¿Quien da las lecciones ahora?

Joel, un joven escolar se enamora de su profesora, la desea todas las noches. Pero su timidez acabara al conocer a su amigo Carlos, quien tras enterarse del deseo sexual que este siente por su profesora. Elabora un plan, donde podran darle algunas lecciones a su hermosa profesora Rocío

La he mirado por días, semanas, meses y siempre lo mismo. He sentido que ha pillado mis miradas indecentes un par de veces, pero no me ha dicho nada. Quizá en el fondo ella también quiere o quizás la estúpida no sé da cuenta de nada. Perdón, la he llamado de esa forma, porque he acumulado mucha ansiedad en mí, la he anhelado tanto tiempo. La he deseado noches enteras, he revolcado mi cuerpo de un extremo al otro de la cama, para luego sentir su cuerpo hacerse presente, he imaginado sus senos blancos y sus rizados cabellos cayendo sobre ellos, he palpado suavemente su cintura y he respirado su suave perfume a durazno, mi cuerpo ha reaccionado de inmediato y ya está listo, la he estado esperando, no es esta la primera noche, mi erección es perceptible, quedan pocos centímetros entre la punta de mi glande y el pequeño y jugoso espacio entre sus piernas. Llevo mi mano izquierda hacia sus caderas, intento acercarla, solo unos centímetros por favor. Una tonta almohada recibe lo que imagino dejar en el fondo de sus entrañas.

Madrugo, me doy una ducha helada y me pongo el uniforme, será el último año que deberé soportar esta rutina. No soy el alumno más aplicado, pero tampoco soy un  “bandalo salvaje” como suelen llamarles, tanto los profesores y administrativos a ciertos compañeros míos. La escuela está ubicada en una ciudad costera, donde la noche es aprovechada para la diversión y las fechorías, mientras que en el día todos le hacemos la vista gorda a tanta inseguridad. Quizás todos nos hemos acostumbrado. Hemos visto a nuestros vecinos con armas, muchachos con los que he jugado en la infancia hoy se dedican al narcotráfico. En fin, se diría que vivo en un lugar de cuidado dentro de la ciudad, por donde no muchos se animan a dar un paseo, excepto que también busquen algo distinto a lo legal. Pero ella, ella llega radiante todas las mañanas, con vestidos floreados que caen sobre sus rodillas, no trae más defensa que su ingenuidad, suele siempre venir temprano, más temprano que cualquiera y suele quedarse hasta terminar todo lo que haya por hacer. Al llegar siempre la veo sonriente, me saluda con un formal buenos días y me invita  a pasar al aula, espera que se reúnan todos sus alumnos, al menos la mayoría y comienza sus clases. Hoy, nos mostró un mapa dónde fue ubicando a medida que narraba la historia respectiva, todos los países invadidos por Napoleón, cuando la puerta se abrió de un empujón.

-Hola ¿qué tal?-

  • buenos días jovencito. ¿Es esa la manera de entrar a un aula?

  • no se haga bolas por gusto profe, empuje un poco fuerte la puerta nada mas ¿Dónde me puedo sentar?

-Usted no puede llegar así a mi clase, estoy a mitad de una explicación importante, será mejor que se dirija a la oficina del director ahí conversaremos sobre su higiene personal y su conducta –

  • ¡Que mierda! Es mi primer día, no voy a ir a la oficina del director porque se me resbalo la puerta. –

  • ¡Que vocabulario es ese! Usted no está conversando con sus camaradas del barrio. ¡A la oficina del director he dicho! Y espere ahí.

No la vimos en el recreo, todos salieron alborotados como siempre al oír la campana, yo aguarde un poco, deseaba contemplarla algún rato más, pero ella también salió presurosa, me imagino que debía arreglar el asunto del chico nuevo, que al parecer ya de antemano era un chico rebelde, por no describirlo de algún modo más despectivo como “bandalo salvaje” o “delincuente juvenil”. El día culminó tranquilo, el alumno nuevo no se incorporó a la clase después del recreo como todos imaginamos.

Al llegar a la escuela el día siguiente, ya habían varios compañeros sentados en sus respectivas carpetas, entre ellos, el muchacho de ayer, mi carpeta quedaba contigua a donde él estaba sentado.

-Hola, me llamo Joel- Dije a modo de presentación. El no supo si responder el saludo, pero finalmente se animo.

-Soy Carlos- Dijo, sin prestarme mucha atención

En ese momento empezó a hablar Rocío, ese era el nombre de mi hermosa profesora, dio varias indicaciones, y añadió unos apuntes a la pizarra, para luego decirnos que nos agrupáramos en pareja. Le sugerí a Carlos que sea mi compañero y él acepto sin ningún entusiasmo, al parecer lo que menos le interesaba eran las tareas o la escuela. Nos entregaron unas hojas donde haríamos una pequeña redacción donde se mencionaría el tema que había escogido cada grupo.

-¿Qué tema elegiremos Carlos?-

-No lo sé, elige tú-

-¿Qué te parece “la familia base de la sociedad”?

-Qué temas más estúpidos, esa estúpida debe proponer cosas así porque debe ser una arrecha, debe querer un marido que la preñe, así tendría que decir acerca de familias y además seguro se le mejora el humor- Me miró y sonrió irónicamente y su sonrisa se alargó aun mas cuando vio el rostro de susto que había puesto.

-Lo siento, yo, la profesora, olvídalo, empezare a escribir-

-Relájate hermano, la muy zorra no me escucha, ¿no te das cuenta?, sino es capaz de hacerme lo de ayer, maldita puta-

-¿Qué sucedió ayer?- pregunté con mucha curiosidad

-La zorra esa, le dijo al director que debía recibir un castigo, que mi conducta era insoportable, es una mierda, mando una nota a mi casa, aunque fue por gusto claro, en mi casa en lo que menos se fijan es en mí, así que peor será en una estúpida nota que les mando mi profesora. La muy zorra dijo que mi aspecto era inaceptable, puso la condición de que me cortara el cabello y me sacara los aretes si deseaba entrar al colegio y además me mandaron a recoger basura al patio del recreo, es una puerca puta, yo le haría recoger la basura del patio con la lengua, jajaja, imagínatela gateando con sus tetas blancas colgando por todo el patio-

-Mi rostro se puso rojo, no pude evitar imaginar lo que Carlos me había sugerido que piense, mi mente se torturo sola, ver a ese ser casi angelical protagonista de mis profundos sueños, humillado de esa forma, hizo que algo se me revuelva en el estomago y que mis manos comiencen a sudar. Pero Carlos, casi ignorándome, aumentó-

-jajajaja, sería bueno que lo haga desnuda y no con sus estúpidas flores, imagínatela, si esa puta gateara calata y que mejor para que sea un castigo ejemplar, le metemos una botella por el ano-

Mi cara era de horror e incredulidad completa, él hablaba sin ningún tipo de miramiento o cuidado, lo que menos le importaba era que sea su profesora y aun menos el respeto que le debería tener. Pero era inevitable para mí, en este momento, imaginarla una y otra vez, como él la había descrito, mi mente añadió algunas cosas, como su rostro mirándome y suplicándome ayuda, me encantaría verla así de desprotegida, débil, totalmente rendida a mis pies.

Los días continuaron con habitual rutina, me volví muy amigo de Carlos, no era un mal tipo después de todo, andábamos juntos de un lado a otro, encontramos varios pasatiempos en común y él me enseñó otras cosas que hacer en mis horas libres o no tan libres. Faltábamos al colegio y solíamos ir a las canchitas de fulbito  y nos escondíamos ahí hasta que la hora del colegio terminará. Siempre nos encontrábamos con otro grupo de chicos, llevaban bebidas, cigarros y si estábamos de suerte había hierba y mujeres. Cuando íbamos a clases, intentábamos pasar las horas como sea, muchas veces Carlos intimidó a los nerds del colegio y de esa forma conseguíamos buenas tareas. Yo quité a Rocío de mi mente por varios meses, me dedique a otras cosas, me acosté con muchas mujeres, sin ningún compromiso claro, era imposible querer algo más que sexo con ellas, pues nos complacían a todos, a veces era a todos a la vez o otras a  cada quien por separado, dependiendo de su ánimo y sus ganas.

Mis notas fueron desastrosas cuando terminó el bimestre, mis padres se preocuparon de manera desmedida. Comenzaron a rebuscar mis cosas, a negarme los permisos. A lo que yo, reaccioné de la misma manera brusca, llegaba siempre tarde a casa, me escapaba al menor descuido, había regresado muchas veces algo ebrio. Finalmente mis padres visitaron a la profesora, y el acuerdo se me fue comunicado esa noche, al parecer tendríamos clases por las tardes, yo y siete compañeros más, donde se nos ayudaría en las dificultades que teníamos para hacer trabajos y tareas, nuestra profesora Rocío se había ofrecido amistosamente a brindar ese servicio.

Las clases eran obligatorias, nuestros padres y la escuela habían confabulado, pero en realidad las clases de tarde eran un asco, ya habíamos soportado la maldita escuela toda la mañana, ahora deberíamos hacerlo cada tarde, llegábamos cansados, nos manteníamos ansiosos, varios se dormían y a cambio recibían más castigos, más deberes. Habíamos entrado a un verdadero infierno, al parecer querían reformarnos, como si tuviésemos algo mal, malditos cerdos, que ustedes no sepan disfrutar de la vida no significa que haremos lo mismo. O bueno fue lo que dijo Carlos, cuando culminó nuestra tercera clase. También nos incitó a todos a no volver a venir a partir de mañana, no podían obligarnos, ya cumplíamos con el horario normal de la escuela.  Además ya no somos estúpidos niños, el otro año terminaremos el colegio, así que debemos poder elegir que haremos con nuestra vida. Dicho esto, cada uno fue saliendo del salón y dispersándose. Yo y Carlos de igual manera nos dirigimos cuadras abajo, en ese momento me hizo una pregunta que pensé no escuchar.

-¿Qué mierda fue lo que te robaste? Eres un idiota, sabes que de cualquier manera nos culparan.

Yo me quedé frío, estaba seguro de que nadie se había percatado de nada, pero al parecer no había podido engañar tan bien a todos como creí.

-Es solo un trapo-

-¿Y para que mierda robas un trapo?-

-Para nada, solo olvídalo-

En casa de Carlos, encontramos a unos amigos y decidimos tomar algunos tragos, en eso se hizo tarde, así que decidí quedarme a dormir en casa de mi amigo, pero no dormimos exactamente, pues trajeron más alcohol y más. Ya casi a media noche, me dirigí al baño, había terminado y estaba por salir cuando sentí la pañoleta de Rocío en mi bolsillo, mi cuerpo se estremeció, estaba todo adormecido por el alcohol, pero mis manos se deslizaron rápidamente, sacaron de mi bolsillo el objeto, rápidamente lo alcé y apreté fuertemente la nariz en contra, el olor a durazno que ella emanaba, se había conservado intacto, mis manos comenzaron a sudar, y un bulto en mi pantalón comenzó  a crecer. Saqué la lengua trate de absorber más olor de esa forma, mi mente volaba, ayudada por mi estado etílico, me desabroche el pantalón y mi erección era tremenda, cubrí mi miembro con la pañoleta, la tela era suave, y atraía de manera sublime el cuerpo de ella, su recuerdo, un espejismo blanco, una fina cintura, unos verdes ojos brillosos, entregados, la arrodillé y cogí suavemente su quijada con el índice y con el pulgar baje sus labios obligándola a abrir ligeramente la boca, luego presione suavemente con mi glande, comencé a follarme su boquita, su pequeña boquita, sus rosaditos labios presionaban mi pene y yo la empujaba, la empujaba, para que su quijadita toque mis huevos...

-¿Qué mierda estás haciendo huevón?- Dijo Carlos con un sonrisa sarcástica

-¡Puta madre! Que mierda eres. Esta ocupado Cabrón. Cierra la puerta puta madre ¡que cierres he dicho!-

-Jajaja, ese es el puto trapo que la profe tenia en el cuello. Tan aguantado estas hermanito. jajajaja.

No me reí en ningún momento, odiaba a Carlos, maldito, ¿que iba a hacer? estaba parado como un idiota, con mi flacido miembro cubierto por la pañoleta mirando con ojos de rencor absoluto a Carlos. Él parecio percatarse unos segundos despues, pero creyo no haberse reido lo suficiente, asi que cerro la puerta y continuo matandose de la risa afuera. Yo subi mi pantalon, guarde la pañoleta en el bolsillo y me dispuse a salir, no pensaba dar ninguna explicacion, ni iba a soportar alguna burla mas.

Ya fuera del baño, vi la luz de la sala encendida, me dirigi resignado, por ahi estaba la salida, tendria que verles las caras antes de irme, cuando estuve cerca, los vi sentados, en la sala, conversaban entusiasmados, pero no decian mucho que pudiese escuchar. Cuando se percato de mi presencia Carlos me llamo,yo solo me detuve, dudando si apresurar mis pasos hacia la puerta o voltear. Pero el ya estaba parado a mi lado, antes de que decidiera. Luego, empezo a decir.

-No tienes porque estar usando su ropa, si te la quieres tirar te la tiras y nosotros te ayudamos. La muy puta, nos tiene cabrones a todos. Y puta, si quieres te ayudamos y todos le hacemos el favorcito a lo zorra esa, o si no te la dejamos para ti solito, como quieras, hemos estado pensando en algo ¿quieres saber?-

CONTINUARÁ