Quería pescar y me pescaron

Un nuevo compañero de trabajo me traía loco y otro compañero lo notó.

QUERÍA PESCAR Y ME PESCARON

Una mañana entré tarde al trabajo porque tenía que liquidar unos recados antes de entrar. En la recepción vi a dos chicos algo más jóvenes que yo (yo tengo 27 años) y pensé "mira que guapetes". Mi jefe hablaba con ellos y me los presentó porque se incorporaban para trabajar en un nuevo proyecto de la empresa. Con uno de ellos se me cortó la respiración: Álex es de mi estatura (170), también flaco pero menos que yo, ojos negros, pelo rizado y muy velludo, le salía el pelo del pecho por encima de la camiseta y eso a mi me pone a mil. ¡Pensar que tendría que verlo cada día! Llevaba unos pantalones muy finos que le marcaban un culo que pedía a gritos ser agarrado.

Total, que le encantan las mujeres, que no descarta la bisexualidad, pero cuando le propuse rollo (y lanzarme me costó algunos meses porque nadie en el curro sabe de mis preferencias) me dijo que no, que no lo descarta pero que de momento le gustan demasiado las mujeres. Qué cabrón. Lo peor es que nos hemos hecho buenos amigos y a veces los excesos de confianza me provocan dolorosas erecciones que soy incapaz de controlar.

No hace demasiado nos reunieron en la sala de reuniones para que el equipo de Álex presentara sus trabajos. Me caía la baba viéndolo sonriente e ilusionado con su trabajo y mientras hablaba la directora del proyecto yo lo miraba a él. En estas oigo un susurro en mi oído: "no lo mires tanto que se te van a caer los ojos". Tierra trágame, era Marcos el informático. Un chico de unos 30 años, ni guapo ni feo, no está bueno pero tiene un sex appeal desbordante, un poco más alto que yo y más corpulento. Su novia es la típica rubia tontuela muy alta y despampanante. En los cuchicheos del trabajo se comenta que él debe follársela gruñendo como un salvaje y ella no debe dejar de hablar por los codos y chillar como una posesa.

Me puse tan colorado que no podía esconderme. Lo miré y me hizo un signo obsceno guiñándome el ojo. Me dije que si alguien tenía que saber mis preferencias sexuales era mejor un tío guarro como Marcos que no un conservador como la mayoría de los ejecutivos mediocres que nos acompañan en la oficina. Pasaron unos días sin ningún comentario. Pero hace una semana yo estaba en la recepción mirando a Álex como, reclinado sobre una mesa, ofrecía una bonita imagen de su parte posterior. Y oigo a mi espalda la voz de Marcos "¿te comerías ese culo, verdad? Yo me comería este otro" y dijo esto agarrando el mío. Casi no tuve tiempo de reaccionar y ya se había ido.

Esa misma tarde me tocó quedarme de guardia hasta que los contables acabaran su trabajo porque alguien tenía que cerrar. Resultó que también necesitaban a Marcos pero solo a ratos con lo que quedó ocioso en la oficina esperando que le mandaran algún trabajillo. Me enviaron al archivo a buscar las cuentas del año anterior y mientras buscaba Marcos me agarró las dos nalgas y me dijo "Marcos, como me pones. Llévales los papeles y ven a mi despacho" no me dejó opción a réplica. Es de esas personas que no sabes cómo pero dominan la conversación y la llevan donde y como ellos quieren. Me dejó con la palabra en la boca y los papeles en la mano.

Esperé un rato para ir a verlo porque quería frenar la cosa. No era plan de que me sorprendieran dejándome meter mano a saco en pleno curro. No sé él, pero yo no me puedo permitir el lujo de que me despachen.

Una vez más no me dejó ni abrir la boca. Me arrinconó detrás de la puerta con un abrazo y un morreo grandísimo. No me di cuenta que tenía una lengua grande y caliente saboreando la mía y mi boca, su mano izquierda acariciándome la espalda y su mano derecha magreándome el culo. Y yo agarrado a su hombro y acariciándole la cabeza rapada. Me gustaba demasiado y ya no pensé en todo lo que venía a decirle. Me agarró una mano y la llevó a su paquete. Normalmente marca bastante. Pero ahora el bulto era mayor, todo ahí oprimido en sus tejanos. Se desabrocho y me dijo "sácala". "Nos van a pillar" le dije, y él me respondió que no, que había instalado una webcam en contabilidad y que los controlaba por pantalla. Menuda tranca tiene el cabrón. Me sorprendió su tamaño pero sobretodo su temperatura. Estaba muy caliente y eso me derritió. Le agarré los huevos grandes y sueltos y él gemía mientras me seguía morreando.

En estas se aparta y se sienta en su butaca con los pantalones y los calzoncillos en los pies y sus piernas gruesas y velludas abiertas mostrando su polla apuntando hacia el techo. No dijo nada, hizo signo de que se la mamara y me arrodillé delante suyo. Le acaricié los muslos calientes con mis manos calientes mientras le lamía los huevos. Su olor era tremendo. Ahí no pude más y liberé mi polla dura como una piedra y babeando. Le agarré la suya y me la metí en la boca. Era más grande que la mía que ya mide 16cm y es algo gorda. Pensé en la zorra de su novia y lo bien que se lo debía pasar montando esa tranca. Le hice una mamada que te cagas solo con la boca y con mis manos acariciando sus piernas, nalgas, vientre y pecho. En estas se sacó también la camiseta y pude ver su pecho velludo. Pellizcando uno de sus pezones noté como se le ponía más y más dura, me la saqué de la boca y lo acabé con la mano. Se corrió como un condenado llenando todo su pecho de semen aunque un escupitajo le pasó por encima del hombro izquierdo. Se tuvo que contener mucho para no gritar. Cuando acabó me metí sus huevos en la boca y oliendo su sudor me corrí, casi sin tocarme, contra el suelo.

"¡Mierda! el jefe sale del despacho". ¡Vaya sobresalto! Me vestí rápido porque lo tenía más fácil que Marcos y fui a detenerlo. Por suerte me buscaba a mí y Marcos tuvo tiempo de limpiarse y vestirse.

En lo que quedaba de noche me dijo que su novia estaba fuera quince días y que se moría de calentura. Además a su novia no le gusta chuparla y, agarrándome el culo, me dijo que a él le encanta meterla por detrás pero que a ella le duele demasiado. De eso hace una semana y ahora casi me cuesta reír de tan cansado como voy.

Miguel – miguel24bandoler@yahoo.es