Quién dijo que depilarse no era un placer...
Marc un chico de 19 años universitario, deportista y guapo, decide ir a depilarse para dar una sorpresa a la chica que le gusta. Pero la sorpresa se la dará Hugo, el chico que lo depilará, mostrándole nuevos umbrales de placer hasta ahora desconocidos para él. Basada en hechos reales.
Antes que nada me presentaré, mi nombre es Marc. Por aquel entonces tenía 19 años, buen físico puesto que soy deportista. Jugaba a futbol por lo que tenía un buen físico definido y siempre que podía me quitaba la camiseta para fardar de mi torso y mostrar mis abdominales. La verdad es que me gusta mucho el cuidarme. Siempre he ligado bastante, ya que a parte de buen cuerpo soy guapo y a las chicas les pierden mis ojos azules. Soy alto, fibrado, moreno de piel, moreno de pelo, ojos claros y entre otras cosas, suelo atraer a las chicas. Ellas suelen destacar mi boca y mi sonrisa y mis ojos claros.
Yo soy hetero, y por aquel entonces había roto con mi novia hacía unos meses, la verdad, es que ahora con 25, ya he sentado un poco más la cabeza, pero por aquel entonces iba saltando de flor en flor y no era muy duradero con las chicas. Una tarde, en la puerta de la uni, mientras hablábamos el grupo de amigos y amigas, en los exámenes de marzo, salió el tema de la depilación, en el que por supuesto el 100 % de los chicos dijimos que la chica se tenía que depilar el chirri. Y fue entonces, cuando la chica que me había fijado como nuevo objetivo de conquista, comenzó a explicar como la primera vez que se folló a su ex tenía mogollón de pelo en la polla y le dio asco, y le hizo depilarse. Fue entonces, cuando yo, que aunque no tengo bello en la espalda, pecho ni brazos, pero si bastante en las piernas y algo en la zona genital se me encendieron las alarmas de inseguridad y empecé a mirar el tema de la depilación.
La verdad es que tenía varios amigos que se depilaban, y me estuve informando...entré por internet para mirar que era lo mejor para depilarse y para informarme. La cosa está, en que yo soy vergonzoso y me había planteado ir a algún centro de estética pero me daba palo ya que como le iba a decir a una chica o delante de clientas que quería depilarme la polla? Así que empecé a buscar alternativas y fue cuando encontré un anuncio de un chico que era fisioterapeuta y que además de masajes y tal ofrecía la posibilidad de depilación general e íntima. El precio que pedía no me parecía caro y decía que lo hacía en la intimidad de su casa, sin clientas chafarderas ni chicas depilándome. Le llamé y pedí información, me daba medio vergüenza, pero al ser por teléfono y no verme la cara, me envalentoné y le dije que quería depilarme de cintura para abajo, esperando que me entendiera. Al decirle esto, el me dijo con su acento argentino:
- qué querés decir de cintura para abajo?.
En ese momento, sentí una mezcla de vergüenza, complicidad y morbo y le expliqué:
- Mira mi novia quiere que me depile porque no le gusta el bello, y quería depilarme las piernas, el culo y la zona genital, vamos la zona del rabo y huevos.
- Jajaja!! – río por mi manera sohez de hablar. – Tonces querés glúteos enteros, piernas y base de pene y testículos? – preguntó para aclarar
- Exacto! De cintura para abajo ni un pelo!
Aclarado el tema, y después de la conversación, en la que estuve diciendo que me daba cosa si había gente, que era la primera vez y varias preguntas más, quedamos en la hora y noté como mi polla se había exitado dentro de mi pantalón sólo por la conversación. Por un momento mis temores se hicieron patentes, lo que más vergüenza me daba era el temor de sufrir una erección mientras me depilaran, por eso no quería ir a un centro de estética con una chica que pudiera escandalizarse y decidí ir a un chico, pero tampoco quería que éste se pensara que era gay. Y la verdad es que la idea de posar o exhibir mi cuerpo a un extraño/a me agradaba ya que como me agrado y estoy seguro de mi mismo, no me importa desnudarme, es más, siempre lo utilizo como herramienta para generar atracción hacia mí.
Al día siguiente me levanté y para evitar malos entendidos y sensibilidades excesivas decidí masturbarme durante una media hora, para relajarme bien, y que mi polla no me diera sorpresas indeseables. Después de quedarme bien relajado, me duché, me puse unos gayumbos calvin klein, un pantalón tejano corto de cintura baja mostrando la marca de los gayumbos y una camiseta ajustadita para marcar pectorales. Cogí la chupa de piel y la moto y bajé a Barcelona ya que vivía a las afueras en una ciudad costera cercana.
Por el camino iba dándole vueltas a lo que estaba haciendo, no me había depilado nunca con cera y de repente iba a probar con un profesional anunciado en Internet en su casa, y a parte de pensar en el dolor, pensaba si debería desnudarme totalmente de inicio, esperarme a que me lo indicara, si me daría una toalla, si al depilarme la zona del pene sufriría alguna erección…Esa era la peor de mis pesadillas…no quería dar pie a malos entendidos. Llegué a su portal, miré para uno y otro lado, revisé la dirección en el móvil, di un paso al frente. Estuve tentado de volver a subirme a la moto y volver a casa, y de hecho ahí estaba parado delante de la puerta cuando de repente recibí una llamada:
- Hola soy Hugo, dónde andás?? – me preguntó
- Hola Hugo. Disculpa estoy en tu puerta, pero no estoy seguro, era el num 370 pero que piso?
- Ahhh! El 3º 2ª. Pica!
Efectivamente, toqué al timbre y me contestó. Sonó la apertura de la puerta, ya no había marcha atrás. El corazón me empezó a latir cada vez más fuerte. Esa combinación de factores, uniéndose el nerviosismo por lo desconocido, el miedo al dolor de la depilación, la excitación por postrar desnudo y por compartir un secreto tan íntimo fue un cóctel perfecto para sentir una pequeña punzada en mi polla. Subía en el ascensor pensando porqué estaba yo allí y a saber si aquel energúmeno quería aprovecharse de mí o cualquier historia, y no tendría ni idea de depilar y tal.
El ascensor se paró en el tercero, salí en el rellano y fui hacia la puerta. Cuando toqué al timbre me pareció oír una voz femenina en el interior. Me abrió Hugo, vaya sorpresa, cuando pensaba un tío con pinta de médico loco desaliñado y mala pinta, apareció un chico de unos 30 años, con un pantalón como de kung fu, anchos y medio caídos y con una camiseta de tirantes. Era un chico supermusculado y tenía unos brazos y unos pectorales bien trabajados. Tenía el pelo castaño, los ojos color miel, y era más bajo que yo. Imagino que al igual que yo, tendría las tías locas, y más con ese cuerpazo y su acento argentino.
- Adelante, pasa por favor! - Medio tímido me adentré, y fui viendo su piso, un piso luminoso y acogedor. Al pasar por el comedor me puse rojo como un tomate. Había una chica, justamente lo que quería evitar, pero estaba con ademán de irse.
- Cariño – le dijo la chica. – Me voy, cuánto tardarás?
- Ummm… calculo que una hora y media o dos horas, depende de cómo aguante el dolor. Si acaso te llamo cuando esté.
- Muy bien, pues me voy a dar una vuelta y a ver a Marga
La chica se despidió, y Hugo me comentó que era su novia. Eso me dejó más tranquilo, en cierto modo, porque entendía que realmente ofrecía sus servicios de manera profesional, pero me intranquilizó por si sufría una -erección. Me alegré de haber dado una dosis de desahogo a mi polla antes de ir.
Me preguntó si deseaba ir al lavabo ya que íbamos a estar un buen rato y si quería beber un poco de agua, a lo que contesté afirmativamente a ambas. Me mostró el lavabo y mientras fue a por el vaso de agua. Nos encontramos de nuevo en la sala de estar, y me dijo, que si estaba listo procedíamos al trabajo. Le seguí hasta otra habitación, más cálida, más oscura, con velas aromáticas encendidas, una música relajante de fondo y una camilla. Me dijo que me quitará toda la ropa, me mostró una toalla pequeña blanca para que me la pusiera para tapar la zona genital y me mostró una percha para colgar mi ropa. Me dijo si estaba bien la música y el ambiente, que le gusta que sus clientes estuvieran a gusto y quedaran contentos. Le contesté que sí, y quedé un poco a la espera ya que no sabía si debía desnudarme delante de él o esperar. Imagino que él estaba acostumbrado a que sus clientes se desnudaran delante (total si luego van a verte desnudo que más da). Pero como me vio tímido, nervioso y dubitativo, me dijo que salía que le avisara cuando estuviera, y que me tumbara boca a bajo primero.
La sala estaba llena de espejos, y de títulos suyos. Mientras me iba quitando la ropa iba leyendo lo que había estudiado. Había como cinco especialidades diferentes, y como no aprovechaba para mirarme en el espejo. Me encantaba mirarme los pectorales marcados que tenía y las abdominales bien marcadas. Me tumbé sobre la camilla y puse la minitoalla sobre mi culo. Traté de relajarme un poco y lo llamé por su nombre:
- Hugo! Ya estoy
Al momento apareció revisó sus herramientas y empezó a mirar mis piernas.
- Marc, entonces querías depilar las piernas, hasta la cintura, entiendo que las ingles, los glúteos por dentro y por fuera y lo que es la base del pene, testículos y la zona perineal?
Su palabras eran como agujas, cada vez que hablaba notaba una punzada sobre mi pene, y el peor de mis presagios podía pasar, por lo que contesté rígidamente y dudando.
- Bueno Marc, es la primera vez no? Duele un poquito pero se aguanta, si voy muy rápido me dices para que te de tiempo a recuperarte, sobretodo relájate. Aquí estás en casa, estamos entre hombres así que no tenemos nada que ocultar ni nada de lo que asustarnos. - Imagino que sus palabras hacían referencia a mis preguntas por teléfono sobre la clientela y tal.
Empezó a acariciar mis piernas, pasando sus manos por los gemelos, como comprobando la textura de mi piel, el tipo de bello que tenía y analizando si sería difícil o fácil. Cogió la máquina de depilar, me dijo que las piernas las haría con cera de tiras, la verdad es que no era experto ni lo soy ahora, y me dijo que las zonas más sensibles con cera caliente. Tiró polvos de talco sobre mis piernas por la parte de detrás, y empezó a depilarme.
A estas alturas ya me había tranquilizado, sus palabras, el entorno que había generado y el ver que era un chico con novia y no vivía en un antro y tal, hizo que me relajara mientras el iba poniendo cera y pegándome tirones. Además sus palabras me tranquilizaron mucho, el hecho de que era un chico y sabía que en un momento dado por cierto roce me pudiera empalmar, pero eso no quería decir que me atrajera ni que fuera gay. A todo esto, la habitación envuelta en espejos me permitía ver en todo momento que estaba haciendo, y veía ahora, como estaba con su mirada sobre mis piernas e iba depilando de abajo hacia arriba subiendo hacia la parte trasera del muslo.
Mientras tanto el tiempo iba pasando, e íbamos hablando de todo un poco, yo le explicaba que era estudiante universitario, que me estaba depilando porque la chica con la que estaba liado (aunque todavía no lo estaba lo tenía en mente y estaba metiendo fichas para conquistarla) le gustaban los chicos sin pelos. El me habló de cómo llegó a Barcelona, y que en concreto fue por Cristina, la chica que había conocido al entrar. Me estuvo comentando que llevaban 5 años y les iba genial.
Acabó de depilarme la parte trasera de la rodilla, y entonces inició la escalada por la parte trasera del muslo. Me pidió que separara un poco las piernas ya que debía depilar un poco de la parte interior. Me tiró polvos de talco y los repartió masajeando con sus fuertes manos, y la verdad es que me encantó. No sé hasta que punto era intencionado, pero hubiera sido una chica o el chico más feo del mundo, el sentir esas manos acariciándome el muslo y rozando la parte interior del muslo no pude evitar empalmarme. Dios mío! Los peores presagios estaban sucediendo, menos mal que no fui a un centro de estética profesional y menos mal que estaba boca abajo. La notaba tan dura que me presionaba hacia las abdominales.
Poco duró la depilación, ya que con el dolor de los tirones se me olvidó cualquier acaricia. Cuando acabó de depilarme la zona trasera de las piernas, me dijo que estaba aguantando muy bien, que la verdad es que me quejaba muy poco y que tenía un bello duro pero que se arrancaba muy bien. Entonces me dijo lo siguiente:
- ¿Te importa si te retiro la toalla? Lo digo porque acaba siendo un estorbo y total te voy a tener que ver desnudo igual… - lo dijo con total naturalidad, ya que en el fondo tenía razón y habíamos entablado cierta confianza.
- Pues la verdad es que tienes razón. Y como bien has dicho estamos entre tíos y total nos vemos en las duchas siempre…
Dicho esto, me despojó de lo único que cubría algo en mi cuerpo. Quedé totalmente desnudo y continuaba boca abajo. Tratándose de la zona de los glúteos, miraba con mayor recelo que antes, pero veía que el, del mismo modo que con las piernas, iba depilando las diferentes zonas del glúteo hasta la zona lumbar. Su mirada desprendía profesionalidad cada vez que le controlaba por el espejo.
Habrían pasado unos 40 o 50 minutos de la sesión, cuando me dijo:
- Enhorabuena! Ya has superado la mitad del trance! Ahora date la vuelta que depilaremos por delante
Dudé unos segundos antes de girarme, pues sabía que no habría toalla ni nada que tapara mi polla, y que si me excitaba no podría disimularlo por nada del mundo, y encima mi yo más exhibicionista le gustaba mostrar su cuerpo bien cuidado y mostrar mi dotación, ya fuera a chicas o chicos, pero en este caso, no estaba en la discoteca, o en una fiesta en la piscina para ir mostrando mi cuerpo, sino que había concertado una cita con un profesional para recibir un servicio profesional, por lo que no quería que pensara cosas diferentes.
Así pues, me empecé a girar cuando me di cuenta que al dejar de presionar mi polla contra la camilla segregué precum imagino del morbo de la situación, y se fue creando un hilillo desde donde había estado apoyada mi polla hasta la punta del glande. Me empecé a poner rojo como un tomate, y él, profesional, se giró como si no se hubiera
percatado de la situación a revisar la cera y demás mecanismos. Yo pasé rápidamente la mano, para eliminar toda prueba que pudiera inculparme de una posible excitación. Me recosté sin llegar a tumbarme totalmente, apoyándome sobre mis codos para tener mayor control de la situación y para evitar sentirme dominado.
Empezó a ponerme polvos de talco por las piernas hasta las rodillas. Me miró y me dijo:
- Marc! Relájate y túmbate!
Le hice caso, íbamos hablando, yo miraba al techo, de vez en cuando a los espejos laterales, y él iba haciendo su trabajo depilando mis piernas. Finalizó la parte baja de las piernas y las rodillas, y se preparó para realizar los cuádriceps y las ingles. Mi polla yacía en reposo, apoyada hacia el lado derecho, la verdad es que mi polla no es enorme, pero es grandecita, mide unos 19cm y es gruesa y en reposo no es la típica que se achica. Empezó a espolvorear con el talco la zona superior de la pierna hasta la zona baja del abdomen. Al igual que en el caso anterior, empezó a repartirlo con las manos por todo el muslo, llegando a la cara interior, a la cual soy muy sensible, y noté como mi polla despertaba un poco y se movía impulsada por el pequeño crecimiento. Pero lo peor llegó cuando empezó a repartir los polvos por la zona donde estaba apoyado mi pene, que sensiblemente morcillón, con tan solo un pequeño roce para poder repartir por debajo de donde yacía el talco, lo hizo despertar con furia, y empecé a notar como crecía cada vez más y más, y no había manera de disimular ni de tapar mi polla que se erigía bien dura y vertical, rompiendo las reglas de la física.
Se me aceleró la respiración. Miré de reojo mi polla y volví a recostarme cerrando los ojos. Él miraba intentando disimular su asombro tratando de mantener su cara de profesional y restando importancia, pero no paraba en desviar la mirada hacia mi polla. En el ambiente se palpaba la tensión. Se hizo el silencio de golpe. Tal vez él pensaría que yo era gay, o vete a saber qué…Dios que vergüenza!!! Quería que me tragara la tierra…
Empezó a depilarme la zona que restaba, y los tirones de dolor fueron mermando mi excitación, que de nuevo había hecho que segregara preseminal. Cuando ya noté que mi polla volvía a su estado de medio reposo, ya que estaba medio morcillona, fue entonces cuando levanté un poco la cabeza y le dije:
- Hugo, yo… - calle durante unos segundos y no se me ocurrió nada más que – Lo siento!
- Vamos Marc! No pasa nada hombre! Jo soy hombre como vos! Hay cosas que no depende que sea una chica o un chico, uno tiene una sensibilidad, jajaja! – dijo riendo – Además, por lo que tenés que dar gracias es que yo sea un chico y no una chica!!!
- Pues sí! Vaya me llega a pasar con una chica y me muero!
- Pensá que depilo gente a diario y eso es normal, y más gente como vos que sos joven y tenés la testosterona por las nubes
Le restó tanta importancia, que me hizo sentir tranquilo y dejar de sufrir por si me empalmaba o me excitaba. Era una situación parecida a levantarse por la mañana empalmado, algo natural, que si te trastean las partes sensibles te excites. Así pues, no tuve otra que relajarme. Estaba totalmente desnudo, delante de un chico que tenía que tocar mi polla y por el cual me sentía dominado, ya que no había manera de ocultarle la realidad. Lo mejor que podía hacer era restarle importancia y tratarlo con naturalidad.
Así pues, prosiguió su escalada hasta quedarse alrededor de mi polla y mis testículos. Le faltaba repasar la zona de las ingles, por lo que me pidió que primero abriera un poca más la pierna derecha, apoyando mi pie en la rodilla. Con suma delicadeza apartó mi polla recostada sobre este lado llevándola al otro, y manteniendo la mano sobre mis huevos y polla para que no cayera sobre la cera. Que momento tan excitante, me sentía dominado totalmente, ya que no podía hacer nada, el tenía el control total. Pegó el tirón, el cuál fue doloroso, y rápidamente puso su mano para apretar en la zona. No sé si fue queriendo o sin querer, en el momento pensé que fue sin querer, pero más tarde creo que lo hizo a propósito hizo como si se le escapara mi polla, visiblemente excitada, y me bajó la piel del prepucio dejando al descubierto el glande. Me produjo un escalofrío de placer tras el cuál mi polla se volvió a poner bien firme. Noté como agarraba mi polla fuerte y como le crecía en la mano. Con disimulo la deslizaba su mano por mi polla, mis testículos, ingles, acariciando y haciendo que arrancaba algún pelillo suelto. Asegurándose que no quedara nada.
Ahora sí que no había manera de ocultar mi total excitación, mi polla no entendía de sexos, y solo buscaba una mano capaz de aliviar tanta tensión acumulada en más de la hora de sesión que llevábamos. Esa mezcla de dolor, acaricias, morbo, excitación. Imaginar ese chico musculado cogiendo mi polla hasta hacerme explotar de placer. Mi polla estaba deseosa de expulsar todo el semen acumulado. Ese estado de pasar de reposo a excitación continuamente, el sentirse una putita indefensa ante un chico muy atractivo, y sin poder ocultar la verdad, ya que no solo tenía mi polla dura como una roca, con todas las venas hinchadas y haciendo que el glande pareciera que fuera a explotar, sino que además no paraba de segregar líquido preseminal, parecía que me estuviera corriendo de tanto lubricante que segregaba… Estaba totalmente vendido, totalmente entregado, no podía hacer nada, a pesar que él no estaba masturbándome directamente, ese magreo continuo por el roce necesario me había hecho perder el control y realmente ansiaba que iniciara con su mano o su boca un masaje que me llevara al éxtasis.
Pero no fue así, prosiguió con la depilación de la otra ingle, luego depiló la zona entre el ano y los huevos, me depiló los testículos, y el tronco del pene. Hacia un lado y otro, así como la parte superior. Mi excitación no cesaba, estaba tentado de coger mi polla yo mismo y empezar a masturbarme pues la presión que sentía sobre mi polla era bestial. Me agarraba fuerte la polla para poder operar bien, y notaba como de vez en cuando se le escapaba alguna caricia. Entretanto, me comentaba que muchos de sus clientes en esta parte también se empalmaban y en parte le iba mejor, porque dolía menos, al estar dura.
Acabó con mi pene, y realmente ya esperaba que me iba a hacer una paja viendo el panorama. Yo estaba totalmente a 1000 y pude ver como sus pantalones tenían un bulto considerable. Imagino que a pesar de tener novia, la carne es débil y el estar en aquella situación conmigo, un chico también sexy desnudo y totalmente excitado había hecho pasar alguna imagen por su cabeza. Pero en vez de agachar su boca hacia mi polla o empezar a masturbarme con su mano, me pidió que me diera la vuelta y me pusiera en posición de perrito:
- Te podés poner en posición de perrito? Es que así te podré depilar mejor la parte interior de los glúteos…
- Cómo? – Fue mi respuesta. Me hallaba un poco incrédulo. O sea, me había estado magreando durante hora y cuarto, y ahora quería hacerme sentir más putita, más dominado? La verdad es que no sé si aquel era el proceder normal y la postura típica para depilar, pero sus palabras sonaron como órdenes en mí. Me sentía tan dominado y cachondo que accedí y me postré a cuatro patas levantando el culo.
Me miraba en el espejo y no daba crédito a lo que estaba haciendo. No dejaba de mirar de reojo ya que me daba miedo a ver que hacía por detrás de mí. Pero una vez más, observaba como de manera profesional estaba mirando la temperatura de la cera y observando mi culo para planificar la depilación. Ya me había depilado la parte exterior, y ahora me empezó a depilar un lado interior y otro. Me sentía algo raro, ya que era una parte hasta ese momento virgen e inexplorada. Repasó un par de ocasiones, y cuando ya pensaba que había acabado, entonces pasó su paleta sobre mi agujero. Fue paseando la paleta por mi agujero anal, una y otra vez, haciendo que este se contrajera como reflejo por el calor de la cera. Cada vez que hacía eso me provocaba un espasmo y aunque mi polla en ese momento no estaba totalmente despierta, provocó que segregara un nuevo reguero de líquido preseminal llegando el hilillo hasta la camilla. Se regocijó con mi agujero anal y me lo dejó perfectamente depilado.
Finalizados los glúteos, me dijo:
- Bueno pues ya estás! Has aguantado muy bien!
Tras sus palabras, entendí que me había estado calentando la polla sin querer, fruto de mi imaginación, y que habiendo finalizado el magreo me quedaría el premio de consolación al llegar a casa, haciéndome una buena paja y expulsar la corrida que tenía retenida en mis huevos. Empecé como a levantarme y entonces me dijo:
- Esperá! Túmbate bocabajo que antes que marchés voy a pasarte una loción hidratante y anticrecimiento para retardar que salga el bello.
Le hice caso, y me tumbé boca abajo. Ahora disfrutaba de sus manos masajeando cada rincón de mis piernas y mi culo. Estaba excitado, pero entendía que era parte del servicio. Era parte del show doloroso de depilarse, que con tanto magreo uno estuviera excitado como las cabras. Noté como se detuvo en la parte interior del culo, como me puso crema en el ano y como sin querer me excitaba. Me daba algún tirón retirando restos de cera y volvía a masajear mi ano. Sin darme cuenta, como respuesta había elevado mi cadera dejando más a su merced mi culo. Me masajeó por detrás de las rodillas, la parte trasera de los cuadriceps, los abductores, haciéndome abrir las piernas del placer y el espacio entre el culo y los huevos, llegando a rozármelos.
Me estaba encantando esta última parte de la depilación. Siempre habían dicho que era dolorosa, pero yo del dolor no me acordaba prácticamente, y la imagen que tenía en la mente era de excitante y placentera. Cuando finalizó por la parte trasera, me dijo que me girara. Evidentemente, mostraba los crónicos signos de excitación que había mostrado durante toda la sesión. Pero a estas alturas, asumido como un hecho natural y normal en esa situación, y habiendo contrastado la profesionalidad de ese chico que aún viendo la situación que mi polla sufría se había mantenido al margen. Además el hecho de haber conocido a su novia me había dejado claro que era totalmente hetero.
Empezó a masajear impregnándome de crema los pies. Me masajeó los dedos y las plantas, los tobillos y las espinillas. Subío hasta las rodillas, produciéndome unas leves cosquillas. Se volvió a poner crema en las manos y empezó a masajear un muslo. Prosiguió con el otro. Y llegó a la cara interior de los muslos, mis piernas automáticamente se abrieron para que pudiera masajearme mejor, ya que me estaba encantando. Mi polla había ido deslizándose desde el costado derecho dónde reposaba hasta la parte central poniéndose dura y en perpendicular. El seguía masajeando alrededor del pene sin tocarlo ni siquiera rozarlo, arrancando trozos de cera de los alrededores, alguna viruta en la zona de los testículos.
Dirigí mi mirada hacia mi polla para certificar que efectivamente estaba acercándose a ella y ésta se encontraba bien dura e hinchada, cargada de semen a raudales deseoso de ser escupido con violencia hacia la boca de alguna voluntaria o voluntario. Observé como sus manos trabajaban en triángulo alrededor de mi polla, poniendo crema en los costados del pene, y miré hacia Hugo. Era un chico tan musculado, tan sexy, ver como sus músculos se movían debajo de esa camiseta de tirantes que le hubiera arrancado. Saber y sentirme el juguete de Hugo, sabiendo que con un leve gesto podía coger mi polla y tenerme subordinado.
A pesar de estar a 1000 deseaba salir de allí. Yo no era gay y estaba dando un espectáculo grotesco. No paraba de mostrar mi excitación y podía transmitir a Hugo una idea errónea. Como iba a poder volver algún día a depilarme con él. Cesó en su masaje para llenarse las manos de nuevo de crema. Empezó a rozar mis testículos restregando la crema que llevaba. Se me escapó un suspiro de placer que traté de ahogar. Cerré los ojos y agarré la camilla con las manos por los laterales. Una parte de mí deseaba que tan sólo me pusiera la crema y me dejara marchar y otra que ese masaje se convirtiera en una paja y derivara en una mamada para obtener una depilación con final feliz.
Sentía que iba a explotar, me seguía masajeando los huevos y mi corazón no paraba de acelerarse. Sin darme cuenta estaba respirando fuerte y más rápido, fruto de la excitación. Poco a poco fue deslizando sus manos hacía la base de mi polla, para impregnarme de esa crema que tan placentera estaba haciendo que fuera mi sesión. Apreté los dientes, no quise abrir los ojos, notaba como agarraba mi polla, e iba revisando que no quedara cera y añadiendo la loción. Mientras hacía eso me dijo:
- Bueno Marc, entonces qué te pareció? No fue tan doloroso no? Tu novia estará contenta…
- Bueno, la verdad es que no ha sido para tan…
En ese momento no pude seguir hablando…me encogí, hinché mis pulmones conteniendo las respiración y dejé escapar un gemido
- Bueno Marc…habrá que relajar esta bestia antes que hagas daño a tu novia no? – Con las manos impregnadas en esa loción a modo de lubricante, Hugo había bajado la piel de mi polla, dejando al descubierto mi rosado e inflado glande, y había empezado a masajearlo. – Tu novia no tendrá culpa que te haya magreado tanto y vaya a ser que le hagas daño…jaja!!
Me quede petrificado recibiendo ese cosquilleo recorrer mi columna de la cabeza a los pies. Sentía un hormigueo con cada roce de su mano sobre mi polla. No podía reaccionar, mi cabeza que me decía que me levantara y me fuera, pues no era gay y eso no estaba bien, no podía hacer nada y a pesar de intentar enviar órdenes a las piernas para abandonar el lugar, las interferencias de placer producidas por el contacto de sus dedos sobre mi polla eran superiores.
- Vaya polla tienes Marc. Tu novia tiene que estar bien contenta. Y seguro que eres lechero. Dios he deseado comértela desde que te has quitado la ropa. Qué bueno que estás, vaya cuerpazo!!
Al sentir estas palabras, a pesar de ser halagadoras hacia mi cuerpo y el tamaño de mi polla, sentí una especie de repulsión, al sentir llevar desde pequeño esa idea preconcebida de que lo gay es malo. Levanté la cabeza levemente mientras gemía de placer y mordía mi labio inferior. La imagen ya no profesional, sino de Hugo excitado, con su polla fuera bien dura. Una polla bien perfilada y que juraría más grande que la mía. Con un piercing sobre un glande circundado. El pantalón lo tenía por los tobillos y la camiseta un poco levantada dejando entrever sus abdominales. Tenía un cuerpo perfecto, pero esa imagen me produjo repulsión. Intenté incorporarme para abandonar esa sala pecaminosa de lujuria gay, pero mi intento fue en vano. Él que con su mano derecha estaba mostrándome un nuevo mundo de placer hasta ahora inexplorado para mí, y con la otra se estaba masturbando, soltó su polla y apoyó su mano sobre mi pecho forzándome a volver a recostarme.
Su mano era tan grande que ocupó prácticamente mi pecho, y tenía un brazo tan fuerte, que con poca fuerza y con la ayuda de la gravedad hizo que volviera a mi posición de dominado. No es que no me gustara lo que me hacía. Al contrario, me daba miedo que me gustara y que llegara a ser gay. Aprovechando que tenía su mano sobre mi pecho empezó a rozar mis pezones, enviando señales electrizantes a mi polla. De repente empecé a zarandearme como si estuviera follando fruto de la excitación. Retiró su mano del pecho para volver a su polla. Yo estaba con los ojos cerrados, gimiendo de placer, arqueando la espalda, poniendo cara de sufrimiento de placer,… Y entonces fue cuando noté como sus labios frotaban mi capullo. Su lengua empezó a recorrer toda mi polla, y el placer se duplicó o triplicó. Un hormigueo recorría mis piernas, nadie jamás me había comido la polla de ese modo. Dios que boca!
Pero eso no estaba bien, una mamada de un tío? A dónde vamos a llegar. Me incorporé levemente y con mis manos fui a su cabeza y empecé a empujarla para retirarla de mi polla:
- Hugo! No por favor! Déjame ir, esto no está bien
La petición fue en vano. Dicho esto apretó más los labios y empezó a comérmela con mayor ímpetu. Los lengüetazos me hacían estremecer, llegando a comerme los huevos y aprovechando para acariciarme con la otra mano. En ese momento, comprendí, que no podía hacer nada. Él tenía la fuerza, la buena posición, y mi polla en su boca. Yo me había mostrado débil, estando tumbado desnudo y mostrando mi excitación. Nada podía hacer más que dejar que calmara su sed con mi polla. En cierto sentido me lo merecía por haber estado exhibiéndome durante la más de hora y media de sesión.
De tal modo, que volví a recostarme y empecé a disfrutar de cada pasada que hacía con su boca recorriendo mi polla. Miraba a los laterales a los espejos y lo veía a él masturbándose y tragándose mi polla. Empezó a coger un buen ritmo recreándose por mi glande y empecé a sentir las ganas irremediables de correrme. Sentía que iba a salpicar mucha leche pues la excitación había sido máxima. Él lo notó en mi respiración y gemidos que me faltaba poco para correrme. Fruto de su excitación empezó a comérmela con más ganas que antes, produciendo en mi espasmos del placer.
- Hugo me voy a correr!
Pareció no escucharme y siguió en lo suyo.
- Hugo… - dije tratando de hablar cada vez de manera más dificultosa por la proximidad a la gran corrida. – Cuidado Hugo que me voy a correr…
El que parecía no haberme escuchado no cesó y cada vez ponía más ganas. Yo que hasta ese momento había tratado de retrasar el momento, pero que sentía que la explosión era ya imposible de frenar empecé a gritar de placer dando espasmos provocados por su lengua y sus labios y sintiendo como ya no había marcha atrás… Me puse a gemir sintiendo como lanzaba grandes cantidades de semen una y otra vez por mi polla dentro de la boca de Hugo. Era tal la cantidad que éste tuvo que sacarse la polla de su boca y aún seguía escupiendo más alcanzando un disparo mi cara.
Quedé inmóvil, por un momento se pararon los relojes, mientras sentía como Hugo todavía se estaba masturbando. Yo que no podía moverme levante un poco la cabeza y vi los restos mi corrida sobre mi pecho, polla, en su boca, y el estaba erguido en tensión a punto de correrse sobre mi pecho. Gritó “me corro” y empezó a dar espasmos y a salpicar también semen de manera más controlada sobre mi pecho…
Quedamos en silencio por más de un minuto. Yo permanecí inmóvil recuperándome y el se había recostado levemente sobre mí. Ambos parecíamos agotados. Hugo seguía acariciando mi polla y jugando con ella. Mi polla había perdido dureza y aunque permanecía algo morcillona no estaba preparada para más caña. O eso pensaba. Empezó a frotar su dedo gordó con mi glande, lo que producía un cosquilleo genial, y despertó de nuevo mi polla. A pesar de eso le anticipé que estaba agotado. Pero el no escuchaba. Quería acabar con mi polla y sacarme toda la leche.
Se puso crema y empezco a frotar entre los huevos y el ano, lo que provocó que abriera las piernas y elevara las rodillas elevando levemente el culo, dejando que pudiera masajearme mejor. Todo esto fue una reacción refleja, que provocó que dejará campo libre para que llegará con su mano a mi culo. Y ahí situó una de las manos, y en concreto su dedo índice, que se paseaba alrededor de mi ano. Jamás nadie había penetrado en esa zona, ni siquiera yo. La verdad es que me estaba gustando y una vez asumido que era la putita de Hugo, que haría conmigo lo que quisiera y que él era el que mandaba tan solo me limitaba a percibir el placer.
Fue aproximándose a mi esfínter, abriendo el culo, rozándolo una y otra vez, y rozando mis terminaciones nerviosas, produciendo una sensación electrificante sobre mi glande, el cuál también estaba siendo activado con la otra mano y me producía un cosquilleo y hormigueo en la planta del los pies, a lo largo de mis piernas y a través de mi columna lo cuál me restaba fuerza e impedía que me pudiera movilizar. Sólo podía tratar de respirar a trompicones, hacer el movimiento tratando de escapar de tanto placer, haciendo como si estuviera follando su mano, apretando mi esfínter cada vez que su dedo se acercaba a mí. Pero entonces ocurrió cuando de repente se me entrecortó la respiración, inhalando fuertemente y emitiendo un gemido de dolor:
- Ahhhhhhhh! Qué haces Hugo??
Había conseguido penetrar con un dedo o dos mi culo, y me estaba generando una sensación muy extraña. Me hallaba como flotando, sintiendo que mis defensas estaban siendo totalmente atacadas, en una zona peligrosa y que nada podía hacer. Me había invadido y notaba sus dedos penetrarme con fuerza y presionar hacia la zona de los huevos desde dentro. No sabía si trataría de follarme y me daba miedo, pues notaba sus dos dedos, índice y corazón penetrándome y rozando mis paredes anales, e imaginaba que su polla era más gorda. Notaba como la presión interior había alzado de nuevo mi polla a su máximo esplendor, momento que aprovechó Hugo para empezar a comérmela. No había recibido tanto placer en mi vida. Esa penetración anal con sus dedos enviaba unas señales a mi polla que hacía que sintiera una presión producida por el semen deseoso de ser expulsado, y a su vez, con sus lenguetazos me estaba matando a espasmos.
Había levantado las manos, apoyándolas en la pared de detrás de mi cabeza, empujando la pared como si quisiera tirarla al suelo. Mi respiración se iba produciendo a trompicones en función de los espasmos que me producía. Yo que estaba con las rodillas levemente elevadas, iba alzando la cadera de manera automática para acercar mi polla a su boca y para que sus dedos me siguieran follando. Estaba fuera de mí. Jamás había recibido tanto placer. Hasta ahora, siempre como chico había estado acostumbrado a ser yo el que dirigía la obra. Ser yo el que penetraba a esas jovenzuelas cachondas en búsqueda de un rabo que apagara su sed. Deberme yo a ser un instrumento para conseguir que ellas llegaran a su máximo placer, y obteniendo como premio un orgasmo, una corrida dentro de sus coños, o de sus culos, o de sus bocas, o sobre sus pechos.
Pero esta vez era diferente. Yo era la chica, yo recibía el placer sin parar, y Hugo el chico dispuesto a dejar la chica destrozada, para que después al contárselo a las amigas aumentara su leyenda y a parte de decir que la dotación es buena decir que folla bien. A estas alturas yo había perdido totalmente el control, y creo que Hugo también, y de nuevo a pesar de haberme corrido hacía unos minutos, me estaba llevando de nuevo al éxtasis. Me movía de manera intuitiva en búsqueda del orgasmo. Quizá estaba estimulando mi punto G. Pero la verdad es que me sentía un poco mareado, las piernas las tenía como dormidas y dejé de oír por un momento. Sin darme cuenta estaba chillando y gimiendo como una de esas zorras que yo solía follarme, y que a veces me preguntaba si fingían. Ahora sabía que no.
Fui notando como el momento de la explosión se aproximaba, y aunque estaba deseoso tenía miedo pues estaba recibiendo tanto placer, notaba que esta corrida iba a ser tan bestia y descomunal que tenía miedo que me desmayara o algo así. Aceleré mis espasmos, mi respiración, aumenté el arqueo de mi espalda… por un momento dejé de respirar. Hugo penetró con más ganas, como pretendiendo acabar conmigo. Notaba sus dedos dentro de mi, presionar desde dentro hacia mi polla, y haciendo que el semen se amontonara con más fuerza como el agua dentro de una manguera con un nudo.
Ahora cada roce de mi polla con su boca y su mano producían una sensación de locura. Ahora comprendía un poco más a los gays. Qué placer tan sublime. Noté como frotaba con más ganas cada rincón de mi polla haciéndome retorcerme de placer. Como poseso, empecé a retorcerme tratando de huir de sus manos pero provocando mayor roce, lo cual me hizo por un momento dejar de respirar y empezar a gritar hasta notar como empezaba a escupir leche por la polla, impulsada con mayor fuerza por sus dedos desde dentro. Como había conseguido ordeñarme de esa manera en tan poco tiempo. Me había vaciado por completo.
Durante por lo menos medio minuto estuve en pleno éxtasis corriéndome. Sin prácticamente respirar, revolviéndome sobre la camilla y vaciando mis reservas de semen. Jamás en la vida pensé que fuera a recibir esa cantidad de placer en un momento. Había notado mi corazón a punto de estallar. Mi polla literalmente estalló. Noté como sus dedos abandonaron mi culo y con ello el espacio a mi intimidad. Permanecía allí inmóvil, tumbado mirando al techo, notando como chiribitas en los ojos. Notando como los brazos y las piernas me pesaban. Y no me notaba la planta de los pies. Mientras él, con su mano, seguía abrazado a mi polla, que ya había luchado brava hasta el final y su hinchazón ya había disminuido.
Como si Hugo hubiera chupado mi fuerza vital, podía ver y oír pero no era capaz de reincorporarme. Entonces el me dijo:
- Qué te ha parecido? No te iba a dejar marchar con tanta tensión acumulada no?
Traté de dar una respuesta lógica, y en ese momento giré la cara, quedando el espejo lateral frente a mí, mostrando la puerta entre abierta, y su novia Cristina observando toda la película gay, que al verme a mí se fue. Con tanta excitación no habíamos oído como llegaba a casa, e imagino que ella, oyendo mis gemidos se acercó preocupada a ver que pasaba, quedando absorta como su novio me penetraba y me comía la polla. Ante tal situación, fui incapaz de encadenar un par de palabras seguidas, volví a girarme hacia Hugo y tan sólo pude decir…:
- UUUUUUfffff!!!!!!
Me limpió con unas toallitas de bebé, nos vestimos, pagué el servicio de depilación. Abandonamos la sala dirigiéndonos a la salida, y al pasar por la sala de estar, Hugo se sorprendió de que Cristina estuviera allí tumbada viendo la tele. Yo me sonrojé automáticamente. Ella se reincorporó y nos preguntó:
- Qué? Cómo fue? Algo doloroso? Oí algún que otro grito…
- Bueno cari, es que la verdad es que he hecho sufrir a Marc bastante, jaja! – dijo Hugo convencido que ella no lo entendería y enviando una mirada de complicidad hacia mí. – Pero la verdad es que ha aguantado muy bien.
- Sí bueno… - fue lo único que pude decir mirando al suelo conocedor que ella había visto más de la cuenta.
- Pues a ver si la próxima vez que vengas a depilarte me dejáis estar de invitada que me haría gracia ver la depilación de un chico y su cara de sufrimiento.
- Jaja, yo por mi cariño ningún problema, pero quizás a Marc le da vergüenza…
Dios mío, se podía ser más directa? Hugo no se enteraba de nada, ya que desconocía que yo la había pillado chafardeando, pero yo sabía que ella no quería ser una mera espectadora. Ella quería ser partícipe de otra sesión de lujuria, esta vez no sólo con su novio, sino con ella también. A lo que por supuesto que asentí con la cabeza, que la próxima vez que volviera le permitiría estar.
Pero esa es otra historia que otro día os relataré…
Espero que os haya gustado está basada en hechos reales, por lo que parte de lo acontecido es cierto!