Querio Diario

Descubrir el sexo fue maravilloso. Experimentar el sexo anal fue increíble. Pero es sexo con dos hombres fue lo máximo. Comparto una pagina de mi diario sobre esa experiencia.

Querido Diario,

Me dirijo a ti antes de que termine de rayar el sol.  Son las 5:00 de la mañana en esta aurora de primavera.  Como puedes ver, mi pulso está tembloroso y te aseguro que después de contarte lo que acabo de vivir comprenderás que tiemblo con justa razón.

Siento ganas de llorar y no sé por qué.  Estoy hecha un manojo de confusiones.  Por un lado estoy cansada físicamente y por el otro tengo una amalgama de emociones que no puedo definir con exactitud.

Por eso acudo a ti, mi inseparable amigo, mi Diario que siempre me escuchas y sabes guardar mis secretos.  Por favor, ayúdame a esclarecer mis sentimientos.

Te decía sobre mis emociones y mis ganas de llorar.  A la vez me siento feliz, pero estoy muy preocupada por lo que vaya a pasar con mi matrimonio.  Tú sabes que amo a Andrés, pero a pesar de que se portó tan normal anoche, temo que oculte sus verdaderos sentimientos y que con el tiempo afecte nuestra relación.

Para que puedas entenderme (o para poder esclarecer mis sentimientos), empezaré por el principio.  Amo a Andy con todo mi ser y jamás siquiera pensé en serle infiel.  Pero sabes cómo soy, me refiero a lo cachonda que a veces me pongo.

Bueno, te acordarás que hace uno meses publiqué lo que viví con Ricardo en el tren y lo que me pasó cuando estudiaba en la Universidad.  Pues a raíz de esos relatos, tuve una lluvia de mails de todas partes del mundo con todo tipo de mensajes.  Entre ellos, me escribió Aarón.  Un hombre de mediana edad.  Se portó muy respetuoso desde un principio y fue el único con el que seguí intercambiando correspondencia.  En cuestión de días, descubrimos lo afines que somos en las cosas del sexo e intercambiamos algunas fantasías.

Diario mío, Aarón tiene una manera de dirigirse a mí que al tiempo que me hace sentir como una princesa, hace que mi vulva se llene de humedad y mis pezones se endurezcan; llenos de ganas de ser tocados por sus manos.  Con decirte que un día en la fabrica, me quité la pantaleta y anduve desnuda el resto del día mientras nos cachondeabamos cibernéticamente.

El caso es que ayer yo andaba como a 40 grados de calentura.  Me atreví a ir a la escuela en donde él asiste y casi lo obligué a estar a solas conmigo en una de las aulas.  Me desnudé debajo de mi falda mientras él llegaba; en cuanto llegó y estuvimos a solas, me hinqué frente a él y le mamé la verga hasta que se vino todito.  Él tenía que regresar a su clase por lo que me dejó escurriendo de excitación.  Me dijo que quería venir a la casa y sentí que el corazón se me paraba del miedo.  Por un lado lo deseaba, quería hacer el amor con él, volver a tener su miembro en mi boca y dejarlo que me penetrara hasta hacerme sentir una mujer completa.  Por el otro lado, no quería correr el riesgo de realizar tamaño infidelidad y a la vez faltarle a Andrés en  nuestra misma casa.

Yo le había mencionado a Andrés mis contactos por mail con Aarón.  Inclusive, él llegó a leer conmigo algunas de las cogidas que me dio en sus mails.  Esto provocó que la intensidad de nuestras sesiones de sexo fuera más candente.  En mas de una ocasión me dijo “este tipo sería el ideal para si algún día te animaras a que realizáramos la fantasía de un trío”.  Al principio me pareció una idea repulsiva y su propuesta falta de amor hacia mí.  Ahora que Aarón me proponía algo tan insólito, por mi mente se cruzaba la tentación de probar la sinceridad de Andrés.  No podía evitar sentirme culpable por haber sido infiel a mi marido, por lo menos con sexo oral, y de que manera.  Es que fui yo la que vino a buscarlo, la verdad es que me moría de ganas de tener su pene entre mis manos, de masturbarlo, de gozarlo en mi boca y con ello llenarme de placer.

Por fin me animé a marcar al celular de Andy.

-Bueno

-Hola Papi, ¿Dónde andas? – le pregunté para medir el riesgo

-Estoy en el hospital, hoy tengo guardia, y tú ¿dónde estás?

-Voy para la casa, pero quiero que me digas que me quieres

-Claro que te quiero…te amo…¿Por qué me lo preguntas, todo bien?

-Si, todo bien, pero con toda la pena que siento, quiero preguntarte algo

-dime

-…solo suponiendo ¿ok?  ¿Te acuerdas que me dijiste que te gustaría que Aarón se uniera a nosotros en un trío?

-¿Qué Aarón?...Ah, el güey del internet . . . si, si me acuerdo, ¿qué hay?  No me digas que

-NO, es solo suponiendo.  ¿Hablabas en serio?

-Mira Belle, no me quieras ver la cara de pendejo.  ¿Ya te acostaste con él?

-Ay, claro que no, y si te vas a poner en ese plan, mejor así lo dejamos; pero nunca vuelvas a mencionar estupideces de tríos . . .  nos vemos mañana

-ESPERA…no cuelgues.  Perdóname.  Vamos a hablar ¿si?  Es que me agarraste de sorpresa y me llené de celos.  Tu sabes que no soy celoso y sé que no te gusta que te cele y que te tenga confianza.  Soy todo oídos, dime ¿cuál es tu plan?

-¿Prometes no enojarte?

-Prometo comprenderte y apoyarte.  Es mas, fui yo quien lo propuso.  Ya pensando las cosas con calma, me encantaría que vivas esa experiencia y qué mejor que con alguien con quien parece que tienes compatibilidad.  Tu dime cuándo y cómo, y yo te apoyo.  Es mas, solo te advierto que no creas que soy pendejo y cornudo.  Si lo vamos a hacer, que sea bajo la convicción que nos amamos y eso solo será “sexo”.  Nuestra relación sólo debe hacerse más fuerte.

-Está bien…¡esta noche!

-¿Estás loca? Te digo que tengo guardia, ¿cual es la prisa?

-La prisa es que estoy ardiendo y se me antojó.  Si no lo hago hoy, creo que nunca lo haré.

-¿Estás segura que lo deseas?

-Pues no, no muy segura…pero me gustaría intentarlo.  ¿Quieres complacerme?

-OK, mira, no sé cómo voy a hacerle pero me salgo, yo creo que el Dr. Vera puede cubrirme.  ¿Va a ser en la casa?

Mordiéndome el labio inferior y con el pulso a cien por hora, le di mi respuesta que marcaría una definitiva.

-Sí. – le dije titubeando.

-Bueno, entonces yo voy en cuanto pueda.  Ustedes empiecen y no te preocupes, cuentas con mi apoyo absoluto.  Es mas, compláceme en algo

-¿en qué?

-Cuando yo llegue, quiero verte cogiendo con él.

-¿Estás loco?

-No, hablo en serio.  Si lo vamos a hacer en trío, que más da que te familiarices con su verga un poco antes.  Bueno te lo dejo a tu criterio.  Es solo una petición, pero yo estoy para complacerte, tú sabes que eres mi muñequita hermosa, mi reina, mi diosa.

-…pues no sé

-¡Ándale Belle!  Despierta a esa putita que duerme dentro de ti.

-A ver que pasa, no te lo prometo.

-OK, yo llego como a las 11:00.  ¡Trata de relajarte, te oyes muy tensa!

Colgué mi celular y quedé de acuerdo con Aarón para vernos en mi casa en cuanto saliera de la escuela.  Me dijo que estaría ahí como a las nueve y media.  Su mirada me tranquilizaba y sus caricias discretas me daban seguridad en este paso que estaba a punto de dar.  Eso sin mencionar que mi vagina era un mar de fluidos calientes y espesos que mojaba mi ropa íntima.

Manejé lo más rápido que pude hasta la casa de mi suegra y recogí a Carlitos, la ventaja es que ya había cenado y hecho su tarea.  Llegamos a casa como a las 8:15.  Aún me sentía muy nerviosa así que decidí tomarme un trago para tranquilizarme, escogí tequila el cual empezó a surgir efecto casi de inmediato pues en seguida me sentí más relajada y con más valor.  Proseguí a hacer los preparativos que se me ocurrían.  Mientras acostaba a mi hijo, dejé que las velas de gardenia empezaran a perfumar la casa y en forma especial mi recamara.

Tras haber acostado a Carlitos, me metí a la regadera más que nada esperando que me ayudara a relajarme.  Tomé la precaución de hacerme un lavado rectal, sabiendo que tanto a Andrés como a Aarón se les podía antojar darme verga por ahí, creo que en el fondo lo deseaba pero lo temía.  Me sequé de prisa y proseguí a meterme en un hermoso y sensual baby doll negro de gran transparencia y pegadito a mi cuerpo.  También me puse un liguero negro de encaje y una medias negras para hacer juego.  Sobre los tirantes del liguero me puse una tanga de hilo dental.  No se veía tan bien encima de los tirantes, pero la idea era poder quedarme con  las medias puestas después de que me quitara el calzón.  De esta forma pensaba llegar al campo de batalla, semidesnuda, pero con suficiente encaje sensual para provocar y sacar a flote los más profundos instintos masculinos en ambos machos que pretendía cogerme y comerme.  Pensé en lubricarme el ano, pero desistí de la idea tras preferir que alguno de los dos me lo lubricara con su lengua, después de todo, una tiene que darse a desear.  Si quieren penetrarme el ano, tienen que ganárselo.

Puntualmente, sonó el timbre de la puerta.  Sentí que mi corazón se aceleraba y tras terminar de aplicarme una extra dosis de rimel para lucir mis pestañas mas largas y espesas, me puse un lápiz labial rojo carmesí, del que me dice Andrés que me hace ver mas putita y sensual.

Me metí en una bata de satín y tras ponerme las zapatillas, me apresuré a abrir la puerta.  Había llegado al punto sin retorno.  Sabía que si el que llamaba a la puerta era Aarón, no podría detener lo que seguiría, a decir, tener sexo con mi esposo y mi amante al mismo tiempo.  Sentí que dentro de mí despertaba esa putita a la que Andrés a veces se refiere.  Quería ser follada, sentía la humedad de mi vulva en cada paso que daba hacia la puerta de entrada.  El eco de mi taconeo se oía en el patio.  Dudé en abrir y empezar esa aventura, pero mis deseos eran más fuertes que mi pudor.  Recordé el sabor de su verga que apenas un par de horas atrás había saboreado en esa fría sala de clases y me estremecí.  Ese recuerdo me ayudó a cobrar fuerzas para la entrega que estaba a punto de realizar.

Al abrir la puerta me encontré con la sonrisa inconfundible de Aarón.  Parecía nervioso, pero no más que yo.  Lo invité a pasar y él sin titubear acercó su cuerpo al mío haciéndome temblar de emoción y a la vez miedo.  Correspondí rodeando su cuello con mis dos manos y al nuestros cuerpos juntarse pude notar que de entrada ya traía tremenda erección.  Me abalancé sobre él presionando mis pechos contra su tórax.  Sin darnos cuenta, nuestros labios se juntaron y se entregaron a un beso.  Sus manos no tardaron en quemar mi piel conforme se desplazaban desde mis hombros hasta mis nalgas, las cuales acaricio y apretó suave pero firmemente.  Desde mi cadera hasta mis tetas.  Mi piel deseaba ser tocada, mimada.

Antes de seguir elevando el mercurio del termómetro, le invité a pasar y una vez dentro me llenó de piropos haciéndome sonrojar.  Le invité algo de tomar y me pidió una cerveza.  Yo me serví otro tequila mientras le preguntaba qué quería hacer.

-Quiero conocer tu recamara

Me dijo en una forma tan tajante abriendo la invitación directa a ir a mi aposento íntimo.

Me di cuenta que su madurez lo hacía ser más directo y seguro de si mismo.  No quería perder tiempo, había venido a poseerme y eso es lo que pedía con su mirada que me desnudaba.

Me acerqué a él, y besando su labio inferior, le dije que me siguiera.  Caminé lentamente hacia la recamara procurando provocarle con el movimiento de mis caderas.  En cada paso que daba, podía sentir la erección de mi clítoris que empezaba a impacientarse y a pedir hombre.

Al llegar a la recamara nos fundimos en el mismo beso que quedó inconcluso en el patio.  Mientras él abría mis nalgas con sus manos, yo me dedicaba a morder su labio inferior y a saborear el sabor y lo terso de su lengua la cual me metía hasta mis amígdalas.  Me apresuré a meter mis manos debajo de su camiseta y a quitársela.  De igual manera, él me despojó de la bata así dejándome de un solo movimiento semidesnuda y a su merced.  Apreté mis ojos para gozar el momento y solo podía sentir como seguía aferrado a ambas nalgas, separándolas y presionando sus dedos contra mis cavidades lo cual aumentó mi excitación y me hizo gemir mientras sentía el calor de su boca y lo resbaloso de su lengua a lo largo de mi cuello.  Las chupadas fueron bajando hasta llegar a los montes de mis pechos, no se detuvo, siguió hasta llegar a mis pezones.  Primero uno, luego el otro.  Mi baby doll, empezó a desvanecerse hacia el suelo.  Tras mordisquear mis pezones, siguió su lengüeteo camino abajo hasta llegar a m ombligo.  No cabía duda que era un amante experimentado.  Sabía perfectamente lo que hacía y me estaba volviendo loca de placer.

Mientras gozaba el cosquilleo que su boca proporcionaba a mi ombligo, sentí sus manos rozar con mucho tacto mi vulva y con vehemencia se abrieron paso haciendo a un lado la poca tela de mi tanga.  No pude evita gemir fuertemente al sentir el contacto de su piel en mi sexo.  Sentí que mis líquidos bañaban sus manos mientras él jugueteaba con mis labios vaginales y (oh dios) con mi ano.  Este hombre iba más rápido de lo que yo había previsto.  De mi ombligo, casi dio un salto a mi monte de Venus y acarició mi zona púbica con su mejilla.  Hábilmente, fue bajando mi tanga al tiempo que su lengua encontraba camino hacia la entrada de mi gruta.  Primero sentí su lengua viborear mi clítoris, después me lleno de placer lengüeteando mis labios y chupando los líquidos que con abundancia escurrían.

Casi me empujó sobre la cama y yo cedí sentándome en la orilla al tiempo que abría mis piernas para exponer frente a él mi sexo abierto, húmedo y deseoso.  Acercó su cabeza a mi pelvis, y tomándolo del pelo lo jalé hacia mí dispuesta a recibir una rica mamada.  Gocé y volví a gozar como se devoraba mi vagina ahora completamente dilatada y los labios hinchados.  Él parecía gozar metiendo sus dedos y su nariz.  También gozábamos mutuamente cuando sus dedos acariciaban mi ano ya humedecido con mis propios jugos vaginales.  Me perdí en el placer y me dejé hacer.  Dejé que gozara de mi sexo mientras yo lo presionaba contra mí.  No me importaba nada en ese momento mas que satisfacer mis ansias de ser amada, de llegar a los niveles orgásmicos mas elevados.  Me mordía mi labio y sin dejar de gemir apretaba mis ojos y abría mis piernas todo lo que podía.  ¡Oh, que divino placer!  Su lengua entraba considerablemente en mi rajita, los ruidos que dejaba escapar taladraban mi mente llenándome de lujuria y haciéndome sentir la mujer más sexy.  Sentía su lengua en mi ano, oh que delicia.  Sus manos abrían mis nalgas para abrirlo mientras su húmeda lengua me penetraba, luego regresaba a mi vagina.  Así alternó hábilmente hasta que de plano perdí el control.

-¡Quiero venirme en tu cara!- le dije mientras mi vulva palpitaba en un intenso orgasmo.

Aarón aprisionó mis pezones y los pellizcó con fuerza.  Me gustaba, pero me dolía.

-Así papi, así, mámame, déjame venirme en tu cara; quiero embarrarte todo.

Él siguió frotando su cara contra la suavidad de mi sexo tan sensible.

-Ya lo hiciste mamita, mira.

  • Si pero quiero más, más, más . . . mucho más, me encanta como mamas mi rajita y mi rajita quiere más.

Siguió lamiendo mis cavidades pero en una de esas dedicó especial esmero a mi pequeño ano haciéndome retorcer y gritar de placer.

-¿Así no?

Preguntó él, inseguro.  A lo que respondí ahogadamente.

-Si, así, me estás llenando de placer, pero no pares, por favor sigue. . .

Se dedicó a ensalivar mi culito y a chuparlo fervientemente haciéndome pellizcar mis propios pezones.

Todo lo que estaba sintiendo era increíble.  Aarón era muy hábil con su lengua, y con sus dedos.  Yo no quería dejar de sentir su lengua en mi ano, no sé en realidad todo lo que le hacía pero me provocaba placer y me hacía gritar.

  • Voltéate mamita, ponte en cuatro patitas.

Decía, al tiempo que me mostraba su verga ya completamente endurecida.  Era impresionante y agradable a la vista.  Sus venas resplandecían de lo hinchadas que estaban.  Ese magnífico miembro pulsaba como si tuviera vida propia.

-Papi, ¡qué rico mamas! Me hiciste muy feliz pero ahora me toca a mí.  Yo también quiero mamar tu linda vergota; y me la quiero comer todita.

-Si mami, mámamela rico. Chúpame la verga, así mami, mama todo el chafalote, tu sabes como, ¿te gusta mi verga?

Mi garganta solo pudo soltar un ruido gutural.  No quería sacarme su pedazo de carne para contestarle.  Solo quería gozarla.  Me dediqué a mamarla con mucho esmero.  Con mis labios presioné la suave carne de su glande el cual estaba resbaloso por mi saliva y su viscoso líquido que emanaba.  Con una mano acompasadamente tamborileé el tronco de su pene y acaricié sus testículos.  Poco a poco me fui comiendo su verga hasta lograr tenerla toda dentro de mi boca.  Tallé mi garganta contra su glande y mi lengua en todo lo largo del tallo.  Me deleité mamando tan deliciosa verga y sintiendo su erección total llenándome hasta la garganta.  La lengüeteé desde la punta hasta la base y me seguí a los huevos que se dispersaban al sentir el tacto de mi lengua.  Seguí meneando mi mano alrededor de su instrumento y volví a succionar su glande y a meterme media verga acompasadamente.  Mientras seguía disfrutando con mi boca lo rígido de su vergota, lo escuché decir:

  • ¡Mamita qué rico mamas! Deseo muchísimo meter mi verga en esa panochita tan rica que tienes, y así  inundada me gusta mas, ponte en la orilla de la cama en cuatro patitas mamita, porque te voy a meter la verga hasta el fondo de tus entrañas.

Esas palabras fueron música a mis oídos.  Al fin gozaría ese hermoso miembro en mi sexo.  Fui chupando su cuerpo hasta llegar a sus tetillas.  Luego me fui a besar y chupar su labio inferior que tanto me encanta mientras que con mis manos acariciaba todo su cuerpo, especialmente su falo tan lindo y grueso.

-Ya mi amor, empínate, que necesito gozarte.

Me puse en cuatro como él me quería.   Arqueé mi cintura para levantar mi trasero al máximo y darle acceso a mis cavidades.  Sentí como usaba su herramienta en forma de látigo y me daba reatazos en las nalgas y en mi vagina.  De repente, sentí su glande abrir mis labios y en seguida se fue de un solo golpe hasta el fondo de mis entrañas.  Con sus manos me levantó tomándome del vientre y mientras me embestía salvajemente me dijo:

-Ándele cabrona, quería verga, pues aquí esta su verga para que se harte.

Sus palabras tan cachondas y las caricias de su verga dentro de mí, me excitaron mucho realmente haciéndome sentir como una puta insaciable que lo único que pide es verga y más verga.

Al regresarme a la cama, siguió bombeando con fuerza su verga contra mis nalgas.  Estiré mi mano y alcancé sus testículos, los cuales presioné suavemente pero con fuerza.  Fue mi forma de agradecer todo ese placer que su endurecido pene me estaba proporcionando.

-Así papi, así, chíngame la rajita, dale verga a esta puta que no se llena, que quiere verga.  Chíngale papi, fuerte.  Está rica tu verga, la siento hasta adentro estrechando mis paredes.

Así seguí gozando como infinitamente embestía toda su hombría en mi raja excitada y deseosa.

  • Así, ahí te va, ándale cabrona, ten mas verga, me encantas, estas buenísima, y te he de dar verga hasta saciarte.  Ándale... ándale, ten mas, cabrona, que rica estas, me encantas.

-¿Te gusto papi?

  • Claro mamacita, desde luego que me gustas, estas riquísima, tienes una panocha rica de verdad.

  • ¿Y mi chiquito no te gusta?

Me atreví a insinuarle.

  • Si mamita, ¡también me encanta!

  • Pues dame por ahí, mete tu verga en mi hoyito. ¡Chíngatelo papi, ensártame rico!

Casi instantáneamente, Aarón sacó su verga de mi vagina y me preparé para recibirlo en mi ano.  Solo que antes, sentí como lo chupaba con esmero agregando saliva lubricante al tiempo que sus manos acariciaban cada centímetro de mis nalgas.

Volvió a meter su verga en mi rajita la cual no se hartaba de sentir el contacto de su sexo.  Luego sentí su pulgar buscar entrada en mi culito.  Por lo lubricado que ya estaba, se fue hasta el fondo sin problemas y continuo metiendo y sacándolo lo cual me lleno de placer e irremediablemente me hizo gritar.  Esa doble penetración me hizo perder la calma y empecé a fantasear lo que pasaría en cuanto llegara Andrés.

  • Afloja las nalguitas mami, aflójalas.  El culito quiere verga, vamos a darle placer; no lo aprietes.  Así, si mami, así afloja, mira, ya salió el dedo.

Sacó su enorme miembro de mi vagina una vez más, pero esta vez en seguida la sentí en la entrada de mi ano.  Me tomó de mis caderas con una mano y con la otra siguió sosteniendo su verga hasta que sentí que entraba dentro de mí.  De repente, inesperadamente sentí ardor en una de mis nalgas tras tamaño nalgada que me puso distrayendo mi atención.  No sé si grité debido a la nalgada o debido a que justo en ese momento me la dejo ir hasta el fondo.  Tal vez fue una combinación de ambas cosas.  El golpe me excitó y definitivamente, su verga dentro de mí, era para morir de placer.

Al tiempo que me culeaba sabrosamente, me metía y me sacaba su enorme verga, lo oí decir:

  • Ten mami, ten más verga.  ¿La quieres toda? Ándale, ahí te va todita.  ¡Qué rico culo tienes!

Sus manos recorrían mi cuerpo como dos carboncillos ardiendo.  Por mi espalda, por mis nalgas y luego hacia mi abdomen hasta llegar a mis tetas las cuales colgaban libremente y se columpiaban con cada embestida.

  • Quiero venirme y quiero volver a empezar, además tu marido está por llegar a  hacernos compañía.  ¿Dónde quieres que te eche los mecos? ¿O prefieres que me aguante para llenarte de leche entre los dos? Quiero panocha, así que déjame sacarla del culito y metértela allí, ¿quieres?

  • Como tu quieras papi, pero dame verga.

Me la sacó del culo e inmediatamente me la metió en la rajita.  Estaba deliciosamente buena.  En mi vagina la sentí más grande y mas venuda.  El glande parecía cobrar dimensiones desmesuradas.  De repente, me la volvió a sacar y me volteó boca arriba para automáticamente encimarse en mí y clavarme su verga sin misericordia.  Sentí su pelambre arañar mi clítoris y sentí lo caliente de su leche que con cada espasmo de su palo rellenaba mi gruta y gritando me envolví en un profundo orgasmo doble.

No conforme, me abalancé una vez más hacia su pene para tratar de revivirlo.  Mis ansias no estaban saciadas.  Mi cuerpo me pedía más verga.  Me la exigía a como diera lugar.  Así que llevé mi boca hasta su falo para lamer y chupar, para limpiar y regresarle vida.

  • ¡Qué chiquita está papi!  Y pensar que se pone tan grandota.  ¡Pero qué lindos huevotes tienes!  Todavía están duritos, creo que tienen más leche, que yo quiero dentro de mí.

  • Pues mámame mamacita, mama verga que ahorita se para y te da mas placer.

Su aprobación fue como una orden y en seguida volví a mi tarea de chupar, succionar, lamer y mamar primero con suavidad y conforme se fue parando, con más fuerza.  Hasta que llegó a las proporciones que me encantan y para entonces me encontraba mamando como una poseída, desde los huevos hasta el glande con la lengua, para luego metérmela hasta el fondo de mi garganta y entonces mover mi cabeza en forma circular mientras con mi lengua la acariciaba por doquier hacia contacto con esa piel tan fina y tibia.

  • ¡Papi que rica se te puso la verga!  Ahora si me gusta más, déjame seguir mamándote para que me la metas otra vez ¡quiero más!

Oí la puerta de la entrada, y mientras que tenía la seguridad de que Andrés había llegado, disimulé haberme dado cuenta y seguí mamando como si nada mientras me subía la excitación con la idea de posar para mi marido con tamaño vergota ensartada en mi boca.  De alguna manera es lo que él me había pedido.  Aparte que ese venoso pedazo de carne ardiente estaba delicioso y simplemente me costaba mucho desprenderme de el.  Cerré los ojos y me dediqué a gozar ese falo como una poseída.  Casi con ganas de hacerla eyacular para que mi marido me viera llena de semen en mi boca.  La devoré con fuerza y con mis labios y lengua apliqué todo el placer que pude para darle placer mientras mis manos se ocupaban de masajear la base y los testículos.

  • ¿Se divierten? – Por fin dijo Andrés en un tono pícaro.

  • Andrés, hola mi amor. ¿Cuándo llegaste?

Mientras lo veía a los ojos, seguía chupando la dura herramienta de Aarón, para provocarlo, para probar su sinceridad, con miedo de su reacción, con vergüenza por mi cinismo, con deseos de su aceptación y con un gran deseo de que no me impidiera seguir mamando tan suculenta verga.

  • Hace unos minutos, pero no quise interrumpir.

  • Ven, chiquito, acércate a mí. ¿Te gusta verme mamar verga? – mientras me la metía hasta que solo los pelos púbicos se floreaban alrededor de mis labios. – ya sabias que vendría Aarón y que estaríamos juntos...

  • Sí, así es, pero ahora te voy a cumplir tu fantasía, de darte verga por dos lados a la vez.  ¿Tu qué dices Aarón, estas de acuerdo?

  • Claro que si Andrés, y aprovecho para agradecerte que me hayas permitido ser participe de esto, ya que tu mujer, es muy linda, está

buenísima y coge divino.  Eres muy afortunado, porque te quiere a ti nada más; y tú,  se nota que la adoras pues estuviste de acuerdo en compartirla conmigo, pero anda vente a la cama.

Mientras sigo mamando el pene de Aarón, agrego.

  • Si mi amor, ya tienes la verga bien parada, y Aarón también.  Ven que tengo ganas de mamártela y que me cojan los dos.

Andrés se acercó lo suficiente para que mi boca lo alcanzara.  Como de un solo trago, metí la enormidad de su verga como queriendo comérmela.  Estaba disfrutando de su dureza cuando me percaté que Aarón se aproximaba y también ponía al alcance de mi boca sus 18 cms. de carne.  Esto era demasiado pedir.  Era increíble, dos vergas para mi solita.  No quise soltar el pene de mi marido así que me dediqué a acariciar con mis dedos la de Aarón, al igual que sus testículos.  Poco a poco pierdo la calma y sin poder contenerme más, junto ambos miembros y los beso simultáneamente.  Mis sentidos me traicionan, estoy completamente enloquecida y he perdido la cabeza, no me importa lo que estén pensando de mí.  Solo me dedico a gozar cada centímetro de esas dos vergas deliciosas.  Por mi mente solo corría la gran necesidad de mamar, de lamer y chupar.  Era una sensación diferente, un placer doble.  Me sentía amada por los dos y por ende solo quería darles placer en toda la extensión de la palabra.

Continuará...