¿Quién Manda?: La Caída de Roma
Un mes después del juego la vida de Juan ha cambiado por completo. Pero lo más fuerte estaba aún por llegar. Final de esta serie.
¿Quién Manda?: La Caída de Roma
Me resulta muy difícil contar exactamente cuántas barbaridades y putadas nos hemos hecho Paula y yo el uno al otro. Es difícil, por no decir imposible. Estoy bastante seguro de que si alguien fuera de las paredes de nuestra casa lo supiera acabaría llamando a la poli para separarnos. Bueno, al menos alguien que no esté tan loco como nosotros, lo cual lógicamente descarta a nuestro grupito de pervertidos.
Es curioso ese efecto de escalada. Al estar al mando de forma alterna, el uno solía hacerle una burrada al otro y el fin de semana siguiente recibía su correspondiente venganza. Eso, ejercido en un lapso de dos años, ha provocado algo evidente. Empezamos con cosas simples, como atarnos a la cama, pero al final las perrerías mutuas han incluido cosas bastante bastas. Como dejarme a mí con un cinturón de castidad durante una semana entera, o que Paula acabara un día desnuda en mitad del instituto donde trabaja. Por supuesto fue en un armario, lejos de las miradas de los alumnos y compañeros, pero el miedo que sintió sabiendo que en cualquier momento alguien podía entrar en esa garita fue indescriptible. Al igual que el morbo, por cierto, cuando me la follé allí mismo tenía el coño como un charco.
En parte he soportado este último mes por todo eso. Mi carácter, y mi forma de ver el sexo, hubiera hecho imposible un mes siendo un cornudo si durante los dos últimos años no hubiera estado sometido a este tipo de cosas ¿Por qué? Imagino que Paula, que a todo esto es psicóloga al igual que Elena, lo llamaría “condicionamiento”. Yo soy más prosaico, si te pasas dos años soportando que una vez a la semana tu novia te haga cosas como agarrarte de los huevos con fuerza, pellizcarte el glande con mala leche y finalmente te hace correrte… Pues hombre, da igual si eres más dominante o más sumiso, te guste o no al final relacionas el estar sometido con ponerte cachondo, mezclas roles y filias, aumentas tus limites en resumen.
Y eso es justo lo que ha estado haciendo Paula desde esa noche. Entrenar mi capacidad de aguante a la enorme cornamenta que me puso. No ha vuelto a hacerme nada tan bestia, no, es demasiado lista para ello. Aunque últimamente se va acercando.
El día después del jueguecito de Elena, me envió un simple whassap una media hora después de salir de nuestro piso.
Cari, esta noche no voy a casa. Ya sabes dónde estoy ;)
Esa fue la vez que más cerca estuve de mandarla a la mierda. A ella, a nuestra relación y a mis “amigos”. Más cerca incluso que cuando me tenía atado en la silla. Y es que en frio, sin tener la polla como una barra de acero por un fetiche que ni sabía que tenía, todo resulta menos erótico y más traicionero.
Pero me contuve, por tres razones, quizás estúpidas, pero son mis razones y a quien no le guste que se joda. La primera, ella había ganado el juego, el set, la partida y hasta la Champions (Y eso que la metáfora era de tenis). Yo soy muchas cosas, pero no soy hipócrita. Si yo hubiera sido el que tomara el mando y tuviera la posibilidad de zumbarme a Elena mientras se lo restriego por la cara… Pues faltarían condones y colchones en este mundo para los polvos que le caerían.
La segunda, poco después de leer ese mensaje tenía una erección enorme en los pantalones. Bueno, enorme no, pero ya se me entiende. Y la última, será una puta zorra, pero al menos no es una mentirosa.
Me dejo la cuarta, que es la más importante. Que la quiero. No un amor de esos mundanos, basados en las memeces románticas que nos impone a todos la sociedad. Es más profundo, fundamentado en años y años de búsqueda.
Paula no fue la primera mujer con la que saque a la luz mis fantasías dominantes, pero ha sido la única que me ha seguido el ritmo y no me ha llamado sociópata jamás. Puede que la gente crea que hoy en día eso del bdsm está a la orden del día, pero en realidad no es así. Encontrar a una persona que no solo tenga curiosidad por el tema, sino que centre su sexualidad en él… Es complicado, por decirlo de algún modo. Por ello entre Paula y yo siempre ha habido y habrá algo más allá del amor romántico, hay un amor sexual difícilmente superable o reemplazable. Que uno de los dos haya ganado al fin el “látigo de amo” no cambia las experiencias que hemos vividos estos años.
Por todas estas razones aguanté, apretando los puños, guardándome mi orgullo y hasta renunciando a mi dignidad. Podría decir que de todas ellas la que más pesó fue la última, la de querer a Paula. Pero mentiría, la que más pesó fue la de estar empalmado como un quinceañero. Para alguien como yo, que ha explorado los terrenos de sus fetiches más allá de lo que la Enterprise a vagado por el espacio, encontrar una nueva filia es profundamente embriagador, sea cual sea ese nuevo gusto.
Y es que, siendo más directo, parecía ser incapaz de controlar mi rabo. A ese mensaje se le sumaron otros tantos durante la primera semana. Yo intentaba reprimirme un poco, fruto más del orgullo de que de otra cosa. Pero al final un tío que esta cachondo tanto tiempo acaba cediendo si nadie lo ve, eso es de dos más dos. Yo cedí cuando me dejo este mensaje.
¿La ves? Mírala bien, mírame bien. Mientras tú estás viendo esto yo ya la tengo en la boca.
Al mensaje le acompañaba lógicamente una foto. En ella vi a Paula desnuda, arrodillada, inflando su pecho para destacar más sus tetas con esos pezones rosados que tanto me gustan. Y cerca de su cara estaba esa polla colosal que ya conocía.
Pese a que me quedé en shock un par de minutos, al final me acabe sacando mi erección y pajeandome como un mono mirando esa imagen. Era demasiado, los mensajes ciertamente tenían un efecto en mí, pero la foto era algo nuevo. Y a esa captura le siguieron otras tantas. De todos los colores, desde Paula mamando ya esa polla, hasta una captura tremenda de ella mirando a la cámara a cuatro patas y con el torso desnudo de Miguel de fondo mientras la envestía.
Y después, a las tres semanas o así, empezaron los videos. Videos de ellos morreándose, riéndose ante el foco, Paula agarrando y meneando su polla, Paula chupándosela de rodillas, Paula besándose con Elena mientras por detrás, y de pie, Miguel empujaba su herramienta dentro de mi novia una y otra vez.
Yo estaba como en un trance, cachondo perdido todo el rato, sin pararme a pensar realmente el rumbo que había tomado todo. Simplemente me dejaba llevar por mi nueva realidad. Tan absorto en desfogarme, que ni siquiera me percate un día que, tras recibir uno de esos videos, le estaba dando al manubrio y mi novia apareció. En parte es normal que no me lo esperara, estaba solo en casa y suponía que ese video me lo había mandado casi en directo desde la casa de Elena. Aunque también tengo que admitir que me encontraba tan centrado en la pantalla y en mi paja que posiblemente si a mí alrededor hubieran aparecido un coro de mariachis yo no habría notado nada.
Estaba delante de mi portátil, donde hace unos días había guardado todo el material que Paula me había mandado al teléfono. Y de repente sentí su pelo en mi cuello y su boca en mi oreja.
- Vaya… Parece que esto cada vez te gusta más ¿No, cornudín?- Me susurró.
Mientras mi corazón daba un vuelco y yo me giraba asustado por su repentina presencia, ella me agarró mi polla y me la siguió meneando. Y, hablándome tan cerca de mi oído que sentía su aliento recorrerme toda la cara, empezó a narrarme lo que estaba viendo.
- En ese momento, cuando Miguel me estaba agarrando el culo, Elena metía lentamente su dedo en mí. No se puede ver bien, pero te aseguro que fue así. Dios… Sentir a ese pedazo de hombre, recorriéndome lentamente, levantando cada vez más esa polla… Y con Elena tocándome. Puf… Solo de pensarlo.
Solo de pensarlo se corre uno, como yo, que lo hice en sus manos con su risita de suficiencia taladrándome. Y eso fue solo la primera de muchas veces que montamos este patético show. Yo viendo sus videos, ella haciendo de comentarista mientras me masturbaba lentamente. Hasta que al final decidió que no hacía falta que ella me tocara, le resultaba más divertido verme haciéndolo mientras hablaba.
Eso redujo nuestra actividad sexual a cero por cierto, desde que había empezado a mandarme fotos no habíamos vuelto a follar propiamente dicho. Pero, estando tan centrado como ya he dicho, en mi nuevo fetiche, casi podría decirse que ni lo note. Bueno, sí, sabía que no lo hacíamos, no soy gilipollas. Era simplemente que esa nueva fantasía recién descubierta me tenía atrapado, tanto que otras formas de sexo quedaron en un segundo plano para mí. No es algo que me resultara nuevo realmente, cuando descubrí como me hacían sentir las imágenes de mujeres desnudas y atadas, deje de lado por completo las de supermodelos en bolas. Pues con eso igual, era algo nuevo y distinto. Humillante hasta decir basta por supuesto, pero más absorbente de nada que hubiera probado en toda mi vida.
Y Paula volvió a elevar la apuesta hace tan solo cuatro días. Volviendo del trabajo, una pequeña tienda de caza en la cual me enchufó mi hermana y donde me gano la vida hasta que me salga algo mínimamente relacionado con lo mío (Informático), me encontré por primera vez con una escena ya conocida.
Nada más traspasar la puerta lo supe. Escuchaba los jadeos venir desde mi cuarto. Atraído por ellos, y con la polla ya en ristre, me fui acercando al origen como un zombi. Y al entrar en la habitación la escena me atrapó. Paula estaba abierta de piernas boca arriba, con la cabeza contorsionada para poder mirar a la puerta, como si esperara mi llegada. Miguel la estaba follando tan fuerte que el somier literalmente se movía arrastrado, y el ruido del colchón era estruendoso. Mi novia gemía de forma brutal, abriendo la boca desmesuradamente buscando aliento, y sus ojos me miraban fijamente desde que aparecí. Sonrió con una burla aplastante.
- Ho… Ho… Hola… ¡¡¡JODER, DAME, DAME!!!
No era una conversación muy hilvanada, aunque en esa situación seguramente era un milagro que hubiera podido decir siquiera eso. Miguel se la siguió zumbando mientras yo no sabía ni lo que hacer. Me quedé allí, en la entrada, sin entrar pero sin irme. Era la misma imagen que en los videos, pero en vivo resultaba todo mucho más animal. Los músculos del hombre se marcaban en cada envite, agarrando las piernas de mi novia con tanta fuerza que sus dedos se quedaban marcados. Las tetas de Paula se movían aleatoriamente, meneándose ante la follada de Miguel. Su mirada no dejaba de perseguirme, clavándose en mí como un puñal y mostrándome todo el placer que estaba sintiendo. Hasta el olor de la sala parecía ser demasiado fuerte, embadurnando de sexo cada rincón de ese cuarto.
Al cabo de unos minutos Miguel decidió cambiar de postura. Moviendo otra vez a mi novia como si fuera una muñeca y, igual que aquel día, la manipuló con una facilidad exasperante. Paula acabó colocada en la posición del perrito, con el mastodonte detrás. Sin la polla de este clavada en sus entrañas, mi Paula pareció recobrar un poco su capacidad de hablar. Con esa sonrisa en su boca me dijo.
- Ven, pequeño, ven. Déjame que haga lo que tú no tienes los cojones de hacer.
Y, como un autómata, fui. Nada más llegar empezó a desabrocharme los pantalones. Miguel le dio un respiro mientras tanto, aunque desde mi posición podía ver su polla apuntando al coño de Paula. Esta al final consiguió dejarme con el rabo libre, totalmente en ristre, apuntando hacia su cara. Por un segundo pensé que me la iba a chupar, pues el gesto de relamerse los labios era un preludio de eso desde que la conocía, pero pareció cambiar de opinión y se limitó a sujetármela con una de sus manos. Entonces Miguel la penetró con una dureza impresionante, haciendo que se moviera hacia mis piernas y dejándola tendida en la cama bocabajo y con mi rabo en su mano. Me dolió el tirón involuntario, aunque creo que a ella le dolió más semejante pollazo.
El hombre no perdió el tiempo. Volvió a follarsela como antes. Paula ni siquiera necesito mover su mano para pajearme, de una forma arrítmica de cojones eso sí. Debido a eso no podía correrme, más que una paja era una sucesión de tirones y apretones descontrolados. Yo me moví un poco hacia delante, para evitar que en uno de esos agarrones me arrancara la polla más que nada.
Gracias a lo mal que me estaba pajeando, pude aguantar hasta el final. Vi como Miguel la hacía tener al menos tres orgasmos en una media hora, haciendo que su cuerpo temblara, lo cual por cierto hasta me resultaba agradable dado que su mano vibraba en mi rabo de una forma bastante curiosa. Entonces el hombre sacó su enorme instrumento del interior de mi novia, corriéndose sobre la espalda de ella y dejando una hilera de semen sobre Paula. Y yo me corrí como nunca, algo que me pasaba demasiado últimamente, estrellando mi esperma contra su nuca, bañando su melena castaña. Eso me dio una falsa sensación de poder, como si correrme sobre ella borrara lo que acababa de pasar. Lógicamente era un sentimiento falso de narices.
Y así han sido los últimos días. Yo volvía a casa y me encontraba la misma escena. A los dos días de eso Elena también estaba. Ella era bastante más hiriente en sus comentarios, y prohibió a Paula tocarme mientras se la follaba su “toro” (Odio ese mote por cierto). Así que al final, el día anterior a este, yo me acabe pajeando ante esa follada mientras la supermodelo me susurraba barbaridades al oído.
Pero hoy no voy a contemplar esa escenita, de eso estoy bastante seguro.
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¿Alguien sabe cómo suelen caer los imperios? Generalmente no es porque llegue uno nuevo, más grande y más rico. Si, a veces pasa (Que se lo digan a Moctezuma cuando llegaron los españoles), pero si miramos a Roma, a los califatos de España, a los imperios coloniales… Casi siempre es lo mismo. O bien una desidia provocada por el empacho de poder, o bien es la estúpida idea de que se puede abarcar más de lo que te cabe en las manos.
A Paula le pasaron ambas cosas.
Me tenía a su merced de una forma patéticamente implacable. Ya había renunciado por completo a mi faceta de amo, incluso a la mínima dignidad como hombre y ser humano. Era su juguete. Hasta que esta mañana he visto ese pequeño trozo de regla. Un detalle tan pequeño e insignificante que lo ha cambiado todo.
¿Por qué? Bueno, tardé unos segundos en comprender que era esa cosa. Y cuando lo hice una bombillita iluminó mi mente. Movido por ese presentimiento busqué por la casa la regla que Elena uso para medirme la polla hace un mes. Cuando la encontré la examiné, buscando ese trozo que faltaba. Pero estaba intacta, sin una sola muesca. No tenía sentido… Salvo que hubiera roto una regla similar a esa. Como la que yo tenía en mi escritorio desde hace años.
Entonces baje al todo a cien de abajo y compré otra. Bueno, en realidad compré otras tres. Y las comparé con la que ya tenía. Todas ella eran más grandes, pese a que supuestamente debían medir todas veinte centímetros. Recordé entonces que Jesica trabaja en una papelería, donde hace unos meses llevaron una de esas nuevas impresoras 3D. No hay que ser muy listo para saber de donde habían sacado esa regla trucada.
Lógicamente pasé a hacer lo más razonable en esa situación. Me la medí, como un crio de trece años. Y obviamente el resultado sobrepasaba esos 9 centímetros y medio que me dejaron tocado ese día. Vamos, si hasta la tengo más grande de lo que pensaba. Unos catorce y pico. Eso me sorprendió menos, dado que como ya he dicho pienso que medirse el pene es algo de niñatos, por lo que la última vez lo que lo hice no había terminado ni la pubertad.
Pero… ¿Qué puto sentido tenía? Es decir, vale, no tengo un micropene. Más bien es normalito, no destaca ni por ser pequeño ni por ser grande. Punto medio, prácticamente calcando la media aceptada en el tamaño del miembro masculino. Pero aun así habría perdido la prueba, Tomás (Ese hijo de la gran puta) me superaba. Y lo de Miguel era inhumano. Ahora sé cuánto me mide a ciencia cierta, pero la suya es casi el doble de largo, y el triple de ancho… Eso le hace superar los veinticinco centímetros. Es más un burro que un hombre. Sea como sea, ambos me superaban, ¿Para qué el engaño?
No es la putada más grande que me ha hecho Paula ni de coña, vamos, no está ni entre las cien mayores. Es más bien algo infantil si me paro a pensarlo. Y justo por eso me hizo estar ese día completamente absorto ¿Qué es lo que buscaba con eso? ¿Para qué tomarse la molestia de hacer algo tan tonto? No tenía ni zorra idea siendo sinceros. Y estaba tan absorto en el misterio que le di una excusa mala a mi jefe para no ir a currar y me pasé el día entero en casa pensando que cojones significaba todo esto.
Y entonces Paula cometió su segundo error. Lógicamente el primero fue dejar que yo barriera la casa. Creo que ya ha quedado claro que no soy precisamente un machista, pero al menos en esa tarea en concreto siempre he defendido que mi novia lo hace bastante mejor. No es por ser mujer, eso es una chorrada, simplemente es que se me da como el culo barrer, cuando lo hago tengo tendencia a dejar partes de la casa sucias. Y no, no lo hago a posta para que a ella le toque limpiarlo bien, sencillamente algo en mis putos ojos no funciona bien cuando se trata de eso. En mi defensa diré que el resto de tareas domésticas no me suponen ningún problema. Sea como sea, si Paula se hubiese encargado de pasar la escoba ese mes por el cuarto en vez de estar tirándose a Miguel como una posesa, yo nunca habría encontrado ese trocito de mierda que me dejo enclaustrado en mi piso todo el día. Y, sin eso, hubiera estado en el curro cuando ella llegó.
No sabría decir porque lo hice, pero en cuanto llegó me escondí en mi armario. Di gracias mentalmente a haber cogido esa mañana las llaves cuando aún creía que iba a salir de casa, pues de esa forma eliminé la pista implícita que mi novia y yo nos dábamos para saber si estábamos. Escuché como mi novia venía hacia nuestra habitación, y hablaba con alguien. Por un segundo temí que fuera el chulo de Miguel, pues ahora mismo no tenía ganas de juegos de cornudos, y no me apetecía verle follar con él desde mi escondite. Pero afortunadamente la que la acompañaba era Elena.
Iban hablando tranquilamente, con un tono de voz bastante alegre. Se notaba que estaban contentas, y eso que no entendía todavía de que hablaban. Hasta que las dos se metieron en el cuarto. Por el ruido supe que se habían sentado en la cama. Y entonces escuché a Paula.
Puf, tía, estoy ya cansada de esto.
Oh, pobrecita Luthor, que tiene que tirarse a mi toro- Dijo irónicamente Elena.
Pues sí, pobrecita de mí. Y de mi coño. Yo no sé cómo le aguantas en serio, la primera vez estuvo bien, pero es que eso… Bueno, es demasiado.
No, si ahora me dirás que las prefieres pequeñitas, como las de Juanito.
Oye, no seas cabrona, que eso no toca ahora- Respondió de mala leche Paula.
Tú has empezado. Y maja, estas como un cencerro, bien que me haces decirle de todo cuando te follas a Miguel en su jeta, pero en cuanto no mira pobre de aquel que diga algo malo de Juan.
Es que no es lo mismo, eso forma parte del plan. Pero ahora no venía a cuento.
Ya te he dicho que has empezado tú. Que ahora va a ser que Miguel lo hace mal o algo.
Yo no he dicho eso. Aunque la verdad, me gusta más Juan- Se calló un momento, supongo que porque Elena puso una mala caro o algo. Yo estaba flipando por cierto- Joe, que no digo que Miguel sea torpe ni nada, es simplemente que eso que tiene entre las piernas es desproporcionado. A ver, que una vez, y más esa vez con el morbo de la situación, tiene su gracia por la fantasía y tal. Pero después una polla tan grande… Pues niña, que quieres que te diga, duele. Y además, con eso de que controle tanto lo de correrse, pues al final acabo con el coño que parece una zanja. Las fantasías de pollas enormes están bien en la imaginación.
Ya, como los tíos con las tetas ¿Eh?
Bueno, a los tíos les gustaran enormes, pero si se encontrasen a una mujer con dos tetas tan grandes que les aplastaran al follar no creo que les molara tanto. Y tu Miguel un día de estos me va a aplastar con su polla.
Elena soltó una carcajada tremenda, a la que Paula se sumó. Y yo no daba crédito a lo que estaba oyendo. Si dijera que estaba perdido mentiría, mi estado transcendía eso.
Que bruta eres hija- Dijo Elena.
Joder, es que es verdad. Tú es que ya tienes eso como un túnel de camiones y ni lo notas.
Otra vez las risas llenaron la habitación. Reconozco que hasta yo mismo, en mi total estupefacción por lo que oía, no pude evitar soltar una risita que tape con mis manos para no ser descubierto.
Bueno, ya te queda poco de ese enoooooorme sufrimiento- Dijo Elena- Todo ha salido de puta madre. Juan esta donde queríamos.
Ya, eso sí. Solo nos queda lo de la webcam para tenerlo en mi mano para siempre.
¿Tú estás segura de eso? Es decir, ya sé que pensamos en lo de su perfil mucho, y que te acepto que encaja. Pero… Tía, cuando se tiró al suelo ese día atado y empezó a decir burradas, pues yo me acojone bastante. A ver si le vuelve a entrar la vena burra y nos arma una gorda.
Que sí, que le conozco mucho y lo hemos pensado muy bien todo. Solo le falta un empujoncito para que esto sea permanente. Si hace tres semanas que ni le doy Viagra.
Lo que tú digas. Pero como se cabree o nos pille sabes que se va a liar parda… Vamos, que como se le vaya mucho la pinza nos puede hasta meter en el trullo. Aunque no sé yo si hay un delito tipificado para esto.
No me seas cagona ahora.
Si fuera cagona te habría mandado a la mierda hace mucho.
Hay tienes razón. Pero es que estas tan loca como yo, y eres inmensamente más zorra. Mala mezcla.
Y otra vez la risas, acompañadas esta vez de golpes. Parecía que se estaban peleando de broma encima de la cama. Yo seguía como una estatua en el armario, sin entender un carajo de nada. Me quede allí hasta que Paula y Elena se levantaron y dijeron.
Bueno, faltan un par de horas para que empiece otra vez el show- Dijo Elena.
Pues vamos para la farmacia. Voy a comprarme un lubricante o algo, que yo no me vuelvo a meter eso sin uno.
Que exagerá eres.
Ya, ya. Anda y tira, túnel de camiones.
¡Serás!
Las escuché salir divertidas mientras se decían burradas, y solo cuando la puerta de la calle se cerró me atreví a salir de mi escondite.
¿Se puede saber que cojones significaba todo eso? Yo intentaba poner en orden todo lo que había escuchado, pero no terminaba de encajarme nada. Vale, estaba claro que Paula había ideado una estratagema para poder tenerme de cornudo sumiso. Aunque por lo que parecía no era eso lo que más le gustaba. Siendo sincero tengo que admitir que su revelación en cuanto a la habilidad de Miguel me hincho de orgullo. Sí, soy un poco capullo, pero joder, con el mes que me había dado…
Con todo había varias cosas que me taladraban la mente ¿La había llamado Luthor? No, es era la parte más tonta… Lo que importaba de verdad ¿Viagra? ¿Cuándo coño me la había dado? ¿Y para qué? Si, ya, para que se me pusiera tiesa. Si me paraba a pensarlo es cierto que al principio de este mes se me ponía como el acero con nada… Y siempre justo cuando ella mandaba sus mensajes. Los cuales solían llegar una media hora después de que saliera de casa rumbo a sus encuentros con Miguel. Y era entonces cuando se me empinaba. Vale, causa y efecto.
Esta loca, pero bueno, eso ya lo sabía. Siguiente… ¿El plan? ¿Era ese? ¿Hacer que relacionara mi polla con sus infidelidades? Uhm… No, eso debía ser solo una parte digo yo. Me da que mi querida novia, y recién descubierta psicópata por cierto, tenía algo más gordo entre manos. Y no era solo la polla de Miguel, que se ve que a la muy zorra no le gustaba. Pero… ¿Cuál sería ese plan? ¿Hasta qué punto de locura había llegado? Y… ¿Cómo descubrir el pastel por completo?
Llevo un mes con una bruma tremenda en la cabeza. Metido de lleno en esta situación surrealista de cuernos, erotismo, erecciones, putadas y traiciones. Pero por primera vez vuelvo a sentirme como siempre. Yo no soy así, yo no soy el que permanece haciéndose una paja como un mono mientras su novia se tira a otro.
Como diría mí querido Arnold: He Vuelto.
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Sabía a quién debía acudir desde que salí de casa. Era el eslabón más débil del plan de Paula. Por dos razones fundamentales. La primera, que yo le conozco infinitamente mejor que mi novia. Y la segunda, que es el tipo más cobardica que he visto en mi vida.
Tengo que reconocer que es normal tener miedo cuando alguien te coge en mitad de la calle, te mete en un callejón, te suelta una leche en la nuca que te hace perder el sentido y, cuando te despiertas, te ves atado a una silla en la habitación de un hostal que no conoces. Tampoco debe ayudar mucho el cuchillo de caza enorme que tiene el amigo al que llevas puteando el último mes. Como mínimo.
- Buenos días, Tomás.
Me mira acojonado. Yo contengo una sonrisa de satisfacción, es mucho mejor para el interrogatorio que piense que no puedo siquiera realizar ese gesto. Jugueteo con mi arma mientras él me pregunta repetidamente que estoy haciendo. No es que piense en usarla, no estoy tan chalado, pero él eso no lo sabe. Y yo sí sé hasta qué punto el más mínimo indicio de daño físico le asusta.
Cierra la puta boca y escucha- Le digo- Tú y yo vamos a tener una pequeña charla. Este hostal es de un amigo, uno de verdad, no como tú. Me ha dejado esta habitación prometiéndome que pase lo que pase no va a entrar. Así que… Tomasin, vamos a hablar del plan de Paula y de qué coño ha pasado este último mes.
¿Qué? Si, si… Claro tío, yo te cuento lo que quieras… Esto no hacía falta…- Dice el muy gallina- ¿Qué quieres que te diga?
Todo. Empieza por el principio.
-Bien… Vale… Esto… A ver, espera que lo ordene…
“Todo empezó hace unos seis meses, cuando te fuiste ese finde con tus padres. Paula no pudo ir porque tenía no sé qué en el instituto. Por la noche todos salimos. Y bueno, nos pillamos un pedo que no veas y Paula empezó a hablar sobre vuestra relación después de que Tomás y Elena reconocieran que eran una pareja abierta y que a ambos les gustaría echarle un buen polvo.
Yo ya sabía todo el rollo que tenías con Paula. Eso de la dominación alterna y demás. Pero era la primera vez que se lo escuchaba a ella. Creo que estaba muy borracha, porque ya sabes que esas cosas no le gusta contarlas y tal. Pero bueno, al final con tantas copas se le soltó la lengua.
No sé cómo acabo la cosa así, pero Elena le terminó diciendo que porque no aplicaba sus conocimientos de psicología para tomar el control de una vez. Todos nos reímos mucho de eso la verdad, en plan: Venga, como una villana de comic ¡Larga vida a Pau Luthor! Ya sabes, gilipolleces.
La cosa es que al cabo de un par de semanas Elena y Paula nos volvieron a reunir a todos a tus espaldas. Decían que tenían un plan, pero que hacíamos falta yo y Jesi. La verdad es que de entrada me parecía todo muy absurdo… Pero que quieres, ya sabes como soy con el sexo, para mí todo esto es una broma. Y bueno, no sé, tú me habías contado que cada vez estabas más cómodo cuando era Pau la que dominaba. Y bueno… También estaba lo de follarme a Elena, no te voy a mentir.
Ellas decían que para que aceptaras un papel como sumiso hacía falta romperte los esquemas por completo. Destrozar tu ego a nivel psicosexual o algo así dijeron. Ya sabes que cuando ambas se ponen con sus cosas de loqueras yo pillo poco. Pero bueno, al final trazaron un plan. Y joder… Era todo tan loco que… ¿Tío, tu que hubieras hecho? Es decir, que tenía gracia la cosa.
Ya, quizás para ti no tanta, pero macho… Bueno. Vale, si, deja el cuchillo, que sigo.
Total, que su plan tenía varias partes. La primera era pasarse unos meses entre nosotros jugando, haciendo que pareciera que iba a acabar todo en una gran orgia. Paula mientras tanto seguiría con sus juegos contigo, diciéndote que la tienes pequeña y tal. Y bueno, decían que haría falta un gran shock traumático o no sé qué. Vamos, que tenías que ser sometido delante de todos nosotros.
Ellas elaboraron una especie de perfil tuyo. Decían que siguiendo unas pautas lo conseguirían. A mí me daba la risa porque era todo muy absurdo, y yo me ponía en tu piel y pensaba que si hacían eso solo te iban a cabrear. Pero ellas decían que contigo si funcionaria, por no sé qué de tus estructuras mentales y sexuales. No sé, todo muy raro. Pero bueno, eran tres cosas en realidad:
Compararte con otros hombres. Para eso debían reforzar la idea de que eras peor en todos los sentidos. Que la tenías más pequeña de lo que es en realidad, porque la tuya es normal realmente. Allí entraba Jesi. Paula cogió una regla que tenías por ahi y que sabías que estaba bien y ella hizo una igual pero con las medidas mal. Paula decia que los hombres, por mucho que digamos que no, tenemos metidos en la cabeza eso de que a más grande más macho. Y también quería hacerte creer, una vez que hubieras asumido tu inferioridad en cuanto al tamaño, que encima no conseguías que Paula se corriera y que había fingido durante toda vuestra relación. Decía que desde no se que revolución sexual, los hombres tambien medimos nuestra capacidad por si somos capaces de dar orgasmos a las mujeres, y que si pensabas que entre tu tamaño, velocidad para correrte y habilidad general, solo conseguias que fingiera... Bueno, eso te haría pensar que eres una mierda en el sexo. Lo cual es una trola como un piano por cierto, por lo que yo sé ella se lo pasa mejor contigo que con el capullo de Miguel.
Luego había que ir aumentando de intensidad lentamente después del palo inicial, que debía ser tan bestia como para trastocarte por completo. Al parecer según ellas no podían pasar directamente a que Pau te pusiera los cuernos una y otra vez como ese día, sino que tenían que hacerlo poco a poco para que no te rebelaras. Hay entraba en juego la viagra. A mí eso me parecía demasiado, es decir, drogarte y tal podía ser peligroso. Ellas decían que ya lo habían hablado con un médico y que sabían la cantidad necesaria y no perjudicial para ti. Sea como sea te la dieron esa noche para que tras correrte siguieras con la polla dura, así pensarías que era por ver a Pau con Miguel. Y después Pau te la daba cada vez que iba a follarselo, o a decir que se lo follaba porque muchas veces solo hacían fotos. Sea como sea eso según ellas iban a hacerte tener un fetiche forzado de cornudo, y eso te atraparía porque según ellas eres compulsivo con esas cosas. Tenían razón por lo que se ve, al cabo de una semana ya no te hacía falta la pastillita.
Y bueno, al final la última parte era hacerte lo mismo pero en con una cam conectada al mundo. Según Paula eso rompería para siempre tu esquema, porque ya no solo sería el grupo de conocidos los que te verían como un cornudo sumiso, sino un montón de gente que no conocías y que incluso podrían saber quién eres. Así desde ese momento Paula siempre mandaría en la cama, porque tú ya habrías asumido del todo que eres inferior a ella.”
No sé cuántas veces hice un mal gesto al escuchar todo aquello. Además, tenía la sensación de que si volvía a oírle decir “bueno...” le iba a reventar la cara. Era la cosa más absurda, loca, rocambolesca y enfermiza que había escuchado nunca. Decir que no tenía ni pies ni cabeza sería quedarse corto… Salvo por el irrefutable hecho de que ese plan de mi queridísima novia había funcionado. Tal cual, de pe a pa. Por lo que se ve Paula y Elena eran unas psicologas tremendamente buenas, y con una tendencia hacia la mala praxis espectacular.
Pero en ese instante solo podía centrarme en Tomás. Puedo enfadarme con el resto, pero con él es diferente. Era mi amigo de toda la vida, el chico con el que he crecido y he hecho mil cosas estos años. Sé que para él todo esto ha sido un juego de lo más divertido, entiendo que forma parte de su carácter tomarse con una ligereza tremenda toda cosa que tiene que ver con el sexo. Pero aun así… Cada palabra que ha dicho solo me hace ponerme en el lugar de Julio Cesar cuando dijo aquello de: ¿Et tu, Brute?
Él sabe muy bien que estoy tremendamente cabreado. Tanto que piensa que puedo hacer alguna locura, aunque como ya he dicho no soy tan chalado. Aun así cuando voy hacia él pongo todo mi empeño para que se fije en el cuchillo acercándose a su cuerpo. Grita como un niño pequeño. Y entonces corto las cuerdas.
No quiero que vuelvas a dirigirme la palabra en tu puta vida. Estas muerto para mí.
Juan… Bueno, yo… -Dice mientras se levanta.
Ni siquiera termina la frase. Le doy un puñetazo en la cara con todas mis fuerzas y termina en el suelo. Creo que le he roto el labio, pero no me digno ni siquiera a mirarle mientras salgo de aquella habitación.
Estoy furioso con él, sí, pero… ¿Qué siento hacia Paula? El sentimiento de rabia y traición invade mi mente por supuesto. Pero también hay otra cosa más. Y es esa la que termina por dominarme y me hace apoyarme contra una pared y caer lentamente al suelo, con las manos en la cara.
Y entonces me rio. Sí, me rio, con una risa histérica e irrefrenable. No sé cuánto tiempo estoy así, en mi vida he tenido un ataque de risa semejante.
- Madre mía, está loca- Me digo a mí mismo.
Sí, esta como una puta cabra. Pero no puedo evitar sentir un gran orgullo por su capacidad para la manipulación y el engaño. Nunca lo he comentado, pero hay algo que casi me pone tanto como los juegos de dominación, y es la inteligencia pura y dura. Y por surrealista, psicótico y absurdo que haya sido el plan de Paula, sería un necio si no viera la fina inteligencia con la que lo ha ejecutado. Medio año entero dedicado a una sola causa, tomar las riendas de nuestra relación por completo. Hacerme su sumiso. No creo siquiera que este demasiado interesada en hacerme un cornudo, pero sabía que si conseguía que aceptara ese papel sería suyo para siempre.
- Puta chalada de mierda, te quiero, pero que malita estás jodia.
Casi me dan ganas de cederte el mando para siempre.
Casi…
- - - -
Ayer le dije que Paula que me había tenido que ir a recoger unas armas de la tienda a un pueblo cercano. Y que no podría ir a dormir. Era una mentira por supuesto, pero me hacía falta para conseguirlo todo.
Hay dos cosas que no os he dicho de Paula. La primera, a diferencia de mi ella no es dominante porque sí. Sufrió un largo proceso hasta llegar a eso. Y fue originado principalmente por una persona. Marta.
Cuando iba a la universidad, ella y Marta eran dos niñatas bobas que se cayeron como el culo desde el principio ¿Por qué? Vete a saber. Sea como sea, al final jugaron a un juego tonto de narices. Cada vez que una de ellas tenía un novio, la otra hacia todo lo posible por robárselo. Sí, una gilipollez como un piano, es lo que tiene ser unas crías. Pero bueno, el problema llegó para mi Paula cuando Marta, que hasta ella reconoce que está más buena, conseguía quitarle novietes a punta pala. Hasta que conoció a Roberto. Su primer sumiso propiamente dicho.
Con él aprendió lo poderosa y cachonda que se sentía cuando un hombre estaba a su merced. Eso y que es muy difícil que alguien al que tienes sometido te ponga los cuernos, incluso si es con alguien como Marta. El único fallo de Roberto era que tenía la inteligencia de un ladrillo y claro, al final mi querida novia se aburrió de él. Aunque ya le había cambiado la vida, y desde entonces sus novios siempre tenían ese perfil de entregados sumisos, ajenos a los encantos de una desconcertada Marta.
La segunda cosa que tenéis que saber es que Paula duerme como un muerto. En serio, es inhumano. A veces he tenido que darle un sopapo para despertarla, porque no hay forma. Menos mal que el ser humano ha dominado el planeta a su gusto, sino mi novia no hubiera sobrevivido un solo día en la naturaleza.
Y gracias a ello ahora mismo está mirándome. Sus manos están esposadas a la cabecera de la cama, y sus piernas están completamente abiertas y atadas a las patas. Tiene una expresión interesante en la cara, no tengo muy claro si de rabia o tristeza. Sigue el movimiento con sus ojos, aquel vaivén frenético que la tiene hipnotizada. Ya ha dejado de intentar escapar, sabe que no se podrá soltar. Solo le queda mirar impotente como Marta, a la que no me ha costado nada convencer por cierto, me está chupando la polla enfrente de ella.
¿Quién manda ahora? No lo sé, solo sé una cosa, y se lo digo mientras sujeto la melena rubia de Marta.
- Te vas a cagar.