Quién ha dicho que no se mezclan trabajo y placer?
Un día normal, de trabajo, puede terminar bien rico. con un jefe cuarentón, una secretaria mulatita y una empleada bien caliente y empeñada en probar la verga de su jefe.
Me llamo Amanda y tengo 21 años. Soy rubia, tetitas bien grandes y bien puestas, medio culona más que guapa yo diría que soy morbosa.
Desde hace apenas 2 meses trabajo en una Agencia de viajes mayorista. Es una empresa grande en la que tengo trato con la gente de mi sección solamente, pero hay un buen ambiente y el jefe es muy simpático.
Desde hace tiempo tengo un gran deseo de tener sexo con un hombre mayor y desde que vi a Martín ese deseo se ha multiplicado. Martín, es mi jefe, un hombre de 43 años aunque muy bien llevados. Es alto, moreno, con el pelo medio largo, fuerte y bien formado.
Cuando empecé a trabajar en la agencia Martín fue tremendamente amable conmigo, me ayudó a integrarme, y al principio incluso comió alguna vez conmigo. Poco a poco fuimos cogiendo confianza pero nada más que cosa del trabajo. Aunque notaba que me deseaba tanto como yo a él.
Una mañana, como habitualmente, fui tempranito a trabajar. Me dediqué a mis asuntos y a media mañana con la excusa de unos papeles me presenté en el despacho de Martín con un café calentito para solucionar tranquilamente el problema que me había surgido.
Llamé a su puerta y al momento me hizo pasar, me acomodé en uno de los sillones de piel que tenía y le ofrecí el café. Se quedó sorprendido y me dijo que era un sol, que siempre pensaba en el mínimo detalle. Empecé a explicarle mi problema y a medida que avanzaba la conversación noté que mi jefecito no me hacía ningún caso, solo tenía ojos para mi escote, intentó disimular pero yo ya lo había visto. Esta escena me calentó muchísimo, ver como Martín se regocijaba con mis tetas Hice como si no hubiese visto nada y entre papeles seguí explicándole todo mientras él seguía observándome. Llegó un punto en el que la situación pudo conmigo y de lo caliente q estaba solo alcancé a subirme un poco la falda y descalzarme con la excusa de que los tacones me tenían muerta. Poco a poco fui rozando mi pie por la pierna de Martín, quién al principio se sorprendió pero aceptó de buen gusto. Viendo que al salido de mi jefe eso le gustaba subí mis pies, súper deslizantes porque llevaba medias, hasta su entrepierna; fue apoyar mi pie y notar como la verga de Martín empezaba a crecer rápidamente. Empecé a masajeársela lentamente, acariciándola con mis pies, cada vez presionaba más hasta que Martín me deleitó sacando su polla del pantalón. Nunca había imaginado que el cabrón de mi jefe tuviese tremenda verga, que rica se veía, era bien larga y gruesa.
Martín empezó a tocarse la verga mientras yo lo observaba. Cuando me di cuenta me había subido más la falda y me estaba tocando por encima de mi tanga. Escuchamos la puerta y los dos nos sentamos bien y el rápidamente se tapó con la chaqueta la verga empalmadísima que tenía ya.
Era Bárbara la secretaria, a quien Martín llamaba Barbi en confianza. La mandó pasar y yo disimulé hablándole de trabajo. Barbi nos saludó y se fue para la otra zona a pasar unos documentos a ordenador. La verdad es que es muy guapa, es una niña de 25 años, mulatita, de pelo largo y una figura descomunal, aquellas tetitas y aquel culo cualquiera podría desearlos.
Pasaron unos minutos y no se me pasaba el calentón, y pensar en que Barbi podía levantarse en cualquier momento y ver a Martín con la verga bien parada me incitó a masturbar a Martín. Hice que se destapara y posé mis pies en su verga, empecé a pajearlo como nunca lo había hecho, sentía que su verga quemaba, mi jefecito estaba súper caliente. Cuando nos dimos cuenta Barbi se había levantado y estaba presenciando mi paja con los pies para Martín, y en lugar de sorprenderse o ruborizarse la muy puta se quedó mirándonos. Parece que le gustaba lo que veía así que seguí con lo mío. Me levanté, subí bien mi falda, me senté en la mesa cara a Martín, aparté mi tanga y le ofrecí todo mi coñito. ÈL sin dudarlo se lanzó, primero lo olió, pasó la yema de sus dedos e hizo que me estremeciese y que lo desease aún más, hasta que se decidió a probarlo.
Me lamió suavemente los labios, me mordisqueó un poquito mi clítoris. Y se puso a lamer y a lamer dando vueltas con la lengua. Una mano recorría mi cuerpo y me apretaba las tetas. Me siguió lamiendo y yo me abría cada vez más de piernas para ponerme cómoda y para que entrase mejor, me abrí tanto que Martín me metió la lengua hasta donde no pudo más buscando lo más hondo de mi coñito. Notaba como su nariz se aplastaba contra el clítoris y la barbilla rozaba mi culo. Estaba a punto de estallar cuando mi jefecito siguió lamiendo toda mi entrepierna: ahora ya mi clítoris lo frotaba con los dedos mientras me follaba con su lengua. Sentía que no podía más y empecé a estremecerme. Agarró mi culo con las dos manos, lo levantó y así metió su lengua en mi coñito totalmente para follarme bien hasta que me corrí. Él no paraba de meter la lengua y tragarse todos mis jugos, se relamía de gusto.
Barbi estaba como una gata en celo tocándose bajo la falda, estaba muy caliente la muy guarra. Viendo como Barbi se tocaba me volví a calentar muchísimo y decidí probar la verga de Martín, que tenía la verga empalmadísima y mojadita de líquidos Pre-seminales.
Me bajé de la mesa, me arrodillé ante su verga, la toqué con una mano y empecé a lamer sus huevos, ummm, estaban llenitos de leche para mi!! Besé el capullo, lo lamí con ganas, que rica verga tenía el muy cerdo. La pajeé bien rico mientras daba lengüetazos a la cabecita, el se estremecía de gusto. Metí gran parte de su verga en mi boca y le mamé rico hasta que la saqué lentamente, apretando bien mis labios para que lo sintiese más rico.
Martín me pidió que lo follase, y ante mi jefe tuve que obedecer. Me senté encima suya metiéndome poco a poco toda su verga para empezar a cabalgarlo, a follarlo bien duro. Primero despacito y lentamente fuimos aumentando el ritmo, hasta que llegó un punto en el que mis tetas se movían salvajemente debido a las embestidas.
Barbi, seguía masturbándose, así que decidí seguir en la misma postura follando a mi jefe pero de espaldas a él para así poder ver como la muy zorra de su secretaria se daba dedito, porque ya estaba sin braguitas.
Para mi sorpresa, Barbi dejó de darse dedo y se acercó a nosotros, había decidido unirse a este gran folleteo con su jefe. Y aquellos labios de mulata que tenía empezaron a lamer desde los huevos de Martín, que lamía, succionaba, chupaba con ganas hasta mi clítoris. Nunca me había lamido el coñito una mujer, y menos aún una mulatita como Barbi. Fue una sensación extraña, al verla ahí, lamiéndome a mi y a Martín pero tan excitante a la vez. Estaba tan caliente que ya nada importaba, todo valía.
Martín me ordenó que me bajase. El muy cabrón quiso ponerme en cuatro patitas, y así lo hice, pero con Barbi debajo mía (postura del 69). De este modo yo le empecé a comer el coñito a Barbi y ella me lo comía a mi, y Martín mientras tanto empezó a lamerme el culito: hacía circulitos con su lengua alrededor de mi ojete, lo lamía bien rico y cuando me vio bien caliente empezó a meterme un dedito, luego dos y hasta tres dedos entraron en mi culo mientras Barbie me lamía el coño con dulzura pero bien rico.
Luego Martín dejó de meterme dedos en mi culito para pasar a meter su verga. Primero metió la cabecita.. umm que rico!! Y de golpe me metió el resto de su tremenda verga, creí morirme, no de dolor sino de placer. Aquella verga estaba presionando mi culo a lo bestia.
Seguimos así largo tiempo, me corrí una y otra vez, y barbi también se corrió varias veces en mi boca, la mulata resultó ser muy caliente. Martín hizo varias paradas en mi enculada para meter la verga en la boca de Barbi, quien le mamaba con maestría, como si lo hiciese a todas horas la muy puta. Tan bien le chupaba, que mientras Martín le follaba la boca a la mulata se corrió a lo bestia en su boquita de puta. La secretaria se levantó, nos buscamos, y nos besamos para compartir toda la leche del salido de nuestro jefe.
Fue una cogida bestial, nunca la olvidaré.
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