¿Quién Manda? Ella y lo Demuestra
Cuarta parte de esta historia sobre un grupo de amigos morbosos y una pareja que quiere decidir quien es el amo y quien el sumiso. Pero, sobretodo, esta es una historia que acabará con uno de estos dos últimos con unos bonitos cuernos delante de su pandilla.
Enlaces de los anteriores capítulos de la seríe:
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¿Quién Manda?: Ella… y lo Demuestra
Estoy completamente en shock mientras veo a mi Paula chupando ese desproporcionado rabo. Ella me sonríe con el glande en su boca, mirando como mi corrida casi roza una de sus piernas. Su cabeza se mueve en un vaivén frenético por toda aquella polla, dejándola cada vez más húmeda y brillante, provocando un leve jadeo de placer en Miguel.
Intento ordenar mis pensamientos. Yo no soy así, nunca he sido así. Me gusta mandar en la cama, siempre he querido llevar la voz cantante, hacer con mi pareja lo que me pareciera. Eso ha sido siempre lo que más me ha puesto, el tener a otra persona a mi merced. El problema es que son demasiados golpes seguidos, uno detrás de otro. Desde mi tamaño, mi aguante, mi habilidad, el gozo con el que Paula engulle esa tranca, la facilidad con la que Elena había conseguido que me corriera mirando el show, que mi polla siguiera en ristre tras dos eyaculaciones en apenas veinte minutos…
Así es difícil pensar. Más bien imposible, tengo la cabeza en blanco completamente, en un punto muerto que solo me permite contemplar como mi novia traga y traga. Sus labios continúan paseándose, sus manos masajean las grandes pelotas del hombre, su pelo le sigue rozando el vientre, y sus ojos siempre están clavados en mí. No vuelvo a mí ser hasta que Elena me toca un hombro.
- ¿Es duro verlo, no?- Dice, añadiendo con una risita- En más de un sentido.
Su comentario hiriente consigue descargar una pequeña sensación de ira en mí. La rabia va creciendo, despertando tanto mi mente como mi cuerpo. Y de la nada una ola de pura furia me atrapa por completo. Pataleo como un condenado y mis brazos se mueven frenéticos en la silla. No podría contar la cantidad de barbaridades que lanzo, aunque son las suficientes como para que Paula deje de chupársela a ese cabrón y se quede quieta. Tiene en la cara la misma expresión que Elena, de confusión total. Como si lo que estuviera haciendo no fuera totalmente normal. Al final, de tanto forcejear, acabo estampándome contra el suelo.
Tranquilízate un poco tarado- Dice Elena, que parece estar muy descolocada con mi numerito.
¡Vete a tomar por culo!- Le digo rabioso, mirándola desde el suelo.
Ella suspira y se inclina hasta sentarse a mi lado. Me resulta algo cómico verla completamente en pelotas, con las piernas cruzadas y mostrándome por lo tanto su coño desnudo y abierto. Seré un idiota, pero ver esa fantástica vagina tan cerca me calma. Al final el cuadro de Coubert, el del “Origen del Mundo”, va a tener más razón que un santo.
Vamos a intentar ser razonables.
¿Cómo tienes las narices de decir eso? ¡Me tenéis atado viendo como mi novia se la chupa a otro!
Si, porque ese otro ha ganado y tú has perdido ¿O miento acaso?
En un juego que amañasteis.
¿En que lo amañamos exactamente? ¿Tiene Pau las tetas más pequeñas que Jesica? No ¿Tienes tú la polla más pequeña de la casa? Si ¿Te has corrido el primero? Si. Puede que ya supiéramos de antes el resultado Juanito, pero no dejan de ser los que son. Al menos te has podido dar el lote conmigo, y eso que si Pau se ha corrido la primera es porque venia ya con el calento de tocarle la polla a mi toro.
Ve… vete a la mierda- Le digo, aplacado por sus palabras.
Mira, ponte en su lugar. Lleváis dos años con vuestra chorrada del mando, todo esto ha sido para demostrarte que en vuestra relación solo va a mandar en la cama ella. Y es así porque sencillamente es superior a ti en todo lo relacionado con el sexo- Se para un momento y, mirándome como si fuera a decir una verdad incuestionable, agrega- Pero pongamos que no fuera así y que tu hubieses ganado hoy ¿Qué hubieses hecho? ¿Acaso no estaría ahora Pau en el sofá, como antes, viendo cómo te la chupo yo?
Su puta madre. El problema de toda su absurda teoría es que es jodidamente cierta. Si, si yo hubiese ganado estaría ahora mismo dándome el lote con la diosa de los cojones. Y si, se los estaría restregando a Paula. Ambos somos iguales en ese aspecto, la putada es ser yo el que este siendo humillado, pero si fuera ella yo estaría más que feliz y hasta me reiría si Paula estuviese en el suelo quejándose ¿Somos raros? Un huevo, pero lo somos desde hace mucho. Pero no me da la gana reconocerlo, no me sale de mis pelotas vaya.
Yo… Yo no quiero verlo… No voy a ver como se tira a otro en mi cara. Me importa una mierda perder. Y por mis huevos que no voy a seguir siendo humillado delante de todos.
Ya, tu mal perder es conocido, por eso las cuerdas querido- Me dice condescendiente- En cuanto a lo de que veamos todos tus cuernos. Esa parte requiere una explicación, lo admito. Es cierto que esto ha sido una locura importante y que te hemos engañado, pero nene, este grupo estaba abocado a una orgia desde hace mucho. Tú lo sabias, yo lo sabía, Jesi y Tomás lo sabían, todos los sabíamos.
Toma aire, mirando y señalando a todos a su alrededor, que están totalmente atentos a nuestra conversación. Jesica y Tomás están sentados en el sofá de al lado de la tele, mi novia y el chulo sin embargo se han levantado y nos miran a un palmo de nosotros. Paula evita el contacto visual conmigo, como si eso fuera a hacerme olvidar su boca en la polla de Miguel. Al final Elena sigue hablando, haciendo que ignore ese gesto de mi novia y vuelva a céntrame en ella.
- El problema era vuestra relación de los cojones. Sois los dos unos capullos cabezones, a vosotros no os vale ser una relación abierta, no, uno tiene que estar por debajo del otro. Y eso para un grupo de sexo es un problema si no fijáis de una puta vez quien es el que manda. Asique lo he acelerado, porque soy una guarra y no tengo paciencia para seguir esperando a que os aclaréis. Y tú, por mucha encerrona que haya sido esto, has palmado. Ella manda, tú obedeces, punto. Acéptalo cojones, porque el resultado no va a cambiar por mucha rabieta de niño que te entre. Y, llegados hasta aquí, hoy Pau se va a tirar a Miguel delante de ti te guste o no.
Resoplo cuando escucho toda esa perorata. No sé ni que decirle, seguir con los insultos me tienta, pero cada vez lo veo más tonto. El mayor problema es que dice la verdad. Una verdad tremendamente pervertida, absurda y degenerada, pero no deja de ser cierta a fin de cuentas. Si, sabía muy bien que en algún momento todos nuestros juegos iban a acabar con un polvo en grupo bastante bestia. Y también tenía claro que el mayor problema para llevar eso a cabo éramos tanto Paula como yo. Más que celos ambos teníamos muy claro que no podíamos soportar ver al otro liarse con alguien y quedarnos tal cual. Nuestra enfermiza perspectiva nos llevaba siempre al mismo punto, uno de nosotros tenía que estar subyugado para poder hacerlo.
A veces creo que somos como dos lobos alfa en la misma manada que se pelean por el trono. Eso no es algo natural, al final alguien debe tomar las riendas atacando a la yugular del otro. He sido estúpido al no darme cuenta de que Paula ya había preparado su ofensiva, y de qué manera. Y ahora me toca agachar la cabeza ante ella… Soy un beta de mierda.
- Vaya, parece que al final lo has entendido- Dice Elena
No digo nada. Una cosa es pensarlo, otra admitirlo. Para lo segundo mi terquedad me impide avanzar, pese a que me esté diciendo a mí mismo que esto ya no sirve para nada. La mujer emite un bufido y se acerca a Paula y Miguel. Hablan en voz baja, aunque mi novia parece en desacuerdo con lo que le está diciendo. A Miguel, cipote en alto, le puedo ver una sonrisa en la cara, como si le estuviesen diciendo algo muy divertido. Me dan ganas de romperle cada uno de los dientes.
Al cabo de un minuto o algo así Elena dice “Pues venga” y empiezan a moverse. Veo a Miguel cogiendo el sofá donde antes me había puesto Paula y girandolo, quedando con el respaldo apuntando al lugar donde antes estábamos con las pruebas. Luego viene hacia mí y me levanta del suelo, dejándome sentado mirando a ese sofá. Mientras lo hace tengo que contener el impulso para no darle un cabezazo en los huevos. No lo hago simplemente porque la idea de impactar cualquier parte de mi cara contra ese manubrio es entre asquerosa e imponente.
Vamos a hacer una cosa, a ver si así te entra en ese coco tan duro que tienes- Expone, mientras el capullo de Miguel se sienta en el sofá, haciendo que solo pueda verle la espalda. Paula se pone delante, mirándome mientras su amiga me explica el nuevo número que han montado- Te voy a conceder una prueba adicional.
¿Qué coño has pensado ahora, loca de mierda?
Calla y escucha. Ves a Pau y a mi toro ¿No? Van a darnos un bonito espectáculo. Tu novia se va a sentar y a ponerse a saltar como la amazona que es sobre mi macho, y tú vas a tener que adivinar si están follando o no.
¡Y una mierda!
Que te calles. Además, no me has dejado decir el premio. Si tu ganas, ellos dos se van al cuarto y se ponen a follar donde tú no puedas verlos. Eso es inevitable, el que follen, mi toro ha ganado y quiere tirarse a Pau desde hace tiempo. Pero, mientras eso pasa, tú vas a estar aquí, y vas a poder vengarte de ella conmigo y con Jesica. Claro, que Tomás también me follara, no te engañes, el único con derecho a coño para él solo es mi Miguel, que por supuesto después de darle lo suyo a Pau volvería para tirarse a Jesi.
Iba a interrumpirla a mitad de camino, pero casi me alegro de no haberlo hecho. Joder, si eso pasa… Sinceramente, casi me da igual que Paula se vaya con Miguel. Sí, yo habré quedado como una mierda de tío delante de todo el mundo, pero el que se va a calzar a dos seré yo. Casi me compensaría toda esta putada, incluso aunque tenga que ver a Tomás y a Miguel follando a mi lado o compartiendo a una de esas dos.
¿Y si pierdo?
Veo que te gusta la idea- Me dice, volviendo a leerme la mente. Aunque me da que son más las babas por la idea de pasármela por la piedra- Si pierdes te jodes y ves como Pau y Miguel follan aquí mismo. Después, sin hacer nada y atadito, nos veras a todos participando en la orgia a la que tantas ganas tenemos.
Y una…- Empiezo a decir, aunque me interrumpe.
Va a pasar. No tengo interés en seguir debatiendo contigo Juanito, así que o bien participas en la prueba o bien ves el show sin decir nada y te jodes después viendo como nos hartamos de follar. Tú eliges.
Me quedo pensando en si intentar decir algo o no. No serviría de nada realmente, Elena en cuanto ha terminado de hablar se ha apartado de mí y se ha ido en dirección al sofá. La veo sacar un móvil y manipularlo, apuntando finalmente al chulo y a Paula. Va a grabarlo. Lógico, pretenderá enseñarme el resultado, si no yo no podría saber si he fallado o no. Levanta tres dedos y empieza a bajarlos, mientras alegremente va haciendo la cuenta.
- Uno, dos y…. ¡¡¡Al ataque!!!
Nada más decirlo Paula, tan desnuda como todos, salta encima de Miguel. No puedo saber si es fingido o no, pero ambos se mueven como si estuvieran colocándose para la follada. Tardan poco, en unos segundos mi novia se deja caer sobre el hombre y suelta un largo suspiro.
Tengo que reconocer que el espectáculo es tremendo, por muy novia mia que sea y por muy humillante que me resulte. La cara de Paula es un poema, puedo verla inspirar con fuerza mientras va descendiendo hasta que su cuerpo queda pegadísimo al de Miguel. Se queda así unos segundos, jadeando en el cuello del hombre. Y luego empieza a ascender, lentamente, dejándome ver desde mi posición como su pecho se mueve algo acelerado. Sus preciosas tetas son agarradas por el chulo, sujetando ambos pezones con sus dedos. Los retuerce lentamente, haciendo que Paula suelte un largo quejido que puede ser tanto de placer como de dolor.
Sus ojos se alzan al cabo de unos segundos, mirándome. Veo una lujuria en ellos que me es desconocida, pero también una cierto aire de desafío burlón, como si quisiera decirme “Joder, no veas como es tirármelo”. Y es que cada vez estoy más convencido de que se la está follando. Los movimientos son demasiado naturales para que no sea así. El gilipollas hipertrofiado parece controlar los botes de mi novia con sus pezones, tirando de ellos para arriba y para abajo cada vez más rápido. Al son de ese abuso ella se va moviendo con mayor velocidad, gimiendo por el camino con un ímpetu también in crescendo. Ella tiene sus manos apoyadas contra el respaldo del sofá, pero las mueve hacia la cabeza del hombre y le agarra por el pelo. Pasa directamente a gritar cuando sus botes son un baile frenético… Y de repente se para por completo, quedando derrengada sobre uno de los hombros del tipejo, apoyando su cara contra él. El berrido que ha metido al hacerlo se habrá oído por toda la ciudad. Se ha corrido, joder… Nunca la he visto hacer nada igual.
No puedo verle la cara durante unos pocos momentos, pero cuando la levanta tiene una sonrisa boba que me saca de quicio. Tampoco la había visto jamás con esa expresión de pura satisfacción. Entonces Miguel parece que ha bajado sus manos a las caderas de mi novia, pues las va descendiendo por todo su cuerpo hasta que desaparecen de mi vista. Por el bote que da ella creo que la ha agarrado. Se confirma cuando los grandes brazos del hombre empiezan a moverse, elevándola y bajándola ahora a su ritmo. Y Paula empieza a gemir de nuevo.
- Bueno, creo que es suficiente- Dice Elena- Dime Juanito ¿Están follando o no? Ya sabes lo que pasará si fallas o no respondes.
Por un instante me quedo embobado mirándola. Casi me había olvidado sobre que iba todo esto, el tremendo polvo que le estaba proporcionando el chuloputas a mi querida novia me había abstraído del mundo real. Las imágenes que había visto eran tan bestias, eróticas y jodidamente fuertes que hasta me olvidé de sentir celos o de enfadarme. Pero estaba claro.
Se la ha follado…- Respondí casi en un susurro.
Uhm, vamos a verlo.
Dicho eso se acerca hasta mí. Al menos voy a tirarme a este monumento, pienso. Pone el teléfono al lado y le da al play. Aparece ahora ante mis ojos la secuencia vista desde un ángulo privilegiado. Veo el culo de mi novia sobre los muslos de ese mastodonte, como este la ha sobado por todas partes, como las tetas de Paula se apretujaban contra él… Pero también veo que en todo momento su cipote estaba en el vientre de mi novia. No me jodas. No se la ha tirado.
No… No puede…- Digo, casi tartamudeando.
Si, si puede ser Juanito. Ays, pobrecito… Has visto que estaba disfrutando tanto mi Pau que has dado por hecho que se la estaba calzando ¿No? Sabes, es curioso, pese a la cantidad de veces que habrás visto su cara mientras follais y esta vez has asumido que tenía que ser mucho más exagerada en sus expresiones.
Joder... Me cago en mi puta vida. Otra vez, otra vez palmando en las pruebas de la zorra de los cojones esta. Y ahora… Me va a tocar estar aquí mientras les veo. No, no quiero. Vuelvo a revolverme contra la silla, pero Elena me frena agarrándome literalmente por los cojones.
- No me seas pesado, no tengo ganas de volver a ver el mismo patético intento de fuga. Además, mírate capullo. Mira cómo has estado todo el rato mientras pensabas que tu novia estaba follando.
Me da un pequeño apretón, haciendo que mire hacia abajo. Comprendo sus palabras cuando lo hago, tengo de nuevo la polla en ristre. Si me paro a pensarlo quizás nunca ha dejado de estarlo. Venga ya, esto es peor que una pesadilla. Yo, el dominante, el que le gusta atar a las mujeres, el que he azotado cientos de veces el perfecto culo de Paula, quien hasta ha llegado a hacerle probar la asfixia erótica… Yo me he puesto cachondo viéndola fingir con el mamón ese. Elena me lo restriega aún más enseñándome imagines del video en donde se me ve empalmado y mirando a esos dos. Y así mueren mis últimos coletazos de rebeldía, quedándome quieto en la silla.
No pierden el tiempo desde luego. Se ve que Miguel ya no podía más. Ha agarrado a Paula y se ha levantado con ella encima, haciendo que esta rodee su cadera con las piernas. Como si fuese una pluma mi chica, viene hacia mí. No puedo ni siquiera insultarles, todos mis ánimos se han venido abajo, pero sé muy bien lo que quiere hacer.
Veo su palpitante polla a escasos centímetros del coño chorreante de Paula. Tiene ese cipote tan empalmado que no hace falta ni siquiera dirigirlo para clavársela. Tan solo necesita bajarla a ella. Y de esa forma, con la boca abierta del impacto, veo como se la va metiendo lentamente. Paula suelta un largo suspiro, que me suena para mi desgracia incluso más agudo que los fingidos.
- ¡¡Si, joder!! ¡¡Por fin!! ¡¡Reviéntame!!- Dice mi novia- ¡¡¡Dios mio, que diferencia!!!
Y él obedece. Mete los diez centímetros que aún no habían entrado de golpe. Paula grita como una condenada, resoplando en vilo mientras el hombre la maneja como un juguete. El bombeo empieza siendo violento desde el principio. Yo nunca me la he tirado de esa forma, pese a mis tendencias dominantes siempre me he preocupado por tenerla lo suficientemente lubricada y abierta para empezar a darle fuerte. Pero Miguel no es así. Aunque claro, Paula debe llevar tanto tiempo húmeda que incluso con ese pedazo de verga será como meterla en agua caliente.
Empiezan a besarse con pasión mientras siguen follando como animales. A mi derecha oigo entonces un profundo suspiro. No me había dado ni cuenta, pero los otros tres se han puesto tambien manos a la obra. Jesica y Elena se están besando, mientras mi “amigo” Tomás le está metiendo mano a la supermodelo por detrás. Tiene su respetable cipote en las nalgas de Elena, restregándoselo con fervor.
Me resultaría mucho menos doloroso ver como esos continúan con su trio, pero casi como un masoquista mis ojos no pueden evitar volver una y otra vez a Paula y Miguel. Siguen follando de pie, con movimientos cada vez más y más acelerados. El tío prácticamente lo que hace es soltarla en el aire un segundo, clavársela hasta el fondo y agarrarla por el culo antes de que se caiga. Así una y otra, y otra, y otra vez. En menos de diez minutos Paula ya ha gritado varios orgasmos. Y él permanece tan fresco, casi como si no sintiera nada mientras le da semejante follada a mi novia. La acaba cogiendo en el aire, aferrándola contra él. Se va agachando mientras la manipula como si no pesara nada, manejando con facilidad su cuerpo. Acaban los dos en el suelo, ella a cuatro patas y él a su espalda. Y se la vuelve a clavar. Desde esta nueva perspectiva puedo ver de otra forma como se abre el coño de mi novia, como acepta una y otra vez el pene de Miguel, como al salir este de ella se queda con la vagina más abierta que nunca. Sus pechos se mueven al compás de los envites del hombre, zarandeándose como flanes una y otra vez. Miguel acaba agarrando uno de ellos, sobándolo con bastante dureza, volviendo a darle pequeños pellizcos que vuelven loca a Paula.
Vuelvo a escuchar un jadeo a mi lado. Cuando les miro ahora Jesica está en el suelo abierta de piernas. Elena tiene la cara enterrada en su entrepierna, con las tetas pegadas al suelo y el culo levantado. Y el cabrón de mi supuesto amigo se la está tirando a placer. Desde luego es una imagen espectacular, ver moverse ese macizo cuerpo perfecto, ver como la lengua de la diosa se pasea por el coño de Jesica y como esta empieza a gemir con fuerza. Pero el problema es que mi obsesión me vuelve a llevar a mi novia.Han cambiado de postura. Ahora casi podría decirse que están haciendo un misionero, pero él la agarra por debajo del culo haciendo que eleve las caderas. Y de nuevo veo como se la mete una y otra vez, haciendo que Paula gima, grite, maldiga y suelte mil barbaridades por su preciosa boca. No sé cuánto tiempo llevan follando, pero creo que ya habrá pasado más de una hora. Pero el puto Superman este no para.
La orgía continúa. Pierdo la cuenta de las posturas que han adoptado Miguel y Paula. Los otros tres parecen ya estar saciados. Tomás ha tenido la suerte de poder correrse dentro de Elena, dejándola tirada en el suelo mientras es ahora Jesica la que le come el coño. Parece que a la pequeña rubia le encanta comerse la corrida de su novio, porque lame la lefa de dentro de la vagina de su amiga como si fuera caramelo. Y entonces al fin oigo a Miguel empezar a jadear.Se sale de Paula, la cual está completamente agotada, y la deja de rodillas en el suelo mientras él se levanta. Hace que abra la boca y que se la chupe durante un par de minutos. Luego se la saca y se pajea con furia apuntando al rostro de mi novia, y al por fin se corre. La baña de semen por todo el rostro, cayendo tambien una buena parte en sus tetas. Mi Paula queda regada por la corrida de ese tío, que la mira con esa puta sonrisa en el rostro.
El show ha terminado. Todos están con la respiración agitada, rendidos por el salón como harapos. Todos menos yo claro, que sigo atado y con la polla tiesa. Pasa una media hora hasta que los del trio se levantan. Se van vistiendo Elena y Tomás, pero Jesica antes de hacerlo se planta ante Paula y empieza a lamerla. Si, a lamerla. Recoge la simiente de Miguel con su lengua, paseándola por todo el cuerpo de mi novia. Joder con la pequeña duendecita, lo que le gusta a esta tía el semen. Paula no hace nada, aunque la mira entre extrañada y divertida. Cuando la ha dejado limpia y brillante le suelta un muerdo en la boca y se levanta para vestirse tambien. El chulo hace lo propio. Todos me miran, la mayoría con burla, aunque Tomás lo hace con cierta lastima. Es a él al único que le dirijo una mirada de rabia.
Se despiden de mí uno por uno.
Adiós Juan- Dice Jesica, agarrada a Tomás.
Nos vemos- Me dice este, agarrándome un hombro. Lo suelta en cuanto me ve la expresión y sale de mi casa sin volver a mirarme.
Bye bye pequeñín- Suelta Elena, que tambien está aferrada a su pareja.
Van a pasar un par de días hasta que cuando se la metas sientas algo- Dice Miguel burlón, y añade- Pero seguro que eso te pone ¿Eh, cornudin?
No le digo nada, no me apetece ni mandarlo a la mierda. Total, que más dará. Se acaban marchando todos de mi casa al fin. Paula esta tirada en el sofá, mirándome. No tengo muy claro si intenta hacerlo con desdén o se está preguntando que va a pasar cuando me libere. A decir verdad yo tampoco lo tengo demasiado claro. Solo sé que sigo empalmado como un burro y que estoy casi traumatizado. Bueno, sin casi.
Al final se levanta y se dirige hacia mí. Me mira a los ojos y me acaricia la cara. Yo quiero apartarla la mano, pero su contacto hace que mi pene brinque. Tengo demasiadas ganas de tirármela, aunque solo sea para marcar territorio.
- Amor… Ya sé que todo esto ha sido muy bestia. Pero ya está hecho- Me dice, mientras sigue acariciándome- Y va a seguir así. Todo lo demás será como siempre, pero en el sexo las cosas están ya claras. Ahora te voy a desatar y tú puedes elegir. O bien nos ponemos a follar en ese sofá- Dice señalándolo, el mismo donde antes ha sentenciado mi destino con su número- O bien cortas conmigo, me dices las burradas que tengas en mente y acabamos para siempre.
Mientras va hablando me desata. Yo siento sus manos rozándome sin querer, noto sus tetas aplastadas momentáneamente contra mi cuando baja a liberarme las piernas, su aliento cerca de mi erección cuando se alza expectante. No tengo que pensarlo tanto aunque parezca mentira, cuando vuelvo a ser libre ya he decidido. Con fiereza me lanzo hacia ella. Nos fundimos en un beso lleno de toqueteos. Ella me va dirigiendo hacia el sofá poco a poco, haciendo que yo quede al borde de este. Y, cuando la agarro con fuerza del culo, ella me aparta y apoya sus dos manos en mi pecho. Me mira con agresividad, transmitiendo una superioridad aboluta. Y, empujándome para que caiga sentado, me dice.
- Quieto, pequeño. Recuerda, aquí mando yo.
Con una burlona sonrisa se sienta encima de mí. Y me folla de la forma que le viene en gana toda la noche.
Ha pasado un mes desde la orgía-encerrona-cornamenta. Me han pasado muchas cosas, entre las cuales ha estado aceptar más o menos mi nuevo estatus de novio cornudo, pero lo que hoy me ha hecho recapitular sobre ese día ha sido una cosa.
Al levantarme de la cama Paula estaba aún durmiendo. No me extraña, la muy zorra ayer se pasó el día tirándose a Miguel y a Elena en el chalet de estos, mientras yo estaba esperando en casa a que volviera. No sé qué harían, pero ha vuelto con la espalda llena de arañazos.
Pero lo que me ha hecho pasarme la última media hora pensando en toda esta historia como ha sido un pinchazo. El que sentí al pisar el suelo tras dejar el lecho. Al agacharme recogí lo que en un principio me pareció un trozo de cristal. Pero no lo era.
Era un pequeño pedazo de plástico transparente, con un número y una línea. Un trozo de regla.