Quien iba a pensarlo
Una pareja de amigos se encuentran un tío tirado en la carretera, un chollo de tío.
Esto que voy a contaros, empezó hace algunos años, de una manera, que desde hoy, me sorprende cada día más. Por aquel entonces yo tenía pareja estable y nos gustaba pasar la mayor parte del tiempo yendo y viniendo en nuestro nuevo coche, un R6 se segunda mano, que era lo que teníamos al alcance de nuestras posibilidades.
Ese viernes, Raúl y yo salimos de casa para ver a sus padres que estaban en el chalet de Escalona, y ya saliendo del barrio, por la carretera, nos dimos cuenta que en una desviación para entrar a Madrid se encontraba tirado en el asfalto un chaval joven, aparentemente inconsciente. Paramos para ver lo que le pasaba, y viendo su total inconsciencia decidimos subirlo al coche. Yo me subí atrás con él, para sujetarlo, pero me resultaba difícil, se me caía hacia los lados y le dije a Raúl que saliéramos de la carretera, para intentar reanimarle.
Al llegar a Leganés se metió en el polígono industrial y callejeamos un rato buscando un sitio discreto, no queríamos tener ningún lío, -francamente, empezamos a pensar, que coño estábamos haciendo, deberíamos de haber avisado a algún guardia y dejarnos de buenas acciones- pero ya era un poco tarde. Había que intentar despabilar al chico como fuera, y que nos dijera donde quería que le dejásemos. Vimos un callejón con algunos arbustos sobre la acera, y pensamos que podríamos usarlos para no estar demasiado visibles.
El tío estaba para comérselo.
Aunque, no era muy alto, las proporciones eran increíbles y tenía una carita, que aún en ese estado, resultaba absolutamente sugerente. Aparcamos detrás de los arbustos subiendo el bordillo y Raúl salió...
-Bueno que coño hacemos con el tío este.
-Pues no sé, pero tu te has fijado bien
-¡Uf! está más bueno que el pan
El tío seguía inconsciente y estaba recostado hacia la izquierda, dejando su maravilloso culo en primer plano.
No pude evitar pasarle la mano y sobárselo un poco, con cierta precaución.
-Ese no se entera de nada, dijo Raúl.
Nos fumamos un cigarrillo y decidimos llevarlo al hospital. En la recepción de urgencias les contamos lo ocurrido y fueron a recoger al chaval con una camilla, tomaron nuestros datos personales y nos pidieron que esperásemos.
A la media hora aproximadamente apareció un médico que nos comunicó que el paciente ya se encontraba bien.
Al parecer le habían dormido profundamente con alguna cosa. Nos pidió que esperáramos, el chaval le había comentado que le gustaría conocernos. Al rato, apareció con él y le señalo hacía nosotros, indicándole quienes eran los que le habían encontrado.
Nos miró sonriendo y con los ojos llenos de agradecimiento y se dirigió hacia nosotros.
Nos presentamos mutuamente y le preguntamos si se acordaba de lo que le había pasado. Aunque no se encontraba totalmente restablecido, nos dijo que solo se acordaba de que en la gasolinera se le habían subido al coche dos individuos que le obligaron a parar un poco más adelante y que sintió una fuerte presión en la cabeza, pero no se acordaba de más.
No quisimos atosigarle con preguntas, así que nos ofrecimos a llevarle a su casa.
Nico, que así se llamaba el chaval, nos preguntó la hora; eran las 8 de la tarde, y dijo que todavía era pronto para meterse en casa, prefería pasar un rato con nosotros, si no nos importaba, así que les sugerí algo típico, y nos fuimos a tomar unas copas.
Luego de llamar a los padres de Raúl para comunicarles que no íbamos a pasar por el chalet, nos dirigimos al barrio y nos metimos en un garito que nos gustaba. Poco a poco se notaba que Nico se recuperaba - el también era del barrio - y resultó un tío majísimo, en todos los sentidos.
¡Que cosa más bonita de tío!
¡Que culazo!
¡Que pectoral!,
¡Que piernas!
¡Qué cara!
¡Que ojos!
¡Que boca!
¡Que gestos!
¡Que voz!
Una completa golosina.
Nos pasamos toda la noche charlando con y de él.
Se nos notaba mucho, se nos caía la baba mirándole ¡que preciosidad!.
A él no le importaba, estaba claro.
Nos dijo que tenía 22 años y que hasta entonces, la verdad, no había tenido muchas relaciones sexuales, más bien muy pocas.
De sexo, claro, de que íbamos a hablar con un tío que rezumaba sexo por todos lados.
A media noche fuimos a casa, porque queríamos comer y se nos había acabado el presupuesto. Nico estaba solo y no tenía un duro. Entre otras cosas le habían dejado sin blanca. Sus padres estaban en Alcudia con su hermana y no regresaban hasta el lunes, según nos dijo.
Mientras subíamos las escaleras hasta llegar al tercer piso que es donde vivo, no podía dejar de mirarle el culo, esos pantalones le quedaban de vicio.
Preparamos unos bocatas, cogimos unos botes de cerveza y nos sentamos en el salón a ver tele.
Nico no paraba de hablar, se le veía a gusto y cada vez que se reía su cara era una maravilla.
Cuando decidió abrir el bote de cerveza, a mitad de bocata, -la verdad es que estuvimos toda la tarde bebiendo cerveza, y ya íbamos un poco -, se le derramó encima y se puso chorreando; ¡Nos meamos de la risa!
Cinco minutos después no aguantaba los pantalones, se sentía pegajoso.
Miramos a ver si le valía algo nuestro, pero la verdad es que los pantalones cortos los teníamos en el chalet y los largos no quiso ni probárselos; eran muy grandes para él, saltaba a la vista y además hacía calor.
Así que decidió ponerse un bañador viejo que apareció en uno de los cajones de mi armario, tipo Meyba, que me estaba pequeño.
Ni corto ni perezoso, se quitó los pantalones y los calzoncillos y me pidió una toallita húmeda para limpiarse un poco.
Raúl había entrado en el servicio y no nos habíamos dado cuenta, así que tuvimos que esperar a que saliera para coger la toalla, y esos momentos los aproveché a tope para disfrutar de sus bajos.
No sé si con naturalidad o con absoluto descaro, pero le miré a placer.
El tío estaba a sus anchas y con toda tranquilidad me pidió otra cerveza que naturalmente tuvimos que ir a buscar a la cocina, abrió el frigorífico y la cogió tranquilamente; yo no dejaba de mirar ese culazo y ese rabo y esas piernas y me daban ganas de morderle.
Cuando Raúl salió del servicio flipaba y tampoco se cortó lo más mínimo mirándole. Se limpió delante de nosotros -y yo diría que muy bien- y con mucha parsimonia se puso el Meyba.
¡Que morbo de tío!
Rául se había sentado en uno de los sillones, y yo, que le pillé la onda, me senté en el otro, con lo que Nico tenía todo el sofá para él.
Se sentó y abrió la cerveza con cuidado y continuó con el bocata que se había dejado a medias.
Al terminar de cenar les comenté si les apetecía ver alguna peli, - yo no tenía ganas de volver a salir - y aunque no recuerdo bien la que puse, si sé que no tuvo demasiado éxito, porque Nico me preguntó enseguida si tenia alguna peli de las guarrillas, o sea, pornográfica.
Solo teníamos porno gay, pero Raúl me indico que pusiera cualquier cosa que pillara, que si no le gustaba ya lo diría, así que cogí una gay que me gustaba especialmente y la coloqué en el video.
Mi salón no es muy grande, por lo que los dos sillones del tresillo están juntos, a uno de los lados del sofá, formando un ángulo recto con este, la mesa en el centro y la tele frente al sofá, un poco retirada eso si, porque el salón es rectangular.
Cuando empezó la peli, aparecieron algunos flashes de escenas con tíos, y Nico se tumbo en el sofá, a nuestra izquierda, de cara a nosotros, lo cuál nos alegro mucho porque nos ofrecía una vista inmejorable de su entrepierna.
Me levanté y apagué la luz.
A lo que Raúl respondió levantándose y encendiendo la lámpara que estaba en la mesita que teníamos entre el sofá y los sillones.
-Joder tío, sabes que prefiero ver la tele con algo de luz, si no, me empiezan a escocer los ojos.
-Lo siento, no me he dado cuenta.
Esto último lo dije, con toda la intención, ya que de esta forma la entrepierna de Nico quedaba perfectamente iluminada.
Joder, Raúl estaba en todo, ¡coño!.
También me pidió que le hiciera un hueco en el brazo del sillón, por la tortícolis.
Nico enseguida le hizo un hueco en el sofá
-Oye, siéntate aquí, ¡joder! que yo me he puesto muy cómodo ¿no?
-Tranquilo tío, que aquí estoy de puta madre, ¡vale!.
y se sentó en el brazo del sofá.
Cuanto sabe este Raúl ¡Joder!, le tenía a huevo.
La película ya estaba en la primera historia en la que un masajista comenzaba a atender a un cliente, un morenazo de infarto, y Nico miraba atentamente.
Parece que no iba a haber ninguna pega con la peli gay.
Mire a Raúl de reojo, y el cabrón me hizo un guiño mirando la entrepierna de Nico, que miraba la tele sin percatarse de nada y que, en ese momento se giró y se puso de lado, acomodándose y colocando las piernas más o menos juntas y ofreciendo una visión extraordinaria de su magnifico culo a Raúl, que me llamo la atención tocándome en la espalda para que mirara el espectáculo.
Durante la sesión de cine porno Nico se movía en el sofá, buscando acomodo, como es natural y mi amigo Raúl y yo procurábamos no perdernos nada.
¡Que calentura!
No puedo deciros por donde iba la peli cuando Rául le preguntó a Nico que si le gustaba la peli, porque tanto Raúl como yo lo que mirábamos no era eso, ¡claro!
-¡Si, si está bien, es la primera que veo una solo de tíos, pero me pone cachondo.
- A ver dijo Raúl, dejándose caer sobre él y echándole mano al paquete.
¡Joder, tío que pesas mucho, coño!
Entre risas y haciéndose el tonto Raúl aprovecho para tocarle a base de bien todo lo que pudo y yo alargando la mano tampoco me quedé corto a río revuelto, ganancia de pescadores-.
Esto parece que caldeó el ambiente, y aunque, aparentemente todo volvió a la calma, la cabeza de Rául no paraba de imaginar como abusar de Nico.
El chaval se había puesto cachondo y, sin duda, sabía que estábamos por sus huesos. Empezó a adoptar posturitas en el sofá cada vez más calientes y a simular que se estaba quedando dormido.
En seguida y con naturalidad, Raúl cogió sus pies y los colocó sobre él, sentándose a su derecha mientras él continuaba tumbado en el sofá.
Nico parecía dormido y no dijo nada.
Raúl esperó un buen rato, aunque no dejó de mirar su entrepierna con descaro.
Poco a poco, fue moviendo las piernas de Nico adecuadamente para ver mejor lo que se escondía bajo ese desgastado bañador, que afortunadamente tenía la pernera bastante ancha, y yo, me había colocado en cuclillas para gozar de las maniobras de Raúl, que nos tuvieron en tensión durante un buen rato, sobándole a base de bien y disfrutando de sus intimidades.
De repente Nico se reincorporó simulando haberse despertado
¡Joder, tíos! estoy durmiendo, ¡coño!
Pero Rául sin cortase en absoluto le dijo:
¡Joder, Nico!, ¡tírate el rollo tío!, si ya sabes que te estamos metiendo mano ¡coño!, quítate el bañador y deja tu culo en nuestras manos ¡tío!.
Nos miro y sonrió picaronamente, luego se dio la vuelta y se dejó caer boca abajo.
Nos estaba regalando el culo.
Enseguida, Raúl le quitó el bañador y le colocó un cojín debajo, para que el culo se elevara un poco, después le forzó a abrir las piernas y comenzó a morderle y meterle los dedos.
Nico se dejó hacer.
Le abría el culo y lo chupaba con ansia, pero estaba bastante incómodo en esa posición, así que le cogimos entre los dos y le llevamos a la habitación.
Lo colocamos en la cama adecuadamente y nos pasamos la noche haciéndole de todo, pero sobretodo, comiéndole la polla y el culo, simultáneamente, turnándonos de vez en cuando , hasta que por fin, se corrió.
A la mañana siguiente, fui el primero en despertarme y me metí en la cocina a calentar un poco de leche, luego entré en el baño a mojarme un poco y cuando terminé entré de nuevo en la habitación, me quedé mirando embelesado, ese maravilloso y excitante cuerpo que Nico poseía, y así estuve un buen rato, otra vez con el rabo duro.
Como me ponía ese tío.
Decidí despertar a Nico, que enseguida me sonrió y me dio los buenos días.
Le pregunté si quería café ó prefería otra cosa.
-un zumo de naranja, si es posible.
-creo que tenemos
Se levantó y nos fuimos a la cocina.
Seguía con el culo al aire y yo, no podía dejar de mirar su maravilloso cuerpo mientras desayunaba.
-¿Que tal has pasado la noche?
-¡Eh!...de puta madre os lo hacéis muy bien conmigo Jose, y cogió uno de los panecillos que había sobre la barra de la cocina.
-Te gustó lo que hicimos
-Ya lo creo, me encanta que me coman el culo, mientras me comen el rabo me muero de gusto, y además, vosotros me pusisteis muy caliente.
Me acerqué a él y empecé a tocarle con lujuria. Entonces se levantó y me ofreció el culo, abriéndose de piernas, para facilitarme las cosas y empecé a hurgarle en la raja y a morderle en el cuello, - estaba como una perra en celo - .
Que chollo de tío.
continuará...