus huevos chocaban contra mi culo para ir cogiendo velocidad.

Sus manos me tenían cogido por las caderas, haciendo que en cada embestida el placer fuese en aumento, consiguiendo que en breves momentos comenzase a sentir bastante placer, hasta tal punto que escasamente había comenzado a masturbarme cuando noté que llegaba al punto de no retorno, haciéndome gemir con fuerza. Acababa de correrme cuando él en uno de sus empujones tiró con sus manos de mis caderas hacia él y se puso en tensión a la vez que gemía también.

Tras esa primera vez, se despertó en mi un sentimiento que hoy en día aún persiste, disfrutando cada vez que soy penetrado.

Continuará

Pd. Estaré encantado de recibir vuestros comentarios. Además de intercambiar opiniones y gustos. Saludos.