¿Quién dice que en la biblioteca no se liga?

¿Que pasa cuando dejamos los prejuicios a un lado? Que disfrutamos plenamente.

Amaya estaba tan inmersa en el resumen del artículo “Las Leyes de los Menores” que no noto que la estaban contemplando fijamente. Aunque también podía ser porque los tapones que tenía en los oídos la hacían evadirse de todo el mundo.

Solo cuando sintió un pequeño roce en el hombro levanto la mirada del párrafo que estaba a punto de subrayar.

Delante suyo la miraban tres chicos morenos vestidos completamente de negro, con piercings en la cara y algún tatuaje visible por el cuerpo.

--Perdona que te moleste -dijo el chico que estaba más cerca suyo mientras se quitaba los tapones de los oídos -Pero están todas las mesas ocupadas… ¿Te importa que nos sentemos aquí?

Amaya miro a su alrededor. Era verdad que en la biblioteca donde estaba había un montón de mesas ocupadas por gente estudiando ya que estaban próximos los exámenes. Pero también era cierto que muchas mesas cercanas a la suya estaban medio vacías.

Por el gesto con la que miraban los chicos de esas mesas supuso que no les habían dejado sentarse con ellos por el aspecto gótico que llevaban.

--Por supuesto -dijo Amaya según miraba por encima del hombro a todos los que no dejaban de obsérvala.

“Qué asco de gente” no puedo evitar pensar.

--Muchas gracias de verdad -dijo el chico del medio mientras dos de ellos se sentaban delante de ella y el más alejado a su lado izquierdo.

--No tiene importancia -susurro Amaya con una pequeña sonrisa.

Cuando vio que empezaban a sacar los apuntes se volvió a poner los tapones con el fin de seguir estudiando.

Diez minutos más tarde el mismo chico que antes la había tocado volvió a rozarla el brazo intentando llamar su atención.

--Dime -dijo Amaya volviendo a quitarse los tapones.

--Perdona, otra vez. Es que con la prisa de coger sitio se nos ha olvidado coger folios. ¿Nos puedes dar unos cuantos, por favor? -pregunto señalando el taco de folios al lado de los apuntes de Amaya.

--Mmm…sí, claro. Coger los que queráis -dijo acercando el taco hacía ellos.

--Genial. Gracias.

Volvió a ponerse los tapones e intento sumergirse de nuevo en su lectura, pero a los pocos minutos volvió a sentir el roce en su brazo.

Con un suspiro de hastío volvió a quitarse los tapones.

--¡Dime! -dijo en un tono duro mientras miraba al chico que no paraba de interrumpirla.

--Lo siento… -susurro el chico visiblemente avergonzado -No importa. Sigue con lo tuyo.

--No, no. Tranquilo. Dime. -se apresuró a decir al ver la cara de él.

--Es que…

--Queríamos saber si nos podrías dejar un momento el portátil para mirar unos apuntes que acaba de subir el profesor -dijo el chico más alejado que ella acabando la frase del otro.

--Vaya parece que se os ha olvidado todo hoy -murmuro con una sonrisa ladeada que desapareció al ver como el chico enfrente suyo se iba poniendo de todos los colores -Claro. Aquí tenéis. -dijo acercándoles la pequeña mochila que estaba a sus pies.

--Gracias…

Amaya estaba a punto de ponerse de nuevo los tapones, pero en el último momento decidió volver a dejarlos en la mesa.

Observo detenidamente por primera vez a los chicos que se habían sentado con ella.

El que estaba enfrente suyo y la había rozado el brazo todas las veces que había llamado su atención tenía el pelo más largo de los tres, llegándole hasta el hombro mientras que los otros dos lo llevaban corto.

El que se había sentado a su lado y ahora estaba enfrente mirando la pantalla del ordenador, era el que tenía más piercings en la cara según pudo ver. Tenía uno en la ceja, nariz, labio y lengua, pues cada vez que abría la boca para hablar podía apreciarse el resplandor de una pequeña bola de plata.

Pero, aunque tenían claras diferencias, los tres eran delgados, pálidos y con rasgos delicados. Y a su manera todos realmente atractivos.

Aparto la vista justo a tiempo de que la vieran observándoles tan fijamente y volvió a intentar leer sus apuntes. La verdad es que se había excitado un poco y no quería que se la notara.

--Oye. Esto…

--Amaya -dijo levantando la vista hacía el chico que la había llamado.

--Amaya… Bonito nombre -susurro el chico más alejado de ella -Hemos estado hablando y queremos invitarte a comer por habernos aguantado y ayudado antes.

“¿A comer?”

Amaya miro el reloj de su muñeca donde podía ver claramente que eran las tres de la tarde.

Vaya se la había pasado el tiempo volando.

--Oh, no. No hace falta chicos, enserio. Lo he hecho porque he querido.

--Insistimos -dijo el chico del medio.

Después de unos segundos más insistiendo Amaya al final acabó aceptando y recogiendo sus cosas se fueron a un bar cerca de la biblioteca llamado “Tapas”.

Nada más sentarse en una mesa un camarero se acercó a tomarles el pedido.

--Aún no me habéis dicho como os llamáis -inquirió Amaya cuando se hubo marchado el camarero.

--Oh, cierto. Yo me llamo Derek -informó el chico con muchos piercings.

--Yo Evan -dijo el chico de pelo corto.

--Y yo Cris -dijo sonrojado por último el chico al que no le había contestado muy bien antes.

--Encantada.

Una vez el camarero hubo servido la comida empezaron a entablar más conversación.

--¿Y qué estudias, Amaya? -pregunto Derek mientras cogía una patata fría.

--Educación Social ¿Y vosotros?

--Ingeniera informática -respondió Evan -se nos da bastante bien los ordenadores.

--Por cierto, tenemos que agradecerte que nos dejaras sentarnos contigo. Algunos no quisieron que ni nos acercáramos -confeso Cris con una sonrisa tierna que hizo que sus bragas se humedecieran en un segundo.

--Si -corroboraron Derek y Evan -Muchas gracias.

--Si ya me fijé. Pero chicos enserio no tenéis que darlas, tendríais que poder sentaros done os pareciera que para eso es una biblioteca pública.

--Ya, pero algunos no les gustan como vestimos y les repugna que tan siquiera nos acerquemos -explico Derek con un gesto de asco.

--¡Pues que se jodan!! -grito Amaya dejando boquiabiertos a los chicos -Este es un país libre. Cada uno puede hacer lo que quiera y vestirse como le dé la gana.

--Ojalá todo el mundo pensará como tú -dijo Cris con una sonrisa.

Estuvieron hablando luego de trivialidades el resto de la comida, que si vivían juntos, aunque Amaya ya lo había sospechado gracias a Derek puedo corroborarlo, que si les quedaban muchos exámenes para terminar…

Una vez terminaron de comer y después de la típica pelea por ver quién paga -Por supuesto, acabaron ganando los chicos- prometieron quedar al día siguiente para estudiar.

No sabía porque, pero Amaya desde que había vuelvo de la biblioteca no había parado de pensar en esos chicos.

Nunca la habían gustado los chicos góticos, pero ahora no podía pensar en otra cosa que no fueran ellos.

“¡Por Dios, si hasta había tenido un sueño húmedo!”

Por la mañana se había despertado sobresaltada y con el cuerpo sudoroso.

Aún podía recordar el tacto de sus manos acariciando su cuerpo poniéndola la piel de gallina, la succión de una boca contra su pezón, el mordisco de uno de ellos en su carne, el lametazo de uno de ellos en el clítoris mientras otro la metía la polla en la boca.

“Si hasta parece que la esté saboreando ahora mismo”

Se pensó si sería bueno acudir a la biblioteca como habían quedado después de tan vivido sueño, pero después de una buena ducha fría prefirió ir a la cita acordada.

“Después de todo un sueño es un sueño” se dijo a si misma mientras se vestía.

Al entrar en la biblioteca ya la estaban esperando los tres en la misma mesa de ayer.

--Hola Amaya -la saludaron todos con una gran sonrisa.

--Hola Chicos -saludo sentándose.

Después de los apropiados saludos cada uno saco sus apuntes y se dispuso a estudiar, salvo que esta vez Amaya decidió no ponerse los tapones por si acaso.

Ya llevaban una hora estudiando cuando Derek empezó a hablar:

--Oye Amaya. ¿Te gustan las películas de miedo?

Amaya levanto la mirada desconcertada de los apuntes.

--Emm…sí, ¿por?

--Es que ayer estuvimos comentando que acababa de salir la película “múltiple” ¿te suena?

--Sí, claro. He visto un montón de veces los trailers.

--Bien…pues ayer Cris descargo la película y queríamos saber si después de estudiar te apetecería cenar con nosotros y ver la peli.

Se quedó mirando a Derek sin saber muy bien que contestar. Era cierto que solo conocía a esos chicos desde ayer, pero después de sueño húmedo que había tenido esa mañana ¿Cómo podía negarse?

--Claro. A mis amigas no las gustan mucho esas pelis pero yo sí que tenía ganas de verla. ¿Tengo que llevar algo?

--No tranquila, con tu presencia será suficiente -dijo Derek acompañado de un guiño en el ojo que la hizo sonrojarse.

Estuvieron estudiando el resto de la mañana, parando para hablar de en vez en cuando sobre alguna parte de la película que se veía en los trailers.

Por la tarde en casa Amaya no dejaba de mirar la ropa tendida en la cama sin saber que ponerse. Estaba tan nerviosa como tuvo su primera cita.

Al final decidió ponerse unas mayas negras que la encantaban como le hacían el culito respingón, jersey ajustado marcando sus curvas y unas deportivas negras. Un look bastante causal, pero a su vez la hacían un cuerpo de infarto.

Llego a la dirección que la habían dado, pero a punto estuvo de darse media vuelta. Enfrente suyo estaba el edificio más ruin que había visto en su vida. El ladrillo estaba sucio y golpeado y la puerta de la entrada tenía la impresión de caerse nada más soplara un poco el aire. Tampoco ayudaba mucho los edificios que le franqueaban mucho más modernos y con puertas metálicas.

Llamo al portero automático y espero.

--¿Si? -contesto la voz de un chico que Amaya supo reconocer cuál de los tres era.

--Soy Amaya.

--Ah, sí. Sube.

Después de casi hacer malabarismos en una escalera de madera que parecía a punto de romperse llego al piso indicado y llamo. Le abrió Cris con una sonrisa.

--Hola Amaya. Pasa -dijo apartándose a un lado- Ya tenemos todo listo.

--Hola Cris -saludo dándole un beso demasiado cerca de las comisuras de los labios por los nervios.

Un olor a hierbabuena la inundo las fosas nasales provocando un cosquilleo en la parte baja el estómago.

--Menudo pisito tenéis… -dijo intentando romper el hielo y darla tiempo a recomponerse.

--Sí…-susurro Cris visiblemente alterado -pero es lo mejor que pudimos encontrar…

“Más bien al que os dejaron entrar” pensó Amaya con rabia contenida.

Entraron a un amplio salón con muebles antiguos y desgastados, pero con una televisión de plasma, que supuso sería de alguno de ellos.

En la pequeña mesa del centro había varias pizzas con una pinta irresistible y refrescos. Sentados en un sofá de cuero gastado estaban sentados Derek y Evan vestidos de negro con algunas cadenas colgando del pantalón que giraron al verlos entrar.

--Hola guapa -saludo Derek con su habitual guiño de ojo.

--¡Hola, Amaya!

--¡Hola Chicos!

--Perdona el festín -dijo Derek señalando la comida -pero se nos ha echado el tiempo encima y no hemos podido hacer una cena en condiciones.

--Es genial chicos. Gracias.

--¿Os parece si cenamos antes de ver la película? -sugirió Evan.

Todos estuvieron de acuerdo con él y en menos de media hora ya se habían terminado tres pizzas familiares y dos raciones de Nuggets en medio de risas y bromas.

Cuando hubieron terminado de cenar pusieron la película, pero como solo había un sofá y no entraban todos Amaya acabo sentándose en medio de Derek y Cris mientras que Evan se sentó en el suelo cerca de Amaya.

Pero no llevaban casi ni la mitad de la película cuando Amaya empezó a distraerse con los claros suspiros de Derek.

Se acordó del sueño que había tenido esa mañana y el olor masculino que desprendían unido a una creciente excitación no ayudaban a que Amaya se intentara concentrar en la película.

Un roce por parte de Cris en el muslo la distrajeron ya completamente de lo que sucedía en la pantalla.

Sentía el calor de su mano traspasando la fina tela de las mayas logrando que humedeciera las bragas en cuestión de segundos.

La mano empezó a moverse trazando pequeños círculos en su muslo. Cuando pensó que no podía disimular por mucho más tiempo su excitación noto otra mano en el muslo contrario.

Se giró. Derek la observaba fijamente con un brillo malicioso en sus ojos negros.

Un jadeo escapo de su boca sin poderlo evitar al notar un beso húmedo en el cuello y empezó a notar un picor que iba en aumento en su vagina.

--Mmm…que bien hueles… -susurro Cris dándola un pequeño mordisco en la oreja que la puso la piel de gallina.

“Pero…¿Dónde había quedado el chico tímido de ayer?”

--¿También sabrá bien? -pregunto Derek con una sonrisa ladeada mientras lamia sus labios obscenamente para acabar en un beso húmedo.

Noto la pequeña bola de plata presionando su lengua haciendo que los gemidos que emitía se desvanecieran en la boca de él.

--Creo que la película ha pasado a un segundo plano ¿eh? -oyó que decía Evan intentando quitarla las mayas.

--Joder… -susurro Amaya al terminar ese beso que la había puesto tan cachonda.

Evan consiguió terminar de quitarla las mayas y apartando brevemente la braga dio un lametazo que hizo que Amaya se encorvase de placer.

--Pues sí que sabe bien -informo a sus dos compañeros para volver a entrar en la casa en los muslos de Amaya.

Derek y Cris levantándose del sofá empezaron a desnudarse rápidamente desperdigando la ropa por toda la habitación.

--Yo también quiero probar esos labios de fresa -dijo Cris acercándose a besar a Amaya que claramente cachonda respondió los besos con lujuria.

Evan por su parte no paraba de lamer la turgente carne de Amaya que no paraba de humedecerse cada vez más.

Amaya sentía que la vida se la escapaba por la boca y que era Cris quien se la absorbía con sus dulces besos.

Un calambre de placer la hizo arquearse y acercarse más a la boca de Cris quien no paraba de absorber los gemidos que esta hacía cada vez que la lengua de Evan subía hasta su clítoris.

--Oh, Dios… -grito separándose de la boca de Cris al sentir como se corría en la boca de Evan, quien no paraba de lamer y absorber todos los flujos que expulsaba.

--Dios…como me has puesto, nena. -gimió Derek que les observaba de pie masturbándose.

--Mmm…follarme, por favor. -jadeo Amaya intentando recuperarse del orgasmo.

La pusieron a cuatro patas en el sofá de tal manera que su cabeza estaba cerca del apoya brazos. Al verla así Evan no tardo en ponerse enfrente suya con una gran erección apuntando a su boca. Amaya abrió la boca con una mirada de lujuria que endureció un poco más la polla de Evan.

Por otra parte, Derek se colocó a su espalda restregando el glande de su polla en la mojada vagina de Amaya.

Al sentir el húmedo glande Amaya movió el culo incitándole a hundirle la polla, cosa que no tardó en hacer Derek de una embestida brutal que saco un grito de Amaya amortiguado por la polla de Evan.

--Joder…estas tan mojada que no me ha costado nada -jadeo Derek empezando a moverse acompasadamente con su amigo Evan quien prácticamente la estaba follando la boca.

Un azote en el culo la azuzo a empezar a moverse y mover la lengua por la erección de Evan.

--¿Te gusta lo duro, nena? -pregunto Derek acompañando su pregunta con otro azote más duro.

Amaya por su parte movió más su culo intentando sentir más la polla de Derek que la rozaba sus paredes internas con un placer indescriptible.

Evan sintiendo la deliciosa lengua de Amaya no pudo aguantar más y con un gemido ahogado acabo derramándose en el interior de su garganta.

Amaya al sentir como Evan se corría aumento sus succiones procurando que no cayera nada de su semen al suelo.

Una vez Evan acabo por correrse se alejó de Amaya una vez de haberse cerciorado de que se lo había tragado todo.

Amaya no tuvo mucho tiempo de recuperarse ya que enseguida su boca fue ocupada por la polla de Cris que había permanecido en un segundo plano.

--Eso nena…cómeme -susurro Cris alzándola la cabeza para que sus ojos conectaran.

La lujuria que veía en los ojos de Cris la trasportaron a un mundo de placer jamás conocido por ella.

Movió la cabeza intentando hacer una fantástica mamada a pesar de que ya la empezaban a doler las mandíbulas.

Derek por su parte seguía embistiéndola cada vez más fuerte llegando a moverla cada vez que la pelvis de él se unía con el trasero de ella.

Con cada embestida Amaya soltaba un suspiro hasta que no pudo más y acabó corriéndose por segunda vez en lo que iba de noche.

--Dios…dios…¡me corro!

Derek al notar los músculos de la vagina de Amaya contraerse no pudo más y saliéndose rápidamente de ella acabo corriéndose en sus glúteos mientras se masturbaba frenéticamente.

Cris tampoco pudo aguantar mucho más y con un gruñido acabo derramándose en la boca de Amaya, quien se volvió a beber la corrida.

Intentando recuperarse y con el corazón saliéndose del pecho miro a los chicos, todos en el suelo observándola con una sonrisa de satisfacción.

Al levantarse una vez recuperada de la fantastica sesión de sexo hacía ellos Amaya solo pudo pensar una cosa con una sonrisa en los labios:

“¿Quién dice que en la biblioteca no se liga?”